20
Te quiero
El grito de alarma, dado por un picto que hacía sus necesidades cerca del campamento, llegó al alba, y segundos después, el bosque se llenó de chillidos de dolor: las fuerzas romanas y sármatas estaban lanzando su ataque.
Dos eran los grupos que participaban en el ataque. Uno era el de Arturo, que avanzaba desde el sur, y el otro, dirigido por un romano, llegó al campamento por el norte.
Por suerte, ambos destacamentos habían llegado al punto de reunión con el mismo sigilo, y el factor sorpresa favoreció su ataque.
Gran número de pictos fueron asesinados mientras dormían, otros tantos, nada más despertar, y el resto, los que pudieron correr a por sus armas, se enfrentaron al frío acero romano y al hábil filo sármata.
-¿La veis?- inquirió Tristán dándole un brutal golpe a un picto en la cara con el pomo de su espada.
- ¡No! La tendrán en alguna tienda- replicó Bors con voz entrecortada mientras acababa con la vida de otro picto.
Tristán, despachando de forma rápida a otro picto que se le había acercado, se apresuró hacia la primera tienda que vio, pero esta estaba vacía.
Alguien se acercó a él por la espalda y, antes de que pudiera defenderse, le asestó un golpe en la cabeza. Cayó al suelo aturdido, pero sabiendo que su vida peligraba, se giró rápidamente y alzó, de forma algo torpe, su cimitarra.
El picto le iba a golpear de nuevo con un enorme mazo cuando alguien se le echó encima y lo derribó.
Cuando Tristán se puso en pie, Galahad también lo hizo, pero el segundo iba manchado con la sangre del picto que habían intentado matar a Tristán.
No pudo decir ni una palabra de gratitud, pues el moreno se le adelantó.
-Busquemos a Mahira. Los romanos van a prenderle fuego a esto dentro de nada.
Tristán se dirigió hacia otra de las rudimentarias tiendas que ocupaban el claro, pero esta también estaba desierta, y la siguiente en la que probó suerte, igual.
-¡Tristán!- lo llamó finalmente Galahad antes de introducirse a toda prisa en una tienda.
El sármata se apresuró hacia allí, y cuando llegó a la puerta, el corazón le dio un vuelco de alegría. ¡Ella estaba ahí!
-¡Mahira!- Tristán se arrodilló a su lado, asiéndole la cabeza con ambas manos; mientras, Galahad trataba de desatarla- Mahira¿me oyes?
La mujer lo miró con los ojos vidriosos.
-Tristán…- dijo con voz algo pastosa- Me alegro de que… me alegro de que estés aquí… Te quiero…
-¡Ya está!- exclamó Galahad antes de que Mahira se deslizada hacia un lado, libre ya de sus ataduras.
-Mahira¿qué te pasa?- le preguntó Tristán al ver que apenas si tenía fuerzas.
-Me han… me han drogado. Tristán, te quiero mucho- insistió la mujer.
-Y yo a ti también- le susurró él a la oreja antes de cogerla en brazos- ¡Vámonos Galahad, vámonos de aquí!- apremió a su compañero.
Salieron de la tienda y miraron a su alrededor.
Varias chabolas estaban en llamas, y el que minutos antes había sido un tranquilo campamento picto, era ahora el escenario de una masacre. Había cuerpos sanguinolentos por todos lados, y los heridos que todavía no estaban muertos, lanzaban gemidos espantosos.
Sin embargo, ni Tristán ni Mahira se percataron de lo horrendo del escenario. Él estaba demasiado contento por haber encontrado a la mujer, como para pensar con racionalidad; y ella, medio drogada, solo parecía poder pensar en una cosa.
-Te quiero, Tristán, te quiero; nunca lo olvides… te amo… y siempre te querré… jamás te olvidaré…
-¿Por qué repite eso tantas veces?- le preguntó Galahad a Tristán al ponerse a su lado de nuevo.
Galahad estaba actuando como espadachín particular de la pareja, pues, cuando alguno de los pictos que aun quedaban en pie, se acercaba a ellos, era el moreno quien se ocupaba de él.
-No lo sé- confesó Tristán- Supongo que estará contenta por verme de nuevo.
-¿Y lo de jamás te olvidaré?- insistió el otro.
-Serán los efectos de la droga, que le hacen pensar que… ¡ahí viene otro!
El moreno se giró justo a tiempo para ver un garrote dirigirse hacia él. Levantó la espada para defenderse, pero el miedo y la rabia parecieron infundir una extraña fuerza en el picto, y su embiste tiró al sármata al suelo.
El picto gritó algo incomprensible y se dirigió, con los ojos desquiciados, hacia Tristán y Mahira. Sacó un puñal y sesgó una y otra vez el aire mientas Tristán retrocedía para evitar los sesgos, cada vez más cercanos y amenazadores. El sármata no podía hacer uso de sus armas, pues llevaba a Mahira en brazos, pero supo que algo tenía que hacer cuando una de las puñaladas le pasó rozando el pecho.
Haciendo fuerza con sus brazos, subió a Mahira más, pudiendo así usar sus piernas para defenderse. Golpeó al picto en la pierna, pero éste pareció no sentir la patada y siguió atacándoles. El pie de Tristán se dirigió esta vez a su entrepierna, y, afortunadamente, el salvaje se dobló de dolor.
Tristán aprovechó esos segundos para dejar a Mahira en el suelo y desenfundar su espada, pero para cuando llegó al lado del picto, Galahad ya se había recuperado y lo había degollado.
-Lo siento- se disculpó el moreno- Su golpe me dejó muy mareado y no pude…
-Tranquilo, ya terminó todo- dijo Tristán mirando a su alrededor.
Los sármatas y los romanos, reunidos allí por el plan que Arturo había ideado, habían triunfado. Algunos pictos habían huido, otros muchos habían muerto, pero ellos habían ganado.
-Adragaín…
Tristán miró hacia donde lo hacía Galahad y vio a sus compañeros reunidos entorno a un cuerpo caído. Suspiró.
-Adragaín…- repitió él.
-¿Te cortó?- preguntó de pronto Galahad mirando a Tristán.
-¿Qué?
-El picto¿te cortó?- repitió el moreno.
-No¿por?
Con un cabeceo de su cabeza, le indicó que se mirara el abdomen, totalmente ensangrentado.
-¿Pero qué…?
Tristán se cogió la ropa y su mano se tiñó de sangre con solo tocar su vestimenta, pero al alzarla, vio que su abdomen estaba ileso.
-¿Cómo…?
-¡Mahira!- exclamó Galahad, comprendiendo de pronto.
Ambos guerreros se apresuraron hacia la mujer, que se había quedado muy quieta sobre el suelo, pero el primero en llegar fue Tristán, cuyas piernas eran movidas por el terror.
Se abalanzó sobre ella, procurando no apretarle el abdomen.
-Mahira… Mahira…
-Me equivoqué, Tristán- le dijo ella en un susurro.
Su pesadilla volvía a repetirse, pero sabía que esta vez no era un sueño.
Se moría…
Los ojos desencajados de Tristán, que no comprendían lo que había pasado, eran los mismos que en su visión; la sangre caliente que le mojaba el abdomen y la cintura, estaba allí… pero había confundido quien era el herido, pues en sus sueños, pensaba que era él quien moría, pero no, no era así.
-Mahira…
Al posar una mano sobre el abdomen de ella, notó lo húmeda que estaba su ropa. Cogió la camisa de ella con las dos manos, y la rajó, pero lo que quedó al descubierto, no lo tranquilizó más que su ropa manchada de sangre.
-Mahira… Mahira…- lloró, sintiendo como si un puñal atravesara su corazón, ensañándose con él y destrozándoselo.
El picto que les había atacado, no lo había herido a él de puro milagro, pero los tajos sí que habían alcanzado a Mahira, abriendo hondos surcos en su abdomen.
¿Cómo podía no haberse dado cuenta¿Cómo no había notado que su amante, su mujer, su vida, había sido herida de muerte¿Cómo…?
-Me alegro de que haya sido así…- afirmó la mujer.
-¿Cómo dices eso, Mahira?- le dijo él, con su cara totalmente húmeda por las lágrimas, que habían comenzado a brotar de sus ojos sin que él se diera apenas cuenta.
-Pensé que eras tú el que iba a morir, y estaba aterrada por esa idea…- la mujer alzó la mano y acarició la mejilla de Tristán- Estás llorando…-dijo como si eso le pareciera increíble.
-Te voy a perder…-lloriqueó él.
-Tendrás por siempre mi amor.
-Mahira…- sollozó.
-Tristán, te quiero, te quiero mucho, muchísimo…- le acarició la mejilla y los labios, con parsimonia.
-Yo también te quiero. No te vayas, por favor, no me dejes solo…- gimoteó.
-Lo siento, pero yo no puedo…- Mahira calló, pues todo su cuerpo sufrió una convulsión.
-¡Mahira…!
-Tranquilo- contestó ella. Su voz sonaba cada vez más de ultratumba, lo que estremeció a Tristán.
-¿Te duele?
-Un poco- confesó ella- Tristán, te quiero mucho, mucho, mucho, mucho. Perdóname todo el sufrimiento que te haya podido causar.
-No te vayas aún- le suplicó Tristán.
-Lo siento.
-Mahira…
-Te quiero, te quiero, te…- la voz de Mahira dejó de oírse sin que a ella le diera tiempo a terminar la frase.
-Mahira… Mahira…- Tristán le tocó la cara y se la sacudió un poco, tratando de despertarla, pero ella no reaccionó- No me hagas esto, no… no…
Galahad se dejó caer a su lado, de rodillas, no pudiendo estas aguantar su peso. Su rostro también estaba asolado por las lágrimas, y gemía sonoramente, pero Tristán no se dio cuenta de la presencia del guerrero a su lado, pues su cabeza no aceptaba más información tras la muerte de Mahira.
-Despierta, cariño, despierta…
Pero Mahira ya no estaba en el mundo de los vivos, y no podía oír la voz de Tristán, que la instaba al volver a su lado.
-No me dejes aquí, no me dejes solo ahora...
El guerrero sintió de pronto que una mano le tocaba la espalda. Alzó la cabeza, y entre las lágrimas vio a Gawain, que lo miraba apenado.
No sabía canto tiempo había pasado, para él habían sido segundos, y a la vez había sido una eternidad, pero se sorprendió al ver que el cielo ya estaba alto en el cielo.
-Lo siento, Tristán, lo siento mucho- dijo el rubio, sincero.
Él no contestó, sino que se echó sobre la tierra, tumbándose al lado de Mahira y apoyando su cabeza junto a la de ella.
Se quedó dormido así, en aquella postura, junto a su amada muerta. Ninguno de sus compañeros se atrevió a despertarlo, y así estuvo durante todo un día, llorando y gimoteando en sueños.
Dos días después, cuando sus compañeros se despertaron, Tristán ya no estaba en el claro, y el cadáver de Mahira tampoco estaba por allí. No se movieron, pues Arturo creyó que él volvería, pero tuvieron que esperar al final de ese segundo día para que el guerrero regresara.
-¿Dónde has estado?- le preguntó Arturo con suavidad.
-He enterrado a Mahira- contestó él con frialdad, como si tal cosa.
-¿Dónde¿En el bosque?
-Si, creí que era lo mejor, pues ella era una natúrea.
-¿Estás bien?- Arturo temía cual iba a ser la respuesta, pero tenía que preguntarlo.
-Si, pero estoy harto de que ese maldito pajarraco me siga.- Tristán señaló el halcón que había sido de Mahira y que ahora iba con él a todas partes- Mahira no me dijo nada sobre él, pero creo que él ha decidido quedarse conmigo.
Pese a sus palabras, al guerrero no parecía desagradarle demasiado la idea de que el halcón se convirtiera en su mascota. Después de todo, comprendió Arturo, era lo único que Mahira le había dejado.
El general volvió a girarse hacia Tristán, pues la respuesta que le había dado no era la que buscaba, pero no se atrevió a preguntar de nuevo, pues los ojos de Tristán, fríos como no lo habían sido nunca, hablaban por él: la muerte de Mahira lo había marcado tanto que nunca más podría volver a amar, nunca más podría volver a sentir como lo había hecho las semanas anteriores, nunca más… nunca más podría ser el Tristán que había sido hasta ahora; no, jamás podría volver a ser el de antes sabiendo que no vería los ojos verdes Mahira nunca más.
FIN
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Ya lo sé, ya lo sé, una rabia ciega contra mi os ha invadido el cuerpo al leer este capi en el que me cargo a Mahira, pero ¿qué queríais? Bueno, SÍ sé lo que queríais, pero no podía ser: La historia está basada en una película, transcurre años antes de la película¿y en la película aparece Mahira? Noooo, y no es de esperar que la muchachita se hubiera ido a tomarse un kit-kat cuando la peli tiene lugar, así que… tenía que diñarla. Lo sé, lo sé, los finales tristes son una mierda (yo también los odio), pero hay que experimentarlo todo ¿no? Además¿a que esto no os lo esperabais? Yo me quedé alucinada cuando me di cuenta de que no sabíais lo que iba a pasar, para mi era tan obvio…
En fin, que pese a un final tan triste, espero que no me odiéis tanto como para no leer alguna que otra historia mía, que os prometo que normalmente no hago unos finales tan crueles ;)
Bueno, muchísimas gracias a todas aquellas que en algún momento de la historia me dejaron una opi, pues con ellas me animábais a continuar... aunque al final muy poca gente me apollase... Bueno, que me lio, que me gustaría (si alguien me sigue leyendo) que me dejarais un último reviuw, aunque solo sea pa decirme lo cabreadas que estais, pues eso me indicaría que alguien me leía...
Os echaré de menos.
Bsks.
