I. …Ayúdeme, por favor

No hallaba la hora para que tocara el timbre que indicara el término de las clases, necesitaba hablar urgentemente con él...

Esa era precisamente, la última clase del semestre, del año y tal vez, de la carrera…

La universidad y sobre todo, la facultad de derecho lo tenía asqueado de tanto estudios, de tantas pruebas escritas y orales, de tanto estar sentado y repetir como loro todas las normas que le enseñaban sus maestros.

Tal vez iba a echar de menos al "ejército de los abogados corruptos" como él les llamaba, estudiando siempre juntos en la biblioteca, en el casino o en la cafetería de la universidad aunque ya se prometieron que establecerían una firma en conjunto apenas se titularan todos ellos. Definitivamente, no iba a ser lo mismo.

En realidad, podría decirse que todo empezó en la Universidad de Tokio que le había ofrecido estudiar lo que quisiera por ser un deportista destacado, así que no tardó en aceptarla, estudiando algo que siempre representó sus sueños y por qué no decirlo, un desafío para él: no sólo en cuanto a sus exigencias académicas sino que tendría que aprender a tener paciencia pero por sobre todo… sangre fría.

No digamos que ha sido un alumno destacado. Se había atrasado en la carrera por unas cuantas materias reprobadas, pero tenía que terminar ese año sí o sí.

Sólo había un pequeño problema: la beca tenía un tiempo limitado y el suyo se había acabado. Lo terrible es que su familia estaba pasando por problemas económicos y tenían todas sus esperanzas puestas en él, así que si reprobaba, tenía que abandonar sus estudios hasta quien sabe cuando.

Ese año en particular, se esforzó a fondo, sus asignaturas estaban con notas considerablemente buenas y sin ningún problema de repetición, a excepción de un ramo ¡maldita sea!

Se había atrasado en derecho penal, no entendía ni jota lo que decía el maestro. Pero si lo reprobaba otra vez ¡fuera! Y todos los sueños tirados, por la borda, al tacho de la basura.

Para su mala suerte¡cómo odiaba a su maldito maestro con cara de zorro! El tipo se creía el dueño del mundo, sólo tenía unos cinco años más que él pero sabía hacer sentir que era amo y señor en su salón y lo peor que todo, el tipo era brillante, fue el mejor de toda su promoción con calificación perfecta.

Increíblemente, a sus veintiocho años, había sacado casos que todo el mundo creía perdidos, logrando un gran respeto, envidia y admiración entre sus pares. Tenía nervios de acero, tenía una forma sorprendente de salir airoso de la peor situación sin ayuda de nadie.

Sin embargo, a pesar que siempre humillaba a sus alumnos en las pruebas, siempre las muchachitas chillaban por él. En su salón, el noventa por ciento estaba conformado por mujeres; siendo siempre serio con ellas, ninguna le hizo creer que era parte de su atención. Al contrario, la que le coqueteaba, téngalo por seguro que no aprobaría ni con amenazas de muerte en su contra.

Así recuerda que su amiga Haruko reprobó su tesis porque se le insinuó al maestro muy disimuladamente, mandándola incluso al comité de disciplina, a la que casi la expulsó del plantel.

Sus alumnos no existían, sólo se enteraba de sus nombres cuando se sentaban a darle la prueba y cuando se paraban, se le olvidaba por completo quien se había sentado allí. A él, sólo le importaba hacer bien su trabajo y punto, no le interesaba para nada en las situaciones personales de sus alumnos.

Pero al deportista le ha hecho la vida de cuadritos, en todos los sentidos de la palabra. Siempre ha reprobado los exámenes y justamente se presenta con 38, teniendo que necesariamente sacar 82 de 100 para tener promedio de 60 para aprobar la asignatura; siempre le decía que "los deportistas son unos do'aho para las cosas académicas y mientras más brillantes son, más estúpidos se ponen", a sabiendas que era capitán del equipo de basquetball.

Él, Hanamichi Sakuragi, lo odiaba, lo envidiaba y admiraba esa sangre fría que él nunca podría poseer.

Era su última clase con el profesor Rukawa… Estaba desesperado, era viernes y el lunes tenía el examen final de derecho penal ¡sólo le quedaba el fin de semana!. Ya había comenzado a estudiar; no tenía ganas, pero igualmente hizo el intento de comprender la materia. Sin embargo, todo fue inútil, no entendía absolutamente nada.

Necesitaba urgentemente de ayuda pero sus amigos estaban en las mismas, aunque no estaban tan desesperados como él. Ellos eran de familias acomodadas, si ellos reprobaban, sus padres holgadamente podrían pagarle el año siguiente sin contratiempos.

Así que después decidió recurrir a las típicas niñas con buenas calificaciones para ver si podían ayudarle. Antes que abriera la boca, lo dejaron hablando solo. Ellas tendrían que aprenderse hasta la última coma de la materia y después si les alcanzaba el tiempo, tal vez le explicarían algo.

Recurrió a todas las personas. Nadie quiso ayudarlo, pareciera que ellos mismos siempre eran más importantes; algunos tenían la desfachatez de decirle las excusas más insólitas haciendo sentir más estúpido al pelirrojo.

Estaba asustado. Pensaba en los suyos. Necesitaba trabajar para poder solventar los estudios de su hermana menor, Ayako, quien tenía diecinueve años y todavía no podía entrar a estudiar arquitectura porque ella no era tan buena deportista como su hermano y no la habían becado. Pensaba que ella, maduramente, se había resignado a esperar ¿con qué cara le diría que ya no podría estudiar porque el desaprovechó la oportunidad de su vida por la culpa del maestro kitsune?

Su madre, vieja y viuda, sólo podía mantener a la familia gracias a su pequeña jubilación y los trabajos esporádicos de su hermana… Todos los esfuerzos y sacrficios de ellas, entonces, habrían sido en vano…

¡NO JAMAS! ANTES MUERTO QUE DECIRLE A SU FAMILIA QUE ERA UN FRACASADO.

Ellas eran más valiosas que cualquier cosa...

Y cuando decía cualquier cosa, su orgullo estaba incluido también..

Así que no le quedaba otra… tenía que pedirle ayuda a él.

¡Maldición!

Finalmente había sonado el timbre… Todos se levantaron felices ya que había llegado el verano, así que ya estaban planeando lo que serían sus vacaciones. Pero para Hanamichi, sólo existía el lunes.

Y… ¿qué le diría a Kaede Rukawa?

Esperó para ser el último en hablar con él. Todas las chicas se le acercaron para agradecerle al profesor lo bien que había enseñado durante todo ese año y si por cualquier consulta, podían comunicarse con él durante el fin de semana. Lo que él respondió "¿quieren que les dé la prueba por ustedes también? A mí nadie me paga por las horas extras".

Hanamichi tragó saliva al oír tal respuesta.

Poco a poco, la sala se fue desocupando hasta que quedaron solos su profesor y él.

Tenía miedo ¿cuál sería su reacción? Mínimo patearle el trasero y después ponerle un 0 con humillación pública incluida. Pero tenía que considerar que si no lo hacía, reprobaría igual… En conclusión, había que correr el riesgo.

- Profesor - al fin habló Hanamichi con mucho nerviosismo.

- "…"

- Yo sé que no estoy en posición de pedirle esto – empezó a hablar de forma más tranquila – es que… yoooo…

- Dime que quieres rápido, que tengo que largarme – fue la parca respuesta de Rukawa.

- Esteee, es que… no entiendo mucho de su asignatura… – le empezó a explicar.

- No

- ¿No, qué? – preguntó el pelirrojo sorprendido porque ni siquiera lo dejó terminar

- ¿Quieres que te ayude, cierto? – pregunta el zorro – yo no tengo ningún deber, yo ya les enseñé y si no entienden, ya no es mi problema – recalca este último punto.

- Pero, por favor, le suplico… - trata de defenderse, aunque sabe que tiene toda la razón, aunque fue interrumpido por segunda vez.

- Además los do'ahos deportistas no entenderían esto ni en mil años porque sólo tienen cabeza de músculo – agrega Rukawa con tono de burla, provocando la ira de Sakuragi.

- ¿Qué tiene en contra mía, ah? – agarra a Rukawa de la camisa – si no estuviera con el problema de la beca y de mi familia, no tendría porqué pedirle ayuda en su mierda de ramo – se lo decía con lágrimas en los ojos.

- A mí no me interesan sus problemas, todos los tenemos – le señala el pelinegro – y suélteme antes que llame al comité de disciplina – le dice en tono amenazante.

Hanamichi perdió la cabeza - ¿de qué te sirve ser tan brillante, zorro maldito, porque es lo más probable que nadie te espere en casa ya que eres incapaz de amar a alguien? – estaba totalmente resignado que iba a perder todo, le dio su espalda y comenzó a caminar desconsolado.

Después de unos segundos… un milagro.

- ¿Señor Sakuragi? – le habla Rukawa, haciendo que toda la atención de Hanamichi se concentrara en él.

"¿Señor Sakuragi¿Cómo se sabe mi apellido? Ni siquiera se sabe su propio nombre"

- ¿Qué pasa? – respondió el pelirrojo extrañado con claras señales de las lágrimas que habían recorrido por sus mejillas.

- Das lástima, teme do'aho – le dijo cortantemente – pero si aún estás interesado, esta es mi dirección – le pasa un papel – te espero a las siete y sé puntual.

Hanamichi abrió los ojos como platos ¡esto no estaba sucediendo!

- Ahhh, antes que se me olvide, la única condición es que quedes hasta el domingo en la noche – le advierte Rukawa – así que trae todo lo necesario para dos días.

- "…" – Sakuragi estaba mudo ¿aceptaría? No quedaba otra, era su última oportunidad para salvarse – gracias – fue lo único que atinó a decir después del shock inicial.

Ahora esfúmate de mi vista antes que me arrepienta…

El pelirrojo no se la creía. El profesor realmente vio su desesperación por aprobar, además por insólito que pareciera, él no faltó a ninguna clase.

Tal vez por eso lo ubicaba. O mejor dicho ¿quién se olvida a un tipo de más de un 1.90 con la cabeza roja?

Hanamichi pensó durante toda la tarde su proposición ¿desde cuándo era tan buena gente? Pensó en invitarlo a su casa pero era totalmente al revés. Quizás era su forma de arrepentirse de andarle diciendo cada vez que podía "do'aho"... Ahora, para lo que quería, era lo de menos...

Finalmente, se decidió dirigirse al departamento de su maestro, que estaba en uno de los barrios más lujosos y exclusivos de la ciudad. Eran cinco para las siete y todavía estaba a tiempo para arrepentirse, odiaba a ese tipo apestoso y tendría que, más encima, estar aguantando todas sus humillaciones un fin de semana completo para aprobar esa materia.

Y si es que Kami-sama, Kaede Rukawa, consentía en hacerlo.

¡Teme!

Sabía que era horrible y estaba a prueba toda su fuerza de voluntad.

Pero ya había llegado hasta su destino y no tenía nada que perder.

Que sea lo que Dios quiera…


Ya comenzarán a odiarme... otra historia mía. La publiqué en amor-yaoi hace tiempo pero por flojera nunca lo publiqué por aquí (si seré yo) y por un review de Nian, me acordé que lo tenía que publicar, jajajaja. Creo quela torpeza no se me quitará con nada...No se preocupen, no me demoraré mucho porque tengo hasta parte del sexto capítulo, así que creo que publicaré pronto.Les advierto que es mi primer AU, así que piedad conmigo, por favor y dejen un review si les gusta, si no les gusta o alguna sugerencia.

Besos a todos…

Paulyta.