VII. ¿Adiós?

Se puso el traje que le asentaba tan bien, le importaba un soberano pepino que las graduadas se le abalanzaban encima de él, tenía un solo objetivo en mente: Hanamichi Sakuragi. Se avergonzaba de mirarse al espejo como si fuera una niña adolescente antes de irse a una cita, pero estaba tan nervioso…

¿Cómo no estarlo?... Había tomado una decisión y que va más allá del pelirrojo…

Esta noche era la decisiva…

La fiesta era a las diez y ya estaba desesperado porque sólo eran las ocho y media. Trató de peinarse los cabellos por sexta vez, y al no lograrlo, se dio por vencido y suspiró; quería verse perfecto. Pero bueno, esperaba que así se viera bien de todas maneras.

Ya eran las nueve y cuarto y ya caminaba por toda la casa pensando qué palabras le diría a Hanamichi… ¿por qué esto, de los sentimientos era tan difícil para Kaede Rukawa?

El camino para él fue una eternidad, la velocidad con que iba el automóvil era un poco más de la permitida, pero igualmente lo encontró lento. Tenía una ansiedad de verlo, por tocarlo, por sentirlo… pero sobre todo, por explicarle lo que le había pasado.

Llegó un cuarto de los diez, no había casi nadie, no era muy agradable que digamos. Estar solo, haciendo el tonto, únicamente podía ser empeorado cuando dos chicas se le acercaron con ojos devoradores, con la excusa de hablar de la última ley de drogas ¿Quién mierda habla de esos temas en una fiesta? Hasta Rukawa se estaba quedando dormido, escuchando hablar media hora de lo mismo.

En ese momento… lo vio…

Sus ojos se agrandaron, se le quitó el sueño de una vez… no podía verse más guapo, el negro le hacía verse tan elegante, ahora era él quien quería hablarle hasta de la inmortalidad del cangrejo con tal de devorárselo. Con esa pose tan engreída y a la vez tan encantadora, tan seguro de sí mismo y con esa mirada inocente capaz de seducir a cualquiera.

Pero de lo que estaba viendo, algo no le gustaba… estaba acompañado por una chica, y por cierto, muy bonita. Se notaba que Hanamichi estaba muy cariñoso con ella, andaban de lo más felices como si el mundo no les importaba. Kaede empuñó las manos, se veía notablemente furioso.

"¿Es que tan pronto me olvidó el do'aho?"

Lo miraba con cierto rencor, quizás no lo olvidó tan pronto sino que, todo lo que había montado el pelirrojo era un teatro… Y él, muy estúpido, había terminado por creerle todo. Quería irse de ahí y no ver esa confianza que tenía con ella; el sólo pensar que ellos ya estuvieron juntos le hacía hervir de celos.

Al final se acercó a ellos, no sabía porqué… quién sabe, por masoquista. Sakuragi lo vio, acelerándose el corazón rápidamente, después de todo, no tenía mucha experiencia en este tipo de situaciones y no tenía idea qué hacer. No se le ocurrió nada mejor que apretar la mano de su acompañante, lo que fue notado por un zorro que ya no daba más de la rabia.

- Buenas noches, señor Sakuragi – lo miró fría y penetrantemente, dándose cuenta que era correspondidos tanto por el pelirrojo como por la chica.

- B-Buenas noches, señor Rukawa – al principio se turbó pero logró mantenerse firme, a pesar que encontraba que el moreno se veía realmente delicioso – supongo que usted no conoce a mi… hermana, Ayako – Hanamichi la señaló, presentándosela.

"Idiota… eso te pasa por estar desconfiado…", pensó aliviado y contento Kaede, al mismo tiempo que estaba molesto consigo mismo.

- Mucho gusto – habló el pelinegro, inmediatamente cambiando el tono a uno más cordial, e hizo una reverencia.

- Ayako Sakuragi... y el 'disgusto' es mío – dijo con la misma amabilidad y haciendo una reverencia, los otros dos quedaron paralizados con este gesto, sobre todo el moreno.

- Lo siento, perdónela – decía el pelirrojo, conociendo el temperamental carácter de su hermana.

- ¿Qué lo sientes?... pero si este tipo es un desgraciado – se dirigió a Kaede – deberían expulsarlo del plantel por pervertido y abusador, quizás no es la primera vez que se aprovecha de un es estudiante… capaz de un principio, te tenía ganas y te bajaba las notas para eso…

- Yo… no… - Rukawa no hallaba qué responderle, estaba totalmente perturbado.

- ¿Es que no ve que mi hermano es una persona maravillosa?

- Lo sé – le respondió sin titubear a la chica de rizos – por eso necesito hablar con Hanamichi – miró al aludido a los ojos, el pelirrojo no pudo evitar un lindo sonrojo.

- Usted y yo no tenemos nada que hablar y, para usted, soy Sakuragi - el pelirrojo habló con mucha seguridad. Al pelinegro le dolió que le pidiera que lo tratara por su apellido, estaba tan acostumbrado llamarlo por su nombre.

- Por favor…

- Mejor vayámonos de aquí – dijo Ayako, llevándose a su hermano al ver que a éste casi lo tenían convencido, dejando a Kaede con la palabra en la boca.

- ¿Y a ti que te pasa? – protestó Hanamichi, deteniéndose en otro lugar del salón.

- ¿Eres idiota? Estabas a punto de caer otra vez en sus encantos, se nota a kilómetros que estás babeando por él – respondió su hermana – sé que el tipo está bastante bueno, pero es bastante raro… no me gusta para nada – fue categórica.

- Ese kitsune apestoso no conseguirá nada conmigo – lo dijo mirándolo de reojo, dándose cuenta que era observado por unos ojos azules zorrunos sin disimulo.

- Se nota – dijo Ayako en un sarcasmo.

- Mejor no le prestemos atención… no quiero que ahora también me arruine la fiesta de graduación¿te parece? – le propuso a su hermana – además ahí vienen Yohei y los chicos.

Así pasó mucho rato, los chicos bailaban con sus respectivas parejas, haciendo chistes y bromas entre ellos, coreando las viejas canciones y recordándose de algunas estupideces que les ocurrieron en la universidad. De vez en cuando, Hanamichi se fijaba que Kaede lo observaba y se dio cuenta de una cosa…

Eran tan distintos… Más encima dos hombres…

Aunque sea para la cama¿qué le encontró a este do'aho'?

¿Cómo podrían vivir los dos con tantas desconfianzas?

Porque aparte… ya no confiaba en el kitsune…

Nadie los podría imaginar juntos, sus formas de ser eran como el agua y el aceite, pero recuerda lo vivido en ese fin de semana… su química era como la gasolina y el fuego.

Rukawa seguía mirándolo fijamente, sin pudor en ello, la misma Ayako se había dado cuenta.

- Maldito tipo – reclamaba la de rizos – ¿es que no te va dejar tranquilo?... Hanamichi… Hana – la dejó hablando sola, el chico había desaparecido.

De repente, vio como su hermano se iba con el pelinegro… tenía que alcanzarlo, sabía que él era tan inocente, que si le decían que Santa Claus existía, lo creería. Se fue corriendo, pero no se dio cuenta que alguien se cruzó en su camino, se estrelló y los dos cayeron al suelo.

- Lo siento – pidió perdón a un chico que la miraba con una cara ida y con corazoncitos.

- H-hola, soy-y Ryo…ta Miyagi – dijo ansioso, la chica lo miró asombrada, se esperaba un sermón… pero mirando al chico tan mal no estaba… ejem…

- Ayako Sakuragi…

- ¿Te-te gustaría bailar? – preguntó muy nervioso, porque ella miraba para cualquier lado, buscando a Hanamichi, pero lo había perdido definitivamente…

- Sí… - dijo al ver tan ilusionado al chico. Y mirándolo bien, le encantaba el chico exótico y ella también tenía derecho a disfrutar; su hermano tendría que asumir sus riesgos. Así que se fueron a bailar.

- Por cierto… ¿tú eres algo de Hanamichi Sakuragi?...

Mientras tanto, Kaede casi suplica para que el pelirrojo hable con él, lo convence con el argumento que le promete que es la 'última vez' y que no lo dejaría de insistir si no lo hacía. Salieron del gran salón y se fueron a una terraza, un lugar algo sombrío, lo único que los iluminaba era una enorme luna llena. El ambiente, sin percatarse ellos, se hizo muy especial e íntimo.

- ¿Qué quieres? – el tono de Sakuragi era muy arisco – habla rápido.

- No te preocupes esta es la última vez que nos veremos…

- Ojala fuera cierto – protestó de mala gana – después, cuando tenga que hacer mi tesis, tendré que ver tu estúpida cara de zorro.

- No la verás… tomé una decisión…

- ¿Eh?

- Me iré a Norteamérica… – Hanamichi lo miró con los ojos abiertos – hace algún tiempo me aceptaron en una universidad prestigiosa para hacer un doctorado pero nunca tuve el tiempo para irme… creo que ahora es la oportunidad.

- Que te vaya bien entonces – dijo el pelirrojo entre sincero y con ganas de irse – si era para eso, me voy…

- No – el zorro le tomó del brazo – bueno… ehhh… yo – no le era fácil decirlo – quiero… pedirte perdón por todo lo que te he hecho, desde el primer día hasta ahora, no debí haberte tratado así… pero pensé que te estabas aprovechando de mí y yo…

- ¡Qué! – Hanamichi exclamó indignado – me has llamado do'aho desde que me conoces, me has humillado en clases a más no poder, me pusiste notas más bajas de las que yo realmente me merecía, me has hecho pasar el susto de mi vida… y a pesar de todo, cuando me invitaste a tu casa, comencé a confiar en ti… siempre me has gustado mucho, pero eras tan desagradable que nunca me hice ilusiones contigo – su voz era melancólica, al mismo tiempo que Kaede estaba sintiéndose cada vez más mal – fue entonces cuando te conocí y pensé que tendría una oportunidad, me entregué a alguien por primera vez y me trataste como un puto… y por último casi me reprobaste por dos puntos, por poco me arruinaste la vida por sólo gusto… ¿y más encima quieres que te perdone? – lo dijo casi gritando – yo no me aproveché de ti, recuerda que TU me invitaste a tu casa – lo recalcó – soy yo el que debería pensar que se aprovecharon de mí.

- Lo sé… por eso te pido perdón… por todo – ni el inmenso orgullo de Kaede pudo evitar que éste no bajara la mirada, sobre todo en el instante que se enteró que él había sido su primer hombre.

- Que te baste que no hay rencor entre nosotros…

- Creo que entonces eso es un no…

- ¿A qué te refieres? – Hanamichi no entendía nada.

- No importa – si el pelirrojo le dijera que se quedara lo haría, sin embargo el chico no daba ninguna señal.

- ¡Sí importa! Porque todavía no encuentro sentido para qué me has llamado…

- Es porque yo… bueno, porque yo…

- ¡Dilo de una vez!

- Yo tenía miedo… porque me estoy enamorando de ti – Sakuragi trató de ver alguna mentira o burla en sus ojos, pero no… ni siquiera aquella frialdad que lo caracterizaba estaba presente, su mirada estaba llena de calor y sinceridad.

Aunque… ahora es Hanamichi quien tenía miedo, porque… ¿Quién es realmente Kaede Rukawa, ni el mismo pelirrojo podía contestar esa pregunta.

- Lo siento… pero me has decepcionado – lo dijo con toda calma – lo único bueno que pasó entre nosotros fue un día, una noche en que te olvidaste que yo era el do'aho bueno para nada – Rukawa no estaba preparado para lo que le iba a decir a continuación – me siento un estúpido… me enamoré del alguien que no conozco y no quiero que algún día me dé cuenta que no eres quien pensaba… de hecho, ya lo hice, no creo que sea capaz de resistir una desilusión así… otra vez…

- Lo entiendo – al pelinegro se mantuvo en su pose, pero por dentro estaba hecho trizas – me hubiera gustado que hubieras dicho otra cosa pero lo entiendo.

En ese momento, Kaede se acerca a Hanamichi para posar sus labios sobre los suyos. El pelirrojo no lo rechaza pero tampoco le responde… es un momento algo extraño porque no quiere retirarse, sabe que ésa es la despedida. El amor no siempre tiene finales felices, y no basta que dos personas se amen para que queden juntas. Es algo más complejo que eso y Sakuragi, que a pesar de sus veintitrés años, recién está empezando a comprender eso.

¿Por qué no era más fácil decirle que sí y todos quedarían felices?

Eso sería una mentira… él jamás sería feliz…

Siempre estaría con la duda sobre su zorro… la palabra 'tiempo' era apremiante…

Después de todo, sólo había egresado, todavía le quedaba la titulación.

El beso continúa, Rukawa lo necesita, mordisqueando suavemente los labios de ese chico, los necesita como a nada en el mundo, sería un último beso. Quién lo diría… el que ha sido perseguido desde la secundaria hasta en la universidad, por vez primera se enamora y ha sido rechazado.

- Espero que encuentres a alguien que te aprecie como no pude hacerlo yo – le dice Kaede con los labios pegados a los de Hanamichi – lo suelta definitivamente – si algún día viajas a los Estados Unidos y quieres visitarme o llamarme, esta es mi dirección y mi teléfono – le pasa una tarjetita, el chico se la recibe – no tengo más que decir, salvo que cuídate mucho y sé feliz… adiós… - la última palabra ya la dice con voz quebrada.

- Le deseo lo mejor, Rukawa – fue sincero – adiós…

El moreno empezó a caminar hacia la puerta de la universidad, pero quería decirle algo antes de irse…

- Nunca te olvidaré, do'aho pelirrojo… – Kaede sonrió melancólicamente y siguió su camino, siendo observado por Sakuragi.

Este último sabe que esto ha sido lo mejor para los dos, si ese hombre era el amor de su vida, el destino se encargaría de juntarlos otra vez. Le hubiera gustado decir que no se fuera, pero ve que él también tiene que estar solo para pensar y superar sus miedos. Juntos, ninguno de los dos podría lograrlo, porque siempre desconfiarían en el otro y el amor se terminaría acabando.

Y eso no quiere… había que asumir el riesgo…

- ¡Hanamichi! – grita a lo lejos una voz femenina - ¿estás bien?

- Sí, mami – se gana un abanicazo, sacado de quién sabe donde - ¡ouch, me dolió.

- Y yo que estaba tan preocupada por ti – estaba enfadada la chica de rizos – espero que no le hayas dado una oportunidad a ese idiota.

- No te preocupes, ya no insistirá… ven acá – y abrazó a Ayako, que estaba feliz por la decisión de su hermano.

Aún así no podía dejar de mirar la tarjetita y un basurero… ¿Pararía en aquél o en su bolsillo?...

- Hana… por cierto… - sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de la chica - ¿conoces a Ryota Miyagi?

- ¿Ryo-chin?... Sí… ¿Por qué?...

Mientras tanto, Kaede pensó que lo detendría, una última esperanza, que le gritara a lo lejos, arrepentido, "no te vayas", caminando lentamente esperando que algo hiciera. Pero para variar, no hizo lo que él quería. Se fue a su auto derrotado, no era que esperaba que Hanamichi le perdonara con los brazos abiertos, sin embargo, lo que le dijo… ¿Fue tanto daño el que le hizo a su do'aho? Hace mucho tiempo que no se permitía hacer esto, pero ya no lo aguantaba más… dos lágrimas empezaron a caer por su rostro, sin evitar un doloroso gemido. Se subió al auto, sin poder asumir que no lo vería más en su vida y lloró desconsoladamente, apoyándose en el manubrio. Sólo le quedaba que algún día, lo fuera visitar a los Estados Unidos…

Era su única esperanza…

Un par de semanas después, se fue a Estados Unidos, lo que siempre había querido… en primer lugar, porque quería ser el mejor jugador de la NBA; ahora, porque iba a estudiar un doctorado… Todos los días, mientras estuvo en Japón, creyó que el pelirrojo iría a buscarlo a su casa arrepentido y pedir que iniciaran algo, pero eso nunca llegó a pasar. Llegó a Norteamérica con el corazón destrozado, tratando de seguir adelante, total, tenía que seguir su vida… su nueva vida; un mundo totalmente nuevo, donde los estudios mantendrían ocupada su cabeza.

Así los días se hicieron las semanas, y las semanas se hicieron meses… Y un día no muy especial, empezó a resignarse que no existiría eso del kitsune y su do'aho. No fue sorpresa que otra vez sacara mención de honor en el doctorado, ganándose el respeto y admiración de profesores y alumnos; que tenía a la mitad del plantel detrás de sus huesos; tenía buen sueldo haciendo ayudantías y que varias firmas estaban interesadas para que siguiera estudiando para luego que obtuviera la nacionalidad americana y contratarlo.

¿Qué más podía pedir si lo tenía todo?... Aún le faltaba el amor…

Mejor dicho… le faltaba Hanamichi…

Bueno… por mientras, con eso tendría que conformarse…

Todavía le faltaba mucho por aprender… así es la vida…

¿OWARI?


¡Holas! No puedo creer, es el primer final a un fic largo, voy a llorar… Ejem, sé lo que están pensando, pero les guste o no, éste es el final… Pero antes que me maten, lean… Sé que el final no fue de su agrado (hay que reconocerlo, a todos nos gusta los finales Disney para estos dos), pero esto no se acabado. Este fic, tiene epílogo… Sí, un epílogo, espero que les guste… Era obvio que el kitsune tenía que pagar lo que le hizo al pobre de Hanamichi. Los reviews de los capítulos V y VI están en mi profile, perdón por la tardanza en responderlos, pero tengan por seguro que no dejo un review sin responder.

Espero que les haya llegado al corazón esta historia de amor tan intensa… y que lo seguirá siendo, jajajaja.

Nos vemos en el epílogo y en mis otros fics…

Un abrazo y un besito…

Paulyta.