Hola! Aquí voy con el cuarto capítulo de esta…cosa jeje, a mi me encanta la pareja que hacen Ren y Tamao, es una pareja no oficial y yo hago un fic de ellos porq me agrada, al q muchas personas lo hacen con los personajes q les gustan, yo advierto a los anti- Tamao o como sea que se llame, que no lean este fic porque su principal protagonista es Tamao y en mis fics de Shaman King siempre lo será. Punto. Gracias enjoy
Sólo di que sí
-Maldita sea…- Dijo bostezando un joven alto a la vez que bajaba las escaleras e iba con dirección a la cocina de la pensión. Llegó al lugar esperado, se acercó al refrigerador, lo abrió, encontró lo que estaba buscando, lo tomó y se sintió mejor…- Esto está mejor…- dijo sintiéndose refrescado al beber aquel líquido blanco helado. El gran guerrero Ren Tao, había sufrido insomnio la noche anterior y todo por culpa… de una joven pelirosa.
Terminando de beber la noche, notó que sentía una presencia detrás de él… era ella. Tan simple, sencilla, ya no portaba aquel vestido negro que la hacía muy parecida a Anna. Vestía ahora unos pantalones de mezclilla negros con una blusa blanca, andaba con unas pantuflas rosas. Su cabello largo rosa estaba recogido en una media coleta, cayendo mechones delicados en su rostro… haciéndola ver hermosa…
Un poco de ardor en el rostro fue lo único que sintió en ese momento. La joven pelirodasa se percató también de la presencia de otro individuo además de ella en la habitación. Con sus ojos rosas observó los ámbar de Ren… bendito calor el que sentía el chino cuando supo que esos ojos se posaban en él.
-Buenos Días joven Ren…- haciendo una reverencia saludó al joven de cabello violáceos, este se quedó mirando a la mujer, simplemente no la entendía, más aún no entendía lo que sus acciones por más pequeñas que fueran causaban efecto en él…
-Buenos…Días.- dijo el chino desviando su mirada y terminando de tomar de la botella de leche. De reojo el joven se fijó en la chica, con sorpresa descubrió que aquellos ojos rosas estaban oscuros… como sin vida además, unas ojeras visibles los acompañaban.
No pudo evitarse preguntar que le había pasado a la chica, tratar de pensar en la razón por la cual sus ojos amatista oscuro estaban tan… vacíos…- ¡¡¡Basta, Deja Ya de pensar en lo que le pase…,porqué? no puedo…evitarlo.- pensó Ren Tao, le molestaba pensar en ella, ya se había perdido una noche de placentero sueño sólo con el echo de tenerla en sus pensamientos.
-Oye…- dijo Tao captando la atención de la joven pelirosada.- Qué tienes…-Más que pregunta, el chino demandaba por una respuesta. En verdad la notaba cabizbaja, entendía a la perfección que lo ocurrido el día anterior no fue nada sencillo para ella y que aquella noticia había tomado tanto a él como a Horo por sorpresa.
Los ojos rosas, tan hermosos, lo miraron con poco interés y se cerraron. Tamao quería explicarle al joven lo que pasaba con ella, simplemente quería hablar con alguien. Realmente esa noche había llorado mucho, por mentir, por ser alguien tan sumisa, débil, que causaba daño con su comportamiento.
No le interesaba si a la persona con la que podía desahogarse era ese chico de cabellos violáceos. Pero esa no era ella. Simplemente no era su forma de ser aunque, en estos 3 últimos años, cómo ella podía definirse… ya no estaba segura de quien era… y era eso por lo que más sufría.
-No joven Tao, no pasa nada.- perfecto, sigue actuando, eso es lo que haces muy bien, pensó la pelirosada.
Ren frunció el ceño. Lo que menos le gustaba aparte de la traición, era que le mintiesen y eso era precisamente lo que estaba haciendo la chica.
-Mientes.-dijo de frente el chino.
Tamao se entristeció. Es verdad sigue mintiendo y para colmo a una persona que era muy difícil de engañar.
-No diga eso joven… por favor.- habló en un hilito de voz. No, pensó, otra vez estaba perdiendo contra sus emociones, se estaba dejando llevar por la debilidad, débil, siempre lo ha sido. Débil para defenderse de un maltrato, de una injusticia, miedo para expresar sus ideas, parecer indefensa ante un peligro… miedo para expresar los sentimientos que guardaba muy dentro de sí y que día a día la devoraban por dentro.
No pudo evitarlo de nuevo, verla tan deprimida, tan frágil…Cómo odiaba ver a las mujeres así. Suspiró el joven de ojos como de oro y se acercó a ella.
-No llores… no deberías.
Llorar? Estaba llorando? Sin quererlo había dejado escapar unas cuantas lágrimas de sus ojos, con su mano se dirigió a su mejilla. Pudo sentir el líquido en ella, rápidamente secó sus ojos con la manga de su blusa y subió su mirada a la del joven, no entendía lo último que había dicho el joven, porque no debería llorar.
-Oh disculpe que tenga que presenciar esto joven..-dijo Tamao todavía secandose las lágrimas que caían.- Debe ser incómodo para usted, me retiro…- se estaba yendo la joven cuando esa voz la hizo parar.
-Es verdad, me incomoda ver a una mujer llorar… pero más me incomoda cuando no tiene motivos para hacerlo.- dijo el chino sin mirarla, con los brazos cruzados, aparentando desinterés.
-Que no tengo motivos… dice usted que no los tengo? –volviendo a gimotear.- Usted no sabe nada… nada de mí joven…será mejor que no… que no opine… mis…Usted cree…lo siento.- se disculpó, no había motivo. Tao no la había ofendido en ningún momento, pero ella, realmente su estado era un desastre.
-Ese niño… él te sigue viendo como su madre…deberías sentirme dichosa.- con un tono de voz muy suave, como si le estuviera hablando a un infante, lentamente giró su cabeza y la miró con sus ojos ámbar de forma penetrante. Ternura, calidez, y otros sentimientos eran mostrados a través de esas maravillosas esferas de oro. Maldita sonrisa que dibujaba su rostro…
Inquietante la mirada que le lanzó, la sobresaltó y la hizo sonrojarse, más de lo que estaba por lo del llanto. Fuertes golpes en su pecho, corazón que se quería escapar, electricidad que la paralizaba…que fue eso. Una sonrisa… ese sujeto era capaz de sonreír? Lo había echo con su hermana antes pero, ver esa acción frente a otra persona, una sonrisa tan tierna, tan sincera como la que mostraba ahora… es esto un sueño?.
-Dios mío…- susurró la chica, quería grabarse esa sonrisa, no sabía porque pero sentía que debía recordarla. Además esas palabras, la estaba tratando de reconfrontar, otra cosa muy extraña en él pero para ella muy valiosa. Le estaba diciendo lo que su subconsciente trataba de explicarle desde que escuchó las palabras del pequeño rubio.
Una persona que antes un desconocido, porque era eso prácticamente lo que era, la quería hacer sentir mejor. Un desconocido de personalidad distante, tan complicada, estaba frente a ella sonriendo, mirándola con una especie de cariño. Qué difícil debía ser para él.- pensó la chica con cierta gracia. Empezaba a apreciar ese gesto, mientras que comenzaba a entender lo que decía el joven.
-Muchas…Gracias, joven Tao.- sonrió sinceramente Tamao, con fulgor en su rostro y con sus ojos rosas brillando intensamente.
Divina visión acompañada con un notable rubor por parte del chino. Él, que sólo creía haber dicho algo simple sólo para calmar su llanto, terminó avergonzándose. Sintiendo el calor en su rostro, su expresión cambió hasta que recuperó su forma seria.
-Yo no dije nada como para que tengas que agradecerme…- diciendo esto, todavía sonrosado, salió de la cocina. Cuando pasó por su lado, escuchó una risita de la joven, le daba gracia verlo así y el se sintió más relajado… había servido para algo al menos para apaciguar las innecesarias lágrimas.
Todos en la pensión al cabo de una hora habían despertado. Los jóvenes esposos habían convencido a Hannah de salir. Su fin: que se conocieran mejor. Antes de salir, tanto Yoh como Anna, quienes pensaron que iban a encontrar a una Tamao toda cabizbaja, notaron con mucha alegría (Al menos Yoh) como esta tenía una sonrisa en su rostro. Se podría decir que al que más gusto le dio fue a Hannah, ya que nunca había visto a la que sido su "madre" mostrar una sonrisa o más aún un gesto de cariño. El niño se sentía muy feliz. Además, por alguna razón que no se podría explicar, esa afinidad que sentía por sus verdaderos padres, lo había convencido de que valía la pena el perdonarlos. Aparte, se fijó en el como se llevaban los dos y eso le causó gracia. Después de todo.-pensó.- Esto puedo resultar muy bueno.- dijo el pequeño rubio con una sonrisa en sus labios infantiles.
Cuando se fueron, en la pensión sólo quedaron Ren, Ryu, Horo y Tamao. Una llamada por teléfono hizo que Ryu tuviera que salir. Quién lo llamaba? Se preguntaron todos, pero él sólo salió lo más rápido que pudo, tarareando una canción mientras repetía… Mi querido amigo L….
Entonces se quedaron los tres. Tamao estaba en la cocina lavando los trastes del desayuno, Ren estaba en su habitación haciendo quien sabe qué (jeje)…mientras que Horo Horo se encontraba en la sala de la pensión, tratando de poder ver la televisión.
Pero algo no dejaba que él viese el aparato tranquilo. Recuerdos en su mente lo obligaban a viajar en el pasado y perderse mientras recordaba. Una simple pregunta amerita una simple respuesta.
Tan simple, sin presiones, era sólo cosa de decir sí o en todo caso no…pero el objetivo era contestar.
El joven ainu se levantó de donde estaba sentado, caminó en dirección a la cocina, se paró en el marco de la puerta y desde ahí observaba a la pelirosada…
Dios, cuánto la quería. Se había enamorado de esa fragilidad de niña, de esa timidez tan tierna, de esos ojos y cabellos únicos en su tipo, de su amabilidad y preocupación a los demás. Más que todo se había enamorado de todo su ser. Y desde que supo esos sentimientos, intentó de todo para que la chica lo aceptara. Pero esta se encontraba en su papel de mujer frívola, cosa que él no sabía, y lo había rechazado al proponerle algo que su corazón gritaba desesperadamente.
-¿Por qué no aceptaste casarte conmigo?.- Frío, mismo shaman del hielo. Directo cual ataque a enemigo.
La pelirosada quedó en estado de shock, paralizada, congelada ante las palabras del joven peliazul. Ella sabía muy bien que aquel hombre iba a insistirle en una respuesta, que dicho sea de paso no había. Giró lentamente su cuerpo, su rostro lo miró sin quitar el asombro de el.
Tan serio, con una seductora sonrisa en sus labio, apoyado con un brazo sobre el marco de la puerta. La miraba directamente, sus ojos negros se sumergía en los rosas de ella, como analizándola. La chica evitó su mirada y tratando de articular palabra, empezó…
-Joven Horo Horo.- dijo calmadamente.- Yo hace un año le di mis razones. Razones que todavía confirmo.- dijo ante la mirada del hombre.
-Razones sin fundamento, Tamao. Aún si hubiera sabido que tenías un hijo, te hubiese apoyado pero, tú callaste. Ni una palabra dijiste con respecto a Hannah… ¿Acaso pensaste que me iba a espantar por la simple razón de que tuvieras…?.- dijo el ainu calmadamente.- Jamás te hubiera dejado sola, Tamao…, dime ¿qué respuesta me tienes ahora o volverás con motivos que no existen?...- terminó el peliazul mirando fijamente a la pelirosada, quien estaba con una expresión en blanco.
Algo era verdad no había ninguna razón, no había ahora ningún motivo que le impidiera rechazar al joven Horo Horo. Pero su corazón, seguía obsesionado con el joven esposo de la itako. Aunque, ya no tanto.
Será por el paso del tiempo pero ella sentía que los sentimientos que en ella había provocado en joven Yoh Asakura habían… disminuido. Ya no sentía aquel fulgor cada vez que lo veía o se dirigía a su persona. Sólo esta vez, lo extrañaba… en realidad los extrañaba a los dos, Anna e Yoh. Y ahora que habían vuelto, que se había dicho algo que era necesario decirlo, ella, se sentía realmente complacida… aún así le faltaba mucho…para ser feliz…
Lentamente Tamao fijo su mirada en la del hombre, con dulzura en sus ojos dijo.- Nunca hubiera dudado de usted pero, dudo de mí joven… no me encuentro todavía lista… ni yo ni mi corazón.
Habrán pasado minutos pero Horo captó en menos de un segundo lo que dijo Tamao. Él sabía muy bien a lo que la mujer se estaba refiriendo, ella todavía no estaba lista y era porque, no había olvidado a su amigo, Yoh Asakura. Cómo no saberlo antes, esta joven siempre estuvo enamorada de él pero, ella no era correspondida… cómo no encontrar respuesta, si era tan obvia… que tonto ha sido. Pero…
-No me voy a rendir… cuando estés lista te volveré a preguntar y esta vez, sólo di que sí.- con voz varonil, calmada, se notaba muy decidida. No se iba a rendir, eso estaba muy claro. Tampoco iba a dejar que nadie se la quitará, eso lo juraba. Nadie.
Notable rubor, notable nerviosismo pero dulce mirada acompañada con una hermosa sonrisa, yacían en el rostro de la pelirosada. Realmente el joven Horokeu Usui era insistente, pensó la chica dándole gracia. Talvez algún día podría contestarle, talvez.
Todo esto fue observado y escuchado por un joven de cabellos violáceos, apretando los puños y con el ceño fruncido, no le había gustado para nada la escena que vio. Nunca había pasado por su mente el hecho de que a Horo Horo podría estar interesado en… ella. Esa mirada determinada que vio en su amigo, sólo en batalla la había notado pero jamás en algo como esto… estaba cien por ciento seguro. Apretó más sus puños.
Horo salió de la cocina sin notar a Ren, quien estaba muy bien escondido aunque, no debería estarlo. El chino había bajado en realidad para tomar algo pero se dio con que ellos estaban ahí y no quiso interrumpir, así que se iba a retirar cuando escuchó a Horo Horo decir algo sobre matrimonio. Interesado más en escuchar a la pelirosa que a su amigo, se quedó. Le había sorprendido la respuesta de la chica, que rechazaba muy sutilmente al peliazul, de alguna manera, comprendía a lo que se refería. Estar tan ligado a algo para después abandonarlo, era muy difícil, casi imposible. Pero, él no era nadie para comparar las penas que había pasado desde niño con las de ella, sólo se decidió a olvidar…y a escuchar lo que el hombre peliazul decía. Qué terquedad, pensó con ironía, pero a la vez con irritación. Y él no sabía porque sentía eso… realmente podría considerar sentir rivalidad con ese sujeto… no, para nada.
-Joven Tao, ¿es usted? - la dulce voz de la chica lo sacó de sus pensamientos, sus brillantes ojos rosas miraban los ámbar de este y a pesar de estar un poco lejos, Ren sintió la sonrisa con la que había preguntado por él.
El joven de cabellos violáceos volteó, ni el shaman de hielo había notado su presencia, no entendió cómo la chica pudo sentirlo, talvez… habrá bajado la guardia… se distrajo con pensamientos absurdos.
-Ho...Hola.- dijo el chino que saludó sin verla. Entró en la cocina y se sentó en la mesa que había ahí. La chica después de saludarlo siguió como si nada hubiera pasado. Ren la observaba desde atrás, mientras más la miraba más le intrigaba…
-Dígame joven ¿qué se le ofrece?- Tamao preguntó aún de espaldas a Tao.
-Nada…sólo vine a tomar algo.-dijo el chino sin dejar de observar la espalda de la joven, cuando esta se volteó…su mirada, una sonrisa…, él sintió su corazón latir muy rápido, talvez de sorpresa, talvez….- Oye…
-Entonces, mmm, desea leche?.- dijo la chica acercándose al refrigerador, cogiendo la botella y colocándola frente al joven de ojos color oro. Él la miró, lo había interrumpido, cosa que realmente detestaba pero aún así, no le dijo nada, se había quedado sin habla al verla… ella sin mirarlo, sólo con palabras amables, le estaba causando mucha confusión.
-Gracias…-sin decir más cogió el envase de leche. Ella volvió a su postura de hace un rato, la de que no había pasado nada en particular. Por dentro la curiosidad lo embargaba a Ren, sabía que no era de su incumbencia pero, necesitaba saber el por qué del rechazo aunque, seguramente, ella no le daría respuestas sobre sus actos a una persona con la que no tenía ninguna afinidad.
En la cabeza de la chica, las palabras del joven Horo Horo habían desaparecido. A ella no le interesaba formar una relación más allá de una amistad con él. Es verdad que hubo una proposición que ella declino por parte de él y era porque en ese tiempo, ella estaba profundamente enamorada del joven Yoh pero, ahora que lo había vuelto a ver…de que se había vuelto atractivo es verdad, lo está. Más su corazón no sintió la misma agitación que le causaba verle, esos suspiros, esos sonrojos profundos, no eran los mismos en su magnitud.
Será acaso que sus sentimientos hacia el castaño habían disminuido, no…, en realidad habían cambiando. Ya no lo veía como su ilusión de niña, ahora aquel hombre que le fue muy especial era simplemente eso, una persona muy querida. Y siempre le iba a tener mucho cariño, sólo por ser un buen amigo.
Mirando de reojo al joven que seguía tomando del envase. No podía evitar pensar en la sonrisa que le dedicó en la mañana, aquella muestra de afecto aunque sólo fuese para calmar su llanto. Al recordar sus ojos ámbar, se sonrojó, que extraña emoción vio en ellos, hasta su forma de hablar, dulce, tranquila. Realmente quería parar sus lágrimas.
Sin querer se le quedó viendo, su sonrojo fue creciendo, realmente el joven chino era muy apuesto. Más sonrojo, más calor, que le estaba pasando? Nunca se sintió más incómoda con alguien, pero de alguna forma… le estaba gustando.
El joven de cabellos violáceos seguía bebiendo, sin percatarse de la mirada insistente de la chica. La verdad era que Ren no estaba tomando ningún líquido. Sólo lo retenía en su boca para así poder quedarse más tiempo ahí sentado, sólo por estar en la compañía de esa mujer.
Aún con sus ojos cerrados, en su mente tenía grabado perfectamente la imagen de la pelirosada y saber que ella estaba en la misma habitación le era… agradable.- Desde cuando uso la palabra…agradable.- se dijo, pasando la leche, se estaba volviendo blando…él siempre fue reconocido como un guerrero fuerte, frío, serio, un individuo que jamás se dejaría abatir por sentimientos como el dolor, la pena o el remordimiento.
Estaba ahora teniendo sentimiento de confusión, rivalidad, de… de… estima.
Movió su cabeza para ambos lados, no quería esa clase de sentimientos y menos que fueran parte de él. Mucho menos que fueran provocados por una mujer… con la cual sólo se había dirigido a ella unas cuantas veces y tan sólo para trivialidades. Al menos eso creía.
Al fin terminó la leche, la colocó en la mesa y se le quedó observando como si fuera lo más maravilloso del mundo. Tamao, que había observado el mover de la cabeza del joven, le pareció tierno. Se rió para sí y no pudo controlar el nuevo sonrojo que aparecía en su rostro.
-Me pregunto a dónde habrá salido el señor Ryu con tanta prisa…-dijo la chica poniendo un dedo en su mentón y mirando al techo. Aunque si se lo preguntase lo negaría, él también tenía un poco de interés por el paradero del hombre del extravagante peinado. La manera en cómo había salido, le era demasiado sospechosa…- Parecía ser algo muy urgente. Usted que cree Joven Tao.- preguntó al joven chino.
-Mmm…No lo sé, se ve que ese sujeto no ha cambiado para nada.- dijo mirando hacia un punto de la mesa.
-Eso cree usted joven? … jejeje.- río Tamao. El joven de ojos ámbar se sonrojó al ser el motivo de risa de la joven, se sintió extraño, tanto que escondió bajando la mirada el insistente rojo en sus mejillas.-Se ve que es un buen amigo de usted Joven.-dijo sonriendo todavía más y acercándose un poco a Tao para luego sentarse a su lado.
Que la había motivado a sentarse a su lado, talvez el aburrimiento, será acaso que la charla con Horo la cansó, no sabía porque pero la joven se había sentado al costado de él. La pequeña mesa redonda a Tao le resultaba diminuta dado a la cercanía de la joven.
Ella seguía sonriendo y lo estaba mirando como esperando una respuesta. Siendo observado, al chino no le quedó de otra más que mirarla directamente… sus ojos rosas eran realmente hermosos.
Maldita sea… porque diablos estoy pensando en eso…- se reprochó a si mismo mientras desviaba su mirada de la de ella.- Po...Podría ser, después de todo, a pesar de ser un idiota…-dijo sonriendo irónicamente.- es una persona en la que se pueda confiar…- sin mirarla concluyó.
-Me alegro, joven…Tao. Que usted sienta que pueda confiar en sus amigos.- dijo sintiéndose un poco triste, ya que en su mente pasó el fugaz pensamiento que talvez ella no era considerada una persona de confiar y mucho menos un amigo para él. Ren se dio cuenta de la expresión de la chica.
La miró con una ceja alzada.- Deja de decirme Joven Tao, acaso no conoces cómo me llamo.- dijo sorprendiéndose más a si mismo que a la pelirosa. Esta, parpadeó un poco, sonrojándose y sonriendo tímidamente acentuó su cabeza.
El chino notó el sonrojo de la chica, se asustó (…), y rápidamente agregó.- Es porque a yo soy la única persona a la que llamas por su apellido… te causo algún miedo o simplemente no me tienes confianza.
Debió callar, porque demonios había dicho eso último… era él el que no tenía mucha confianza con ella. Muchas estupideces estaba haciendo este día, sólo falta su reacción. Volteó lentamente su cabeza, muy sonrojado por lo que había dicho "sin querer", asustado se podría decir de encontrar en el rostro de la joven alguna señal de disgusto… pero, increíble su sorpresa al ver que ella se encontraba sonriendo y todavía más sonrojada que él.
-Discúlpeme joven…- dijo de pronto la chica sin disminuir su sonrojo pero con cierto temblor en sus palabras.- No es que desconfíe de usted… sólo que…pensé que…yo…bueno…que yo…usted no me causa miedo… sólo que…-no encontraba las palabras, aún si él le decía que lo tratara sin formalidades, ella sentía que no podía…- Esta bien si lo llamo Joven Ren?-preguntó la chica mirándolo.
No lo podía creer. Le era a ella difícil realmente tratar a las personas sin formalidades de por medio, eso le causó gracias, tan tímida puede ser una persona?
Esbozo una sonrisa, una sonrisa más que irónica era de pura gracia. La sencillez, la confusión, timidez, esas cosas le causaban gracia al joven chino.
Tamao interpretó esa sonrisa como un sí.- Muchas gracias, Joven Ren.-dijo sonriendo animadamente.
Escuchar su nombre salir de los labios de aquella mujer era algo que también le causaba risa. Su sonrisa era sincera de alguna forma, no era esa maliciosa que mostraba en su niñez, ni tampoco de altanería, sólo sonría, tan sólo sin querer…
Aunque ella no entendía que sonreía el muchacho, le gustaba verlo así. Sus ojos color oro brillaban, algunos mechones largos le caían en el rostro, sus cabellos en sí un poco despeinados, ese cautivador atractivo complementaban una muy favorable imagen para él y la sonrisa era precisamente el toque final para hacerla perfecta.
Sintió calor en su rostro, pero no se preocupó. Por ahora lo único que le interesaba era ver a ese muchacho sonreír, mostrar aquella sonrisa directamente hacia ella. Hacerla parte de sus recuerdos.
-Joven Ren…- repitió despacio en su mente como para acostumbrase. Lentamente iba repitiendo, le empezaba a gustar decir su nombre… no entendía porque, pero le resultaba agradable.
Largo rato pasó, ellos seguían mirándose, no había razón alguna para seguir con eso, pero de alguna manera se les hacía placentero. Como tratando de conocerse, como tratando de acostumbrarse a la presencia del otro… un poco tonto en realidad.
Sonó la puerta de entrada, la voz de un hombre se escuchó y obligó a los jóvenes a salir de su trance. En la puerta se encontraba el hombre alto con cabello extraño, era Ryu y a su lado iba un hombre no tan alto como él pero más alto que Ren. Aquella persona traía un saco largo que le cubría hasta el cuello y un sombrero de forma extraña… sus ojos y cabellos verdes eran lo que más resaltaba de él…
Fin del capítulo
Hola! Terminé el cuarto capítulo, muchas graciassss a las personas que me apoyan en lo que hago, a las que no, no importa, me animan a que les de la contra, así que siganlo haciendo jejeje media masokista soy pero la verdad si no les gusta para que perder tiempo sólo consiges amargarte el dia y alegrarme a mi aunq mmmm no importa jejeje.
Muchas gracias a todos las personas ke leen mi historia y espero ke les guste este capitulito chaufissss
