Recuerdos

-Entonces…Hannah, haz comprendido bien?.- dijo una masculina voz.

-eh, s...si si.- contestó la persona hablada.

-Estás seguro?

-Si!.- contestó con más firmeza, el niño rubio.

-Bien…-habló la segunda voz a la vez que colocaba una mano en los cabellos rubios del pequeño shaman.

Este se ruborizó un poco y sonrió ampliamente, después de todo estaba con una persona que admiraba.

-Entonces…-dijo el hombre sonriendo.- confió en que lo harás muy bien.

-Por supuesto.- con una amplia sonrisa y una mano en el pecho, el niño habló.- Confíe en mí.

-Perfecto, anda.

-Sí, señor….-dicho esto se apartó del hombre y corrió alegremente en dirección a la pensión Funbari.

Un hombre de cabellos azulados lo miraba alejarse.-Tamao….

Grandes charcos de agua eran visibles en el suelo de las calles de Funbari…

Las personas, a pesar del mal clima que estuvo haciendo desde hace unos tres días, salían de sus casas con paragüas y impermeable en mano. Nadie quería arriesgarse a ser sorprendidos con una repentina lluvia.

Debido a las fachadas mojadas, las tiendas abrían con lentitud. Sus empleados debían de encargarse de limpiar bien antes de recibir a sus clientes.

Así que, a tiendas…no pudieron ir.

Cubierto sólo con una chaqueta negra, Ren Tao observaba los movimientos de la gente que tenia a su alrededor, desde los niños que iban de retraso al pre-escolar o sin querer, hasta alguna joven pareja que manifestaba su amor libremente…

Desvió su mirada y cerrando su ver, el joven de cabellos violáceos caminaba a paso lento.

Cualquier motivo era válido, con tal de momentáneamente olvidar a cierta tercera persona molesta…

Mirando de reojo, a unos cuantos pasos por detrás, una alegre Tamao caminaba de la mano de un entusiasmado Hannah.

-Entonces, me llevaron a comer helados, Tamao-okaasan.

-A ya veo…-respondió la mujer de largos cabellos largos con una sonrisa leve.

-Fue divertido jejeje, Anna-okaasan le gritó a Yoh-otoosan por que él fue quien se sirvió la mayor cantidad del postre.-habló este riendo de una manera traviesa. Estaba recordando cada detalle de ese momento.

-Entonces lo pasaste bien, Hannah-chan?

-Mmmm, fue interesante ver al Rey Shaman…-dijo el niño rubio. La verdad no quería mostrar mucho entusiasmo debido a su salido con sus…padres. Le había gustado mucho la idea de que su padre fuera el gran shaman king y que su madre fuera tan poderosa itako.

-Me alegro.-dijo sonriente la mujer de cabellos rosas. Y en verdad lo estaba. Ella quería que tanto él como sus padres, llevaran una buena relación. Aunque le doliese un poco admitirlo.

Siguieron caminando entre los charcos que yacían en el suelo de las calles.

Con el shaman de ojos dorados por delante de ellos y los otros dos conversando animadamente, nadie estaba muy seguro de por donde iban. Sólo seguían a paso lento. Disfrutando de la compañía, agradable o no, que tenían.

De vez en cuando Tamao miraba al joven violáceo que tenía al frente, verlo caminar tan tranquilamente, él parecía disfrutar la calma que le brindaba la ciudad. Sonrió para sí recordando hace ya unos año a aquel shaman engreído y de mal carácter que "explotaba" en peleas sin fin junto con el …joven Horokeu.

-El joven Horo Horo…-empezó a pensar la mujer del largo cabello rosa. Ese joven…a pesar del tiempo no se había rendido. Le entristecía saber que el ainu no había seguido adelante. Que tantos cortejos y muestras de afecto, fueron en vano. Ella no se sentía así con él, sólo un cariño como amigos era lo único que latía entre los dos.

-Pero aún así, el joven…me pidió matrimonio…-la joven perdida en sus pensamientos, ruborizándose con los mismos. Llevando la mano libre a su pecho, como tratando de apaciguar el rubor, pero no podía. Le había pedido que se casara con él, a pesar que ella estaba fingiendo ser "Anna", con la actitud que correspondía, rechazándolo cada vez que podía…pero aún así…

Recordando esta ella, ese día en que un joven y apuesto muchacho de cabellos azules fue a hospedarse en la pensión Asakura. Aunque al principio no se le reconoció por el cambio tan radical en él, Tamao con sólo una conversación logró saber quien era esa persona. Horokeu Usui, su nombre real.

-Joven Horo-Horo..? .-una mujer de ojos rosas al igual que el cabello se encontraba en la puerta de recepción de su pensión. Con un niño en rubio en brazos dormido.

-Si…-un hombre cubierto con una capucha y una polera celeste, dejando ver solamente una par de ojos negros que eran cubiertos con mechones celestes, le habló.

Era un mal clima, nevada fuertemente y el frío se hacía intenso. Tamao dejó pasar al sujeto a la estancia.

Rápidamente el hombre, se quitó la capucha. Dejando ya ver claramente su rostro. Un joven muy apuesto con una amplia sonrisa yacía frente a ella.

-Bienvenido a la pensión Asakura.- la muchacha de cabellos rosas hizo una reverencia de cortesía, aún con el niño en brazos.

-Ah, gracias…-respondió también de la misma manera.

Incorporándose, Tamao miró fijamente a los ojos oscuros del shaman de hielo. Con sólo observarlos con detenimientos comprobó que la actitud que años atrás había divertido, no había cambiado en nada.

-Pasa algo?.-preguntó el shaman sonrojado, al verse observado tanto tiempo. La joven que tenía frente suyo era muy hermosa. Muy frágil y delicada, su piel blanquecina resaltaba en el negro de su vestido.

Esos ojos rosas, los había visto antes…en su niñez…no…

-Disculpa, nos conocemos..?-volvió a preguntar el hombre, sin dejar de mostrar el rubor de su rostro.

-Tamao Tamamura.-respondió esta.- Discípula del Maestro Mikihisa Asakura.- agregó.

-Mikihisa…AHH el padre de Yoh!- reaccionó a lo dicho por la joven con sorpresa.- Tú eres la niñita que andaba con una tablilla por todos lados, la que cocinaba delicioso….-esto último lo hizo recordar lo bien que cocinaba la joven…y lo mal que lo había pasado cuando se lo comentó a su hermana…

La muchacha lo miraba sin cambio alguno en su rostro. Cosa que sorprendió al shaman peliazul. Por lo que recordaba de esta muchacha, siempre había sido muy tímida pero amable y mostraba una sonrisa siempre.

Pero lo que veía ahora, una joven de apenas 16 años, muy hermosa claro pero mostrando un porte indiferente y frío…ya no le agradaba ese vestido negro que resaltaba más que su bella piel, una frialdad que no era propia de ella.

Se fijó en lo que traía en brazos.- Y ese niño…-por tercera vez preguntó el ainu.

Apretando más al niño a su pecho, respondió.- Lo estoy cuidando…-respondió la mujer del rosa cabello. No debía decirle la verdad a ese sujeto. No era su problema.

-Ah ya veo...-dijo un poco más aliviado. Temía la idea de que fuese su hijo y a pesar de su corta edad, estuviese casada.

Un sonrojo más fuerte apareció en su rostro.- Jeje, que estoy pensando…-con vergüenza se reprochó.

-Joven Horokeu, podría decirme que lo ha traído a Funbari en esta época del año.- más que pregunta la pelirosada demandaba saber.

El chico retornó su vista a ella. Le sonrió.- El deseo de volver a este lugar…

Esa sonrisa la ablandó un poco. Ese muchacho siempre había sido así, jovial, alegre, lleno de vida y muy amable…el shaman del hielo tenía un corazón muy cálido.

Y pareciese que esa calidez era lo que apaciguaba el clima terrible que hacía afuera de la casa. Poco a poco la nieve empezó a apaciguarse, cayendo con lentitud y suavemente. Más ese frío intenso no cesaba.

-Un deseo..?

-Si..-respondió calmadamente. Mirando al techo como si hubiese algo allí arriba, perdiéndose en el vacío.- Hemos terminado el campo de plantas que queríamos construir mi hermana y yo…nuestro gran sueño.-siguió hablando.- Y con ello realizado, me dio un fuerte deseo de ir y contárselo a mis amigos…-bajando su mirada y perdiéndola en la mesa.- Pensé que estarían aquí, En este sitio, el lugar en el cual pasamos muy buenos momentos…-dijo sonriendo.

Viendo por la ventana, Horo le sonrió a la nieve que caía en grandes copos blancos. Los árboles del jardín estaban cubiertos por aquella blanquecina sustancia…

-Pero…al parecer no están.-dijo con la voz un poco apagada.- Entonces, me iré.

Diciendo esto, comenzó a pararse del lugar.

Tamao dio un vistazo rápido a la ventana, vio como el ambiente había variado. El frío se hacía más intenso y la nieve empezaba a caer con violencia.

-Quédese!

-Como?

La joven en casi un grite, le pidió que se quedara. Ella a pesar de la apariencia fría que mostraba, le preocupaba que aquella persona se fue con tal mal clima.

-Se puede enfermar…sólo fíjese como esta allá afuera…-le dijo con tono de voz tranquilo la muchacha. Sus ojos rosas inexpresivos no lo miraban. Estaban fijos en un lugar del suelo.

El joven de cabellos azules ya tenía su capucha puesta, pero se quedó viendo a la mujer. Si su belleza le llamó la atención, más fue su impacto el saber que después de todo aún quedaba en ella ese rasgo de la dulce e inocente muchacha que conoció hace un tiempo.

-Claro…me quedaré y me iré por la mañana…-dijo sonriendo el joven shaman del hielo. Y así pasó la noche.

A la mañana siguiente, un sol cálido dio la bienvenida en la pensión. La nieve había caído pesadamente sobre el jardín y a lo lejos se observaba la cuidad cubierta del material blanco.

-Muchas gracias por el hospedaje Tamao.- habló un hombre de cabellos azulinos y mirada vivaz.

La joven pelirosa sólo asintió la cabeza. Al chico le hizo gracia eso.

-Volveré el próximo año. Para la reunión que acordamos…creo que ahí si podré verlos a todos…

-De seguro, joven Horokeu.-contestó la mujer.

Divertido, el shaman del norte se acercó un poco a la muchacha de rosas ojos.

-Estarás aquí el próximo año no?.-preguntó con sumo interés y con un tono un tanto coqueto.

-Joven, aquí vivo.-sin corresponder al coqueteo la chica le contestó sin interés.

Horo Horo sólo sonrió con dulzura a lo dicho.- Perfecto, porque quiero que seas mi esposa…

Esto hizo sonrojar a Tamao, sus ojos rosas se abrieron un poco y brillaron en vergüenza.- Que..

-Que si te quieres casar conmigo, Tamao…-dijo acercándose aún más a la muchacha. Casi rozándose.

La tomó por sorpresa pero…- Lo siento joven…no puedo aceptar lo que me ofrece.-dijo sin más y se dio media vuelta. Pero aún no se marchaba el sujeto.

-Me dirás el porque…-pregunto el ainu.

-No.-contestó secamente la mujer dando pasos a la pensión.

El chico suspiró divertido. Eso era, le resaltaba divertido lo que pasaba. No quería perderla, fue simplemente algo que lo capturó y encantó.

-Siempre quise tener novia…y quiero que lo seas tú.- habló el shaman. La muchacha seguía su paso.- Nos veremos el próximo año, Tamao.-mirándola una última vez, como recordando su andar, el joven marchó.

La chica cerró la puerta con fuerza y dejo caer su cuerpo al suelo. Que fue lo que había pasado, porque ese hombre le pidió esp…porque le dijo eso…no entendía nada.

-Mamá…?-una pequeña figura rubia apareció detrás de una puerta acercándose a la mujer que estaba en el piso.

Ella reaccionó rápidamente y se llevó a Hannah a un abrazo muy fuerte pero delicado.

-Pasa algo mamá?- apenas y hablaba el niño. No comprendía porque su madre estaba …llorando?

Pero ella seguía así, llorando sin saber porqué…

-Oye…que tienes?.-una masculina voz la sacó de sus recuerdos. Al frente suyo estaba el shaman de dorados ojos mirándola con extrañeza.

Sonrojándose por la cercanía del hombre, ella dio un paso atrás ruborizada.- Joven..Ren? – habló temblorosa.

-Estas…llorando…-indicó el joven, llevando una mano a su mejilla.

Aquel gesto le causó sorpresa. Nunca esa persona había mostrado preocupación por ella, y menos espera que hiciera algún gesto… pero ella en ningún momento se percató de que estaba llorando.

Su mano, era cálida. Sentía como sus lágrimas se secaban al contacto. No quería apartarla de su rostro.

Cuando él volteó su rostro, la vio estática y llorando. Hannah le había avisado que su mamá no reaccionaba, le había asustado y por eso fue donde él.

El shaman de china se acercó a la mujer, sus bellos ojos rosas estaban oscuros y corrían lágrimas de ellos. Pero mantenía una sonrisa en su rostro.

Sin pensar más la llamó y fue ahí cuando reaccionó.

-No me di cuenta de que estaba llorando…-dijo la muchacha que tenía aún la mano del joven en su mejilla.

El joven violáceo la miró preocupado, apartó suavemente su mano y se volteó para seguir caminando.- Entonces sigamos…

-Joven Ren…-murmuró la chica.

-Tamao okassa, que pasó, por que llorabas..?-preguntó acercándose el niño rubio. Ren a pesar de que se había alejado un poco, escuchaba la conversación. Quería saber el porque de sus lágrimas.

Tamao le sonrió con dulzura al pequeño.-No era nada, Hannah. No te preocupes…

-Pero..

-Shh-le calló.-sigamos caminado si?-cogiéndole la mano, los dos fueron al lado de Ren.

Este la miraba de reojo, con preocupación, interés pero al mismo tiempo con seriedad. ¿porqué había llorado?

Llegaron a una colina alejada de la ciudad, muy cerca al cementerio de la misma. De ahí se podía observar la ciudad entera, los altos edificios que tapaban el sol…

-Muy hermoso…-decía Tamao sentada en el verde pasto del lugar.Hannah estaba entretenido buscando la entrada al cementerio.

Ren Tao miraba al pequeño treparse entre las bardas para poder entrar hasta pudo lograrlo.

La muchacha se percató de la insistente mirada del joven.- Desde hace un año, empezó a ir ahí. Sus capacidades espirituales se desarrollaron muy pronto…se parece al joven Yoh,no lo cree joven Ren?.-preguntó levantando su vista al muchacho que yacía de pie junto a ella.

-Cuando yo vine a esta ciudad, el primer lugar al que visité fue a ese cementerio…-dijo cerrando sus ojos el shaman.

-Fue ahí donde retó al joven Yoh no?. El joven Manta me contó que fue él quien le mandó ese mensaje.- habló sonriente la chica.

-Si…

-Aún tiene deseos de retarlo…?- la voz de la chica sonaba tímida, pero quería saber.

El shaman de cabellos violáceos suspiró y llevó una mano detrás de su cuello.- Vine de nuevo, a retar al gran rey de los shamanes…quiero pelear con él.-admitió el joven chino.

-Ya veo…le deseo suerte- haciendo un ademán de dulzura la chica le sonrió, luego llevó su vista al horizonte donde el sol yacía en lo alto.Tao se sonrojó por las palabras.

-Ese niño, se va a volver más fuerte que Yoh.-dijo aclarando su voz.

-Lo sé, Hannah tiene las capacidades de volverse el sucesor del rey…lástima que eso sea hasta dentro de mucho tiempo…

Tomando asiento, el shaman se colocó al lado de la chica y se recostó la hierba. Una brisa fría recorrió su cuerpo.

-Porqué llorabas..?

La pregunta que estaba temiendo que él formulase. A él no le podía engañar tan fácilmente como lo había echo con el niño rubio.

Con nerviosismo, su cerebro empezó a crear posibles excusas. Volteó a ver a su acompañante y lo encontró con los dorados ojos viéndola fijamente a ella. Un calor recorrió su rostro, no podía mentir a un rostro tan sereno como el que tenía ahora.

-No lo sé, joven…no lo sé…-comenzó a hablar sinceramente.

Cerrando sus ojos y recostándose aún más.- Cuando lo sepas…-habló.- ven a decírmelo…-su rostro se encendía y le dio la espalda a la chica.- …así podré ayudarte…-concluyó en casi un susurro.

La pelirosa se sonrojó en demasía.- Joven Ren…gracias…

Su corazón dio un palpitar muy fuerte al decir su nombre, le dolió y llevó una mano a su pecho. Aún seguía latiendo pero muy de prisa y el sonrojo no se iba.

Un nerviosismo se apoderó de ella. Un nerviosismo que no tenía motivo, pero tan sólo unas palabras amables por parte de él y ella….

-No!.- pensó la chica llevándose sus manos ahora a su boca, el calor no se iba. Sus ojos rosas no quitaban su mirar de la figura de espaldas, estaba deseando que se voltease…que la viera con esos ojos de preocupación…esos dorados ojos…-noo…porfavor…-tenía miedo.

Él estaba en igual estado…o talvez peor.

Fin del capitulo…

Holas y lo siento por la demora pero aquí les traigo otro capitulito de mi fic ps jejeje espero que les gusten y dejen review ya que siempre es bueno saber lo que opinan los que leen mi webas n.n gracias por el apoyo chaufisss