ԐTemoresЗ

Zöe también me felicita, le digo que no es necesario que se desgaste en ello, tuve demasiado antes, no estoy acostumbrado y definitivamente no me gusta la emotividad. Una parte de mi extraña la vida de soledad, digo, de repente hay muchas voces por todos lados, es agradable, pero tampoco está mal tener algo de silencio.

—Un mes de tranquilidad, debes disfrutarlo tanto como puedas. —dice ella en su lugar.

—Lo haré.

—Eren está emocionado por la salida a la playa que van a tener. ¿Irás con ellos? —pregunta.

—No sé, siento que hemos hecho demasiado juntos, digo, siento que estoy interfiriendo en el tiempo de calidad madre-hijo. No quiero ser una lapa que va a todos lados con ellos. —los libros de apilan a mi lado, que facilidad para echar abajo todo mi trabajo de la semana pasada.

—Supongo que tienes razón. Aunque en perspectiva de Carla, en realidad no tiene problema alguno, prácticamente te ha adoptado como parte de su familia.

—Si lo dices de ese modo es raro. —contesto.

—Pero es cierto. Eres parte importante de su sistema, le has ayudado mucho. Usualmente la adolescencia en regulares es un caos completo, ahora imagínala en un chico no regular. Hasta ahora Eren lo lleva bien.

—A veces pienso que he complicado varias cosas. —miro la portada de un libro especialmente grande.

—Te entiendo, pero, al contrario, has hecho algo bastante bueno. No puedes simplemente ignóralo y escapar de ello. Carla siempre estará agradecida contigo.

Ese es el problema. Llevo muchos meses luchando con esa amabilidad no deseada, me he acostumbrado a varios actos viniendo de la mujer, pero, aun así, resulta incómodo. Aun no entiendo del todo por qué.

Escucho a Hanji teclear en su computador, bebe de la botella plástica que tiene a lado mientras yo termino de acomodar el librero. Supongo que cada semana será igual. ¿Tendrá más pacientes a los que ponga a limpiar su desastre?

—Tengo una pregunta. —suelto.

—Te escucho. Aunque si es de temas hormonales, pregúntate a ti si quieres escuchar la respuesta. —no separa la vista del aparato.

—No es eso. —bufo con molestia. —Es sobre otra cosa. Aún es pronto y aunque estoy bastante a gusto como estamos ahora, anoche pensé en algo, me molesta un poco.

Eso atrae su atención, veo los anteojos resbalarse por su nariz.

—¿Qué cosa? —dejo los libros dónde están mientras me acerco a tomar asiento.

Tomo una buena bocada de aire antes de preguntar.

—¿Qué va a pasar si... nosotros terminamos?

Me dedica una mirada algo tristona, pero luego vuelve a adoptar el semblante de médico serio y atento.

—¿Qué piensas que va a pasar? —junta sus manos en el escritorio.

—Eso es lo que quiero saber. —trato de sonar fastidiado. —Es decir, tú lo has dicho somos demasiado jóvenes, entonces todo puede pasar en los años venideros. Que tengamos que separarnos por cualquier circunstancia, qué tal si Eren encuentra a alguien más o...

—¿O descubres que quizá lo que sientes es responsabilidad y no amor? —si lo dice así, suena horrible.

—No, estoy seguro de que no es eso. Lo he pensado unas cuantas veces y comparándola con las cuestiones ficticias no es tan diferente. —me encojo de hombros.

—También hable de ello con Carla hace algún tiempo, de hecho, cuando Eren descubrió lo que es estar enamorado. Ella tenía algo de miedo. Más que nada por el hecho de que existiera un amor no correspondido.

Espero a que siga hablando sobre eso, supongo que, desde su perspectiva, en realidad era un juego de azar, el primer romance y que no fuera correspondido debía ser algo de lo que preocuparse.

—Las cosas pasaron rápido, entenderás el temor que eso nos provocó a ambas, más el hecho de que Eren en realidad este confundiendo las cosas.

—¿A qué te refieres? —eso no suena muy bien que digamos.

—Si, que, en realidad, ya sabes, en un impulso adolescente él simplemente haya querido tener un enamoramiento como el de los libros. Haya sigo guiado por lo que veía a su alrededor. Confundiendo cariño, afecto, respeto incluso con amor. —suspira como si fuera algo sin importancia.

—¿Me estás diciendo que hay una posibilidad de que Eren no esté realmente enamorado de mí?

Atraigo su atención, se apresura a negar rápidamente.

—No, por supuesto que no. En realidad, en estadísticas, la probabilidad es poca. He hablado con él, trabajado para evitar que existiera esa confusión.

—Pero existe la probabilidad. ¿No?

—Es poco, igual a la probabilidad de que tú también hayas confundido la responsabilidad con el amor. —me sonríe para quitarle el peso a sus palabras.

—No es lo mismo. —mi voz suena algo alterada. —Soy perfectamente capaz de diferenciar el afecto, compañerismo y amistad con el amor. ¿Sabes? A diferencia de Eren. Él apenas está saliendo a la sociedad.

—Exacto. —puntúa. —Ese era nuestro temor.

—¿Era? La probabilidad aún existe.

—No me mal intérpretes ¿Ok? No te dije esto para que te molestes...

—Claro que no. Simplemente sucede que si Eren encuentra a alguien más y descubre la diferencia, yo me voy al carajo. —decirlo en voz alta hace que sienta una pesadez en el pecho.

Es entonces cuando ella recibe el golpe de sus palabras y palidece.

—Espera, no, no, estás mal entendiendo las cosas. Tú sabes que Eren es pésimo mintiendo, jamás...

—¿Me dices que soy idiota? Me dices que hay una posibilidad de que Eren haya confundido las cosas, haya revuelto sus sentimientos y lo que siente por mí solo sea un accidente desafortunado. Todo bien hasta allí, pero te olvidas que lo que yo siento, es genuino y existe. ¿Qué sucede conmigo?

—Levi. —llama ella. —No quise decir eso.

—No. Claro que no. Pero lo has dicho y bastante bien. ¿Sabes? Desde que todo esto empezó, dejaste de verme como paciente, de repente todo giro entorno a lo que Eren sentía, decía, pensaba, aprendía, lo ayudabas a través de mí y yo estaba bien con eso, no me importo, sin embargo, ¿Qué crees? No soy una máquina.

No sé en qué momento he alzado la voz al punto de ponerme a gritar, ni cuando me he incorporado hasta lanzar la silla detrás de mí. Pero no me importa, estoy demasiado alterado como para pensar en ello.

—Creí de algún modo que aún intentaba ayudarme también y me doy cuenta que no. Está bien si Eren descubre que esto es una farsa, que encuentre a alguien más está bien, porque... —siento como la voz está por romperse. —Porque no puedes obligar a alguien a quedarse, pero no es justo que solo consideres que el afectado será él, que yo simplemente lo aceptaré, seremos amigos como siempre y todo arreglado. Las cosas no funcionan así, no soy tu conejillo de indias.

Cómo sé que no voy a soportar seguir un segundo más de pie, tomo mis cosas y salgo del consultorio, pasando a patear la silla y azotar la puerta, mi respiración se altera al igual que mi ritmo cardíaco, mi caminar aumenta de velocidad y cuando es demasiado, comienzo a correr. La mochila me rebota en la espalda, pero no me detengo por nada del mundo. Siento como el aire cálido del verano hace que el sudor se me pegue a la cara, dejándome pegajoso.

No me detengo, sigo corriendo, no paro ni siquiera cuando el pecho me arde y las piernas empiezan a rechistar, siento un golpe de calor, pero tampoco paro. Siento la garganta seca y los pulmones con falta de aire, no puedo controlar mi respiración ni ponerla a ritmo con la carrera. Así que cuando es demasiado me detengo, reconozco uno de los límites de la ciudad. Me recargo en un árbol a retomar el oxígeno que me he acabado con todo esto. Tomo aire con fuerza, aunque eso me hace toser, me quema de momento.

Pero me tranquiliza, logro vaciar mi mente y enfriar mis ideas.

Ah, de seguro Hanji ya estará hablando con la señora Jaeger y contándole lo que acaba de pasar.

¿Qué voy a hacer ahora?

Jamás debí haber preguntado eso. Yo solo quería saber que debería hacer en esos casos, no que me dijera todo eso. Que horrible idea.

Es doloroso. Siento como algo pesado cae entre las costillas, también en los hombros y en general en todo el cuerpo. No es una sensación agradable, definitivamente.

Pienso en lo que ha pasado hasta ahora y en lo feliz que todo eso me ponía, como las cosas parecían estar bien. Luce más como una mentira mal ejecutada. Tuve razones para molestarme ¿No? Es decir... ¿Tuve razón? Todo iba bien, me gustaba mi vida hasta hace solo una hora y después ocurrió está pesadilla. ¿Por qué? Y justo en este momento.

La garganta me sigue doliendo, busco en la mochila la botella de agua que mi hermana amablemente me recordó llevar. Bebo un largo rato, tomo un respiro y vuelvo a beber hasta verle el fin.

El teléfono suena dentro de mis bolsillos, es Mikasa llamando. ¿Incluso les ha dicho a ellas?

—Tampoco soy una alerta nacional. —murmuro algo molesto.

—¿Dónde estás? ¿Ya estás de regreso? Compra leche, quiero hornear algo, pero al ordenar los ingredientes me di cuenta que no hay suficiente.

O tal vez no.

—Si, claro, voy de regreso.

—¿Mmm? ¿Sucedió algo? Te escuchas raro.

—No, no es nada. Pasaré a comprar de regreso.

—¿Zöe te ha hecho trabajar demasiado? ¿Sabes? El hecho de que no paguemos consulta no significa que te considere su esclavo personal.

—Está bien. Te veo en un rato.

Cuelgo, aliviado de que no haya llamado a cada para hablarle sobre este problema a mi hermana o a mi madre. Estamos demasiado bien ahora como para agregarles nuevos problemas.

Cómo puedo camino de regreso, he recorrido un buen tramo, al parecer aún conservo bastante bien mi condición deportista. Paso a una tienda de veinticuatro horas para comprar, aún estoy bañado en sudor, es molesto y pegajoso, tengo que tomar un baño tan solo llegué a casa.

Intento no pensar demasiado, porque si llegan las ideas, las cosas se vuelven realmente dolorosas. No creí que tuviera que pasar por algo como esto a estas fechas de la vida, es decir, uno no se imagina que algo así pudiera ocurrirle.

¿Cómo veré de nuevo a Eren a la cara? ¿Cómo después de esto? Más porque él no siquiera es consciente de lo que siente o de lo que no. Se ha dejado llevar demasiado y creí que estaba bien pero ahora es diferente. ¿Qué va a pasar?

Al regresar a casa son más de las siete de la tarde, la casa ya huele a chocolate y mantequilla, mi hermana me reclama el bote de leche, ya está preparada completamente para hornear.

—Hoy ha venido Yura, hemos estado conversando mucho. Al parecer va a darme una oportunidad. —dice, no puede ocultar la sonrisa en su rostro.

—Bien por ti. —respondo.

Me lavo las manos y tomo un vaso para llenarlo de agua, aún estoy sediento.

—Aunque me hace preguntarme si no es por lo mucho que nos parecemos. Tú y yo.

—No creo, es decir, ustedes han convivido mucho en este tiempo ¿No? —contesto.

—La verdad, espero que sí. Sería doloroso saber que fue una fantasía o un desafortunado mal entendido.

La elección de palabras me deja congelado en mi sitio. ¿Es así?

—¿Cómo sabrías que es eso? ¿Qué harías si fuera el caso?

Suspira, dejando de mezclar.

—Lloraría mucho, creo, no es fácil vivir con el corazón roto. Pero no queda en mí, di todo lo que tenía y fui sincera, ¿fue bueno mientras duró? —se encoge de hombros. —Usaría esa frase en todo caso y disfrutaría del tiempo en el que creí que era real.

¿Tan fácil? No lo veo de esa manera, no me resulta ahora tan fácil como ella dice, no lo es en lo absoluto. No cuando sabes que existe esa posibilidad, de que las cosas sean falsas.

—Pero no hablemos de eso porque es deprimente y me quitarás las ganas de... —se limpia las manos en el mandil mientras se gira. —¿Qué? Estás llorando.

Parpadeo sintiendo como las lágrimas caen una a una por mis mejillas, las limpio rápidamente, pero entre más lo hago, más salen de manera desordenada y cuando menos me lo espero, las pequeñas gotas se convierten en un diluvio que no puedo controlar.

—¿Qué pasó? —escucho la voz asustada de mi hermana, seguido de sus brazos rodeándome.

Accedo al abrazo que me ofrece y dejo que todo salga de mi sistema, lo necesitaba, realmente era lo que necesitaba. Ella no insiste en hacer preguntas ni averiguar cómo es que sucedió esto, se dedica a intentar consolarme de una manera medio burda pero que aun así agradezco.

No sé cuánto tiempo duramos de esta forma, solo sé que para cuando puedo controlarme, la mezcla del pastel se ha echado a perder.

Gracias por leer.
Parlev