Dime que piensas
-Qué está pasando…? Porque el joven Horo se encuentra tan molesto.- pensó una joven mujer de cabellos rosas al ver a un hombre de carácter comúnmente alegre, con un semblante enfado, más aún de ira. Nota como su acompañante suelta tu mano de la de ella y se dirige en donde estaba esa persona.
-Joven Ren…? Porqué…-No entendía que era lo que pasaba. En un momento sentía como su corazón iba a estallar en emociones y de pronto, como ráfaga de viento, el panorama cambió para mal.
Ve como el joven de cabellos violáceos saca su arma y se la coloca al frente. Con clara intención: una pelea.
Su confusión llegó al límite. Iban a pelear. Notó también que el ainu hacía una posesión de almas a su Ikpasui. Violentamente se paró de su asiento y corrió al lado del shaman de China.-Debo pararlos, porque pelear? Porque? No entiendo nada…por favor joven Ren.- pensaba la muchacha mientras corría.
Un terrible pensamiento invadió su cerebro. Ver al muchacho de fría mirada, ser atacado. El temor se apoderó de ella y tembló su paso. No quería ver eso.
Cuando llegó a su lado, notó que el hombre de ojos dorados miraba con decisión al shaman del norte. Más no con odio ni nada que motivara a la riña. Escuchó salir de los labios del joven que no entendía la razón de la pelea pero que él joven Horo lo estaba buscando para eso.
Al igual que ella, no lograban entender el comportamiento del ainu. Un primer grito salió de su boca. Les pedía que se detuvieran, les preguntaba el motivo. Empezaba a desesperarse. Nunca creyó ver a esos dos hombres ir seriamente en una contienda.
Sus ojos rosas se posaron en la figura masculina que tenía a su costado. El shaman de ojos dorados le devolvió la mirada. Ella lo observaba suplicante, con claro nerviosismo y temor de que pudiesen hacerse daño…ambos.- Joven... Ren…-musitó ella tímidamente.
Su respuesta, la del joven de cabellos violetas, fue una sonrisa leve.- Apártate.-le decía y luego volvía su mirada al frente. Para ver a su contrincante.
Su mente quedó en blanco. Esa sonrisa, la misma que le mostró hace momentos atrás. Aquella muestra por parte de él que hacía que su corazón le doliese. Llevó una mano a su pecho y notó el dolor en él. La preocupación la embargó y unas lágrimas cayeron de sus mejillas pálidas. Tamao no se movió de su lado.
Más él dio unos pasos la evadió. No podía hablar. Quería pedirle que no peleara.-Podría lastimarse…el joven Horo no se encuentra bien, podría…-sus lágrimas no cesaron. Era verdad, la miraba que tenía el hombre de cabellos azules no era una normal, podía llevar esa simple pelea en una que podría costarle la vida al chino. Ella no quería eso.-…podría matarlo…- y el dolor de su pecho se agravó.
-No le haga daño al Joven Horo…- dijo en un susurro que notó que fue escuchado por el de ojos ámbar. Quiso agregar más pero sus sollozos no le permitieron decir lo que le faltó: "…porque no se encuentra bien…"
Si bien temía por lo que pudiese pasarle al shaman de hielo, más le preocupaba ese hombre que, confundido iba a pelear.
Su semblante oscureció, otra vez la confusión formaba parte de ella. Como una visión, recordó la sonrisa del shaman de indiferente y misteriosa mirada.-Quiero ver esa sonrisa…otra vez, Joven Ren…-con pesar, sus pensamientos se llenaron con esa idea.
-No voy a pelear contigo.-una voz cortante se oyó.
La noche comenzaba hacerse presente en aquella función. Una invitada más a presenciar la contienda de aquellos dos hombres cuyas ideas y sentimientos no estaban del todo claro. Y que solamente buscaban un medio de desaforar todas esas inquietudes que en su mente rondaban.
Se asombró al escuchar esas palabras. Quiso voltear pero su cuerpo no le obedecía. ¿Se estaba rehusando a pelear? Acaso era eso…- si, si debe ser eso- pensó su mente optimista. Talvez no habría una batalla después de todo. No si un peleador se rehusaba a pelear. O no?
Más la voz del shaman de hielo la volvió en preocupación.- Pelea.-le ordenó. La pelirosa no podía entender. Por que tanta insistencia en eso. Su corazón dio un latido al escuchar la negación del hombre de cabellos violáceos.
Un grito fue escuchado de repente. El shaman del norte estaba enfadado. Pero no hubo respuesta inmediata por parte el Joven shaman de china. Tamao por un momento temió que el muchacha estuviese incitado a continuar pero, su voz fue serena cuando habló y dijo algo que hizo parar sus lágrimas y sonrojar sus mejillas.
-Porque…ella me lo pide…
Porque dijo eso, acaso será verdad…pero porque sintió alegría en su alma cuando escuchó lo dicho el joven Ren. Los latidos aumentaron, al igual que el calor de sus mejillas. Pero, escuchó el movimiento veloz de los pasos de Horo Horo.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO ME VENGAS CON ESO!
El calor se disipó y un sentimiento de miedo recorrió su cuerpo. Con angustia giró su cabeza solamente para observar como el ainu atacaba a un desarmado shaman de ojos dorados que no se movía de su lugar. Aguantando la respiración por un segundo, la liberó violentamente junto con todos los sentimientos que en ese momento la embargaban: angustia, desesperación, temor…
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡REN DEFIENDETE!
Un haz de luz fue contemplado en todo el patio. El ruido de cuchillas resonó en los oídos de la pelirosa. Su visión fue tapada por la luz destellante. Ni bien cesó un poco, buscó con ojos alarmados, al joven de cabellos violetas.
No lo veía. En su lugar vio como una espada azul con el mango de madera roja bloqueaba la espada de hielo del ainu. Un calmado Yoh había detenido el ataque de Horo a pocos centímetros antes de que un lastimado Ren contestara con su arma.
-Joven Yoh…-con alivio, Tamao pronunció su nombre. También estaba tranquila porque el joven Ren estaba…ileso?- No..que es eso…sangre!
Mirándolo con el ceño fruncido, con una mano cerca del hombro sangrante y con otra desenvainando una espada; Ren Tao respiraba cortadamente. Había faltado muy poco para evitar el contacto con su brazo. El sólo roce de la energía le lastimó. Se había descuidado.
-Que pasó aquí.-la voz serena pero seria del rey de los shamanes fue escuchada como un mandato.
A lo lejos, la itako y su hijo estaban expectantes a una respuesta. Hannahcon especial interés, ya que había visto a su padre desplegar su arma y bloquear con suma rapidez un ataque como ese, de improviso. La mujer rubia esperaba impaciente a su lado.
Sin tranquilizarse todavía, Horokeu apartó su Ikpasui en espada y desapareció la posesión. No se dignaba a mirar a su amigo el de simpática sonrisa. Con una mano arregló sus cabellos despeinados azules mientras que con la otra guardaba su artículo de madera en un bolsillo.
-Una pequeña práctica.- el de cabellos largos marrones volteó a ver el origen de aquella voz. El joven violáceo se agarraba la herida sangrante y lo miraba con ojos muy serios y fríos.
El shaman de la espada azul alzó una ceja no muy convencido.- Desde allá no parecía eso…-dijo señalando el lugar en donde estaba su esposa e hijo.
Fingiendo molestia, más de la que sentía por el dolor.- Fue sólo una práctica.- dándose media vuelta, fue yéndose lentamente. Pese a lo que decía, Asakura no le creyó. Volteó en busca del aine de cabellos azules y no lo encontró.
Desapareció su posesión y guardó a Harusame a un lado de su cinturón. Colocándose una mano en la cadera, suspiró pesadamente.- Esos dos tienen mucho de que hablar…
-Yoh.-llamó la mujer rubia. El de cabellos largos marrones volteó al llamado justo al momento en que un pequeño niño se le venía encima y botaba al suelo. Entusiasmado por lo que había visto, impresionado por aquella "demostración" del poder de su padre, Hannah Asakura le sonreía ampliamente al mismo.
-INCREÍBLE.-dijo el niño rubio de ojos negros. Su padre, le devolvía la sonrisa con satisfacción.
-Joven Ren, por favor espere.- hablaba una pelirosa, difícilmente siguiendo a un hombre de cabellos violáceos.
No tenía respuesta. Desde que dejaron el patio, ella lo había estado persiguiendo. Él no le hacía caso. Lo último que necesitaba en este momento era tener al objeto de confusión con él. El brazo le dolía pero no más que su cabeza.
-Joven, su herida por favor. Déjeme curarla…-decía detrás del chico, Tamao Tamamura.
-No necesito que lo hagas.- dijo en tono frío pero no parando en su caminar.
-Pero…quiero hacerlo.- ella sí paro. Bajando un poco su cabeza.- Por favor…Joven Ren…
La voz de la chica decaía. Estaba preocupada. Notando que la mujer paró en su paso. Él lo hizo también. La herida le sangraba, talvez no tenía nada malo que ella, se la curara. La miró de reojo, ella estaba cabizbaja…-Esta bien.-musitó.
Le colocaba la venda lo más cuidadosamente que podía, procurando no dañar más la herida. Había sido un corte provocado por el roce de la energía del shaman de hielo.
Ren Tao, no la miraba, sólo mantenía su vista al frente, buscando algo con que distraer sus pensamientos. Pensamientos que estaban orientados en estos momentos a ella y a su cuidado para con él.
Sus blanquecinos dedos tocaban la piel de su brazo. Había tenido la necesidad de quitarse la camisa. Dejando a descubierto el formado pecho. La muchacha, con apenas 17 años de edad, se sentía apenada. Sus mejillas sonrojadas, e incapaz de levantar la vista. Concentrada "únicamente" en vendar delicadamente aquella herida.
Cuando ya hubo terminado de hacerlo, guardó lo usaba para curarla. Con cuidado cerró el pequeño botiquín y lo guardó en la cómoda que estaba al lado de su cama.
Él mientras tanto, observaba su vendaje. Sonriendo levemente ante la acción de la joven de ojos rosas. Sin percatarse, ella había vuelto a su lado.
-Curará pronto.-dijo sonriendo dulcemente Tamao.
El de ojos dorados la miró. Con un apenas perceptible sonrojo, habló tratando de ocultar nerviosismo.-Gracias.
La pelirosa se sorprendió al principio, pero luego cerró sus ojos y amplió su sonrisa, con su rostro sonrosado.
-No se preocupe.- suspiró. Él le sonrió decaído. Un silencio repentino surgió. Sólo las miradas se cruzaban. Había tanto por lo cual preguntar, tantas respuestas por formular. Curiosidad que esperaba ser satisfecha más, la noche se avecinaba y sería momento para aplacarlas y si era más, olvidarlas.
Queriendo romper el silencio pero no la mirada que le era dirigida con atención, la joven de largos cabellos rosas habló con nerviosismo.- Joven Ren, yo no entiendo porque iban a pelear el joven horo y usted pero….-calló un momento dado que el hombre había volteado la mirada con disgusto al oír el nombre de aquel individuo.-…cuando fue usted atacado…tuve miedo…- terminó sin apartar su mirada del semblante que la evitaba.
Un impacto que trató de ocultar con sus cabellos fue lo que sintió. Sus ojos dorados se habían abierto al escucharla decir eso.
-Me preocupé por usted…-dijo con tristeza en su rostro. Se estaba sincerando con él. Tal vez así cesaría el dolor que se formaba en su pecho cada vez que recordaba el momento en que este hombre que estaba a su lado iba a ser atacado.
La angustia que sintió, la confusión de saber el porque lo estaban atacando y la impotencia de no poder detener al agresor. Las lágrimas que cayeron en la desesperación y el grito que salió de su alma…
Él la escuchaba, ya en la casi oscuridad del cuarto. Aún si portar camisa, el pecho aire sintiendo la brisa fría que anunciaba una noche de lluvia. Quería decir algo, pero las palabras no salían de sus labios. O quizá era la necesidad de seguir escuchando a la mujer pelirosa.
La curiosidad de saber cual sería lo próximo que diría y la forma en que eso afectaría su corazón.
La iluminación que traía consigo la luna hizo su aparición en el cuarto de la muchacha. Ella calló un instante, nerviosa y apenada.-Gracias…-dijo ella. El de ojos dorados como de gato volteó a verla confundido.
-¿de qué?- habló.
Ella bajó un poco su mirada al encontrar la de él, tan penetrante.- Por no haber lastimado al Joven Horo Horo…
Eso le molestó. Frunció el ceño y se levantó de la cama dispuesto a irse, más unas palabras salieron de su boca.- Por que te preocupas por él… no lo entiendo…-más se lo preguntaba así mismo pero escaparon de sus labios con dificultad.
Ella quedó pensativa.- Usted… lo vio joven, esa mirada…la mirada que portaba el joven Horokeu, no era una normal…fuera de sí…-dijo la pelirosa aún sentada en la cama y con la cabeza gacha.- No había porque pelear...y por eso le agradezco.
-No lo hice por ti.-su tono frío y seco, se escuchó en la habitación. Ella no contestó, pero bajo su cabeza. Él lo notó.
Su rostro en la semi oscuridad, los ojos destellantes dorados se cerraban pesadamente. Recordando cada instante. Si bien era cierto no había un motivo para la pelea, pero era algo que él estaba deseando. Desde esos momentos en que lo vio tan cerca de ella. El haberse enterado de aquella proposición por parte de él. Los intentos del peliverde por llamar la atención de la joven… sentir que ellos la alejaban de él.
-Que…estoy pensando…- se repitió varias veces con los ojos cerrados. Sólo con la imagen de ella presente.- Por que me siento así…- la sonriente cara de la muchacha de cabellos rosados aparecía.- Por qué me porto así con ella…- los largos cabellos rosas cayendo en su mejilla al estar durmiendo.- Por que la necesidad de estar con ella…- la recuerda a su lado conversando, ella siempre sonriendo.- Por que ese impulso…- el haber estado tan cerca de los labios de esa mujer. Seguido de eso recuerda cuando apareció el ainu.
-Porque acepté pelear con él…- abrió sus ojos y la vio. Aquella mujer lo observaba en sonrisa tierna. Divina, sin rastro de molestia y con la luna resaltándole sus facciones. La verdad le cayó de pronto.-…por ella…
Ya no había excusas. El gran Ren Tao, guerrero proveniente de una prominosa dinastía china, un hombre el cual era conocido por su frío y distante carácter, poderoso y orgulloso sobre todo, no podía admitir algo que estaba escrito en plena cara. Se había enamorado.
Ella le sonreía con timidez, talvez hasta algo de tristeza. La forma que le había respondido la hizo ponerse así. Pese a que ella se lo negara, le tomaba importancia a lo que ese hombre le decía. Las acciones que a veces realizaba para con ella. Le eran importantes, mucho.
Por eso se entristeció, el saber que su petición no fue tomada en cuenta.
-Lo siento.
La joven de rosa mirada levantó la cabeza. Había escuchado bien? Lo vio moverse y sentarse a su costado. Sin mirarla pero ella podía saber que el joven de violetas cabellos estaba sonriendo.- Cómo…-esbozó, parpadeando un par de veces.
-No debí contestarte así.- dijo en tono serio pero tranquilo. Luego volteó su cabeza para encontrarse con ese par de ojos rosas que lo miraban atento.- En verdad, agradezco tu vendaje.- sonriendo levemente y mirándola con ojos casi cerrados, habló el shaman de china.
Un fuerte latido de su corazón y un nuevo sonrojo acompañaron su sorpresa. No pudo hacer más que sonreír ampliamente. Feliz por lo dicho y casi derramando lágrimas, se llevó una mano al pecho. Otra vez, la embelesadora visión de él. Del shaman de la cuchilla de oro, el de ojos inexpresivos y de molesto carácter, el chiquillo obstinado y terco…el joven hombre orgulloso y amable…sonriéndole con…
Se sintió desvanecer ante los ojos penetrantes.- No se…preocupe...- dijo ella nerviosamente a la vez que, de un "salto", se levantaba de su lugar. Incapaz de soportar más lo rojo de su rostro que de seguramente él fue testigo.- Bueno…-habló acercándose a la ventana que tenía al frente. Cogiéndose ambos codos, mirando la luna en lo alto del cielo oscuro.
-Oye…-el joven de cabello violáceo le habló sentado desde la cama.- Sigues preocupada por él…-preguntó con claro tono de fastidio. Pese a que trató de disimularlo.
El rostro delicado de la mujer se ablandó.-Por que me pregunta eso…-toda la emoción que sentía fue bajando poco a poco. Por que tenía que hablarle de él. Más no podía negarlo, le preocupaba el porque de la pelea repentina que la situación de aquel ainu.
-Un poco Joven Ren…-contestó.
-Ya veo.-susurró el de ojos ámbar. Parándose para colocarse la camisa pese al dolor que aún sentía en su brazo. Ella fue a ayudarlo. Colocando cuidadosamente las mangas y arreglándole el cuello, muy cerca aún del pecho descubierto. Lo quedo mirando un momento mientras le cerraba los botones de abajo hacia arriba.
La verdad era que no se encontraba muy lastimado pero, solamente con sentir el tacto de la joven en él, se había paralizado y dejado vestir. El calor aumentó en su rostro, la miraba serio como ella con delicadeza le acomodaba la ropa. La tenía muy cerca.
Cuando ya hubo terminado e iba a retirar sus manos, las de él las detuvieron. Ella subió su cabeza en pregunta y pudo notar la cercanía que tenía con el joven de ojos dorados.
-Por que haces esto…- escapó de sus labios. Los ojos ámbar la miraban con la seriedad común pero sin hielo en ella. Sólo demandante en curiosidad.
No había respuesta. Su cerebro parecía no poder explicar lo que sus acciones hacían. La voluntad que le nacía por ayudarlo, por hablarle o sonreírle. Ella no podía evitar los sonrojos, ni el nerviosismo, ni ese constante dolor en el pecho que la oprimía y que sólo se calmaba cuando ese joven le sonreía con disimulo.
-Joven…-le dijo con ternura.- ¿Debe siempre haber una razón?-preguntó mirándolo directamente. Sus manos firmes a las de él. La sonrisa tierna de la pelirosa lo hacía sentirse desarmado, le robaba el aliento y no le daba sentido al tiempo.
El hombre sonrió en ironía. Tal vez no era necesario, al menos…no esta vez.
-Como quieras.-le dijo en suspiro. Soltándola.- Me retiro.-con la luz de la luna tapando su sonrojado rostro, dejó a Tamao Tamamura parada aún lado de la ventana, contemplando su mano en el aire. Recordatorio de haber estado cálida y ahora fría solitaria sin la de él.
Fin del capitulo
Sorry x la demora u.u no hay excusa esta vez XD en MILLESSS DE GRACIASSSS A LAS PERSONAS QUE ME SIGUEN LEYENDO Y DEJANDO REVIEWWW APRECIO TODO ESO.
SE QUE ESTA PROHIBIDO CONTESTAR REVIEW PERO VAN A VER, UN DIA DE ESTOS LO VOY A HACER, TALVEZ PARA EL FINAL PERO TODAVIA FALTA MUCHO JEJEJE EN FIN
GRACIASSSSS XD
