Bienvenida, Brisa de la Risa
Nadie comentó lo sucedido el día de ayer, pero tampoco había quedado en el olvido. De vez en cuando dos miradas electrizantes se cruzaban. Destellos fulminantes que sólo se calmaban cuando un tercer mirar intervenía. El gran shaman king, pacifista por naturaleza y por sobre todo buen amigo, no quería disturbios. Sea cual fuesen los motivos, él lo mandaba así.
Y no había forma de desobedecer, siempre se resignaban y se iba cada quien por su lado.
Tamao también era otra. Evitando encontrarse con ambos jóvenes. Asakura. Diethel y el de exagerado cabello, habían sido testigos de ver como la pelirosa, cada vez que Ren o el ainu entraban a un cuarto en donde ella estaba, era sorprendente como la muchacha dejaba la habitación con tal sigilo y silencio.
El ambiente que se vivía en la pensión Asakura era tenso. Muchas veces se trató de hablar con ellos, pero tanto Ren como Horokeu se rehusaron a decir algo concreto.
El shaman de china con las habituales contestaciones monótonas. Y el del norte con respuestas vanas. Se trató de preguntar a Tamamura pero, simplemente ella mostraba un semblante preocupado y triste.
Hannah caminaba distraído por los pasillos. Angustiado por saber la actitud de se querida Tamao okassan. En los pocos ratos que había estado con ella, sólo le había sonreído débilmente y negado a decirle algo. Más eso le había dejado preocupado.
No se dio cuenta hasta la cuarta vez en que el timbre de la puerta sonó. Saliendo de sus pensamientos, corriendo fue a ver quien era el causante del toque constante.
-Quién es.-preguntó el infante rubio sin abrir la puerta.
Una sutil voz se escuchó del otro lado.- Soy yo, tu tío.
Rápidamente el niño deslizó la puerta y se lanzó a los brazos del recién llegado.- ¡Tío Manta! –gritó emocionado.
Esa persona lo recibió de igual manera.- Vaya.-dijo-Ni que me hubiese ido en años.- comentó riendo.- ¿Cómo haz estado, pequeño Hannah?-preguntó un hombre joven.
El descendiente de la pareja Asakura lo miró feliz. Aquel sujeto era rubio igual que él. Su cabello era corto y lacio, alto y de buena apariencia. Los ojos negros de la persona lo miraban con gentileza. Este joven, su tío, era un empresario muy exitoso. Con grandes fortunas no sólo provenientes por la famosa familia que tenía.
Emprendedor, inteligente y decido. Esa era las cualidades que resaltaban en la persona que cariñosamente llamaba tío. Manta Oyamada era un viejo amigo de la familia Asakura y desde que tenía memoria, el pequeño siempre lo había visto en la pensión y conocido desde ese momento.
-¡Bien! – Le contestó.- Y a que no sabes que…-el niño se paró en su comentario. Fijándose en la figura alta y robusta que estaba tras de él. ¿Cómo no pudo haberla visto antes?
Otra persona acompañaba los acompañaba a ambos.- Tío…y ese quién es…-dijo aferrándose un poco al rubio de corto cabello.
Él hombre volteó para ver que de le hablaba Hannah. Sonriendo le dijo.- Disculpe por no presentarlos.- a Hannah.- este señor de aquí, se llama Chocolove Mattel.-le decía al niño que tenía en brazos.
El pequeño cerebro procesó velozmente. Donde había escuchado ese nombre…donde, donde, donde….espera…-¿USTED…ES UN HÉROE LEGENDARIO?- habló en pregunta pero gritando.
La figura robusta en gafas oscuras no se inmutó al cambio del niño.-Se podría decir, chico.- un tono de voz ronco y de acento para el niño no conocido, fue escuchado.
De morena piel, un ralo bigote se veía en aquel rostro de imagen bonachona. Portaba lentes oscuros, una gorra en su cabeza y un saco café. Parecía cansado.
El alto rubio lo bajó al suelo por petición del niño. Este se acercó con cuidado y estando frente al hombre moreno, le tendió una mano y mostró una sonrisa.
-Soy…Hannah Asakura…-dijo tembloroso pero con calma. Algo había en la apariencia de ese hombre que le intimidaba.
Mattel se inclinó un poco al niño. Luego miró a Oyamada. Este asintió sonriente la cabeza. Una sonrisa se esbozó en los grandes labios del moreno.
-Asi que tú eres el hijo de Yoh. Ta que ese no pierde tiempo…-dijo en su acento que parecía ser cubano. Aceptó la mano del pequeño y la estrechó con gentileza.-Mucho gusto, chico.
Una amplia sonrisa apareció en el infante rostro.- GENIAL.
Las voces afueras alertaron a los demás residentes de la pensión. Siendo el primero en salir, el dueño de la misma. Su largo cabello castaño, su tez trigueña, los apacibles ojos negros y aquella estúpida sonrisa en los labios.
-Bienvenidos amigos.-dijo en sonrisa el hombre, rey shaman.
Ambos personas se acercaron lo más rápido posible a él. A uno se le escapaban un par de sigilosas lágrimas de felicidad, mientras que el otro hombre sonreía ampliamente.
Al unísono abrazaron al shaman de castaño pelo. Contentos de que el largo viaje que habían realizado, valió la pena.
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Así que cuando saliste de viaje, fue para traer a Chocolove de América…-dijo como sonando a una conclusión, el trigueño de serena mirada.
-Así es.-contestó sonriente el rubio.
-Manta tuvo que hacer un largo viaje para buscarme.-habló el robusto moreno.- Yo estaba ocupado con mis show de comedias…
Todos los presentes le quedaron mirando atontados.-¿SHOW DE COMEDIAS!
-jeje. Al parecer cuando encontré a Chocolove, él ya tenía una carrera de comediante y muy buena.-dijo tímido y con una mano en la cabeza, Manta Oyamada.- No les miento.-agregó al ver que el semblante asombrado de los que estaban ahí no cambiaba.
-jijiji Que bueno. Siempre dije que tus chistes eran buenísimos Choco.- comentó entre risitas tontas Yoh.
Con gotas de légrimas en los ojos, el moreno de lentes oscuros le cogió las manos tipo suplicantes.- Gracias Yoh, sabía que tú confiarías en mí…-el rey shaman sólo sonreía.
Saliendo del estupor por la noticia dada. El ambiente que rodeaba a los huéspedes de la pensión, se había aligerado enormemente. A Mattel, a pesar de que ya antes por boca de Manta había salido la noticia de que el rey de los shamanes tenía un hijo de tres años, no podía creer que ese niño fuese hijo de él y de la itako.
Hannah lo llenaba de preguntas. Asfixiando a los que estaban con él. Más el moreno le respondía con igual emoción todo lo que le preguntaba. Desde cosas acerca de su vida hasta el porque de los chistes sin gracia. Todo fue contestado con enorme alegría y paciencia.
La pelirosa veía feliz como su alrededor había cambiado. Ya no se percibía aquella tensión por lo sucedido la noche pasada. El joven Chocolove se encargaba de hacer reír a sus antiguos compañeros de equipo, del Equipo de Ren.
-Nunca me gustó ese nombre.- comentaba entre risas el ainu.-Quién te dijo además que pondrías el nombre- le dijo entre molesto y con ganas de fastidiar al de ojos como de gato.
El shaman de china levantó una ceja.- Ja. Si tú le hubieras puesto un nombre, hubiera sido uno tan ridículo y de tan poca importancia que nos hubieran descalificado con el sólo echo de tenerlo.- contestó en ironía, notando con satisfacción como el shaman de hielo se ponía rojo en molestia.Es
-Ay sí tú…-respondió en mofa Horokeu, tratando de apaciguarse en su enojo.- El único ridículo en esa época era Chocolove.-dijo señalando al shaman de la comedia.
Y fue así que empezó una animada contienda, en el que sólo las provocaciones eran las armas. Todos reían alegremente y al parecer, los rencores quedaron atrás. Al parecer…
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Habrá sido ya dos horas desde que sigilosamente se salió de la reunión. A pesar de que le alegraba que la situación en el hostal hubiera mejorado, ella muy dentro de sí, no se sentía tranquila.
Su habitación se encontraba en silencio. Había comenzado anochecer. Que rápido había pasado el tiempo desde que llegaron el joven Manta y el joven Chocolove. Como las sonrisas se había formado en los rostros de dos shamanes, que sin sentido habían peleado.
-Parece realmente que lo hubiesen olvidado.-susurró al vidrio de la ventana frente a ella. Lo tocó y dejó impregnadas sus huellas. Su mente divagaba en pensamientos que últimamente habían estado presentes en su cabeza. Sus dedos comenzaron a moverse en el vidrio.
Fue en esta habitación. En su habitación, dónde lo trajo. Porqué no llevarlo al baño, en donde estaba el botiquín de primeros auxilios. Porque llevarlo a su cuarto especialmente a curarlo.
-Estaba preocupada…-sus dedos trazaron algo en el cristal.
Tener que convencerlo no fue fácil. Al principio se había negado rotundamente pero, luego de tanta insistencia como obstinación por parte de él, logró disuadirlo. Con cuidado le ayudó a quitarse la camisa, dejando a la vista la susodicha herida. No sólo había lastimado el brazo sino parte de su pecho.
Le rogaba a esa seriedad que tuvo al principio para poder curarlo, que volviese.
Al reflejo de la luna, Ren Tao se veía sumamente apuesto. El cabello violeta destellante al igual que los ojos dorados, le eran irresistibles. Esa indiscutible seriedad que mostraba y el estarse tan quieto, lo hacía parecer una aparición.
Un sonrojo apareció en su rostro. El recordar temblar sus manos al posarlas en el pecho desnudo y herido del joven, la hizo ruborizarse. Tratar de concentrarse para curarlo era una tarea difícil. Se sentía muy confundida antes pero, ahora era nerviosismo lo que invadía su cuerpo.
Sus huellas en el vidrio comenzaron a dibujar algo.
Siguió en su trance voluntario. Recordando cada detalle del rostro frío ante ella. De las manos en ambos lados, relajadas. La tranquilidad que comenzaba a formarse dentro de ella al ver que la herida dejaba de sangrar y la delicadeza de sus manos al vendarlo.
El haber sido casi besada por él.
-Porque haces esto…
Esa pregunta vino repentinamente a su mente, apaciguando toda sensación que provocó el recuerdo de su cercanía con el joven de dorados ojos.
-Bueno porque yo…-dijo con dificultad.
Porque se preocupaba, acaso no era obvio. Como cualquier persona lo hubiera hecho.-pero no a cualquier persona…-sus pensamientos eran confusos. El miedo que sintió al pensar que ese joven pudiese salir muy lastimado, le dolió en el pecho terriblemente.
Pensó que no volvería a ver las disimuladas sonrisas. Las botellas vacías de leche. Pero porque pensó esas cosas, ni que fueran a matarse. Pero algo temió, ese sentimiento que le oprimía su corazón, muy parecido a cuando fueron a la última pelea, contra Hao.
La impotencia de no poder hacer nada.
-Porque haces esto…
Pero que entender por "esto". ¿Al curarle las heridas¿A estar preocupada por él¿A qué realmente se refiría el joven Ren?
Como ella podía explicar lo que no tenía conocimiento. La verdad escondida entre las verdades aparentes. Entre un semblante oculto y pasivo, expectante.
-…porque yo quiero…-siguió hablando. Sus dedos no dejaban de trazar algo en el cristal.
Que quiere realmente. A donde le conducían estas preocupaciones, este nerviosismo. Delante de esos ojos dorados como si le leyesen la mente. Exponiéndola y a la vez contemplándola con divina atención.
-Porque haces esto…
Ruborizarse ante su voz, perderse en su mirar, sentir el corazón latirle a velocidad…ya había pasado por esto antes. Y había sido doloroso.
-…pero a la vez quiero alejarme…
Sus rosas ojos se entrecerraron un poco, perdidos en su reflejo. Con atención mira lo que inconscientemente estuvo dibujando con las huelas de sus dedos.
El nombre de la persona que no dejaba sus pensamientos.
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-Asi que cada uno siguió con sus vidas cuando nos apartamos allá en América.
-Yo regresé a continuar mis estudios en Londres.-contestó el detective desde un lado de la habitación.
-Pues, cuando regresamos a Hokkaido (n.a: discúlpenme si la equivocación es errónea), mi hermana y yo comenzamos con la construcción del gran campo de plantas.- agregó el ainu con satisfacción.
-Regresé a China a discutir unos asuntos con mi padre.- respondió un no muy contento shaman de cabello violáceo.
-Mmm, yo regresé junto con el señor Yoh aquí a Fumbari.- dijo Ryu señalando al rey shaman.
-Jejeje, es verdad junto contigo Manta, con Anna y Tamao también, regresamos aquí.
-Es cierto.- le contestó el rubio del cabello láceo.
-¿Heredaste la compañía de tu padre no Manta?- preguntó el shaman del norte.- Pensé que no te agradaban esas cosas…
Una gotita nerviosa recorrió la mejilla del chico.- jee así es. Pero tuve que hacerlo dado a que tuve mayoría de edad y mi padre, bueno digamos que ya no estaba en condiciones.
-Ah ya veo, con razón el traje y la corbata jejejeje. Con el calor que hace de día jejee.-río el Asakura.
-Yoh…-dijo con pesadez pero con sonrisa en labios, Oyamada.
El shaman más alto se estiró.- Que bueno es estar todos reunidos…-habló mirando las nubes pasar.
Y aunque cueste creerlo, todos los shamanes coincidían con lo dicho. Estaban felices, ya no había porque pelear entre ellos.
Había ya un rey shaman elegido y aunque sea uno distraído o algo ingenuo. Poseía un gran sentido del bien que lo hacía el indicado para el puesto. Además poseía como esposa a la gran itako Kyoyama, que más se podía decir.
-Y pues…-la voz gruesa del moreno atrajo la atención.- quien además de Yoh se casó…-una pregunta al aire.
El mencionado se sonrojo un poco. Tanto Ren como Horo se habían quedado serios. Lyserg sonreía con educación pero negando con la cabeza. Ryu silbaba un poco entretenido. Y Manta…sólo miraba un punto fijo en el piso un poco ruborizado.
-…así que nadie más "hizo" familia.-volvió a hablar de manera burlona Chocolove.-…pero estoy igual así que pena entre hombres no debe de haber jejeje.
Unas cuantas miradas asesinas fueron dirigidas a Mattel, quien había dejado de reír y concentraba su vista en una muchacha que acababa de entrar con una bandeja en manos.
-¿Gusta algo de beber, joven Chocolove?- preguntó misma mesera, con sonrisa en labios, la pelirosada de amable carácter.
Un ligero sonrojo apareció en el rostro del moreno. Esa chica con su sonrisa dulce lo hacía sonrojar, además que le tenía un cariño especial por una de las pocas que se reían de sus entonces "pésimos" chiste. Lo reconocía, en su juventud…no había sido un buen comediante pero siempre trató de hacer sonreír a sus amigos en las épocas de tensión. Así era él.
-No pero gracias, Tamao.-contestó en igual sonrisa.
-Está bien, joven.-dijo ella y miró al resto de hombres. Todos menos el proveniente de China la miraban, eso la desanimó un poco.- Jóvenes¿ustedes desean algo?- habló colocando de nuevo la ligera sonrisa.
Horo la miraba avergonzado pero no por tratarse de verla. Más era la vergüenza de que ella hubiese visto esa parte tan vulnerable de él. Los celos que de momento a otro se apoderaron de él. Se sentía arrepentido.
Sus ojos negros veían como atendía al detective y al de espada de madera. Siempre sonreía.
-Joven Horo¿ desea algo?.-Su voz aún sonaba amable con él.
El la miró desalentado.- No gracias, Tamao.-contestó con suavidad. El de ojos dorados, los abrió un poco notando a su antiguo compañero de equipo. Notó la pesada aura que se formaba alrededor de él.
No pudo evitar no darse cuenta. Ella lo miraba. De seguro iba a preguntarle a él también si quería algo.
-Bueno, me retiro. Permiso.-haciendo una pequeña reverencia, se quitó del lugar.
Ren se quedó sorprendido. No le había dirigido la palabra. ¿Acaso estaba molesta con él¿Había echo algo mal? …esas y otras preguntas se formularon en su mente. El ainu le miraba de reojo en su oscuro semblante.
Sin decir nada se paró de golpe.
-Ren, adónde vas.-preguntó sin mirarlo el de calmada sonrisa. Lo único que se oyó fue el cerrar de la puerta.
Todos menos dos de los presentes entendían lo que le pasaba al shaman de la cuchilla dorada. El porque del carácter.
-Yoh¿Qué le pasa a Ren?.- se atrevió a preguntar por él y por Mattel, Manta.
El rey shaman observaba el caer de las hojas del árbol de cerezos aún no florecidos que tenía en el jardín. La brisa los hacía bailar en el aire hasta caer delicadamente en la pequeña laguna que allí había.
Volteó sonriente a su amigo.- Maduró, Manta.
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Al llegar a la cocina, dejó caer pesadamente la bandeja en el lavadero que había. Abrió el grifo y echó el frío líquido a su enrojecida cara.
Era increíble, no pudo preguntarle si quería algo. Su voz se trabó en su garganta y no emitió voz alguna. Su rostro se encendió. De nuevo echó agua.
Escuchó pasos detrás de ella. Con cuidado volteó a ver quien era. De lo nerviosa que estaba no pudo sentir la presencia del hombre de cabellos violáceos que miraba con interés el contenido del refrigerador.
-Joven…Ren…-tartamudeó la joven.
Él la miró por el rabillo del ojo. Volvió la vista y encontró lo que buscaba. Una botella pequeña de leche. La tomó, cerró el refrigerador y dispuso a irse.
La voz de ella lo detuvo.- Joven Ren, pudo haberme dicho y yo se la traía…-dijo.
Sus ojos dorados se fijaron en los rosas. –No soy tan inútil como para no venir y servirme yo mismo.- contestó con la seriedad habitual.
Que torpe. Si ella misma ni le pregunto si quería algo. Para que preguntó…
-Oh.- bajó la mirada. Las gotas resbalaban de su rostro sin secar.
Una pequeña toalla fue posada en sus mejillas. Con la botella del blanco líquido en una mano y con la otra, sosteniéndole el trozo de tela, Ren Tao le ofrecía secarse con ella.
-Toma.-le dijo fríamente.
Pese a la forma en que lo dijo. El simple echo que había notado que necesitaba con que secarse, la ruborizó en demasía.
-Gracias joven…-contestó, tomando la toalla que estaba en su mejilla. Más, el joven violáceo no la soltó. Ella lo miró inquietante.
Su mirada se encontraba perdida. Los ojos ámbar la miraban con un brillo y determinación sorprendente, al igual que el color rojo que comenzaba a formarse en su rostro.
Ella se apoyó contra el lavadero al notar que él joven comenzaba a aproximársele. Unas de sus delicadas manos se apoyó en el pecho, sintiendo el suave material de la camisa. No quería detenerlo, sólo sentir como esa vez el contacto.
Estar segura que era realidad.
La toalla resbaló de la mejilla y la antes mano que la sostenía pasó al cuello de la mujer pelirosa. Encontrándose con los cabellos largos y con la provocación de jugar con ellos. Posó su mano en el cuello blanco.
Deseó como nunca, tener la otra mano libre.
Con suavidad, alzó la cabeza de la mujer y sin apartar su vista de los hermosos ojos, la respiración agitada de él, el cuerpo de ella paralizado. Expectante, ansioso. Quería besarla, lo iba a hacer.
Y fue así que, tomó esos rosas labios entre los suyos…………
Fin del capítulo.
Gonmen nasai (o como se escriba n.n.) jejeje en finnn sorryy por la demora. Es que he pasado por tantas cosas jejeje
En fin, gracias de nuevo por el apoyo al leer los capitulitos que escribo y aceptar lo demorona que puedo llegar a ser n.nU. jejeje espero que les guste este capitulo. Talvez falten 4 o 5 cap más para acabar jejeje quien sabe. En fin
Graciasss de nuevo y se me cuidan . Chaufiss
