ԐAtrevimientoЗ
Es una situación difícil, se siente como algo confuso, una parte de mi rechaza a Eren de manera natural, como si le tuviera resentimiento, pero está esa otra parte que quiere tenerlo a su lado todo el tiempo, que no se aparte y sea capaz de decirme que tanto me quiere, que repita que es real, el tiempo que sea, pero será real por ese lapso.
No logro hacer que haya un punto medio, así que todo se vuelve un poco desesperante. Más que nada porque él tampoco me deja respirar realmente, cuando le doy libertad, viene constantemente a mi casa, se pasa todo el día conmigo, a veces no dice nada, solo me sigue en silencio y otras intenta hacer que sea parte de alguna actividad. A veces lo hago, otras, le pido que me deje solo. Esa es otra cosa injusta, él ni siquiera sabe que es lo que pasa en mi cabeza y está sufriendo las consecuencias de una duda que alguien más puso en mi cabeza.
Odio con toda mi alma que las cosas se compliquen tanto como lo hacen ahora.
Mitad de agosto, las cosas deberían ser mejores ¿No?
Farlan, Isabel y Yura vienen al departamento cuando la noticia de que por fin he salido de mi habitación se corre, al parecer ha sido mi hermana la de las noticias que los pone a todos al día. No sé si todos sepan las causas, pero si lo hacen, lo ignorar y no mencionan en lo absoluto. Pasamos el día en contra de mi voluntad, mamá también se pone de parte de ellos, coopera con dulces, frituras y golosinas para poder pasar el rato. Hacen todo lo posible porque la dinámica del grupo siga tan fuerte como al inicio, como si nunca fuéramos a separarnos dentro de unas semanas.
No participo mucho en la charla, a veces asiento o niego, hago ruidos de comprensión o de aceptación, solo para que no consideren hacerme participe de manera activa cuando vean que no tengo ganas de nada de esto.
—Por cierto, ¿No Eren iba a salir a la playa? —pregunta Isabel y se por la cara que ponen todos, que eso se ha vuelto un tema que no debía mencionarse.
No tardo en descubrir por qué.
—Levi estaba enfermo, no podía dejarlo solo. —responde Eren como si nada mientras intenta abrir una naranja por sus propios medios.
—Debiste irte, aun así. —no debería decirlo, pienso en que debería morderme la lengua para evitar hablar, pero, aun así, las palabras salen con una facilidad atemorizante.
—No podía, estaría muy preocupado si no te recuperas. Ahora luces mejor, eso me alegra.
Escucharlo decir eso, cuando tengo pensamientos catastróficos es algo que me destroza, me hace ver cómo una muy mala persona, egoísta, egocéntrica y malcriada.
No deberías quererme así.
Todos cambian de tema rápidamente, logran distraer a Eren, lo meten en otras conversaciones, para que olvide lo que se ha sacado a colación. Yo finjo que no me doy cuenta y que estoy de acuerdo con ello.
Cuando todos se van, Eren se queda conmigo, me ayuda a acomodar la sala, a ordenar el desorden y a juntar la basura. Mi hermana ha acompañado a Yura a algún lugar, al chico aún le causa curiosidad la dinámica que ellas dos traen entre manos, lo sé por la forma en la que las mira, sé que tiene muchas cosas que decir al respecto, pero por educación y una reprimenda anterior, se guarda esas dudas para sí mismo y para su mamá.
No tardamos mucho en poner todo en orden, por lo que no tengo muchos pretextos para hacer que estemos lejos uno del otro, para limpiar mi mente de tantas cosas. Quiero que todo esto acabe.
—¿Hice algo malo? —pregunta mientras se queda de pie junto a una silla.
—No.
Solo soy yo siendo un completo imbécil que no sabe cómo regular las emociones y la decepción al mismo tiempo.
—Nosotros... aún somos pareja ¿Cierto? —vuelve a preguntar.
Esta vez no respondo de inmediato.
¿Qué pasaría si dijera que no? ¿Cómo reaccionaría? ¿Me odiaría?
No, creo que lo que realmente me preocupa es como yo mismo voy a reaccionar ante eso.
—Lo siento. —digo, rindiéndome. —Lo siento.
Él cruza la sala hasta quedar frente a mí, me mira casi preocupado, no entiende que está pasando y las cosas siguen empeorando. Debe ser todo un lío allí dentro suyo.
—Pero no has hecho nada. —dice.
Se pone en canclillas frente a mí, como una forma muy infantil de consuelo, me mira directamente, tratando de buscar alguna respuesta que pueda aclarar sus dudas.
—Yo no soy tan buena persona. —suelto.
—Ya lo sé. —dice rápidamente. —Porque nadie puede ser tan buena persona, la gente se divide en muchas partes dependiendo la situación en la que se encuentren.
Me dicta todo eso como alguien que lleva una vida memorizado cosas.
—¿Puedo abrazarte? —pregunta cuando no ve respuesta de mi parte.
Asiento, se sienta a mi lado, se acomoda y luego me rodea con sus brazos, recargando su cabeza en mi hombro, es un abrazo cálido y algo torpe. Me recuerda bastante a otro evento.
No decimos nada, nos quedamos de esa manera por un buen rato, es cómodo, calma todas las ideas que se han formado hasta ahora, como un domador demasiado hábil. De esa manera logro relajarme, dejar que todo lo que dicen las voces simplemente desaparezcan para siempre o al menos por ahora.
Quiero que me abrace por siempre, quedarnos así toda la vida, congelar el momento para quedarme atrapado en él. Dónde nada ni nadie pueda decir nada o alterar nada a nuestro alrededor.
¿Cuándo es que yo me he vuelto caprichoso? No es así como funcionan las cosas. Debería haberlo aprendido antes.
—Aún quedan un poco menos de dos semanas de vacaciones. —digo.
—Ya sé, quiero volver a la escuela. —responde. Será el único si acaso. —Aunque será triste que ya no estés allí. Pero iré a visitarte a la universidad.
—No me refería a ello. —aclaro porque tampoco quiero pensar en ello. —Aun puedes ir a la playa, no necesitas estar siempre conmigo, puedes ir y divertirte solo.
—Ya estaré solo cuando te vayas a la universidad. —se queja. —Quiero estar contigo ahora.
Bueno, él siempre será más caprichoso en todo caso.
—Pero quieres ir a la playa, no debes limitarte solo porque no estoy a tu lado. ¿Bien?
No soy tan necesario después de todo.
—No, quiero que vayas conmigo. —se abraza de mí, como si con eso puntuará las cosas. —Además, mamá ha dicho que podemos ir cualquier otro día. Cuando te sientas mejor.
No debería ser así conmigo, no lo merezco.
Sonrió, algo enternecido y divertido por eso, las palabras de Zöe aún me causan ruido, pero por ahora, justo ahora dejo que se esfumen con el resto de ideas.
—Ah, quiero besarte. —suelto de golpe.
—Bésame. —sonríe mostrando sus dientes y saltando en su lugar.
Lo hago, un poco culpable por mi propio comportamiento caprichoso y tonto, pero también ligeramente aliviado. Ya no quiero pensar en nada más después de esto. Solo quiero irme lejos de aquí.
Lo beso, pasando por su frente y mejillas primero, una manera algo tímida de volver a pedirle disculpas porque, aunque mi lado no tan amable aún lo culpe, en realidad no es como que él sea consciente del objeto de mis dudas. Corresponde al beso de la misma manera que siempre, bastante ansioso por no habernos visto por varios días. Intento compensarlo un poco, pero será un precio que me va a costar pagar.
Gracias por leer
Parlev.
