Duraznos o naranjas
El sol iluminó los pasillos de la pensión Asakura. Había sido una de las pocas noches en la que no hubo lluvia y había amanecido despejado. Hermosa mañana, cielo claro y varias nubes. Suave brisa apreciable para los recién madrugados…lastima, en la pensión Asakura eran muy pocos lo que contemplaban el bello día.
Uno de los residentes de la misma, caminaba en los pasillos de reluciente madera. El detective llegado de Inglaterra merodeaba tranquilo. Se había levantado temprano esa mañana. La costumbre, el cambio de horario entre países, cuál sería el motivo pero…no pudo quedarse en su futón ni un rato más.
Aunque no sólo era la impaciencia de estar echado, una corazonada lo hizo levantarse y dar vueltas a la casa.
Llegó al gran jardín trasero de la casa, los ojos verdes buscando algo en particular. La presencia del joven chino fue resaltante al llegar a ese lugar. Lo entró sentado en el césped, de piernas cruzadas y ambas manos reposadas en ellas.
Caminó con sigilo hasta colocarse al lado de él. Comprobó que los ojos dorados estaban cerrados, pero que un dedo de la mano se movía inquietamente sobre la rodilla flexionada.
-Meditando talvez? – preguntó casual.
Al no obtener respuesta, alzó la cabeza al sol que comenzaba a resplandecer. Sonrió al cielo despejado. Volvió a observar al joven bajo él.
-Ren.- llamó el de cabello verde.
Abrió los ojos un poco, sin cambiar la expresión seria del rostro.- Que quieres Lyserg…
-Que estas haciendo aquí tan temprano.- se sentó al lado, en la misma posición.
-Nada que te importe.- respondió seco sin mirarlo. La vista detenida al frente.
El detective parpadeó un par de veces sorprendido.- Estás más hosco que de costumbre Ren.- agregó sonriendo un poco.- No cambiarás…
-Y eso te incumbe acaso? – los ojos ámbar estaban oscuros y enojados. Pero, no precisamente con el joven a su lado.
Diethel sólo suspiro y volvió a alzar su vista al cielo.
-Hace unos días, Ryu me comentó algo muy extraño…-comenzó a hablar, sin importarle como reaccionaría el chino.
-Ah, que bien.- se escuchó si mucho entusiasmo y casi irónico de Tao.
-Ni siquiera te he contado lo que me dijo…- vio hacer al joven una mueca con el rostro. Sonrió ante el gesto.- Me contó que.-continuó.- Muchas cosas habían cambiado desde la llegada de un de nosotros a la pensión de Yoh…
-Y eso que.- habló el violáceo.
-Pues, que esos cambios no sólo involucran a esa persona, sino a otra más: a la bella Tamao…- dijo el nombre con una suavidad y los ojos se suavizaron.
Los de él también variaron, más no se debilitaron, mas bien optó por una postura… culpable, que no se dejó ver por el otro. Cabizbajo, decidió escuchar lo que tenía que decir el shaman de la radiestesia. Este lo miró de reojo y siguió hablando.
- Admito que al principio no quise creer lo que Ryu me decía. Yo que soy detective, no quería darme cuenta de la evidencia- Ren afinó sus oídos.- Lo encontré totalmente imposible el hecho de que aquella persona pudiera estar interesada en ella. Ya que…te seré sincero- lo miró a los ojos.- encuentro a esa jovencita sumamente atractiva.
Aquel último comentario lo hizo rabiar por dentro. Por fuera seguía tan serio y distante.- Porqué diablos me estas diciendo esto.- error, talvez si no hablaba, el joven de cabellos verdes no se daría cuenta de su enojo.- No es mi problema…-le esquivó al ver que el muchacho de ojos verdes colocaba un gesto de sorpresa.
Tenía mala suerte.
Lyserg sonrió ampliamente.- Veo que esa persona también la estima mucho.- habló de forma amable, haciendo que Tao en su fastidio, se sonrojara.- Sabes, si en ese tiempo no hubiera estado tan obsesionado con derrotar a Hao, hubiera puesto toda mi atención en esa jovencita.
-Y que te detiene…- su voz sonaba pesada y su semblante grave.
-La verdad nada.- el violáceo no le entendió.
-Explícate.
El peliverde sonrió más.- No tiene sentido hablar de eso, Ren.- respondió.- Sólo se que ahora, en este preciso momento, yo no tengo nada que hacer con respecto a eso. Más aún cuando su corazón ya ha sido tomado- bajó su semblante entristecido.- Ella no me sonríe como le sonríe a él…- su voz denotaba decepción.
-No sé de que me hablas.- contestó el otro con simpleza.
El detective acomodó el cuello de su camisa.- Sí que no haz cambiado…-habló en suspiro, las facciones del rostro siempre amable se mostraron.
-Hmp.- sin mucho interés, Tao alzó su vista por primera vez en ese día al cielo. Ya había salido el prominente sol, amenazando ser un día caluroso.
-Más…-se escuchó de Diethel.- Esa persona las va a ver difícil si no se apresura.-Tao abrió sus ojos ámbar.- No tiene odio ni rencor que lo cieguen ahora y lo priven de las emociones. Esa persona debe tan sólo quitarse la venda de los ojos y afrontar la realidad, antes de que la pierda…
-Que dices…- se notaba confusión en el tono.
-Digo…-se paró de donde estaba.- Que si te animas a dejar las niñerías, Ren.- habló tan directo y hasta cierto punto mordaz, como cuando interrogaba a un sospechoso culpable de asesinato.
El shaman de la cuchilla dorada frunció el ceño e imitó al peliverde poniéndose de pie. Quedando a su altura, las miradas, una calmada y determinante, junto con otra desafiante y enojada.
-A quien demonios le estas diciendo niño, Lyserg- demandó molesto, apretando un puño delante de él.
-Yo sólo te estoy aconsejando. Tómalo o déjalo…es muy fácil.- no se dejaba intimidar. No, ahora era él quien necesitaba intimidar. Por el bien de la joven de cabellos rosados, que amó fugazmente…- Ya que esto no lo hago por ti.
La sinceridad que estaba teniendo el hombre delante de él, la encontraba sumamente odiosa.
-No tienes porqué hacerlo.- espetó- Esos asuntos no te conciernen.- comenzó a irse pero la voz le detuvo.
-Felizmente talvez, no me negaste nada de lo que dije…- sonrió ante el gesto furioso que le devolvió el chino.
-La próxima vez que te des de consejero, vete con otro que soporte tus comentarios.- y se largó, dejando al peliverde tranquilamente parado en el césped, con una sonrisa triunfante en el rostro.
-No salió como esperaba…pero aún así funcionó.- volvió su vista a la pequeña laguna que había en el jardín.- Esto lo hice sólo porque me lo pediste…Yoh.
Una hoja solitaria cayó en la cristalina agua, formando ondas que rompieron la uniformidad en ella.
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Entró a su habitación dando un portazo, que de seguramente despertó a los demás huéspedes. No tuvo ni tiempo de ir a la cocina por algo de beber. Estaba molesto por lo dicho del detective.
Quien se creía para venir a hablarle de esa manera de asuntos que no eran de su incumbencia. Asuntos que sólo le interesaban a él y que podía manejarlos por su cuenta.
Pero…¿sería verdad eso?
-Esto eso…lo que menos quería…al venir aquí.- murmuró en el silencio de su habitación. Unos rayos de luz caían sobre la cama sin tender.
La miró por unos segundos con la mirada totalmente perdida.
Por un tiempo, sólo le llamó la atención. Verla sonrojarse ante una sonrisa amable. Lo encontró similar a cuando su hermana le sonreía de esa manera o le pedía favores. No podía negarse. Algo parecido a cuando ese shaman le pedía algo, ella simplemente no podía decir que no.
Fuera una comida, fuera una toalla para después de un entrenamiento…fuese lo que fuese, ella siempre lo hacía con un gusto y felicidad, que no lograba entender.
Sonrió con ironía.
Claro que sabía el porque… más se negaba a aceptarlo. ¿Acaso estaba como el detective? No queriendo aceptar lo que se nos muestra de frente, acaso era necesario que una tercera persona viniese y le dijese lo que trataba a toda costa de evitar…
-No lo es…
No la vio crecer, notó los cambios en la figura…se dio cuenta de muchos aspectos externos pero, lo que guardaba por dentro, no podía leer la mente. No poseía las cualidades de la itako para hacerlo.
Enterarse de los secretos, de la mentira, de la farsa… uno diría que el interés se esfumaría, pero no. Por el contrario le atraía eso.
Se recostó en la cama, pateó las sábanas y se quedó mirando al techo.
-Maldita sea…
Como podía hacer entrar en razón a su cerebro. Ya no poseía esa frialdad de antes, Yoh se la había derretido poco a poco. Y la aparición de la pelirosa, simplemente lo habían vuelto otra persona.
Podía sonreír, levemente pero lo hacía. Talvez no muy a menudo, pero estaba obligado a hacerlo. Contestar un gesto a amable para con él. Llámenlo obligación, esa palabra quedaría perfecta para sus acciones.
Lo suavizaron…contra su voluntad.
Aunque muy dentro de él, era lo que deseaba. Encontrar amigos que compartieran sus ideales, compañeros confiables y que estén dispuestos a pelear juntos. Así como lo había echo en la Shaman Fight, cuando lucharon y unieron fuerzas en contra de Hao.
Se ganó amigos importantes, se ganó enemigos de temer y por último, se ganó para siempre un poderoso rival…Yoh Asakura.
- Y pensé que sólo era por comprobar fuerza…- murmuró, llevando una mano a la frente.- que idiota.
Pero la realidad era otra, quien era el verdadero estúpido. El shaman que paraba con sus ideales pacifistas o él por ser insensato… Uno se hace el tonto, el otro… no puede evitarlo.
Ella vivió enamorada de él, al menos era lo que sabía. Que creció junto con él en Izumo y que siempre estuvo a su lado hasta el día en que el shaman decidió irse de su hogar. Que ella le esperó fielmente y que fue en su búsqueda ni bien pudo. Eso se le llama devoción.
Ilusión, admiración… era lo que la muchacha sentía. Quien aseguraba que lo que él decía sentir, no era lo mismo. Talvez, tan sólo era algo pasajero. Capricho que se había formado en su niñez. Curiosidad no satisfecha…y que ahora sólo le atormentaba.
Debía de haber otra explicación…
Sus ojos color oro se abrieron de par en par y su boca se abrió. Estaba dando por realizado un pensamiento. Con fastidio cerró sus ojos y los labios se volvieron una sonrisa burlona.
- Que desgracia…- dijo en ironía.- Lyserg teniendo razón, me he suavizado….- su mano libre se cerró en puño.- Afrontar la realidad…no?
Ser sincero, le era difícil. Expresar palabras de ternura, no era su costumbre. Con las justas y podía felicitar a alguien… esto era demasiado. Se perdía en ese momento…
No, lo difícil no era afrontar la realidad… lo complicado era… era el como esta lo afectaría.
Su rostro se relajó, había estado tensionado desde que abandonó al de ojos verdes en el jardín. Irritado por sus palabras, hastiado de que ahora él fuese quien se diera cuenta de los estados de ánimo que tenía.
-Suficiente era con ese niño…
Su mente volvió a los acontecimientos ocurridos la noche anterior. Si tenía "miedo" de afrontar la verdad, fue en ese momento. Como decirle a esa mujer, a la cual ni siquiera trataba por su nombre…decirle que…
-Ni siquiera puedo pensarlo… que idiotez.
Afrontarla a ella, su realidad. En que estaba pensando el día que decidió venir. No fue sólo el deseo de ver a sus compañeros de infancia. Que lo impulsó el venir un día antes e inventar una excusa que le permitiese quedarse y verla por más tiempo que los demás.
Sentía que era su derecho, por ser sólo observador.
-No es gran cosa…
Si no lo era, porque tomarse tantas molestias. ¿Lo habitual? Para nada. Maldita insensatez…
Los cabellos violetas le tapaban el ver dorado, los apartó. Extendió ambos, manos y piernas, en la cama. Estirándose y poniéndose cómodo.
Viró hacia la ventana.
- Debí tomar algo.
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Salió de su habitación. Portaba una falda larga de color negro y una blusa rosa. Había acomodado su cabello en media coleta, dejando caer mechones en su rostro fino. Muy linda en apariencia, pero por dentro estaba cansada.
Sus labios en sonrisa.
Bajó al lugar que siempre la recibía todos los días. La cocina. Se dispuso a hacer el desayuno. Cualquier actividad era buena con tal de mantener sus pensamientos ocupados. Esperó impaciente al que resto de los habitantes se despertara y la acompañara.
Rogó talvez, que la primera persona que apareciese por la puerta no fuera el joven de ojos dorados.
Que si se encontraba molesta con él, no. Más bien sentía algo de tristeza. El sólo echo de haber estado pensando en él toda la noche pasaba, la deprimía.
Otra persona por la cual sufrir. No era eso lo que quería.
Sonrió al ver entra al shaman de la radiestesia por la puerta.
-Buenos Días Tamao.- saludó el recién llegado.
Tamamura le contestó con una reverencia cordial.- Joven Lyserg, buenos días.
- También te levantaste temprano.- comentó Diethel tomando un lugar en la mesa.
-También.- repitió la pelirosa sin comprender.
-Ren estuvo despierto desde temprano al parecer.
Un nudo se formó en al garganta de la jovencita, su mirada se ocultó y le dio la espalda al joven, quien no pudo dejar de sonreír y de sentir cierta culpabilidad.
Al cabo de unos minutos, el resto de habitantes bajaron a desayunar.
La pelirosa, siendo ayudada por Ryu, sirvió el desayuno. Faltando un puesto nuevamente por llenar.
-Parece que Ren no vendrá a desayunar.- comentó con la boca llena de arroz, el Asakura.
-Él se lo pierde.- agregó el moreno, en igual estado alimenticio.
Horokeu miraba su plato frente a él mientras bebía lentamente. Le intrigaba la actitud de él. Acaso estaba así por su culpa. Por un momento, sintió miedo que, aquella amistad que había formado con el shaman fuese a desaparecer por una riña.
No quería que pasara eso. Tenía que hablar con él.
Otra era la pelirosa, comía en silencio ante la mirada inquisidora de la esposa del rey shaman. Ella era muy astuta, cualidad que no poseía su compañero, y podía saber exactamente lo que le pasaba a la muchacha.
El sonar de los cubiertos hizo despertar a Tamao de su trance, frente a ella, Hannah la miraba inquieta.
-Quieres más pequeño Hannah.- habló dulcemente.
El rubio negó con la cabeza.
- Entonces? – preguntó.
-Te pasa algo. Al igual que a él.
Varias miradas se posaron en el niño. El rey shaman continuó comiendo pero estaba atento a lo que su hijo decía.
-…él? – sin entender, la de ojos rosas lo veía confundida.
- Que a Ren.- contestó y se metió su comida a la boca.
Ojos rosas como platos. Parpadeó para que no ardieran. Que era lo que este niño le estaba diciendo, porque compararlo con aquel sujeto.
Más trató de ocultar su sorpresa en una sonrisa fingida.
-Que le pasa al joven Ren, Hannah?
-Pues, no me quiso decir. Pero- fue cortado por la voz de la rubia.
-Hannah.- llamó esta.
Entendiendo sin palabras, el infante calló. Tamao quiso objetar, curiosa. Más una mirada bastó para que calmara su curiosidad.
-Necesito hablar contigo después del desayuno, Tamao.- fue lo único que le dijo.
Asakura seguía en su labor de seguir comiendo.
Uno de los primero en terminar de comer fue el ainu, que se levantó de la mesa agradeciendo a Tamao la comida y saliendo del cuarto en silencio.
-Ese también esta raro.- comentó Mattel al rubio que estaba a su lado, Manta.
-Sí lo sé, pero no sabría porque.- le respondió.
-Yo les podría decir.- intervino el de cabello extravagante.- pero tendrá que ser después.
-Tu sabes lo que pasa Ryu? – agregó Oyamada.
-Al menos es lo más cercano a la verdad…
-La verdad…- susurró el de ojos y cabellos verdes, dándole un vistazo a la muchacha que yacía sentada frente a él.
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Lo buscó por todo la casa, sin contar el lugar más obvio para encontrarlo, su habitación. Se paró frente a la puerta y dudó en tocarla. Debía arriesgarse a hablar con él si es que quería arreglar las cosas. Eso o perder a un valioso amigo.
Tocó un par de veces.
No hubo respuesta, así que tocó un par de veces más. Nuevamente no hubo señal de haber sido escuchado. Intrigado, abrió la puerta de golpe y logró visualizar al violáceo dándole un golpe certero al vidrio de la ventana.
Rompiéndola en múltiples pedazos que cayeron al suelo.
Usui no lograba entender y se apresuró a entrar en el cuarto.
-Que demonios…Ren que te pasa…-le preguntó exasperado.
Vio la mano sangrante y no era la única herida que se había formado. El rostro también había sido lastimado con algún pedazo de vidrio.
Inmóvil, tieso, no correspondió el llamado de su amigo. Sus ojos estaban vacíos y una gran rabia lo consumía por dentro. Necesitaba urgentemente desbordar toda esa frustración que tenía. Volteó y notó la presencia del shaman de hielo.
Sonrió maliciosamente. Ahora tenía con quien pelear.
-Basón…-llamó a su espíritu acompañante y realizó una posesión. La cuchilla de dorado resplandor se hizo presente.
-Ren..? – confundido por las reacciones que estaban surgiendo. El de cabellos azules no hacía movimiento.
-Tú querías pelear…-dijo en ironía.- Te daré el gusto.- y se abalanzó dispuesto a atacar.
Hábilmente, el shaman esquivó el ataque. Realizando también su posesión, formó un escudo para poder defenderse de Tao.
-Que te pasa! – volvió a hablar.
El semblante carente de emociones. Que pensamientos circulaban en ese momento en la mente del shaman de la China. Porque esa decisión tan sorpresiva de atacarlo. No parecía ser la misma persona.
Los dorados ojos se cruzaron con los negros de ese hombre. Se abrieron completamente. Desconcertado, clavó con fuerza la cuchilla en el piso, desapareciendo la posesión.
De rodillas cayó al suelo, jadeando.
-Ren.- volvió a llamar el ainu. Se apoyó a un lado de él.
Que le había pasado, en un momento estaba tranquilamente recostado, al siguiente estaba deseando fervientemente romperle el alma a quien se le cruzara…porque….
-Yo… no… entiendo- dijo entrecortadamente.
No podía dejar de preocuparse por él, seguía siendo su compañero. Rió un poco ante la insensatez de su amigo y la poca paciencia que tenía para sí mismo.
Lo culpaba de haberl robado la atención de la jovencita. Pensando que lo había echo a propósito, por simple competividad. Pero no era así.
Ni él mismo entendía sus acciones.
-Si serás idiota, Ren...- bufó en su preocupación.- Siento la pelea...
Sonrió ante el comentario de su amigo.- Cállate que no te sienta decir eso.- trató de sonar sarcástico pero su propia frustración mental le impedía mostrarse indiferente.
-De todas maneras...lo siento...
-Seee
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Tamao escuchó un estruendo en el techo. Se apresuró en tratar de ir hacia el lugar pero la voz del trigueño la paró en seco.
-Anna me dijo que te buscase. Quiere hablar contigo.- dijo en sonrisa, como si no hubiese pasado nada.
-Joven, no escuchó…-preguntó la muchacha.- Arriba…
-No escuché nada.- contestó en la misma sonrisa.- Mejor anda antes de que la hagas molestar.
No podía negarle.- Si, joven Yoh.- le miró con dulzura y se dirigió a la habitación en donde supuso que encontraría a la mujer de largos cabellos rubios.
La vio irse y alzó su vista el techo. Cerró sus ojos y sintió dos presencias allí arriba. Sonrió para sí al comprobar a quienes pertenecían esas presencias.
- Todos somos amigos…así debería ser siempre.
Fin del capítulo
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Muchas graciasss por todos los review y disculpenme por la demor :P jejeje espero sepan perdonarme. Espero que les guste el capitulo que he escrito y pues nada mas n.n gracias como siempre a mis lectores, a los cuales quiero mucho y sean muy felices jejeje chaufiss
