ԐEducaciónЗ
La señora Carla habla a la casa una hora después de que ha recogido a su hijo, no puedo negar que me sorprende escuchar su voz cuando contesto al teléfono, pienso en un segundo que algo malo ha pasado o en un caso mucho peor, Eren le ha contado sobre lo que pasó anoche y ahora está lista para reprenderme por hacer cosas indebidas con su adorado hijo.
Pero no, afortunada o desafortunadamente no es nada de eso.
—Será el último fin de semana libre como tal, ¿Porque no pasas estos tres días con nosotros? Aún tenemos reserva en un hotel cerca de la playa. ¿Qué dices?
Ah, yo que creía que me había librado de semejante calamidad. Pienso en alguna excusa, poner algo de intermedio para no tener que ir, cualquier cosa, pero al mismo tiempo sé que no importa que diga, al final ella va a insistir, hablara con mi madre y yo seré arrastrado por ellos. Así que no tiene sentido ponerme en guardia ante una guerra que no voy a ganar haga lo que haga.
—Hablaré con mi madre sobre ello. —es lo único que puedo decir en este momento. —Pero supongo que está bien.
—Mamá, Levi vendrá con nosotros, él lo dijo cuando fuimos a la hacienda. —escucho al fondo la voz de Eren, siendo como es.
Ya decía yo.
—Genial, entonces ¿Te parece que pase por ti mañana por la tarde? —contesta ella con esfuerzo, posiblemente se está quitando de encima al chico que quiere escuchar la conversación.
—Está bien.
Mamá se ríe de mí y dice que no siempre puedo tener buena suerte pero que con algo de eso mismo pueda pasar algo bueno durante este corto viaje. No le veo lo agradable a ello, pero no digo nada, solo arena, sol, un aroma apestoso y peces. No sé qué le ve él a eso. De hecho, es algo sorprendente, siendo como es, que pueda soportar algo tan insoportable como es ese lugar. Pero sabiendo también lo irracional y sorpresivo que es a veces, ni siquiera debería sorprenderme.
—¿Seguro estarás bien? —Mika se pone a mi lado cuando voy a lavar los platos de la cena.
—Ya he viajado con él, voluntaria e involuntariamente, no le veo lo diferente a esta vez. —replico.
—¿De verdad? —insiste. —¿Su relación es la misma en esas ocasiones y en esta?
Con la pregunta en el aire, ella se encoge de hombros mientras sale de la cocina. Complacida por haber plantado la duda en ello.
No, nuestra relación no es la misma, de hecho, es completamente diferente, ni siquiera es por el hecho de ser pareja, es esa otra cosa. ¿Hasta cuándo va a dejar de perseguirme?
Cómo prácticamente despedí a Zöe como mi terapeuta, no tengo a nadie para llamarle a estas horas y preguntarle al respecto, la culpo mentalmente por todo lo que puede y no ocurrir gracias a sus imprudencias.
Por lo que lo único que me queda en estos casos en recurrir a las dos personas en las que uno solo puede confiar para recibir respuestas confiables.
La primera, mi madre.
No tenemos una comunicación conservadora, de hecho, para evitar problemas adolescentes ella nos habló sobre muchas cosas desde niños, desde la menstruación que es un tema que técnicamente solo le interesaba a mi hermana pero que de igual forma me hizo aprender sobre ello para cuando llegara el momento y ella no estuviera a lado de mi hermana para ayudarla cualquiera que fuera la manera en que llegara la etapa. Hasta como es que se hace un bebé y como es que nace. Quizás recibir esa información desde tan jóvenes hizo que toda la curiosidad normal de la adolescencia simplemente se drenará de nosotros porque era información que ya conocíamos técnicamente y no resultaba ni nueva ni atractiva.
Por lo que sé que ella podría resolver mis dudas. Ya que jamás le ha dado miedo nada de eso, luego de su propia experiencia de embarazo adolescente, supongo que quería evitar que nosotros nos embarcáramos en el mismo barco.
Es un tema vergonzoso, pero hago mi mejor esfuerzo para no dar demasiadas vueltas y hacer que todo resulte confuso, voy directo al grano, siento como el calor me llega a la cara recorriendo mi cuello y espalda, ni siquiera soy capaz de verla a los ojos mientras le digo lo que traigo en mente.
—Vaya. —dice cuándo termino, aunque suena a qué solo lo ha dicho para que no se llene el ambiente de un silencio torturante. —¿Has visto algo sobre ello en internet?
—No, de hecho, jamás lo había pensado. La única vez que busque porno en internet fue en la secundaria, primera y única vez, se me hizo demasiado desagradable.
—No me refería a pornografía. —replica a modo de regaño y la cosa es ligeramente peor. —Debería existir algún sitio para explicar la parte técnica de las relaciones sexuales entre chicos.
Chasquea la lengua pensando en lo siguiente a decir.
—Es un tema delicado. —agrega. —Principalmente porque Eren no es un chico regular, las cosas serán diferentes para él, en todo caso deberías hablarlo directamente con él para saber que piensa, que sabe y cuál es su perspectiva del asunto. Quizás lo piensas demasiado y él solo quiere ser atractivo, hay una diferencia entre lo atractivo y lo erótico. De todos modos, ve con cuidado, no hagas nada si no estás a gusto, si te sientes incómodo o es demasiado para ti, jamás vayas más allá de tus propios límites. Aun cuando él sea insistente. Y lo mismo, al contrario, si notas que hay una insignificante seña de que algo no le gusta, debes parar y ver si puedes corregirlo o simplemente detenerte.
Lo dice seriamente, no dice no lo hagas, simplemente es un hazlo, pero bajo tus propios términos y con cuidado.
—Lo correcto sería que esperarás a qué ambos sean mayores de edad. —suspira. —Oh, eso me recuerda, este año tus cumples dieciocho, legalmente estarías saliendo con alguien de dieciséis.
Lo que hacía falta, ir contra la ley.
Al ver mi cara ella se hecha a reír.
—De todos modos. —suspira y vuelve a su postura relajada. —¿Por qué preguntas esto justo ahora?
—El viaje es mañana.
—¿Tienes miedo? Si es así, lo correcto sería no ir. No es la primera vez que haces algo por ellos de lo que no estás cien por ciento seguro de hacer. No puedes complacer a la gente siempre, hijo.
—No importa, él espera que vaya.
Tuerce los labios como si no estuviera de acuerdo.
—No digo nada porque sé que eres más independiente y sabes tomar decisiones, pero no seas tan complaciente, está bien poner límites de vez en cuando. No hagas que Eren sea dependiente de ti por tantas cosas, si algún día ustedes se separan, el golpe sería muy cruel para él. Lo dejo a tu consideración.
—Está bien. Lo sé. —siento una opresión en los hombros. —Solo quería saber que debería hacer si las cosas se ponen un poco tensas durante el viaje.
—Llévalo con calma, si notas algo que te hace sentir mal, solo aléjate, toma aire y vuelve.
Se levanta de dónde está y me abraza, como para dejar en claro cuál es su postura en todo esto.
—No hay ninguna prisa, cielo.
»Deseos de cosas imposibles«
La segunda persona a la que pensaba acudir en busca de alguna guía era Farlan, pero escuchando a mi madre en realidad me quedan pocas ganas de hacer otra charla educativa.
Pienso en serio en si debería ir o no, incluso cuando faltan horas para que pasen por mí. Pero me digo que sería algo cruel decepcionar a Eren a estas alturas, mamá tiene razón, algún límite debe haber entre nosotros, pero no será justo ahora. Ya se irá dando poco a poco y siempre puedo echar a correr si las cosas se ponen un poco intensas.
Así que arreglo mis cosas, llevando lo necesario, justo y menos impráctico. Esperando que la experiencia sea un poco más llevadera en esta ocasión.
Es hasta las cinco de la tarde cuando la señora Jaeger pasa por mí, Eren salta de su asiento hasta donde estoy, literalmente, salta, así que suelto la maleta y lo atrapó en el aire a duras penas. Se cuelga de mi cuerpo como un oso, enredando sus largas piernas alrededor de mis caderas. Pensarlo hace que la cosa resulte algo penosa, al inicio lo sostengo de la cintura, pero la postura es incómoda, bajo mis manos hasta estar más estable, pero...
—Cielo, por Dios, no hagas eso podrías provocar un accidente. ¿Levi estás bien? —la mujer sale dando trompicones.
Detengo mis manos en el aire, pensando que otra cosa podría hacer. Al final, cuando siente que se resbala, Eren baja por su propia voluntad.
—Me atrapó, mamá. —lo dice con orgullo, da un salto en su lugar con emoción.
—No vuelvas a hacerlo, podrías lastimarlo.
—Estoy bien, no hay problema. —digo como si nada hubiese pasado.
Eren lleva una camiseta hawaiana, y bermudas color beige, un cambio veraniego, de no ser por sus tenis y unas calcetas de gatos. De verdad debe amar a los gatos. Es como vestirse como un señor... Da risa.
—Vamos a la playa. —me toma de la mano arrastrándome dentro del móvil.
Gracias por leer.
Parlev.
