Advertencia: Todos los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling. Esto fue escrito solo por diversión y no fue hecho con fines de lucro.
Nota: ¡Hola a todos! Soy Sara Fénix Black, mi querida hermana está enferma, así que me ha pedido que le hiciera el favor de subirle el capítulo, espero que lo disfruten. No ha podido contestar los reviews, pero me dijo que les promete contestarlos en el siguiente chap, cuando se sienta menos malita (y yo no esté usando la compu… ¡no es culpa mía! Díganle a mis profes que no me dejen trabajos para que ella pueda publicar…). Así que, aquí está el nuevo capítulo (¡está buenísmo!), espero que le dejen muchos reviews… mimadla, que está enfermita…
Capítulo XVIII: El regreso al castillo y el nuevo espía
La noche anterior al regreso al castillo de lord Voldemort, fue consumado el matrimonio de Nymphadora y Severus. Ahora deben regresar y enfrentarse a lo que les depara el destino.
- He recibido una nota de Bulgaria… – le anunció Dumbledore a Remus – creo que el plan va a dar resultado, pero necesitaré que viajes allá para comprobar que todo esté perfecto.
- ¿A Bulgaria? – Remus estaba deseoso de partir, tenía mucho que olvidar… – ¿cuándo debo partir?
- Mañana, pero debes tener cuidado, sabes que los cazadores de licántropos son muy hábiles en esas tierras…
- No será problema, aun tengo una buena reserva de la poción matalobos mejorada que Snape preparó la última vez, evita la transformación completa, así que podré manejarlo…
- Bien, te daré la dirección de una hermana de nuestro nuevo aliado, no debes ir a su casa para evitar levantar sospechas, estoy seguro de que Voldemort lo vigila…
- De acuerdo. – Remus no ponía mucha atención a lo que Dumbledore le decía, pero la verdad es que ¿quién puede culparlo?
Albus Dumbledore, estaba preocupado por Remus. Mientras el matrimonio Snape estuvo en Grimmauld Place, el se comportó como un buen amigo, incluso de Severus, pero al irse la pareja… el ánimo del hombre lobo estaba hecho añicos. La mejor manera de hacerlo reaccionar era proporcionándole trabajo y manteniéndole ocupado; era por esa razón que lo enviaba a Bulgaria. La verdad es que no necesitaba vigilar a Viktor Krum, sabía mejor que nadie que el chico estaba del lado correcto.
Después del torneo de los Tres Magos, Viktor Krum había mantenido correspondencia con dos personas: Hermione Granger y Albus Dumbledore. Estas dos amistades se habían afianzado mucho y desde su graduación, Krum había manifestado la intención de luchar contra Voldemort. Debido a la escuela a la que perteneció, nunca reveló sus intenciones, pues tampoco quería morir joven por la causa. Esto le valió que recibiera una invitación muy cordial a formar parte de los mortífagos y Krum, aceptó. La verdad es que le atraía la idea de investigarlos a fondo y enviar la información a Dumbledore, pero la noticia de que debía trasladarse a Inglaterra con el grupo principal, había proporcionado a todos una salida. Viktor Krum sería el nuevo espía de la Orden del Fénix, si es que era posible retirar a Snape, y ahora a su esposa, sin que fueran seriamente dañados.
Además, si Dumbledore no se equivocaba, Remus podría encontrar algo más en ese viaje…
El sol ya había salido hacía unas horas. Snape se había despertado con el alba y se entretenía viendo dormir a su esposa… su esposa, su mujer, su amante, su amiga… era una delicia poder darle todos esos adjetivos a la joven que dormía a su lado. La noche anterior, había sido mágica para ambos, pero él en especial sentía que la vida volvía a sonreírle, aunque al saber que era amado por ella había recobrado las ganas de vivir, ahora que eran realmente marido y mujer, sentía que todo era posible y que todavía había esperanza.
Sabía que ese día tenían que regresar al castillo, pero no le importaba, eran solo dos días y luego, estarían en Hogwarts… El profesor de pociones se levantó de la cama y buscó entre sus ropas, que estaban esparcidas por el suelo, algo que guardaba en un bolsillo. Por fin lo encontró, en sus manos estaba una cadenita de oro blanco con un hermoso dije: una rosa de plata con una esmeralda en el centro, era una hermosa joya, había pertenecido a su primera esposa. Recordaba perfectamente como relucía ese dije en su cuello… ahora debía ser de ella… de su esposa. El lo había comprado para ella en sus años de colegio.
Silenciosamente, para no despertarla, se acercó a ella y le puso la cadenita alrededor del cuello. Se veía hermosa, ¿sería cierto que podía serse tan feliz?
Nymphadora Snape comenzó a despertar unos segundos después de que su marido le pusiera la cadenita. Lentamente se enderezó y se cubrió con la sábana, su mano derecha subió hasta su cuello y tocó el dije.
- ¿Qué es esto? – preguntó suavemente.
- Buenos días preciosa – dijo Snape besándola tiernamente. – es un dije, quiero que lo tengas, no es necesario que lo uses, solo quería ver como se veía en ti.
- Gracias… – su mirada era completamente interrogativa.
- Perteneció a Mary Ann, lo compré cuando éramos compañeros de colegio, – él se volvió y le dio la espalda a su esposa antes de continuar hablando – sé que no debería darte una joya de mi primera esposa, pero fue lo que me permitió reunirme con Dumbledore y entrar a trabajar con la Orden del Fénix en aquellos años… envié el dije con una nota, él comprendió que era lo más preciado que tenía y que si se lo enviaba era que estaba renunciando a todo para regresar al buen camino… – hizo una pausa y agregó – no tienes que usarlo, pero quiero que sepas que renuncio a todo para estar contigo… eres lo único que tiene valor para mi ahora.
Los ojos de su esposa estaban anegados en lágrimas y su mano sostenía firmemente el dije que él le había puesto al cuello. Sin soltar el dije, alargó su mano izquierda hasta colocarla sobre el hombro de su marido, que se hallaba sentado a su lado en la cama, pero de espaldas a ella. El se volvió a besarla, pero la visión que tuvo se lo impidió. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, ¡no podía ser cierto lo que veía! ¡no ella!…
- ¡Por Merlín! ¡no puede ser posible! – gritó el profesor de pociones.
- ¿Qué sucede? – preguntó ella asustada.
Él tomó el brazo izquierdo de su mujer y le dio suavemente la vuelta para que pudiera ver el interior de su propio antebrazo, ahí, negra como la muerte, estaba la marca tenebrosa…
- Aliance, ¿crees que es apropiado que recibas a un hombre lobo en tu casa? Sé que te dedicas a estudiarlos pero no creo que sea indicado que venga a vivir aquí, aunque sea temporalmente.
- ¡Por Merlín Viktor! Estará aquí solo un par de semanas… – contestó la mujer bastante molesta.
- ¿Y habrá luna llena en esos días? – preguntó a su vez Viktor Krum, el gran jugador de la selección búlgara de Quiddich.
- ¡No! – respondió Aliance.
- Pero no sabes si va a tener que quedarse por más tiempo… los licántropos que has estudiado no estaban viviendo contigo en la misma casa ¿o sí? – interpeló Krum.
- Aunque la luna llena estuviera en ese período, eso no me impediría aceptarlo en mi casa – aseguró ella – sabes que me dedico a estudiarlos y a buscar una cura para su mal, tengo a mano todas las pociones necesarias para evitar que sean violentos en ese período del mes…
- ¡No quiero que te pongas en peligro! – aseguró Viktor dispuesto a continuar con la discusión.
- ¡Ya basta! – dijo la mujer mirándolo fijamente y hablando con un tono de voz muy bajo, pero que no dejaba lugar a réplicas – no te estoy pidiendo permiso para esto, este hombre lobo trabaja para Albus Dumbledore y tú confías en él ¿no? Pues yo también, eras solo un niño cuando yo estudié en Hogwarts y puedo asegurarte que si él me dice que ese hombre es de fiar, yo le voy a creer.
- Bueno, supongo que no voy a convencerte…
- No, ¡no lo harás! – aseguró ella sonriente – espero a mi huésped a partir de la otra semana.
- Bien, yo tengo que irme. Debo estar en el castillo del señor Tenebroso mañana en la mañana, ¡comienza el juego, hermanita!
- Solo espero que en este juego también seas el mejor jugador…
Viktor Krum y su hermana Aliance Krum, eran muy unidos. Aliance se había criado en Inglaterra con la hermana menor de su madre, por este motivo ella había estudiado en Hogwarts y conocía a Albus Dumbledore. Sus padres se habían mantenido en Bulgaria y ella les escribía regularmente y les visitaba un par de semanas cada vez que tenían vacaciones de cambio de año lectivo. Su estancia en Hogwarts había sido muy interesante, tenía muchos gratos recuerdos de esa época: podía recordar las horas que pasó leyendo en la biblioteca, las amigas que había conocido en esa época, las bromas que presenció, sobre todo las que los Merodeadores gastaban a los Slytherin y los amenos ratos que pasó investigando todo lo posible acerca de los licántropos. Dumbledore cultivó ese gusto en ella, sabía que le interesaba el tema y cuando la veía en los pasillos conversaban sobre los hombres lobo.
Su ritmo de vida en Hogwarts fue interrumpido cuando cursaba el sexto año. Su padre le avisó que su madre estaba embarazada nuevamente y que las cosas no iban bien. Al llegar las vacaciones, Aliance se trasladó a Bulgaria, en esa época nació su hermano, murió su madre y solo dos meses después murió su padre… Así con solo 17 años se vio con un niño en los brazos y su último año escolar por delante. Con ayuda de su tía, Aliance terminó su colegio y regresó con su hermano a su Bulgaria natal a labrarse una vida allá con lo que sus padres les habían heredado. La vida fue buena con ellos y podía decir que se sentía orgullosa de lo que había conseguido, para ella y para el pequeño Viktor.
- ¡No puede ser! Esto no tenía por qué suceder… – decía incrédulo Severus Snape – no tiene sentido…
- ¿Por qué crees que sucedió? – preguntó su esposa tranquilamente.
- No lo sé, ¡no tiene sentido! Nunca oí hablar de algo semejante. Bueno, con Mary Ann no podía suceder porque ya estaba marcada, pero el resto…
- Probablemente los otros matrimonios eran entre mortífagos y ambos tenían ya la marca… – sugirió la chica – también podría deberse a que sus mujeres no estaban en contacto contigo y por eso no lo notaste, ¡no te preocupes por esto!
- ¿Cómo quieres que no me preocupe? ¡Tienes la marca tenebrosa en tu brazo! Él puede saber dónde te encuentras a cada momento y convocarte con solo un toque en la marca de alguien más… esto es una catástrofe… – la cara de Snape un abatimiento mayor que el que denotó al morir su primera esposa – ¡¡Perdóname!!
- Pero ¿qué dices? No hay nada que perdonarte, no ves que esto solo es una consecuencia. Lo que pasó entre nosotros es lo que realmente me importa, ¡y yo quería que sucediera! Si este es el precio que tengo que pagar por ser tu mujer, estoy feliz de pagarlo, ¿no comprendes que te amo? – la joven hablaba con tanta convicción que el profesor de pociones solo acataba a mirarla atentamente sin contradecirla o aceptar lo que decía.
Lentamente Nymphadora se acercó a su marido y lo rodeó con sus brazos, ¡tantas veces había sido consolada por él en los últimos días!, realmente le parecía justo que ella pudiera hacerlo con él en esos momentos. Eso es parte de su amor, que se brinden consuelo cada vez que lo necesiten.
- Creo que esto explica porqué Voldemort insistía tanto en la consumación del matrimonio… – dijo Snape – ahora eres definitivamente una mortífago…
- Te equivocas, ni tú, ni yo somos mortífagos, ni vamos a serlo nunca… somos libres porque nuestro corazón no está con él. Tu corazón está conmigo y el mío está contigo y ambos están avocados a luchar contra lord Voldemort. El único inconveniente es que ahora tendré que usar siempre mangas largas… – bromeó ella.
Snape hizo una mueca más que una sonrisa, pero le devolvió el abrazo a su esposa. Por lo menos ella no lo culpaba por lo que ahora habitaba en su antebrazo izquierdo.
Remus Lupin elaboraba una lista con las cosas que debía llevar a Bulgaria. No quería ser una carga para su anfitriona; por otro lado, tampoco quería llevar más de lo que necesitaba.
Dumbledore había mencionado que la mujer que lo recibiría era hermana de Krum, su nombre es Aliance Krum, el nombre no era muy común. Él recordaba a alguien con ese nombre en sus años de escuela, pero claro que no podía ser la misma persona, probablemente la hermana de Krum habría estudiado en la misma escuela de su hermano… En fin, recordaba a una chica con ese nombre, era una ravenclaw y si la memoria no le fallaba, era una joven muy hermosa. Él siempre le temió, tenía una extraña afición por los licántropos y casi podría jurar que lo tenía en la mira, pero la verdad es que nunca dio señales de saber realmente su verdad…
Suponía que no tendría que estar más que dos semanas en su casa, en ese período no habría luna llena, pero debido a la naturaleza de su misión, ignoraba si tendría que mantenerse más tiempo en Bulgaria. No le temía a los cazadores de licántropos, teniendo en su poder la poción matalobos podría pasar la transformación en su habitación sin molestar a nadie; solo esperaba que su anfitriona no se molestara por su falta de sociabilidad en esos días.
Tenía que llevar a buen término su misión. Comenzó por escribirle una nota a su futura casera. En ella le indicaba que llegaría exactamente el 26 de agosto, tres días después de enviada la nota, al final había rechazado regresar a impartir defensa contra las artes oscuras en Hogwarts y por lo tanto podía hacer el viaje sin presión de tiempo. En la carta, le agradecía a la señorita Krum la hospitalidad que le brindaba y le aseguraba que no tendría queja alguna de su inquilino. En fin, ¡todo por la diplomacia!
A Nymphadora Snape no le costó mucho levantar el ánimo de su esposo. La verdad es que una vez asumido que no había vuelta atrás en lo sucedido, lo único que les quedaba era seguir adelante. Por otra parte, ya no tendrían que fingir que habían llevado a cabo la orden de lord Voldemort sin haberlo hecho, lo que de todas maneras habría sido muy difícil debido a la visible marca que la joven no tendría, de no haber consumado su matrimonio.
Luego de desayunar, la pareja se dispuso a recoger los encargos del día anterior. Se dirigieron juntos a una tienda de ingredientes inestables para pociones; el pedido de Snape estaba listo. Al salir de esa tienda, escucharon gritos:
- ¡Profesor! ¡profesor Snape! – sonaba desde el otro lado de la calle.
- Cariño, creo que te llaman – le dijo su esposa al ver que él no reaccionaba.
- Sí, creo que sí, pero no comprendo por que… – le comentó su esposo volviéndose extrañado para mirar a la persona que gritaba su nombre… entonces lo recordó. La noche anterior había hecho un encargo de última hora…
El hombre les dio alcance en un dos por tres y le tendió una caja a Snape. La caja tenía agujeros en los costados y venía amarrada con un hermoso lazo blanco y dorado que, por arte de magia, cambiaba su diseño de anillos entrelazados a palomas blancas.
- ¡Lo había olvidado! – dijo el profesor al hombre – ¿cuánto le debo?
- Nada, considérenlo el regalo de bodas de un servidor – dijo el hombre con una gran sonrisa en los labios – ¡muchas felicidades a ambos!
El profesor quiso protestar pero ya su esposa agradecía al hombre dándole un beso en la mejilla y una esplendorosa sonrisa.
- ¿Qué es? – preguntó ella cuando el vendedor se hubo retirado. – ¿Tú sabes?
- ¿Quieres saberlo? Entonces ¡ábrelo! yo ya sé lo que contiene – le dijo él seriamente.
La joven tomó la caja entre sus manos y escuchó un suave sonido dentro. Al acercarse al caja a sus ojos notó cómo se movía y algo arañaba la caja desde adentro. Entonces, abrió la caja y pudo verlo claramente. Era un hermoso conejo gris con los ojos negros, tenía un bello lazo rojo al cuello y movía su naricita tratando de oler las manos de la chica. Snape lo sacó de la caja con una mano, tomó la caja con la otra y depositó el animal en los brazos de su esposa.
- ¡Es precioso! ¿cómo se llama?
- Supongo que tendrás que ponerle nombre… – dijo él.
- Pero habías dicho que no querías una mascota… – dijo ella con una sonrisa pero un poco extrañada.
- Creo que puedo soportarlo…
- Gracias – le susurró ella al oído muy suavemente y acercándose a sus labios lo besó. Algunos estudiantes que compraban sus útiles escolares en ese momento miraban anonanados a su temible profesor de pociones besar apasionadamente a esa extraña joven… después de todo el periódico no se había equivocado esta vez… ¡eso es convivencia pacífica!
Esa era la última vez que se permitía pensar en ella… de ese día en adelante, su vida tendría que seguir y lo único que podía hacer era dejarla ir. Ella había decidido el rumbo de su vida, se había casado con Severus Snape y parecía feliz. Sinceramente esperaba que esa felicidad no se viera nunca empañada, ella se merecía toda la alegría que pudiera vivir y si era con Snape y no con él, era capaz de aceptarlo.
- ¡Se acabó! ¡Que seas muy feliz y que yo pueda olvidarte! – dijo en voz alta.
- ¿Puedo pasar? – preguntó una voz desde la puerta.
- Por supuesto profesor – dijo Lupin un poco colorado.
- Me alegra verte de tan buen ánimo – dijo Dumbledore con una gran sonrisa – dime sinceramente, ¿estás listo para tu viaje? ¿crees que todo estará a punto para partir?
- Sí, estoy seguro de que todo estará listo…
- Y, ¿si fuera necesario partir inmediatamente? – preguntó el director – ¿crees que podría ser?
- ¿Es necesario partir ya? – preguntó incrédulo.
- Sí, me temo que Víktor fue llamado por Voldemort para que se presente lo más pronto posible a Londres, si no te apuras llegarás cuando ya haya partido rumbo a Inglaterra…
- Supongo que entonces mi viaje será más reducido de lo que pensábamos…
- No, quiero que aunque él ya no esté, te tomes tu tiempo para averiguar todo lo que puedas sobre él… se que no será lo mismo con él lejos, pero creo que eso convencerá a Voldemort de las "oscuras" intenciones del señor Krum.
- Partiré esta misma noche – aseguró el licántropo.
- La siento Bellatrix, vendrán esta misma tarde – aseguró lord Voldemort a su preferida, sabía que se había consumado el matrimonio, pues ahora podía percibir la presencia de la joven como sentía la de todos los que llevaban la marca tenebrosa en su piel – vas a ser su contacto de ahora en adelante. Debes vigilarla… no confío en ella.
- Lo que usted mande, mi señor. ¿Ella se quedará en el castillo cuando Snape se vaya? – preguntó seriamente. Ella deseaba que su sobrina se quedara en el castillo, de esa manera podría vengarse… ¡ah la venganza! ¡qué dulce! No podía permitir que todo lo que la chica había hecho, aun sin querer al llegar al castillo, quedara impune.
- No, se irá con su esposo, pero tengo una misión para ella… es el momento de hacer una revisión profunda de mis súbditos y voy a hacerlo.
Eso era una dificultad para sus planes, si Nymphadora se quedara en el castillo, ella podría cumplir sus planes, pero de lejos… ya se le ocurriría algo, la verdad es que la distancia nunca le había impedido cumplir con sus juramentos. Tendría que ir resolviendo los problemas cuando se le presentaran.
- ¿Seré su contacto?
- Sí, ¡tenemos una nueva mortífago, Bella! – dijo con lo que podría haberse interpretado como un dejo de alegría si no fuera por que él no sabía lo que era la felicidad. – mis planes están funcionando, tal y como lo pensé.
Con un gesto Voldemort le indicó a la mujer que se retirara, era el momento de valorar lo que había sucedido y eso prefería hacerlo a solas.
Hace unos meses esa joven se había presentado aduciendo que quería vengarse de Dumbledore, pero él sabía que no era cierto… aunque la joven fue bastante buena para esconder sus verdaderas intenciones, su mente no fue lo suficientemente ágil para ocultarle el "odio" intenso que le profesaba al profesor de pociones. Aunque podía ser cierto que quisiera dejar a Dumbledore y formar parte de su grupo, cosa que dudaba, eso no explicaba lo que sentía por el profesor de pociones. Así comenzaron sus sospechas…
Sospechó primeramente que ella sabía que él era un espía y traicionaba a la Orden del Fénix y que por lo tanto quería vengarse de Snape poniéndolo al descubierto. Pero luego, se dio cuenta de que de querer hacer eso no habría necesitado unirse al grupo, tenía que ser algo más complicado… así descubrió que Snape era un doble espía y que la chica no creía en su fidelidad a Dumbledore.
Ahora él la tenía en su poder, sabía que era la mujer de un mortífago, con todo lo que esto significaba. En estos momentos el tenía la capacidad de conocer su ubicación y sentir un poco de sus emociones debido a la marca que estaba grabada en su piel… ahora él era su dueño.
En el siguiente capítulo la llegada al castillo, la misión de la señora Snape y el viaje a Bulgaria…
