CAPÍTULO 2: NUEVOS COMPAÑEROS

~ Cuatro años después ~

Hacía una semana que había comenzado el nuevo trimestre después de las vacaciones de invierno. El último día de aquellas vacaciones había estado nevando copiosamente y cuando había llegado a casa, sus ropas y todo su cuerpo estaba empapado y congelado. Por tanto, no fue de extrañar que al día siguiente, cuando comenzaban las clases, despertara con una fiebre demasiado alta que le obligó a permanecer en cama durante siete días.

Por las tardes, sus compañeros de la banda y varias muchachas, pertenecientes al grupo popular del instituto, se habían acercado a verle. Dio gracias a Dios cuando entre aquellas muchachas no encontró a Jun Motomiya, aunque no se libró de las tarjetas de "recuperación" que le había hecho llegar a través de sus amigos. En aquellos momentos dudó del concepto de "amigo". Por lo menos, durante el fin de semana no tuvo que escuchar ni a sus amigos sobre el retraso que llevaban con la grabación del nuevo disco, ni a las muchachas sobre cual era el mejor color para sustituir al blanco aquella primavera. El único que le había visitado, había sido su hermano T.K., quien no había aparecido durante los anteriores días debido algunos problemas con el alemán. También esos días había ido a visitarle su vecina Natsumi, una rubia de ojos azules muy guapa, cuya madre se había casado con Yôji, su amable y gracioso vecino, por intereses económicos, o al menos eso pensaba Matt.

Natsumi, al igual que Matt, tenía 18 años y asistía al mismo instituto y a la misma clase que él. El Domingo, pocos minutos después de que se hubiera ido T.K., llamó a la puerta del lujoso apartamento y Matt agradeció que su padre le hubiera negado, sutilmente, el paso, alegando que Yamato se encontraba cansado y estaba durmiendo. Malcom, el padre de Matt, y Yôji, el padrastro de Natsumi, se llevaban demasiado bien como para que el primero hubiese despachado a la muchacha de una forma brusca. Pero al igual que Yamato, Malcom no se fiaba de las intenciones de Nozomi, la madre de Natsumi, y sospechaba que Yôji pensaba de la misma manera, aunque hubiese callado y se hubiese casado con ella.

A las ocho de la mañana, la alarma de su despertador sonó como cada lunes y comprobó, con cierto alivio, que la fiebre había desaparecido, así que se dirigió a la ducha. Después de pasar diez minutos debajo del agua, salió del cuarto de baño y se dirigió a su habitación a ponerse el uniforme verde del instituto. Cuando se hubo vestido comenzó a peinarse mientras miraba por la ventana. Vio a varios muchachos y muchachas con el uniforme verde, correr hacia la estación del metro. De repente se fijo en la puerta de entrada a los apartamentos de lujo donde vivía con su padre. A pesar de ser un rascacielos y de vivir en el último piso, reconoció a la persona que se encontraba allí. Era T.K. En ese momento una muchacha pelirroja vestida con el uniforme de su instituto, salió del edificio y cogió del brazo al rubio, corriendo también hacia la estación del metro. Una sonrisa se dibujó en su cara.

- Vaya. Te has vestido. ¿Ya te encuentras mejor? – la voz de su padre le sobresaltó un poco, aunque contestó con un leve cabeceo sin apartar la cara de la ventana ni la sonrisa de su cara – ¿Qué es tan gracioso? – preguntó Malcom acercándose a la ventana y dirigiendo su mirada en la dirección de la de su hijo, pero cuando llegó ya nadie estaba en la calle.

- Nada, sólo que tu hijo pequeño ya tiene nueva novia – dijo el rubio volviéndose a su padre, quien se limitó a soltar una pequeña sonrisa – ¿Está el desayuno preparado?

- Sí, aunque no he hecho mucho. No pensé que te fueras a levantar hoy.

- No te preocupes, no tengo mucha hambre tampoco – dijo Yamato bajando las escaleras de madera del duplex y dirigiéndose a la cocina. Momentos después apareció su padre vistiéndose la americana del traje marrón que solía llevar a trabajar. Mientras cogía el maletín de piel negro de encima de la mesa, se despidió.

- Yo me marcho ya a trabajar. No vengo a comer y dudo mucho que a cenar. Posiblemente llegaré bastante tarde. El nuevo proyecto me tiene muy ocupado. Si no hay comida en el frigorífico, pide algo o vete a casa de Yôji ¿de acuerdo? – dijo Malcom despidiéndose de su hijo mientras salía por la puerta.

- De acuerdo papá – susurró solemnemente el muchacho cuando su padre ya había cerrado la puerta.

Cuando terminó de desayunar le quedaban menos de diez minutos para llegar al instituto, así que después de recoger su cartera, cogió las llaves de su deportivo y salió de casa. Mientras cerraba la puerta, vio que la de enfrente se habría.

- Buenos días. ¿Ya te encuentras mejor? – preguntó Natsumi quien también salía de casa para dirigirse al instituto.

- Sí, hoy ya no tengo fiebre y estaba un poco cansado de estar todo el día en cama – contestó el muchacho mientras se dirigía con ella hacia el ascensor. Una vez abajo se dirigió hacia el coche negro y abrió la puerta del acompañante – ¿Te llevo?

- Iba a coger mi coche, pero si no te importa... – dijo la rubia dejando ver una gran sonrisa bajo las toneladas de maquillaje que llevaba.

- Es todo un placer – comentó Matt mientras se dirigía al lado del conductor. Durante el trayecto al instituto hablaron de las cosas que había ocurrido durante la semana que él había estado ausente. Más bien Natsumi habló y él escuchó. Aunque no le importó porque era lo que casi siempre hacía: estar rodeado de un puñado de muchachas guapas pero estúpidas, cuya única preocupación era su aspecto y sentirse superiores a los demás.

Cuando llegaron al instituto todavía no había sonado la campana que anunciaba el comienzo de las clases. Mientras se dirigían al aula de dibujo, Matt observó, como cada mañana, que todas las muchachas se arremolinaban alrededor de él o le lanzaban pequeñas miradas. Él se limitaba a observar por encima del hombro a todas aquellas que no pertenecían al grupo de los populares, aunque en su momento hubiera tenido algún tipo de relación con ellas. Tenía 18 años, era el cantante de una banda que ocupaba los primeros puestos en las listas de ventas mundiales y al año ganaba diez veces más que lo que una persona normal ganaría durante toda su vida. Era normal que las mujeres se tirasen a sus pies.

Cuando ingresaron en el aula, sus amigos les esperaban sentados, bien en las mesas bien en las sillas, en las últimas filas. Allí se dirigieron y tras unos breves saludos, se unieron a la conversación. Momentos después, ingresaron en la clase tres muchachas. Dos de ellas dirigieron a la tercera hasta las filas que se encontraban en el centro de la clase.

- Éste será tu asiento en dibujo, al lado de la ventana – dijo una de las dos primeras, Kotori.

- Ya sabes, adelante están los empollones... – dijo la segunda de ellas, Miaka, mientras señalaba las filas situadas inmediatamente después de la pizarra.

- Si incrementamos el volumen y la cantidad de azufre entonces obtendremos una disolución... – se oyó decir a uno de los empollones mientras que las tres muchachas giraban la cabeza hacia el lugar opuesto. La tercera muchacha se quedó helada entonces.

- ...y detrás los populares – acabó Kotori la frase que había comenzado su amiga.

- Pues he convencido a mi padrastro para que me compre otro coche – se oyó decir a Natsumi entre los pequeños gritos de excitación de las muchachas del grupo.

- No creo que entre todas logren sumar una neurona – sentenció Miaka con un tono de burla, pero se dio cuenta que su nueva compañera no la había hecho caso. Se fijó que estaba mirando al muchacho rubio, cuya oreja izquierda estaba siendo cepillada de una forma muy sensual por los labios de una muchacha de pelo rosado, quien parecía estarle contando un secreto – Sí, es Yamato Ishida, el cantante de los "Teenage Wolves". Toda la banda viene a este curso. Dos de ellos están repitiendo por eso tienen un año más que nosotros. De todas maneras, Ishida es el más popular del colegio. Más de la mitad de la población femenina de este instituto y de toda la ciudad ha pasado ya por su cama.

- La del pelo rosado se llama Mimi Tachikawa y va a un curso inferior al nuestro. Parece ser que es el ligue de hoy. Natsumi Tômo es la rubia y la mejor amiga de Tachikawa. Ambas son las líderes de la escuadrilla "sin neuronas" – aportó información Kotori con un dedo levantado como si de una profesora se tratara. La muchacha nueva la miró y no pudo evitar reírse ante el gesto y el comentario. De repente dos jóvenes irrumpieron en la clase. El de pelo marrón alborotado se dirigió hacia atrás y el moreno hacia donde estaban ellas.

- Aquel de allí es Taichi Kamiya – dijo Miaka señalando con un gesto de cabeza al muchacho popular – Es un genio jugando al fútbol, pero nada más. Y éste – continuó pasando el brazo alrededor del cuello del recién llegado – es Keitaro Nihei.

- Encantado señorita – dijo el aludido tomando la mano derecha de la muchacha para besarla, mientras levantaba la ceja y ponía una sonrisa en su cara intentando parecer lo más atractivo posible. La muchacha sólo se limito a poner una sonrisa en su cara a la vez que levantaba ambas cejas.

- Es un caso perdido – señaló Kotori – Keitaro, te presento a Sora Takenouchi. Hoy es su primer día.

El nombre no pasó desapercibido a los oídos de Matt quien, aunque no lo hubiese demostrado, se había dado cuenta de la presencia de la nueva alumna. Dio la vuelta para mirarla y se encontró únicamente con el pelo rojo de la muchacha. El muchacho hizo el amago de levantarse, pero en ese momento apareció el profesor de dibujo.

- ¡Todo el mundo a su sitio! ¡Tachikawa! ¡A tu clase! – ordenó el profesor entrando rápidamente en el aula y sin mirar a ninguno de sus alumnos. Se conocía demasiado bien la situación. Una vez que hubo posado la cartera en su mesa se dio la vuelta para mirar a las demás personas del aula – Tachikawa, te he dicho que te largues – volvió a repetir el profesor mirando a la muchacha de pelo rosado. Ésta sólo rodó sus ojos y con cara de fastidio se dirigió a la puerta. Una vez que hubo salido, el profesor continuo – Ishida me alegró que no se haya muerto y haya decidido unirse a nosotros de nuevo. Kamiya cállese de una vez. Tômo, esto no es un salón de belleza así que, deje de maquillarse. Y Takenouchi, preséntese a sus nuevos compañeros.

- Hola – dijo la pelirroja con una leve voz, una sonrisa nerviosa en su cara y moviendo despacio los dedos de su mano. Mientras se hundía en el taburete, le dirigió una mirada nerviosa a sus nuevas amigas.

- No te preocupes – le dijo Miaka que estaba a su derecha – es así con todo el mundo.

- ¿Hola? ¿Eso es todo? – preguntó el profesor con una ceja levantada. Sora, un poco más calmada, simplemente cabeceó de forma afirmativa - ¿No quiere decir nada más? – esta vez Sora también se limitó a mover la cabeza, aunque de forma negativa – Ummm tímida... Mejor, así no hablas durante mi clase. Bueno, Sora viene de Australia, así que portaros bien con ella – dijo mirando especialmente a la gente que se sentaba en las filas del final, ya que las muchachas populares y algunos chicos del mismo grupo solían hacerles la vida imposible a los nuevos. Luego se dio la vuelta al encerado y comenzó a escribir unos cuántos ejercicios – Sacar vuestros lápices y reglas y comenzad a hacer estos ejercicios. Los quiero en una lámina A3 y a tinta, y los quiero para ayer – algunos rieron ante el comentario pero el rostro de su profesor no mostraba sonrisa ninguna.

- ¿Por la mañana o por la tarde? – comentó Sora sarcásticamente con intención de que sólo la oyeran Miaka, a su lado, y Kotori y Keitaro, que se sentaban delante de ellas, quienes rieron en silencio ante la ocurrencia. Pero para su desgracia, o fortuna, el comentario no pasó tampoco desapercibido para el profesor que seguía escribiendo en la pizarra.

- Muy ingeniosa Takenouchi. Me gusta – dijo sin volverse desde el encerado y para no ver el leve rubor que teñía de rosa las mejillas de su nueva alumna – Preferiría que me lo hubieseis entregado por la mañana, pero en vista de que no puede ser, me conformaré con el próximo día de clase – dijo mientras terminaba de escribir y se daba la vuelta para darle una amistosa mirada a Sora. Luego miró a toda la clase – Así que más os vale que empecéis ahora y me preguntéis todas las dudas que tengáis, porque en casa nadie os va a ayudar – luego volvió a su mesa y tras dar las láminas a un alumno para que las fuese pasando, puso música y se dedicó a corregir ejercicios que había en su mesa.

- Está un poco loco pero es muy majo. Nos pone música mientras hacemos los ejercicios aunque la mitad de las veces nadie conoce las canciones – dijo Kotori mientras tomaba las láminas que le pasaban.

- De todas maneras no te preocupes Sora. No te ha cogido manía por el comentario que has hecho, al contrario, le has caído muy bien – la calmó Miaka quien tomaba de las manos de Kotori las láminas y tras darle una a Sora, siguió pasándoselas a los compañeros que tenía a la derecha.

- "Dibujar el corte de la pirámide recta de base hexagonal regular de lado 30 mm. y altura 40 mm. Uno de sus lados forma 45º con el plano vertical de proyección y el centro tiene de alejamiento 35 mm., parte por un plano proyectante horizontal que forma 30º con el plano vertical de proyección y pasa del punto medio de un lado." – leyó en voz alta Keitaro el primer ejercicio que había en la pizarra - ¿Qué demonios es eso?

- Sus ejercicios señor Nihei, así que le aconsejo que se ponga a realizarlos ahora – dijo el profesor sin levantar la mirada de lo que estaba corrigiendo.

- Está en todas – dijo Sora con un tono de incredulidad en su voz.

- Es mi deber estarlo – el comentario había llegado de nuevo a los oídos del joven profesor.

- Creo que ha llegado el momento de callarme – apuntó Sora con una pequeña sonrisa.

- Creí que nunca llegaría a oír algo así de un alumno mío – dijo con un suspiro de alivio y felicidad. Los cuatro muchachos rieron ante el comentario y se pusieron a realizar los ejercicios de la pizarra. Sora sentía una mirada desde atrás y sabía perfectamente de quién era. Cuando llevaba más de media clase, Keitaro se dio la vuelta y mirando fijamente a Sora le preguntó:

- ¿Quieres salir conmigo el viernes? – Miaka y Kotori soltaron un suspiro de exasperación mientras ponían sus ojos en blanco. Sora simplemente se limitó a sonreír ante el gesto, seguramente repetido con bastante frecuencia, de las dos muchachas. También sintió, de nuevo, los ojos fijos de Yamato quien esperaba conocer su respuesta.

- Nihei, deje sus flirteos para otra clase que no sea la mía – dijo el señor Miwa, cuyo apellido había conocido Sora gracias a Miaka.

- Pero profe, si no se lo digo ahora, otro se me adelantará después – se defendió Keitaro. Miwa iba a replicar cuando un leve golpe en la ventana que se encontraba a la derecha del profesor le interrumpió. Allí se encontraba el señor Hiragi, profesor de gimnasia, de la misma edad que Miwa y uno de sus mejores amigos desde la universidad. Miwa se levantó y abrió la ventana que daba al patio.

- ¿Qué ocurre? – preguntó preocupado el profesor.

- Nada, pero... – dudó un momento al ver que toda la clase de dibujo y la suya propia le miraba expectante – ¿Puedes ir a la sala de profesores un momento?

- De acuerdo – contestó dubitativamente Miwa.

- Gracias – comentó el otro y antes de que el profesor de dibujo cerrase la ventana pudieron oír a Hiragi como daba órdenes a sus alumnos – ¡Poneros a correr alrededor del campo mientras resuelvo un asunto!

Miwa, tras cerrar la ventana, miró a la clase que rápidamente comenzó a disimular que no había escuchado la conversación. Miwa se limitó a levantar una ceja y dirigiéndose a la puerta dijo:

- Quedaos callados aquí mientras no estoy.

Una vez se hubo marchado, casi toda la clase se levantó y se puso a hablar, excepto los empollones que siguieron realizando las tareas del encerado. Matt seguía mirando fijamente la espalda de Sora. No la había visto en cuatro años y la última vez que había hablado con ella, no habían sido las mejores condiciones. Tres meses después de su marcha al extranjero, él la había llamado, tal como la había prometido, para decirla que rompieran, ya que él se había enrollado con una de sus mejores amigas, Mimi Tachikawa. Ella no lloró, tal vez fue eso lo que le hizo sentir peor, si no que con un tono alegre le dijo "Ya lo ves, yo tenía razón. Ahora, como castigo, te obligo a dedicarme una canción en tu primer disco". Luego nunca más la volvió a ver y ni mucho menos a hablar con ella. Tras dos años recorriendo el mundo, había vuelto a Japón para encontrar a sus antiguos compañeros de aventuras, cada uno con su vida y amigos, pero no a ella. Casi nunca pensaba en ella, sólo cuando veía alguna foto pensaba en los buenos momentos que había pasado con ella, pero tan rápido como venían, se iban. Pero una cosa era recordarla y otra bien distinta era tenerla delante. De todas maneras decidió no levantarse a saludarla, era lo mejor para los dos. Ya no tenían nada en común.

- Tierra llamando a Yamato – la voz enfadada y chillona de Natsumi lo sacó de sus pensamientos.

- Perdona, estaba un poco distraído – se disculpó él.

- ¿Un poco? – preguntó la muchacha aún enfadada, pero su expresión enseguida se suavizó y se convirtió en una seductiva mirada y una melosa voz – Bueno, no importa. Oye, ¿qué vas ha hacer este viernes? – dijo pasando un dedo por el pecho de él – Mi madre y Yôji, se van este fin de semana y no van a estar en casa. Si quisieras, después de salir por ahí, podías venir a dormir a mi casa.

- Tal vez – dijo secamente Yamato mientras se levantaba de su asiento y se dirigía a la ventana de su izquierda. Una vez abierta, encendió un cigarro y se apoyó en el alfeizar. Natsumi decidió dejarlo. Sabía por experiencia que era mejor no hablar con él cuando estaba molesto y no sabía el por qué.

Yamato observó como los alumnos del señor Hiragi se habían sentado en unas escaleras del patio, haciendo oídos sordos a las órdenes de su profesor. Cinco muchachos lo vieron y se dirigieron hacia él. El primero que llegó hasta la ventana fue T.K., seguido de Ken, Davis, Hikari y Yolei.

- ¿Os dejan fumar en clase? – preguntó el rubio a su hermano mayor.

- No, pero como no está Miwa, tampoco importa mucho.

- Jo, que morro – dijo Yolei con un leve sonrojo. Le gustaba Yamato, como a Hikari y como a todas las chicas de la escuela.

- Pero si tú no fumas – le dijo Matt con una pequeña sonrisa fraternal. T.K. y Ken también sonrieron levemente, mientras que Davis comenzó a reír a carcajadas, haciendo el sonrojo de Yolei más insoportable.

- Lo que Yolei quería decir, es que podéis hacer lo que queráis – dijo Kari sonrojada por tener que enfrentarse al muchacho que le gustaba, mientras veía como su hermano Tai se acercaba a la ventana y se apoyaba en ella.

- Ya salió la defensora de la justicia – dijo T.K. en tono de burla a Kari, quien se limitó a sacarle la lengua.

- Bueno, vosotros también estáis haciendo lo que queréis, porque no os veo corriendo – dijo Yamato aumentando el rojo de Kari. Luego le pasó el cigarro a Tai y se volvió a su hermano – ¿Defensora de la justicia? ¿No era de las causas perdidas?

- Que va, esa era otra causa perdida – le corrigió el rubio más joven quien tenía la manía de poner motes a todo el mundo. De repente se dio cuenta de la pelirroja que hablaba unas filas más adelante de la final en la que se encontraba su hermano – De hecho, la causa perdida está aquí. ¡Eh, rubia! – le gritó a Sora en un pequeño juego de palabras que llevaban entre ellos. La muchacha, a pesar de haberle oído y saber que se dirigía a ella, le ignoró. T.K., quien ya se esperaba ese tipo de respuesta por parte de ella, continuó – Te conozco, sé dónde vives, así que no hagas como si no supieras nada de mí.

- Creo que se está refiriendo a ti, Sora – dijo Kotori mirando a su nueva amiga.

- ¡Ventanilla! – dijo la pelirroja haciendo un gesto con la mano y sin darse la vuelta. Éste era otro pequeño juego que tenían entre ellos para ignorar lo que cada uno decía del otro.

- ¡Doble ventanilla! – dijo el rubio mientras se dirigía a la ventana que estaba a la izquierda de Sora y comenzaba a golpearla de forma insistente para que la abriera. Matt y sus compañeros le vieron alejarse hacia allí, aunque sólo el rubio prestó atención a la conversación que se desarrolló entre la pelirroja y su hermano. Sora simplemente resopló, levantando levemente unos mechones de pelo que le caían por la cara. Tras dirigir una cara de fastidio que hizo sonreír a Kotori, Miaka y Keitaro, se levantó para abrir la ventana.

- ¿Qué? – preguntó apoyándose en ella.

- ¿Me trajiste los cómics que te pedí? – cuestionó el muchacho con una cara de inocencia.

- ¿Qué cómics? – dijo Sora levantando una ceja.

- ¿¡No me los has traído!? Creo que me voy a morir. Caigo en una profunda depresión – dijo el muchacho mientras su voz se apagaba y desaparecía de la ventana hacia el suelo.

- ¡T.K.! – exclamó la muchacha mientras se asomaba por la ventana. Lo único que vio fue al rubio de cuclillas haciendo garabatos en el suelo con una rama.

- Spiderman, Batman, Superman... – murmuró T.K. por lo bajo, pero los nombres no pasaron desapercibidos para los oídos de Sora.

- ¡Ah, esos cómics! – comprendió entonces la pelirroja – No sé, están en algún lugar de las maletas. Todavía no las he deshecho.

- ¿¡De verdad!? – volvió a resurgir el joven a través de la ventana con una nueva fuerza y una nueva sonrisa en su cara. Luego lanzándose como un energúmeno a los brazos de la pelirroja, dijo – Te quiero. Eres mi ángel.

- Lo sé – dijo una sonrisa la pelirroja a la vez que intentaba zafarse del abrazo del muchacho ya que se estaba haciendo daño con la ventana. De repente un silbato se oyó en el patio a la vez que en el aula de dibujo se abría la puerta y tronaba una voz dentro:

- ¡Todos a su sitio! ¡Ishida! ¡Kamiya! ¡Tiren el cigarrillo y vuelvan a su sitio! ¡Takenouchi, siéntate! ¡Takashi deja a la chica, lárgate y llévate a tus amigos! – dijo el señor Miwa mientras se dirigía de nuevo a su mesa. Una vez sentado, volvió a dirigir la mirada a la clase – Os dije que estuvieseis callados. ¿No podéis hacer algún día lo que se os dice? – Ninguna respuesta llegó por parte de la clase, así que él mismo se contestó – No, supongo que no. Bien ahora seguid haciendo los ejercicios y en silencio.

Todos volvieron a sus láminas y ejercicios en un silencio sepulcral, que en pocos minutos se volvió a convertir en el jaleo habitual. Cuando sonó la campana que indicaba el final de la clase, todos se levantaron al mismo tiempo y se dirigieron a la salida en estampida.

- Como no estuve durante un rato en la clase, podéis entregarme las láminas el próximo lunes. En la clase del miércoles podéis seguir haciéndola y preguntarme las dudas. Ahora ya podéis largaros – dijo Miwa con un gesto de la mano y Tai, que era quien tenía el pomo de la puerta, no se lo pensó dos veces para abrirla y largarse. Uno a uno, los alumnos fueron saliendo de la clase, pero el profesor paró a dos de ellos – ¡Ishida! ¡Takenouchi! Venid aquí un momento.

Sora miró a Yamato, pero éste ni siquiera dirigió sus ojos hacia ella y con un aire de superioridad pasó al lado de ella, mientras se dirigía a la mesa del profesor.

- Capullo – comentó Sora en voz baja cuando hubo pasado. Ahora sólo estaban los tres dentro del aula.

- Ishida – comenzó Miwa – has faltado durante una semana. Espero que consigas los apuntes que hemos dado y te pongas al día. Eso es todo – dijo mirando al rubio que a su vez le devolvía una mirada de fastidio – Ahora puedes largarte – le dijo mientras le señala la puerta. El muchacho no dijo nada y se dirigió a la puerta, aunque pudo oír la conversación que se desarrollaba entre el profesor y la muchacha. Luego Miwa se dio la vuelta hacia Sora – Y tú, Takenouchi, ¿qué habéis dado en Australia? En dibujo técnico, claro está.

- Dimos todo el sistema diédrico el trimestre pasado – le informó la muchacha.

- Vaya, ¡qué rapidez! – se asombró Miwa.

- Sí, los australianos son muy rápidos – y con una sonrisa añadió – para todo.

- Tú eres japonesa, ¿recuerdas? – dijo riendo el joven profesor.

- Doble nacionalidad – dijo simplemente la muchacha con la sonrisa aún en su cara.

- Por tu historial, tienes múltiples nacionalidades. En cuatro años has recorrido todo el mundo.

- Era por el trabajo de mi madre. Tenía que estar de un lado para otro – explicó la muchacha.

- De acuerdo, ahora lárgate tú también, no llegues tarde a tu próxima clase. Tráeme el miércoles tu temario y tus apuntes – la muchacha simplemente cabeceó de forma afirmativa mientras se dirigía a la puerta con su petate. Una nueva llamada de su profesor la hizo mirar en el umbral de la puerta hacia él - ¡Ah, por cierto! ¿Qué rollo te traes con Ishida? No ha dejado de mirarte en toda la clase – Sora puso una cara de incomprensión en su cara, pero después contestó con una ceja levantada:

- Entonces creo que le gusto – y con una sonrisa desapareció del umbral, pero aún pudo oír la carcajada que soltó su nuevo profesor. Decidió en ese momento que, a pesar de loco que estaba, lo rápido que hablaba, las órdenes que daba y lo cotilla que era, le había caído bien. Al final del pasillo le estaban esperando sus tres nuevos amigos, así que se dirigió hacia ellos y juntos fueron hacia su nueva clase, historia.

- Como en todas las demás clases el único sitio libre está en las filas del centro y al lado de la ventana – le dijo Kotori mientras entraban en la clase.

- Me gusta la ventana, así puedo distraerme cuando me aburro – comentó Sora dirigiéndose a su nuevo asiento.

- Es por eso que no nos han dejado ocuparlo a los demás – rió Miaka. Sora se limitó a sonreír.

- Bueno, ya sabes, adelante empollones, detrás populares y en medio...

- ...los marginados que somos nosotros – terminó Sora con una burla la frase que había comenzado Keitaro.

- Exacto. Un diez. Bueno, entonces ¿salimos el viernes? Si no puedes el sábado también me va bien.

- ¿Nunca te rindes? – dijo Sora riendo.

- Jamás – contestó el muchacho.

- Bueno, me lo pensaré – dijo Sora como única salida para cambiar de tema. En ese momento entró la profesora de historia y la clase siguió sin ningún contratiempo, al igual que la siguiente, biología. Así paso media mañana y llegó la hora del descanso en la que todo el mundo se arremolinó en la cafetería. Sora fue guiada por las dos muchachas y el muchacho a una mesa en el fondo de la cafetería, al lado de una gran ventana.

- Bienvenida a la mesa oficial de los marginados – dijo Keitaro ofreciéndole un asiento y luego, dirigiéndose a las demás personas que estaban sentadas, siguió hablando – Chicos, os presento a Sora Takenouchi, es nueva, viene de Australia y el viernes va a salir conmigo.

Todos en la mesa rieron mientras le dirigían a Sora sus holas y se presentaban. Una vez que Sora supo todos los nombres, no se acordó de ninguno. Luego miró a Keitaro que se había sentado enfrente de ella.

- Todavía no te he dicho que sí, simplemente que me lo pensaría.

- Que más da, déjame presumir...

Matt observaba la escena desde el centro de la cafetería donde se encontraba su mesa. Numerosas muchachas le rodeaban y todas intentaban llamar su atención, aunque él estaba como ausente. De repente el beso de Mimi, lo sacó del trance.

- ¿Te ocurre algo? – le preguntó la muchacha.

- Nada – dijo mientras le dirigía una pequeña sonrisa que hizo que la muchacha se sonrojara.

Luego, todo el grupo de las muchachas populares se sentaron en la mesa apartando a las demás muchachas que allí se encontraban. Poco después, se les unieron los cinco chicos que esta mañana habían estado conversando con él en la ventana. T.K. estaba concentrado en sus libros de alemán, del que no entendía nada.

- ¿Por qué cogiste alemán si no sabes nada de él? – preguntó Matt a su hermano más pequeño sacándolo de su concentración.

- Es que había pedido francés, pero no se formo grupo por falta de gente, así tuve que escoger otro idioma.

- ¿Y por qué no el inglés?

- El grupo estaba lleno – dijo T.K. dejando caer su cabeza sobre los libros de alemán que tenía encima de la mesa – No entiendo nada y mañana tengo el examen. ¿Nadie de vosotros tiene alemán?

Todos movieron su cabeza negativamente. T.K. volvió a dejar caer su cabeza en depresión sobre sus libros. De repente una persona vino a su cabeza.

- ¡Sora! – dijo levantando la cabeza y mirando alrededor de la cafetería en busca de la pelirroja – Ella sabe alemán – una vez que la hubo localizado comenzó a recoger su bandeja y sus libros y mientras se dirigía a su mesa dijo – Perdonad, terminad de comer sin mí.

Matt le vio alejarse hacia la mesa de la muchacha, entonces aquellos ojos rojos se cruzaron con los suyos aunque enseguida ambos desviaron la mirada.

- Voy a por un refresco – dijo a sus compañeros mientras se levantaba a por él. Después de cinco minutos de cola y unos golpes con la máquina expendedora de latas de bebida, volvió a la mesa que casi estaba vacía, a excepción de sus compañeros de banda, quienes acababan de llegar y algunos compañeros de clase.

- ¿Dónde está la gente? – preguntó Kei mientras se sentaba.

- Han ido ha hacerle una visita a la nueva alumna – dijo otro de los chicos señalando con pereza la mesa de Sora, ahora rodeada por un grupo de gente. Matt y Kei se miraron y se dirigieron corriendo hacia el lugar.

Notas de la autora: Bueno, aquí está el segundo capítulo, aunque con un poco de retraso, lo siento. Quiero agradecer a las personas que me han dejado su review, es bueno saber que al menos alguien me lee. Aquí os dejo mis contestaciones:

Mi Koushiro Yamato: Muchas gracias por tu review, aunque creo que te has adelantado a los acontecimientos. No era exactamente un Mimato y un Taiora lo que tenía en mente, así que no te preocupes ^_^

Yaiza: Muchas gracias por lo de que escribo bien, siempre es un placer para un escritor aficionado que le digan eso. En cuanto a lo del Sorato... sinceramente, no sé como va a acabar. Habrá que esperar a ver el rumbo que toma mi imaginación según avance la historia.

Carla morgendorffer: Aquí tienes el segundo capítulo. Al igual que a Yaiza muchas gracias por el cumplido, me agrada que os guste mi forma de escribir. De todas formas siento si te ha hecho recordar algo desagradable que te haya ocurrido, perdón.

Agradezco a toda la gente que lee este fic por el simple hecho de mirarlo. Por favor dejar vuestros reviews, saber que hay personas que leen mis historias aumenta mi autoestima a la hora de escribir ^____^