CAPÍTULO 3: PEQUEÑOS INCIDENTES

Cuando Sora había dirigido la vista hacia T.K., sus ojos se habían cruzado con aquella mirada fría azulada, antaño cariñosa y tierna. Luego había apartado la vista inmediatamente. En dibujo técnico le había quedado muy claro que aquel chico dulce que había conocido ya no quería saber nada de ella, ni siquiera como amiga. Tal vez si hubiese sido popular, él la hubiera dirigido la palabra. Pero no era el caso y ella tampoco quería que lo fuera.

- ¿Me hacéis un sitio? – preguntó T.K. con una irresistible sonrisa a la vez que sacaba de sus pensamientos a Sora. Todos lo miraron con ojos muy abiertos, aunque no se negaron a su petición. Sora se apartó a un lado mientras dejaba un sitio al rubio – Gracias.

- ¿Qué te trae por aquí, pelirrojo? – preguntó Sora al muchacho.

- Necesito ayuda con el alemán – dijo el rubio con un rostro lleno de súplica mientras plantaba sus libros delante de la ensalada de la muchacha.

- Está bien – suspiró Sora. Luego se acordó de las demás personas que estaban en la mesa – Chicos os presento a T.K. – dijo mirando a los demás – T.K. estos son... – Sora se quedó sin palabras ya que no recordaba ningún nombre, así que decidió salir del apuro – Bueno, ¿por qué no os presentáis vosotros mismos? Seguro que a T.K. le gustará más.

- Oh vamos, te los han presentado no hace ni diez minutos y ¿ya no te acuerdas de ningún nombre? – se burló T.K. mientras Sora le sacaba la lengua. Todos en la mesa rieron y se fueron presentando uno a uno. Después de unas pequeñas bromas por parte de todos, el rubio y la pelirroja se pusieron a echar un vistazo a los libros mientras los demás en la mesa entablaban diferentes conversaciones. Al cabo de unos minutos una voz arrastrada los saco a todos de sus asuntos.

- ¿Tú eres la muchacha nueva? – Todos en la mesa levantaron la cabeza para ver a un grupo de muchachas y muchachos, liderado por Natsumi y Mimi, que les miraban con superioridad y desprecio al mismo tiempo, pero que fijaban su atención sobre todo en la muchacha pelirroja. La voz correspondía a una muchacha de pelo azulado que apoyaba una mano en la cadera ladeada levemente y que esperaba impacientemente una respuesta. Sora no respondió y pasó su mirada por toda la escuadrilla. Tras sostener un momento la mirada de Natsumi, se fijo en tres muchachas. Antaño habían sido buenas amigas suyas, pero en ese momento parecía que habían cambiado sus preferencias. Mimi, Hikari y Yolei miraban sorprendidas a la pelirroja, pero después tuvieron que desviar la mirada de aquellos ojos rojos dolidos y acusadores.

- ¿Y a ti qué te importa? – respondió finalmente la muchacha volviendo a los libros de alemán. Todos los allí reunidos, excepto T.K., la miraron con cara sorprendida. La muchacha de pelo azulado sintió que el rojo cubría sus mejillas y la ira hervía por debajo de sus venas.

- ¿Cómo te atreves? – dijo la muchacha acercándose y levantando la mano para golpear la mejilla de la pelirroja. Una mano cortó la trayectoria del impacto - ¿Qué demon...? ¡Tai! ¿Qué haces?

- Ya vale – dijo el muchacho de pelo alborotado.

- Pero... – intentó replicar de nuevo la muchacha.

- ¡He dicho que ya vale! ¿No entendéis? – repitió el muchacho mientras la miraba – Ahora largaos – dijo mirando a todo el grupo, pero sobre todo dirigiendo sus ojos decepcionados a su pequeña hermana. Uno a uno, empezando por Hikari, Mimi y Yolei, se fueron largando del lugar. Cuando no quedó nadie, excepto los que se encontraban anteriormente en aquella mesa, Tai se volvió hacia la muchacha – Menudo recibimiento ¿eh? – le dijo el muchacho dirigiéndola una sonrisa. La pelirroja simplemente le devolvió la sonrisa – Te marchas cuatro años, nadie sabe nada de ti y cuando vuelves, montas este follón.

- Siempre me ha gustado destacar – comentó la muchacha abrazando a su antiguo amigo.

- Cuando dijo Miwa quién eras nunca pensé que pudieras ser tú, hasta que éste – dijo revolviendo con la mano el pelo de T.K. – se acercó gritándote como energúmeno.

- ¡Eh! – se quejo el rubio – Sólo estaba protegiendo mis intereses.

- Lo ves, eres un energúmeno T.K. – se burló Sora a lo que el muchacho sólo le dirigió un pequeño gruñido.

- Bueno, voy a comer algo. Otro día me cuentas lo que has hecho durante estos años ¿vale? – dijo el muchacho mientras se dirigía a la mesa donde estaban sus compañeros de equipo.

- Me da la sensación que ese día no va a llegar nunca – comentó de pasada la pelirroja.

- ¿Estas bien? – preguntó de pronto otra voz. Sora lo miró y vio a Kei. Luego vio a Yamato que se alejaba de espaldas hacia la salida.

- Sí, gracias. Tai me ha ayudado – dijo la muchacha volviendo la mirada al muchacho.

- Matt y yo nos hemos preocupado al ver que toda la gente que había venido a esta mesa. Ya sabes como pueden ser a veces, por eso hemos venido – dijo señalando con una mano el sitio vacío que en ese momento debiera estar ocupando Yamato. Cuando el muchacho vio las miradas extrañas que le dirigían los de la mesa se percató de la inexistente presencia de su compañero - ¿Matt? – dijo girando la cabeza alrededor de  toda la cafetería, pero lo único que pudo percibir fue al muchacho rubio salir de ella. Luego con una leve disculpa se dirigió al lugar por donde había desaparecido el rubio.

- ¡Qué simpático! – comentó Sora.

- Claro, porque le molas – comentó T.K. sin apartar la mirada de los libros de alemán. Cada vez entendía menos.

- ¡No digas estupideces!

- No digo estupideces, simplemente los hechos – comentó T.K. tranquilamente pero cada vez más confuso por la lengua que pasaba delante de sus ojos – Creo que ya le gustabas hace cuatro años.

- ¡Por Dios T.K.! ¿Qué te acabas de tomar ahora? – dijo la muchacha señalando el vaso que reposaba sobre la bandeja del rubio - ¿Cerveza? ¿Vodka? ¿Algo que tuviese alcohol?

- ¿Podemos dejar tu vida y volver a mi alemán? – preguntó el rubio intentando parecer molesto. Momentos después siguieron mirando los libros sin interrupciones hasta que poco a poco las palabras comenzaron a tener sentido en la mente de T.K. Cuando faltaban menos de cinco minutos para el final del descanso, T.K. ya entendía bastante de alemán, aunque no el suficiente, por lo que decidieron verse en casa de Sora aquella tarde. En ese momento apareció la profesora de alemán de T.K., la señora Holfman, acompañada del señor Miwa. Ambos se pararon delante de la mesa y la profesora se dirigió a T.K.:

- Bueno Takeru, espero no verte copiando en el examen de mañana.

- Yo también lo espero profesora – dijo el rubio con un suspiro de resignación mientras todos los de la mesa y los dos profesores soltaban una carcajada. Incluso los que pasaban por allí y pudieron oír la conversación también rieron.

- ¿Tan mal te va en alemán? – preguntó Miwa al muchacho.

- En todos los exámenes que ha hecho ha sacado ceros – le contestó la señorita Holfman.

- No diga cero profesora que suena muy mal. No sé, diga... conjunto vacío – otra carcajada se dejó oír en la cafetería. Por aquel entonces una cantidad de curiosos se habían reunido alrededor de la mesa.

- Takashi, a pesar de lo molesto que llegas a ser a veces, eres un buen estudiante – dijo el señor Miwa.

- ¿Y eso cómo me lo tomo? ¿Como un halago?

- ¿Por qué has sacado ceros en alemán? – siguió el profesor de dibujo haciendo oídos sordos al comentario sarcástico proferido por el rubio.

- Pues porque no hay notas más bajas – dijo sin darse cuenta la pelirroja. La risa volvió a inundar la cafetería. T.K. le dirigió una mirada asesina a Sora por lo que ésta decidió retirarse antes de que empezaran a insultarse o a lanzarse comentarios sarcásticos como siempre solían hacer. La mañana continuó y Sora pudo conocer a sus profesores de física, química y matemáticas. En esta última, tuvo que realizar un examen que estaba fijado desde el trimestre pasado. El profesor la dijo que si no lo aprobaba no le contaría en el boletín de notas, pero si por el contrario tenía éxito, sería una nota más en su evaluación. En cualquier caso serviría de barómetro al profesor. Pero a pesar de la sorpresa inicial por el examen, Sora no sintió que éste le hubiese salido muy mal.

Quince minutos antes del final de las clases, Sora se levantó y entregó el examen. Fue la primera en hacerlo y el profesor, al no ver la necesidad de que se quedase más tiempo, la dejó marcharse. Minutos después, Matt entregó también su examen, pero cuando salió al pasillo, Sora ya no se encontraba en él. Con un poco de pereza se dirigió al aparcamiento, hacia su coche. Mientras se apoyaba en una puerta de éste, encendió un cigarrillo. Decidió esperar a Natsumi e ir a comer a casa de Yôji. Después de todo Xuan, la cocinera china de su vecino, preparaba la mejor comida que hubiese probado. De hecho, el servicio en todas las casas de Yôji era una mezcla de nacionalidades. Matt y su padre no tenían sirvientes, únicamente una muchacha que hacia la limpieza tres veces por semana, y mucho menos más de dos casas. No es que no pudiera permitírselo, al contrario, sólo que no lo creían necesario. Matt también pensaba que, de no haberse casado con Nozomi, Yôji tampoco tendría ningún sirviente y viviría en una casa más pequeña que el duplex o cualquiera de las otras casas que tenía. Pero esa no era la realidad y Yôji había contratado a todas las personas que le habían caído bien en sus viajes para trabajar para él.

Tras una espera de más de diez minutos y dos cigarrillos, Natsumi se acercó al muchacho seguida de Mimi y todas sus amigas. Tras unos minutos más de charla, Natsumi y Matt se despidieron de las muchachas. Un ceño que se produjo en la cara de Mimi fue borrado por el beso de Matt. Pero esta vez el ceño se formó en la cara de las demás muchachas. Cuando llegaron a los apartamentos, Matt entró un momento a su casa para cambiarse y cuando se dirigió a la casa de su vecino, la mesa ya estaba puesta. Nozomi estaba sentada presidiendo la mesa y su hija estaba a su derecha.

- Adelante Yamato, siéntate – dijo la mujer señalando el asiento de su izquierda.

- Gracias – dijo el muchacho mientras se sentaba. Se dio cuenta que otro plato más estaba sobre la mesa, lo cual era bastante extraño ya que Yôji casi nunca venía a comer. Era un adicto al trabajo, como su padre. Supuso que había sacado tiempo para venir a comer.

- Como parece que nadie más nos va a acompañar será mejor que comencemos sin esperar – dijo Nozomi con un tono molesto – Decidle a Xuan que ya puede servir la comida.

Dos hombres se retiraron de la mesa hacia la cocina e instantes después volvieron dispuestos a servir el alimento. La comida transcurrió sin ningún percance. Nozomi, Natsumi y Matt hablaron durante todo el tiempo, pero para éste último no paso desapercibido el nerviosismo de las dos mujeres y como la madre de su compañera miraba de vez en cuando en dirección a la puerta. A lo mejor Yôji estaba tardando más de lo previsto.

Después de la comida, Nozomi se disculpo y los dejó solos, alegando que iba a descansar, y ellos se tiraron en el sofá del salón. Natsumi se apoyó en el pecho de Yamato en un acto de seducción que a él no pareció importarle.

- ¿Qué os pasaba hoy a tu madre y a ti? Estabais nerviosas mientras esperabais a Yôji. Ya sabéis que él es como mi padre; dice que va a venir a una hora y aparece tres horas más tarde – dijo el rubio mientras hacia zapping en la pantalla de plasma que colgaba delante de ellos.

- No, no era a Yôji a quién esperábamos – dijo la muchacha con un susurro. Cuando iba a continuar, el timbre de la puerta la cortó. Los pasos rápidos pero elegantes de Nozomi se dejaron oír por toda la casa. Xuan, saludando a los dos muchachos, se dirigió también a la puerta.

- ¿Sabes qué hora es? – oyó Matt preguntar a Nozomi.

- Las cuatro en punto pasadas, ¿por qué? – dijo otra voz que también Matt reconoció al momento.

- En esta casa tenemos un horario, y el de la comida es a las tres en punto – dijo  enfadada Nozomi.

- Perdón, no lo sabía su alteza. Lo tendré en cuenta la próxima vez que tenga la imperiosa necesidad de almorzar con vos y su hija – dijo la otra persona con sorna mientras pasaba delante de la mujer en dirección a las escaleras del salón y saludaba a Xuan.

- ¿Dónde has estado? – preguntó de nuevo Nozomi con aire autoritario. Ahora Matt podía ver a las dos figuras en la puerta del salón y confirmó sus sospechas. Ninguna de las dos les había visto, por lo que decidió dejarse de juegos con Natsumi y enderezarse en el sofá. En la puerta, Nozomi esperaba con los brazos cruzados mientras miraba a la muchacha pelirroja y Xuan se quedaba un poco rezagada.

- ¿Perdón? – preguntó con incredulidad Sora a la mujer.

- No vuelvas ha hacer que repita. Te he preguntado que dónde has estado – dijo de nuevo la mujer con un ceño más profundo en su cara.

- No creo que sea de tu incumbencia, Nozomi – dijo la muchacha mientras se daba la vuelta y veía a sus dos compañeros de clase sentados en el sofá. Tras la pequeña sorpresa inicial se dirigió a las escaleras hasta que la voz de Nozomi volvió ha pararla.

- ¡No me des la espalda, maleducada! – exclamó la mujer con furia. Sora simplemente puso una cara de fastidio mientras miraba a la mujer – Debes obedecerme.

- ¿Por qué no dejas de montar el numerito delante de tus invitados? – dijo la muchacha con un gran bostezo que intentó ocultar con su mano izquierda. Acto seguido un gran rubor cubrió el rostro de la mujer que se marchó de la habitación maldiciendo en voz baja. Una sonrisa fugaz y cómplice pasó por el rostro de Sora y Xuan.

- Señorita Sora, durante la comida hemos servido arroz ¿desea que le prepare otra cosa? – preguntó la vieja mujer.

- No, no te preocupes. El arroz estará bien, gracias Xuan – dijo Sora mientras volvía a subir las escaleras.

- De acuerdo, mandaré que le preparen el plato y los cubiertos en el comedor – dijo volviéndose Xuan a la cocina.

- No hace falta, comeré en la cocina en un bol y con palillos, gracias – dijo Sora mientras desaparecía en el rellano del primer piso. Luego Xuan también desapareció en la cocina. Entonces Matt miró a Natsumi en busca de una explicación. La muchacha suspiró y comenzó su relato.

- Es la hija del primer matrimonio de Yôji. Llegó ayer por la tarde, por eso te fui a ver, para contártelo. Su madre la estaba llevando por todo el mundo debido a su trabajo y ella cada pocos meses tenía que cambiar de colegio, idioma y amigos, si es que tenía alguno. Yôji y su madre decidieron que era mejor que tuviera un sitio estable, así que vino a vivir con nosotros. Nos conocíamos de antes y no nos aguantábamos, así que imagínate ahora – dijo la muchacha. Matt simplemente permaneció en silencio. Cuando había conocido a Yôji Takenouchi, nunca pensó que ese apellido implicara que fuera el padre de Sora. Cuando el se había ido hace cuatro años, su ex–novia no le había dicho nada de que sus padres estuviesen separados.

- Natsumi, ¿hace cuánto se separó Yôji de su primera mujer? – preguntó Yamato intentando parecer desinteresado.

- Hace cuatro, creo... ¿por qué?

- Nada – murmuró el muchacho mientras se sumía en sus propias reflexiones. Así que era eso, cuando él se había ido, los padres de Sora se habían separado o estaban a punto de hacerlo. Y ella, no le había dicho nada. En aquel entonces Matt sólo conocía a la madre de Sora de hablar ocasionalmente con ella mientras esperaba a su hija para salir, pero a su padre no lo había conocido hasta hace dos años, sin ni siquiera saber que era él.

- ¿Te ocurre algo? – preguntó otra vez Natsumi al muchacho con un ceño en su cara.

- No, no te preocupes – dijo el muchacho saliendo del trance. De repente, unos golpes en la escalera les obligaron a mirar hacia atrás. Allí, Sora bajaba saltando las escaleras de tres en tres y haciendo mucho ruido con la intención de molestar a Nozomi, quien intentaba descansar. La muchacha había cambiado su uniforme por unos pantalones largos y una camiseta de tirantes que componían su pijama. Su atuendo lo completaban un par de muñequeras, unos zuecos y dos coletas. Cuando llegó al rellano del salón miró hacia arriba y cuando un grito, proveniente de la habitación de la madre de Natsumi, se hizo oír, una sonrisa se dibujo en su rostro.

- Tu madre está muy estresada ¿no? – dijo mirando a Natsumi y dirigiéndose a la cocina. La rubia la dirigió una mirada asesina y a punto estuvo de salir tras ella, si no fuera porque Yamato la paró y la obligó a sentarse de nuevo en el sofá

- Tranquilízate Natsumi, Sora tiene un carácter un poco especial – intentaba calmarla Matt, pero cometió un pequeño error.

- ¿Y de qué la conoces tú, eh? De verla esta mañana en clase, de nada más. No sabes como es, ni lo que voy a tener que aguantar. Ella nos odia a mí y a mi madre... – pero una voz cortó la frase que había comenzado.

- Es: "a mi madre y a mí", inculta – comentó Sora asomando la cabeza por la puerta de la cocina aunque enseguida volvió a entrar. Natsumi volvió ha hacer el ademán de levantarse pero Yamato volvió ha agarrar su muñeca y la obligó a sentarse de nuevo. Tardó casi diez minutos en calmarla mientras ella le explicaba que no llevaban ni dos días juntas y ya tenían ganas de matarse la una a la otra.

- Encima Yôji hace como si no pasara nada – dijo sollozando la rubia. Yamato no pudo ocultar una pequeña sonrisa. De tal palo, tal astilla. Luego se levantó y dirigiéndose a la cocina le dijo a Natsumi:

- Voy a traerte un vaso de agua, pero tranquilízate ¿vale? – y el muchacho entró en la cocina viendo el leve cabeceo de la muchacha. Cuando volvió la cabeza, lo primero que vio fueron aquellos ojos rojos. Sora estaba al final de la alargada mesa donde se solía preparar la comida, sentada en un taburete con las piernas cruzadas sobre la base y en la mano derecha los palillos, mientras que en la izquierda tenía el bol de arroz. Yamato se sorprendió, no conocía a nadie que pudiera sentarse al estilo indio sobre un taburete. Tras la sorpresa inicial, Sora se llevo los palillos a la boca mientras decía:

- Tienes un intruso en la cocina, Xuan.

La mujer china y los otros dos sirvientes, Wang y Tsai, miraron al joven rubio y después con una sonrisa la mujer se acercó a él, mientras los otros dos seguían mirando un crucigrama de una revista.

- ¿Qué desea, señorito Ishida? – antes de que pudiera contestar una pequeña tos, que intentaba ocultar una risa, vino del final de la mesa. Xuan dirigió una mirada severa a Sora, pero enseguida volvió a mirar al muchacho con su anterior sonrisa.

- Agua, si no te importa Xuan.

- Ahora mismo se la llevara Wang – contestó la mujer mientras el aludido ponía una cara de fastidio mientras que Tsai y Sora lo miraban con diversión.

- No te preocupes Wang, – dijo Matt con una sonrisa porque tampoco había pasado desapercibida para él la cara del sirviente – puedo llevar yo los vasos.

- Bien, en ese caso, saca el agua del frigorífico mientras yo traigo los vasos – dijo la mujer mientras se dirigía al armario donde se encontraba la cristalería. Wang dirigió una mirada de agradecimiento al rubio a la vez que éste se dirigía a por el agua.

- Ya te vale Xuan, primero mandas a Wang llevar el agua y ahora al "señorito Ishida" le obligas a cogerla a él mismo – dijo Sora con sorna mientras en la cara de los otros tres chicos también se dibujaba una sonrisa. Xuan la miró directamente a los ojos y simplemente la dijo:

- Siéntate bien, que te vas a caer – la risa salió sin pensarlo de los cuatro más jóvenes. Xuan había recaído en su error y para ocultarlo había cambiado de tema.

- No puedo caerme porque estoy en perfecta armonía con los palillos, el arroz, la mesa, el taburete, el ambiente... en fin, con todos los elementos de esta habitación – dijo Sora intentando dar sentido a su estúpida explicación. Todos en la sala la miraron con las cejas levantadas a lo que ella simplemente se encogió de hombros. Entonces Tsai la tocó con un dedo en un costado, haciendo que ella saltara por la sorpresa y las cosquillas, provocando que el bol de arroz cayese de su mano. Sora vio con decepción cómo los granos de arroz se desperdigaban por el suelo, mientras una carcajada general se oía en la cocina. Luego Sora volvió a levantar la mirada y se encontró con la de Xuan, que intentaba ser seria. Sora apretó los labios en una pequeña sonrisa y levantándose se dirigió a la despensa – Creo que es mejor que vaya a armonizarme con la escoba y el recogedor.

Xuan rodó sus ojos y se dirigió con los vasos adónde estaba el muchacho con la jarra de agua. Cuando el muchacho se disponía a verter el líquido, Sora volvió a salir con los dos instrumentos que había ido a buscar. Nada más que se encontró en el lugar del estropicio le pasó a Tsai el recogedor.

- Puesto que es tu culpa, también te toca armonizarte con algo – bromeó la muchacha mientras miraba de reojo a la cocinera que había puesto las manos en sus caderas. La pelirroja y el joven chino comenzaron a recoger el arroz mientras Matt terminaba de llenar los vasos y Xuan comenzaba una conversación con Wang.

- ¿Compraste el pollo como te dije? – preguntó la cocinera.

- Sí, le dije al carnicero que me diera un pollo entero, que le quitara la cabeza y las patas, que lo cortara por la mitad, que las dos pechugas las hiciera en filetes pequeños y...

- Menos mal que le pediste un pollo entero – bromeó Tsai, enviando una sonrisa cómplice a la pelirroja y luego al rubio.

- Tsai, para tirarlo yo, mejor que lo tire el carnicero ¿no? – explicó Xuan.

- ¿Y no te dio las plumas? – preguntó Sora mientras daba una última pasada con la escoba al suelo.

- ¿Para qué quiero las plumas? – preguntó Xuan igual de sorprendida que los demás.

- Pues para las mollejas, claro está – todos en la sala la miraron con una cara de confusión en su cara.

- ¿Con las plumas?

- Sí, mi abuela hacía unas mollejas riquísimas con ellas – dijo la muchacha mirando con una cara de inocencia a los presentes. Un silencio se hizo en la cocina mientras cada uno se sumía en sus propias reflexiones de cómo se podían hacer mollejas con plumas de pollo. Matt, un poco desconcertado por la receta culinaria, cogió los vasos y se dirigió al salón. Al mismo tiempo que el muchacho comenzaba a andar, una sonrisa empezó a dibujarse en la cara de Sora y no pasó inadvertida para Wang.

- ¡Qué mentirosa es! – dijo el muchacho mientras miraba a la pelirroja y los demás hacían lo propio – ¡Las cuela todas!

- Es que sois muy inocentes – dijo la muchacha mientras ampliaba la sonrisa – ¿Cómo se van ha hacer mollejas con plumas?

Con un suspiro de exasperación, Xuan volvió a su trabajo, Wang y Tsai al crucigrama y Matt al salón.

- ¿Por qué has tardado tanto? ¿De qué os estabais riendo? Os estabais riendo de mí, ¿verdad? No intentes negarlo, estoy segura – dijo entre sollozos Natsumi y sin dejar contestar a Matt.

- Tranquilízate, sólo hemos hecho unas bromas, no estábamos hablando de ti – dijo el muchacho mientras le entregaba uno de los vasos. Tras unos minutos de silencio, en los que bebieron de sus vasos en silencio, el sonido de la puerta se hizo escuchar. Corriendo, Sora salió de la cocina en dirección al lugar de dónde procedía el ruido. Matt pudo escuchar cómo abría la puerta y decía:

- Guten Tag

Notas de la autora: Aquí está el tercer capítulo, más rápido de lo que esperaba. Espero que os guste. Por favor seguir dejando reviews y si de paso me dais algunas ideas os lo agradezco, porque estoy un poco estancada. Bueno, que lo disfrutéis ^_^