Advertencia: Todos los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling. Esto fue escrito solo por diversión y no fue hecho con fines de lucro.

Hola a todas las personas que leen esta historia. En especial a los que se acaban de unir a ella: Abby Lockhart, Dany Black, Vikka Riddle y Marcela9 (aunque se que vos llevás tiempo leyéndola aunque hasta ahora dejés mensaje) y un especial saludo a Aliance, que hace mucho que no enviaba mensaje y se ha vuelto a unir a la historia (¡Sí! ¡Acertaron! A ella se debe el nombre de la hermana de Krum).

Lo primero es disculparme por haber tardado tanto en actualizar, tengo mil excusas que dar, pero la verdad es que eso no arregla nada, así que me limito a disculparme de la mejor manera que se me ocurre: subiendo dos capítulos a la vez. Espero que los disfruten.

Lo segundo que deseo hacer es desearles una feliz Navidad y una próspero año 2005, que esté lleno de bendiciones para todos y que la paz reine en sus corazones.

Por último quiero agradecer a quienes leen este fic y en especial a las personas que me envían un mensaje para decirme lo que les parece la historia y darme sus sugerencias. Gracias, su apoyo es lo que logra que este fic siga existiendo.

Quiero contarles que en un principio había pensado que esta historia fuera de 25 capítulos, pero como se habrán dado cuenta se está alargando un poco. Aun así espero terminarlo pronto. Gracias por seguir leyendo.

Capítulo XXV: Nuevas alianzas

La señora Snape pidió ayuda a Remus para cumplir con su misión. Él accedió a ayudarla, pero su respuesta no llegó en muy buen momento..

Remus había bajado las escaleras y se dirigía a la sala de la casa. Sentía una gran necesidad de la compañía de Aliance en ese momento. No podía explicarse el porqué, pero tampoco estaba muy interesado en averiguarlo en ese preciso momento.

Llegó a la sala apresuradamente y chocó con una mesa que extrañamente encontró en su camino, se sintió casi tan torpe como su amiga Tonks… ¿le había dado el calificativo de amiga? Parecía que así era.

- ¿Estás bien? – le preguntó la voz de la chica desde la cocina. Pronto vio como su dulce rostro se asomaba por la puerta y luego se acercaba a ayudarle a levantarse mientras se secaba las manos con una toalla.

Aliance lo miraba atentamente. Ella no podía evitarlo, toda su vida la había dedicado a lograr una cura para la enfermedad que aquejaba a aquél hombre que estaba frente a ella. Toda una vida de estudios, intentos y fallos, toda una vida de amor hacia esa persona que ahora se levantaba del suelo.

- Sí. No comprendo que me pasó, disculpa… espero que no le pasara nada a la mesa. La verdad es que no la vi… – el hombre lobo levantó la mirada y quedó prendido de la de la chica que tenía en frente.

Ella reaccionó antes que él. Se sentía muy bien al ver que el hombre que siempre había amado se quedaba mudo al percatarse de que ella lo miraba. Le sonrió abiertamente y dijo:

- No te preocupes por la mesa, es muy resistente… me preocupa más que no te lastimaras…

- No – dijo sin apartar la mirada de sus ojos de la mujer – Estoy bien…

El silencio se hizo entre ellos, pero ninguno de los dos parecía notarlo. Él la miraba fijamente y poco a poco en la sala no existía nada más que esa chica. Ella era fuerte, tenía carácter y se notaba que luchaba por todo aquello que quería lograr… estaría él entre sus metas. Y entonces se dio cuenta de que deseaba formar parte de los objetivos de la chica, que quería pertenecer a todo lo que había visto en esos días, a sus estudios, a su trabajo, a su vida… Lentamente, sus caras se fueron acercando. Estaban a muy poco de besarse… y el pito de la cafetera les hizo separarse…

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El profesor Snape se despertó muy temprano esa mañana. Había vuelto a dormir en su laboratorio, ya llevaba una semana en esa situación; pero ahora estaba seguro de que sería prácticamente imposible arreglar las cosas con su esposa.

Sabía que ella era muy temperamental, pero sus palabras la habían insultado… estaba seguro de que ella lo odiaba. ¿Cómo podía ser tan estúpido? Era un hecho que ella había ido a hablar con él con la perspectiva de arreglar las cosas y esa era también su finalidad, ¿por qué tenía que echarlo a perder de esa manera?

Todo había ido medianamente bien hasta que ella leyó la nota y le dijo que era de Remus…

--------------------- Flashback ---------------------

- ¿Quién te escribe? ¿Es del Ministerio? – preguntó recordando sus temores de que fueran a amonestarla por su culpa o pedirle que regresara.

- No. Es de Remus.

La chica se había enfrascado en la lectura de la carta del hombre lobo, por lo que no vio la mirada de odio que le dirigió el profesor de pociones al trozo de pergamino que tenía ella entre sus manos…

- ¿Puede saberse qué tiene que decirte ese fenómeno que sea más importante que la conversación que tenemos pendiente? – preguntó el profesor de pociones con furia.

La profesora de defensa contra las artes oscuras levantó la mirada de la carta que tenía en sus manos y la posó en su marido bastante sorprendida… ¿eran celos lo que percibía en su esposo?

- Sabes que Remus es mi amigo – dijo muy serenamente, pues no tenía ánimos de volver a pelear con él – además, yo le escribí hace unos días y esperaba su respuesta.

- ¿Tú le escribiste? – dijo Snape acercándose a ella – ¿cuándo? No me dijiste nada…

- Eso era difícil, pues si no lo recuerdas hace una semana que casi no nos hablamos…

- No sería por mi culpa – dijo Snape y en ese mismo momento se arrepintió de haberlo hecho. Definitivamente esa no era la manera adecuada de arreglar las cosas con su mujer. Estaba comenzando una nueva pelea – …perdona, no debí decir eso…

- No, no debiste hacerlo. Pero es bueno que lo hicieras. Luego de que discutimos me di cuenta de que desconocía las razones por las que terminamos peleando.

- Creo que es bastante obvio. Ambos estábamos alterados por no poder o no querer decirle algo al otro… ¿o me equivoco?

- ¿Me estás escondiendo algo? – dijo ella acercándose a su esposo. Sus ojos iban tomando a cada momento un color más oscuro y su cabello se iba tornando blanco.

- Sí – contestó él directamente – y tú también lo haces…

Ella detuvo su avance y lo miró seriamente, ¿cuánto sabría su esposo de la misión que le habían asignado? Antes de llegar al castillo de Voldemort él le había dicho que lo más seguro es que le asignarían que se vigilaran mutuamente y en parte eso era lo que ella debía hacer, pero ¿sabría de las sospechas que tenían de él?, ¿sería conciente de que estaba en la mira de los mortífagos y que estos estaban dispuestos a liquidarlo? Lo dudaba…

- Así es – dijo la chica después de unos segundos.

- ¿Vas a decirme de qué se trata? – preguntó con aire indiferente – tal vez te sientas mejor si se lo cuentas a alguien.

- No puedo decírtelo todo. ¿Conoces un hechizo llamado Secretus Avada? – al ver que su marido asentía silenciosamente, continuó – el señor Tenebroso lo usó conmigo después de asignarme una misión.

Snape estuvo tentado a comentarle que para espiar a Potter no debía tener tantos cuidados, pero se contuvo para evitar una discusión innecesaria, así que se limitó a asentir nuevamente en silencio. Nymphadora al ver que su marido no decía nada, continuó con su relato.

- No puedo decirte nada, lo comprendes, ¿verdad? Sabes que eres la primera persona a la que le pediría ayuda si pudiera hacerlo, pero no quiero perderte – dijo ella con los ojos llenos de lágrimas – no podría soportarlo.

Snape escuchaba en silencio y anuló la poca distancia que aun había entre ellos. Alargó su brazo y abrazó a su esposa para reconfortarla.

- No te preocupes, todo saldrá bien… Sabes que estoy aquí para ayudarte. No tienes que decirme de qué se trata, pero puedo contribuir haciendo lo que me indiques.

- Precisamente esperaba que me elaboraras algunas pociones que pueden servirme para lo que estoy planeando – dijo ella mirándolo fijamente a los ojos y bajando notablemente el volumen de su voz. La verdad es que no había planeado nada aun y no sabía que podría necesitar, pero sabía que su marido se sentiría mejor si sabía que ella lo tomaba en cuenta.

- Sabes que haré lo que quieras – le susurró él como respuesta.

Poco a poco sus rostros se fueron acercando. Lo único que podían hacer era besarse… pero en ese momento una frase regresó a la mente de la señora Snape.

- ¿Qué es lo que me ocultas tú? – preguntó ella cuando ya sus labios se tocaban.

El profesor de pociones se separó de su esposa bruscamente. Estuvo a punto de besarla… sabía que eso podía llevarlos a algo más y no estaba dispuesto a hacerlo sin hablar primero con ella.

- A mi también me asignaron una misión… – dijo alejándose de ella.

- ¿Vas a decirme de qué se trata? – preguntó recordando que una semana antes se había negado a comunicarle lo que le molestaba.

- No lo sé, puede que no deba hacerlo…

- ¡Por supuesto que debes hacerlo! – dijo ella acercándose a él y abrazándolo – cuando lo digas te sentirás mejor, ¡ya lo verás!

- ¿Cómo puedes saber eso? Tú ni siquiera puedes hablar de tu misión sin matar a tu interlocutor – dijo lleno de frustración.

- Pero pude pedir ayuda… – y entonces cometió un grave error – ahora que recibí la respuesta de Remus me siento mucho más tranquila…

- ¿La respuesta de Remus? – le dijo apartándola bruscamente – ¿quieres decir que le pediste ayuda al hombre lobo antes que a mi?

Los ojos de Snape echaban chispas y la llama de los celos podía verse a través de ellos. La joven comprendió que había metido la pata, pero no sabía que decir…

- Sí, si no lo recuerdas nosotros no estábamos en muy buenos términos…

- Así que entonces por una pequeña discusión prefieres recurrir a tu eterno enamorado en lugar que a mí para llorar tus penas – dijo destilando celos en cada palabra – ¡debe estar feliz de saber que siempre acudes a él!

- ¡Eres injusto! Sabes que no podía acudir a ti. ¡No nos hablábamos!

- Y supongo que saber que no nos hablamos debe haberle lado mucha alegría al licántropo – dijo él violentamente – supongo que él sí va a ser un apoyo para ti…

Ella había intentado tomarlo del brazo para que se calmara, pero él la había apartado bruscamente.

- Cariño, no te pongas así… sabes que tú siempre serás primero – balbuceó ella.

- Claro, cuando lo hayas consultado con Lupin – dijo Snape alejándose de ella y abriendo la puerta de la habitación, antes de salir agregó agriamente – espero que él pueda ayudarte mejor que yo…

------------------- Fin del flashback -------------------

Y así había sido. Habían vuelto a pelear. Sabía que no debía discutir con ella, que ambos estaban en problemas pero que bien o mal estaban juntos en eso. Pero no lo había podido evitar… ella pudo recurrir a muchas personas y se había decidido por Remus Lupin. Incluso Dumbledore podía haberla ayudado e incluso con más propiedad, pero ella había tenido que acudir a su antiguo enamorado…

No podía sacarse de su cabeza que cuando ella supo las cosas que podía comunicar sin peligro, había acudido al hombre lobo, ¿por qué no había acudido a él? Él es su esposo y ella sabe que estaría dispuesto a dar hasta la vida por ella si fuera preciso, ¿se habría dado cuenta de que era a Lupin a quien en realidad amaba? Eso explicaría que lo buscara a él en primer término… Ya no sabía que pensar. Lo mejor era mantenerse alejado de ella hasta que ambos aclararan sus mentes.

Era una ventaja que todo eso sucediera, de esa manera no había tenido que comunicarle su misión y las consecuentes dificultades que traía consigo. Era mejor no tenerla cerca, de esa manera se aseguraba que no cumpliría con lo que Voldemort le asignó. Así que tomó una decisión: le pediría a Dumbledore que averiguara lo que ella necesitaba para cumplir su misión y él se encargaría, pero mantendría la guerra entre los dos hasta salir de todos los problemas; eso le permitiría no cumplir su misión sin que ella se viera afectada.

Esa mañana, salió silencioso de su despacho y se dirigió al comedor. Era el primer día de clases y no podía faltar al desayuno.

Lentamente, ingresó al gran comedor. Ella ya estaba en la mesa de los profesores, parecía triste, su cabello era gris al igual que sus ojos. Se acercó a la mesa y pudo ver que habían dos asientos libres, uno al lado de su esposa y el otro al lado de Hagrid. No lo pensó dos veces y se decidió a hacerle compañía al semigigante.

No la volvió a ver, pero sintió su mirada que le atravesaba la espalda. Era mejor no volverla a ver, no podía ceder… ya había tomado una decisión.

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En la mesa de Gryffindor cuatro chicos miraban atentamente lo que sucedía en la mesa de los profesores. Era el primer día de clases y estaban invitados a tomar el té en las habitaciones del matrimonio Snape. Ninguno de ellos tenía ganas de encontrarse con su profesor de pociones, pero no querían despreciar a la joven auror.

- ¿Por qué Snape no se sentó con Tonks? – preguntó Harry – había un espacio a su lado.

- Tal vez no quieren mostrarse muy cercanos en el colegio… – sugirió Ron.

- No sé – dijo Hermione – creo que sucede algo más. En el callejón Diagon no parecía importarles que las personas les vieran juntos… ¿creen que Dumbledore les pidiera que no se sentaran juntos?

- No lo creo – intervino Ginny – en la cena de ayer estaban al lado.

- Además, no creo que Snape obedezca una orden que lo separe de su esposa. ¿No los viste en el callejón? Creo que si por él hubiera sido no la habría dejado sola ni un minuto… – agregó Hermione.

Ron y Harry intercambiaron una mirada. Para ellos dos no era muy sencillo imaginarse a su profesor de pociones como un hombre enamorado y les parecía extraño que se comportara como tal.

- Tal vez tiene algo que conversar con Hagrid – sugirió Ron – mira está hablando con él y eso no es común.

- Tienes razón – respondió Harry – aunque no creo que sea tan importante que esté sentado en otro lugar… están casados, no pegados, supongo que podrán sentarse donde gusten…

- ¿No te parece más normal que se sienten juntos? – le preguntó Ginny directamente y en voz muy baja– creo que si fuera yo, me gustaría que el hombre que amo se sentara a mi lado siempre que esto fuera posible… ¿tú no lo harías con la mujer de tus sueños?

La chica Weasley lo miraba atentamente esperando su respuesta. Harry no pudo evitar ponerse en el lugar de Snape, si él fuera el que llegara a la mesa y viera los dos lugares libres; uno al lado de su esposa y el otro al lado de un compañero de trabajo, no lo dudaría, se sentaría con la hermosa pelirroja… ¡perdón! …con su esposa.

- Supongo que nadie podría evitar que me siente contigo… – dijo el ojiverde sin dejar de mirarla y poniéndose completamente rojo.

Ron y Hermione no escucharon la pregunta y la respuesta que Harry y Ginny habían compartido, pero si notaron que sus dos amigos se sonrojaban hasta la raíz del pelo, haciendo que parecieran un par de tomates en su mejor momento.

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- Profesor, ¿cree que pueda hablar con usted al finalizar el día? – le preguntó Nymphadora Snape antes de que saliera del comedor.

- Por supuesto señora Snape, la espero en mi despacho antes de la cena, – respondió el anciano. La miró atentamente y notó que algo le pasaba – ¿se siente bien? La noto un poco decaída…

- No se preocupe… solo necesito comentar con alguien… – balbuceó – lo veré esta noche.

El profesor Dumbledore pudo ver como la chica se alejaba lentamente por el pasillo. Algo estaba sucediendo y lo averiguaría.

Sin agregar una sola palabra más, la señora Snape se dirigió a la primera clase que daría ese día: Gryffindor – Slytherin, sexto curso.

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El profesor de pociones se dirigía hacia la salida del comedor. De pronto sintió que una mano le retenía.

- Severus, creo que deberías hablar con tu esposa. Cada vez la veo más triste – le dijo el director.

- No crea que no lo he intentado – respondió Snape – tengo una hora libre después del almuerzo, ¿le molesta si dejamos la conversación para entonces?

- No hijo, no. Es una hora que nos viene muy bien, por muchas razones. Nos vemos después del almuerzo…

El profesor de pociones se dirigió a las mazmorras. Sus grupos de la mañana fueron las víctimas de su mal humor. Los puntos bajaron estrepitosamente para todas las casas, incluso para Slytherin, era tal el acabose que las casas estaban a punto de deber puntos. Definitivamente no era el día para enfrentarse con Severus Snape.

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Luego de la primera clase con Nymphadora Snape, Harry se había disculpado con Ron y Hermione y había echado a correr hacia los invernaderos…

- ¿Has notado que Harry está muy extraño últimamente? – le preguntó Hermione a Ron – hoy en el desayuno estaba completamente sonrojado y ahora simplemente… se va.

- Pues no, no lo he notado extraño – dijo el pelirrojo recordando las últimas conversaciones con su amigo respecto a su hermanita – tal vez quedó de recoger algo en los invernaderos y temprano bien pudo ser que se atragantara con algo de lo que comía.

Ron no estaba para nada preocupado, pues ya Harry la había hablado de sus intenciones con respecto a la pelirroja y él conocía los sentimientos de su hermana respecto de su mejor amigo. Pero Hermione no estaba muy dispuesta a quedar fuera de este asunto.

- Tu hermanita también estaba sonrojada durante el desayuno – dijo mientras tocaba el brazo de su amigo con su mano. Ella sabía que él era celoso por naturaleza y que se preocuparía por Ginny en cualquier circunstancia. Además, ella sabía que Ginny estaba enamorada de Harry y si podía allanarle el camino con Ron lo intentaría; lo que no sabía era el terremoto sentimental que ocasionaba en el pelirrojo cada vez que tenían algún tipo de contacto, como el de su mano en su brazo.

Ron sabía que lo normal era que él se molestara o quisiera averiguar acerca de los pretendientes de su hermana, así que reaccionó como Hermione esperaba.

- ¿Estás segura? – preguntó – ¿crees que Ginny esté enterada de lo que le sucede a Harry?

- No, tonto. Lo que digo es que Harry parece interesado sentimentalmente por Ginny, ¡después dices que no te enteran de nada! pero es que ¡las cosas pasan frente a tus ojos y no te das cuenta!

- Vaya…

- ¿No crees que deberíamos investigar un poco? – preguntó dulcemente la chica, sin notar que eso ponía tremendamente incómodo a su amigo.

- Sí… sí – dijo el pelirrojo levantándose y recogiendo sus libros y los de Hermione – vamos a ver qué es lo que está pasando.

Él no tenía el más mínimo interés por ir a ver lo que hacía su amigo, sobre todo porque ya lo sabía. Pero la oportunidad de pasar tiempo investigando con su amiga no podía dejarla pasar.

- ¡Ron! – le llamó la chica a la vez que señalaba los dos enormes volúmenes de encantamientos que él sostenía junto con sus propios libros – esos dos libros son míos.

- Lo sé, ¿vamos? – dijo el chico a la vez que le sonreía completamente sonrojado.

Ella no supo como reaccionar, así que luego de sonrojarse levemente, le devolvió la sonrisa a su amigo y se dispuso a caminar con él por los pasillos que llevan a los invernaderos de Hogwarts.

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El profesor Snape se encontraba en el despacho del director justo después de la hora de almuerzo.

- ¿Qué sucede Severus? – preguntó amablemente el anciano.

- Las cosas no están saliendo como deberían…

El profesor de pociones se disponía a contarle al director del colegio acerca de los hechos que le acontecían como hombre casado, cuando una luz verde apareció en la chimenea del director; este agregó un puñado de polvos rojos a ella; y en medio de las llamas, un rostro moreno y varonil hizo su aparición.

- Señorr, es imporrtante que hable con usted… ustedes – agregó al ver al profesor de pociones – profesor Snape…

Era la hora habitual de Víktor Krum para dar reportes. No lo hacía todos los días, pero cuando tenía alguna noticia importante se comunicaba siempre después del almuerzo. Era realmente sorprendente para él encontrarse con alguien más en el despacho del director, pero sabía que si había citado una persona a esa hora y había dado la señal de seguridad, esa persona era de fiar.

Víktor descubrió en ese momento que lo que Bellatrix le había dicho era cierto, Snape estaba traicionando al señor Oscuro…

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La carta de Remus Lupin, le había traído a Nymphadora Snape no solo la tranquilidad de la que carecía desde que recibió su misión, sino también una serie de problemas de los cuales no sabía como salir.

Remus le decía en su carta que la ayudaría en todo lo que pudiera y que no dudara en solicitarle cualquier cosa que necesitara; eso sí le pedía mayor claridad pues no entendía bien cuál era el problema en que debía centrarse.

La señora Snape sabía que su nota no había sido nada explícita y en realidad estaba sorprendida de que él se ofreciera a ayudarla en una empresa de la cual desconocía prácticamente todo. ¿Tendría razón Severus al decir que él seguía enamorado de ella y por eso aceptaba?

- ¡Es un error! ¡No debí pedirle ayuda a Remus! – se lamentaba a metamorfomaga – Severus tiene razón de enojarse.

Suavemente levantó a su conejo y se distrajo acariciándolo entre las orejitas.

- Tú también lo extrañas, ¿verdad? – le dijo al animalito – ya te habías acostumbrado a que él te sacara a pasear… No te preocupes, pronto arreglaremos nuestras diferencias, ¡ya verás!

Nymphadora Snape no sabía lo equivocada que estaba.

Tanto Severus como Nymphadora deben prepararse para sobrevivir a sus misiones. Ahora cada uno debe elaborar un plan para salir adelante. Pero antes queda pendiente una invitación a tomar el té que hizo la señora Snape al trío de oro y a Ginny Weasley.

Bueno, como les dije al inicio estoy publicando dos capítulos, así que las respuestas a los mensajes están en el siguiente…