FUTURO EN EL PASADO
I.
Todo mundo sabía o al menos sospechaba que Sesshomaru odiaba a los humanos, pero nadie pensó en decir algo cuando lo vieron acompañado de aquella niña. Obviamente Jacken fue el primero en sorprenderse al ver que su amo tenía como protegida a aquella chiquilla sin chiste. Quizá el regresarla a la vida había sido para confirmar el verdadero poder de Tenseiga, pero después de tanto tiempo aquella niña continuaba a su lado, pisando por donde pisaba su amo, aquello le parecía inaudito.
Si bien Jacken estaba claramente en desacuerdo con aquello, no se lo dijo a su amo, porque claro, aquello sería clara muestra de rebeldía y falta de respeto hacia su amo, además, seguramente lo mataría por decir aquello abiertamente.
Jacken suspiraba con fastidio al ver a la mocosa brincando de un lado para el otro, extrañaba la calma anterior, y porque conocía a su amo, estaba casi seguro de que él también extrañaba la calma, aunque no lo dijera, él sí podía irse cuando le placía después de todo.
En un inicio Jacken creía que la niña se fastidiaría o terminaría por morir de hambre, y se desharían de ella, pero no ocurrió; luego creyó que su amo finalmente la abandonaría, pero no sucedió; pasaban los días, las semanas, incluso un par de meses, y sin darse cuenta aquella niña se fue colando en sus pensamientos, en su vida, sí, podía admitirlo, al menos para sí, le había tomado cariño a aquella niña humana.
Tal como Jacken sospechaba, Sesshomaru solía alejarse de ellos cada cierto tiempo, a veces le ponía de mal humor tanto parloteo de aquella enana. Pero la razón por la que la soportaba sólo él la conocía. Sesshomaru estaba sentado mientras se recargaba en un árbol, cuando comenzó a recordar aquel día en que casi moría a manos del inútil de Inuyasha. Lo último que recordaba era aquella luz que lo envolvía y entre aquella bruma un rostro se formó, era el rostro de una niña, una humana.
No recordaba haberla visto antes, pero aquellos ojos chocolate parecían reconocerlo, su cabello oscuro se mecía con el viento, mientras una sonrisa se formaba en aquel rostro de niña. No quiso ahondar más en sus recuerdos, pues aquella mirada le hacía sentir algo que le ocasionaba malestar. Era una tontería, pero a pesar de eso aquel rostro no lo abandonó desde aquel momento.
En aquellos días fue que conoció a Rin, esa pequeña humana que había intentado cuidar de él, sí, odiaba a los humanos, pero nunca se comportó como si realmente lo hiciera. En aquel momento cuando Rin se le acercó, quiso matarla, pero algo se lo impedía; los siguientes días se fue dando cuenta que aquella niña le recordaba a la que había visto en aquel momento, aunque no podía estar del todo seguro, la niña que tenía delante se veía flaca y demacrada, resultado de una vida llena de miseria, aun así, aquella sonrisa parecía genuina, pero no le provocaba la misma sensación, sin embargo, sentía curiosidad ¿sería la niña que había visto?
Cuando finalmente él pudo moverse, se percató de que aquella niña había sido asesinada por lobos y la mezcla de intriga y lástima hizo que desenvainara a Tenseiga y la trajera a la vida nuevamente, aunque mientras lo hacía pensó que quizá sería mejor dejarla muerta, con aquella vida miserable que tenía no había nada para ella en ese mundo. Se agachó para recogerla del suelo y verla más de cerca, cuando abrió los ojos pudo darse cuenta de que no era ella, eran parecidas, sí, pero no tenía la misma mirada. Soltó a la niña y comenzó a caminar, escuchó sus pequeños pasos seguirlos, no la detuvo, si tenía suerte lograría sobrevivir a su lado y sino, bueno, al fin descansaría en paz.
- Aún no sé quién eres -musitó Sesshomaru, tal vez nunca lo sabría, frunció el entrecejo, sentirse ignorante de algo le fastidiaba en demasía, peor aún tener en el pensamiento a una humana que nunca había visto.
