FUTURO EN EL PASADO

XX

Sesshomaru comenzaba a cansarse de estar en medio de aquellos humanos, con quienes ciertamente no tenía nada de qué hablar, claro que la sacerdotisa era otra cosa distinta, pero no podía o no quería en todo caso, ponerse a platicar del clima con ella, que tontería.

Se dispuso entonces a abandonar la aldea, tenía que averiguar algunas cosas después de todo. Tenía que averiguar quién era esa mujer que lo había manipulado de esa forma, quién era y por qué lo conocía, no estaba del todo seguro si aquella mujer se había percatado de que ya no estaba bajo sus órdenes o si lo sabía ya, en cualquier caso, debía mover algunos hilos para averiguarlo y, además quizá si no lo olvidaba, averiguaría algo sobre el paradero de Inuyasha.

Kagome se percató de que el demonio, ósea su cuñado, comenzaba a alejarse lentamente del grupo, no lo culpaba, ya había hecho más que suficiente por ellos en todo caso, no era obligación suya el protegerlos, aún después de que casi la mataba, otra vez. De pronto sintió unas inmensas ganas de llorar, no tenía sentido, pero retuvo ese llanto que amenazaba con salir, no era el momento ni el lugar. En vez de eso, se tragó su llanto y dirigiéndose a Sesshomaru le preguntó.

—¿Ya te vas? —aunque era más que obvio que sí.

—Debo averiguar algunas cosas —aquella inconfundible voz le hizo detener momentáneamente sus pasos, no tenía por qué contestarle, pero lo hizo igualmente.

—Creo que deberías quedarte, todavía no sabemos —fue interrumpida por Sesshomaru.

—No iré lejos —¿acaso intentaba consolarla?

—Está bien —dijo Kagome no muy convencida, pero al menos le había contestado se dijo.

No entendía bien lo que pasaba entre ellos, no había ninguna necesidad de que él, Sesshomaru, le diera explicaciones de nada, de absolutamente nada a aquella humana. Quizá se sentía con la obligación de cuidar de ella, después de todo era la mujer de su medio hermano, no, rápidamente desechó aquella idea, aquello nada tenía que ver, ojalá fuese tan fácil como eso pensó, porque francamente no le encontraba sentido a su comportamiento.

La recurrente imagen de aquella pequeña lo acompañaba a cualquier lugar al que iba, es como si estuviese tatuada en su memoria, en su mente, en sus pensamientos. Sí, aun a pesar de estar bajo aquel hechizo, la veía, casi podía oírla reír, aquello le transmitía una paz que en aquellos momentos le era ajena.

Jacken se quedó atrás, entendiendo que su amo lo dejaba al cuidado de Rin, o de aquella otra humana, o de todos, o de ninguno, o quizá solo lo dejaba para que no fuese un estorbo, no quería injerir nada de las acciones de su amo, no debía.

—¿Usted no va Señor Jacken? —preguntó Rin detrás suyo.

—No, no quiero estorbar al amo Sesshomaru —no quería que lo golpeara otra vez en todo caso.

Rin se quedó con ganas de salir corriendo detrás de Sesshomaru, tal como lo había hecho cientos de veces anteriormente. Pero sus pies no se movieron de su sitio, estaba pegada, de pronto lo sintió tan lejano, veía o más bien, siempre se había percatado del gran abismo que los separaba, pero de alguna forma habían logrado burlar aquel espacio, ahora, ahora no estaba segura de poder hacerlo.

Las palabras de Kagome resonaron en su cabeza, debía aceptar los sentimientos de Sesshomaru, si no eran los mismos que los de ella, debía aceptarlo y superarlo, no había otra cosa que hacer; aunque Rin no estaba preparada para superar nada, no estaba preparada para dejarlo ir.