TITULO: Volviendo a empezar
Capitulo: Tres
Serie: Card Captor Sakura
Resumen: Aunque te hayan roto el corazón, siempre hay que volver a empezar.
Pairings: Eriol/Yukito-Yue
Category/Raiting: Slash/Yaoi. Angs, Drama, Romance. G
Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de CCS, pertenecen a sus creadoras y respectivos socios comerciales. Ésta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
Lo único mío es la historia y OCC (Personajes originales).
De todas maneras si te gusta la historia y quieres publicarla, te pediría que antes lo consultes conmigo.
CAMPAÑA LE FAY No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante. ALZA LA VOZ, NO TE QUEDES CALLADO ANTE EL PLAGIO.
Tiempo: En calidad de Universo Alterno.
Lugar: Ciudad de Tomoeda, Japón.
FEEDBACK: Este fic No contiene Lemon pero si M-Preg. (Embarazo Masculino). Si te molesta u ofende el contenido de este material, entonces te pido de la manera más atenta que No lo leas. Pues No me hago responsable de incredulidades, perjuicios o exabruptos. Ya Te he notificado.
Pero Si decides leer, entonces, ¡Qué lo disfrutes!.
KLF
Yukito despertó exaltado. Había tenido un sueño bastante extraño donde él…mejor dicho, Yue y el mago Clow se encontraban sentados bajo un hermoso árbol de cerezos.
La paz y tranquilidad que había experimentado en ese lugar había sido infinita y por un momento pensó que eso era lo que buscaba. Pero no era así.
Se incorporó de la cama y se dio cuanta de que la habitación en la que estaba ya antes la había visitado.
-Volviste a hacerlo, Yue. Volviste a venir aun y pese a mis deseos. Se recriminó en el espejo, sabiendo que el ente mágico lo estaba escuchando.
No comprendía el empecinamiento del ángel por Eriol. Tal vez aun no comprendía que realmente el chico no era Clow y nunca lo sería.
Salió de la habitación. No quería encontrarse con el inglés. Era mejor una rápida huída que saber cosas que no deseaba.
Ya había tomado la decisión de no ver más al peliazul y así lo haría.
Pero al parecer el aludido no se lo permitiría.
-¿Ya te vas?. Pensé que desayunarías conmigo.
La voz quieta y exenta de toda emoción contradictoria lo exaltó un poco.
A veces realmente Eriol lo desesperaba.
-Tengo cosas que hacer. Afirmó, esperando que su excusa sirviera de algo.
-Oh vamos. ¿Me vas a despreciar el desayuno?.
No, no había servido de nada porque a la mínima mención de comida ya estaba siguiendo al peliazul que con un gesto sonriente le indicó la mesa dispuesta para dos.
-Disculparás mi poca habilidad culinaria. Pero creo que es comestible. Indicó el muchacho, haciendo sonreír a Yukito.
-Se ve delicioso.
Y así era. No era un desayuno digno de un restaurante, pero la intención era la que contaba.
-¿Me pedirás explicación?. Preguntó el más joven, cuando hubieron terminado el desayuno.
Yukito negó. Los motivos de Yue por visitar a Eriol eran suyos y no le inmiscuían.
-Está bien. No te diré nada que no desees escuchar.
El albino miró un momento al muchacho. Tanta calma realmente llegaba a desesperarlo. ¿Qué acaso el joven inglés jamás perdía la paciencia?.
-Al parecer no. Bufó en voz alta.
-¿Perdón?.
-Nada, solo estaba pensando algunas cosas y…te agradezco el alojo improvisado y el desayuno pero ya debo irme.
-Es una lástima. Hace un día muy bonito como para pasarlo dentro de tú casa. Aclaró el inglés mirando por la ventana.-Te propongo algo.
-De verdad Eriol. Realmente yo no…
-¿Qué te parece si me acompañas al centro?. Debo hacer algunas cosas antes de…
La atención de Yukito se depositó en el peliazul, pero este pareció pensarlo mejor antes de hablar.
-Debo hacer algunas cosas. Es todo. ¿Quisieras acompañarme?.
Habría podido negarse pero seguramente Yue había asentido por él, quedando así pactada otra cita con el inglés.
El más joven sonrió ampliamente ante el veredicto final.
-De acuerdo. Solo haré unas llamadas y pronto estaremos en camino.
Así fue entonces. Ambos salieron hacia el centro, dónde Yukito acompañó a Eriol a varias dependencias dónde según el inglés su difunto padre había tenido tratos que deseaba cerrar cuanto antes.
Esa había sido su misión al ir a Japón.
Yukito debía admitir que para ser un joven de veintitantos años, Eriol era brillante.
Su mente ágil y buenos modales lo podían todo, y se maravilló al contemplar lo fácil que resultaba algún tedioso trámite con él.
Todo parecía congeniar con el buen humor de Hiragizawa. Todo, incluso el clima quien se vio favorecedor ese día.
-Lamento si te aburres.
-No, nada eso. Es entretenido mirarte.
El albino miró bochorno en el inglés y sonrió a ello. Era la primera vez que miraba a Eriol salir del canon de seriedad y amabilidad.
Y era agradable, pues se le veía más…alcanzable.
Yukito se reprendió por sus pensamientos, pero no pudo dejar de observar que muchas personas se fijaban en su compañero.
No era para menos. Ya antes había constatado de que Eriol era muy atractivo, incluso su estatura había aumentado un poco en esos días.
Tal vez el muchacho lograría alcanzar una buena medida y eso le facilitaría algunas citas.
-¿Quieres hacer algo, ya que estamos por aquí?.
El de ojos castaños negó. Realmente lo único que le interesaba hacer era dormir un poco. Estaba cansado y seguramente la culpa la tenía Yue.
-Entonces vayamos a tú departamento. ¿Te parece?.
Yukito jamás había querido invitar a nadie a su casa porque entonces violaría su intimidad con el recuerdo de Touya. Sin embargo no pudo negarse a esa maldita sonrisa que comenzaba a añorar muchas veces en los rostros de las personas.
¿Qué le estaba ocurriendo?.
No tardaron demasiado en llegar. Un atajo y una grata charla acortaban el tiempo. Pero si fue difícil para el albino permitir, que un extraño pisara su recinto. Ni siquiera Sakura lo había hecho.
Eriol miró con ojo crítico, que el departamento era apropiado y hasta bonito.
Con un buen gusto decorativo y la intimidad que se requería.
Sin lugar a dudas una elección sobria de Touya Kinomoto.
-Es…agradable. Afirmó, cuando hubo finalizado su recorrido visual.-¿Hace cuanto vives aquí?.
-Siete años. Afirmó el mayor, sorprendiéndose por la casi década que tenía habitando ese lugar.
-Fascinante. Sin duda este lugar debe de tener algo muy llamativo para querer quedarte aquí.
Yukito no respondió. Ese no era asunto de Eriol.
-¿Quieres beber algo?. Ofreció con modales. Era lo menos que podía hacer en ese momento.
-Agua. Hace calor.
El albino caminó hasta la cocina y buscó algún vaso disponible para ofrecerle una bebida a su visita.
Era extraño tener a alguien en su casa después de tanto tiempo.
Antes, cuando vivía con Touya, él insistía en que invitaran a alguien de vez en cuando. Un hogar no debía estar solo por mucho tiempo o se caía en la creencia de que los malos espíritus se apoderarían de ella.
Tal vez eso había pasado, pues después del ojiazul, nadie jamás había cruzado la puerta de entrada.
Demasiado triste a pesar de que así lo había querido él.
Regresó a la sala dónde Eriol miraba con interés una fotografía.
Touya y él abrazados. Vestían kimonos. Había sido la fiesta de uno de los templos. Cómo se habían divertido. Ese había sido el día en que el ojiazul le había hecho la "pregunta".
Un día para memorar.
-Cuanta hermosura puede mostrar una sola sonrisa, ¿No te parece?.
Yukito, quien perdido en sus recuerdos se encontraba, asintió. Entregándole después el vaso de agua a su invitado.
-Es bueno sonreír.
-Así es. Más cuando la vida puede ser tan despreocupada.
-Si. Así parece. Asintió, tomando la fotografía de las manos de Eriol para regresarla a su lugar en la mesa. No deseaba ahondar en temas relacionados al chico de cabello negro en la fotografía.
El inglés lo comprendió por lo que respetó el silencio de su compañero.
-Y dime Yuki, ¿no te entristece vivir tan solo?.
-Uno se acostumbra, ¿sabes?. Al final la compañía termina por ser innecesaria.
Parcas palabras para un ser lleno de luz.
Eso era precisamente lo que Eriol no quería ver en Yukito.
-La compañía es buena. Te da motivos para seguir y sobre todo para sonreír. No es tan malo, ¿sabes?.
-No lo creo. Yo ya no puedo creer en muchas cosas.
La sonrisa irónica en los rasgos bonitos de Yukito no le agradó a Eriol, quien decidió ir al grano al ver que sus metáforas no lograban nada bueno.
Así pues depositó el vaso en la mesa frente a él y tomó asiento, justo donde el albino se encontraba mirando la dichosa fotografía.
-¿Por qué no continuas adelante?. ¿No crees que ya fue mucho sufrimiento?.
El albino negó. Sabía que ese momento llegaría.
-No es asunto tuyo lo que a mí…
-Lo es, Yukito, lo es. Ciertamente así es puesto que me preocupo por ti.
Carácter calmo al igual que sus rasgos. Aquella conversación realmente era seria.
-No tienes por qué. Replicó el mayor con presteza.-Yo no te lo pedí.
-No, pero aun así no puedes evitarlo.
-Si Yue quiere que te preocupes por él, entonces hazlo. Pero yo no necesito de tú preocupación ni la de nadie. Solo quiero…solo quiero que me dejen en paz con mi vida. Es todo.
-¿Y esto es vida?. Indagó con reproche el menor, sabiendo que esa conversación subiría de tono.-¿Llorar tres años y amargarte es vida?. Pues yo no lo creo así, Yukito.
-¿Y tú que sabes?. Repeló con desesperación el mayor. No iba a permitir que nadie se metiera en sus asuntos. Por mucho que Yue lo deseara.-Tu no puedes saber nada porque vives muy feliz, rodeado de personas que te quieren. Tú no puedes saberlo porque tú nunca haz sabido lo que es tener el corazón roto.
-Te equivocas. Recalcó Eriol tras enarcar una ceja.-Tú no puedes hablar de algo que no conoces.
El albino sabía que acababa de tocar una fibra muy dolorosa en la vida del inglés, pero aun así no se arrepintió.
Aun tenía muchas cosas que decirle al muchacho y no pararía en ese momento.
Su frustración y pena al fina saldrían a flote.
-No lo sabes, yo se que no lo sabes. Tú siempre quieres solucionarlo todo con una sonrisa o una palabra rimbombante que deja mudas a las personas. Pues te diré que conmigo no será así. Reclamó, cuando nunca jamás lo había hecho.
-Tú eres una persona que jamás ha sufrido lo que yo y que jamás lo sufrirá porque a ti todos te quieren….a ti todos te admiran…tú…tú puedes tener a quien quieras.
Sollozó. Los sentimientos estaban a flor de piel.
Eriol negó, procurando no salirse de control.
-Tal vez tienes razón en que quiero solucionarlo todo con una sonrisa, pero no en cuanto a lo último que mencionaste.
-No, yo se lo que digo. Rebatió el de ojos castaños, enfadado y casi a punto de llorar.
Pero Eriol volvió a negar, suspirando pesadamente tras cerrar los ojos y volverlos a abrir. Había llegado el momento de la verdad.
-Yo sé lo que es perder a alguien y aparentar que nada sucede, Yukito. Yo sé lo que es formarse esperanzas y verlas derrumbarse cuando tus sueños se rompen.
Yo sé lo que es amar a alguien con tanta intensidad, tanto, que hasta la más mínima fibra de ser se estremezca con su sola presencia o su voz.
Yo sé que es amar, Yukito, amar sin poder decirlo porque prefieres mil veces verle feliz con alguien más aunque no esté contigo.
Yo sé que es consumirse de dolor mientras aparentas una sonrisa. Y sé, lo que es mirar ir al amor mientras tu corazón se rompe en mil pedazos. Yo lo sé muy bien.
Yukito dejó escapar otro sollozo. Eso se estaba complicando y aun así, aun y cuando todo él le decía que no debía cuestionar, lo hizo.
-¿Quién fue?.
La voz del albino sonó casi hueca pero llena de un algo que Eriol percibió con nitidez.
Había dejado a su corazón hablar y se sentía vulnerable. Pero la noche anterior había asimilado que si no decía las cosas cuanto antes, terminaría consumiéndose y de esa manera no podría ayudar a Yukito ni a él mismo.
Cierto, había aprendido mucho a lo largo de sus dos vidas. A amar esa existencia y cada cosa pequeña que lo rodeaba, pero aun quedaba una pequeña herida por sanar y eso intentaría hacer. Aunque al final no resultara bien.
Por ello se acercó al de cabellos casi blancos y tras acariciarle tiernamente la mejilla como había hecho con Yue, simplemente le besó.
Le besó porque lo deseaba. Le besó porque había llegado el momento. Le besó porque simplemente lo amaba más que a su vida y por él había sido capaz de cederlo.
Aunque eso le costó el corazón.
Yukito quedó paralizado. Eriol, Eriol Hiragizawa lo estaba besando y no supo que hacer.
Sentimientos ambivalentes lo estaban invadiendo.
Por una parte deseaba corresponder. Se sentía tan bien ser besado con tanto amor. Pero por otra el recuerdo de Touya lo seguía atormentando.
¿Qué debía hacer?.
La respuesta fue fácil y rápida. Yue decidió por él, por ello abrió la boca y le permitió a sus labios danzar libremente al compás del sutil y suave vals que los otros labios le dictaban.
Fue una caricia suave y sincera. Una caricia hermosa como el pétalo de una rosa sobre la piel.
Una experiencia nueva y sublime que les transmitió, a los dos, sensaciones maravillosas mientras entremezclaban sus sabores y sus respiraciones se agitaban.
Yukito fue quien rompió el beso de manera sutil. El momento, a pesar de bello, había sido muy intenso para todo su ser, y muestra de ello eran sus rojas mejillas.
-Eriol, yo…
Pero el muchacho no le permitió hablar. Era su turno para decirle todo.
-Desde que tengo memoria que te amo. Y sabes perfectamente que no es el efecto de la luna. Eres tú, simplemente tú.
Amo tú luz. Sonrió, devolviendo un mechón de cabello a su sitio.-Amo tú carácter, amo tú manera de ser tan humana y a la vez tan mágica. Amo tú parte noble y tú parte acética. Amo absolutamente todo lo de Yue y todo lo de Yukito.
Te amo a ti por ser quien eres y simplemente ya no puedo continuar ocultándolo.
La revelación fue grande y el aludido pronto se sintió demasiado avergonzado.
El amor sufrido de Eriol era él.
-Solo quería decírtelo, Yuki, porque entendí que ya no puedo vivir con este secreto.
-Pero…
-Me voy mañana. Pronunció con voz suave. Casi un susurro. Solo para el muchacho que le miraba de manera inquietante.-Me voy mañana y quiero pedirte algo.
Yukito asintió de manera mecánica. Aun sentía sus mejillas arder.
-Quiero que vengas conmigo. Pronunció el inglés lentamente, tomando entre sus manos las temblorosas de Yukito quien repentinamente quedó en estado de shock.-Quiero que vengas conmigo y que empecemos una nueva vida mágica y diferente. Quiero…una familia a tú lado.
Eso era demasiado y Yukito no pudo soportarlo, por ello se safó de aquel dulce agarre y se alejó del inglés.
-No puedes decirme esto. No puedes. Agregó el mayor en tono desesperado.
-Claro que puedo. Es lo que he intentado inútilmente callarme durante tantos años. No planeaba encontrarte cuando vine aquí, pero ya que el destino nos unió, ¿por qué no simplemente lo seguimos?
-Es que yo no puedo corresponderte, Eriol. No puedo porque yo…
El inglés suspiró, sonriendo tristemente ante lo que había escuchado.
Ya lo presentía pero tontamente quizá había querido escuchar otra cosa.
Así pues lentamente se incorporó y se acercó a la puerta. Ahí ya no había nada más que decir.
-De ser así entonces me despido. Yue y yo hicimos un trato y ni él ni yo volveremos a importunarte con mi presencia.
Yukito no lo miró. Estaba llorando. Todo había sucedido demasiado aprisa. Aun no lo creía.
-Yukito, quiero que sepas que a pesar de todo, mi intención siempre fue darte tú felicidad; así que al no poder dártela, todo lo que ruego es que puedas conseguirla y ser realmente dichoso.
Es todo lo que pido.
El aludido habría querido decir algo pero el nudo en su garganta se lo impidió.
-Adiós Yukito. Ojala que tú y Yue puedan encontrar su felicidad. Sonríe, sonríe, que tú sonrisa es la mayor luz de todo el mundo, Yuki. Se feliz.
No dijo más pero su voz quebrada expresó más que mil palabras, y aunque su intento por sonreír fue solamente el de una simple mueca, Eriol salió del departamento con el corazón nuevamente roto pero con la certeza de haber hecho lo correcto.
El círculo estaba cerrado y no quedaba nada más por hacer.
Aunque estaba roto en mil pedazos, aun podía sobrevivir.
Cuando la puerta se cerró, Yukito se desplomó.
Las emociones habían sido tantas y tan intensas que no pudo más que continuar llorando.
Él no podía amar a nadie más que a Touya. No podía corresponderle a Eriol aunque Yue le indicaba que era lo correcto. No podía porque su corazón ya había elegido, no importando que el ojiazul no lo quisiera.
Él estaba consagrado en cuerpo y alma a Touya y así sería siempre aunque tuviera que aguardar por él toda la vida.
Un sollozo amargo sus labios dejaron salir y supo con rapidez que no había sido por Touya.
-¿Por qué tuvo que pasar esto?. ¿Por qué?.
No puedo corresponderte Eriol no puedo...pero…¿entonces por qué duele tanto saber que te vas?. ¿Por qué?.
Fue la cuestión que ni Yue pudo responderle.
Tal vez la escena se parecía mucho a la que tres años atrás se había llevado a cabo en el mismo lugar; salvo por la diferencia de que esa vez la persona que se había ido realmente le amaba como siempre lo había soñado.
El amor era algo muy complicado.
Un día triste. Un día sin sol. Nubes negras llorando desconsoladamente por una pena amarga.
Yukito sumió su rostro en la almohada y respiró con dificultad.
Tres días en cama y ni siquiera el trabajo le importó esa vez.
Ya nada tenía sentido. No al menos para él.
Suspiró quebradamente y se giró un poco.
La escasa luz de aquel día tan gris le pegó en el rostro y sintió, sin necesidad de mirarse al espejo, que sus hinchados ojos resentían aquel luminoso contacto.
Gimió despacito y se abrazó a la almohada que tenía a su lado.
La habitación tan silenciosa y el apenas perceptible tic-tac del reloj fueron suficientes para indicarle la enorme soledad que lo acompañaba.
Eriol se había ido. Se había ido de Japón hacía dos días y él simplemente no sabía que hacer.
Jamás se había sentido tan deprimido. Ni siquiera cuando Touya se había ido.
Maldijo en un susurro al inglés. Jamás lo hacía pero existían momentos en la vida en los que una mala palabra lograba despejar el alma de la angustia.
No sirvió de mucho pero al menos el muchacho logró sentarse en la cama.
La pijama mal trecha que usaba solo revelaba la falta de aseo de su siempre pulcra persona.
Los cabellos sedosos, caían desordenadamente sobre su rostro y la sonrisa que por inercia siempre llevaba, había desaparecido por completo.
Realmente se sentía muy mal y el hecho de que la presencia de Yue lo había abandonado no le era reconfortante.
-Traidor…cobarde. Musitó para el ente mágico, sabiendo que no le respondería.
El ángel se sentía devastado, tal vez más que él y por eso había preferido ocultarse, importándole muy poco lo que a Yukito le pudiera pasar.
Se incorporó y con paso desganado se dirigió al cuarto de baño, dónde al mirar su bizarra faz en el espejo, no pudo más que echarse a reír desesperadamente.
-¿Cómo es posible que durante toda la vida hayas soñado con encontrar el amor y cuando se presenta en tú vida, tú lo rechaces por una idiotez?.
Eres una patética figura llamada Humano. Eres…eres un idiota.
Rompió el espejo, sin importarle si su puño sangraba o el ardor le escocía.
Las lágrimas, que comenzaron a brotar eran mucho más doloras que cualquier herida física.
Se dejó entonces caer y en el frío piso del baño descargó una nueva oleada de dolor y lágrimas que realmente eran más por su patética figura que por lo que había estado llorando todos esos días.
-Eriol. Susurró entrecortadamente, no sabiendo si el dolor en su corazón iba a asfixiarlo de un momento a otro.
La opresión, la incertidumbre, la ansiedad y la angustia lo estaban volviendo loco, aprisionándolo en una burbuja de sufrimiento que deseaba apartar cuanto antes. Cualquiera que fuera la manera, él la aceptaba.
Lo que ya no quería era sufrir más.
En ese momento y cuando los vidrios del espejo estrellado lucían bastante tentadores, dos figuras aparecieron a su lado, hablándole cosas que no comprendió debido a la confusión que su mente manifestaba.
-Ayúdame a llevarlo a la cama. Gimió uno de los presentes y Yukito solo sintió cómo volaba. O tal vez había sido la persona que lo había cargado para depositarlo en su cama.
Pero cualquiera que hubiera sido la opción, lo agradecía.
-Buscaré un botiquín. Anunció otra voz, percibiendo que las mantas suaves de su cama volvían a cobijarlo con gran abrigo.
-¿Pero qué te haz hecho, Yukito?. Murmuró una delicada y bella voz a su lado, mientras una mano peinaba un poco sus cabellos.-No merecías terminar así.
No, no lo merecía pero si ese había sido su destino entonces lo aceptaba, porque definitivamente la vida ya no tenía el mismo sentido que hacía siete años, cuando era inmensamente feliz al lado de su única prioridad: el amor.
Después oscuridad.
Cuando el albino volvió a abrir los ojos, se encontró con que nuevamente era de día. Pero la diferencia radicaba en la brillante luz que las mal corridas cortinas dejaban entrar en la habitación.
Intentó incorporarse pero el fuerte dolor de cabeza se lo impidió.
Todo era tan confuso. Apenas recordaba algunas cosas, pero la mano vendada que pesadamente dejó caer en la cama y le causó dolor, no la recordaba.
-¿Qué me ocurrió?. Se cuestionó, cuando el sonido de la puerta abrirse lo distrajo de sus pensamientos.
-Buenos días. Me alegra saber que ya despertaste.
La suave voz cantarina de la muchacha castaña lo exaltó brevemente. ¿Desde hacía cuanto no veía a la "pequeña" Sakura?.
-Sakura. Murmuró confuso.-¿Cómo entraste?.
La muchacha se apresuró a impedir que el joven se incorporara. Lo que a Yukito le hacía falta era alguien quien lo atendiera y sobre todo descansar como era debido.
-No te esfuerces. El doctor dice que debes descansar.
-¿El doctor?. Indagó sin comprender nada.
-Tuvimos que llamarlo, Yukito. La sangre de tú mano no dejaba de brotar y cuando te desmayaste, supimos que algo no andaba muy bien.
Debí de venir hace mucho. Discúlpame por favor.
Poco a poco la mareada mente del albino comenzó a atar cabos. Recordando entonces sus días de cama y el rostro sonriente de cierto muchacho que solo le hizo suspirar con dolor.
-Gracias. Susurró el muchacho y Sakura lo comprendió.
-No hay nada que agradecer. Para esto somos los amigos, para apoyarnos cuando lo necesitamos.
La suave caricia en su hombro le hizo asentir sin muchos deseos de hacerlo.
-Pero aun no me respondes. ¿Cómo entraste?.
Más calmada, la muchacha caminó hasta el mueble donde había colocado ciertas medicinas, para después darle respuesta de la mejor manera posible a las dudas de su amigo.
Se lo merecía.
-Eriol me llamó hace unos días y me dijo que viniera a verte.
-¿Días?. ¿Cuánto tiempo llevo dormido?. Cuestionó el albino, buscando sus anteojos para enfocar mejor las cosas.
-Cinco días. Aclaró la chica sin mentir.-Más lo que tú llevabas aquí encerrado. Cuando vine a verte no me respondiste y supe que debía actuar rápido. Eriol se fue muy preocupado por ti.
Se fue, la palabra mágica nuevamente y las escasas fuerzas que había conseguido se desvanecieron ante la imagen del inglés despidiéndose.
-¿Y él te dijo como entrar?. Prosiguió. Deseaba apartar esos pensamientos de su cabeza.
-En realidad fue Touya quien me ayudó. Reveló la castaña, acercándose con un par de píldoras y un vaso de agua.
-¿Touya?. Fue la interrogación alarmada del muchacho.
-Si. Él me dio la llave. Asintió la muchacha, ayudando a Yukito a sentarse en la cama.-Le dije que estaba preocupada por ti y él me dio la llave. Dijo que había olvidado dejarla y que…
-Entiendo. Medio sonrió el albino.-No quiere verme, ¿no es así?.
Sakura no quería responder a eso pero lo hizo con un asentimiento de cabeza.
Lo que menos deseaba era engañar a su amigo.
-Cuando llegamos y te vimos en el piso, con la herida de tú mano…me asusté mucho.
-¿Llegamos?.
-Oh, Shaoran. Sonrió la chica aclarando el punto.-Él ha venido de visita y me hizo el favor de acompañarme hasta aquí.
Él fue quien te trajo hasta la cama.
La voz de Sakura cuando hablaba del chino era tan briosa que incluso un ruiseñor se opacaba.
Los ojos verdes de la muchacha brillaban y la sonrisa encantadora de su rostro resaltaba.
Yukito pudo verlo todo con facilidad y sonrió un poco al saber que al menos ella disfrutaba de la vida.
-Se ve que lo quieres mucho.
La ex cazadora asintió, sonrojándose un poco cuando comprendió la oración.
-Oh, no, no, no es lo que piensas. Aclaró con presteza.-Lo que sucede es que me alegra mucho verlo y saber que es digo patriarca de su familia.
Se casó hace tres semanas, ¿sabes?.
-¿Se casó?. Preguntó, eso no lo sabía.
-Si. Sonrió Sakura.-Con Meiling. Ella está tan radiante que no puedo dejar de sentirme bien por los dos.
Yukito percibió una sombra de duda en la muchacha y ella lo entendió cuando él quiso hacer algo en su favor.
-Estoy un poco…desconcertada. Su boda tan precipitada fue un gran acontecimiento para mí, pero…estaban comprometidos y yo lo comprendo.
El amor entre nosotros se acabó. Aclaró la muchacha tras depositar el vaso de plástico en la mesita de noche.-Pero la amistad entre los dos quedó tan grande y hermosa como nada en este mundo.
-Pero tú lo sigues queriendo. Pronunció Yukito, mirando la tristeza dentro de los ojos verdes.
-Un poco. No te voy a mentir. Sonrió ella.-Pero después de tanto meditarlo y de ver que nuestras vidas ya no iban por el mismo camino, simplemente lo acepto.
El amor que sentíamos el uno por el otro es guardado dentro de nuestros corazones y memorias como una bella reliquia que jamás desaparecerá. Pero decidimos seguir adelante, él con su vida y yo con la mía.
Al final somos dos personas que un día tuvimos el gusto de encontrarnos y que nos separamos para poder ser felices.
Sakura sonrió tras un largo suspiro. Yukito le creía porque la muchacha jamás le había mentido.
Tal vez aun guardaba amor por el simpático Shaoran, pero ese amor evolucionaba en una amistad infinita y por un deseo de bienestar para la otra persona.
Dos chicos demasiado maduros para la edad que tenían y por un momento se sintió muy avergonzado.
-Pero ánimo, que aun queda mucho por delante. Él es feliz con Meiling y yo soy feliz por ellos. Además, estoy saliendo con un modelo de la agencia.
Aquella confidencia sacó una sonrisita cómplice de los labios de Yukito, quien observó la picardía y felicidad en un rostro lleno de esperanzas para el futuro.
-Me alegra saber que eres feliz, Sakura. Te lo mereces.
-Y tú también te lo mereces, por eso entre todos tus amigos que te queremos vamos ayudarte y verás que muy pronto serás el muchacho sonriente y vigoroso que se escondió solamente, y aguarda una bella oportunidad para seguir.
Si antes se sentía solo y devastado, en ese momento ya no.
Cuánto poder tenía una sola palabra de aliento.
Se creía solo y abandonado en esa miserable existencia y se había olvidado que aunque sin familia, aun tenía amigos que lo querían y apreciaban por quien era.
Se había ido el amor del corazón, pero aun quedaba otro mucho más fuerte y poderoso que era capas de mover montañas si se lo proponía.
Cuanta suerte tenía Yukito de tener a Sakura y a sus amigos, pero sobre todo de tener la dicha de saber que todo estaría bien.
Después de la tormenta llega la calma y aunque su dolor hubiera sido inmenso, siempre se puede empezar de nuevo.
El camino no es sencillo y él lo sabía, pero al menos tenía manos sinceras y amorosas que lo ayudarían a reincorporarse a su vida.
-"Ya no estamos solos, Yue. Ya no". Pensó y el ente mágico asintió porque al fin su contraparte lo había entendido todo.
Un nuevo mañana estaba por comenzar.
Otoño, le gustaba esa estación, sobre todo porque las hojas de los árboles se tornaban amarillas y cuando caían lentamente de las ramas que durante varios meses las habían albergado, lo hacían en medio de un bello baile de despedida.
Su movimiento oscilatorio era un verdadero deleite para quien lograba admirar la belleza de tan típica y única escena.
Jamás era la misma, cómo los atardeceres.
-¿De nuevo aquí?. Voy a terminar por pensar que realmente estas chiflado.
Sonrió con gracia. La siempre impetuosa Nakuru era todo un caso.
-No seas impertinente. ¿Cuántas veces debo decírtelo?. El amo está meditando. Fue la aclaración de Suppy, quien frunció el entrecejo ante la falta de atención de la muchacha.
-Pues que no medite. Eso es muy aburrido. Corrigió la que en su forma guardián era una linda mariposa.-Mejor que salga a caminar o a bailar. El baile es bueno.
-Impertinente. Gruñó el peluche.
-Soy realista. Aclaró la muchacha.-Además es joven. ¿Por qué aburrirse en el jardín o leyendo o trabajando?. Que se divierta.
El peluche entonces tomó su forma de guardián y se dedicó a perseguir a la Mariposa que momentos antes había sido una linda jovencita.
Ambos entes se estimaban y querían, pero cuando la siempre parlanchina Ruby Moon hablaba, Spinel siempre trataba de ponerla en su lugar.
Un par de hermanos al fin y al cabo.
El muchacho que miraba todo desde su posición bajo el árbol amarillo, sonrió simplemente. Adoraba cuando esas riñas sucedían, pues de esa manera podía saber que a pesar de los cambios en la vida muchas cosas permanecían igual.
Suspiró con bastante emoción pero esta se disolvió un poco cuando una de las hojas amarillas cayó sobre su cabeza.
-Un año. Se dijo en un murmullo.-Un año desde que me fui de Japón y tú…no me seguiste.
Su sonrisa se tornó irónica y después triste. Las cosas no siempre salen como se planean.
Después de que hubo dejado a Yukito en su departamento, llamó a Sakura. Al menos deseaba irse sabiendo que alguien lo cuidaría. ¿Y quién mejor que la ex cazadora?.
Después de eso había empacado y deshecho el conjuro de su linda residencia. Sortilegios sencillos para un mago de su categoría.
Sin embargo su corazón siempre humano había albergado la esperanza de que en el último momento Yukito llegaría a su encuentro. En el aeropuerto, igual que en esas películas románticas que gustaba de ver los viernes por la tarde.
Su alma de soñador y empedernido enamorado siempre le había hecho actuar de manera diferente.
Ocultando sentimientos pero siempre soñando con el amor.
Había llegado, de eso no cabía la menor duda, pero había olvidado que el amor no siempre es lo que se busca y mucho menos correspondido.
Amar significaba dar y recibir pero hasta ese momento solo había dado.
Como todo ser humano añoraba el recibir y tal vez moriría de nuevo con esa esperanza.
-No llegaste. Volvió a susurrar, permitiendo que el viento le arrancara la hoja de la mano.-Y lo quería.
Si, Yukito no había llegado al aeropuerto y en su lugar Sakura Kinomoto había aparecido.
-"Cuánto lo lamento". Había musitado la muchacha, que a última hora había ido a despedirle.-"Shaoran está cuidando de él en estos momentos y yo quise venir a decirte hasta pronto".
Él, con todo el refinamiento y educación que había tenido, agradeció el gesto. Sabiendo que de esa desilusión no se recuperaría tan fácilmente.
-"Algún día todos seremos felices". Anunció la ex cazadora y él quiso creerle aunque su optimismo no había sido el más alto.
Después de eso había partido para regresar a su tierra natal.
De eso un año y él había regresado a su vida.
Los negocios de su padre avanzaban con grandes éxitos. Su vida pasaba tranquilamente, al lado de las personas que lo querían.
Miraba siempre las pequeñas cosas y sonreía, porque no quedaba más.
Pero cada y cuanto se sentaba a pensar en muchas cosas. Viejas y nuevas y recordaba con inmenso dolor al único ser que había amado realmente hasta el punto de cederlo por amor.
Nakuru le decía que eso había sido tonto, pero Kaho lo negaba, admitiendo que obra más amorosa jamás se repetiría.
Lo único que le quedaba era pasar su existencia pacíficamente, como cuando había sido Clow y entregarse de lleno a la idea de que el amor simplemente no había sido diseñado para él.
-¡Eriol!. Gritó Nakuru cuando se colgó de su cuello.
-Tú ímpetu este día es bastante. Sonrió el peliazul, mirando que Suppy caía rendido en su regazo.
-Si. Lo que sucede es que soy feliz.
Eriol envidiaba la algarabía de la guardiana. Su facilidad de movimiento y expresión, todo lo podían y se alegró por haber elegido esa personalidad para Ruby Moon.
-Me alegro. Asintió el muchacho, acariciando los cabellos negros de la chica.
-Lo lamento, amo. Pero esta insensata es incorregible. Añadió el peluche, quien también recibió una agradable caricia en su cabeza.
-No, lo que sucede es que tú eres un amargado. Rebatió la chica y antes de que entraran en una nueva disputa, el peliazul los detuvo.
-Ambos son especiales a su modo. Ambos con una forma de actuar diferente. Eso es lo que los hace únicos y muy queridos.
Nakuru gritó de emoción, colgándose nuevamente del cuello del muchacho, mientras que Suppy suspiraba resignado y le dedicaba una sonrisa agradecida a su creador.
Solo Eriol podía ocasionar esos llamativos cambios en ellos.
-La comida está lista. Anunció Kaho Mizuki. La profesora había ido de visita a Londres y su casa yacía donde sus amigos.
Eso había dicho el mago y ella verdaderamente lo apreciaba.
Tanto Nakuru como Suppy corrieron al comedor, dónde un suculento banquete había sido dispuesto.
Lo que ambos guardianes jamás perderían sería la compatibilidad.
-Los concientes demasiado. Rió la mujer pelirroja, agradeciendo el brazo que el muchacho les daba.
-Es lo menos que se merecen. Disfrutar de la vida y reír.
Kaho asintió. Eriol siempre sería un dulce.
-¿Saldrás esta tarde?. Preguntó la profesora con cierto interés.
-No. Hoy no. Aseguró el peliazul sin perder su sonrisa.
-Aun lamento mucho lo que sucedió.
Eriol no mencionó nada. Había revelado lo sucedido en Japón a la pelirroja y con eso bastaba.
De vez en cuando la catarsis era buena.
-La vida tiene que seguir. Fue el susurro que los labios delgados del muchacho dejaron escapar y Kaho lo entendió.
Sabía lo doloroso que había sido para Eriol regresar a Inglaterra después de lo sucedido. Pero de alguna u otra manera sabía, que pasaría.
Ir a Japón y no toparse con el pasado era como acudir a la Antártica y no toparse con nieve.
En el preciso momento entonces en el que entraban al comedor, el timbre sonó.
-¡Vaya, visitantes!. Se exaltó Nakuru, haciendo gruñir al peluche.
-¿Esperas a alguien, Eriol?.
El inglés negó mientras terminaba de ofrecerle el asiento a la profesora.
-¡Yo abro!. Gritó la guardiana, saliendo disparada hacia la puerta.
-Algún día va cometer alguna indiscreción. Anunció Spinel, quien tras convertirse nuevamente en guardián acaparaba todo lo que su contraparte pudiera desear.
Tanto Eriol como Kaho sonrieron. Los entes mágicos jamás cambiarían.
Entonces y antes de que la comida comenzara, Nakuru regresó con el mismo alboroto de siempre.
-Es para ti, Eriol. Anunció muy quitada de la pena.
-¿Quién es?. Indagó antes de incorporarse de la mesa.
-No sé. Es un paquete, pero dicen que debes recibirlo tú. Añadió la guardiana, riñendo a Spinel por comerse lo suyo.
El inglés se disculpó ante el imprevisto y de inmediato fue en busca de aquel misterioso paquete que no esperaba.
Tal vez alguno de los abogados de su padre empeñado en que vendiera su enorme casa.
Lo recibió un muchacho sonriente, el cual le cedió un sobre perfectamente sellado después de que firmó.
Su curiosidad actuó rápido por lo que abriendo el sobre se encontró con una carta cuya fina caligrafía lo exaltó un poco, pues la conocía muy bien.
Eriol:
Un año. Cómo pasa el tiempo.
De haberme dicho lo que cambiaría en este tiempo, me habría reído bastante.
Pero así ha sido.
He cambiado tanto que apenas recuerdo al muchacho apesadumbrado que alguna vez fui.
Cuando trataste de mostrarme la belleza del mundo no pude entenderte. Pero ahora, que escribo esta carta bajo uno de esos árboles de cerezo que tanto te agradan, puedo comprenderte a la perfección.
El mundo está lleno de cosas que hieren y de otras que no tenemos contempladas, pero todo es parte del mismo ciclo de la vida.
Nacemos para aprender y sin dolor no hay felicidad.
Lo aprendí de la manera más dura, pero debía hacerlo o de lo contrario jamás sería un buen ser humano.
Tengo mucho amor a mi alrededor ahora o quizá siempre lo he tenido, solo que me empeciné tanto en no terminar mi Duelo que el mundo lo veía parco y cruel.
Ahora es diferente.
Sakura me ha ayudado mucho, al igual que otras personas que a lo largo de este año he conocido.
¿Sabes?. Me cambié de casa. Ya era hora, ¿no lo crees?.
Me mudé a un departamento más céntrico dónde mi trabajo queda más cerca.
Si, dejé el negocio de la comida rápida para regresar a lo que soy: Un chef. Trabajo en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad y vuelvo a sonreír cada vez que cocino.
Retomé mi vida y todo, en gran medida, te lo debo a ti.
Ahora y después de que contemplo la tormenta desde otro lugar, puedo agradecerle al destino por haberte puesto una vez más en mi camino.
Yue se siente conforme con mi progreso y ambos convivimos con más armonía.
Si te preguntas él por qué he tardado tanto tiempo en escribirte fue parte de mi recuperación.
Sabrás que no fue de un día para el otro y que muchas veces quise flaquear, pero te debía una explicación y ahora que me siento con la fortaleza necesaria, lo hago.
Hay tanto que deseo agradecerte pero solo puedo hacerlo con una sola frase: Gracias por Existir, Eriol y por Amar tanto.
Siempre pensamos en ti:
Yukito y Yue
No sintió siquiera cuando la sonrisa en sus labios se extendió.
Había sido la carta más hermosa que había recibido en todas sus dos vidas.
Saber que al fin, su hermoso ángel estaba en perfectas condiciones era la noticia más bella que hubiera recibido jamás.
Dobló la carta cuidadosamente. Iba a guardarla toda su vida y mientras le dedicaba una pequeña oración a su ser más amado, un pequeño papel cayó del interior del sobre.
Con extrañeza lo recuperó y volvió a asombrarse de lo que en él había escrito.
PD: ¿Aun sigue en pie tú oferta?.
Con el corazón latiendo aprisa y temeroso por vez primera de mirar a su alrededor, sintió un par de manos posarse sobre las suyas.
Sus ojos azules se encontraron entonces con unos castaños que sonreían y brillaban al verlo.
Eriol no supo lo que sucedía.
-Haz perdido el don. Antes me habrías percibido a kilómetros de aquí.
Como la carta decía. El muchacho que había aparecido de la nada no era ni la mitad de lo que había sido un año atrás.
Yukito sonreía tan brillante y resplandeciente como el mismo sol, y sus facciones tiernas habían regresado.
-Yukito. Pronunció Eriol con dificultad, no sabiendo si sonreír o indagar.
-¿Te sorprendo?. Me agrada eso. Es la tercera vez que te veo perder tú elocuencia y eso me gusta.
El peliazul sonrió un poco. Realmente eso era una grata sorpresa.
-¿La tercera?. Indagó aun sin saber que hacer.
-Si. La primera fue un sonrojo que yo cree. Contó el albino, quien vestía de manera casual.-La segunda esta y la tercera…
Eriol esperaba una palabra pero nunca el gran movimiento que Yukito hizo al cerrar la distancia que los separaba.
-La tercera fue cuando me besaste y me dijiste que me amabas.
Y sin más, Yukito Tsukishiro besó a Eriol, quien de la sorpresa aun no salía, pero qué supo cuando su corazón latió desbocado, que alguna especie de milagro se había formado alrededor de su vida.
Así pues dejando que sus manos se dirigieran a la estrecha cintura del albino, ahondó en el maravilloso beso que no era un sueño, sino pura realidad.
-¿Debo preguntar si esto fue idea de ustedes?
La voz casi siempre seria de Kaho Mizuki realizó la cuestión al par de guardianes que sonreían de oreja a oreja.
-No. Murmuró Spinel tras aclararse la voz.
-Nosotros solo le dimos un empujoncito a las cosas. Sonrió Nakuru, mirando la escena que habían seguido con mucha atención desde que Eriol se hubo incorporado de la mesa.
Kaho solo suspiró, pero sonrió discretamente a lo que veía.
Eriol al final sería feliz. Se lo merecía y con nadie más que con el amor de sus dos vidas.
A veces los planes pueden ser diferentes.
-¿Y entonces?. Preguntó el albino cuando el beso se hubo roto.-¿Sigue en pie tú propuesta?.
Eriol sonrió, acariciando la sonrosada mejilla de su compañero.
-Toda la vida. Aclaró, robándole otro beso a quien solo se dejó hacer.
Yue, en el interior de Yukito, sonrió gozoso.
Al final, gracias a la vida, podría ser feliz.
Él y Yukito habían aprendido a ser uno y después de ser aceptados completamente por Eriol, su vida no podía terminar de mejor modo.
Durante aquel año, dónde heridas y trabajo duro habían sido llevados a cabo dentro de su corazón, había aprendido la enseñanza más sabia:
Cuando te rompen el corazón solo queda una cosa: Volver a empezar.
Y eso era lo que en esos momentos iba a hacer. A empezar y a vivir con quien se merecía.
Fin
Si se que aun quedan cosas pendientes como el M-Preg pero en el pequeño Epílogo que preparo se disolverán muchas dudas.
Muchas gracias a quienes han leído esta pequeña historia. Gracias por sus comentarios y aunque se que no es una pareja común, realmente le agradezco a quien me ha leído. Ya saben, amo a las parejas extrañas
Nos vemos en el epílogo, su amiga:
Katrinna Le Fay
Abril del 2006
