Yumesan

7: El abuelo de Maris

-¿Quién eres?-le preguntó Hao a la figura que había aparecido frente a él. Era el fantasma de una chica.

-Soy Yukari, la amiga de Maris, y también su espíritu acompañante- dijo la chica.

-¿Qué quieres?-

-Déjala en paz. No te ganarás su aprecio haciéndole eso. Ella ama a Len, y aunque intentes separarlos, no lo lograrás. Acéptalo y vete de una vez, ¿quieres?-

-Me enfrentaré contigo en una batalla... muy pronto- dijo Hao con voz de hielo.

-Y no ganarás- dijo Yukari –Tu poder es el de los grandes guerreros, pero el de Maris es el del mundo espiritual-

-Le ganaré, y mataré a Len. Haré que lo olvide y me amará a mí. No sólo es el fuego lo que puedo controlar... -

-Naciste en el año del tigre de fuego. Tu poder es el del fuego- dijo el espíritu con tranquilidad –el elemento chino de los grandes guerreros y estrategas. A los que nacen bajo ése elemento se los llama "hijos" si poseen habilidades especiales como Maris o Len. Pero el elemento de los espíritus y del mundo etéreo es el agua, el elemento de Maris. Ella está más conectada con los buenos sentimientos que ningún otro Shaman en todo el Torneo, y por eso gana. Porque ella tiene muchos poderes que tú no tienes. Y el más grande es su amor por Len. ¿O me vas a decir que no estás celoso, porque nadie te ama como ella a él?-

Hao la miraba con los ojos entrecerrados, sin decir una palabra.

-Cuando el odio consume a un ser, sus poderes disminuyen considerablemente si pelea con un ser que esté lleno de buenos sentimientos y de amor- Yukari hizo una pausa -¿Por qué lo sigues haciendo, si sabes que no ganarás?-

Unas llamas la envolvieron, pero no le hicieron daño. Ella estaba dentro de una burbuja azul, que eliminaba las llamas a su sólo contacto.

-No lo lograrás, Hao- repitió Yukari –Jamás- y desapareció.

Ahora, Len y Maris soñaban los mismos sueños. Minako le dijo a Len que era porque Maris le daba algo de su poder, por sus sentimientos.

-¿Por nuestros sentimientos?- le preguntó Len.

-Sí, como ella te ama, te da energía voluntariamente, y algunos de sus poderes. Esto empezó a aparecer cuando ella apareció en tu cama, ¿verdad?-

Len, sonrojado, asintió.

Maris estaba sonrojada, pero Len la miraba con ternura. Estaban cenando, y Len había comentado que tenía los mismos sueños que su novia.

Después de la cena, Maris desapareció. Len la buscó por todos lados y la encontró en el techo de su hospedaje, mirando a los Grandes Espíritus. Antes de empezar a hablar, ella le dijo algo.

-Cuando los veo, recuerdo a mi abuelo- dijo Maris -¿Alguna vez te hablé de él?-

-No- dijo Len, sentándose a su lado.

-De él es el facón... Se lo dejó a mamá, diciéndole que era algo que sería su regalo a su primer nieto, que fui yo. Hace mucho tiempo, casi veinte años, fue a pelear a Malvinas. Fue un héroe, pero murió en batalla. Cada vez que mamá habla de él, veo cuánto lo quería... Y cuánto aprecia éste facón-

Len escuchaba con atención.

-Me decía que, pasara lo que pasara, él estaría protegiéndome. Sé que se fue, pero a veces siento su presencia a mi alrededor. Mi abuelo quería mucho una nieta... Y me sigue queriendo. Por eso es que uso este facón viejo y con la vaina gastada, Len, sé que te lo preguntaste muchas veces. Es por él. Mamá todavía tiene la medalla que ganó mi abuelo durante la guerra de Malvinas, y su retrato cuando entró en el ejército. Siempre que lo miro, encuentro fuerzas para seguir con lo que sea... Y fue él quien me animó a venir contigo. Él siempre me ayuda a hacer lo correcto-

Len la abrazó con dulzura. Maris lo dejó, con el facón dentro de su vaina en la mano. Estuvieron así por largo rato, hasta que decidieron que era hora de ir a dormir. Len se deslizó de nuevo hacia la cama de Maris, y la abrazó con ternura. Ahora sentía que su amor por ella cobraba más fuerza que nunca, y que no se separaría de ella.

Jamás.

-¿Qué te pasa, calabaza?- le preguntó Chocolove a Minako.

-Es... Maris- dijo al fin –Me preocupa un poco-

-¿Y por qué, pues?- preguntó el moreno, sentándose a su lado.

-Su abuelo murió en una guerra, y le dejó el mismo facón que ella usa para su posesión. Sé que sufrió mucho el vivir sin abuelos, él era el último que le quedaba, aunque siempre guarda todo su dolor en su corazón para no herir a otros. Yo lo sé porque ví lo que había en su corazón-

-Ella es una chica muy fuerte- dijo Chocolove.

-Sí, pero algo me inquieta. Hao se siente atraído por ella, y hará lo que sea para ganar su amor. Hasta matar a Len, y a todos los de su equipo- abrazó a Chocolove –Y no quiero que ése te haga daño... –

-No te preocupes, que yo soy más duro que las rocas-

-Las rocas se funden con el fuego-

-Pero no con el de Hao-

Ella tenía que ser suya. El tiempo se había acabado. En la última batalla, sabía que ella pelearía al lado de Len e Yoh, y eso era precisamente lo que quería. Hao lucharía contra Yoh, pero su primero objetivo sería matar a Len. Sin él, Maris estaría vulnerable, y entonces sería suya... Yoh tal vez se interpondría, pero ya le había dado órdenes a su equipo de debilitar a todos excepto a Len. Lo quería para él solo. Quería matarlo frente a Maris, para demostrarle que él era más fuerte, y que sería el que en verdad podría protegerla de los humanos, ésa raza odiosa que sólo servía para destruir el planeta. Como Portadora de Sombra, dejaba de ser humana para pasar a ser una raza superior, una que había sido dividida luego en vampiros y humanos. Pero su nueva unión era perfecta, y tenían más poder que el que Maris dejaba ver... Seguramente para no opacar a los otros.

Pero ella sería suya. Antes había deseado a Yoh, con una pasión que nunca había sentido por nadie, pero Maris... ella era la mezcla perfecta entre Shaman y chica latina, de ésas que se hablaba tanto. Su encanto sólo era superado por sus poderes, y por su disposición a ayudar a otros. Era perfecta para ser su esposa. Anna ya no le interesaba: si quería a Yoh, allá ella. Maris la superaba, y no sólo en poder, sino que había crecido bastante en sus curvas... Se le hacía agua la boca de solo pensar en ella. Su espíritu acompañante no sería un obstáculo, ya hallaría la forma de sacarla del medio.

Todo se solucionaría cuando él fuera el dueño de los Grandes Espíritus.

Maris y Len no se separaban. Maris le hacía comida casera a Len, pero después cocinó para todos, las miradas de Horo Horo lo decían todo. Antes rezongaba porque Len siempre ganaba los juegos para elegir el tipo de comida, y siempre elegía comida china. La cocina de Maris fue un gran cambio, y Silver le pidió sus recetas. Maris se las dio con gusto.

Len ya no discutía ni siquiera con Horo Horo o con Chocolove, cuando hacía algún chiste. Minako estaba siempre al lado del moreno, y se los veía muy enamorados. Maris se sentía muy bien con ellos, al sentir a Len siempre a su lado, podía sentir su calor... Y todo el amor que le tenía a ella. Crecía cada vez más, y Maris no lo decía con palabras, pero los dos sabían que hoy se amaban más que ayer, y que seguiría así.

Toda la aldea Pachi se daba vuelta para verlos, pero a ellos no les importaba. Maris tenía un efecto benéfico en los seres que la rodeaban, y de la desconfianza inicial de los Shamanes que se quedaban para ver la batalla final, ahora sonreían y Maris casi podía leer sus mensajes de aliento de sus mentes. Ahora nadie se preguntaba si sería peor que Hao por sus grandes poderes. Yukari lo había entendido, y Maris también, pero a Len le hubiera dado lo mismo que pensaran que ella fuera un demonio, era demasiado angelical como para hacer nada malo. Hasta Silver empezó a sonreír cada vez que pasaban cerca de él, aunque no los viera. Los organizadores del Torneo confiaban en ella, pero no sabían qué pasaría el día del combate final.

El día de la batalla se acercaba con rapidez, y la ansiedad se masticaba por todas partes. Los entrenamientos casi mataban a Yoh, pero sabía que era para poder vencer a Hao, así que aguantaba todo son protestar. Maris, Minako y Jun se encerraron con sus espíritus durante tres días y no bajaron ni siquiera a comer. Habían dado órdenes específicas de no ser molestadas, porque prepararían una técnica especial para combatir a Hao. Ni siquiera Len se atrevió a desobedecerlas, y Anna se hizo la distraída. Lo único que dijo al respecto fue "Si ayudan a que Yoh sea el Rey Shaman, está bien" y nada más. Horohoro no dijo ni mu al tener que comer de nuevo comida china, por un juego que él mismo había elegido y perdido contra Len.

Al amanecer del cuarto día, las tres chicas salieron. Se las veía un poco diferentes, y Len fue el primero en notar por qué: tenían el pelo y los ojos completamente negros, y su ropa y su pelo flotaban como si estuvieran bajo el agua. Sos movimientos eran suaves y hablaban con sus mentes más que con palabras. Anna no dijo nada, para que nadie se diera cuenta que no sabía lo que habían hecho. Pero ellas sí lo entendían, y no se lo dijeron ni a Len.

"Es una técnica especial que estuvimos ensayando durante todo éste tiempo, Len" le dijo Maris sin despegar los labios.

"¿Estás bien?" le preguntó Len "Es decir... ¿Habrá algún riesgo para ustedes? No por la batalla, pero si su técnica falla, más allá de los ataques de Hao, ¿tendrán algún efecto secundario?"

"No, es sólo un poder que tenemos las Portadoras, pero pocas veces se usa, menos aún que el Yumesan"

"No quiero que te pase nada"

"Yo te protegeré Len, y si a ti te hace feliz que no me lastime, entonces pondré todo mi poder en protegerte y no lastimarme"

"Maris..." le dijo Len, afligido.

Ahora ellas no abrían la boca, excepto Maris, que lo hacía sólo para besar a Len, y Minako, que lo hacían sólo para reírse de los chistes de Chocolove o para besarlo. Le gustaban sus grandes labios morenos, y él se veía muy tierno sonrojado. Lástima que Maris... Pero eso era agua pasada. Y Minako se decía que tenía suerte de haber encontrado a Chocolove. Era muy dulce y amable, cuando estaba enamorado.

Todos sabían que el Equipo de Len y el de las Diosas del Agua no se enfrentarían entre sí, sino contra Hao.

A menos que algo lo impidiera.

Len se despertó en su habitación, transpirado. Había tenido una pesadilla horrible, y se tapó la cara con las manos. Miró hacia los lados, donde las siluetas de Chocolove y Hoho Horo se dibujaban bajo la luz de la Luna llena. No, no había gritado, y era una suerte. Se levantó, nervioso y fue a la habitación de Maris.

Allí estaba ella, con su pelo ondeando al viento. Al verla así, tan hermosa y serena en su cama, Len se tranquilizó. Todo había sido un mal sueño. Len se acostó junto a Maris y la abrazó por la cintura, atrayendo su rostro al suyo, y la besó en los labios. Era dulce, más dulce de lo que recordaba.

Deseaba seguir a su lado por mucho tiempo...

Maris se despertó antes que Len, y lo miró con ternura hasta que él despertó. Eran sus ojos, sus grandes ojos negros, los que reflejaban todo el amor que sentía por él. Len no lo soportó más y se abrazó a ella con fuerza, sollozando.

-No quiero que te pase nada... – dijo Len, sin poder contenerse.

-Len, no te preocupes, yo fui la más sana al final- le dijo Maris, abrazándolo a su vez.

-Eres más angelical que todos los ángeles que puedan tener los Soldados X-

-Len... – Maris lo miró con ternura. Él siempre había escondido sus sentimientos, pero con ella no tenía problema en revelárselos. Los dos lo sabían, pero a Len no le importaba. Si ella estaba bien, todo lo demás no importaba...

Manta estaba en el bosque, intentando consolar a Ryu –deprimido a tal punto por el camino que había elegido "su" Lyzerg que ni siquiera Tokagero lo podía sacar de la depresión- y salió corriendo, porque Ryu le dijo que lo dejara en paz. Manta nunca había sido de gran utilidad –dijo- era muy débil y no podía pelear, aunque intentaba ayudarlos, pero si le decían que se fuera, era porque entonces estaba en el lugar equivocado.

Ryu se recuperó enseguida, y, buscando a Manta, se disculpó y le dijo que no estaba en el lugar equivocado, y que Ryu con su Espada de Madera siempre se recuperaba rápido. Tokagero no podía creerlo.

Pero entonces Lyzerg apareció, y se llevó a Manta. Ya no estaba acompañado por Morphin, sino por un ángel. Le dijo a Ryu que lo hacía porque necesitaba que Yoh viniera para poder acabar con Hao. Lyzerg y su ángel dejaron tirados a Ryu y Tokagero, quienes, junto con Morphin volvieron con Yoh para darle las noticias.

Manta estaba desesperado, atrapado por los poderes de la Doncella Yin, porque sabía que era una trampa para poder matar a Yoh. Cuando sus amigos llegaron –Maris y Minako también habían ido- le gritó a Yoh que no les hiciera caso a los Soldados X, que no entrara, que eso no lo purificaría sino que lo mataría, pero Yoh siguió adelante. Justo cuando estaba por entrar al gran haz de luz que lo eliminaría, Moske reaccionó, liberando a Manta.

Manta no sabía que Moske estaba allí dentro, pero no hubo tiempo para nada, porque la Doncella Yin atrapó a todos dentro de una jaula hecha con su poder espiritual. Todos había perdido su posesión, excepto Maris y Minako. Los llevó dentro del haz de luz, pero antes que pudiera hacer nada, y cuando Maris estaba lista para usar su lanza, Hao apareció. La Doncella Yin no pudo escapar de sus garras. Había salido de su sarcófago de hierro, para enfrentarse a Yoh y los demás, pero el Espíritu de Fuego la agarró, y Hao la hizo arder. Cuando la soltó, ella cayó casi inconsciente, sus espinas la tomaron y la llevaron de nuevo a su sarcófago.

Hao y sus secuaces empezaron a pelear contra los Soldados X. Poco a poco los fueron venciendo, y eliminaron a varios. Yoh y Maris no lo soportaron, y deshicieron la jaula que los tenía cautivos. Yoh y los demás decidieron ayudar a los Soldados X. Mientras todos peleaban, Hao se enfrentó a Yoh. Manta pudo ver que ése Yoh no era el que conocía, y cuando vio a Yoh perder y caer de manos de su gemelo, se quedó paralizado.

-Aún eres muy débil, Yoh- le dijo Hao.

Los Soldados X que quedaban intentaron abrir el Portal de Babilonia, usando lo que les quedaba de vida, Maris, había lanzado un rayo azul hacia el sarcófago y había curado a la Doncella Yin. Lo lograron, a costa de mucho dolor, y heridas en todo su cuerpo. Los Soldados X estaban a punto de morir, cuando la Torre de Babel al fin apareció elevándose, llevando a la Doncella Yin y a su espíritu con ella.

Lograron abrir el Portal de Babilonia, y todos fueron absorbidos por él. Pero, en el último momento, Hao se llevó al espíritu acompañante de la Doncella Yin con ellos. Adentro, todos empezaron a desaparecer lentamente, mientras caminaban por un sendero rodeado de árboles muertos. Sólo Maris e Yoh reaccionaron.

-¡¡¡¡¡DESPIERTEN!-

Todos cayeron en diferentes lugares de la zona, sin sentido. Len terminó en la orilla de una lago. Maris puso su cabeza en sus rodillas hasta que Len despertó. Chocolove despertó siendo abrazado por Minako.

-Creo que ya no es necesario seguir con el Torneo de los Shamanes- dijo Hao, y se retiró.

Uno de los aliados de Hao apareció frente a Len y Jun. La propuso a Len ir con Hao, para aumentar sus poderes, pero Len no aceptó, recordando todo lo que les había a Maris, a él y a todos. El otro le dijo que Yoh lo usaba para sus propósitos antes de desaparecer volando, llevado por un águila.

-Len... – le dijo Maris, mientras aparecían algunos de sus amigos.

Len no contestó. Cayó al piso de rodillas y empezó a golpear el suelo con una expresión de furia que nadie, y menos Maris, le había visto nunca.

Maris, Minako y Fausto los curaron a todos como pudieron. El espíritu acompañante de la Doncella Yin había sido devorado por el espíritu de fuego, al igual que muchos más. La Doncella Yin se recuperó gracias a los poderes de Maris y Minako, y los Soldados X –ahora eran cinco en vez de ocho- se lo agradecieron, diciendo que era una chica muy buena, y que lamentaban haberla causado tantos problemas anteriormente.

Pero Maris no pensaba en eso, sino en Len. Había estado muy preocupada, porque uno de los seguidores de Hao le había dicho que Yoh lo manipulaba para lograr sus fines. Y ni siquiera ella le había logrado sacar una palabra. Y suponía lo que iba a hacer...

Los organizadores del Torneo habían sido atacados por Hao, quien le había quemado las piernas a su padre para que no lo siguiera. Yoh, Manta, Anna, Chocolove, Minako, Fausto, Eliza, Tamao, Horo Horo, Pilika, Maris y Len llegaron al lugar, y decidieron ir a buscar a Hao, quien se había internado en el Bosque Prohibido, para encontrar a los Grandes Espíritus y apoderarse de ellos. Fueron tras ellos, pero Len quiso pelear con Yoh.

Jun y Maris sabían la razón, porque sólo así podría demostrarse a sí mismo que realmente quería seguir al lado de Yoh, y la batalla comenzó. Yoh llegó al nivel tres de posesión, y Len lo hizo más tarde, al final de la pelea. Pasaron al Bosque Prohibido, donde toda una legión de seguidores de Hao estaba esperándolos.

Y todos sabían entre quiénes sería el enfrentamiento final.

Guts! El séptimo tomó tiempo, pero aquí está. En la escuela me dan mil trabajos por semana, y se acercan las pruebas... Tengo que estudiar tres horas por día por lo menos –quinto año... después la facu- y sólo puedo escribir los fines de semana... Pero no se preocupen, que nunca dejo nada sin terminar, así que, dentro de poco, llegará el final.

En realidad, éste capítulo y el siguiente ya estaban listos, pero al ver los nuevos capítulos de la seria cambié casi todo. El siguiente será totalmente renovado, y el final se acerca...