Disclaimer: Los personajes de CANDY CANDY no me pertenecen.

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El amor vuelve lentamente

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La gran reja se abrió lentamente dando paso a un elegante coche con la reconocida y brillante insignia de la familia Andrew. La mujer en el interior, miraba nostálgica a través de la ventanilla el hermoso jardín decorado con algunas antiguas estatuas que engalanaban la enorme mansión, irguiéndose imponente ante sus verdes ojos. Bajó la vista, suspirando sin poder evitarlo, de que servía tanta opulencia si no le devolvía la felicidad y la salud de sus seres amados.

Volteó a su lado solo para observar al hombre rubio completamente dormido, ajeno a sus pensamientos y tal vez soñando algo placentero. Una muy ligera sonrisa, apenas imperceptible adornaba su varonil rostro, gesto que ya no veía desde hace más de un año, desde aquel inesperado accidente que cambió su vida drásticamente. No obstante, pese a haber perdido sus memorias, sus ganas de vivir y parte de masa muscular, lo seguía advirtiendo tan buen mozo como antaño, sus facciones masculinas permanecían intactas, salvo una que otra cicatriz visible; aún así, parecía tan vulnerable, como si en cualquier momento fuera a romperse.

Con la vista nublada por la lágrimas, hizo a un lado algunos mechones rubios que traviesos se habían escapado de su pulcra cabellera. Cuan impotente se sentía, en parte porque le partía el alma ser testigo del calvario que diariamente atravesaba y por otro lado, ella no podía hacer nada para ayudarle. Se limpió rápidamente con su pañuelo luego de que el auto se estacionara en la entrada y el eficiente chofer le abriera la puerta.

– Bienvenida, señora ¿Como está el señor? – habló el mayordomo esperando por ellos en la entrada.

– Muchas gracias Hans, Albert se quedó dormido. Por favor, llévelo a su habitación con mucho cuidado – pidió amablemente.

– Como usted diga, señora. Por cierto, el señor Brown llegó junto con su esposa hace un rato, acompañan a madame Elroy en el salón de té.

La mirada de la mujer brilló.

– Gracias, Hans.

El mayordomo asintió empujando de la silla de ruedas a su dormido joven amo, seguido de la hermosa dama, quien se dirigió a paso raudo a su alcoba, no sin antes cerciorarse de que Albert estuviese instalado en su recamara.

Cerró las cortinas tratando de no despertarlo, dejando encendida la luz de una sola lampara. Salió de la pieza con cuidado cerrando la puerta tras de si, encaminándose al encuentro de los suyos. Cerca del salón, escuchó la risa tan contagiosa e inconfundible de él, se asomó sigilosamente y lo vio ahí platicando alegre con la tía.

– ¡Anthony! – le llamó efusivamente, el susodicho se levantó yendo a su encuentro.

– ¡Mamá!

Madre e hijo se abrazaron fuertemente, dios, cuanto había extrañado Rose Mary a su adorado retoño.

– Me alegro tanto de verte hijo, el matrimonio y la paternidad te han sentado de maravilla – su vista se enfocó en su nuera y en el bebé que traía en brazos – Oh, Emma, ¿Como estás, querida? Mírate, luces radiante.

– Usted también luce perfectamente... – unos chistosos balbuceos interrumpieron a las dos mujeres – Saluda a tu abuela, mi vida – el pequeño bebé de seis meses sonrió en cuanto vio a la alegre señora.

Rose Mary abrazó al infante, acariciando su suave y escasa cabellera rubia. Después de lo sucedido con su hermano, el nacimiento de su primer nieto Richard Brown le trajo un poco de luz y esperanza a su vida. Besó la cabecita del niño, miró a Emma, luego a su hijo. Su dulce Anthony, el producto del intenso amor con su amado Vincent.

Como madre, irradiaba de dicha al presenciar a su único hijo crecer, convertirse en un hombre de bien, formando su propia familia. Él se había casado un año antes del accidente de Albert y aunque el matrimonio de ellos no fue muy del agrado de la tía, más que nada por casarse tan joven, ella no podría estar más feliz.

– ¿Como está el tío Albert?

– Descansando, hijo. El paseo lo dejó agotado.

– Aun no hay mejoría ¿verdad?

La mujer negó con la cabeza.

– Ya veo.

– Me imagino que han de estar cansados por el viaje – interrumpió la matriarca Andrew – Anthony, hijo, porque no llevas a Emma y al pequeño Richard a instalarse, quiero hablar con tu madre un momento. Más tarde nos vemos en la cena.

– Tiene razón, tía abuela, el viaje fue agotador. Con permiso.

Rose le entregó el bebé con cuidado.

– Platicamos luego, cariño – Anthony asintió despidiéndose de su madre con un beso en la mejilla, ofreció el brazo a su esposa cargando a su hijo del otro brazo y salieron de la habitación silenciosamente.

– Tardaron mucho en regresar – habló Elroy cuando la puerta se cerró.

– Lo lamento tía, Albert se mostraba muy ansioso con el paseo, creo le hizo bien salir un rato – dijo pensando en la joven mujer de la mañana y que de sobra ya conocía.

– Vinimos a Chicago porque William tuvo un ataque y requería de atención urgente, no a pasear. Creo es más conveniente quedarnos aquí en lugar de volver a Lakewood.

– Recuerde que Albert requiere mucha tranquilidad y nada mejor que la naturaleza que él tanto disfruta – Rose Mary se encaminó al gran ventanal contemplando las preciosas rosas que embellecían parte del jardín – ¿Sabe? Esta salida fue muy beneficiosa, tuvimos un encuentro bastante interesante que en mi opinión no creo haya sido simple casualidad.

– ¿De que estas hablando?

– Lo que quiero decir querida tía, es que Albert puede recuperar la movilidad de sus piernas – la mujer mayor se llevó una mano al pecho ilusionada – Hemos coincidido con una muchacha que es enfermera y estoy muy segura que será de gran ayuda para él.

Elroy Andrew recompuso su postura en un segundo.

– No entiendo como es que William puede volver a caminar contratando a otra enfermera. Tu has sido testigo de todos los intentos realizados en vano, él no se deja ayudar. Ni siquiera los mejores médicos del país han podido hacer nada, ni se diga de recuperar la memoria.

– Ella es diferente – susurró recordando lo gentil del comportamiento de la chica cuando la cobija en las piernas de su hermano resbaló. Sorpresivamente Albert no le reclamó, gracias al cielo, fue testigo de tan conmovedora escena, venía de regreso luego de haberlo dejado un momento a solas a pedido de él – llámeme loca pero estoy muy segura que esa joven podrá congeniar muy bien con Albert y sacarlo de ese estado deprimente.

Elroy enarcó una ceja, observándola sospechosamente.

– No entiendo a donde quieres llegar pero allá tu, de una vez te recuerdo Rose Mary querida que William debe casarse inmediatamente.

– Oh vamos, tía ¿Todavía insiste sobre ese asunto sin sentido? Bien sabe que Amelia no se ha aparecido desde que le dimos la noticia de la condición de su "prometido" – hizo una seña con los dedos acentuando la palabra prometido – ni siquiera se ha dignado en visitarlo. Es más, le pido de favor ya no hable de esto con él ¿Que no ve que lo puede perjudicar? Bastante difícil ha sido que usted le restriegue una y otra vez su deber para con la familia como patriarca y de un matrimonio que obviamente él no quiere. Entienda lo delicado de su situación.

– Ay Rose, yo solo quiero que William sea feliz.

– Lo será... – habló convencida sosteniendo las manos arrugadas de su tía – Cuando recupere poco a poco su memoria y con la mujer con quien él elija compartir su vida... tenga por seguro que Amelia no es esa mujer.

Elroy torció la boca, no muy convencida de las palabras de su sobrina. Por el momento le daría tiempo a su sobrino pero de que se tenía que casar, lo haría, con o sin memoria, sino dejaría de llamarse Elroy Andrew

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Candy llegó a su pequeño departamento totalmente exhausta, física como emocionalmente. Se recargó un momento sobre la puerta suspirando hondo y viendo el desgastado piso de madera ¿Acaso la vida le estaba jugando una mala pasada? Negó con la cabeza efusivamente encaminándose cansina hacia a el cuarto de baño sin siquiera asomarse a la cocina a probar bocado, la verdad no tenía mucha hambre que digamos.

Abrió el grifo llenando la pequeña tina con agua caliente; lo necesitaba, un baño le ayudaría a relajar sus músculos y olvidarse un momento de sus tristezas. Se quitó el uniforme, los interiores, se liberó del molesto moño dejando caer la cascada de rizos rubios sobre sus hombros y espalda. Ya completamente desnuda se sumergió en el refrescante líquido, cerró los ojos intentando relajarse, visualizando enseguida una mirada tan azul como el cielo, límpida pero que a la vez reflejaba una infinita tristeza y tormento.

– Andrew... – susurró al aire.

Ese apellido se le hizo familiar al momento de escucharlo de los labios de aquella mujer que acompañaba al hombre y fue en ese preciso instante que su mente hizo click y una escena en su pasado se materializó. Michael le comentó cierta ocasión algo referente a lo de la clínica y trabajar de la mano con un Andrew.

Flash Back

– ¿William Andrew?

– Si, amor, es un viejo amigo mío que no he visto en años, nos conocimos en Londres cuando él estudiaba en el colegio San Pablo y yo en un pequeño internado. No convivimos mucho pero si lo suficiente para entablar una buena amistad – Michael le alcanzó la taza de té junto con una muy grande rebanada de tarta de chocolate, justo como a ella le gustaba y que muy amablemente Agnes preparaba encantada, se sentó a su lado siguiendo con la conversación – Resulta que él es el patriarca de una de las familias más poderosas de Norteamérica, de igual manera pertenece a un clan muy antiguo en Escocia, se podría decir que se consideran parte de la realeza.

Candy saboreaba el delicioso betún de chocolate atenta a las palabras de su esposo sin sorprenderse, imaginándose a esas familias estiradas de abolengo tal como ilustraban los cuentos infantiles que solía leerle a los niños en el área de pediatría e hizo una mueca divertida, sabiendo de ante mano que si ella hubiera nacido de buena cuna o adoptada por dicha familia, jamas habría encajado en ese círculo social – Le platiqué mis planes de construir una clínica en Francia y se mostró muy interesado, está dispuesto a ayudarme en lo que sea, asimismo, se ofreció a ser uno de los mayores benefactores en ayuda de todas esas familias sin recursos...

– ¿En serio? – preguntó muy entusiasmada, Michael asintió.

El hecho de que su esposo estuviese a punto de cumplir uno de sus más grandes sueños, hacía que el corazón de Candy saltara rebosante de alegría.

– Amor, eso me hará viajar seguido a Chicago Michael la observó con cierta culpa cuando ella cambió su expresión de felicidad a una de tristeza.

– ¿De Milwaukee a Chicago? Es un largo trayecto.

– Cielo...

– No me agrada mucho la idea que te traslades de un lugar a otro. Será cansado y no quiero que te excedas tanto ¿Y tu trabajo en el hospital?

– Recuerda que pedí licencia unos meses debido a tu embarazo. Mi intención es quedarme unos días en Chicago pero tampoco considero dejarte tanto tiempo sola, quiero estar cada segundo en el desarrollo de nuestro bebé.

Michael acarició el vientre de su esposa con cariño, percibiendo las leves pataditas en su interior, Candy posó su mano sobre la él sonriendo amorosamente.

– Ya tengo cinco meses y tal parece que reconoce tu voz... dijo entrelazando sus dedos con los de su marido – Yo se cuanto has trabajado en este proyecto. Tu tranquilo, mi amor, estaré bien... estaremos bien.

El galeno acunó el rostro de su esposa entre sus manos.

– Candy, sabes que ahora eres mi prioridad ¿verdad? Tu y mi hijo son lo más importante que tengo.

– Michael...

– Mira, será solo una semana, posiblemente menos si trabajamos arduamente. Obviamente dispondré a alguien de mi entera confianza para que viaje a Francia y desde ahí valore y vea todos los detalles del terreno y demás, porque de ti no me va a alejar nadie.

La rubia enrolló sus brazos en el cuello de su marido viéndolo traviesa.

– Quien lo diría, antes te afanabas tanto en tu trabajo sin tener tiempo para nadie alegando miles de cosas para no entablar relación con ninguna mujer, ahora tu esposa acapara toda tu atención.

– Bueno, en ese entonces ninguna dama me atraía ni era de mi completo agrado hasta que te conocí. Mi vida eres tu, Candy y este bebé que viene en camino... Te amo tanto – dijo besando sus labios profundamente.

– Yo también te amo, Michael fue la vehemente respuesta antes de perderse en sus besos.

Fin del Flash Back.

Abrió los ojos de golpe, jamas imaginó que la muerte rondaba cerca y le arrebataría injustamente a su amado. Abrazó sus rodillas sollozando levemente, no entendía ni podía creer como logró sobrevivir tal sufrimiento como lo fue el perder repentinamente a Michael y luego a su hija.

Respiró hondo logrando tranquilizarse, salió de la tina al darse cuenta que el agua estaba fría. Encendió la lampara de noche junto a su cama, revelando una fotografía de ella y su esposo el día de su boda que reposaba en su mesita. Candy procedió a cepillarse el cabello con cuidado sin dejar de mirarse en el espejo, la imagen en el cristal le mostraba el reflejo de una mujer triste, decaída, infeliz, a pesar de aparentar lo contrario en el hospital. Más de un año sin él, diez meses de perder a su bebé ¿Quien se recupera de ese dolor lacerante?

De nuevo el apellido Andrew taladró su cabeza, recordando la fuerte impresión que se llevó cuando se enteró que aquel hombre rubio era el mismo hombre con quien su esposo trabajaría para la construcción de la clínica en Francia.

William Andrew... Rose Mary Andrew ¿Como no se dio cuenta antes? No la reconoció al instante, con lo despistada que era. Fue el día de su boda con Michael que la conoció, una dama muy elegante y de buenos sentimientos, iba acompañada de un caballero un tanto mayor que ella, se les notaba tan enamorados y Candy deseó que su relación con Michael durara tanto como aquella pareja.

Que cruda es la realidad.

Volver a verla después de tanto tiempo, conocer a su hermano en esas circunstancias... Las palabras que le dijo esa mañana, platicando bajo la sombra de un árbol, la dejaron anonadada. Después de haberle pedido si ella podía ser la enfermera particular de su hermano, le confesó algo que le partió el alma.

Quiero ser honesta contigo Candy y la verdad no se como te lo tomes pero es mejor que lo sepas de una vez... Mi hermano se llama William Albert Andrew, viajaba junto con tu esposo ese día del accidente, Michael pensaba presentarte en persona al hombre con quien trabajaría en su proyecto. Yo... lamento tanto la pérdida de tu marido, en verdad lo apreciábamos mucho, quisimos buscarte y darte nuestras condolencias personalmente pero nos dijeron que te encontrabas indispuesta y muy delicada debido a tu embarazo al enterarte de su muerte.

Candy no escuchaba, un nudo en su garganta le impedía oír, hablar, hasta que volvió en si y le confió parte de su historia.

– Yo me deprimí y deseé morir, fue tan fuerte la impresión de perder a Michael... en consecuencia perdí a mi bebé en el parto.

– Cuanto lo siento, en verdad no tengo palabras ... pensar por todo lo que has pasado – Rose Mary la contempló, nada quedaba de la mujer alegre y entusiasta que conoció.

– Mi hermano también resultó muy afectado, estuvo en coma por casi un año, además perdió la memoria, no sabe quien es y yo...

Desde la distancia veía a ese hombre invalido, su mirada absorta en el lago... ¿porque? ¿porque Michael y no él? era tan injusto. Estaba a punto de negarse, irse de ahí y olvidar por completo sus buenos modales. Si Michael no hubiese viajado con él, si nunca hubiese estado involucrado con los Andrew, tal vez él estaría a su lado, disfrutando de su familia y de lo hermoso de estar vivo.

Sus ojos se encontraron nuevamente, verde y azul chocaron fugazmente, cuando él inesperadamente volteó hacia ella. Se sintió miserable y demasiado egoísta por tener ese tipo de pensamientos, William Andrew también fue una victima más que tuvo la suerte de salir vivo de milagro.

Lo haré, estaré al cuidado de su hermano.

Nunca olvidaría el alivio y el sincero agradecimiento en el semblante de aquella dama.

Gracias. Muchas gracias, Candy – le dijo sosteniendo sus manos.

¿Habría sido buena idea aceptar? ¿Estar al cuidado de alguien y convivir con esa persona aun sabiendo que le recordaría a cada rato a su fallecido esposo?

Tomó lo fotografía de la mesita, apreciando las radiantes sonrisas en ambos, en especial la de él.

No importa como me sienta, lo más importante es ayudar al señor Andrew en su recuperación, la salud de los pacientes es lo primordial. Te demostraré lo mucho que me he superado; ya verás, te sentirás orgulloso de mi besó su imagen en el cuadro y con una sonrisa en los labios más los ánimos un tanto renovados, se metió a la cama.

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En la mansión Andrew de Chicago, Albert despertó luego de un reconfortante sueño, tantas noches sin poder dormir a causa de las terribles pesadillas que tanto odiaba. Se incorporó levemente un poco confundido, dándose cuenta que se hallaba en su habitación. Recordó entonces a la joven mujer del día anterior, no la soñó, fue real; sus ojos verde esmeralda, su rubio cabello y aquellas simpáticas pecas que salpicaban su rostro.

– Permitame ayudarlo.

Escuchó la suave voz de ella al darse cuenta que la manta en sus piernas resbaló notando tal vez su ligero estremecimiento.

Siendo honesto, aquella muchacha le removió algo en su interior, la vio tan frágil, perdida como un barco a la deriva al igual que él y no pudo evitar importunarla en un momento íntimo y tal vez doloroso. Fue su deseo consolarla aunque fueran con unas simples palabras.

– No llores por favor, pequeña.

Y fue ahí mismo que grabó ese angelical rostro en su memoria.

Continuará...


Espero no decepcionarlas con este capítulo, la semana pasada fue todo un show para ponerme a escribir. Ayer no pude actualizar porque no me convencía mucho pero ya está aquí.

¿Que les pareció la sorpresa de que Rose Mary y Anthony siguen vivos? Ante tanta pena y sufrimiento, no me pareció correcto plasmar una historia donde la hermana de Albert y su sobrino estén muertos, por eso Albert no estuvo a los alrededores del hogar, porque su hermana no murió.

SinCity12345 - Ni te preocupes por esa prometida de Albert, no dará lata... o eso espero yo xD Lo sé, es muy triste ver sufrir a los rubios con tanta tragedia pero reserva tus brinquitos de alegría, ten por seguro que ellos serán felices. Awww, Muchas gracias por tus lindas palabras, me alientan a seguir escribiendo.

Gia - Sii, ya se conocieron y aunque también Albert este sufriendo me alegra saber que lo consideras un capítulo hermoso. Oh ¿de que película hablas? cuéntame, quiero saber :)

jimenezmary1976 - ¡Y a mi me emociona que sigas esta historia! ¡Mil gracias! Exacto, entre ellos sanaran sus heridas :3

Monica - Gracias.

Rosario Barra - Totalmente. Justo como lo dijiste.

Mia8111 - Gracias, gracias.

AnohitoAlbert - Hola AnohitoAlbert, estoy muy feliz de que te guste la historia. Muchas gracias por seguirme :3

Reeka21 - Siii, apenas se conocieron. Acertaste, fue intencional su primer encuentro, ambos se conocieron en circunstancias dolorosas. Como mencioné en el anterior capítulo, iré agregando uno que otro aspecto de la historia original ;) Bueno, tal vez no fue muy impactante pero el Andrew que Candy conoce es Rose Mary quien estuvo presente en la boda de Michael y Candy. Y como ya te habrás dado cuenta, Anthony no está muerto. Muchas gracias por comentar.

Mercedes - Hago lo que puedo, muchas gracias :D

chidamami - Eso tenía en mente. No esperes más, aquí está el capítulo. Gracias por leer y comentar :D

July Sanchez - Hoy mismo xD Tengo pensado actualizar cada semana, si el tiempo, trabajo e inspiración me lo permiten... Muchas gracias.

Cint Andrew - Eso mismo se piensa Candy cada día y yo también me pongo a pensar del como me atreví a escribir un principio así, tan desgarrador... Bueno, este capítulo ha resuelto tu duda, hay algunos detalles que ya tengo en mente, como este. Ellos iban en el mismo tren porque ya se conocían y precisamente Michael quería presentarle a su esposa a Albert, lamentablemente Michael falleció y Albert quedó sin memoria y postrado en una silla de ruedas. Las cosas del destino o de la vida. Muchas gracias por comentar y saber que te encanta el fic.

Carol Aragon - Como dije a un comentario, estaré actualizando cada semana si el tiempo me lo permite. Gracias por comentar.

¡Guao! no pensé que mi historia provocaría tantos sentimientos. La verdad si es desgarrador lo que han pasado Albert y Candy, hasta yo misma me sorprendo y me pregunto ¿porque escribí esto?

Un saludo a todas, que estén bien.