La fiebre de las Chicas

---

Tercer y último finalmente. Hecho a ratos, cuando quedaba ratitos, entre el stress y la chocolatosis múltiple. No me ha ido especialmente bien (¿Y quién me ha preguntado?), pero tampoco mal. Tengo mis cosillas, mis mentirillas, mis basurillas… Y sigo sin tiempo pa' fumar. Ta' mare'… Si sigo así voy a terminar con una úlcera de mierda…

Levísimo HoroxRen. Seudo Crosdressing. ¡No es totalmente AU, milagro! Espero lo encuentren gracioso, y puedan mirar más allá de lo superficial, porque acá hay una irónica mirada a nuestras idioteces de cuando somos una chicas… Ahora lo completaré para ver si alguien lo lee: Las boberías que cometemos cuando somos una huecas chillonas –Para las que lo fueron o son-. Eh… Y todo lo de este fic es invención mía. Por supuesto, no existen ni los Tuman, ni el país de "Raaajadamkatriz". Jaja.

Fic pa' la Cote. "Amigui… ¡Shuga!"; "¡Sácate la pluma!", y "¡No!". Capítulo pa' la Nuni. "¡Comunidad ecológica!", "Weeena… ¡Me gustaste!" y "En primer lugar yo, en segundo, yo, en tercero, yo, en cuarto, yo, y en quinto… yo también" . Las amo biches. Pese a nuestros choques y ataques físicos, psicológicos y morales…

---

Capítulo 3 de 3:

¡Qué me muero, me muero, me has matao'!

(O Te odio! Te amo! Te odio! En tres tiempos)

-¡Que no te estreses, mujer, ya los vamos a encontrar!

Habían pasado cinco días desde que Ren raptara a Horo-Horo, y ni noticias de ellos. Pilika no dejaba de llorar, Tamao tenía desmayo crónico, y Hao estaba de un humor de perros, sin haber dormido en todo ese tiempo, gracias a la "calmada" hermanita de Horo, que no dejaba de perseguirle, pidiéndole que le ayudara a hallar a su querido hermano.

-¡Cuando te atrape, escobillón, vas a pagar por todo este mal rato con tu hermana como lapa!

Y solo quedaba ese día para que empezara la verdadera enfermedad de Ren. Lo peor, es que nadie sabía qué hacer… En todos esos días, no habían tenido tiempo como para pensar en una cura, teniendo en cuenta que pasaban todo el tiempo buscando a los dos chicos desaparecidos. Así pues, tenían hasta las doce de la noche de ese día, o sino, todo se perdería. Y ya era la una de la tarde.

-¡Joven Hao, Pilika, vengan aquí!

Una nube de polvo dejó a Hao tosiendo en el lugar, ya que Pilika desapareció en menos de un minuto. A lo lejos, le llegó el grito de la joven, que aún corría, diciéndole que se apresurara. Rendido, obedeció, dirigiéndose al lugar de donde provenía la voz de su "amiga".

Llegó al patio, donde la luz del día lo cegó. Se tapó los ojos, y entonces vio a Pilika, sentada en el suelo llorando escandalosamente, con la cara pegada a un trozo de tela rosada. Tamao Se le acercó entonces, y le pasó una extraña flecha rústica con un papel amarrado a ella.

-¿Eh?
-Pues… Yo no me atrevo a abrirlo… Y la señorita Pilika, en cuanto vio esa tela, reconoció el olor de su hermano, y no he podido hacer que me escuche…
-Está bien…

Con sumo cuidado, Hao abrió la carta, y de inmediato notó que estaba escrita en chino. Por suerte, como ser poderoso que era, sabía hablar el idioma de continente, y se manejaba perfectamente. En voz alta, empezó a hacer una traducción:

-"Habitantes malditos de la maldita maldición de donde rapté malditamente al maldito Hoto-Hoto:

Tengo a su preciado Hermano… Amigo… Conocido… Como sea. Ya deben haber entendido que tengo al Coto-Coto, como sea que le digan... Si quieren volver a verlo, deben estar en media hora en el cementerio. Lleven comida, mucha comida. Y también a un sacerdote. Y un traje de novia y otro de novio. Y un ramo. Y música. Y dos anillos. Y… Creo que eso es todo. No vayan a faltar, o mataré al Jote-Jote.

Atentamente,

Cisne dorado y cariñoso y bello y regalón.

PD: como muestra de que realmente lo tengo, les envío su ropa interior. Ah, y no se la acerquen demasiado, porque no se la ha cambiado desde que partimos, y tampoco voy a andar lavándosela. Así que no sé qué enfermedades pueda traer."

Tamao y Hao giraron lentamente la cabeza, y vieron allí, en el piso, a Pilika que había dejado de restregarse la tela contra la cara. La chica los miró por un par de segundos, para luego.

¡PUAJJJ!

¿Cuánto rato llevaba vomitando¿diez minutos Luego, la muchacha cayó desmayada. Entonces, Tamao comprendió lo tonta que se veía cada vez que caía inconciente. Y Hao pensó que tendrían que apresurarse para cumplir todo lo que pedía el maniático de Ren.

Porque la nota era de Ren¿Verdad¿Quién más se daría el nombre de "cisne dorado y cariñoso y bello y regalón"; además de escribir con tan mala redacción¿Y quién más les pediría esa cantidad de cosas extrañas? Es decir, comida, ropas de novios, anillos… Un ramo de flores… y un sacerdote… y…

-Oh, oh… Ren se quiere casar con Horo-Horo! Hay que apresurarnos! Y sobre todo, reunir las cosas…


Cementerio. Veinte minutos más tarde. Un viento frío recorre el lugar. Bajo un gran árbol, Están puestos los trajes pedidos, y un poco más allá, una mesa con un gran banquete sobre él, incluida una enorme torta de cuatro pisos, totalmente blanca, con dos novios de mazapán –ella de cabello violeta, y él azul- puestos en su parte superior.

Un chico, vestido con una túnica blanca y una Biblia en sus manos esperaba con rostro solemne, y dos collares de flores en su mano derecha. Como no sabía bien de qué religión eran, tuvo que llevar elementos para improvisar una ceremonia A la Haò. Frente a él, había dos chicas vestidas de gala, una pálida, con el rostro medio verdoso, y con una bolsa, sellada al vacío, que contenía una tela rosada, entre sus manos; y la otra, llorando, emocionada.

-¡Ya basta, Tamao, tienes que aprender a actuar, o si no, todos vamos a morir!
-Lo sé, joven Hao, pero es que no puedo aguantarlo… siempre me emocionan las bodas…
-Qué tonterías dices, Tamao! No te das cuenta que esta es una boda falsa? O crees que dejaría que mi hermano se case a la fuerza?
-Lo sé, lo sé, aún así…

Para sus adentros, los dos jóvenes que no tenían relación familiar con los Ainu, comprendieron, con un escalofrío, que Pilika no solo sería capaz de casar a la fuerza a Horo-Horo, sino que a ellos, o a cualquier persona que se encontrara donde fuera, con tal de lograr sus intereses… Al parecer, la jovencita estaba pasando demasiado tiempo con Anna…

Quince minutos después…

Srooong

Los tres jóvenes, que no habían dormido nada en esos días, se encontraban de pie, apoyando sus cabezas entre sí, profundamente dormidos.

-Ejem… ¿Disculpen?

Una voz los sobresaltó, al tiempo que el estómago de Hao rugía, y este se sonrojaba. Ya eran las dos de la tarde, y no había probado bocado en todo ese tiempo…

Todos se sonrojaron al ver a Ren, con la mirada baja, y en su vestido de novia, mirando al piso, con una sonrisa anhelante en sus labios. El velo caía en su rostro. Claro que toda esa extraña, aunque tierna visión se acabó, en cuanto vieron a Horo-Horo, vestido de novio, amarrado y amordazado, llorando, pese a estar aturdido, y no poder ver nada con una venda en los ojos, con uno de los tacones que tenía puestos Ren clavándosele en el estómago.

-Veo que trajeron al sacerdote y todo lo que les pedí. Ahora, hay que esperar que lleguen los invitados para empezar la ceremonia…
-¿Invitados? – Gritaron los otros tres chicos al unísono, saliendo de su sopor, al tiempo que se limpiaban las legañas.


Ren se encontraba en una carpa, junto a Pilika y Tamao, siendo la primera madrina, y la segunda dama de honor. Las dos jóvenes sudaban frío, viendo como el chico, hermoso en su traje de novia, se paseaba nervioso por la pequeña estancia de piso de hierva, mientras se comía las uñas.

Los tres chicos que habían quedado a solas en la pensión, cuando el chino se llevó a Horokeu, no habían esperado que hubiese invitados. Ni que Ren les exigiera llamar a una empresa para que instalara dos carpas, una para el novio, y otra para "la" novia, donde pudieran permanecer mientras llegaban las famosas visitas. Además, llorando por gastar todos sus ahorros, los tres chicos, por no llevarle la contra al joven, tuvieron que pedirle a la empresa de eventos que trajera un altar, muchos bancos, y sillas para instalar a todos los invitados en la ceremonia, y luego en la comida.

Ya eran las seis de la tarde, y solo habían llegado un par de ancianos pintorescos, que parecían encantados con la situación, que reconocieron como los abuelos de Ren. Entonces, el afiebrado le pidió a Hao que se quedara con el novio en la otra carpa, a sus abuelos que recibieran a los visitantes, y arrastró a las muchachas a su propia carpa, donde se encerró hasta que fuese la hora del "matrimonio".

En la carpa del novio, Horo-Horo ya se encontraba desatado, y con un ataque de histeria. Hao ni se preocupó de preguntarle donde habían estado. Simplemente, le dijo que ni se le ocurriera intentar escapar ni llevarle la contra. A las doce de la noche, se les acababa el plazo, y si Ren sufría una decepción ese día, o no actuaban como quería, sería capaz de acabar con el mundo antes de lo previsto.

-¿Me veo linda?
-¿Eh?
-¡Que si me veo linda! Este es el día más importante de mi vida¡Finalmente me caso con el amor de mi vida!

… Y el shaman de fuego también les había advertido a las muchachas que le hicieran caso en todo lo que dijera el joven Tao.

-Oh, claro, te ves hermosa, Ren¿No es verdad, Tamao?
-Eh… ¡Claro, claro! Pero quédese tranquila, señorita Ren, o se romperá todas las uñas. Venga, tome asiento, que le haré una manicura mientras Pilika le hace un masaje de espaldas para que se relaje….

Con una sonrisa, Ren tomo un asiento, cerrando los ojos, se entregó a la habilidad de la joven. Pilika, a su lado, no entendía nada. Tamao se veía feliz, como si realmente fuese una de sus mejores amigas la que se "casara". Y, rendida a que su amiga también había sucumbido frente a la fiebre rosa, procedió a darle un masaje de pies.

-Oye, Ren… ¿Quién será el padrino? Porque yo seré la madrina, pero no tienes a quien…
-Oh, esa es una pequeña sorpresa, Pilika. A todo esto, quería hacerte un comentario: Espero que no hagas ningún show en la ceremonia. Sé que ustedes estuvieron juntos, pero finalmente, yo he ganado, y me casaré con mi amado Horo-Horo, pese a que lo ames todavía. Yo sé que él me ama a mí. Si te he pedido que seas la madrina, es para que veas que no me importa lo que ustedes hayan tenido…

Pilika se quedó helada. Ese chico estaba loco. Pero no podía decirle nada, menos que eran hermanos. Así pues, tragándose el asco al imaginarse besando a su propio hermano –Que además encontraba horrible-, respondió:

-Pero que amable eres, Ren…


10.03 p.m. Bajo el árbol, se arremolinaban los invitados, como abejas en un panal. Jamás pensaron que sería tantos. A las carpas solo llegaban las voces, por lo que no tenían idea de quienes estaban.

De pronto, en la carpa del novio, apareció Pilika, azorada, diciéndoles, rápidamente, que ya debían salir a esperar a la novia. Ella con Tamao irían, por orden del mismo Ren, a la pensión, donde los recogería una carroza tirada por caballos blancos, que los volvería a traer hacia el lugar. Faltaba tan poco para las doce de la noche… Pero¿Qué podían hacer? No tenían pista alguna de la cura. No les quedaba más que entregarse a las manías de Ren, y rogar por un milagro.

-¡Ah, y apuesto que no adivinan quién es el padrino! adiós, hermanito, y cálmate. Tu novia se ve hermosa. Estoy segura que quedarás loco con solo verla.

Ya¿Qué más? Todos se habían vuelto locos, hasta su propia hermana, convencida de que realmente se quería casar con ese Ren, se lamentó Horo-Horo.

"No, con este Ren no… En menos de un mes, ya se va a aburrir de mí, y me va a cambiar… Yo quiero de vuelta a mí Ren."

Y tragando en seco, con un profundo sonrojo, acompañado por Hao, que aún vestía de sacerdote, salieron a esperar a la novia. Uno detrás del altar, otro, al otro lado. Ya no había como dar marcha atrás.

-Ya estás frito, Hoto-Hoto. Aún así, suerte…
-Que-Es-Horo-Horo – Le respondió lentamente el ainu por lo bajo.


11.37 p.m. Pobre Horo-Horo. El padrino resultó ser Chocolove, y el novio ya se encontraba mareado con los chistecitos del moreno. Y¡Oh, Oh! Todos los shamanes que habían conocido en el torneo –Increíblemente, también estaba Yoh, Anna y Manta; e incluso el trío de la flor con Opacho- se encontraban allí, vestidos de gala, de lo más normales, comentando de la repentina invitación que habían recibido hace cinco días para el matrimonio de Horo-Horo y Ren. Todos reían, encantados, sin encontrar para nada extraño que esos dos estuvieran juntos. Incluso Pino se le acercó y le felicitó, diciéndole que era encantador ver como los dos habían, finalmente, aceptado sus sentimientos.

Entonces un ruido lo sobresaltó. Y allí apareció la carroza blanca, con caballos blancos. Bajó Tamao, en su mundo rosa, tirando pétalos de flores a su paso. Bajó Pilika, en su mundo celeste, y se colocó al lado de Chocolove. Le sonrió, y le hizo un gesto positivo a su hermano con el pulgar -como diciéndole "No te preocupes, Ren está bien, y es la novia más bella que existe"-. Y bajó Ren.

Un silencio se formó en cuanto lo vieron, para luego pasar a un murmullo constante, con frases del tipo "¡Que lindo!" "¡Qué suerte tiene Horo-Horo!" "Ese es Ren? Qué hermoso se ve sonriendo, y que guapo está", y uno que otro "¡Lástima que esté tan femenino! Bien hombrecito se veía, y vería, mejor". Un pianista, traído por sorpresa, como regalo de bodas de parte de Lyserg, empezó a tocar la marcha nupcial.

Pa Pa Pa Pam

Al lado de Lyserg, Ryuu miraba embobado a Ren Tao, sin creer que existiera una criatura tan bella. El inglés se secó una lágrima con elegancia, haciendo caso omiso a las sonrisas que le lanzaba Hao. Jun tomaba fotografías, con sus padres riendo, felices, junto a sus abuelos, y a los padres de Horo-Horo, encantados de la situación y de emparentarse. Yoh reía junto a los adultos, como si jamás hubiese luchado con En. Fausto y Elisa se miraban, enamorados, recordando el día de su propio matrimonio.

-Hao, haz lo más rápido posible la ceremonia, para ver si entre este grupo de gente alguien nos puede ayudar, Vale? Y pobre de ti que no omitas la parte esa del beso!
-Lo siento, Horo-Horo, pero realmente soy un sacerdote, y soy profesional…
-¡Deja de decir idioteces, Hao, recuerda que esta boda es falsa¡Y mírame cuando te hablo, en vez de hacerle guiños a Lyserg!

Hao se puso serio, y miró fijamente al novio.

-Tú te vas a casar, idiota¿Entendiste? Y me vale un comino si estás de acuerdo o no. ¡Yo sé que en el fondo sí quieres estar con Ren!

Y el Asakura volvió a enfocar su atención en Lyserg, sonriéndole, y guiñándole un ojo, mientras el inglés, molesto y ofuscado, se hacía el desentendido, conversando con la pequeña Millie.


Horokeu se preguntaba si todos habían perdido la cordura. ¿Acaso realmente pensaban que él y Ren eran algo más que amigos? No podía negar que el chino se veía hermoso; sin embargo, no le gustaba esa pinta tan afeminada. Tragó en seco. Faltaban cinco minutos para las doce de la noche, y Hao seguía hablando. Hace tiempo que había tenido que aceptar verbalmente que pasaría el resto de su vida con el Tao, temeroso a lo que pudiese pasar si decía lo contrario. Y ahora, se encontraba sumergido en sus pensamientos, mirando la sortija en su dedo.

Y el tiempo pasaba. Miró disimuladamente su reloj. Quedaban tres minutos para las doce de la noche. Hao reía tras el altar, hablando de todas las bendiciones que les deseaba a la feliz pareja. Tamao lloraba a mares, y Pilika se encontraba un poco más lejos, vomitando entre unos arbustos, luego de un chiste que le dijo el padrino por lo bajo, y que de tanto reír, le había hecho vomitar.

Dos minutos. Ren tomó su mano, mirándolo seriamente, como si hubiese vuelto a la normalidad. El chinito le sonrió, y apretó suavemente sus manos enguantadas. Horo no pudo hacer otra cosa más que sonreírle.

Un minuto.

-Ahora, puedes besar a la novia.
-¿Qué qué?

Oh, maldito Hao! Le había rogado que omitiera esa parte! Además, esto era una farsa, no una boda de verdad…

-Que ya puedes besar a la novia.

A su lado, Ren lo miraba, preocupado por su silencio. Apretó su mano con delicadeza. No podía decepcionarlo, menos ahora que faltaba tan poco… ¡Además, ni que fuera la primera vez que lo besaba!

Tomó aire. Levantó el velo del joven, y suspiró. Ren se sonrojó, mientras apoyaba sus manos en el pecho de Horo-Horo. Una de los brazos del ainu sujetó la pequeña cintura del Tao. Con la otra, le acarició el rostro, esperando también tapar la visión de los expectantes y llorosos invitados.

-Te amo, Ren… -Susurró, cuando ya estaban a pocos centímetros, y nadie más lo oía. No podía decepcionar al chino¿Verdad? Además… Además… ¿Por qué otra razón había sido capaz de soportar todas esas golpizas de parte del Tao?
-Horo-Horo…-Murmuró Ren, antes de cerrar los ojos, de manera femenina, y dejar que sus labios se juntaran.

Un torbellino de emociones envolvió a Horokeu Usui. El tiempo desapareció, y a lo lejos, escuchó las campanadas del reloj, anunciando que había acabado el plazo para salvar a Ren. Una lágrima cayó por su rostro, mientras atraía más cerca al Tao. Pudo sentir como éste se aferraba a su traje con los puños. Ya no le importaba. Solo estaban los dos, besándose, a la luz de la luna, antes de que el ainu lo perdiera para siempre. Pese a que todo eso era una farsa, y que ni si quiera tenían edad suficiente para casarse…

¡AHHHH!

Repentinamente, Ren lo había empujado hacia atrás, haciéndole perder el equilibrio y, a todos los demás, contener el aliento, como si todo eso fuese una obra de teatro.

"Tú todavía amas a Pilika" Esperó escuchar el ainu desde el suelo, que por la sorpresa, había cerrado los ojos, mientras se sobaba la cabeza que había impactado con el altar. Pero cuando los volvió a abrir…

Ahí estaba Ren, respirando rápidamente por la boca, mirando a su alrededor, espantado. Luego, al mirarse a sí mismo, sus ojos se agrandaron.

-¿Qué demonios pasa aquí? -Gritó


Todos los invitados se encontraban comiendo, tranquilamente, mientras que Ren daba vueltas y vueltas en su carpa, bajo la mirada asustada de Tamao, Pilika, y Horo-Horo. Hao, apoyado en un mueble, miraba la situación con gracia.

El Tao, de pronto, en un movimiento repentino, se sacó el vestido de novia, y luego los guantes, zapatos, y –con un sonrojo- ligas, y frente a todos, se cambió, buscando si en alguna parte había ropa.

-Aquí tienes.

Hao, con una sonrisa, le extendía una camisa, unos pantalones, y unas zapatillas… Un momento… Hao? Ropa masculina? Ren maldiciendo?

-¡Qué demonios pasa aquí! –Gritó Horo-Horo.
-¡Es lo mismo que he preguntado todo este rato. Dónde estoy? Qué ha pasado? Y porqué diablos me estabas besando! –Gritó Ren, sonrojado, logrando el mismo efecto en el ainu.
-Hao… ¿Porqué Ren ha vuelto a ser normal? –Preguntó Pilika, confundida.
-…
-…
-…

¡Jajajajaja!

-No saben las caras que tenían todo este tiempo! Ha sido la mejor broma que he hecho en toda mi vida. Realmente creyeron que Ren iba a morir, o a destruir todo el mundo? Y tú, Horo-Horo, que hacías todo lo que te decíamos! No sabes lo divertido que era! O cuando te raptó Ren? Y cuando te golpeó? Jajajaja…

-Estás diciendo que… ¿Nunca hubo nada por lo que preocuparse?
-¡Claro que no, chiquilla! En una semana, la fiebre se pasa, y el chico vuelve a ser normal. Ahora me pregunto¿Cómo fue que le dio a Ren? Dime, Ren, antes de oler las rosas que habían en tu cuarto, qué fue lo que hiciste que te hizo parecer chica?
-Qué diablos dices?Yo no actúo como chica! Además… ¿estás diciendo que durante la última semana estuve actuando… Cómo chica? -Así es! Y hoy te casaste con Horo-Horo! Claro, no realmente¡pero ni te imaginas lo gracioso que eras!
-Oh, dios mío… - Tamao cayó, nuevamente, desmayada.

Al mirar a los hermanos Usui, alineados con Ren, con el cabello sobre el rostro, viéndoseles los ojos como dos luces rojas, no más, y enormes venas en las sienes, Hao empezó a retroceder.

-Je… Je… Eh… Bueno… Con su permiso… Yo tengo que ir afuera… a… a… hacer algo…
-¡Dónde diablos crees que vas, bastardo!
-¿Tuve que pasar por todo esto por nada?
-¿Dejaste que todo el mundo me viera actuando como chica solo por divertirte?

¡NOS LAS PAGARÁS!


-Owari-

xD Noo, no soy tan otaku como para ponerme a hablar en japonés. Nunca tanto.


Suena:

(The Beatles - So Happy Together)

¡Y el fin está aquí, queridos míos! Por un momento, la historia se puso seria, pero era necesario para darle esa vuelta. ¿Qué les pareció? Hubo un indicio de HaoxLyserg, pero nada mucho en realidad. Y también, para los que querían, bastante de HoroxRen.

¡Jeje, todo era una jugarreta de Hao¡Y nuestros pobres shamanes tuvieron que aguantar todo eso para nada! Así es la vida, jaja…

Gracias, por los reviews en el capítulo anterior, a:

Risa.Haradaa: Por tu constante apoyo.
Metherlence Reverie: Por tus ganas como lectora, al seguir este fic, y tu ánimo.
Zahia-vlc: Por tu grito encantador, y dejar tu comentario.
Deydra Felton: A ti, por tus ansias. Que, si hay éxito, haré secuelas de éste: pequeños one shot o dabbles, tal vez. Si es mucho apoyo, puedo hacer segunda parte y más larga.
Liver Girl: Por tus saludos y palabras, aunque breves, importantes.
Naru Asakura: Por amar tanto a Hao como yo a Horo.
Junlin Tao: Por estar aquí. Simple y llanamente. Tu apoyo ya me es fundamental. Además, pese a que has cambiado –no podría decirte bien porqué, pero algo noto en tus comentarios-, me siguen encantando tus reviews.

Y a los que leyeron "La fiebre de las chicas", y dejaron alguna vez comentario: Risa.Haradaa, kikyo-love, Liver Girl, Mailyn Asakura, Metherlence Reverie, chocolana, Naru Asakura, Zahia-vlc, Deydra Felton, y Junlin Tao.

Espero sus comentarios. Este es el capítulo final, pero no descarto hacer algún One shot, si alguien quiere, con lo ocurrido en esos cinco días, donde puedo poner un poquito más de HoroxRen; o si no les gusta el crossdresing, puedo hacer alguno con lo que pasaba antes de esta situación –El cómo y porqué se besaron Horo y Ren- o con lo que ocurre después de que Ren se recupera. O si tienen alguna otra idea, estoy abierta a peticiones. Claro, solo si quieren, y si les gustó lo suficiente la historia.

Reviews, Reviews, Reviews.

¡Nos vemos en mis otras historias!

Saludos,

Vickyng.