Capítulo 3
Ya dentro, las dos chicas se dedicaron a buscar un compartimiento vacío. Fue una tarea difícil, pues todo estaba lleno de estudiantes. Incluso Hagrid iba en el tren, y ocupaba un camarote para él sólo.
Mientras buscaban, una mirando a cada lado, Camila escuchó una voz que la llamaba desde el interior de un compartimiento.
-Oye, tú. La chica con el baúl. Sí, tú –dijo haciéndole señas –aquí hay un asiento vacío si quieres –le mostró uno a su lado.
-Gracias –dijo ella, y sin más entró y se sentó al lado del chico de cabello rubio y mirada misteriosa.
Lila, al ver ingresar a su amiga a un camarote, la siguió; pero al estar por poner un pie dentro, la voz amenazadora del rubio la hizo retroceder.
-Ni se te ocurra entrar en este camarote –exclamó.
-Pe-pero por qué?.
-Sólo hay espacio para una persona más aquí –señaló con su dedo a los otros dos robustos chicos que lo acompañaban.
-Además no queremos a una sangre sucia cerca nuestro –exclamó con ira.
Antes de que Lila pudiera reponerse de lo que escuchó, alguien a su espalda respondió a favor de ella.
-No te cansas de molestar a las personas Malfoy?.
-Claro –dijo el muchacho sentado al lado de Camila –no podía faltar el súper héroe Potter al rescate de las sangre sucia. No te basta con tener dos películas y cuatro libros con tu nombre?.
"Potter?. Acaso él es Harry Potter?", pensó Lila mientras miraba al joven detrás suyo.
"Entonces ese chico rubio debe ser Draco Malfoy"
-Déjame en paz Malfoy! –gritó Harry.
-Dile tú a tu "amiguita" que nos deje tranquilos a nosotros –exclamó Draco con una sonrisa malévola en los labios.
-Mejor ven conmigo –susurró Harry a Lila.
La llevó hasta el último compartimiento. Ahí se encontraban el muchacho pelirrojo con el que Lila chocó al cruzar el andén, y la chica de cabello alborotado.
-Otra vez tú? –inquirió Ron con un gesto de desagrado ante la entrada de la chica de anteojos.
-Déjala tranquila Ron –lo calló Harry –acaba de tener su primer encuentro con el peor de los Slytherin.
-Te compadezco –habló la muchacha –Siéntate aquí si quieres –le hizo un espacio sacando al gato color canela del asiento junto al suyo, y poniéndolo en su regazo.
-Gracias –dijo sentándose –Ahora me pueden explicar todos ustedes, quiénes son?.
Los tres amigos bajaron la cabeza mostrando una sonrisa ruborizada ante la pregunta de la nueva muchacha.
-Bueno, yo te lo diré –empezó la muchacha –El chico de allá, el de lentes –señaló –ése es el mismísimo Harry Potter en persona.
-A ver –se abalanzó Lila encima de él para cerciorarse de que tuviera la cicatriz en forma de rayo que lo caracterizaba –Es cierto! –gritó al comprobarlo.
Bueno, bueno, no es para tanto –susurró ruborizado Harry, arreglándose el pelo que levantó Lila de su frente.
-Aquél chico pelirrojo, con el que chocaste, es Ronald Weasley –señaló la chica.
-Lo suponía –bufó Lila, a lo que Ron le respondía con un gesto igual de agrio que el que ella ponía.
-Y yo soy Hermione Granger –terminó la chica.
-Un gusto –alargó la mano Lila.
-El mío –le respondió Hermione –Ahora, dinos tú quién eres.
-Bueno, mi nombre es Lila Zizold. Soy de Bolivia y soy nueva en Hogwarts –respondió con una sonrisa de orgullo.
-De Bolivia, y dónde diablos es eso? –interpeló Ron.
-Pues si estudiaras más de los muggles, sabrías que es un país en América del Sur, exactamente el corazón de Sudamérica –declaró, casi gritando, Lila.
-Y no sabes por qué recién te avisaron que podías ser una bruja? –inquirió Harry.
-No. Dumbledore nos mandó una lechuza a mi amiga Camila y a mí diciéndonos que al llegar a la escuela nos aclararía todas nuestras interrogantes. Por cierto, ustedes pueden aclararme algunas –añadió entusiasmada.
-No cuentes conmigo –susurró Ron acurrucándose para dormir –Me despiertan cuando pase la señora de los dulces –les dijo a sus amigos.
-Lo que quieras –dijo Hermione, mirando con una cara de enojo a Ron.
-Primero –empezó Lila –son ustedes mismos los que hicieron las dos películas?
-No –sonrió Harry –ellos son actores que interpretaron nuestros papeles.
-Pero –pensó Lila –son exactamente iguales a los actores!.
-Dumbledore habló con el director de la película para que contrate a actores realmente parecidos a nosotros –aclaró Hermione.
-Entonces él sabe que ustedes realmente existen?.
-Claro. Pero lo guarda como un gran secreto –aseguró Harry.
Lila se quedó meditando por un momento lo que le habían contado.
-Y qué hay de los libros? –indagó luego del silencio.
-Bueno. Esos libros los escribió una de las reporteras más talentosas que tiene el diario El Profeta –explicó Hermione.
-J. K. Rowling?.
-Así es –afirmó Mione –Ella estuvo al tanto de todo lo que nos pasaba en estos años y lo escribió tanto para el diario El Profeta, como para el mundo muggle en forma de novela.
-Entonces, ella es una bruja?
-Sí lo es –aclaró Potter.
-Y qué hay de los libros que faltan por escribir, porque supongo que ustedes ya estarán por sus 20 o 21 años no?. En el último libro que salió, ustedes tienen tan sólo 14 o 15 años.
-Sí –repuso Mione –Ella tiene mucho trabajo en el periódico, que apenas puede ordenar sus manuscritos de todo lo que nos pasó en los últimos años. Por eso está a punto de sacar el quinto libro apenas.
-Y... qué Hogwarts no tenía sólo hasta séptimo año? Qué hacen ustedes aquí?.
-El director Dumbledore aumentó niveles para una mejor especialización en magia y hechicería –argumentó Harry –Ahora creo que hay hasta 15 niveles. Puedes salir todo un profesional.
-Ahora entiendo todo mejor.
Enseguida pasó una señora robusta, muy simpática, que traía rodando un carro con toda clase de golosinas.
-Algo para comer mis chiquitines? –preguntó sonriente. Enseguida Ron despertó y se abalanzó hacia el carrito.
Enseguida Lila se dio cuenta de que no tenía el dinero que ellos usaban. Se estaba muriendo de hambre, y su boca se hacía agua al ver tantas delicias juntas.
Harry pareció darse cuenta de lo que sucedía y compró muchas cosas.
Le alcanzó a Lila un pastel en forma de caldero, una botella de jugo de calabaza, una rana de chocolate y una caja de grageas de todos los sabores.
-Siempre quise saber como era todo esto –susurró incrédula.
-Veamos si te gustan las grageas –le dijo Ron con un tono malicioso en la voz.
Lila abrió la caja y escogió una gragea de color café oscuro.
Los tres magos que la acompañaban, se miraron. Ellos sabían que cuando la caja decía "Grageas de TODOS LOS SABORES", en verdad eran de todos los sabores del mundo. Habían desde sabor a carne asada, pasando por vómito, moco, cerilla de oído, hasta llegar a los más sabrosos como el chocolate o piña.
La nueva muchacha, metió la golosina en su boca y con los ojos bien cerrados, empezó a masticarla.
Todos la miraron expectantes.
-Es de chocolate! –gritó alegre.
Todos rieron y sacaron una gragea de la caja que Lila les ofrecía.
A Hermione le tocó una morada sabor a uva; a Harry, una verde sabor a laurel; y a Ron una color rojo sabor a picante, que hizo que el color de su pelo quedara corto ante el tono que tomaba su rostro.
Luego de un momento de reír, los cuatro quedaron en silencio y Lila recordó cómo Camila no había hecho nada para enfrentar a Draco y salir en defensa de ella. Se había quedado tan feliz al lado de él. Qué extraño era todo eso.
-Harry? –tocó el hombro del chico que se estaba quedando dormido.
-Dime
-Por qué Draco me llamó sangre sucia y a mi amiga la recibió tan cordialmente?.
-La verdad es que no lo sé. Draco siempre fue un tipo medio raro. Cuando llegué a Hogwarts me recibió cordialmente, pero yo no quise ser su amigo porque suponía cómo era él.
-Y ya ves en que clase de enemigo se convirtió –interrumpió Ron, que por fin le dirigía la palabra a Lila sin enojarla.
-Y díganme una cosa, se comprobó que su padre es un mortífago?.
-No –respondió Harry disgustado –no se comprobó su culpabilidad porque Cornelius Fudge continúa en el Ministerio de la Magia y no quiere creer aún que Voldemort quiso matarme cuando estaba en cuarto año.
-Y qué ocurrió en los años siguientes? Porque se supone que Rowling escribió algo que les pasó luego, o no? –inquirió Lila.
-Bueno, Rowling cuenta algo de mis abuelos y mis padres –respondió Harry – Voldemort quiso volver a matarme en los siguientes años, pero como tú sabes hay algo que siempre se lo impide, y hasta hoy no se conoce qué es.
No te voy a contar qué fue lo que hizo, para eso tendrás que leer los siguientes libros.
Lila abrió la caja que contenía su rana de chocolate, pero ésta trató de escapar de sus manos. Fue a dar a las manos de Ron, quien dándole una mordida a la cabeza se la entregó diciendo
-En otra ten más cuidado. Éstas siempre se escapan.
Al llegar a su destino, todos bajaron. Era ya de noche y parecía que iba a caer una gran tormenta.
Lila vio como unos niños bajaban con un gesto de terror en sus rostros. "Seguro son los niños de 1er curso", pensó.
Enseguida bajó Hagrid y dijo con voz fuerte y clara:
-Los alumnos de 1er año, por aquí por favor, síganme.
Luego de que toda una fila de muchachitos se colocó delante del gigante, éste indicó con un dedo:
-Lila Zizold y Camila Grissi, ustedes también deben venir conmigo.
-Oye Lila, está bien que seas pequeñita pero que no te comparen con una de primer año por favor –bromeó Ron codeándola.
Lila no le hizo caso, y se resignó a que todas las miradas de los alumnos de mayores cursos, la siguieran. Después de un momento Lila ya estaba al final de la línea al lado de Camila.
-Ahora sí, podemos irnos –exclamó Hagrid.
Todos los pequeñines siguieron al gigante hasta el borde de un lago. En él cada cuatro alumnos subieron a una balsa y cruzaron el largo lago para luego acercarse lentamente al castillo, era Hogwarts, la próxima casa de Camila y Lila.
Mientras estaban en ese trecho, Lila no pudo aguantar la curiosidad y preguntó:
-Oye Camila, me puedes decir por qué no me defendiste ante lo que me dijo tu "amiguito" Malfoy allá en el tren?
-No me dio tiempo de reaccionar. Todo pasó muy rápido, además no creo que decir "sangre sucia" a alguien sea tan grave insulto –manifestó Camila sin inmutarse siquiera.
-Pero qué no sabes que decir eso en el mundo de los magos es peor que decir cualquier otra grosería?
-No te preocupes tanto. Draco lo decía de broma nada más.
"De broma nada más" pensó Lila "Ya verá cando le de una de mis bromas", sonrió maliciosamente.
Al llegar a la orilla del lago, todos siguieron a Hagrid hacia el interior del castillo. Por lo visto todos los demás alumnos ya habían llegado, porque habían varias carrozas paradas en la puerta.
-Ustedes dos deben pasar la ceremonia de selección con los alumnos de primero –se acercó Hagrid a decirles –Pasarán por el sombrero seleccionador, y luego de la cena, antes de dormir, irán a la oficina del director Dumbledore a que les de algunas recomendaciones –terminó.
Todos los recién llegados, incluidas Camila y Lila, ingresaron al gran comedor acompañados por la profesora McGonagall, quien se había unido a ellos al entrar al castillo.
Ni siquiera en las películas se mostraba algo tan mágicamente hermoso como aquello. El techo asemejaba el cielo encapotado por nubes que amenazaban con una terrible llovizna y velas flotaban por todo el salón iluminando cálidamente el ambiente.
Los alumnos de las cuatro casas de Hogwarts, sentados ya en sus respectivas mesas, observaban con curiosidad a los nuevos, pero aún con más interés a las dos muchachas que iban de últimas en la fila. Era obvio que no tenían la edad para estar en primero.
Lila también los miraba con curiosidad.
En la mesa de Slytherin ya estaban sentados Draco y sus dos monigotes. Sonreían con algo de misterio hacia las dos muchachas.
También los muchachos de Gryffindor las observaban con interés. Harry y Hermione le sonreían y hacían gestos de apoyo a Lila, mientras Ron le hacía un gesto de "petiza" con la mano, riéndose de ella. La chica sólo le sacó la lengua mientras se sonrojaba.
En la mesa principal, la de los profesores, Camila pudo ver a todos los profesores que narraba Rowling en sus libros. Estaban Snape, Flitwick, Lupin (quien regreso luego de varios problemas), Madame Hooch, Sprout, Trelawney el director Dumbledore, y algunos más que de seguro él aumentó al personal.
Pero hubo algo que llamó la atención de Lila antes de llegar al final del pasillo. En la mesa que correspondía a Ravenclaw, vio a una persona que le pareció conocida. Era un muchacho cuyos ojos expresaban mucha ternura. Cuando Lila lo miró, éste le sonrió haciendo que sus ojos se achicaran con el gesto. Estaba a punto de recordar quién era, pero la ceremonia de selección estaba a punto de comenzar.
La profesora McGonagall, colocó un taburete de cuatro patas, y encima suyo, al viejo y sucio sombrero seleccionador. Éste empezó a cantar una canción para dar la bienvenida a Hogwarts.
Luego de eso, McGonagall acalló los aplausos de los alumnos.
-Cuando pronuncie su nombre, se pondrán el sombrero y se sentarán en el taburete. Cuando el sombrero anuncie la casa a la que pertenecen, irán a sentarse en la mesa correspondiente. Arriet Natasha! –comenzó llamando.
Lila sentía cómo, los nervios la carcomían por dentro. Lo único de lo que estaba segura era de que quería estar con Camila en la misma casa.
La lista continuaba, y el sombrero seguía seleccionando a los chicos y chicas.
Finalmente ya no quedaba nadie de primer año, solamente Camila y Lila continuaban paradas frente al taburete y el sombrero.
-Por tratarse de unas alumnas nuevas, pero que no necesariamente van a primer curso, las dejamos para el final. Pase por aquí señorita Zizold –invitó McGonagall.
Lila se sentó en el taburete y la profesora le puso el sombrero. Le oyó decir.
-Eres inteligente, sí ...podría ponerte con los Ravenclaw. Pero no, tienes valentía muy escondida dentro tuyo ...así que te pondré en Gryffindor!
Lila saltó emocionada del taburete y fue corriendo a la mesa de sus nuevos compañeros que ya la recibían con aplausos y saludos.
Camila se sentó en el sitio que había dejado su amiga y se acomodó el sombrero que le había puesto la profesora McGonagall.
Enseguida sintió una vocecita zumbando en su oído.
-Ohhhh! Pero que tenemos aquí! Una valiente señorita además de inteligente. Mmmh, dónde te pondré?. –luego de una larga pausa exclamó –tu astucia es la que gana esta vez, Slytherin!.
Lila no lo podía creer. Su amiga había sido seleccionada para otra casa.
Por primera vez luego de mucho tiempo, Camila y Lila eran separadas.
La chica de anteojos vio como la recién seleccionada caminaba alegremente y se sentaba al lado de Draco Malfoy, quien le daba la mano sonriendo triunfante.
Camila miró al frente y chocó con la mirada herida de Lila. Solamente le hizo un gesto de "ni modo" con los hombros, y siguió hablando con sus compañeros de mesa.
El profesor Dumbledore se puso de pie. Sonreía a los alumnos, con los brazos abiertos en señal de bienvenida.
-A los recién llegados les doy mi más cordial saludo de recepción –miró a Lila –Tenemos con nosotros a dos muchachas que nos acompañan desde Bolivia, un país muy lejano –todos miraron a las chicas una vez más - Les pido a todos los profesores de Hogwarts que les tengan la mayor de las consideraciones a ambas, pues apenas comenzaron hace unos meses con sus ejercicios de magia. Eso también va para todos los alumnos de las cuatro casas. La razón de su presencia aquí, es parte de un esfuerzo conjunto entre el Ministerio de Magia y la dirección de Hogwarts por incorporar a la escuela a estudiantes de Sudamérica –hizo una pausa al escuchar los murmullos de Ron preguntando a Hermione que dónde era Sudamérica –Si es que todo nos sale como lo espero, al año que viene seguiremos integrando a más alumnos como lo hemos hecho hasta ahora, tendremos con nosotros a estudiantes de Brasil, Argentina y varios países más –algunos de los presentes se alegraron ante la noticia –Bueno, sin más que agregar, podemos empezar a comer –dijo, y enseguida todos los platos aparecieron llenos de los más deliciosos manjares.
Pero Lila no tenía ganas de probar bocado.
En otras circunstancias a ella no le hubiera importado que la separen de Camila, pero en esta ocasión era distinto. Ellas compartían las mismas costumbres, el mismo idioma, incluso hasta los mismos gustos, y verse sola dentro de un mundo totalmente distinto al que ella tenía ...eso sí que la llenaba de terror. Ni siquiera ingresar a la Universidad fue tan aterrador como esto.
-Vas a comer tu comida o no –escuchó decir a Ron, sentado frente a ella.
-No lo sé. No tengo mucha hambre.
-Pues yo te aconsejo que lo hagas, a menos que quieras levantarte a media noche para conseguir algo en la cocina y encontrarte con los "elfos domésticos" que habitan en ella –dijo Harry, cambiando la voz en la última frase para asustar a Lila.
-Ya sé que son esos elfos recuerdas, leí los libros Harry.
-Es cierto. Pero es mejor que comas, no habrá nada más hasta mañana en el desayuno.
-además no creo que te hayas llenado con esas golosinas en el tren o sí? –preguntó Hermione al lado de ella –Qué pasa que no quieres comer?
-Es que no quería separarme de mi amiga Camila –respondió Lila con un toque de tristeza en la voz.
-Ay, la nena quiere llorar –se burló Ron.
-No seas estúpido Ron, que no ves que le duele separarse de su amiga de años? –aclaró Hermione.
-Y sabes qué es lo peor de todo –continuó Lila –que estará con ese infeliz de Malfoy durante todo el año, y hasta es capaz de dejarme de lado.
-No te preocupes Lila –dijo Harry abrazándola de lado –con nosotros puedes contar en lo que quieras, verdad muchachos –miró a Hermione y Ron.
-Claro que sí –lo apoyó Mione –en nosotros encontrarás buenos amigos, no es así Ron?
El muchacho continuaba engullendo su comida y ante aquella pregunta casi se atora.
-Eh ...sí, sí, claro –dijo él para salvar la situación.
-Gracias chicos. Rowling tenía razón en ponerlos a ustedes de protagonistas, son muy buenos –sonrió Lila.
Empezó a comer el delicioso pollo asado que tenía en frente y trató de no pensar más en la separación de su amiga.
Luego de la cena, Dumbledore les señaló a todos que se retiren a sus habitaciones.
Lila estaba siguiendo a sus nuevos amigos, cuando sintió que alguien le tocaba el hombro por atrás. Era Camila.
-El profesor Dumbledore dice que vayamos con él a su despacho para que nos explique lo último que debemos saber –le dijo igual que siempre.
Ambas muchachas siguieron en silencio al profesor Dumbledore por unos corredores tímidamente iluminados por algunas antorchas.
El director se detuvo delante de una gárgola de piedra y le susurró muy cerca:
-Manzanas acarameladas!.
Enseguida la gárgola se movió, y dio paso a un espacio entre los muros. Al traspasarlo, empezaron a subir unas escaleras de caracol de piedra. Las gradas daban a una puerta de roble pulido con aldaba de bronce.
El profesor la abrió con un toque de su mano. Dejó pasar a las chicas primero y él accedió después.
Aquella habitación era muy elegante y demasiado bonita como para tratarse de un hombre. Era circular, estaba decorada con cuadros de anteriores directores de Hogwarts, que en cuanto oyeron la puerta abrirse despertaron de su sueño, sobresaltados.
En una esquina de la habitación, se encontraba Fawkes el fénix. En verdad era una especie bellísima, tenía sus plumas color fuego y sus ojos reflejaban mucha ternura. Las miró con curiosidad cuando entraron.
Dumbledore se sentó en una silla de su escritorio, e invitó a las muchachas a que lo hiciesen también, con una indicación con sus manos.
-Bueno. Supongo que se preguntarán el por qué de su presencia en Hogwarts -empezó –Pues les explico. Ya escucharon ustedes lo que comuniqué en el gran comedor del esfuerzo que hicimos junto al Ministerio de Magia para lograr que estudiantes del extranjero pudieran venir a esta escuela.
Ambas asintieron con la cabeza.
-Pues bien –continuó –Elegimos su país por tratarse de uno donde existen muchos misterios por descubrir. Es uno de los pocos países de dónde se tiene referencia existen muchas casas embrujadas, con fantasmas, maldiciones, etc, que aun no ha sido investigado por nuestros expertos. Decidimos admitir a estudiantes de esa región desde el año pasado para enseñarles todas nuestras materias, para que salgan profesionales en magia y hechicería y para que en un futuro próximo puedan ayudarnos a revelar esos misterios de las casas y de muchos lugares antiguos.
-Pero profesor –consultó Camila –no era más fácil que mandaran a alguien del Ministerio de Magia para que haga ese trabajo?.
-Pues como ellos no están bien formados en estudios muggles, me temo que nos pondrían en un aprieto a todos al traspasar tantas fronteras. Por eso esperamos a que ustedes hayan crecido para poderlas convocar.
-Por qué nosotras? –interrogó Lila.
-No sé si está enterada señorita Zizold, pero cuando un mago o una bruja nace en cualquier parte del mundo, una pluma mágica anota su nombre en el libro de futuros magos. Nosotros esperamos a que tenga los once años de edad para mandarle su carta de Hogwarts.
-Pero por qué no nos mandaron nuestras cartas cuando tuvimos once años? –demandó Camila.
-Hay una gran diferencia entre los niños de Europa con los niños de Sudamérica en cuanto a costumbres y crecimiento señorita Grissi. En los europeos ya se puede mostrar un índice de independencia, en cambio para ustedes, apuesto que si les hubiera dicho que guarden un secreto a esa edad, se hubiera enterado toda Bolivia. Las hubiéramos convocado al salir del colegio, pero por motivos de fuerza mayor (entiéndase Voldemort) no lo pudimos hacer. Pero desde el año pasado tenemos con nosotros a algunos estudiantes de su país. Ustedes serían el segundo grupo de Bolivia que entra a Hogwarts. Quedaron respondidas ya sus interrogantes señoritas? –les dijo luego de una pequeña pausa.
"Entonces hay bolivianos en esta escuela?", analizó Lila, pero otra pregunta le taladró la mente en ese momento.
-No profesor, tengo una más –indicó –Entiendo que cuando un futuro mago o bruja nace su nombre se escriba en el libro, pero lo que no entiendo es cómo puede escribir en el libro a personas que son hijos de padres muggles? Cómo sabe la pluma que ellos tendrán capacidad para ser magos o brujas?.
-Ese, señorita Zizold, es un misterio de la magia que no hemos resuelto aún. La pluma mágica ha acompañado a brujas y magos desde épocas inmemoriales. Es un misterio el cómo lo sabe. No todo en la magia tiene un por qué objetivo, simplemente pasa y ya. Es como el sombrero seleccionador, fue hecho exclusivamente para seleccionar alumnos y jamás se ha equivocado.
Esta última acotación de Dumbledore, hizo reflexionar a Lila. Entonces el sombrero no lo hizo por malo, tal vez simplemente Camila estuvo destinada a estar en Slytherin y Lila en Gryffindor.
-Ahora si me disculpan, debo poner recuerdos en mi pensadero. Ustedes deben descansar, seguro el viaje fue agotador y mañana comienzan clases.
Las chicas se despidieron y salieron por la gárgola nuevamente.
-Se me hace que nos vamos a divertir mucho aquí –exclamó Camila con emoción.
-Sabes que me pone mal? –le comentó Lila –que no estemos juntas para hacer travesuras.
-No te preocupes. Si no estoy mal tenemos cuatro clases juntas: pociones, cuidado de las criaturas mágicas, adivinación y herbología. Estaremos juntas –la abrazó.
-Y tú de cómo sabes las clases que tenemos, a mí ni siquiera me llegó un horario –se quejó la chica de los anteojos, mientras caminaban hacia un pasillo a la derecha.
-Ah, es que Draco me lo dijo.
"Draco, Draco, tenía que ser ese cara pálida", pensó Lila poniendo una cara de disgusto.
-No es tan malo como todos piensan –justificó Camila al ver la cara de enojo de su amiga –Es sólo que no se lleva bien con los que no lo tratan bien, eso es todo.
Luego de caminar un rato por los pasillos por los que habían entrado, llegaron al cuadro que daba paso a la sala común de Slytherin.
-Aquí me quedo yo –repuso Camila –Mañana nos vemos en Pociones –se despidió.
"Claro, ahora me deja solita en estos pasillos tan tenebrosos", pensaba Lila.
Caminó un momento por ahí, cuando finalmente se dio cuenta de que no tenía idea por dónde se iba a su sala común.
"Y ahora qué hago", se preocupó.
Por lo visto, la charla con Dumbledore tardó más de lo debido porque no había ningún estudiante por los pasillos.
"Ni siquiera le puedo preguntar a alguien"
Caminó sin rumbo durante un largo trecho.
Encontró las aulas de Pociones, de Hechizos y de Transfiguración.
Ya empezaba a hacer un poco de frío y se tapó aún más con su capa de Hogwarts.
De pronto, sintió un golpe duro en la cabeza. Se dio la vuelta y encontró a un poltergeist riéndose de su fechoría. La había golpeado con una pequeña bola.
"Seguramente este es Peeves" se dijo Lila.
-Ya deja de molestarme, tonto! –le reclamó furiosa y todavía sobándose la parte lastimada.
-Si te encuentra Filch por acá vas a tener muchos problemas –repuso burlón.
"Creo que hubiera sido mejor que él me encontrara y no tú", se quejó para sus adentros.
Peeves siguió haciéndole bromas pesadas a Lila, hasta que se cansó y se fue.
-Gracias al cielo, por fin!.
-Qué es lo que está haciendo por aquí jovencita? –oyó una voz elegante que le hablaba por detrás -que no sabe que es prohibido para los alumnos de Hogwarts caminar a estas horas por los pasillos?.
Lila dio media vuelta y vio lo más terrible que pudo haber imaginado.
Era un fantasma, todo transparente. Vestía con ropajes antiguos y llevaba el pelo peinado de una manera extraña, como en una trenza.
Pero lo más horrible no fue eso, lo malo fue que al acercarse a ella, ésta reaccionó abruptamente y quiso golpearlo. Su mano lo atravesó, y el fantasma se elevó hacia atrás con tanta brusquedad que su cabeza quedó colgando de su cuello.
Lila profirió unos gritos exageradamente altos y empezó a correr por los pasillos.
No deseaba que algo así la estuviera siguiendo así que corrió aun más fuerte.
Por fin, en su escapatoria llegó a un corredor que tenía al fondo el cuadro de una señora gorda vestida de rosado.
"Esa debe ser", pensó Lila, y se apresuró a llegar.
Faltaban uno pasos para que quedara en frente del cuadro, cuando Lila chocó con algo que ni siquiera ella vio.
Se levantó del suelo, miró alrededor y no notó nada.
-Ay! –escuchó a alguien gemir cerca suyo.
-Quién es? –interpeló, temerosa de que sea otro fantasma.
-Sssshhhh! –la callaba alguien a su lado –Soy yo, Harry. Estoy bajo mi capa invisible. Me dio un poco de hambre y decidí salir hacia la cocina por un bocadillo. Quieres acompañarme? –le preguntó, destapándose un poco el rostro.
-Está bien –declaró Lila. Por lo menos ya no estaría sola en esos pasillos, y volvería con alguien a la sala común.
Harry la tapó con su capa invisible y ambos caminaron por los pasillos hasta bajar las gradas principales y adentrarse a la cocina ubicada a la izquierda.
El niño que vivió, (que ahora no era tan niño) destapó a ambos.
Enseguida, un montón de elfos domésticos los rodearon sonrientes.
-Qué desean los señores? –consultó uno que llevaba unos calcetines dispares de colores fosforescentes.
-Vas a querer algo Lila? –le preguntó Harry.
-Tal vez una soda o algún refresco.
-Perdone usted señorita, pero Dobby no conoce el significado de esas extrañas palabras que dice –se disculpó el elfo.
La chica cayó en cuenta de que en el mundo de los magos no existen sodas ni refrescos.
-Perdón, soy nueva aquí. Entonces me gustaría un jugo de calabaza si no es mucha molestia –repuso cordialmente.
-Oh no, para un elfo doméstico no es ninguna molestia servir a sus amos –hizo una reverencia –Y usted amo Harry?.
-Bueno ..., me gustaría algunos pasteles de chocolate y si tienes más de ese jugo de uva de la cena, quisiera un poco por favor.
-Por supuesto, señor y señorita –dijo Dobby –enseguida estaremos aquí con su comida. Mientras tanto pueden tomar asiento –se retiraron rápidamente hacia las mesas a preparar el pedido.
-Siéntate –invitó Harry –Ahora, cuéntame por qué corrías así por los pasillos. No creo que lo que Dumbledore te haya dicho haya sido tan terrorífico.
-No, para nada –sonrió la chica y empezó a contarle lo que el director les había explicado. Luego pasó a relatarle lo de Peeves y lo del fantasma al que le colgaba la cabeza.
-Pero no debías asustarte! –le reclamó Harry con una sonrisa burlona –Ese era Nick Decapitado, es el fantasma de nuestra casa.
Lila hizo memoria y recordó que en los libros y también en la película aparece ese fantasma.
-Es cierto, ahora lo recuerdo. Pero debes darte cuenta de que ver un fantasma por la tele a verlo en vivo y directo no es la misma historia Harry. Yo estoy acostumbrada a lugares iluminados como la ciudad, no a castillos antiguos. Además estaba solita y...
-No te preocupes –la interrumpió Harry mientras recibía la bandeja que un elfo le pasaba –Recuerda que yo también solía vivir en el mundo de los muggles y la primera vez que llegué aquí también me parecieron horrorosas algunas cosas. Y eso que yo sólo tenía 11 años eh?.
-Bueno, eso es verdad –le contestó, tomando luego un sorbo de su jugo de calabaza-pero la diferencia está en que tú si eres valiente, en cambio yo no lo soy... tanto.
Luego de un pequeño silencio, Lila volvió a hablar –Harry, por qué crees tú que el sombrero me puso en Gryffindor, yo no soy valiente. Prefiero que digan de mí "aquí corrió que aquí murió". Todos los que están en esa casa son valerosos, hasta Ron, que con esa cara de miedo que pone siempre, igual se enfrenta a todo.
-No lo sé Lila. Yo tampoco sabré por qué el sombrero iba a seleccionarme en Slytherin.
Harry terminó de comer lo que le habían llevado los elfos. Mientras Lila, aun triste por la decisión del sombrero para con Camila, tomaba en sorbos cortos su jugo de calabaza.
Cuando ambos terminaron, y luego de agradecer a los elfos, Harry sacó su capa y cubrió a ambos con ella. Salieron de la cocina y se dispusieron a regresar a su torre. Lila se quejaba de los pisotones de Harry, a lo que él le respondía con sonoros ¡¡shhhh!; cuando en la esquina que llevaba a los calabozos vieron aparecer a cuatro personas cubiertas con capas negras.
Asustada, Lila ahogó un grito y retrocedió, olvidando que Harry estaba tras de ella, por lo que tropezó con él y ambos cayeron de espaldas sobre el suelo de piedra fría. La capa no fue suficientemente larga como para taparlos completamente a ambos así como estaban, por lo que un pié de Lila quedó a la vista.
En ese momento, las cuatro personas misteriosas pasaban por ahí, cuando uno tropezó sin querer con el pié de Lila y cayó de bruces. Enseguida, Lila encogió la pierna para ocultar su pié. Otro de los cuatro paró en seco detrás del que cayó y lo ayudó a levantar, estos últimos eran bastante altos.
Uno de los que iba adelante, al notar el retraso de los dos últimos, volteó para apurarlos, sólo se escuchó un débil "Idiota", dirigido al que se había caído. Al parecer el "caído" trató de excusarse, pero no lo dejaron, porque volvieron a emprender su marcha velozmente.
Después de unos minutos, Harry y Lila se levantaron.
-Estás bien?- le preguntó amablemente Harry a la asustada muchacha.
-Sí, sólo que me duele el pié, uno de ellos me pisó-contestó Lila, sobándose el pié- Quiénes serían ésos?
-No lo sé, pero tengo un mal presentimiento- le dijo Harry, mirando con recelo hacia el lugar por donde habían desaparecido los cuatro misteriosos
Lila dirigió su mirada hacia el lugar de donde habían salido esos cuatro, cuando recordó que Camila se había despedido por ahí para entrar en la Sala Común de Slytherin.
-Pero por ahí queda la Sala de Slytherin- comentó con sospecha
-Lo sé, por eso me da mala espina-dijo Harry
-Ojalá no le haya pasado nada a Camila
-No te preocupes, seguro estará bien. Mejor ya vámonos, no querrás que Filch o la señora Norris nos descubran
-Tienes razón –reaccionó Lila, después de mostrarse preocupada por Camila
Volvieron a cubrirse bien con la capa invisible de James Potter y volvieron a retomar su camino hacia la torre de Gryffindor. Una vez allí, en la Sala Común, se despidieron y se dirigieron a sus habitaciones respectivas.
Lila subió por las escaleras que llevaban al dormitorio de las chicas, cuando recordó que nadie le había indicado dónde dormiría. Comenzó a ponerse nerviosa y preocupada buscaba una solución, cuando para su fortuna, una muchacha salió de uno de los dormitorios y la vio allí parada, sola y con cara de preocupación.
-¿Qué haces aquí?-le preguntó
-Es que...no sé dónde queda mi dormitorio- contestó avergonzada Lila
La otra muchacha cambió su rostro de reproche por una sonrisa.
-Eres la nueva, no? Yo soy Parvati Patil. Será mejor que vengas conmigo, si el Prefecto te vé va a quitarle puntos a nuestra casa
Lila siguió a Parvati hasta su dormitorio. Al entrar, vio que todo estaba oscuro, Parvati levantó su varita y con un "Lumus" iluminó la habitación. Allí habían cuatro camas, con doseles de terciopelo rojo, dos de ellos estaban corridos, por lo que supuso que sus ocupantes estarían durmiendo.
-Ésa de allá es tu cama -le indicó Parvati, señalando una que estaba cerca de la ventana- También tus cosas ya están aquí
Lila se sintió muy aliviada, porque no sabía qué sería de ella si la dejaban nuevamente sola, la última vez que pasó, las cosas no salieron muy bien.
Parvati terminó el encantamiento y la habitación volvió a estar a oscuras. Lila, que ya había sacado su pijama, se cambió en silencio. Luego se acostó y estuvo un tiempo echada en su cama pensando en lo que le había ocurrido durante ese día, hasta que poco a poco se fue quedando dormida.
Al día siguiente Hermione la despertó sacudiéndola.
-Un ratito más, mami-dijo Lila, volviéndose a tapar
-No soy tu mamá y si no te apuras vas a llegar tarde-contestó algo molesta Hermione
Aun medio dormida, Lila se levantó y le preguntó a Hermione dónde quedaba el baño. Ella le señaló hacia un costado de la habitación, donde había una puerta de madera de color café claro. Entró en él y buscó las duchas, cuando las encontró se dispuso a darse un baño. Se sacó el pijama, los anteojos y se puso bajo la regadera. Tanteó con una de sus manos la pared buscando el grifo y no lo encontró. Acercó más su rostro buscándolo detalladamente, pero no lo veía. Alzó su mirada hacia la regadera, y sin pensarlo dos veces, comenzó a saltar tratando de golpearla, a ver si así salía algo de agua.
En una de ésas, como ya se habían duchado en ella y la base estaba mojada, Lila resbaló y cayó sentada muy adolorida, maldiciendo.
-Ábrete maldita porquería!
Enseguida agua muy caliente comenzó a brotar de la regadera.
-Ayyyyyyyyy! Me quemo, me quemo! –gritaba aun sentada, cubriéndose la cabeza con los brazos
Asustada, Hermione entró en su ayuda. Al ver a su amiga sentada y gritando sólo atinó a decir.
-Regadera, es suficiente
El agua dejó de caer sobre Lila, la que seguía cubriéndose con los brazos. Hermione se acercó y le tendió una mano para que se levantara, no sin antes arrojarle una toalla para que se cubriera.
Lila sintió la toalla sobre su regazo, bajó los brazos y miró hacia el frente, donde encontró a Hermione viéndola muy divertida. Con cara de pocos amigos se cubrió y tomó la mano de Hermione para poder levantarse.
-Será mejor que tengas más cuidado- dijo Hermione, evitando reírse de ella
-Lo tendré, no te preocupes
Hermione salió, dejando a Lila parada frente a uno de los espejos, mirando su espalda y brazos totalmente rojos por el quemazón. Enojada, y ya sin ganas de querer ducharse, decidió salir del baño, cuando pisó un charco de agua que ella misma había dejado y volvió a caer, pero esta vez arrodillada.
-Éste día va a ser largo –se dijo resignada para sí misma
Cuando estaba ingresando en el Gran Comedor para desayunar vio a Camila, quien se acercó a saludarla sonriendo.
-Hola Lila! –le dijo, mientras la abrazaba
-Ayyyyyyyyy! –gritó Lila- No me toques la espalda!
Asustada, Camila se alejó un poco.
-Qué te pasó?
-Problemas con la ducha
-Acaso no te dijeron que la ducha se prende, regula y apaga con la voz?
-No, es que yo no tengo amigos tan "buenos" que me aclaren cosas como ésa –dijo Lila con cierto sarcasmo, notando que Ron se encontraba tras de ella y había escuchado su conversación, imaginando la situación embarazosa en la que había estado la pobre muchacha
-Mejor entremos a desayunar y olvida lo que te pasó –comentó Camila, tratando de que su amiga olvide el enojo, incrementado por la risa de Ron
Entraron y Lila se sentó en uno de los extremos de la mesa de Gryffindor. Sin inmutarse, Camila se sentó junto a ella, lo que causó más de una mirada extrañada.
-Creo que no puedes sentarte en la mesa que no corresponde a tu casa -dijo Lila, mirando algo extrañada a su amiga
-Y qué? No hay un reglamento que diga que en la mesa de Gryffindor no pueda sentarse alguien más –respondió despreocupada Camila
-Es que no eres "alguien más", eres una Slytherin
-Bueno, si no quieres que me siente contigo mejor me voy. Sólo quería conversar un rato
