Capítulo 4
Camila se paró y se dispuso a irse, pero Lila la detuvo agarrándola del brazo.
-No, no es eso. Es que no quiero más problemas de los que ya tengo
-¿Problemas? Si los de tu casa son los favoritos de Dumbledore, nunca los castigan –comentó irónica Camila
-Que no es eso, siéntate, te contaré mis "aventuras nocturnas"
Después de contarle todo lo que le había ocurrido, notó que Camila la miraba con intriga.
-Y "cabeza rajada" Potter no te indicó siquiera dónde quedaba tu habitación?
Ante el comentario de su amiga, Lila no tuvo más que sonreír.
-Será mejor que no te dejes influenciar tanto por el "cara pálida" Malfoy
-Y tú que te cuides más de tu dizque amigo "cabeza de fósforo" Weasley o de la "cabello de plumero" Granger
-Ya, sufi
-Olvidé comentarte algo ayer –dijo con algo de pena Camila
-Qué cosa
-Lamento que no hayamos quedado en la misma casa
-Sí, yo también lo lamento mucho. Pero ayer parecías estar muy contenta
-No lo recuerdo, estaba muy nerviosa
-Bueno, eso dejémoslo atrás. Mejor vamos a Pociones
Más tranquilas ambas se dirigieron hacia las mazmorras. Entraron en el aula de Pociones y quedaron asombradas. Todo era tal y como lo habían visto en la película, oscuro, rodeado de frascos con animales y cosas extrañas dentro. Se sentaron juntas en una mesa, causando nuevamente comentarios sobre aquello.
Como siempre, Snape entró sin siquiera saludar a su clase, dando un portazo.
-Bien alumnos, abran sus libros en la página 248 y realicen la poción. Espero que ésta vez no haya ninguna explosión –terminando de decir esto miró despectivamente a Neville que deseaba que lo tragara el piso
-Profesor –preguntaba Pansy Parkinson- dónde podremos conseguir los hígados de halcón?
-Yo se los daré
-Profesor –preguntó algo tímida Camila- yo no tengo el libro, no me lo dieron
-No se preocupe señorita Grissi, puede compartir el libro con uno de sus compañeros
-Profesor –ésta vez preguntaba Lila- yo tampoco lo tengo
Lila deseó no haber dicho nunca nada, Snape la miró con odio y se puso rojo mientras gritaba indignado.
-¡Pero cómo es posible su falta de interés! Debió haberse preocupado antes de eso. ¡20 puntos menos para Gryffindor!
Todos los de Gryffindor miraban con desprecio a Snape por su obvio favoritismo. Camila, al ver a su amiga en aprietos, volvió a hablar.
-Profesor, ¿es posible que Lila comparta el libro conmigo?
Ésta vez Snape miró a Camila con algo de odio y respondió muy tajantemente.
-Por supuesto que no y después de clase quiero hablar con usted
Todos callaron ante la respuesta de Snape. Con una gran interrogante Lila volvió a hablar.
-Y ahora yo qué puedo hacer?
-Bien, venga aquí, al primer asiento, yo mismo le daré las indicaciones
Harry miró asustado a Lila, no sabía si eso que Snape le ofrecía era bueno o...muy malo.
Tímidamente Lila se acercó al asiento indicado, puso su mochila sobre la mesa y se sentó. Una vez que tuvo todos los ingredientes listos, Snape, sin mirarla, comenzó a decirle lo que debía hacer.
Las cosas no iban tan mal, cuando Lila comenzó a notar que las cosas que su profesor le decían eran muy extrañas, sólo captaba unas cuantas palabras. Al notar que Lila había dejado de seguir sus instrucciones, Snape volteó y la miró fijamente hablando con voz fría. Lila sólo lo miraba asustada sin entender lo que decía y veía que éste comenzaba a levantar cada vez más la voz.
De pronto, Snape golpeó la mesa de Lila con las manos muy fuertemente y acercó su rostro al de ella mientras seguía gritando. Con el golpe, Lila dio un pequeño salto en su asiento y se quedó inmóvil.
Sintió entonces que alguien se acercaba, mientras Snape recuperaba su postura y no decía nada más.
-¿Qué tienes Lila?
Lila volteó a ver a su interlocutora, era Camila.
-No te entiendo –susurró Lila en claro español
Camila comprendió que el idioma que hablaba su amiga no era otro que el español, y lo extraño era que al tratar de hablarle de su boca sólo salían palabras en inglés.
Lila estaba a punto de llorar por no entender lo que le ocurría, cuando recordó lo que hizo Hagrid en el baño de la estación el día que las recogió.
Por un momento, no supo cómo hacerse entender, empezó a hacer señas con una de sus manos imitando un hechizo con una varita sobre su cabeza.
Camila la veía sin entender, hasta que comprendió lo que su desesperada amiga trataba de decirle.
-Profesor, el hechizo del idioma que le pusieron a Lila se desvaneció, por eso no nos entiende.
Snape miró con desplante a Lila, y como si fuera la cosa más obvia y simple del mundo, sacó su varita y tocó con ella la cabeza de la muchacha diciendo.
-Idiomatis comunis!
Al salir las chispas de la varita de Snape, Lila por fin pudo entender lo que los compañeros que la rodeaban estaban diciendo.
-Gracias profesor –arguyó con una tímida sonrisa.
-Cinco puntos menos para Gryffindor por no preocuparse de que el hechizo del idioma no se desvanezca –dijo seriamente –Cinco puntos más para Slytherin por darse cuenta de lo que pasaba, señorita Grissi.
-Ay, esta chica y sus problemas –se le oyó decir a Ron.
-Ambas pueden regresar a sus asientos –les dijo Snape a Camila y Lila.
-Gracias profesor –le dijo Camila, logrando un esbozo de sonrisa de Snape.
Lila iba a decir algo, pero la mirada penetrante y con rencor de Snape, la detuvo, por lo que regresó a su asiento sin decir más.
Harry se ofreció a compartir su libro con ella, mientras Camila llegaba a la mesa donde estaba con Blaise Zabinni, quien junto a otros Slytherin la felicitaban por los puntos ganados.
-Ya entiendo por qué lo odian tanto –gruñó Lila.
-Es raro –comentó Hermione con Ron –Parece que Snape odia a Lila tanto como a Harry.
-Tienes razón, hasta me da lástima –repuso Ron, terminando su poción.
La clase transcurrió con la mayor de las "normalidades": Neville logró que su caldero se derritiera perdiendo 10 puntos, la única que obtuvo la poción correcta en Gryffindor fue Hermione, Harry fue castigado con cinco puntos menos para su casa por estar explicándole a Lila qué ingredientes tenía que utilizar; Draco ganó 10 puntos para Slytherin por terminar la poción antes que todos, y aunque Goyle y Crabbe no consiguieron la poción que debían obtener, Snape sólo les dijo que tendrían que aprender a hacerla correctamente para el examen, sin quitarles puntos.
-Por fin acabó este martirio! –gritó Lila al salir de clase sin notar que el profesor estaba tras suyo.
-Señorita Zizold, si cree que Pociones es un martirio entonces tendré que darle un aliciente para que la materia empiece a gustarle. Esta noche después de la cena tendrá que venir a limpiar el aula al modo muggle. Le recuerdo que luego tienen clases los de primero y usualmente ensucian hasta las paredes.
-Sí profesor –habló Lila, casi aguantándose el llanto.
-Pero qué barbaridad! –dijo alguien que arrastraba las palabras –No estás ni un día en la escuela y tu casa pierde varios puntos por tu culpa, "sangre sucia" –replicó Draco con malicia.
-Qué te dijo Snape, Lila? –preguntó preocupada Camila.
-Me dijo que ...
Antes que pudiera terminar de explicarle, Snape volvió a aparecer.
-Señorita Grissi, debo recordarle que le dije que se quedara después de clase.
-No lo olvidé profesor. Nos vemos después –le dijo a Lila, y desapareció tras la puerta de Pociones.
"No volveré a decir nada en contra de Snape mientras esté cerca de algún Slytherin, o del aula de Pociones", se dijo a si misma Lila, mientras se iba con sus compañeros de casa a la próxima clase.
Dentro del aula de Pociones, Snape se sentó tras su escritorio con los codos apoyados en él y sosteniendo su barbilla sobre el dorso de sus manos. Camila se acercó a él y se sentó en el primer asiento del aula, a pedido del profesor.
-Señorita Grissi, déjeme hacerle una pregunta –repuso fríamente –A qué casa pertenece usted?.
-A Slytherin, por supuesto –respondió confundida Camila.
-Entonces, explíqueme qué hacía hoy sentada en la mesa de Gryffindor.
-Desayunaba con mi amiga Lila.
-Si mal no recuerdo, también hoy en clase quiso hacer grupo con ella, no es así?.
-Sí profesor.
-Acaso no le dijeron que Slytherin's y Gryffindor's nunca se juntan?.
-Lo sé, pero no sabía que era una regla tan estricta. Además Lila es mi amiga y no dejará de serlo aunque sea de la casa del león y yo no.
Ante la respuesta, inesperadamente, Snape se puso de pie golpeando con ambas manos su escritorio, provocando con el ruido que Camila saltara del susto.
-No me venga con estupideces como ésa! –reclamó el furioso profesor –En Slytherin hay mucha gente que puede ser su amiga, no necesita entablar ningún tipo de relación con gente de otras casas y menos con los de Gryffindor. O acaso el señor Malfoy y el señor Zabinni no se lo han demostrado?.
-Sí profesor, pero la diferencia es que ya soy amiga de Lila desde hace mucho tiempo atrás. Además no es lo mismo una amiga que un amigo.
Snape volvió a sentarse.
-Entonces entable amistad con Pansy Parkinson o con la señorita Bulstrode –dijo serenamente.
-Pansy es una descerebrada y cree que estoy tras de Draco, por otra parte Millicent casi no me habla, aunque Draco me la puso de "guardaespaldas" como lo son para él Crabbe y Goyle. Más parece una sombra que una persona.
Snape permaneció pensativo por un momento. Luego volvió a hablar.
-Le hago una nueva pregunta señorita. Por qué usted cree que el sombrero la seleccionó en Slytherin? –y sin esperar contestación, continuó –porque se supone que merece estar allí, verdad, entonces me hace el favor de ya no entablar relaciones con muchachas de otras casas y se queda con las compañeras y compañeros que ya tiene en su casa por favor, que para eso están ahí.
Con ironía y una media sonrisa, Camila bajó la mirada y dijo.
-Eso quiere decir que podré ser amiga de Potter o Weasley, no profesor?. Usted dijo claramente "no entablar relaciones con muchachas de otras casas".
-Muy perspicaz señorita -dijo sonriendo –pero creo que aunque quiera, usted no podrá ser amiga de Potter nunca.
-Por qué lo dice?.
-Ya lo sabrá –dejó de sonreír –Ahora retírese y procure cumplir mis órdenes al pie de la letra.
-No me gusta recibir órdenes, señor.
-Lo sé, por eso también está en Slytherin. Pero tendrá que cumplir o será suspendida del colegio. Puede retirarse.
Camila iba de salida, cuando una nueva pregunta de Snape la detuvo.
-Señorita Grissi, ha oído usted hablar del señor Tenebroso?.
-De Voldemort, sí algo.
-Podría decirme cuál es su segundo apellido?.
-El mío, pues es Delird.
-Delird eh?.
-Sí, por qué?.
-Por nada. Apúrese que va retrasada a su clase de Transfiguración y no querrá que Slytherin pierda puntos por su culpa.
-No señor, ya me voy –se retiró.
El día transcurrió sin mayores sobresaltos. Sólo en la noche, después de la cena, el profesor Dumbledore les anunció a Lila y Camila que quería verlas al día siguiente en su despacho para que realizaran su examen de conocimientos mágicos.
El castigo que Snape le puso a Lila fue suspendido por el director. En época de exámenes no se pueden poner castigos a los alumnos. Además Dumbledore pensó que era un pretexto muy tonto el que le dio Snape a Lila para que realizara el castigo.
Al día siguiente, muy temprano, Lila y Camila coincidieron en la hora de llegada al despacho de su director. Dijeron la contraseña "manzanas acarameladas", subieron por la escalera de la gárgola y tocaron la puerta de roble del despacho.
"Adelante", se escuchó desde el interior. La puerta se abrió y ambas ingresaron. El profesor Dumbledore estaba sentado tras su escritorio con Fawkes sobre su hombro derecho. Frente a su escritorio habían dos bancos individuales con unos pergaminos y una pluma encima de cada uno.
El anciano les indicó que se sentaran en un banco cada una y les habló.
-Ahí están sus pruebas. Pueden comenzar cuando quieran.
Se sentaron, se miraron extrañadas y decidieron comenzar con su examen.
En el pergamino habían varias preguntas de todas las materias. Las primeras fueron fáciles, pero las próximas preguntaban fechas de cuándo fueron realizados los primeros hechizos y pociones. La parte final del examen consistía en realizar una tarea en especial.
Luego de terminar con sus pergaminos éstos desaparecieron. Frente a Lila apareció un escarabajo y un pequeño pergamino con una indicación. Frente a Camila apareció un caldero y varios ingredientes.
En el pergamino de Lila decía: transforme éste escarabajo en un botón.
En el de Camila decía: realice una poción Veritaserum.
Ambas emprendieron su trabajo. Después de terminar, el botón de Lila tenía unas pinzas en lugar de orificios para pasar el hilo. La poción de Camila estaba transparente, tal y como tenía que ser, pero ¿cómo saber si estaba bien hecha?.
-Muy bien –dijo Dumbledore, rompiendo el silencio- muéstreme su botón señorita Zizold.
Al tratar de alcanzarle el botón, éste le "pinchó" en uno de los dedos, provocando un gritito de dolor de Lila. Dumbledore sonrió al ver el extraño botón que había conseguido la muchacha.
-Tiene que practicar un poco más. No creo que le guste tener botones que "pican" como ése en su túnica.
-Je –sonrió apenada Lila.
-Ahora usted, señorita Grissi.
Camila alcanzó el vaso con la poción a Dumbledore. Éste la miró detenidamente a través del cristal transparente.
-Aparentemente está bien hecha, pero debemos comprobar su eficacia. ¿Quiere usted tomarla?.
-Eh, bueno –dijo no tan segura Camila.
La muchacha agarró el vaso y se lo bebió de un trago. Sintió como si hubiera tragado agua caliente, pues el líquido le quemaba la garganta.
-Ahora respóndame, ¿a quién esperaba ver con ansias aquí en Hogwarts a su llegada?.
-A Harry Potter.
-¿Por qué?.
-Quería saber si continuaba vivo. Deseaba que Voldemort volviera a aparecer.
-Bueno, creo que su poción está bien hecha.
Dumbledore realizó un movimiento con su varita y los pergaminos con las preguntas de la prueba aparecieron en las manos de las muchachas.
-Pueden ver su calificación. Las felicito, ambas lo hicieron muy bien.
Lila respiró aliviada, se había quitado un peso de encima. Con algo de temor vio la nota que había sacado.
-¡¡Noventa, qué bien –dijo muy feliz.
Camila vio su examen, luego volvió a enrollarlo y se lo dio a Dumbledore.
-¿Por qué me lo da? –preguntó el anciano.
-Ya vi mi nota, no creo que podamos llevarnos el pergamino.
-No, tiene razón.
Al escuchar la conversación, sonriendo, Lila desarrugó el papel que había estrujado, lo alisó tanto como pudo y se lo entregó al Director.
Dumbledore le respondió con una sonrisa y agarró el examen de ambas.
Cuando iban de salida, le pidió a Lila que se quedara. Ésta se despidió con la mano de Camila y se quedó. El anciano le ofreció asiento nuevamente y Lila se sentó.
-Deseo hacerle una pregunta.
-Dígame –le respondió Lila, sonriendo inocentemente.
-¿Por qué cree que su amiga Camila no fue elegida para Gryffindor pero sí para Slytherin?.
-En verdad no sé. Yo esperaba que ambas quedáramos en una misma casa sea cual fuere.
Ahora que lo pienso, ella y yo no somos tan diferentes, más bien somos muy parecidas. ¿Cree que el sombrero se equivocó?.
-Usted desearía que así fuera?.
-La verdad es que sí. No soporto verla en compañía de ése...Malfoy.
-Lo único que le puedo decir, señorita, es que el sombrero jamás se equivoca. Si escogió a su amiga para Slytherin debe ser porque ella tiene aptitudes para estar en esa casa –contestó el Director con mucha serenidad.
-Si usted lo dice...¿Ya puedo retirarme?.
-Sí, sólo una cosa más –le preguntó, mientras Fawkes volvía a su perchero- ¿cuál es su segundo apellido?.
-Topret.
-¿Es muy amiga de Harry Potter?.
-Sí, per, con esa pregunta ya no sería una cosa más –respondió pícaramente- serían dos.
-Tiene razón, puede irse –le dijo, sonriendo aun más – Usted es muy ocurrente.
-Bueno, con su permiso, adiosín.
Lila salió y se dirigió hacia el Gran Comedor. Era la hora del desayuno. Al entrar, dirigió su mirada hacia la mesa de Slytherin, donde vio a Camila sentada, con cara de aburrimiento. A su lado estaba sentada, comiendo muy seriamente Millicent Bulstrode, quien levantó la mirada y chocó con la de Lila, que se asustó al ver el odio que emanaban los ojos de la Slytherin.
De pronto vio entrar a Malfoy, que se sentó junto a su amiga, con sus dos mastodontes tras él, que se aposentaron frente a ellos. Lila lo miró con mucha rabia y se dirigió a su mesa, donde Harry le ofreció asiento junto a él.
-¿Cómo te fue?.
-Bien, ni yo puedo creerlo.
-Creí que reprobarías y tendrían que echarte –se burló Ron, recibiendo como desaprobación un pisotón de Hermione.
-¿Y cómo le fue a tu amiga? –volvió a preguntar Harry.
-No sé, ni me dijo qué nota se había sacado.
-Seguro sacó mejor nota que tú y no quiso humillarte –le dijo Ron.
-¿Puedo hacerte una pregunta, Ron? -dijo demasiado amable Lila.
-Sí, claro –respondió extrañado.
-¡¡Quieres dejar de fastidiar! –gritó.
Ante el grito de Lila todo el salón se calló. Ron, rojo como un tomate, le devolvió el grito.
-¡¡No me da la gana! De seguro tu amiga no te dijo su nota porque no confía en ti!
-¡¡Ahora sí me enojaste!.
Muy molesta, Lila sacó su varita, estaba a punto de hacer un hechizo, cuando unas palabras arrastradas la detuvieron.
-¿No te la dijo? –decía con malicia- Sus amigos sabemos que se sacó un 98 y que se equivocó sólo en una pregunta de Transfiguración.
Lila volteó a ver muy asombrada a Malfoy, luego a Camila que había bajado la mirada. Sin poder contestar salió corriendo del salón seguida de Harry.
-Ésta vez sí que te pasaste –le dijo Hermione muy enojada a Ron y salió tras Harry y Lila.
Ron no supo qué hacer, miró a Malfoy y éste le sonreía triunfante, diciendo por lo bajo "bien hecho pobretón". Ron, se paró tranquilamente y salió.
Lila se dirigió hacia la torre de Astronomía. Entró en el aula, no había nadie. Acongojada, se sentó en uno de los asientos y se quedó así, cuando escuchó a alguien entrar, era Harry.
-¿Estás bien? –preguntó preocupado el muchacho.
-Sí, me fui sólo porque no quería decirle palabrotas a Malfoy frente a los profesores.
Luego entró Hermione, seguida por Ron.
-Qué, ¿no estás llorando? –preguntó irónico Ron.
-Yo no sé qué te hice para que me trates así –sin esperar respuesta continuó- Y vamos a hacer la ley del ojo por ojo y diente por diente, ya verás –terminó con ira en los ojos.
-Es raro que Malfoy supiera la nota de tu amiga –comentó pensativa Hermione.
-No, no es raro si es su amigo –contestó algo amargada Lila.
-Conociendo a Malfoy, creo que la obligó a decírselo –sostuvo muy seguro Harry.
-Yo que tú le hago la ley del hielo –dijo Ron- De todas formas es una Slytherin, no vas a extrañarla, a esa gente nunca se la extraña.
-¡¡Tú no entiendes nada de nada! –exclamó Lila- Ella no tenía que estar en Slytherin, tenía que estar conmigo.
-El sombrero nunca se equivoca, eso dice la "Historia de Hogwarts" –les dijo a ambos Hermione.
-Dejen ya de discutir, mejor vamos a Herbología –comentó Harry.
Los cuatro fueron por sus libros y luego se dirigieron hacia los invernaderos, donde ya estaban los Slytherin y algunos Gryffindor.
-¡Pero qué lindo grupo! –dijo Malfoy con sarcasmo- El cabeza rajada Potter que juega siempre a hacerse el héroe; la sangre sucia Granger que es un ratón de biblioteca; el pobretón Weasley, que con ese cabello parece carbón recién apagado y espera que a Potter se le caiga una moneda del bolsillo; ah! y la nueva sangre sucia...con nombre de arco iris, ¿Violeta, no Púrpura –decía burlón a sus amigos- bueno, como sea. La nueva novia de Potter, la que a momentos olvida el idioma y habla incoherencias, la que a las 24 horas de llegar hace que su casa pierda varios puntos, la...
No pudo terminar, porque alguien lo interrumpió.
-Es Lila, y no fue su culpa el olvidar el idioma. A ella déjala en paz, Draco- le dijo Camila seriamente- No me importa si te burlas de la sangre sucia ratón de biblioteca, del pobretón cara de idiota o del héroe con marca de rayo.
-Era sólo una broma, Camila –respondió sonriendo aun Malfoy.
-Mejor vámonos a nuestro lugar si no quieres que Crabbe destroce con su torpeza, que es más grande que él y Goyle juntos, el Cabello de Medusa que tenemos que podar –repuso Camila.
Al escuchar esto, Malfoy volteó a ver hacia su lugar y vio a Crabbe agarrando unas grandes tijeras, amenazando con cortar de una toda la plateada planta que se encogía asustada al ver al muchachote.
-¡Crabbe, deténte!.
