Capítulo 7
Lila le contó a su amiga lo de Rodrigo, quien por cierto ya no se encontraba en la enfermería. Seguramente ya lo habían dado de alta y se fue a su casa.
-Pero tienes que tomar en cuenta –le dijo Camila retomando nuevamente el tema de los raptores –que tal vez no me querían llevar a mí. Tal vez se equivocaron.
-Será que ellos querían llevarse a Malfoy o a Millicent?.
-Todo puede ser. Habrá que averiguar.
Continuaron hablando del intento de rapto, además de lo divertida que estaba la fiesta hasta ese momento.
Llegó la hora de comer y Lila se despidió de su amiga para ir al salón comedor.
-Tal vez vuelva en la tarde –le dijo levantándose.
-Está bien. Te espero. Ah, por cierto, ya quítate esa cicatriz que me pone nerviosa. Parece que estoy hablando con el cabeza rajada.
-Es que no puedo. Ya probé con el contra-hechizo y no funciona.
-Halla pronto la manera o sino voy a dejarte de hablar por el parecido que hay entre ustedes.
-Bueno, adiós –se despidió sonriendo.
Entró al gran comedor y todos los alumnos se encontraban ahí. Se sentó al lado de Harry, luego de saludar a todos, y se dispuso a comer todo lo que había en su plato, porque no había desayunado y tenía mucha hambre.
Harry y Hermione le preguntaron cómo estaba Camila, y qué fue lo que había averiguado. Ella les contó lo sucedido. Ambos la miraron sorprendidos cuando llegó a la parte del rescate de Draco.
-No puedo creer que ese tonto haya tenido tanta fuerza como para salvarla de los encapuchados –objetó Hermione, poniendo cara de escepticismo.
-Yo tampoco, pero eso dice Camila. Está cien por ciento segura de que Draco la salvó. Hasta hubiera pensado que Millicent la salvó, pero ella sigue diciendo que sólo Malfoy lo hizo.
Al terminar el almuerzo, el profesor Dumbledore se paró y empezó a hablar.
-Queridos alumnos. Sabemos todos que lo que ocurrió anoche nos debe poner en alerta máxima. Cuatro extraños entraron hasta el gran salón sin ser percibidos por nadie y trataron de llevarse a una de nuestras alumnas. No sabemos si quisieron llevarse específicamente a ella o a otro estudiante, pero el caso es que no podemos correr el riesgo de que esto vuelva a pasar. Por eso, hemos decidido en una junta, que las salidas y entradas al castillo serán supervisadas por Filch y algunos fantasmas.
No hay motivo por el cual se pueda salir del castillo. Está completamente prohibido el hacerlo, excepto, claro está, en las clases con Hagrid. Los que tengan clases de cuidado de las criaturas mágicas, no podrán alejarse más de los límites de su cabaña. La máxima hora en la que pueden estar caminando por los pasillos de la escuela es las ocho de la noche. A los profesores se les ha indicado que no deben darles ningún castigo para cumplir fuera de esas horas. Todo esto es por el bien de la escuela y especialmente por la seguridad de todos ustedes. Eso es todo. Pueden retirarse.
-Qué lata!- profirió Ron –no dijo nada acerca del premio del concurso de disfraces.
-Ay Ron! –le reclamaron a dúo Hermione y Lila.
Luego de salir, los cuatro se dirigieron hacia su sala común, donde ya se encontraba la mayoría de los Gryffindor.
-Ya no hay campo aquí. Vámonos a otro lado –propuso Harry.
-Pero a dónde. El único lugar divertido los fines de semana es el lago y sabes que ya no podemos salir –recordó Hermione.
Todos pensaron por un momento.
-Qué les parece si vamos a visitar a mi amiga Camila? –les preguntó Lila.
-No lo sé –dudó Harry –No la conocemos mucho, además ella nos trata como lo hace Malfoy y no estoy de humor para que me vuelvan a decir cabeza rajada de nuevo.
Hermione y Lila sonrieron disimuladamente, mientras Ron observaba fijamente a Lila.
-Qué me miras Ron? -dijo exaltándose.
-Por qué no te sacaste el disfraz del todo? – pregunto extrañado, señalando su frente.
-Ah! –recordó el hechizo de la cicatriz –es que no puedo quitármelo.
-Bueno, propongo que vayamos hasta donde el profesor Flitwick a que te haga el contra-hechizo –alegó Hermione.
Acordaron todos que no era la mejor idea para pasar un sábado en la tarde, pero igual lo harían. Traspasaron el cuadro de la dama gorda y se dirigieron a la sala de profesores. En ella estaban algunos de ellos, la señorita Trelawney, la profesora Sprout, el profesor Snape, que al verlos puso cara de repulsión, y el profesor Flitwick, a quien llamaron por un momento para que resolviera su problema, a solas.
Lo llevaron hasta un aula cercana y le mostraron la cicatriz que no desaparecía.
-Me dijo que ya probó con el contra-hechizo señorita Zizold? –preguntó, poniendo una mano en su mentón.
-Sí, profesor. Probé además con otros hechizos como el de desvanecimiento, el de decoloración, pero ninguno funciona –respondió preocupada Lila.
El pequeño profesor, se quedó pensando por un momento. Caminó unos pasos alrededor de la afectada, la volvió a observar y al fin habló.
-Señorita Zizold, me temo que lo que usted tiene no puede desaparecer con un simple hechizo. No hallo la manera en la que usted pudo haber hecho tan fuerte el encantamiento, pero no dudo que la enfermera, la señora Pomfrey, la pueda ayudar.
Los muchachos salieron del aula, no sin antes despedirse y agradecerle al profesor.
-Estás de acuerdo con que vayamos a la enfermería, Lila? –consultó Harry.
-Bueno, nada perdemos con intentarlo. Aunque la cicatriz no me molesta, no quiero que piensen que pertenezco a tu club de fans permanente –se burló la aludida
Cuando entraron, la señora Pomfrey terminaba de arreglar una cama, tal vez de un paciente que había sido dado de alta recientemente. Cuando Lila se fijó era la cama en la que descansaba en la mañana su amiga Camila. Le preguntó a la enfermera cuándo la dieron de alta.
-Esta tarde, después del almuerzo. La vino a recoger uno de sus compañeros, Draco Malfoy creo. Le pedí que tuviera reposo absoluto, por lo menos el fin de semana.
"El estúpido de Malfoy tiene que estar en todo. Por qué no la pudo recoger el director, ya me llega", renegó para sus adentros, Lila.
-Bueno, a qué vinieron? –consultó apurada Poppy.
-Ah, es que aquí mi compañera tiene un problema con un hechizo que hizo para la fiesta de disfraces -Hermione le mostró la frente de la chica.
La señora hizo sentar a Lila en una mesa para revisarla mejor. Le miró la cicatriz con una lupa gigante que sacó de un cajón. Puso cara de no entender nada. Se dirigió hacia un estante muy alto que contenía muchas botellas, seguramente con medicinas y pociones para curar heridas. Tomó una de color rojo fuego y la llevó hasta donde se encontraban los muchachos.
-Veremos si esto funciona –destapó la botella, derramó un poco del líquido en una cuchara y se lo acercó a Lila a la boca –Tómatelo de un trago. Tal vez sientas algún ardor en la garganta, pero se pasará rápido.
Lila suspiró resignada y tomó la poción. Sintió como si hubiera tomado fuego líquido. Creyó que todos sus órganos y partes se derretirían. Quiso gritar, pero la voz no le salía. Ron se asustó al ver cómo un humo amarillo salía por la boca de su amiga. De pronto, el efecto de fuego pasó y Lila sintió una gran frescura en la garganta. Se tocó la frente, pero la cicatriz continuaba allí.
-Muchacha, no sé qué habrás hecho, pero esta cicatriz no sale.
-Qué, y ahora qué puedo hacer? –preguntó alarmada.
-Pues, yo que tú esperaría a ver si se desaparece por si sola, y si continúa, te aconsejo que vayas a hablar con el profesor Dumbledore.
-Lo haré, gracias de todos modos señora Pomfrey. Vámonos chicos.
Todos salieron preocupados por Lila.
-Qué diablos te hiciste? –le preguntó Ron.
-Pues no lo sé, yo sólo realicé el hechizo para fingir cicatrices del libro de Flitwick –explicó, perdiendo la paciencia de a poco.
-Pero es realmente extraño que no haya salido con el contra-hechizo –pensó en voz alta Harry.
–Estás segura que lo hiciste correctamente? –consultó Hermione.
-Ya les dije que sí, cuántas veces se los tengo que explicar –refunfuñó enojada de la falta de confianza que tenían sus amigos para con ella.
Volvieron a la sala común que continuaba repleta.
-Y ahora dónde vamos, qué podemos hacer? –repuso aburrido Ron.
-Qué les parece si vamos a la cocina a probar algo de la cena y así ya no vamos al gran comedor. Luego tendremos la sala común para nosotros mientras los otros están cenando –propuso alegre, Hermione.
Todos aprobaron el plan y bajaron hacia la cocina. Al entrar, vieron como un montón de elfos estaban atareados preparando la cena. Habían algunos que condimentaban varios pollos, otros preparaban ensaladas. Una pequeña elfa sacaba una bandeja de papas del horno. Enseguida, Dobby se acercó a los recién llegados.
-Dobby no esperaba la visita de los señores a esta hora. Dobby puede servirles en algo? –preguntó con preocupación.
-No sé si te ponemos en un apuro Dobby, pero quisiéramos que nos sirvas la cena en este momento –le explicó amablemente Lila.
-Eh –dudó el elfo –no sé si el director apruebe que coman la cena fuera de sus horas, pero Dobby hará lo que los amos pidan –sonrió nerviosamente y corrió hacia una mesa a preparar sus cenas.
Comieron a sus anchas, incluso más de lo que podían sus estómagos. Agradecieron a los elfos y se retiraron a la sala común, justamente cuando todos los alumnos se dirigían al gran salón.
-Ahora sí podremos tener todo este lugar para nosotros –repuso contento Ron, sentándose en un sillón.
-Qué podemos hacer? –consultó Hermione a sus amigos.
Todos pensaron por un momento.
-Qué les parece si jugamos algo? –les preguntó Lila.
-Bueno, está bien –asintió Ron –pero qué?.
Lila analizó por un momento todos los juegos muggles que conocía.
-Ah, ya sé! –gritó, sacando de su trance a sus tres amigos –podemos jugar a la botella!.
-A qué? -preguntaron los tres a la vez.
-Es un juego en el que necesitamos una botella y...
-Se supone no, pero dinos de qué se trata –interrumpió Weasley.
-Si me hubieras dejado terminar lo que estaba hablando, te hubiera dicho.
-Oh no, pensé que ya se habían abuenado estos dos –le dijo a Harry, Hermione.
Lila y Ron se miraron y recordaron que habían hecho las paces la noche anterior. Prefirieron no decir nada más al respecto. Ni Harry ni Hermione sabían el por qué de su tregua, y no debían saberlo.
-Bueno, continúo. El juego de la botella consiste en ponernos en círculo los cuatro y hacer girar la botella. Al que apunte la boca, deberá responder a las preguntas que le hagan los otros. Cuando le toque tres veces a uno, tendrá que cumplir una penitencia.
Los tres chicos se miraron entre ellos como preguntándose si accedían a jugar el juego muggle.
-Bueno. Podemos hacer la prueba- asintió Harry.
-Necesitamos una botella -pidió Lila.
-Podemos usar ésta –mostró Hermione una de pociones que estaba vacía.
-Sí, está bien –la tomó Lila.
Los cuatro se acomodaron. Harry en medio de Hermione y Lila, y Ron frente a Harry.
-Comencemos –y diciendo esto, Lila dio vuelta a la botella, que apuntó a Hermione.
-Preguntas Harry –le indicó Lila, con una sonrisa malévola.
-Eh..., te gustaba en verdad Víktor Krum?.
En ese momento Ron se puso más colorado que la aludida.
-Pues... no lo sé. Creo que sí, un poco –respondió sonrojada.
-Bueno, me toca –señaló Lila- Hermione, descríbenos a tu chico ideal tanto física como interiormente.
-A ver... me gustan un tanto altos, ojos azules, bromistas, tiernos, amables y que por sobre todo me trate muy bien.
Ron la miró de reojo, aún más sonrojado. Tal vez él podría caber en los gustos de Hermione.
-Pregúntale Ron –dijo Lila, rompiendo el incómodo silencio.
-Eh... Te simpatizamos Harry y yo cuando llegamos todos a Hogwarts por primera vez?.
-Cuando los conocí en el expreso el que me cayó bien fue Harry. La verdad es que tú me pareciste un poco tonto.
Ron sonrió avergonzado.
-Pero luego fui conociéndote más y me caes muy bien –lo arregló Mione.
-Ahora tienes que hacer girar tú la botella –le indicó Lila.
Hermione tomó la botella y la hizo girar. La boca indicó a Harry.
-Comienzo yo –alegó contenta, Lila –A ver, qué le puedo preguntar al chico que es más conocido que el hilo negro –todos rieron – Te animarías a decirle a Cho Chang que te gusta?
Era claro que Ron y Hermione ya sabían del secreto de Harry, por eso no se sorprendieron.
-No estoy seguro aún. Tal vez más tarde, en otra ocasión.
-Claro, esperarás al próximo milenio para ver si le pides que pueda bailar contigo otra vez –susurró Ron.
-Bueno, pregúntale tú Ron.
-Veamos... una pregunta capciosa, qué harías si el-que-no-debe-ser-nombrado nos tiene como rehenes a Hermione, a Lila, y a mí, a quién salvarías si sólo podrías salvar a uno?.
-Me la pusiste difícil Ron –pensó Harry– bueno, yo creo que si sólo pudiera salvar a uno, prefiero tratar de matar a Vold... perdón a quien tú sabes, para ver si los puedo salvar a todos.
Todos lo miraron con ternura.
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Mientras tanto, en las mazmorras, sala común de Slytherin, Camila se encontraba sentada en un cómodo sillón negro, rodeada por Malfoy, Crabbe, Goyle y Millicent.
-Me estoy aburriendo –repuso Camila –por qué no jugamos algo, ya sé, juguemos al semáforo.
-Mientras no sea un tonto juego muggle –contestó Draco hastiado.
-Tonto o no lo jugaremos porque la aburrida aquí soy yo y no les queda más remedio. Pero, Crabbe ve a llamar a Pansy y a alguna de sus tontas amigas.
Crabbe hizo lo que Camila le pidió y después de un rato volvió con Pansy y una de sus amigas llamada Ruth.
-Para qué me llamaron –preguntó Pansy molesta.
-No tenemos por qué darte explicaciones –contestó Draco– así que siéntate.
Pansy obedeció y se sentó junto a Draco, obviamente.
-Bien –señaló Camila– Gregory y Millicent, párense y pongan una espalda contra la otra.
Ambos obedecieron y así lo hicieron.
-Cuando diga rojo o verde deben voltear la cabeza hacia algún lado. Si coinciden en el lado, ya veremos según el color, si a Gregory le toca tortazo o... beso.
Ambos abrieron los ojos inmensamente, mientras los demás se doblaban de risa.
-Y por qué tenemos que hacerte caso? –preguntó desafiante Pansy.
-Porque sí y no preguntes más –la calló Draco.
Camila sonrió y les ordenó a Millicent y Gregory que se preparasen.
-Hmmmm ...- analizó Camila –el color que elijo es... verde!.
Los muchachos elegidos voltearon la cabeza en sentido contrario, librándose de la penitencia.
-Te toca Draco –dijo Camila burlona- a ti también Pansy.
Draco puso cara de asco y Pansy cara de ensueño.
-Lo que hago por la amistad –refunfuñó Draco.
Cuando estuvieron listos, Camila gritó "Rojo!", los muchachos coincidieron de lado e inmediatamente Draco se dio la media vuelta y le soltó tremenda cachetada a Pansy, que la hizo caer de espaldas.
Camila los miró sorprendida y se soltó a reír al ver la reacción de su amigo.
-Bien, Crabbe te toca a ti y a Ruth.
Pero antes que ninguno de los mencionados pudieran ponerse de pie, apareció Zabinni, riendo porque había estado viendo el juego.
-Muy ocurrente Camila -se burló- Cuándo será tu turno?
-Cuando yo quiera
-Por qué no ahora?- la retó.
-Quieres jugar conmigo? –preguntó burlona.
-Por qué no?
Camila se puso de pie y esperó a que Zabinni se pusiera de espaldas a ella.
En la sala común de Gryffindor el juego continuaba entre los cuatro amigos.
Las preguntas continuaban y Ron estaba en su segunda ronda de preguntas.
-Ron –preguntaba Hermione –te hago la misma pregunta que le hiciste a Harry de la salvada ante el señor Tenebroso, a quién salvarías, y no me contestes igual que Harry.
-Hmmmm... pues yo creo que a Harry –respondió casi susurrando.
-Pues qué caballeroso –dijo irónica Lila.
-Es que si él queda libre las puede salvar a ustedes dos, comprendes?.
-Como quieras –le dijo Hermione, sin darle importancia a su aclaración y con marcado resentimiento.
Ron hizo girar la botella y por primera vez le tocó a Lila.
-Ja! Te pregunto! –saltó el pelirrojo.
-Dale pues!- le dijo Lila.
-Te gusta ése muchacho de Ravenclaw al que saludaste el otro día?
-Uy sí, si desde Bolivia que me gustaba, pues ahora con mayor razón.
-Ahora te pregunto –señaló Hermione– estás celosa de Draco?.
Se notó que había tocado un punto sensible de Lila, ésta puso una cara de seriedad como nunca antes la habían visto.
-Les diré la verdad –empezó– cuando veía las películas y leía los libros, Draco no me caía tan mal como cuando lo conocí en persona. Desde el primer momento en que tuve que hablar con él se me hizo pesado. Y además mi mejor amiga se está llevando de maravillas con él, saca tú las conclusiones Hermione.
-Pues qué honestidad! –se sorprendió Ron.
-Si tú tuvieras que elegir ahora a qué casa irte, ¿te quedarías en Gryffindor o te irías a Slytherin con Camila? –le preguntó Harry
-Eso sí que está difícil –pensó un momento– pues yo creo que me quedaría en Gryffindor, porque aunque Camila estuviera allí, sé que los demás Slytherin me tratarían mal. Además, todavía mantengo una casi buena relación con ella sin estar inmiscuida con las serpientes.
Pasó un buen tiempo hasta que Camila y Zabinni por fin se decidieron a jugar. Se colocaron espalda con espalda y Pansy fue la encargada de decir el color.
-Elijo el ...verde! –dijo muy emocionada.
Ambos voltearon y tenían la cabeza mirando al mismo lugar.
-Ah! –gritó aún más emocionada Pansy– Se tienen que besar! –indicó.
Camila lo miró con odio, a lo que Blaise respondió de igual forma. Se estaban acercando poco a poco el uno al otro. Estaban a punto de cumplir su penitencia, pero de repente Draco los interrumpió poniendo su mano en medio de los labios de los penitentes.
-Alto! –gritó furioso– ya cumplieron su penitencia, se vio que son capaces de todo. Ahora por favor podemos jugar otra cosa Camila? –le reclamó enfadado.
Todos miraron extrañados a Draco. Acaso eso había sido un arranque de celos?.
-Pues propón tú el juego –le dijo ésta, volviéndose a sentar en el sillón.
Hubo un momento de silencio muy tenso en el ambiente. Todos estaban expectantes a la respuesta de Draco.
-Ya sé, yo les voy a dar penitencias –dijo maliciosamente Camila.
-Yo estoy de acuerdo -repuso Draco, mirando fijamente a los demás como esperando a que ninguno se niegue.
-Yo mejor me voy – dijo Pansy seguida de Ruth.
-Sus juegos son muy estúpidos –repuso Zabinni saliendo detrás de ellas.
-Bueno, los que se queden tendrán que ser lo suficientemente valientes como para desobedecer a Dumbledore e ir conmigo hacia el bosque prohibido.
-Acepto –dijo sin más Draco
-Pues vamos –señaló Camila, y pensaron en una manera de salir sin ser vistos.
Después que ambos salieron, Goyle y Millicent se miraron entre sí con una sombra de culpa en los ojos y salieron tras sus amigos, seguidos por Crabbe.
-Ron, tienes que cumplir tu penitencia o sino no volvemos a jugar contigo otra vez! –gritaba furiosa Lila persiguiéndolo.
Cuando por fin lo alcanzó, lo obligó a asentir con la cabeza entre sus manos.
-Está bien, está bien, pero déjame en paz.
-Bueno, la penitencia que tienes que cumplir es... –miró pícaramente a Ron y Hermione – ir hasta el borde del bosque prohibido y gritar a todo pulmón: estoy enamorado de Hermione Granger! –y antes de que Ron pueda decirle algo, continuó– no me importa si es cierto o no, pero es la penitencia que quiero que cumplas.
Ron la miró con todo el odio que podía existir en él, mientras Harry se reía para sus adentros. Hermione en cambio les hizo recordar los momentos de primer año porque empezó a hablar como era antes.
-No creo que sea la mejor idea, además bien saben que el profesor Dumbledore lo tiene prohibido. Yo no sé que pueda pasar si lo descubren, tal vez lo expulsen y...
-Ya Hermione! –le dijo Harry– es sólo una penitencia. Antes estuvimos en peores, y siempre salimos airosos de todas.
-Bueno, si quieren que Ron no corra peligro puede cumplir la penitencia con la capa de Harry puesta.
-Sí, eso es mejor –aseguró Ron un poco más aliviado.
-Nosotros te estaremos viendo desde aquí –lo despidió Lila con la mano, sonriendo divertida.
Ron tomó la capa que le pasaba Harry y se la puso.
