¡Hola a todos! No es la primera vez que escribo alguno que otro relato, pero sí es la primera vez en que me animo a publicar algo. Este es mi primer fic, por lo tanto pido no me juzguen tanto xD No pensé que el primer fic que publicaría sería de Shingeki no Kyojin (mi afición fue Naruto) pero últimamente la serie me tiene algo obsesionada, diría yo. Actualmente es mi máxima inspiración.
Por lo general prefiero el yaoi antes que el yuri, y el hétero antes que el yaoi, pero me resulta imposible resistirme al YumiKuri, ambas tienen algo que a muchos nos atrapa xD al parecer.
Sí es que tienen alguna duda, con gusto les responderé.
Disclaimer: Shingeki no kyojin le pertenece a Hajime Isayama.
Capítulo I
¿Alerta o inseguridad? Quizá menos de lo último
15 de mayo, 2012
Ymir Fritz solía reírse de las películas románticas cuando estaba con sus amigos. Y muchas veces se quedaba dormida. Recordaba como hasta el verano de hace dos años apostaba con Connie al ver alguna parejita. Apostaban cuánto tiempo durarían, y generalmente quien ganaba era ella. Para Ymir no eran más que tonterías cursis, que daban pena ajena. Y una pérdida de tiempo, para que todos al final terminaran llorando, desquitándose. Empezando competencias sobre quién festejaba más, quién era más feliz y quién conquistaba más, luego de la ruptura.
Esta conducta tan burlona y arrogante no sorprendía a quien la conociera. Y es que Ymir era una chica ruda, algo insensible y sarcástica. Podría parecer quizá hasta una reverenda hija de puta, pero la verdad es que no era así...
Bueno, al menos no tanto.
Ahora pensaba que todo lo que le pasaba en la vida era obra del bendito karma por burlarse de los tortolitos esos que le daban diabetes. Pero bueno, ella no era la única, esos desgraciados que llamaba amigos no se quedaban atrás con sus bromas.
Por eso justamente se preguntaba...
¿¡Porqué carajos ella y sólo ella!?
Empezaba a preguntarse todo eso desde hace unas semanas. Estaba esperando el bus para ir a la escuela; era su último año, y sus últimos días de clases. La música rap de sus auriculares le impedían escuchar cualquier cosa a diez metros a la redonda, y ese era su objetivo, precisamente.
Pensaba que no fue buena idea tener esa camiseta de tirantes bajo la camisa de su uniforme, eran las 8 de la mañana pero empezaba a sentir el sudor en su ropa. En su ciudad no era raro el súbito aumento de temperatura apenas llegara mayo, pasaba de los 15 grados de fines de abril, a los 31 de mediados de mes. Era un clima completamente loco. Así como hacia tanto calor como si la Nación del Fuego los hubiera invadido buscando al Avatar, el clima invernal dejaba a todos tan helados como si su amiga Annie hubiese mostrado su corazón al mundo. Había hecho una vez esa misma comparación entre sus amigos, ganándose las carcajadas de todos y un golpe de la mencionada.
Luego de esperar siglos al bus, abordó y agradeció que hayan asientos disponibles. Aunque por otro lado mejor no se hubiera sentado; aún no se curaba del todo de la gripe que había pescado cuando le quitó sus papas fritas a Sasha y ésta la persiguió bajo la lluvia por media hora. Todavía tenía una leve fiebre, nada grave, pero le daba somnolencia y el caluroso clima no le ayudaba, quería evitar dormirse y despertar en Arabia Saudita. Ymir frunció el ceño, ni siquiera era verano y ya se asfixiaba, no quería ver cuando éste realmente llegue.
No le desagradaba el sol, pero esto era pasarse de verga. Tampoco era bonito un resfriado cuando hacia calor.
La escuela no quedaba tan lejos, pero no lo suficiente para ir caminando, Ymir no se caracterizaba por precisamente tener buen estado físico, aunque su cuerpo diga otra cosa a los ojos de las personas. No era fuerte en lo absoluto, joder ¡Hasta esa enana era más fuerte que ella! Y no, no se refería a puños-de-Hulk-Annie...
Tardó unos quince minutos para su suerte. Al llegar a su curso observó a los idiotas de siempre, Sasha comiendo un sándwich mientras veía memes con Connie en el celular; no tenía que ser Armin para darse cuenta de que eran los mismos memes sobre lo que "acontecería" ese año: el bendito 2012. El mencionado rubio trataba de calmar a Eren y Jean que discutían como siempre. Mikasa estaba cerca, mirándolos inexpresivamente y apoyando a Eren de vez en cuando. Al parecer Reiner no había llegado aún ni Marco tampoco. Bertholdt hacia como que veía algo muy interesante en su celular siendo que en realidad miraba a Annie. Y Annie... bueno era Annie. Estaba más ocupada ignorando al resto de los humanos leyendo el libro de Carrie con una cara tan inexpresiva que le hacia preguntarse si leía un libro de terror o uno de historia o romance. Sip, la narizona con cara de rusa estreñida leía romance.
Era un placer culposo suyo, que Ymir había descubierto por casualidad y Annie le había dicho/amenazado que no le diga a nadie sobre eso, si le gustaba que sus extremidades sigan unidas al cuerpo. Ymir no entendía el porqué de su gusto por la literatura romántica, le aburría el romance tanto como a ella.
«Es por el desarrollo de la historia» le respondió con simpleza.
Hacia años ya de ese descubrimiento, cuando ambas no eran más que pubertas de séptimo grado, así que el hecho de que su fría mejor amiga estaba enamorada estaba más que descartado, de cualquier forma, Ymir la conocía demasiado bien y sabría si alguien le gustaba. Ya le había pasado una vez, y recordaba que a veces, a veceeeeeces, sonría levemente. Y parecía distraída. Y ya no la golpeaba con tanta frecuencia. Eso fue a finales del octavo grado.
—¿Qué hay, narizona?— la saludó con tranquilidad mientras dejaba su mochila negra en el asiento junto a su amiga y guardaba los auriculares.
—Nada, justo como en tu delantera, pecas— dijo con su expresión seria de siempre, sin apartar sus ojos claros de su lectura.
Ymir sintió una flecha enterrándose en su femenino orgullo.
Se encogió de hombros, con expresión tranquila, aunque una vena se marcaba en su sien y lloraba internamente. A éstas alturas de su amistad con alguien tan mamona a pesar de su seriedad, ya no debería ni molestarse, pero tratándose de ciertos atributos femeninos de los cuales casi carecía, era imposible.
—Yo que tú me preocupaba— dijo Annie — tus hijos pasarán hambre.
Segunda flecha en su pisoteado orgullo.
Trató de hacer caso omiso y contestar con algo peor. Quería irse al baño a llorar, pero por el bien su dignidad maltrecha luego de tantos años de amistad con esa rubia, decidió quedarse ahí, y como siempre, no demostrar que a la dura Ymir Fritz le afectaban comentarios que a toda mujer común y corriente con parecido a una tabla sí. Era cierto que no tenía tanta feminidad que digamos, pero tampoco carecía de ella.
Sin embargo, eso era un secreto que debería permanecer tan oculto como que Annie era una romántica de closeth, y que el gobierno estadounidense ocultaba la existencia de los aliens.
—¿Sabes? Leí un artículo en internet que decía que la producción de leche materna es mayor en las mujeres con poco pecho...
—Da igual, no lograrás salvar la vida más importante en este momento
—¿Cuál?— preguntó extrañada.
—La de tu sostén,— Annie cerró el libro y la miró — su suicidio será por llevar una vida tan vacía...
Actualmente, se preguntaba porqué carajos trataba de mantener la dignidad, cuando ésta posiblemente esté enterrada bajo casi diez años de amistad y 150 kilos de basura del vertedero de la ciudad Rose.
Aunque por lo menos, nadie sabía de la vez en que un gay lo confundió con un chico y lo invitó a salir...
Sus senos no cumplirían su función biológica, sea plana o sea voluptuosa, igualmente. No planeaba tener niños, al principio fue por culpa de su familia, y ahora por qué sabía que sería... casi imposible, desde que...
—¡Buenos días, Ymir!— la saludó animadamente una chica. Era incluso más baja que Annie, también era rubia y de ojos azules, pero completamente distinta a su mejor amiga— ¿Qué tal estás?
Desde que ella apareció en su vida.
—Ah, hola, enana— le respondió Ymir casi sin cambiar su expresión, aunque con una pequeña sonrisa. Disimulaba muy bien, a pesar de que su corazón decidía correr por todo el interior del torso cada que ella aparecía— Estoy entera, como ves aquí
Annie fingió volver a leer su libro. No sin antes observar insinuante a Ymir, asegurándose de que ella también la viera. La situación de su amiga le parecía tan divertida...
A Ymir no le daba gracia.
Ni lo que le parecía divertido a Annie, ni los sentimientos que tenía ella misma.
—¿Qué pasó de tu resfriado?— inquirió la rubia bajita —Hoy no hay exámenes, debiste quedarte en casa. Tu nariz está roja
«Carajo» maldijo internamente. Su nariz se enrojecía cada vez que se resfría, y eso siempre la delataba.
—¡Ay Krista! ¡Estoy perfectamen...!
Estornudo salvaje aparece.
Krista la vio con el ceño fruncido, preocupada.
—No vengas cuando te encuentras así... Quédate en tu casa, te hace mal
—Krista, no soy tan débil. Puedo quedarme aquí perfectamente. Y tenía que venir, tal vez den nuevos temas de exámenes. Qui... Quizá— trataba de excusarse de alguna forma— Quizá no sería bueno perdérmelos. No, no si no quiero ser un fósil de la preparatoria— sonrió como siempre.
Krista la miró dudosa. Ymir no era tan amiga de los estudios muchas veces, pero sabía que hacía un esfuerzo. No es que no fuera inteligente, sino que los estudios no estaban entre las cosas de su interés.
Annie bien debería aguantarse la risa si fuera otra persona. Y eso Ymir sabía. En otros tiempos, hubiese faltado sin más y le hubiese pedido a su hermano un justificativo médico. Incluso solía faltar durante la secundaria utilizando un justificativo sin fecha, cada vez que se le daba su gana.
—Debes tener fiebre...— Krista levantó el brazo para medir la temperatura en la mejilla de Ymir, pues no podía llegar a nada más alto que eso.
—¡Es-estoy bien!— apartó la mano de Krista ligeramente, sacando su celular(que estaba en vibrador) de su bolsillo y fingiendo que le llegó un mensaje, para que no vea que se apenó.— Estoy bien, enana, en serio
Ymir no quería verle la cara a la desgraciada de Annie, sus miradas decían mucho.
¿¡Justo tenía que pasar frente a ella!?
Ah, el karma de cupido, el karma...
Puto karma.
¡Estaba muy bien como estaba antes, gracias! ¡Ya aprendió la lección!
—¿Tu hermano te vio?— le cuestionó.
—Es sólo un simple resfriado por correr bajo la lluvia, nada serio. No quiero molestar a Eskol por algo como eso,— dijo, esta vez con sinceridad —últimamente anda bastante ocupado. La medicina no es sencilla.
—Entiendo, entiendo— dijo suspirando. Se había dado por vencida. Ymir realmente se preocupaba por su hermano mayor. ¿Para qué ir a un hospital, si un miembro de la familia es médico? cualquiera iría directamente con su familiar. Pero según Ymir, Eskol tenía sus numerosas preocupaciones de un doctor de su nivel. Lo menos que quería era darle más. No era más que un simple resfriado que se iría por sí sólo en unos días.
Bueno, quizá Krista Lenz se estaba preocupando demasiado por ella.
Demasiado realmente... o eso pensaba Ymir. La dejaba descolocada. Bueno, no por nada la rubia era la «diosa» del tercer año; se preocupaba por todos por igual, era amable y bondadosa.
Era precisamente eso.
Trataba a todos por igual, lo que acrecentaba sus dudas.
Ella y Sasha eran sus mejores amigas, sin embargo, a quien primero conoció fue Ymir. La primera persona con la que se abrió fue Ymir. Y fue la influencia Ymir por la que empezó a convivir de forma más estrecha con sus compañeros, más allá de la grandiosa admiración que daba la simple y solitaria amabilidad de la estudiante modelo de último año. Mikasa era mejor estudiante, pero era fría, convivía con los demás gracias a Eren y Armin, en especial por el primero. Krista, por el contrario era cálida, pero no pasaba más allá de conversar animadamente y ofrecer su ayuda cuando alguien no entendía la lección.
Sus compañeros al parecer estaban tan cegados por su benevolente impresión, y no se habían dado cuenta que no era más que una chica que necesitaba calor humano.
Fue así todos los años de su vida, simplemente la acompañaba la soledad.
Ymir la sacó de ahí, volviéndose la primera amiga verdadera que tuvo, no las amistades frívolas que se acercaron a ella por interés. Luego empezó a conocer a más personas; los amigos y conocidos de Ymir también se volvieron sus amigos.
Con Sasha fue un poco distinto. A la chica de hambre descomunal le intimidaba mucho Ymir, gracias a la hermosa mirada asesina que se cargaba. Y fue precisamente Ymir quien propagó el apodo «chica papa» luego de un incidente con una papa en la cafetería de la escuela. Sasha era buena amiga de Connie, pero él también lo era de la chica de pecas. Podría decir que era incluso uno de sus mejores amigos, junto con Bertholdt, Annie (quien también la intimidaba demasiado) y el primo de ésta, Marco, a quien sólo se parecía por las pecas. Tenía que aguantarse la tensión cuando Connie deseaba hablar con ella, y con Sasha al mismo tiempo. La glotona no notaba que lo que realmente quería Connie era integrarla más al grupo y que dejara esos temores.
Se volvió amiga de Krista sólo porque ella se ofreció a ayudarla con su castigo de limpiar tres aulas del tercer piso luego de clases, pese a los regaños de Ymir y las miradas mortales que le mandaba a Sasha, que deseaba encogerse en su sitio. Prácticamente se lo agradeció de rodillas.
Fue ella quien la empezó a llamar «diosa», cosa que no pareció gustarle a Ymir(en parte porque fue ella quien lo pensó primero, pero antes muerta que decirlo, posiblemente fue otro karma por lo de la papa). Sasha no se sentía tímida cerca de ella, simplemente por ser Krista. No tenían mucho que hacer para entretenerse más que conversar; descubrieron que tenían más aficiones en común de las pensaron.
Lastimosamente, ese mismo día las saltaron al salir.
El ladrón, con un rostro demacrado propio de las drogas y no mayor que ellas, las amenazó con una navaja a que entregaran todo. Sasha podría defenderse muy bien si no estuviera temblando como gelatina, los conocimientos adquiridos por la tradición cazadora de su familia hubiesen ayudado contra un chico que en realidad parecía ido del mundo, si no estuviese tan asustada. Pero Krista, Krista era demasiado pequeña para hacerle frente, estaba paralizada, tanto que ni siquiera temblaba. Sasha Blous era más fuerte, era ella quien tenía que hacer algo.
Antes de que se le ocurriera alguna idea quizá absurda, escuchó un golpe seco y el chico cayó a sus pies. Atrás estaba Ymir sosteniendo un pedazo de madera proveniente de la construcción de al lado. Tenía una mirada tan atroz que incluso el temerario Eren Jaegar dudaría para acercarse.
«Titán» pensó Sasha. No sabía si asustarse más del ladrón o de Ymir.
Sí, Ymir definitivamente asustaba más.
La «chica papa» jamás imaginó ni en sus sueños más fumados que Ymir patearía al sujeto y abrazaría a Krista como si se le fuera a escapar. La chica bajita ahora sí había empezado a temblar y correspondió al abrazo con tanta fuerza como Ymir. Posiblemente estaba sollozando.
Casi sufrió semejante paro cardíaco cuando Ymir la miró, temió encontrarse de vuelta con la acostumbrada mirada de ganstér, pero no. Ymir le dio un par de palmadas en la cabeza.
—Estarás bien. Tranquilizate. Tú también, Krista
Después llamó a la policía. Los nervios habían provocado que su hambre volviera, como cada vez que estaba estresada, y su estómago rugió frente a Ymir y Krista, que se había tranquilizado más, pero no soltaba a Ymir, ni ella a la chica bajita. Sasha decidió hacerle competencia a los tomates debido al sonrojo, mientras que Krista sonrió. Ymir soltó una pequeña risa.
—Vengan, hay una hamburguesería cerca— fue todo lo que dijo.
Ymir les pagó las hamburguesas, aclarando que le debían un favor(por lo menos Sasha), sólo se sentaron a comer, Ymir decía cualquier cosa para hacer reír a Krista.
Fue una ayuda de Dios que Ymir haya decidido esperar a Krista afuera del colegio. Se daba cuenta que lo de las hamburguesas fue excusa para tranquilizarlas, y que por eso se la pasaba bromeando y molestando a Krista para que ella olvidara el asunto. Era amable, y atenta. Y graciosa también.
No era una mala persona en lo absoluto.
Jamás esperó un favor de Sasha. Y Sasha sospechaba que al final se hubiese negado a recibirlo, alegando su natural independencia.
Ahora entendía por que la «diosa» estaba siempre con el «titán».
—Hola a todos— una voz masculina interrumpió los pensamientos de Ymir, saludando —hace mucho calor afuera, así que les recomendaría cuidarse, ya hay varios en la enfermería por insolación.
Era Reiner Braun, era más o menos como Krista; se preocupaba por el grupo. Claro que no había puntos de comparación entre ambos más allá de eso y de su color de cabello. Reiner era algo así como el hermano mayor del grupo. El que infundía ánimos a la clase cada vez que había algún acto festivo o una competencia entre colegios. Y también era el que cuidaba a los borrachos en las fiestas, cumplía por lo general el rol de conductor "resignado" en éstas.
Reiner le tendió una mano a su mejor amigo, Bertholdt, saludó con una mano y una sonrisa a Ymir y Krista... en especial a Krista.
Se acercó y empezó a conversar con ellas, pasaron desde los deberes, hasta asuntos triviales como lo que harían el fin de semana. La conversación pasó de ser de tres personas a sólo dos, Reiner y Krista. El corpulento joven rubio no le quitaba la vista de encima. Krista lo miraba fijamente sonriendo de vez en cuando, de una forma menos penetrante, pero se notaba que disfrutaba la conversación.
Ymir estaba incómoda, y con un malestar en su estómago. Pasaba cada vez que ellos dos hablaban juntos. Siempre se llevaron bien, pero últimamente, andaban más cercanos. No sabía que hacia allí. Eso de repente se preguntó, porque ya empezaba a ser un adorno al lado de los dos.
Ymir nunca perdió de vista a Reiner desde que empezó con charlas de más de dos minutos con Krista. No le traía buena espina. Sentía como la inseguridad y el enfado le dejaban hormigueos ligeros en los brazos.
Para su salvación, Sasha la miró, mostrándole el teléfono efusivamente desde su lugar, tenía ligeras lágrimas en los ojos, el rostro enrojecido por el esfuerzo de aguantar la risa.
—¡Ymir! ¡Mira este meme! ¡Se la mamó!
Fue hasta ella, más para verlo que para seguir junto al par de rubios. Después de todo, Ymir tenía una particular debilidad por los memes. Ella misma había creado varios que ahora andaban en las imágenes de Google.
Sasha no lo hizo porque pensaba que aquella imagen sarcástica era muy buena. A pesar de su excentricidad, tenía una increíble percepción, no sólo de estímulos naturales, sino de emociones. Ymir necesitaba su ayuda.
E Ymir no sabía que Sasha estaba al tanto de ella, Krista y Reiner, revoloteando por ahí. Sasha Blouse lo descubrió todo.
Pronto entró el profesor de historia, Reiner se alejó de Krista para sentarse al lado de Bertholdt, Ymir con la rubia.
Estaba viendo a Reiner y Krista platicar amenamente en el recreo. El rubio le compró a Krista una hamburguesa, a ella le encantaban. Y eso sólo Ymir sabía. Y no le parecía coincidencia. Se apartó de ellos excusándose de olvidar algo en la clase. La verdad es que estaba sentada mordisqueando su propia hamburguesa sin ganas, en los asientos a un costado del aula. Su lugar preferido, porque podía ver a todos y nadie a ella, cada vez que necesitaba un tiempo a solas consigo misma o no soportaba a nadie cerca, iba allí.
Quería apartar a esos dos.
Pero no podía hacer nada.
—"Pfff, ¿Reiner y Krista novios?"
—"Qué va, si es la última chica que se interesaría por algo más que sus estudios"
—"No me imagino a esos dos como algo más, saben"
—"Es una pena, es tan linda..."
—"Algo me dice que se llevaría mejor con alguien opuesto ella, alguien parecido a Ymir"
Ymir escupió toda el agua que estaba bebiendo cuando escuchó esas conversaciones. ¿No lo veían? ¿acaso no lo veían? ¿o sólo era visible para ella por haber convivido tanto con Krista? Por el carácter tan agradable suyo no sabía que pensar, pero Reiner era más obvio, al menos para ella. Lo escuchó también de su buen amigo Bertholdt. Reiner quería avanzar más allá de la línea amistosa con Krista.
Conocía desde hace años a Reiner, pero sólo era eso, un conocido suyo. Ya que Reiner era muy buen amigo de Betholdt Hoover, que a su vez era uno de los mejores amigos de Ymir, pero Reiner no era nada de ella. No le desagradaba, al contrario. Se hubieran llevado bien.
Ahora quería que ese puto se largara y nunca más volviera a aparecer en su vida, como todos los depravados que alguna vez se acercaron a la pequeña rubia, bueno, ella los consideraba depravados que querían abusar de la inocencia de la rubita. Claro que ésta vez era distinto.
Notó que Reiner no le resultaba indiferente, como no pasó con los otros bastardos hijos de su mamá.
Hubiese dicho que no era nada personal, pero mentiría vilmente. Porque, oh sí...
Acercase a Krista Lenz sí que era personal.
Pero por supuesto, no podía decir nada porque no eran nada. Y encima como buena mejor amiga que jamás se consideró(porque simplemente la palabra «amiga» le sabía peor que le digan «plana»), tenía que alegrarse por eso como se alegraría Sasha si la diosa por fin tuviese novio. No era así, si Ymir realmente supiera que Sasha sabía de sus sentimientos...
Tenía que calmarse, y dejar de pensar en esa posibilidad de que Krista y Reiner sean... o jamás le asentaría su hamburguesa. La persona a la que Krista más confianza tenía era Ymir, si hubiera algo entre ambos rubios, le hubiese contado inmediatamente, como siempre hacía.
Sin contar su familia y la entrega que Krista hacia a los estudios. Su rubita no podía casi ni podía ir a la tienda sola, siempre tenía que ser con "permisos". Y si su familia se enteraba de Reiner...
Y ahí era cuando agradecía su posición de mejor amiga. Su familia le tenía mucho aprecio.
Estaban dejando entrar al enemigo...
Los exámenes también estaban acechando para ver si llevaban a alguien a complementario. La pequeña jamás se permitiría una calificación menor a 9.
—¡Ymir! ¿Qué haces aquí?— le preguntó Krista alegremente. Apareció de repente, ella ya sabía del lugar donde Ymir se escondía del mundo —¡Ven, el recreo se va a acabar!
Ymir dio un respingo. Esa enana y su capacidad para pasar desapercibida y sobresaltarla de la nada. Estaba pensando en cosas serias con respecto a Lenz, y ésta va y aparece por invocación, prácticamente.
—¿Sucede algo?— le preguntó a Ymir,
—N... No, nada. Vamos— se levantó rápidamente. No quería que viera su cara. Jamás podría, por algún motivo, tapar sus emociones. Siempre Krista tenía que darse cuenta. Sólo ella.
Krista rodeó su brazo libre. Por cosas como esa, ella le complicaba el pulso cardíaco. Y no podía hacer nada para evitarlo.
Por otro lado, ya sabía de dónde venía tanto ánimo de parte de Krista.
—No te quedes aquí, Ymir— le dijo sonriendo —tú eres quien dijo que se deben aprovechar lo último que nos queda de éstos días— rodeó su brazo derecho con más fuerza, casi la llevó a rastras. Esa actitud... esa condenada actitud tan cariñosa de su parte le daban ganas de tirarse de un puente, se ahogaría por el zoológico que tenía en lugar de mariposas, allí en el estómago y que no podía vomitar.
Ni por muy cursi que le resultaba.
Si hubiese visto eso en alguna película, ya lo hubiese hecho. Ah, sin contar los litros de insulina que se inyectaría.
Carajo.
Odiaba las clases. Bueno, siempre lo hizo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, era cada vez peor.
Estaría infinitamente feliz si aquellas clases aburridas en medio de un creciente verano hace tres años regresaran a ella. Sí, la época en que dejaba transcurrir su vida sin algún interés. Bah, al menos estaba tranquila en ese tiempo.
Sentía la mirada de Reiner sobre Krista. Bertholdt constantemente le dirigía una mirada de disculpa llena de incomodidad. Bertholdt no ayudaba, pero nada tenía que ver con Krista y Reiner, su sola presencia en este momento le bastaba para hacerla sentirse peor.
Los temblores en sus brazos iban y venían. Quería huir de ese lugar, tenía que esconder ese deseo expresado en su rostro, intentarlo al menos. No quería que Krista lo notara. Había sólo una cosa que la distraía de sus angustiosos y quizá paranoicos pensamientos, y a Krista de las miradas de Reiner Braun; eran las matemáticas.
La última cosa a la que pensó que iba a agradecer sería a esa materia del demonio.
Si pasaba o no pasaba los exámenes, ahora era la menor de sus preocupaciones.
Nah, nunca le importó demasiado en realidad, si siempre se salvaba por obra y gracia divina.
Estar en clase durante todo el día, desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde ya de por sí era un suplicio. Ese día tendrían que salir a las cinco. Ahora que lo pensaba, era mejor que jamás hubiese salido de su casa, ya luego hubiese conseguido algún justificativo extraviado debajo de las camas o en el armario en algún bolsillo de los jeans. Dejó caer la cabeza sobre la mesa, exhalando con cansancio y fastidio.
—Odio mi vida...
—Ymir no seas así— le dijo Krista con simpatía —faltan veinte minutos. Si quieres, vamos por un helado a la salida...
—¿¡En serio!?— Ymir levantó la cabeza animada.
—Sí, si terminas tus ejercicios
Ymir volvió a dejar caer la cabeza.
Krista sabía que algún dulce era perfecto para que lograra hacer cualquier cosa. Lo que no sabía es que bastaba un pedido suyo para que Ymir para que eso sucediera. Krista sonrió.
—Vamos— era como una niña a veces —te ayudaré con los ejercicios si no entiendes
No era tan complicado, aunque Ymir necesitara ayuda con algunos. Aún así podía aprender más rápido que cualquiera en clase, quizá estaba cerca de un nivel similar al de la propia Mikasa. Realmente quería que su amiga llegue a ser mejor en matemáticas, por lo menos hasta terminar el colegio. Las matemáticas merecían más atención de su parte, ya que aparecán en todos lados. Y un día Krista ya no podría ayudarla o pasarle la tarea.
Supuestamente ya eran lo suficientemente mayorcitos en el curso como para salir como estampida cuando sonaba el timbre, pero el calor y los últimos días hacía inevitable el querer huir de ese lugar ante la tentación de estar tirados en sus camas con aire acondicionado ignorando las tareas y dejarlas para el último momento; o la tentación de una piscina.
Ymir estaba por delante, contando el dinero para el helado. Vi a Reiner despedirse animadamente de Krista. Y como siempre esa maldita química.
Lenz llegó hasta la chica de pecas, le sonrío y la tomó del brazo. Ymir suspiró hacia otro lado con incomodidad.
Krista siempre había tenido una mirada que la hacia sentirse traspasada por rayos x. Mo era tanto por sus sentimientos, sino porque Krista, de hecho, la miraba de esa forma. Amaba esos momentos en que cualquier comida pasaba a otro plano y se perdían en conversaciones y bromas. Krista jamás le quitaba la vista de encima, no demostraba tanta fijeza con Reiner. Ni tanta naturalidad.
Algo tenía el titán, que hacia a la diosa soltarse, comportarse como una simple y sencilla adolescente que necesitaba diversión para equilibrarse con las presiones y responsabilidades. Ymir siempre que se exigía demasiado para ser tan joven.
No volverían a tener esa despreocupación en mucho tiempo más, dudaba de que luego la volvieran a tener. Ymir podría tratarse quizá de la amiga mala influencia, eso pensaba Krista al verla hablar con Sasha.
El cielo estaba ya con destellos dorados y anaranjados, pronto oscurecería y deberían marcharse a sus hogares. Pagaron los helados y de retiraron del establecimiento directo a la parada de bus. Justo venía el que correspondía a Krista.
Se despidió con una sonrisa que Ymir recordaría siempre. Como una especie de alumbrado en medio del oscuro pero lindo parque cerca de su casa. Así, quizá, era Krista en su vida.
Sonrió ligeramente. Krista jamás estaría tan al pendiente de Reiner.
—Oye, lindo— un chico de aspecto... peculiar, interrumpió sus pensamientos, tenía una voz bastante fina— te ves bastante interesante, ¿sabes? nunca me fijé en sujetos como tú, pero esa ropa escolar femenina te queda tan bien, casi como si fueras realmente una colegiala... ¿qué me dices si tú y yo...?
La frente de Ymir se ensombreció y una vena palpitaba en su sien.
—Soy mujer
Bien, bien xD hasta aquí llegué. Ah, creo que como ficker novata mi inspiración aún debe ser medianamente alta, quizá(? Ok xD
Si piensan que es una historia YumiKuri como cualquier otra déjenme decirles que no. La historia tiene más drama del que realmente aparenta, sólo que éste no aparecerá tan pronto. Lo de Reiner sólo será el detonante, pues habrá más de la relación de Ymir y Krista en el futuro ¿cómo será? Saquen sus conclusiones, ahí se las dejo de tarea (?
Sin más que decir ¡nos vemos!
