Disclaimer: Shingeki no Kyojin le pertenece a Hajime Isayama y la canción Vivi a Kenshi Yonezu(al que amo y amo más después de que hiciera el op de la segunda temporada de Boku no hero)

Capítulo II

La incertidumbre

18 de mayo, 2012

Ymir tenía una perfecta mueca de exasperación en el rostro.

¡Cómo siempre no entiendes nada de lo que digo! ¡Madura de una vez, Ymir, tienes diecisiete años! ¡Serás una adulta en poco tiempo, y encima de que no entiendes lo que digo, te lo tengo que repetir mil veces!

Apenas entró a su habitación y arrojó su mochila por cualquier lado. Ya se había asegurado que no tuviera dentro objetos frágiles, porque ya había ocurrido la vez en que su celular casi se hizo mierda por tirar sus cosas en sus arranques de ira. Era un simple Nokia, nada más, pero parte de la carcasa se había roto. Total, era un teléfono que ya tenía sus añitos, era un milagro que siguiera andando.

Hasta ahora recordaba como su madre vociferó horas y horas cuando aquello ocurrió.

—Entiendo, mamá. Ya no volverá a pasar...

¡Dices que entiendes, pero no es así! ¿¡Cómo es posible!? ¿¡Eres o te haces!? ¡Me vas a matar de los nervios, Ymir Fritz!

Resopló irritada. Seguía escuchando a su madre tras la puerta de su cuarto. Solía encerrarse seguido desde que llegó a la adolescencia.

¿Su pecado? Dejar caer las llaves esa mañana, cuando el perro del vecino la persiguió. Solía ver con frecuencia memes de cómo actuaban las madres y cómo muchas veces se quejaban en voz alta, y no le daban la menor gracia. No, cuando había crecido con una madre autoritaria, que no le daba una oportunidad de explicarse. Ni de desahogarse cuando lo necesitaba. Que la amenazaba al dos por tres.

Ymir era más sensible de lo que aparentaba, a algunos niños (como la mayoría de sus amigos) todos esos gritos le entraban por un lado y le salían por el otro, y otros, como ella, no los hacia más que sentirse inútiles.

Tampoco había algo que satisficiera a su madre.

No cuando se vivía a la sombra de un perfecto hermano mayor.

Vamos, hasta su buen primo Bott era mejor que ella.

Ya Irina, tranquila

—¿¡Pero, Edmund, no ves que esta niña... !?

Escuchó a su padre tratando de calmar las aguas. Al menos eso hacía, pero porque le disgustaba el alboroto, como a Ymir. Nunca le hizo mucho caso a ella. A pesar de vivir en la misma casa, siempre fue un hombre distante.

Resopló por última vez y se colocó los auriculares. Sin siquiera cambiarse el uniforme, se tiró a la cama a jugar con su PSP, no sin antes encender el aire acondicionado, sin importarle que su madre entrara a su cuarto y la descubriera con el aparato encendido, y que nuevamente empiecen nuevos gritos sobre el consumo de electricidad y demás problemas que no eran de su interés.

Estos eran momentos en que estaba tan enfadada que le importaba una mierda todo. Era lo único bueno de estar enojada, se animaba hacer cosas que calmada jamás haría por temor a alguna represalia.

Ahí fue que Krista le hizo notar porque a la ira también se le decía coraje.

Pff, ya se cargaba un malhumor terrible desde que llegó al colegio y verle la cara a Reiner, ver todos los días a Krista y a ese gorila imbécil charlar tan juntos, acababa con todo su humor y sólo le aumentaba el estrés propio de los exámenes, estaba casi segura de que iría a complementario en por lo menos una materia, y eso sería si tenía suerte.

No era sólo enojo y celos lo que sentía al verlos, sino preocupación, temor, y tristeza.

No volvería a dejar en aleatorio las canciones. Las que sonaban le resultaban fuera de lugar. Se puso los auriculares justamente para escuchar algo que la relajase y la anime, no todo lo contrario. Perdió uno de los niveles en el videojuego, maldijo. Estaba a punto de cambiar del orden aleatorio al normal cuando llegó el turno de la nueva canción.

Otra canción que le gustaba mucho, pero no acorde a su humor. Qué va, amaba demasiado esa melodía y no iba a cambiarla.

Pero joder, extrañaba la época en que escuchaba una canción y no la relacionaba con su vida.

"Las palabras que me trago con tristeza, siempre se arrastran detrás de mí

Las palabras que recito mientras estoy irritado, no hay duda de que no volverán"

Ironías, malditas ironías que el destino le preparaba. Para divertirse a su costa, seguro. Porque estaba tragándose sus malas pasadas, como siempre lo hacía. Ah, las malditas palabras. Nunca fue buena expresando sus sentimientos; callaba demasiadas cosas. Y explotaban cosas que jamás debió decir. Iba igual para sus acciones, solía patear o romper algunas cosas cuando estaba muy irritada.

"Cuando hago palabras, éstas huelen a mentiras,

Cuando toman forma, todo se vuelve difuso,

No puedo hacer una sola cosa como yo quiero,

Soy simplemente inútil"

Kenshi Yonezu siempre sabía cómo dar en el clavo. Lo supuso desde Matryoshka, el primer vídeo de su autoría que vio hacía un par de años. Se puso realmente contenta cuando finalmente se lanzó a la carrera musical con su propio nombre y su propia voz. No le parecía que Yonezu realmente fuese malo al formar palabras como decía, Dios mío, sólo se deberían leer sus letras traducidas... Krista solía decir lo mismo de ella, cuando escribía en algunas tareas del colegio.

Lo que no decía con su boca, lo decía en trozos de papel. Pocas palabras expresaban mucho, según Krista. Amaba cuando ella decía en qué era buena, porque pocas personas le habían dado alguna vez un visto bueno.

Pero así no se resolvía su mundo.

Para su extensa familia, jamás llegaría a ser alguien digno de algún elogio. No podía ni hacer lo más básico, ni tener el más mínimo error, sin que la trataran como a una vaga sin oficio.

Era inútil.

"Te amo Vivi, una vez que llegue el mañana,

Voy a tener que decir adiós

En este tranquilo pueblo convertido en cenizas,

Tú y yo hemos sido colocados juntos"

¿Y, porque recordaba a Lenz en estos momentos? Simple, en su vida de escolar mediocre y familia inquisitiva, ella llegó a dar color a lo gris y despejar la nubosidad que le impedía una correcta vista de la vida. Y Krista la trataba como si ella hubiese hecho lo mismo en su propia vida.

Esa chica bajita y adicta al estudio la adoraba. Hasta ahora se preguntaba el porqué. Si no era precisamente una persona agradable, era una estudiante regular y era apática. Y sobre todo fría, no al nivel de Annie Leonhardt doña cubito de hielo ni Mikasa Ackerman, pero sí, lo era. O era la crisis del enamoramiento, que la hacía sentir todavía más inútil de lo que era ¿Porqué una diosa estaría con ella? Si era demasiado buena para ella, más de lo que una miserable y torpe humana podía soñar.

Debería dar gracias a los cielos de que la considerara su mejor amiga, por eso mismo ¿Y pretender ser algo más? Eso haría carcajearse al destino, como la mejor broma de todas. Posiblemente sería castigada por su atrevimiento.

Nunca vio posibilidades con la rubia, y finalmente quedaba estancada en la friendzone. No las tuvo con Bertholdt en su momento, mucho, mucho menos las tendría con ella. Pasaría lo mismo que sucedió con él:

Le gustaba. Caía en la friendzone sin siquiera confesarse. Vería como suspiraba por otra persona. Se ahogaría con helado de chocolate una noche. Sus sentimientos morirían. Terminaría viendo como seguían con su amistad sin problemas.

Así, en esa secuencia.

Pero, Bertholdt sólo le gustó. A Krista estaba segura de amarla. Con locura. Y no creía que su amistad seguiría así como así, Ymir se volvió la amiga confiable de Bertholdt, al punto de ser más cercanos que antes. Pero no sentía nada más por él.

Además, estaba segura de su heterosexualidad... hasta que conoció a Krista. Al darse cuenta de sus sentimientos se asustó. Pero no sabía que la asustó más, que fuera una chica o simplemente enamorarse. Después de Marcel, su ex novio, quedó demasiado dolida para querer volver a estar con alguien. Pero eso también era un secreto para el común denominador de la gente.

Nadie debía saber de dónde venían sus actitudes despectivas hacia el romance.

"...Aún con mi corazón más allá de la ayuda,

Caminé junto a ti..."

Iba a sufrir de nuevo, lo sabía. Era una jodida masoquista. La canción seguía sonando ¿Porqué seguía junto a Krista? Porque ella la dejaba confundida, la hacía dudar si por si acaso estaban entre el límite de la amistad y el amor. No había intentado conquistarla ¿para qué?

"...Solté las palabras, sentí tu tacto,

Y aún así no dije nada

Te amo Vivi

Te amo Vivi

Pero todo nuestro amor no es más que un adiós"

La cúspide de la ironía la completó la canción. De inmediato se quitó el auricular y se recostó bien en la cama, con una sensación aún peor que las dejadas por Marcel. No se apartaría jamás de Krista. Pero un otro lado estaba Reiner, e Ymir jamás la vio tan interesada en algún chico. Tenía miedo, y una imaginación muy traicionera a veces.

Bueno, no era más que una simple canción. No debería hacerle caso.

Iba a enviciarse de nuevo con su PSP cuando escuchó una llamada. Aún de malas, contestó el teléfono con brusquedad.

—¿¡Quién mierda es!?

Escuchó una risa al otro lado del teléfono —Ay Ymir, ¿quién te puso de malas, eh? No dejes que tu novio te haga enojar

Ymir sonrió de inmediato —Hey, lo siento Eskol... no es nada, sólo los exámenes... y que me interrumpiste cuando estaba con mi PSP. Fuera de que arruinaste mi perfecta partida, todo está bien

Volvió a escuchar una ligera risa —Oh, eso sí es muy serio ¿perdiendo por quinta vez verdad?

—Miren quien habla, la vida familiar está haciendo que pierdas el toque, hermano. Perderías antes siquiera de darte cuenta quien te hizo puré

Eskol Fritz podría ser el perfecto hijo modelo. Pero también el perfecto hermano modelo, era la única persona de su familia a la que realmente quería, y en quien sentía que podía confiar pese a todo. Vivir a su sombra de repente no era tan malo, si él siempre estaría allí para ella.

Una jugada, tú y yo, no nos caería mal un día de estos¿no crees?. En fin, sé que los exámenes no son el motivo, precisamente... Al menos, empezarás pronto la universidad

Cierto, la universidad. Esperaba que su madre mejore su tacto cuando ingrese. Lo dudaba, en realidad, pero la esperanza es lo último que se pierde. —Ojalá, así más rápido me iré de este lugar

Ymir, no hables así— dijo Eskol, Ymir podía imaginarlo con una sonrisa comprensiva —Tranquilízate, te irá bien. Te llamaba para saber cómo estabas, yo pasé por tu situación también, por eso lo comprendo— para nada, Eskol nunca tuvo que preocuparse demasiado por la escuela, pero agradecía el gesto — Y también entiendo "ése" problemita tuyo...

—Eskol, ¿qué mierda insinúas?— ¿su hermano lo decía jugando? No estaba segura, pero ella se encontraba ahí, jugueteando nerviosamente con el auricular de color blanco. Reaccionaba así cada vez que Eskol hablaba de esa forma.

No, nada... hablo de tu problemita ése, que a veces tienes con mamá

—¿Ah? ¡Ah, sí! Bueno, anda pesada, no lo niego— no se lo tragaba. No era eso a lo que él se refería. Un par de leves pitidos se oyeron de repente en medio de la llamada. Una llamada entrante.

Eskol notó eso —Bueno, enana, te dejo. Parece que alguien te necesita, te dejo con el asuntito ése

—¿¡Eh!? ¿¡Qué dices!?— su hermano cortó. Revisó la otra llamada perdida.

Krista. Contacto que tenía una fotografía que le tomó cuando se quedó dormida durante el campamento escolar. Vez en que no supo si alegrarse hasta el punto de bailar aserejé o desesperarse por resistir a sus impulsos cuando tuvieron que compartir cuarto.

Mierda. Ese Eskol y sus habilidades ¿inconscientes o conscientemente? proféticas.

El aparato sonó nuevamente, esta vez un mensaje.

"Hola Ymir, me preguntaba si puedes salir ahora. Como hoy salimos temprano del colegio creo que si podrás venir a mi casa"

Vaya. Llegó otro mensaje justo después. Ymir sonrió pendejamente.

"Estoy sola"

Ay

Maldita imaginación traicionera. El celular temblaba en sus manos y sentía las mejillas calientes. Inspiró, pero trataba de no hacerse una imagen muy gráfica. Hasta que llegó otro mensaje.

"Jeje bueno, sola no, estoy con Frieda"

—Ah... — sintió un cuchillo clavándose en su corazón —gracias, Krista, gracias por darme ilusiones, para luego aplastarlas. Eres cruel ¿sabes?

«Iré para allá» fue todo lo que escribió. Así que su hermana estaba de nuevo en el país, Ymir no la conocía personalmente, pero si vio un par de fotos suyas y Krista le habló mucho de ella. En el tiempo en el que tarda una mujer molesta escribiendo y mandando mensajes, Ymir se quitó el uniforme y se puso una simple franela, vaqueros azules y calzado deportivo.

Bastaba decir que iba a con Krista para que sus padres le dejaran salir.

Ventajas de tener una amiga tan santa y pura. Lo malo era que solían ponerla de ejemplo para Ymir, cosa que le dejaba algo bajoneada e irritada. No porque le molestara tanto que la compararan con alguien más(con semejante hermano, ya ni le afectaba), sino porque era como si le restregaran en la cara que nunca sería digna de ella.

Y estaba Ymir, ahora frente a la puerta de la casa de Krista Lenz. Luego de tocar el timbre, escuchó decir a alguien «voy». Resultó ser Frieda Reiss, quien se parecía bastante a su hermana, con ojos claros pero con un lacio cabello oscuro. Para su sorpresa, era tan alta como ella. Al parecer la genética no fue gentil con Krista en ese aspecto.

—B... buenas— saludó. Tratar con familiares de Krista la ponía incómoda —Me habló Krista hace un rato, y me dijo que podía venir

Frieda sonrió —Tú debes ser Ymir, Historia me habló bastante de ti— ¿qué era esa agradable sensación? —Ella ya me avisó que venías, adelante, pasa. ¡Historia, tu amiga llegó!— Luego de eso Frieda ingresó de nuevo al hogar.

—¡Ya vooooy!— escuchó —¡Ymir!— exclamó Krista, abrazándola de la nada, con tanto ímpetu como si no la hubiera visto en meses. Sobra imaginarse la cara que puso la chica de pecas. Esas muestras de cariño la dejaban con su racionalidad tambaleándose al borde de un precipicio. Eran sensaciones que Fritz definitivamente no sabía tratar; nadie fuera de su familia le demostraba algún tipo de cariño, y no es cómo si esta le demostrara demasiado, a excepción quizá de Eskol. Pero ambos se veían poco.

—¿Con qué «Historia», eh?

—No te burles— dijo con un puchero que a Ymir le dio ganas de tirarse del precipicio por donde se tambaleaba su racionamiento. Ella si conocía el segundo nombre de la rubia.

—De acuerdo, de acuerdo... ya verás que te diré «Historia» bien alto en la escuela— dijo esto último en un rápido susurro sólo para Krista la escuche.

—¡Ymir!— de nuevo ese condenado puchero...

«¿¡Porqué!? ¿¡Porqué no sales conmigo!? ¡SI LA ÚNICA A LA QUE TRATAS ASÍ SOY YO, Y SÓLO A MÍ ME MUESTRAS FACETAS QUE NO LE MUESTRAS A NADIE MÁS!» Estaba gritando Ymir mentalmente. El destino era tan jodidamente cruel...

—Emmm, Krista me falta el aire

—Oh— Ymir podría haber apostado su queridísima PSP a que vio rastros rojizos en el rostro de Krista —Lo siento ¿qué hacemos aquí aún? Ven— dijo tomándole un brazo y guiándola dentro de la casa.

No era la primera vez que Ymr iba a casa de Krista. Pero seguía admirando su sala tan iluminada y ordenada, que era el primer lugar de la casa. Ella, que nada sabía de decoración de interiores, consideraba muy buena combinación del color crema de las paredes y el blanco impecable de los sillones.

—Ymir ¿quieres estar aquí o ir al patio?

—El patio, definitivamente

El patio. Era lo que más admiraba del hogar de Lenz. Ese patio lleno de flores y tan gloriosamente verde, le traída recuerdos del jardín de su abuelo, en el país natal de éste. Claro que ése era un patio enorme, nada comparable al espacio de 40 metros cuadrados que era el jardín de los Reiss. Demasiado grande. Hasta recordaba los naranjos, colosales mangos y por supuesto, los inmensos lapachos amarillos, sus favoritos.

Claro que lo mucho que le gustaban las plantas era también un secreto. A excepción de las plantas clasificadas como "raras". Cuidaba a esa venus atrapamoscas que estaba en el marco de su ventana con dedicación de madre.

—¿Desde cuándo te dan algún tipo de permiso, enana?

—Mmmmm, sabes que mi familia te quiere. No ven de la misma manera al resto de nuestros amigos

—Me verían de la misma forma si no te hubiera rescatado a ti y a Sasha de ese pendejo que las quiso asaltar. Ah, quien las viera de damisela en peligro...

—Ymir...

—Ya me calmo, es broma

—Eres una pesada... — Ymir ahogó una risa.

Krista hasta tenía un banco parecido a los del parque en el patio, claro que una ligera pero confortable versión en madera, cerca de unas orquídeas.

—Es una lástima Ymir, tengo batidos de chocolate... de esos que tanto te gustan...

Oh, el punto débil.

Así que, la enana tenía sus cartas también...

—Me callo— dijo Ymir con rapidez sentándose en el banco.

—Así me gusta, eres una buena chica— dijo Krista sonriente mientras alborotaba su corto cabello. Ymir siempre lo hacia con ella y nunca podía cobrársela por la diferencia de alturas.

—¡Deja!— exclamó mientras apartaba su mano con suavidad.

—Frieda vino por vacaciones, pero planea quedarse más tiempo para verme en mi graduación— decía Krista sosteniendo el vacío vaso del batido de chocolate.

—Oh, ya veo— fue todo lo que comentó Ymir. El aspecto radiante de Krista no le daba buena espina ¿Porqué estaba así últimamente?

—Ymir ¿qué tienes? Te conozco bien— Ymir mordió su labio inferior ligeramente. Ya pensaba que su malestar se notaría frente a ella, pero antes de que formulara una excusa ya Krista la dio una al instante —¿Te preocupa química, no?

—Y matemáticas— completó.

Al menos no tenía que disimular eso. Realmente le preocupaba, no sólo estaba la reprimenda de sus padres si reprobaba el examen regular sino también ¿qué pasaría si no aprobaba el examen complementario?

Krista palmeó su espalda mientras le sonreía, le resultaba tan reconfortante que ella hiciera eso —No te preocupes, todo saldrá bien

—No es la primera vez que repruebo, pero nunca antes pasó con alguna materia que tenga que ver con cálculos

—Dices que no sirves para eso, me molesta que digas que no sirves para algo, pero me extraña que si ese fuera el caso como dices, nunca antes te hayas quedado en alguna materia similar

—Ah seee, todas en las que me quedé eran supuestamente mi fuerte. En fin, alguna vez mi suerte de esquivar los números se tendría que acabar. Tch, esa profesora me odia

Krista se rió— Seguramente es la menopausia

Ymir la miró ligeramente sorprendida. Cuando la conoció, jamás habría hecho ese tipo de comentarios, más bien propios de Fritz. Al contrario, la hubiera regañado de haberlos dicho ella. Pero ahora... Ymir sonrió de forma sarcástica tan propia de ella. Al parecer, se le estaban pegando algunas mañas suyas. Ya era tiempo de que Krista Lenz se soltara más, y era gracias a la chica de pecas y sólo a ella.

Triunfó el mal.

—Ja, bueno— dijo Ymir de repente —el asunto es si paso o no el examen complementario. Irá todo lo que aprendimos en el año en un sólo examen. Tch, no aprendí ni lo de este semestre ¿cómo voy a aprender lo de todo un año en un par de días antes?

—Sólo tranquilízate Ymir, podrás lograrlo ¡Luego nos reiremos cuando estemos en la universidad, nos espera enfermería!

A Ymir era precisamente eso lo que le preocupaba. La universidad. Con Christa. Anhelaba estar con ella esos años. Seguir a su lado, indepedientemente de la carrera. Le gustaba todo aquello que iba con las ciencias, y a Krista también. Enfermería no era exactamente lo que quería, pero estaba bien para ella igualmente. Y sospechaba fuertemente que iba igual para Krista.

—Eres un as con los números, por eso no te preocupa— Ymir rió de manera indiferente, restándole importancia.

—Y tú, un as con lo teórico— aún así Krista tenía un promedio mucho mejor. —si estudiamos enfermería nos complementaríamos muy bien. Me ayudas con la teoría, te ayudo con los números... Y eso haré en caso de que repruebes.

¿Cuándo volvería a encontrar a alguien como Krista en ese lugar podrido al que llaman mundo?

La chica de pecas sonrió ligeramente, la misma sonrisa torcida y burlona. Palmeo a Krista en la cabeza, sólo para cubrir las emociones de su interior.

—Gracias, niña

—Mira quien habla... la chica a la que el chofer del bus llamó niña. Ymir, las dos parecemos de catorce años, si iremos al caso

—Touché

En el caso de Krista ese pequeño detalle era entendible, por su altura. Pero para Ymir era absurdo, no le hacia ninguna gracia que pese a sus un metro setenta y dos(que la convertían en la más alta de la clase), la confundieran con una puberta... o en el peor de los casos un puberto. Bueno, era cierto que era plana, pero ¿acaso no tenía curvas o qué?

—Ya sólo nos quedaría la graduación y el ensayo

—Que tedio— bostezó —menos mal la toga cubre todo. El vestido que me compraron mis padres hace años está ahí, al fondo del armario y ahí se quedará

Ahora Krista rió con simpatía —Nunca podrás escapar de usarlo, acuérdate del baile que viene después

—¿Te encanta arruinar mi felicidad verdad?

—¿Porqué eres así? —seguía riendo, era lo bueno de estar con Ymir, siempre la hacía reír, quiera ella o no —Desearía verte con vestido

—¿Ah?

—Pienso que... te verías muy hermosa

Ymir observó más detenidamente la orquídea amarilla del árbol de enfrente, nunca le pareció tan genial una flor así, en realidad. Esperaba que Lenz no notara el color en su rostro —Oh, vaya. Pues gracias— fue lo único que contestó.

—Eres hermosa Ymir, sólo que sé que los maquillajes, vestidos y tacones no van contigo

—Pues... s-sí, gracias por decirlo. Oye, al menos hagamos una fiesta fuera de tanto protocolo ¿no crees?— cambió de tema con una sonrisa algo tensa, no quería que su verguenza se notara más.

Krista sonrió divertida —No creas que en el baile no se van a descontrolar

—Ahhh seee— sonrió complacida. Ya quería que ese dichoso baile formal termine en una fiesta nivel "¿Qué paso ayer?". Algunas de esas ya Ymir las había vivido, y era divertido, cuando uno no era el involucrado —Ya hablaré a Connie para que meta de contrabando unas cuantas, Krista, no me mires así. Que sé que te gustaría participar

—Sabes que no, lo más probable es que termine cuidándote a ti y a los demás borrachos, como lo hace Reiner— dijo con una risita.

Justo tenía que aparecer ese...

Además la forma en que lo dijo, como complacida al decir su nombre. No le agradaba. Trato de disimular su antiguo malestar que volvía a erupcionar como fumarolas; casi imperceptible. Y cubrirlas con su típica cara de indiferente aburrimiento.

—Hey— decidió ser directa de una vez, y que todo acabara ya —Reiner, y tú ¿son algo?— preguntó con una sensación desagradable girando en el pecho.

Se notó que Lenz no esperaba esa pregunta —N...No, Ymir. Sólo... sólo somos amigos— se veía un poco nerviosa de repente. —¡No me mires así! ¡Es la verdad!

A su parecer, Krista estaba cubriendo algo. Notorio sólo para ella, Ymir Fritz. Pero dijo que no eran nada con cierta determinación, como si realmente quisiera creerlo. Pero, si ése no fuera el caso ¿qué ganaría la rubita mientiéndole,a ella, su mejor amiga? Nada. A Ymir le había contado cada secreto suyo, obviamente, más serios e importantes que simplemente confesar que había química entre cierto chico y ella.

—Nunca te conocí algún novio alguna vez, Krista

—Nadie me interesa, y no es como si realmente fuera afortunada en el amor

«Uy, dímelo a mí. Por como va mi vida, terminaré casándome conmigo misma»

La tarde finalmente pasó. No volvieron a hablar del tema. En su lugar sólo conversaron, y desde siempre, los problemas de amor no incluían. Casi nunca hablaban de eso.

Eran las seis, más o menos. Ymir caminó de vuelta a su casa, perdida por completo en su mente, aunque prefería evitar esas teorías suyas de su rubita con Reiner. Se apoyó un momento en la baranda del pequeño puente sobre el arroyo. Gracias a la lluvia de ayer, la temperatura descendió varios grados, pero claro, luego subiría hasta volverse asfixiante en medio del calor húmedo.

Si bien el clima del país de su abuelo era similar pero peor, Ymir lo prefería mil veces antes que al frío. Observó el arroyo, bastante limpio y transparente en comparación a otros de la ciudad. El atardecer lo enrojecía todo, como si una acuarela roja se disolviera en agua, como siempre pasaba después de la lluvia; y si aún quedaban nubes en el cielo. Le recordaba a cierta leyenda, una de las tantas contadas por su querido abuelo.

Todo lo que tenía en la mente en esos momentos era Krista, nada podía despegarla de su cabeza. Ahora no sabía si eso sería bueno o malo para ella.

Sobre que a Ymir le gustaba Bertholdt, bueno, eso se debe a que el BertholdtxYmir es mi placer culposo, lo admito. Pero mi otp es el Yumikuri