A estas alturas, sé que quizá no tenga perdón por la demora. Ah, la universidad agota física y mentalmente a las personas, me mantuvo bastante ocupada este tiempo ¡Pero en dos días estaré de vacaciones! Alégrense, que quizá pueda actualizar seguido. Como no me gusta excusarme, y ustedes quizá no quieran escuchar mis excusas, les dejo con el capítulo
Disclaimer: Shingeki no Kyojin no me pertenece, le pertenece a la llama asesina, digo, Hajime Isayama
Capítulo III
Fin del mundo
20 de diciembre, 2012
Amaba trabajar en esa librería. Su madre prácticamente la había obligado a trabajar, de hecho, hacia bastante tiempo se lo exigía, incluso cuando aún no finalizaba el colegio. Quizá porque siempre pensó en Ymir con una vaga sin oficio ni beneficio, a pesar de que ni siquiera era realmente necesario.
Pero como ella no había ingresado a la universidad ya no tenía de otra. Le dieron dos opciones: trabajo o estudio. Decidió lo segundo, y no lo logró. Ni se sentía deprimida, ni sus padres le dijeron nada(por inusualmente sorpresivo y raro que suene), ya que la Universidad de Reconocimiento en el área de la salud era bastante estricta. Nada de lo cual sorprenderse, ya que solía ser así, y como muchos de los postulantes no aprobaba el examen de ingreso, tendría varias opciones para solicitarlo nuevamente el año próximo. A sus padres lo que les importaba era el esfuerzo; y su examen no estaba tampoco tan malo, pero si difícil, por lo que los señores Fritz entendieron.
Total, ni siquiera era mayor de edad, era como si siguiera en el colegio, recién el próximo año cumpliría dieciocho.
Era la misma universidad en que se había graduado Eskol. A él no le costó nada ingresar, alcanzando el total de puntos en el examen de admisión, algo casi milagroso. Por eso fue que sus padres no le bajaron el autoestima comparándola con él, con que siguiera los pasos del prestigioso médico Eskol Fritz era más que suficiente. Él fue como Mikasa Ackerman en su generación, misma chica que se encontraba ahora en la Facultad de Deportes de la Universidad de Reconocimiento.
Varios de sus excompañeros tampoco ingresaron, y otros se decidieron por la otra universidad restante, la Universidad de Eldia, al oeste de la ciudad. Era muy buena también, pero todos elegían la de Reconocimiento, por preferencia. Los que no aprobaron lo intentarían de nuevo, y un pequeño grupo se iría a la de Eldia.
Después de tener una mejor calificación que el promedio de rechazados, pero insuficiente para el ingreso, decidió tomarse como sabático lo que quedaba de año, respondiendo en sarcasmos y diciendo que había que pasarla en grande los pocos meses de vida que le quedaban al planeta. Y su mamá la cortó diciendo que mueva el culo y haga algo productivo, como si no se hubiera dejado las pestañas y la salud mental enterrando la cabeza en los libros para el examen.
Connie y Sasha(que reprobaron y no fue nada impresionante ni nuevo), más que nunca incluían el tema del fin de todos los tiempos en sus conversaciones. Connie bromeando como siempre, pero con más constancia, y Sasha empezaba a dejarlas reemplazándolas con una cierta preocupación y sospecha. Por un momento Ymir olvidó que ella era supersticiosa.
Se tomó esa bebida energizante solo porque sabía bien, y se recostó en la silla. Amaba el empleo sólo porque no debía atender a tanta gente, y le encantaba el ambiente de silencio. Le despejaba la mente. Annie solía aprovechar el empleo de su amiga, e Ymir la cubría cuando se llevaba más libros de los permitidos.
No pensó que el trabajo que le obligó a buscar su madre fuese tan bueno.
Vaya rareza.
Ese día hubo poca gente; un estudiante que no pasaba los doce años, un par de universitarios... y un joven extraño que pidió libros de la sección erótica(Ymir no pudo evitar una expresión descarada riéndose mentalmente del pobre).
—¿Seguro que eres mayor de edad?— le preguntó Ymir con sospecha y tratando de contener su tan conocida sonrisa burlona. No debía burlarse de los clientes, muy a su pesar.
—Por... por supuesto
—Esa barba de tres pelos no te ayudará
—¡Que soy mayor de edad!
—Bien, bien— su identificación decía que tenía 21, pero no los aparentaba en lo absoluto. Ymir recordó que debía reírse de eso, pues le pasaba igual, y era frustrante. Al menos tenía su estatura para socorrerla; este muchacho sin embargo era más bajo que ella.
Trató de mantenerse seria, no vaya a ser que el karma la tomara con ella por burlarse de ese joven.
—Y tú no aparentas más de catorce...
Y ahí estaba el puto de nuevo.
—¿Los vas a llevar o no, otaku?— suspiró, armándose de paciencia, con el ceño fruncido.
—¿Cómo lo supiste?— inquirió el chico. Pues... se notaba a leguas, con esos lentes, ese cabello oscuro desgreñado, y esa mochila llena de pines; que acrecentaba aún más su aspecto de adolescente.
—Emmm... Intuición
Fuera de esa clase de clientes, sí, le terminó gustando ese trabajo. Observó la hora, eran las tres de la tarde; Armin, ingresado en Criminología y Críminalística en la Universidad de Reconocimiento, le había dicho que iría a buscar un par de libros apenas pudiera. Ymir sabía a lo que se refería por un "par de libros".
Hablaba de casi la librería entera.
A Armin Arlert, el peor de la clase en educación física, pero un as que superaba de lejos a Mikasa en números y teoría por igual, no le bastaba con la biblioteca local, e iba a la librería al dos por tres. Ymir ya perdió la cuenta de cuántas veces lo vio en la semana.
Pero no le molestaba. Se podría decir que de la clase 1.04 era de los pocos que hasta le caía bien, era cordial y educado, y le recordaba un poco a sí misma. Siempre supuso que el chico rubio tenía mucho más potencial del que se veía, pero siempre, siempre, a la sombra de Mikasa. Todo porque el colegio se caracterizaba por los deportes más que nada, así, le costaba sobresalir. Algo parecido a ella con Eskol. Y tenían problemas de autoestima por eso mismo. Cada uno a su manera, mientras que esa vocecita parloteaba siempre en la cabeza de Armin; Ymir sabía más o menos callarla, la había callado, e ignorado su presencia por años, hasta el punto de olvidarla. Y había vuelto con Bertholtd Hoover, vuelto con Marcel Galliard, y ahora, por último con más intensidad, con Krista Lenz.
Con la diferencia que Ymir no demostró cuánto valía apenas terminara la escuela e ingresara en los primeros lugares de la Universidad de Reconocimiento. Los problemas de autoestima de Armin Arlert terminaron por siempre allí. Ahora era imparable. Pero Ymir allí se quedó. No era no haber ingresado lo que le afligía, era que aunque hiciera todo lo posible y estuve allí, en esa uiniversidad, no lograría nada demasiado impresionante.
Pero de algo estaba segura.
Si Armin hubiese ido a Medicina, superaría a Eskol con creces. Pensar en eso le hacía sentirse bien.
—¡H-Hola Ymir!
Hablando del rey de Roma. Un tintineo de la campanilla encima de la puerta de vidrio y madera le indicó la llegada de Armin Arlert. Estaba abrigado con una bufanda pese a que el clima supuestamente invernal no pasaba de ser fresco a la hora de la tarde, mientras el resto del día la temperatura seguía cálida. El reloj de pared marcaba las tres y diez de la tarde.
Ymir dejó el celular donde le mensajeaba a Krista y jodía a Annie a un costado en la pequeña mesa de recepción, se negaba a cambiar su Nokia de color lila.
Era una suerte saber que Krista había dejado de hablar con Reiner apenas las clases terminaron, ella nunca se lo contó, sólo lo dedujo por su comportamiento. Se pegaba tanto a ella como lo hacia antes de la interferencia de Reiner en sus vidas.
Era ella quien se pegaba a Ymir, no al revés, como algunos creían.
—Hola, ex-trapito— Armin hizo una leve mueca. Era mejor que ser llamado «trapito» sin duda, pero ya sabía que Ymir bromeaba, algo cruelmente, pero era broma. Esa crueldad no existía con Krista. No por eso paraba de molestarla, tampoco. —Aquí tienes, tus cinco libros de criminología
Armin ajustó sus lentes y sonrió —¡Qué bien! ¡Gracias Ymir!
—No me agradezcas Arlert, parece que andas teniendo tiempo últimamente— echó una ojeada al chico, se había cortado el cabello(no demasiado), había crecido (mientras que el resto no cambió nada en esos meses, incluyendo, por desgracia, al Krilin de la clase, osea Connie), además de haber empezado a usar lentes desde hace un mes, luego de que descubriera que tenía cansancio visual.
Parecía como si la testosterona de su cuerpo empezara a activarse recién ahora, aparentaba catorce años como ella, pero por lo menos ya no parecía vagamente una chica. Ymir no sabía muy bien como sentirse al respecto; esa apariencia anterior no le atraía en lo más mínimo por mucho parecido que tuviera con Krista. Y ahora, le encontraba bastante atractivo de repente. Eso sólo significaba una cosa, o dos:
Amaba a Krista por lo que era, ni por su género y ni por otra cosa.
Y, al parecer, no había perdido completamente su heterosexualidad. Que estuviera a dieta por Lenz no significaba que podía dejar de ver el menú. Aunque de cualquier manera, no le iba a los shotas.
—Este mes, sí. Y debo aprovecharlo, se pondrá más pesado en octubre, más o menos hasta Navidad— dijo echando una mirada a la portada de "La ciencia contra el crimen".
—Mis pésame— Armin rió ante el comentario, Ymir sabía que sería pan comido para él.
—Me gusta demasiado, así que no me importa. No podemos lograr nada si no sacrificamos nada, y no Ymir, no digas que haberte sacrificado estudiando para el ingreso no lo valió— mencionó cuando vio que Ymir abría la boca para replicar. Le tenía suficiente confianza para contarle aquello a Armin —No era lo que realmente querías ¿cierto? Entre los de la clase, eras una de las que más se destacó acádemicamente
Ymir soltó un suspiro pesado. Lo único que le contó a Armin fue que reprobó.
—Joder, eres demasiado perceptivo... Oh ¿qué es lo que digo? Por algo eres el Mesías de tu carrera...
Armin movió las manos frenéticamente, en negación —¡No, no, para nada! ¡Tampoco así!
—Sí, no es lo que realmente quería. No es que tampoco Enfermería me sea indiferente, es sólo que...
—¿No será por Krista?— Maldito shota. Ymir sabía muy bien que posiblemente se dio cuenta. ¿¡Posiblemente!? ¡Se dio cuenta! ¡Valía más afirmarlo, que decir sólo un "posiblemente"! El fue uno de los que se dio cuenta del enamoramiento de Bertholdt por Annie. Se lo mencionó a él abiertamente una vez un día tranquilo en que Armin, Bertholdt e Ymir trataban de resolver un trabajo grupal de matemáticas. Armin hizo un comentario sobre Annie, y enseguida el chico rubio y la chica de pecas vieron a Bertholdt enrojecer como un tomate, y su aspecto nervioso(que traía desde primer año, cuando Annie terminó en la misma clase que él) se marcó más y empezó a sudar, balbuceando negativas.
Pero no, Ymir era mucho menos evidente.
—¡Claro que no! No es por ella— era una verdad a medias, ciertamente.
—¿No es sólo tu amiga, no?— Ymir se calló. Pero no estaba sorprendida, ni lo fingiría. Sólo se mantuvo en silencio, frunciendo el ceño —Ymir, yo no soy homofóbico, al contrario...
—Quizá lo supiste rápido, Arlert ¿Para qué fingir o disimularlo ahora? Por eso sé que no lo eres, me hubieses mirado con asco desde el comienzo, de ser así— Ymir resopló —Y no soy homo ¡ni tampoco bi! No sé ni qué soy...
Armin le dio una sonrisa nerviosa, aunque mezclada con cierta amabilidad —En realidad, me di cuenta hace poco, por una vez que miraste a Reiner tan mal, precisamente, como si te hubiera robado a tu novia... o novio, ya que dices que no eres ni bisexual... —«O como si se hubiera enterado que la grabaron y tomaron un millón de fotos de lo que hizo en la graduación» pensó. Agradecía hasta cierto punto de que Ymir no se hubiese acordado o enterado de nada de lo acontecido hace varios meses, o correría sangre.
—Tch... ese gorila... Bueno, no es tanto por Krista, es por mi familia, ya sabes que mi hermano mayor es doctor, pero no me malinterpretas. No soy del tipo de persona que hace las cosas por sentirse obligada; te das cuenta. Me interesaba Enfermería, pero ¿cómo decirlo? No me llenaba
El chico rubio la miró con cierta atención, la analizaba. Decidió hacerle una simple pregunta:
—¿Qué es lo que te gusta? Dime lo que sea, no importa si te suena ridículo
Ymir parpadeó. Se llevó una mano a la barbilla, frunció el ceño y miró hacia adelante, sin realmente visualizar nada, pasaba cuando pensaba profundamente en algo. Era un gesto que compartía con Eskol. Era una pregunta sencilla, pero no tan fácil de responder para alguien como ella, que nunca tuvo nada bien definido. Pensó en todo lo que le gustaba, absolutamente todo.
Hasta que abrió la boca, al cabo de unos segundos —La ciencia, los animales, las plantas. Ah, la fotografía— eso último nunca le dijo a nadie, ni a Krista —Y escribir
Armin sonrió de nuevo, complacido —Eso suena muy bien, en realidad...— Estaba a punto de mencionar algo más cuando sonó el teléfono de Ymir. Ella lo levantó con fastidio y observó la pantalla.
La conversación con Armin se había vuelto interesante y más vale que Connie tuviera un buen motivo para molestar.
21 de diciembre, 2012
Ymir subestimó al clima de diciembre. Durante la noche la temperatura bajó lo suficiente para que se dejara llevar por el frío y no por el orgullo. Y decidió abrigarse con lo que primero encontró escondido en el fondo su armario. Ahora había salido a la calle, rumbo al café donde Connie le había avisado que sería la reunión del grupito de la clase 1.04.
Krista le había dicho que saldría del trabajo, e iría directamente allí. Tenía mucho más permiso desde que empezó a trabajar en aquella florería, Ymir hubiese querido trabajar allí también. Sólo porque le gustaban las flores, y por Krista. Pero nadie, ni Lenz debía saber que tenía ese lado suave. Sospechaba además, que Krista quería pasar sola un tiempo.
Ymir estaba preocupada por ella; la chica baja tampoco ingresó a la universidad. Y tampoco era como Ymir. Así que temía que cayera en una depresión por eso mismo. Los primeros días sólo quiso estar con Ymir y nadie más. Se aisló de las redes sociales y solía exhibirle a cualquier persona que no fuese Fritz una sonrisa falsa. Odiaba esa falsa amabilidad que mostraba cuando se sentía triste, odiaba que quisiera ocultarlo de esa forma, aunque ella era la menos indicada para pensar de esa manera.
Pero al menos, la chica de pecas era sincera con sí misma.
Quería que la rubia lo fuese también, que le hiciera entender a los demás que no siempre estaría para todos, que tenía su espacio, que tenía el derecho de mostrarse infeliz.
La familia Reiss también era su preocupación. No era como la suya, pero no sabía qué era exactamente lo peor, que nunca toleraran un solo error(como los Fritz) o que ignoraban por completo todo lo que tuviese que ver con Krista.
Como si no valiera la pena o no importara nada.
Como si no existiera.
Un brisa sopló y la chica trató de contener un escalofrío. Cómo odiaba el frío. Su chaqueta la abrigaba bien, pero era su cara congelada lo que afectaba. Odiaba abrigarse, más que al frío, por su orgullo, y por ese mismo orgullo se negaba a llevar una bufanda ¿Como Mikasa, que nunca se quitaba su bufanda roja regalo de Eren, aún si hiciera cuarenta grados? ¿Parecerse a ella? Nunca.
No tenía nada en contra suya, pero no, definitivamente no.
El cielo estaba nublado, sin embargo, el pronóstico había dejado en claro desde hace días que no llovería y mucho menos, caería nieve, pero nunca confiaba en las noticias. A veces el clima se mostraba totalmente troll; por muy buenos meteorólogos que hubieran en el país, a veces sorprendía con fenómenos inesperados. Recordaba lo más épico desde algunos años; cuando estaba en séptimo grado y salía de la escuela con Annie; ese día se anunciaba que habría un cielo despejado, que las tormentas del sur tomarían un rumbo hacia el oeste, y que los ciudadanos podían realizar sus actividades tranquilos. Eran noticias importantes, al menos para Rose, donde aparecían raudales después de las lluvias en algunas partes de la ciudad. Ser arrastrado por un raudal no era divertido, aunque Zeke, el mejor amigo de su hermano, lo encontraba gracioso.
Ese día, a las tres y media de la tarde, el cielo comenzó a nublarse y un sopló un fuerte viento. No vinieron ninguna de las tormentas del sur, en su lugar, los habitantes de la ajetreada ciudad se encontraron atónitos, mientras veían al tornado comenzar a bajar en el horizonte, hacia un lugar despejado que sólo contaba con una carretera que iba a las pequeñas zonas rurales.
Para Ymir, fue malditamente épico. Annie apenas se había inmutado. Y todo el resto del común denominador, o murmuraba, o grababa con las cámaras de sus celulares. Alguno que otro, con su recién surgido Iphone.
Resulta que esa no era zona de tornados...
La primera ola de frío invernal no aminoraba para nada la animosidad del ambiente pre navideño. Luces de uno o varios colores, niños alegres alrededor de sujetos vestidos de Papá Noel y demasiados pinos altos. Afiches de descuento por las fechas abundaban por las paredes, hasta que Ymir se topó con la publicidad del café donde estaba la ex clase 1.04, que anunciaba capucchinos.
Tentador.
No supo de quien fue la idea de reunirse allí, pero contaba con su gratitud.
—¡Hey, Hierba venenosa!— Eren, el intenso de la clase, se levantó y sacudió su brazo en señal de saludo.
Ymir sonrió, medio en burla, medio en alegría. No veía a la mayoría de los chicos desde la graduación, o lo que recordaba de ésta. Sus recuerdos de ese evento estaban más o menos borrosos.
—¡Suicida!— exclamó.
Habían dos mesas que decidieron juntar. Y ahí estaban, con tazas humeantes de café, capucchinos(como Ymir) y chocolate caliente(estaba reconsiderando comprarse una de esas). Vio también a un par de almas comprarse medio kilo de helado cada uno y comérselo pese al clima. Por mucho que le gustase el helado, Ymir no tocaría nada con una temperatura inferior a diez grados cuando era invierno.
Todavía faltaban Krista, Bertholdt... y Reiner.
Ymir esperaba no verlo.
—¿Sigues queriendo Ingeniería en alimentación, Sasha?— le preguntó Jean, quien apenas pidió un café con leche y una factura. Le alegraba juntarse con todos esos idiotas, pero hubiese preferido que estuvieran en un bar, después de todo la mayoría era mayor de edad. Pero era imposible. Se le notaba esa ligera decepción en la cara.
—Ahh— Sasha suspiró, desanimada —sí, sí quiero, pero...
—Matemáticas— concluyó Connie, concentrado en helado granizado.
—Eso, no pensé que las tuviera
—Yo tampoco pensé que Psicología las tuviera, pero aquí me ven— interrumpió Jaegar, removiéndose en su asiento mullido.
Ymir, la miró extrañada, luego terminó tragando su dona rellena, como si viera a una Annie sonriendo. Y el resto del grupito, imitó las mismas acciones de Ymir, en gracioso efecto dominó.
—¿Qué?— inquirió Eren.
—Es que, espera. Tú, Eren Jaeger, el sujeto con problemas de ira y el más impulsivo que he conocido en toda mi jodida vida... ¿psicólogo?— dijo Ymir, no dando crédito.
—Déjalo ya Ymir— dijo Connie— que haga lo que quiera. Tiene derecho a escoger cómo pasar sus últimos momentos de vida
Ymir miró a su amigo confundida, luego cayó en cuenta de la fecha: 21 de diciembre de 2012 ¿cómo no pudo haberse dado cuenta al instante? Vio los memes de Vegeta y Gokú luchando en el cielo, meteoritos "cayendo" sobre diversas partes del mundo, los polos invirtiéndose, los ovnis, etc, desde que se levantó en la mañana.
Ahora entendía, Connie fue el que los reunió a todos, no el que avisó de la reunión. Una perfecta forma de reunirlos a todos con la broma sobre pasar todos juntos sus últimos momentos.
—¡Se acabó Connie, el fin del mundo se suspende por mal tiempo!— se burló Ymir con voz de comentarista de noticias señalando con el pulgar hacia una de las grandes ventanas de vidrio, dónde se veía perfectamente el cielo nublado.
Los adolescentes empezaron a reír.
—¡De cualquier manera existe Gokú!— exclamó Connie con ademanes teatrales.
Más risas. Annie intentó ocultar que le causó gracia.
—Ay Sasha, no me digas que tienes miedo ¿o lo tienes?— cayó en cuenta Jean, cuando terminó de reír, al notar la sonrisa nerviosa de Blaus.
Cierto, ella era supersticiosa.
—Existe Gokú, Sasha
—Sobreviviremos todos— dijo una voz dulce, divertida —luego sólo nos quedará sobrevivir a los exámenes de ingreso del próximo año.
Ymir se dio la vuelta, se quedo un rato con la mente en blanco ante la apariencia de Krista, y le dedicó una sonrisa, siempre más suave de las que estaba expresando antes de su llegada. Krista se veía fenomenal con ese suéter beige, esa falda oscura y medias largas y abrigadoras de color negro. Su rostro estaba algo enrojecido por el frío.
OMG
Que vista, Ymir Fritz, que vista.
Todo el grupito interrumpió sus risas ante su llegada, un par de chicos tragó saliva. Hasta Sasha olvidó su ensimismamiento sobre el fin de los tiempos que tendría lugar supuestamente ese mismo día, y observó a Krista e Ymir. Mejor dicho la reacción de Ymir. Armin Arlert, de igual forma, no se perdía ningún detalle. Pero el lo analizaba todo de una forma parecida a la lógica matemática; cada ligero movimiento de los músculos faciales, gestos con las manos, la tonalidad de la voz. Y por supuesto, el importante detalle de las miradas. Annie, miró con simpleza a Ymir, luego a Krista, de nuevo a Ymir.
Connie fingió una tos.
—¡Hola, Krista! ¡Por fin llegas! Al menos, tú llegas... faltan Bertl y Reiner... Ah, debo escribirles al celular
Mikasa, que poco y nada habló desde que llegó, se acomodó su bufanda roja, única vez en el año en que la prenda no quedaba fuera de lugar, y expresó con voz tranquila:
—Más vale, Krista. La próxima temporada de The Walking Dead es en febrero...
Luego de otro corto periodo de tiempo, los demás asintieron y murmuraron.
Los chicos se estaban empezando a animar desde que Connie mencionó sobre la posibilidad de ir al bar esa noche. Y sólo esa noche, ya que se acercaba Navidad y la mayoría de las familias de los presentes querían que pasaran también los días previos con ellos, sin contar que Sasha y Connie volverían a sus lugares de origen; Sasha a Dauper, un pueblo que había empezado como un asentamiento regular de cazadores, que con el tiempo y las leyes de caza, se empezó a acostumbrar a otro estilo de vida, pero sin duda, el recuerdo y tradición de la cazería era todavía característico. Connie volvería a Ragako, dónde estaban sus tíos, primos y el resto de su numerosa parentela, un pueblo pequeño, algo más modernizado que Dauper, pero con tradiciones aún rurales.
Marco se iría al otro lado de la ciudad, quizá hasta enero. Una lástima, porque todos eran libres para salir a donde se les pegue su gana cuando llegaba Año Nuevo, no así en Navidad. No era el caso de todos, como Jean, que preferiría ir a pasar la Navidad con sus primos o escaparse con sus amigos(no tenía novia, y Mikasa no le daba ni la hora). Ymir tenía entendido que tenía cierta fricción con su mamá.
Eren había empezado a discutir con Jean sobre el nuevo videojuego online, "Attack on Titan" o algo así se llamaba. Para su ligero asombro, Armin ingresó en la discusión, empezando a argumentar sobre el videojuego, y los había destrozado. Luego de eso, Eren y Jean decidieron que a estas alturas ya no tenía sentido discutir algo en que habían perdido. Luego de que la discusión pasara a volverse más o menos una conversación civilizada, Mikasa empezó con sus propios argumentos sobre el videojuego, a su manera algo seca, por supuesto.
Si estaba Mikasa dentro de un debate de videojuegos, era porque debía ser realmente interesante.
Lo que faltaba, ahora Sasha había empezado a hablar de titanes. Si mal no recordaba, Sasha la solía llamar «titán». Tratándose de la chica papa, sabía que no se trataba de algún insulto, ella era igual que Krista, no era maleducada. Quizá, quien sabe, le echaría una mirada al dichoso videojuego.
Los demás chicos charlaban animadamente, ahora de las anécdotas escolares de hacía tres años. Ymir recién había llegado al colegio hace casi dos, así que no tenía idea de lo que hablaban. Se oía divertido, igualmente. Krista estaba concentrada en la pantalla de su celular táctil ¿A quien rayos le estaba escribiendo? Solía pensar a menudo que la rubia tenía el aparato ése de adorno, nunca lo usaba y menos cuando habían conversaciones entre cierta cantidad de conocidos. Ymir se acercó a la pantalla a propósito para molestarla. Krista escondió el celular aplástandolo suavemente contra ella y le sonrió divertida.
—Ymir ¿qué miras? ¡no seas curiosa!
La chica de pecas miró a Lenz fijamente. No se había percatado hasta ahora de que estaba de buen humor, un extraño buen humor si le permitían pensar con más detenimiento. No tenía que ver con el reencuentro de los chicos. Era un brillo en los ojos que tenía Lenz, que la hacía sentirse algo insegura.
¿Qué era?
—¿Ymir?— preguntó Krista con extrañeza. La adolescente parpadeó.
—No, nada. En serio, no es nada
Inconscientemente, sacó su celular del bolsillo de sus vaqueros y empezó a juguetear con él. Krista se quedó mirando al Nokia.
—Desde que te conozco lo tienes
—Ajá— dijo distraídamente mientras lo seguía moviendo, de una manera que a Krista le recordaba al golpeteo que hacia con sus dedos sobre la mesa o sus piernas frecuentemente. Lo mismo le pasaba con cierto movimiento que solía hacer con una de sus piernas(por lo general la derecha) y con sus pies. Tenía bastante energía nerviosa al parecer.
Momento ¿desde cuando la conocía tan bien?
Krista no había dejado su teléfono en paz en todo lo que restaba de la tarde. E Ymir tampoco el suyo, como medio distractor. Tenía una mala sensación desde que notó todo eso en Krista. Las dos tampoco parecían interesadas en sus ex compañeros.
Annie dio un ligero suspiro y observó a su mejor amiga. No estaba así cuando llegó ¿que le pasó?. Ella no conocía tan bien a Krista, si no es que nada más allá del exterior, no notaba ese cambio con el uso del celular. Armin de vez en cuando dirigía su mirada a los dos, un poco confundido. Sasha, que antes estaba más o menos al pendiente de todo, ahora estaba concentradísima en el videojuego del celular de Jean con la boca llena de un enorme sándwich de jamón y queso que sostenía en su mano. Olvidaba de repente tragar, y así, con las mejillas llenas de comida, observaba el celular y ahogaba expresiones de emoción junto con Mikasa, Eren, Armin y el mismo Jean. Estaban los cinco acurrucados como marmotas observando.
Annie los miró una vez, luego se hizo la desentendida. Los miró una vez más, y volvió de nuevo a su sitio. El ciclo se repitió unas dos veces más. De pronto parecía muy interesada...
—Hey, Ymir, tendré que irme— Krista miró de nueva cuenta la pantalla, pero sólo fue un instante.
—¿Ya?— preguntó, ocultando la molestia que sentía de no pasar más tiempo con Lenz.
—Y tengo algo que decirte...
Un muchacho muy alto entró al acogedor local, tenía la alargada nariz enrojecida del frío. Otro chico, rubio y fornido, entró detrás.
Los adolescentes de las dos mesas de giraron.
—¡Bertholtd! ¡Reiner!
Luego de las quejas de Connie, las sonrisas avergonzadas de Bertholdt y la excusa sobre el trabajo de Reiner.
Ymir Fritz de pronto tuvo mala espina. Muy, muy, muy mala espina. Cuando Reiner miró hacia Krista, y ambos sonrieron, algo en su interior se contrajo de forma poco agradable. Reiner saludó con cortesía a Ymir y Krista se levantó del asiento.
—Quedé con Reiner hoy, Ymir... se podría decir que empezaremos a salir
—Oh, ya veo— dijo Ymir Fritz, de una forma tan seca como lo diría su amiga Annie.
Ymir sintió como si tuviera una nada agraciada revelación divina. Esto era una broma cruel, demasiado cruel. Ese día, 21 de diciembre de 2012, Ymir lo consideraría como, efectivamente, el fin del mundo.
Después de todo, se cumplió una profecía. No de la manera que cualquier otra persona pensaría. Pero algo habría de llegar a su final ese día.
Ymir lo sabía.
Esto, no era el Karma, no, el Karma era justo a pesar de su crueldad. Esto, esto que sentía en este momento, sólo le hacía pensar a quien le hizo tanto daño como para que le pasara esto.
A nadie.
Parpadeó, pero se sentía en una nebulosa en la cual no podía reaccionar ni con ira ni tristeza. Segundos después se dio cuenta que eso era estar en Shock, y que sólo la protegería unos minutos más.
Una fecha y una frase se quedó grabada en su cabeza.
El mundo llegará a su fin el 21 de diciembre de 2012.
Ay...
Soy cruel, lo admito. No me culpen a mí, sino a la llama y su mala influencia sobre mí
Ok no...
Seizuru: siento no poder contestar antes... pero no sabes lo mucho que me emociona que digas que el primer cap te atrapó, en serio, no te imaginas. Es mucho para mí, más que nada como ficker novata. Muchas gracias
Okami-AIK: y eso que yo no odio a Reiner xD en realidad, amo al trío RBA, pero era necesario el antagonismo de mi Reiner xD agradezco que te parezca interesante, en serio, me esforzaré para que lo sea aún más
Nekkosixx: Te pareció hermoso? En serio? Gracias! :D
Eyrian1494: Aquí tienes el siguiente xD aunque este estuvo fuerte, no te preocupes, las cosas entre éstas dos se solucionaran(?
Oh sí, quizá les complazca saber que actualizaré o trataré de actualizar más pronto(? Nos vemos...
