Disclaimer: esto le pertenece al genio malvado de Hajime Isayama

Capítulo VII

Análisis

24 de diciembre, 2017

Sasha Blouse puso una mano sobre su boca para cubrir un bostezo, eran las 11 de la noche en punto. Y luego siguió en el WhatsApp. No le quedaba otra que perder el tiempo en la sala de su familia en Dauper luego de cenar pavo relleno, ensalada rusa, cerdo, pollo y hasta cordero.

Sentía las miradas impresionadas(y envidiosas, por supuesto) de sus tías y primas al haber comido todo aquello y aún así pesar 57 kilos. Al menos la "edad adulta" le había dado modales en la mesa que antes carecía, y que no había otro más agradecido por eso que su padre.

La ganadería en Dauper había aumentado bastante en sólo tres años. Antes era su padre quien iba a la ciudad a verla. Desde hace tres años era ella quien venía, y se sentía feliz por eso; la cantidad de carne, las plazas, aún estando cubiertas de nieve y el bosque de coníferas en el que iba a jugar de niña, todo eso lo valía. A diferencia de los demás infantes, a ella no le asustaba ir allí.

Su primo de doce años había encendido la televisión(una SmartTV, para que no digan que los campesinos apenas tienen Nokias 1100), que los demás niños y los adultos veían; mientras toda persona mayor de catorce años y menor de treinta veía memes y chateaba, sólo estaban esperando el brindis de medianoche.

Sasha lucía un vestido, sin entender porqué diablos debía vestirse así siendo que no iba a salir a ningún lado, y no, cambiar su foto de perfil no contaba, las mejores fotos que iban a parar a su historia en Instagram y Facebook eran las de la mesa con la cena.

Se moría de sueño, la calefacción y la comida lo habían provocado. Irónico, siendo que solía dormir normalmente de madrugada. Había notado una disminución del hambre a partir de los ventiuno; su hambre voraz se redujo a solamente a ser apetito. El hambre era lo que la desesperaba, quizá por eso actualmente se contenía y tranquilizaba al comer, por ende, su educación en la mesa se hizo presente.

La carcajada general por la escena de Mi Pobre Angelito hizo que alzara la cabeza y riera también, hasta que sintió la vibración del celular.

«Exas Clase 1.04 Promo 012, Eren te añadió»

Apenas ingresó a la aplicación, un montón de mensajes sobre buenos deseos por Navidad llegaron, no estaban todos sus excompañeros, pero si los que fueron más cercanos a ella, genial. Porque había cambiado de celular, mantenía su mismo número, pero todos sus contactos se perdieron.

«Eren añadió a Krista»

Joder. Hizo que recordara lo que su amiga le había comentado. Tragó saliva, pensativa.

¿Y ahora qué? Su consciencia estaría menos pesada ahora que sabía que Ymir vivía en el mismo sitio, aunque no creía que le fuera a hacer compañía a Krista, tenía la sensación de que sería muy difícil tratar con Ymir actualmente. Y Krista desconocía cuánto. El número de personas que conocían lo que sintió Ymir se contaban con los dedos de una mano.

Mentalmente, le deseó suerte a su amiga rubia.

1 de enero, 2018

Krista

Estaba tirada en mi cama con la televisión encendida ¿desde cuándo yo tenía tanto tiempo libre?

Había terminado el informe que nos habían pedido y las demás tareas. Ya mi hermano Uklin me había dicho que todo sería más sencillo en la Universidad de Reconocimiento una vez que haya llegado al cuarto año. Porque ya tenías más o menos un lugar asegurado, también me había dicho que en estas fechas era común tener menos trabajo; se acercaban las vacaciones de invierno.

Sólo eran dos semanas a mediados de mes, sí, pero eran como un tesoro.

Al canal se le había ocurrido la grandiosa de idea de transmitir la Era de Hielo 2, y yo aquí, riéndome con una película infantil. Nadie podía culparme, si todos harían lo mismo en mi lugar, aquí, sin nada más que hacer. Y porque nadie se resistiría a las películas que los hizo reír de niños.

Estar sola en Año Nuevo no me afectaba ¿y porqué me afectaría? Por ahí había escuchado que Navidad era para la familia, sin excepción. Año Nuevo para la diversión sin límites. Y era cierto, en cuanto llegaron a la adolescencia, mis hermanos solían pasarla por ahí, excepto yo, claro.

Ayer me había reunido con Eren, simplemente apareció en el café al que voy a veces luego de clases, hace dos días, y prácticamente me había obligado a ir con él, Mikasa y Armin a algún bar en la noche. Posteriormente, se nos unió Sasha a eso de la una de la madrugada.

Armin y Sasha aún deben estar tirados en sus camas, sufriendo los efectos de la cruda. Ninguno de ellos esta acostumbrado a beber.

Por lo menos no me quedé cuidando borrachos, los chicos fueron bastante tranquilos. Al menos Armin; Sasha le estuvo susurrando amor eterno a su segunda cena de la noche durante media hora.

Como se nota que no estoy acostumbrada a estas salidas, porque Eren se rió de la cara que puse cuando vi a Sasha recitando lo que parecían ser esas "acciones poéticas" a la pizza con panceta, y Mikasa mantenía su expresión de póker murmurando al observarme «Amo su inocencia, 17 años, amo sus errores... » Eren actualmente tiene mucho aguante con el alcohol, cualquier cosa no lo embriaga y Mikasa casi nunca bebe, aunque Eren me haya comentado que está seguro de que su aguante es mayor que el suyo.

La película había terminado, y ahora empezaba una de Pokemón. Pokemón nunca fue muy de mi agrado. Si algunos lo llegan a saber me linchan en la plaza pública. Había escrito en el grupo del WhatsApp en el que estoy con Sasha y Eren pero ni sus luces.

Aburrida, agarré el control y empecé a hacer zapping. Ya antes solía ver poca televisión, en la época en que si querías internet debías ir a un cyber. Quizá porque nunca pude ver los dibujos animados tal y como hubiese querido en la casa de mi padre; seguro por eso tengo cierta debilidad por ellos. Ahora, el animé si es harina de otro costal.

Me topé con el canal de National Geographic.

Estos eran de la clase de canales que me gustarían siempre.

Y porque siempre fui un poco nerd y curiosa con todo lo que tenga que ver con animales. Por eso siempre me han atraído las granjas, el año pasado fui con Sasha a Dauper. Amé el pueblo y su bosque de coníferas.

En la casa de mi padre sólo había un viejo pastor inglés, pasaba mucho tiempo cerca de él. Lamentablemente falleció hace tres años; por muy buena vida que haya tenido y lo mucho que vivió, alrededor de 11 años, no puedo evitar acordarme de él sin empezar a lagrimear.

El programa sobre depredadores de las sabanas africanas había terminado y ahora comenzaba otro algo distinto, sobre el equipo de grabación y fotografía detrás de todo lo que veíamos.

Se mostraba a un hombre regordete y con barba con una sorprendente cámara profesional, tratando de captar el mejor plano de un pájaro azul sosteniendo un insecto con el pico. Ya he visto esa escena antes, fue hace varios años atrás. Estábamos en casa de Bertholdt por un trabajo grupal de ciencias naturales e Ymir me mostró esa fotografía en la PC, diciendo que podríamos usarla.

Parecía encantada con eso, yo me percaté. Era difícil saber qué cosas le emocionaban a Ymir, su expresión no solía variar mucho a veces.

Exhalé pesadamente. Ymir no había dado señales de vida estos días, era como si casi no viviera en el edificio. Había vuelto a ver a Annie en un par de ocasiones en esta semana, estaba más alta, con facciones más afiladas y el cabello más largo, siempre iba de salida, apurada. La vi al día siguiente de encontrarme con Ymir, y luego tres días después. Me dijo un seco "Feliz Año Nuevo" y ya. Pero si hablamos de Annie Leonhardt, ya es decir demasiado.

Por lo demás, pensé que Ymir tendría al menos la decencia de felicitarme por estos días. Digo, si aún me tiene algo de respeto. Siempre nos reuníamos en el parque en esas fechas; ella era quien lo sugería, más que nada, sé que siempre lo hizo así porque sabe la situación con mi familia.

Después de todo esto, me cuesta digerir que si no lo hizo fue porque yo no le importo. Es que ¡no le encuentro la lógica! Quien siempre tuvo iniciativa para hacerme sentir mejor fue ella, sin contar que no era por interés ¿qué ganaría de todas formas?

Nada.

De hecho, fue Ymir quien desde el principio tuvo más amigos que yo, es más, quien no tenía a nadie antes que ella fui solamente yo. Era más inteligente también, por algo irresponsable que fuera. No era por ayudarle en las tareas que estaba conmigo porque el colegio como que le valía un poco de verga. Bueno, ni le gustaba que la ayudara demasiado, lo quería hacer ella sola, a excepción de las matemáticas.

Y quería hablar con Ymir.

Habían pasado cinco años, una amistad como la que teníamos (no quiero pensar en el "tuvimos") no pudo simplemente desvanecerse, o peor, como si nunca hubiera existido. Decir que éramos extrañas ahora simplemente no me lo creía.

Nunca se puede decir realmente que una persona importante para nosotros se volvió un extraño, lo dicen sólo para que les duela o les moleste menos.

He llegado a preguntarme de vez en cuando si acaso fue por mi culpa, por algún error mío, que terminamos de esta forma. He pensado en eso y llego a la misma conclusión que tenía antes: que nada de esto tuvo alguna lógica.

La última vez que hablamos con normalidad fue hasta más o menos comienzos del cursillo de medicina. Fue allá por enero o febrero de 2013, no lo recuerdo bien. Ymir me mensajeaba como siempre, en la época en que algunos aún eran reacios al WhatsApp.

Yo por mis estudios no tenía tiempo; si ya me había esforzado para el de enfermería, allí me esforcé el doble. No tenía tiempo ni cabeza para nada, por lo que una conversación vía celular conmigo en aquel tiempo era poco divertida.

Era lógico que Ymir se haya molestado un poco, pero jamás se hubiese enojado tanto así como para separarnos.

Por lo que encontraba cada vez menos mensajes suyos, y más cortos. Hasta que luego ya no hablamos por espacio de un mes más o menos; luego de ese tiempo, cuando por fin rendí el examen y pude ingresar a la Universidad de Reconocimiento, tuve bastante más tiempo y menos estrés.

En los últimos mensajes que me envió, ella decía que seguía trabajando y que «luego intentaría entrar la universidad», pero en marzo de ese año, cuando ingresé, noté a algunos chicos del colegio que lo habían intentado otra vez y que habían ingresado al mismo tiempo que yo, como Sasha.

Pero no vi a Ymir entre ellos. Ahí me molesté un poco, porque no me había dicho nada de si seguía en esa librería o desistió de estudiar. Esa última opción me había preocupado, porque sabía que un año sabático fácilmente pueden volverse dos o tres, y costaba retomar los estudios luego de eso. Digo, Ymir nunca fue estudiante modelo, pero no creí que dejara su futuro botado por ahí si sabía perfectamente que quería independizarse.

Una noche soñé con que entraba a la morgue y el cuerpo al que destapaba pertenecía al de Ymir, y que tenía heridas redondas en la zona del pecho, que habían dejado hematomas, con los bordes más lastimados que el centro, como las heridas de los balines de goma. Fue unos pocos días después de ingresar a la carrera.

Apenas desperté le mandé un mensaje, que no recibió según verifiqué después. Eso me angustió, me pareció patético que un sueño me haya asustado tanto. Pero mandé más cuando ya me había tranquilizado y siempre decía en los detalles que no los recibía.

Siempre olvido los sueños con facilidad, así que para el siguiente día, no recordé el que tuve.

La busqué en Facebook; ni siquiera estaba en mi lista de amigos. Tampoco aparecía buscándola por su nombre. Para ese entonces, ya no estaba enojada como al principio, sino muy preocupada. Tampoco ninguno de nuestros compañeros sabían de ella, Connie y Annie no tenían Facebook; se les hacía muy complicado.

En aquel entonces no todos tenían redes sociales como ahora ni había tanta variedad. Podían acceder a éstas, sí, pero la gente de nuestras ciudades seguía resistiéndose a ellas hasta que fue imposible dejarlas de lado por la facilidad de comunicación. Rose y especialmente María nunca se caracterizaron por modernizarse demasiado aprisa. Que diferencia con el año 2018, porque ahora se encontraban negocios de celulares y computadores cada dos cuadras.

Si eso hubiese ocurrido en estos tiempos, no me hubiese costado nada localizar a Ymir; porque todos mantenían los números de sus compañeros de colegio guardados. Yo pude volver a contactarme con el resto de mi promo recién en 2016, gracias a los grupos, y aún faltaban algunos de la clase 1.04.

En ese momento parecía haberse borrado del mundo y yo no conocía su casa. Para colmo, durante ese tiempo viví con mi padre y su familia en Orvud, muy lejos. Ya de por sí me costaba ir y venir a la Universidad.

Pero la extrañé como nunca después de romper con Reiner. Mentiría si digo que me dolió como una estaca al corazón, le tenía cariño pero no nos amábamos y tarde nos dimos cuenta de aquello. Yo sólo le gustaba a Reiner, y él a mí, pero la atracción es atracción, se acaba deprisa.

Meses después de ese día de diciembre, el último día que vi a Ymir en persona, notamos que fuimos; nosotros dos, siempre tan serios y responsables, como cualquier par de adolescentes jugando con el otro. Nada diferentes a los demás, sólo más prudentes y respetuosos con los sentimientos. Nuestra relación se volvió costumbre, no queríamos estar solos, nada más por eso lo extrañaba

Y cuando terminamos, fue como salir del verano artificial, cálido y agradable, para caer en el invierno duro de vientos fríos que fue mi vida, dónde el único cariño sincero que tenía fuera de Frieda, era el de Ymir.

Pero Ymir no estaba y tuve que acostumbrarme dolorosamente a aquello.

Rodé en mi cama como un oso, era demasiado cómoda. Y grande, bastante grande como para hacer contraste con el tamaño de mi cuerpo. Si Ymir de diecisiete años me viera ahora, no pararía con sus comentarios sarcásticos al respecto.

Mi celular sonó; era el grupo con Sasha y Eren, Sasha se quejaba de un dolor de cabeza tremendo, de no haberle tomado nada antes de beber y de haberse encontrado videos suyos de Eren cuando le susurraba a la pizza. Eren respondió a sus quejas con un audio de casi un minuto únicamente de sus carcajadas.

Ahora agradezco no haber tomado alcohol, mañana tengo clase y sé que las resacas pueden extenderse por casi dos días en mi caso, en las raras ocasiones que bebí de más.

2 de enero, 2018

El asunto con Ymir me estaba torturando. Ayer a la tarde cuando noté que se acabaron los fósforos y salí a comprarlos; de regreso me planté frente al 104. Y maldigo mi debilidad por no haber aporreado esa puerta hasta que esa idiota aparezca.

No lo comprendo. Apenas me puse enfrente sentí algo parecido a cuando quería saber desesperadamente si nuestro profesor tenía algo que ver con Ymir; al estar bajo su mirada analítica, seria. Ahora mismo ya había asegurado que efectivamente era su hermano, eran demasiado parecidos. Pero ya no me producía esa sensación para nada, primero, porque era mucho más accesible que Ymir, se desenvolvía mejor con las personas.

Y segundo, simplemente me encontré con su hermano.

¿Nervios de Ymir? Debería reírme de esto.

Ymir fue la persona en que más he confiado, me he desenvuelto, y ahora, me preocupaba qué pueda pasar con ella y conmigo.

Quería hablar con Eskol justamente a causa de Ymir, luego de nuestro "reencuentro", descarté de consultar con él al respecto. Al principio fue casi un alivio; temía que fuera igual de hostil como lo era Ymir con gente extraña, pero en estos días fue evidente la diferencia entre ambos.

Qué paradójico; ahora he llegado a pensar en que prefería acercarme a ella mediante Eskol que hablarle personalmente. Pero la sola idea si se la pensaba bien era ridícula llegado este punto en que ya la he localizado. No teníamos diez años como para mandar recados ni para que nos trataran de juntar como si nos hubiéramos peleado por un paleta. E Ymir Fritz era Ymir Fritz, estaría lejos de valorarlo.

No quise consultarlo ni siquiera con Eren, que estaba en su salsa con estos temas de consejos; me estaba debatiendo en únicamente preguntarle algo de ella a Eskol, no más de dos preguntas, yo trataría de solucionar el resto por mi cuenta.

Si es que había solución.

Exhalé y se formó vapor debido al aire frío de las cinco de la tarde. No quería pensar en eso.

Llegando de clases, me fijé en el lugar donde había estado el adorno que Annie se chingó. Desde esa vez, no volvió a aparecer ninguno. Esas dos no tenían remedio.

Llegué al piso donde vivía, el tercero. Parecía poca cosa y lo subestimé, pero subir las escaleras después de un día agotador me había dado una lección.

No avancé más allá de las escaleras. Mordiéndome el labio inferior empezó a hacerme la idea de ir al piso de arriba, dónde vivía Ymir. Y volvió a aparecer la incómoda sensación mientras subía de nuevo las escaleras.

A veces tengo presentimientos que se cumplen, el sexto sentido de las mujeres como dicen. Y a veces da el efecto contrario, en que las cosas suceden totalmente al azar. Esto fue como una apuesta, bueno lo sentí como tal, porque realmente no me esperaba a Ymir apoyada al lado de la puerta de su apartamento.

Una sonrisa tiró de mis labios.

Parecía una buena oportunidad, se veía aburrida pero con un ligera sonrisa mientras sostenía una esfera de plástico y miraba hacia ella. Una caja estaba a su lado y su mochila encima.

Ymir siempre se consideró a sí misma poco atractiva, pero, obviamente esa no era la realidad. Tenía un buen cuerpo, esbelto, con las curvas en su lugar, como usaba ropa algo holgada esos atributos no se notaban tan bien. Ya no vestía así, llevaba ropa más ajustada, y más ahora que la edad había resaltado la forma de su cuerpo.

Podía ir a cualquier agencia de modelaje y podría ser aceptada nada más por su altura, aunque lógicamente tenía bastante más que ofrecer. Por un momento la miré bien, ella aún no me había notado, tuve que aguantarme un suspiro lleno de pesadez.

¿Porqué la pubertad no me quiso? Cuando nos conocimos, Ymir era media cabeza(y un poco más, de todas formas era mayor que el promedio de chicas) más alta que yo, pero luego siguió aumentando. Ahora era más alta que hace cinco años atrás, y no había crecido precisamente dos pinches centímetros como yo a pesar de no ser Pie Grande. Creo que terminaré desarrollando un dolor de cuello crónico por tanto mirar a los demás desde abajo a este paso.

Tenía las mismas pecas y la misma piel ligeramente acanelada, pero sus rasgos se habían vuelto más alargados y finos. Lo que si me llamaba la atención fue su cabello castaño, largo hasta los hombros y suelto. Nunca vi a Ymir con cabello largo, le quedaba muy bien.

Bien, supongo es mi oportunidad.

—¡Ymir!— la saludé.

Tuve que aguantarme una risa al ver su tremendo respingo al notarme. Pero la gracia que me dio aquella acción murió cuando vi sus ojos. Una mirada desconocida para mí.

Parpadeó, y creo que tragó saliva. —Krista... — murmuró con voz queda.

¿A que venía eso?

—Eh, bueno, iba a recoger algo que le presté a la vecina de aquí arriba— mentí —y te encuentro aquí...— y ahora ¿qué digo? Ymir no me miraba a los ojos.

—Pues, genial— se rascó la nuca con una mano, cuando la volvió apoyar en la esfera plástica, empezó a tamborilear sus dedos sobre ella. Ymir no era muy extrovertida, pero no era tan callada. Enseguida me hubiese preguntado aunque sea cómo he estado.

—¿Tus dedos están bien?— le pregunté de repente. Esos cortes eran una tontería como para preguntar por ellos, luego recordé que hablaba con alguien sin ningún conocimiento mayor al de los primeros auxilios.

—Oh, están bien— dijo mostrándome su palma. Me acerqué más a ella, Ymir casi hizo ademán de querer fundirse con la pared. Dos líneas se veían en sus dedos finos y largos.

No estaba así cuando nos vimos aquella vez, definitivamente no. Estaba un poco más animada, aunque las ideas no parecían circular bien por su cabeza. Ymir no era tan seria tampoco, y sólo me miró a los ojos un instante. Cuando le devolví la mirada, Ymir encontró de nuevo la esfera más interesante.

No me molesté por eso en lo absoluto, porque que ella actuara así me desconcertaba. Se mordió el labio inferior.

—Están sanando bien— no le iba a sonreír, pero sentía que debía hacerlo por alguna razón. De cerca me di cuenta que tenía dos perforaciones en el cartílago de la oreja derecha.

Se encogió de hombros —Eso es bueno, por un momento pensé en buscar pegamento para esto— ok, al parecer mi sonrisa dio frutos. Pero hasta ahí.

Sus ojos ligeramente rasgados, propios de los inmigrantes, de color café claro, me parecieron tan distantes a los de hace muchos años atrás, y a los que poseía Eskol pese a su inmenso parecido en el color y forma. Toda la incomodidad que tenía, casi llamada resentimiento, se esfumó. Y con el mis ganas de reclamarle lo de Navidad y Año Nuevo.

Una corazonada me lo advertía, Ymir no merecía eso ¿pero porqué? ¿Cinco años podrían ocasionar esto?

Algo en la esfera se movió, algo peludo y marrón que no había notado debido a la parte de color púrpura.

—¡Un hámster!

Siempre amé esos animalitos, quise durante años uno.

Una curvatura parecida a una sonrisa apareció en su rostro. Giró la esfera hacia la parte transparente para que lo viera mejor. Era marrón claro, y parecía pequeño, pensé un momento que Ymir reaccionaría otra vez de la misma forma si daba alguna señal de acercamiento hacia ella, como cuando puse mi mano encima de la esfera, pero no. El animalito se veía menos intimidado que su dueña y acercó a mi mano, moviendo su naricita.

—Se llama Wilson— esta fue la primera vez que Ymir dijo algo sin que le preguntara.

—Siempre tú con esta clase de nombres— comenté, sonriendo.

Pareció subirle el humor —Je, sí. Tenía el plan de traerlo apenas me mudara, pero por culpa de mi vieja no pude. Esta es la hora en que puedo... no sé como lo mantendré apartado de la bola de pelos de Annie...

Así que pude soltarle la lengua. Al parecer seguía llevándose igual con su madre, bueno, realmente son cosas no suelen cambiar ¿Y porqué si no, se hubiera independizado? Escuchaba que quería irse de la casa desde que la conocí. La caja era la jaula del hámster, al parecer lo metió en la esfera para comprobar algo.

Una música proveniente de un celular empezó a sonar, Ymir sacó el aparato de su bolsillo. Respondió de una manera que me pareció muy brusca, no quisiera estar en el lugar del que la había llamado. Me extrañó la fracción de segundo en que me dirigió su mirada, una que no sabía reconocer y no me gustó.

—¡A la mierda! ¿¡Qué quieres ahora!? ¿¡No te bastó con haberme dejado aquí esperando sin llave, hijo de..!?— se quedó un segundo en silencio, luego frunció el ceño aún más.

No la recordaba tan explosiva. Espera, dijo "esperando sin llave" e "hijo de ..." ¿Un hombre vivía allí también? Y justo que le iba a preguntar qué hacía afuera ¿Un hombre viviendo con dos chicas? Tal vez pareja de alguna de las dos, quizá por eso vi a Ymir luego de tanto tiempo. El trabajo la tendría ocupada, seguro, y aprovechaba el tiempo que le sobraba con él. Por un instante me desanimé por ello; seguro así me dificultaría acercarme a ella.

—¿¡Qué tengo que ir hasta allá contigo!? ¡Mierda!— luego volvió a meterse el aparato en el bolsillo.

Por la forma en que cortó, más irritada que antes, me hizo preguntarme si realmente era normal hablarle así a un novio. Ymir siempre fue medio ruda pero... me había comentado una vez Connie, mientras Ymir no estaba cerca, que ella fue realmente delicada con su ex, que cambiaba totalmente. Yo no pude estar más de acuerdo.

Exhaló, y por una vez, me miró más tiempo a los ojos, aunque fue poco —Krista, me llamaron... y como no tengo llave y obviamente no puedo ir y llevarme todo esto conmigo— señaló con un gesto vago —¿no te molestaría, eh, quedarte aquí con esto?

Lo decía como si pedirme un favor le costara tanto como ir voluntariamente a aplicarse una inyección. Y no es por nada que lo menciono.

—Por supuesto, ve

Murmuró un «gracias» y bajó las escaleras. No había visto ni siquiera una sonrisa sarcástica, tan propia de ella.

Ahora, extrañaba hasta esas sonrisas desagradables suyas.

Bien, habemus capítulo luego de 84 años... culpen a la universidad y el resto de cursos.

¿Que digo? La temporada nueva me tiene a mil aunque estoy pensando leerme de nuevo el arco de la insurrección en el manga.

Y cada que sale un nuevo cap del manga, no sé si alegrarme por eso o llorar por lo que seguro mostrará ;-;

Nos vemos