Era el decimoprimer piso.
Podía recordar eso. Recordaba también a Riku, y a Naminé. Recordaba a Donald y Goofy y recordaba lo que había pasado en los pisos anteriores, aunque mientras más se alejaba, más borroso se volvía.
Tenía una única carta en la mano.
La carta con las memorias del otro lado de su corazón, le había dicho Vexen cuando se la había dado.
No entendía claramente cual era ese "otro" lado, cuando no sabía que ese lado había existido para empezar, pero el camino para seguir era más que simple.
Pasaría ese piso y llegaría al doceavo. Y de allí solo sería cuestión de tiempo para recuperar a Riku y a Naminé. Luego solo quedaría buscar al Rey y podrían irse de aquel lugar.
Notó con alivio que el peso de la Keyblade en su mano, se sentía tan familiar como siempre se había sentido desde aquel primer momento, ya bastante tiempo atrás, en que la había obtenido por primera vez.
Lo había elegido, o eso le había dicho todo el mundo. También en varias oportunidades, la propia Keyblade se lo había demostrado. Y sabía que debía mantener un corazón fuerte para poder seguir adelante como hasta ahora.
Se acercó a la puerta y por alguna razón, su corazón comenzó a latir más rápido.
Lo primero que pensó, fue que era un bonito parque. Pensándolo bien, no recordaba haber estado allí antes. Y sin embargo, todo le era vagamente familiar. Supuso que había de ser algún lugar en el que había estado ya mucho tiempo atrás y que había olvidado.
Habían pasado un par de minutos y ninguno de los tres lograba llegar a un acuerdo sobre el origen de esas memorias que Sora no parecía reconocer.
Un poco de conversación, los había llevado a la conclusión de que se trataba de memorias que estaban ocultas en el fondo de su corazón. O quizá las verdaderas memorias. Quizá a su tiempo, todo volviera a su mente, como había sucedido con Naminé. Quizá solo debían avanzar un poco más para recordar todo.
Donald fue el primero en notar los edificios alrededor de la plaza. Sora estaba demasiado compenetrado buscando aquel lugar en sus recuerdos y Goofy... Goofy simplemente era Goofy.
Estaba aquel parque y alrededor habían varios edificios de tamaños diferentes, aunque con estilos similares entre sí. Había algo muy mal con ese lugar, aunque ninguno lograba definir que era.
Con sus amigos en la mente, Sora se acercó a la puerta más cercana, ubicada al norte, y levantó la Keyblade.
Una vez había estado en una habitación así... O al menos eso le decía su memoria. Reconocía la cama espaciosa, las cortinas cerradas y la luz de la luna apenas filtrándose entre ellas, recordaba el canto de los grillos y muchos detalles pequeños que le daban la más extraña sensación de dejá vù.
En un instante notó dos cosas.
La primera, Donald y Goofy no estaban.
La segunda, le permitió entender porqué se sentía tan extraño aquel lugar. No había un solo Heartless.
Inconscientemente afirmó su agarre en la Keyblade y se dio vuelta para salir.
