Disclaimer: la genialidad sadomasoquista de Shingeki no Kyojin le pertenece a Hajime Isayama.
Capítulo X
El primer pie izquierdo
5 de enero, 2018
Annie Leonhardt cerró los ojos un segundo, y luego dio un suspiro, por alguna razón que Krista Lenz ignoraba. Porque se veía casi cansada, de momento parecía como si estuviera armándose de paciencia para algo en concreto, algo profundo, casi íntimo. Que nada tenía que ver con querer razonar con su mejor amiga.
¿Por qué otro motivo iría a ver a Annie entonces, que no sea por Ymir?
Pero ese suspiro ocultaba cosas para Krista, ya que le pareció raro. Entonces, la fría chica rubia le lanzó una larga mirada, tan extraña como su suspiro.
Con cierta resignación que Krista tampoco sabía de dónde salió, abrió la puerta con la mano libre.
—Pasa— fue todo lo que dijo.
Krista la siguió, con cierta confusión por su actitud. Sí, Ymir era un hueso duro de roer, pero sentía que las cosas estaban demasiado pesadas ¡Sólo quería hablar con quien fue su amiga de la escuela! Ni que fueran a entrar a una sala de operaciones con un paciente grave.
Aunque muy a su pesar, Annie hubiese dicho que se sentía más o menos así. Krista no fue quien vio a Ymir queriendo saber a qué mierda estaba jugando durante años.
De repente, Annie se detuvo, Krista, que estaba cerca de ella, sintió el impulso de quedarse quieta también, y de alejarse unos pasos. La molestia de Annie antes de que Lenz la encontrara había evolucionado a furia silenciosa.
Revolvió el contenido de la bolsa plástica, sacó una lata de atún, Krista miró la fuerza con la que la apretaba. Connie Springer miraba la televisión sin notarlas, sentado en la mesa redonda (e incómoda según Ymir) en el pequeño comedor, con servilletas de cocina alrededor, tremendamente concentrado con aquella telenovela. Annie soltó aire por la nariz, recordándole a uno de esos toros de las plazas españolas.
Annie le lanzó sin demasiada potencia la lata, aunque estaba furiosa, provocando que Krista tuviera un respingo. Connie ahogó un gritito cuando la lata cayó cerca de él, golpeando ruidosamente la mesa, se levantó abruptamente casi derribando la silla en donde estaba. Miró la lata preguntándose que carajos hacía ahí, y reparó en la presencia de Leonhardt.
Hubiese replicado si hubiera sido Ymir, o hasta se hubiera enfrentado con ella. Pero no era Ymir, era Annie. Connie se irguió, tragando saliva. Annie estaba tan iracunda que Krista se sintió empequeñecer detrás suyo.
—Maldito enano calvo— aunque ya no tenía nada de esos dos aspectos —cuando se acabe la comida de la semana, compra o mínimo, avisa. O les voy a decir a Ymir y a ti que mejor preparen su comida— Annie no gritaba jamás, no hacía falta, la dureza con la que emitía esas palabras bastaban para minar el coraje de Connie, que se mordía el labio en gesto inquieto.
Hizo ademán de tomar otra lata y esta vez arrojarséla directamente, que para disimular su encogimiento ante ella se sentó de vuelta, mirándola con evidente nerviosismo. Parecía un niño regañado, no, un perro regañado.
Annie soltó un suspiro y presionó su tabique nasal con los dedos. Bajó la bolsa en la mesa, que emitió un par de ruidos metálicos. En las escasas dos semanas que vivían en ese departamento, dos veces habían recurrido al menú clásico luego de pagar cuentas: paté con pan felipe y Pepsi.
—Adelante, Krista— dijo Annie en voz pausada. De cualquier manera, eso la tranquilizó.
—¡Oh, Krista! ¡Ho... Hola, no te vi, disculpa!— Connie, sentado, apenas había reparado en la presencia de Krista. Estiraba el cuello para verla tras Annie— Ven, siéntate
Krista miró de reojo a Annie. Era baja, pero estaba más cerca de la estatura promedio que ella. Y luego saludó a Connie.
—Buenas noches Connie, disculpa por venir así de repente ¿qué tal?— dado que daba por sentado que Annie ya comprendía el porqué de su aparición frente al departamento y su, ¿podía llamarse urgencia?, en fin, ella no se haría problema con que entrara así como así. Pero cuando vio a Connie se encontró de repente avergonzada internamente por su impulsividad. Había veces en que la gente no quería recibir visitas y era muy incómodo.
—¡Hey! ¿a que viene esa formalidad?¡Siéntete bienvenida!— la jovialidad de Connie la hizo relajarse —Bueno, tal vez con Annie no
Annie fue hacia la cocina mirándolo con aquellos ojos afilados. Krista siempre había pensado que tenía una expresión aterradora, ahora que la ira volvió a ella momentáneamente era como ver a uno de esos inquisidores medievales. Enseguida Connie sintió una tensión en su espina dorsal, sin embargo no borró su sonrisa.
—Lo siento— soltó una risita de vergüenza al recordar la escena que la rubia más baja presenció —pero no tenemos... ejem, nada que ofrecerte a menos que te gusten los sándwiches de atún
—No te preocupes, ya comí— mintió, pero no tenía hambre.
A Connie se le reflejó el alivio en la cara, lo último que le ofreció fue una simple lata de Pepsi que Krista aceptó más por salvar a Connie de las miradas inquisitivas de Annie y de su vergüenza como compañero de cuarto que por sed.
Krista observaba a Connie. Ya no se rapaba, pero tenía el cabello muy corto; que para su sorpresa era bastante más claro de lo que pensó, los ángulos del rostro agudizados y estaba mal afeitado en la región de las patillas. Connie era la viva imagen en versión masculina de su madre, se parecía más a ella que el propio Eren a la suya.
Y antes se parecía más, porque la señora Springer era una mujer pequeña y hasta hace cinco años habían creído que Connie seguiría aquel mismo camino. Era el más bajo de su clase entre los muchachos, luego iba Armin, y ahora se encontraba con que era más de diez centímetros más alto que él. Era la mayor sorpresa que había tenido luego de la de encontrarse con Ymir en el mismo complejo de departamentos.
Mirándolo bien, Ymir y Springer estaban casi parejos en altura, siendo el joven más alto, pero no era nada demasiado particular, porque si no hubiese vivido años en el sedentarismo, Ymir sería más alta. Krista le tenía casi envidia, sin embargo tenía que reconocer que fue lo mejor, Ymir ya era bastante alta de por sí, no necesitaba estirarse más. En cambio Krista y Connie siempre habían tenido gusto por el ejercicio aunque Krista no había cultivado más que unos pocos centímetros que funcionaban como premio de consolación, en comparación a Connie.
Pero a él no le envidiaba. Ese crecimiento tremendo le parecía insano. La genética baja estaba con algunos Reiss, y su hermano, cercano a su edad, también fue un enano y pensaron naturalmente que lo seguiría siendo hasta que su estirón se presentó con algunos años de retraso. Empezó a crecer a los diecisiete, edad en la que mayor parte de los huesos estaban a punto de soldarse definitivamente, por lo que le provocaba mucho dolor. Y no podía dejar de pensar que eso pasó con Connie.
—Por cierto, Ymir no está— dijo Annie con simpleza al ver que Krista observaba una habitación, la que correspondía a Fritz y a ella, como esperando que la chica saliera de allí —Levi le dio un encargo
—Por cierto, Ymir está tardando— dijo Connie con un ligero remedo hacia Annie cuando se sentó en la mesa con ellos —no suele ser así
—No tengo problema en esperar— murmuró Krista con suavidad. Connie no se veía preocupado por la chica pecosa.
—Lo sabemos— comentó Annie con sequedad habitual. Connie observó la hora en el celular y se encogió de hombros. Hasta que sonrió con cierto toque misterioso. Se asemejaba a la expresión de la luna llena de WhatsApp.
Levantó un dedo al aire, como para señalar algo. Annie lo vio con indiferencia y Lenz con curiosidad.
—¿Crees que tiene novio?
La rubia pequeña enarcó una ceja. Y ella que pensó que Connie se traía algo romántico con Ymir. Se sintió estúpida. Annie, en cambio, fue su turno de encogerse de hombros.
—Ymir no ha tenido novio desde Marcel. Bueno, si a ese quieres llamarlo novio ...
Krista Lenz enarcó aún más su ceja. Del tal Marcel, si no calculaba mal, habían pasado no pocos años.
—Bueno, bueno— el joven agitó una mano —nueva conquista entonces
—Quien sabe...
—¿Ah?
Los dos se giraron a ver a Krista, que no ocultó su expresión de asombro. ¿Ymir?¿La segunda persona más indiferente con la gente después de su mejor amiga? Aquello le cayó como un abrigo demasiado pesado en los hombros. Fue la realidad. La realidad de que las personas, de que Ymir, habían cambiado con el tiempo. O que no conocía a aquella chica de las tardes escolares tanto como creía conocerla.
—Oh, Ymir está muy, muy lejos de ser puta y se le nota mucho. Pero no sabe de formalidades, por eso no lo llamamos «novio» pese a que dos meses juntos son técnicamente un intento de noviazgo— explicó la rubia de ojos fríos. Connie asentía con ligeros movimientos de cabeza —por cierto es una explicación, no tiene novio... al menos que yo sepa
—Aunque tuvo sus aventurillas hace unos años...
Annie apretó la mandíbula inconscientemente. Notaba la expresión de Krista y no quería, por nada del mundo, que su amigo soltara lo de Ymir de hace años. Sentía... sentía que esa revelación sería un intocable tabú, bastaba con ver su cara para saber que no le había caído bien saber o mejor dicho descubrir, un rasgo desconocido de Ymir Fritz.
Aunque al escuchar las palabras de Annie, Krista no pudo evitar sentirse preocupada. Marcel al parecer le afectaba demasiado aún, pese al tiempo. La mayor parte de la gente daba por sentado que una desilusión durante de la adolescencia es común, y sí, lo era, pero no creía que algo así pudiera afectar para siempre a alguien. Y pese a no haberlo vivido, Krista no podía dejar de pensar cuán equivocada estaba esa gente.
El ruido de la puerta abriéndose los interrumpió y Annie sabía que Ymir la querría matar. La mencionada había entrado con algo de nieve en el pelo, cosa que los extrañó ya que esa noche no estaba nevando.
Por primera vez en todas las pocas veces en que vio a Ymir luego de cinco años, observó que tenía un semblante sutil, apacible, casi alegre en lugar de la expresión seria e irónica, bastante más dura que la que poseía en tiempos del colegio. Extrañaba esa cara muchísimo y sintió que debió apreciarla un poco más porque desgraciadamente en cuanto notó su presencia su rostro se torno tan frío como siempre, pero sus ojos, sus ojos revelaban algo más, algo profundo que Krista no conocía y no estaba segura de querer hacerlo.
Y una vez más, se preguntaba qué le había pasado a esa mujer en esos cinco años para tener esa mirada de tigre enjaulado. Cada vez que la veía, perdía todo el deseo de reprocharle algo y ganaba el de colocar sus manos en sus hombros para confirmar si estaba bien.
—Hola— murmuró con una sequedad que parecía dicha por la propia Annie Leonhardt.
Connie la saludó con buen humor, antes de percatarse del estado actual de ambas y la rubia sombría lo hizo con simpleza. Pero Krista la miró largamente y tuvo que aguantarse un arranque de efusividad por su llegada, al notar que el humor de Ymir se había descompuesto.
—¿Te encontraste con ese rubio otra vez no?— preguntó Connie con cierta diversión —Avisa así nos devoramos tu parte de la cena
Ymir rió con una expresión extraña en el rostro, que no pasó desapercibida para Lenz, que analizaba cada detalle de su cara. Por un lado, el malestar que le producía la presencia suya y por el otro el gusto dejado por el lugar donde estuvo.
—He estado con un moreno de ojos verdes
Krista volvió a arquear la misma ceja, con la sorpresa marcada en la cara, casi con cierto escándalo. No era puritana, por supuesto que no, pero nunca se imaginó a Ymir con ese tipo de soltura.
Por un momento Ymir se fijó en la reacción de la chica y en el efecto casi satisfactorio de ver esa expresión. Sin embargo, su sobrino le resultaba sagrado y no utilizaría la descripción de su apariencia ni para malentendidos de ese tipo.
Se aclaró la garganta.
—Me refiero a que visité a mi sobrino
—¿A esta hora?— ahora fue Connie quien arqueó una ceja.
—Lo que sucede es que— dijo Annie con las manos cruzadas sobre la mesa, en sus odiados(por Ymir) aires de sabionda —mañana es Día de Reyes e Ymir seguro se olvidó y decidió comprar algo y llevárselo antes que nada.
La joven se mordió el labio, ceñuda y a riesgo de ruborizarse por la revelación dada por su mejor amiga. Odiaba que la conociera tan bien junto con sus debilidades. Se guardó bien el comprobante de venta que sobresalía de su bolsillo trasero, irritada porque borró su imagen típica y con la odiosa mezcla de emociones no revueltas, sino tiradas a un jodido mezclador con grava y cemento, cuando miraba de reojo a Krista.
Que por cierto agradeció ver toda su cara en el momento en que Annie mencionó a su sobrino. No por burla, no por regocijo de superioridad como Ymir, sino porque vio que tenía un lado dulce e inesperado por todo el mundo, y que ella aún a pesar de los años pasados, conocía y pudo observar que aún lo tenía.
La pecosa chasqueó la lengua en una manía contagiada por su jefe Ackermann y se sintió obligada a sentarse en esa misma maldita mesa, apartando la silla y sentándose en ella con brusquedad.
Krista siempre había sido muy expresiva a diferencia suya y por supuesto que vio la cara que puso cuando la vio avergonzarse y algo dentro de Ymir tiró de una lado a otro, dos partes golpeándose entre sí, arañándose y tratando de someter al otro con testarudez. Con tanta fiereza, que a Ymir, el «titán» de la escuela secundaria, le dio dolores de estómago.
En dos parpadeos Annie tomó cuenta de todo esto y en el segundo, miró a Ymir.
No necesitaba que lo dijera.
«Te afecta, ella todavía te afecta»
Ymir repitió una maldición mil veces en su mente y cerró el puño tan fuerte que sentía como sus cortas uñas se clavaban dolorosamente en la palma. No miraba a Krista a la cara.
El clima del comedor se volvió pesado, tanto que hasta Connie sentía como mil kilos en los músculos de los hombros y la espalda y se percató de que nadie decía ni una palabra. Ni él, él más extrovertido de ese departamento.
—¿Qué tal los estudios, Krista?— Connie se sintió estúpido al formular dicha pregunta tan trillada.
Pero Krista parecía ser la última persona a la cual le disgustara; era como preguntarle a Ymir cualquier cosa sobre zoología —¡Oh, me va muy bien! Las vacaciones serán la próxima semana, así que estaré más tranquila
—¿Ustedes tienen vacaciones? No lo sabía
—Sip, quince días en invierno. Es porque el frío y la nieve se vuelven pesados en enero, aunque este año... — ese año quizás los profesores mirarían con desdén enero, por que el clima no sería como el pasado. O sería así si algunos no estuvieran también hartos de las clases —¿Ustedes no las tuvieron?
Connie no la miró a la cara, pero sonreía ligeramente, con incomodidad. Annie asintió, e Ymir sólo hizo un movimiento afirmativo con la cabeza, con la tentación de sacar su celular para distraerla de la presencia de la rubia.
—Yo me estoy tomando un año sabático...— murmuró Connie.
—¿Un año?— preguntó Annie de manera casi irónica. Por su voz monótona era difícil saberlo.
—¿Cuál de todos, Connie?— dijo Ymir sin sonreír, pero con tono mordaz. No por tener a la chica que la volvió masoquista involuntaria frente suyo dejaría escapar una oportunidad de joderlo.
—¡Cállate, bruja! Ejem... lo que pasa Krista es que...
—Connie no está en la universidad ¿Qué? No es para tanto, Connie— mencionó Annie, viendo a Connie molesto y ruborizado, hasta que este, sin más, suspiró.
Ymir bajó lentamente la mano que estaba apretada en un puño hasta el bolsillo donde estaba el celular, hasta que Annie le sujetó el brazo con firmeza, bajo la mesa. La chica de pecas tuvo que ahogar un gruñido.
Maldecía una vez el momento en que Annie aprendió la cordialidad en esos cinco años. Bueno, la realidad es que había madurado mucho antes. Y consideraba que esa no era la forma de reaccionar. Estaba en lo correcto.
—Bueno— empezó Connie, con cierta dificultad —yo trabajo y... me va bien allí
Los años sabáticos que Krista había temido para Ymir le habían sucedido a Connie. Al principio, Connie había querido trabajar durante un año antes de ir con todo a estudiar, como muchos. Antes de darse cuenta ya habían pasado tres años. Fue más por irresponsabilidad suya que por falta de recursos que no intentó hacer el examen de ingreso. Por lo menos en su trabajo; en una empresa telefónica cerca de donde trabajaba su mejor amiga, Sasha, en un café, le iba bien, como ya lo había dicho. Lo suficiente como para haberse comprado un auto.
Además, Connie nunca fue muy avispado. No estaba seguro de cómo le iría en una facultad. Esa era su preocupación.
—No está mal Connie, no tienes porqué preocuparte— lo tranquilizó la chica baja.
El celular de Ymir sonó, un mensaje. Lo suficientemente fuerte como para dirigir la atención hacia Ymir.
Hasta a Annie le sorprendió esa expresión de piedra. Y de repente, cayó el silencio.
Podrían tener miles de temas de los cuales hablar luego de cinco años, pero ninguno salía a flote. Connie carraspeó.
—Bueno, he pensado... que si alguna vez estudio, sería en la facultad de deportes— notó la mirada de todas en él —digo, no soy lo mejor pero...
—Tú eras muy agil, Connie y rápido, eso te suma puntos
—Creo que era la única ventaja de mi altura, je ¿Te acuerdas que ganamos la Competencia Intercolegial de 2do. año sólo porque había llovido y el que iba superándome resbaló?
El recuerdo causó cierta gracia. Mikasa era la deportista nata, el as bajo la manga del colegio. Y el resto de colegios de la zona sabían que era completamente inútil intentar algo siquiera, contra su secundaria. Pero en cuanto se enteraron que Mikasa había salido días antes para ir al extranjero, creyeron que esa sería su semana de suerte, y por primera vez, los chicos no supieron qué hacer.
El segundo más rápido cuando se trataba de corridas era Connie, aunque Eren, si bien no tenía las mismas destrezas, era más resistente. Los bajos ánimos del colegio y la clase 1.04 descendieron aún más viendo a los competidores de las otras escuelas.
—No anunciaban chaparrones ¿te acuerdas? Pero a eso de las cuatro de la tarde cayó un temporal, duro poco pero fue muy molesto
—Y ahora por poco no lo pones en un altar— Annie se metió en la conversación, como pasaba cuando se hablaba de deporte.
—Ajá— y Connie rió.
Esa primavera seca sorprendió con un molesto temporal que dejó el ambiente húmedo y cálido, pero desagradable. Ymir se acordaba, se llenó de sudor en pocos minutos y maldiciendo, tuvo que irse a los vestuarios a cambiarse. Maldijo aún más cuando se perdió el resbalón del alto, esbelto y arrogante chico rival en la corrida, ése, que le cayó mal nada más verlo. Se alivió un poco cuando vio que Annie lo captó en video.
Aún lo guardaba.
—Pero las corridas no fueron la gran cosa— siguió el muchacho —sólo lo parecía porque fue la última competencia ¿no? Lo espectacular fueron los partidos ¡Y no olvidemos las luchas!
Annie Leonhardt, «le dicen la perra de hielo» por parte de Ymir, levantó las finas cejas un instante, con un brillo poco común en sus ojos claros. Su radar localizó algo, pensó.
—Esa fue la mejor de todas
Los partidos de fútbol nunca fueron demasiado apreciados en su escuela, extrañamente en comparación con las otras de la región. Lo que a los chicos les gustaba era el básquet, el béisbol, algo de rugby y fútbol americano.
Mikasa tenía múltiples habilidades; así como corría velozmente, también marcaba goles y acababa con cualquiera en las luchas libres. No podía jugar en cada una de las competencias pero bueno, la clase 1.04 al menos contaba con otros deportistas buenos, y casi buenos, entre los que se contaban Eren, Krista y Armin. Ymir no pintaba en eso. Ymir pertenecía al grupo de chicos que cuando no había ningún partido interesante que ver, vagaba por ahí, conversando y riendo por cualquier cosa.
Fueron épocas buenas, que no volverían jamás. Ese fue el último Intercolegial que disfrutó Que disfrutaron en paz, ella... y Krista. No le gustaba hablar de la época escolar por eso mismo, todos esos recuerdos bonitos le pesaban demasiado, eran muy dolorosos. Porque finalmente le habían parecido que estaban parcialmente consumidos por un incendio un día frío de diciembre, y estaban manchados por las cenizas.
Cenizas que habían dejado un rastro, hasta ahora.
—Fue que Annie la derrotó...— escuchó a Krista, Annie era la perfecta rival de Mikasa, pero para la desilusión de todos, especialmente de Ymir, jamás llegaron a luchar. Mikasa hacía gala de su resistencia y fuerza física; Annie de su destreza en las artes marciales. Si había algo de lo cual Ymir se arrepentía, era de no haberle pedido jamás que le enseñara.
—Creo de entre todas las competencias, lo de Annie no nos preocupó— mencionó Connie.
Mientras Mikasa estaba fuera, una de las candidatas fue Annie. A diferencia del resto de chicos de otras disciplinas, nadie se desesperó por el futuro de las artes marciales. Por algo Annie era la digna adversario de Mikasa Ackermann...
Los que si creyeron que debían preocuparse, fueron las escuelas rivales.
Ymir soltó aire por la nariz suavemente, sintiendo un cierto hormigueo en el brazo izquierdo. Sentía la mirada de reojo de Krista casi siempre, pero algo que la incomodó fue que dirigió su vista un par de veces a sus manos, a las cicatrices.
Para su odio, Lenz había tenido cierta razón al preocuparse. Las heridas casi necesitaron una sutura, y no se lo dijo a sus compañeros de cuarto para no preocuparlos inútilmente; tuvo que ir a la casa de sus padres por algo de aloé y no recordaba que planta para que se curaran rápido. Su madre tenía motivo de tener esas macetas a salvo del frío.
Annie conversaba algo más que en ese momento no le interesaba a Ymir sobre luchas, que alguien relatara sus proezas la hacía sentirse satisfecha, aunque no lo demostrara normalmente. Solo que Ymir sabía leer la satisfacción en su rostro.
—¿Te acuerdas que el tamaño de Reiner sólo servía para el fútbol?— comentó Connie, divertido.
Krista rió —¡Me acuerdo demasiado bien! Y eso que entre los muchachos ustedes lo veían como el hermano mayor ejemplar
La chica pecosa sintió un regusto amargo en la boca, y Annie lo notó. Y eso, eso era lo que temía.
La satisfacción se borró de su rostro.
Connie no reparó en Ymir no volvió a hablar en todo ese tiempo. La rubia pequeña si lo hizo, pero no conocía la verdadera razón de su estado y de porqué se había vuelto aquella persona tan hostil en la actualidad.
—Reiner es enorme, pero sabemos que Mikasa y Annie lo derribaron como si fuera mucho más pequeño que ellas ¡y eso que en esa época era más musculoso que ahora!— fue el comentario de Krista y todo lo que soportó Ymir.
Apretó los puños tanto que sus uñas se quedaron marcadas un buen tiempo.
—Oh, bueno— dijo Ymir de manera tranquila, casi pacífica.
Apoyó las manos sobre la mesa tan calmada como la manera en la que habló, y se levantó, firme y tratando de no verse brusca. No por educación, sino porque no quería que nadie viera el verdadero infierno que tenía por dentro.
Metió las manos en los bolsillos y observó a todos con un mirada aparente de apatía, misma mirada que se demoró unos segundos más de lo que quisiera en Krista. Y se fue a la habitación, en medio de las recriminaciones de Connie y cerró la puerta tratando de no hacer ruido.
—Esa hija de puta... ¿qué mierda con ella?— murmuró.
Annie se limitó a pasarse una mano por el rostro. Se lo esperaba. Springer hizo ademán de levantarse pero la rubia le sujetó el brazo. Luego le dedicó una mirada de disculpa a Krista.
Lenz se pasó una mano por el pelo, aquello la había dejado helada.
Había descubierto que sea lo que fuera que pasara con Ymir, era mucho peor de lo que esperaba. A partir de ahora, debería prepararse para los futuros dolores de cabeza y malestares que esa mujer le haría pasar.
El karma, despiadado, empezaba a manifestarse sin que lo empezara a notar.
Heeeello, he vuelto!
Este último mes casi he muerto de estrés pero ya aparecí para dar cap nuevo como regalo atrasado de Navidad y como forma de cerrar este año.
Realmente me cuesta un montón creer que este fic ya lleva más de un año. Y déjenme confesarlo: llevo varios años leyendo fics pero jamás pensé verme a mí misma escribiendo.
Luna del Desierto: gracias por el ánimo! esto me motiva a seguir mostrando un poco más de esto al mundo! me alegro que la tía Ymir te guste xD jamás pensé realmente que mi escritura podría llegar a resultarle así a alguien, lo juro
Ah! los detalles escabrosos de Ymir 7u7 xD
Gracias por todo! Saludos y un abrazo!
Una Berkiana Mas: Sentite libre de decir todas las groserías que querés mija! Soy igual!
¿Porqué te dejo así? Pues, Isayama es mi pastor(? esa es la respuesta, ok no. La verdad lo admiro mucho, eso sí.
La realidad es que Krista, pos, ya viste. Lo tendrá medio complicado con esta Ymir que se empeña en ser terca. Pero en fin, te advertiré que no se dará por vencida, como Naruto con Sasuke(? Un dato curioso es que Ymir si bien no quiere mocosos, es del tipo de persona que solo soporta y adora a su sobrino
Gracias por el review y un abraz!
En fin, les deseo un Feliz Año, diviértanse, beban con moderación, no se involucren tanto en las luchas por el terreno de su abuela(?, cuídense de sus ex que les felicitarán como excusa por el nuevo año y no se vuelvan virales por cómo amanezcan! Nos vemos!
