Disclaimer: sólo diré que pertenece a la llama
Capitulo XII
Subir y bajar
9 de enero, 2018
Se supone que debía hacerle la maldita entrevista a Andrew Brzenski mañana, pero Levi le había llamado a mitad de camino de la Universidad y le había ordenado que lo hiciera hoy, en caso de que no se alargara su asunto con Hanji.
Y como fue así, allí estaba Ymir, en el auto de su hermano compartiendo espacio con la mujer responsable de que su cabeza quiera explotar.
Suspiró brevemente por undécima vez en todo lo que llevaba metida allí. Joder. Eskol Fritz conducía con toda la tranquilidad del mundo e Ymir lo miraba con odio, que Krista podría calificar, de infantil.
Pero bueno, la rubia estaba extrañamente feliz de estar allí.
Pese a que Krista poco y nada sabía de autos, con solo ver el coche negro de Eskol se dio cuenta que era un modelo un tanto costoso. El interior era sumamente confortable y cálido, que parecía empujarla a recordar bonitos momentos hace años, sin saber porqué. Quizás porque Ymir estaba allí y no se veía tan arisca como siempre.
Eskol era un hombre simpático, con el que sus estudiantes adoraban conversar. En poco tiempo se ganó un lugar en la Facultad de Medicina pese a que era su primera vez enseñando. Así que Krista había terminado por convertir sus clases en sus favoritas.
Aunque ella nunca había familiarizado con él como lo hacían sus compañeros; los veía reír, bromear abiertamente con el doctor. Hubiese querido hacer lo mismo, ya no solo por sus sospechas sobre una relación ya confirmada con Ymir.
De ahí a que se sintiera tan a gusto en ese lugar, pese a sentir una tensión proveniente de Ymir, que esta vez, no podía diseminarse por todo el lugar como en ocasiones pasadas. Se debía en gran parte a ese hombre, que gustaba de conversar y le tiraba la lengua a Ymir para que lo hiciera. Enseguida se dio cuenta que ella cedía sin mostrarse tan hosca y eso le sorprendió un poco, porque pasaba con demasiadas pocas personas. Y sospechaba por la forma en que Ymir, siendo adolescente hablaba, que no hacía falta ver a sus padres para darse cuenta que la relación con ellos era muy diferente.
—¿Hablaste con mamá y papá estos días?— preguntó Eskol.
—Una que otra cosa en el WhatsApp. Nada importante
Krista de repente se percató de que Ymir no había mencionado a sus padres desde que se encontraron a fines de diciembre. Por su manera de hablar, al parecer, su relación no había tenido grandes cambios, como lo suponía.
—No es como que sepan usarlo mucho...
—Uno lo pensaría de ti también
El vehículo dio con un semáforo en rojo y se detuvo. Eskol aprovechó para verla por encima del hombro con falsa indignación.
—¿Qué te crees mocosa? No soy tan viejo— y sonrió irónicamente.
—Por el momento no has venido a preguntarme cómo se utiliza tal App, ese es tu único punto a favor— e Ymir dio su típica sonrisa afilada. La sonrisa de Ymir era menos juguetona y más helada, pero se notaba por su mirada que sólo estaba bromeando.
Eskol era dieciséis años mayor que Ymir; cosa que se sorprendió de haberlo recordado tan bien junto con cualquier asunto sobre ella, lo que significaba que Eskol debería tener casi cuarenta años. Pero aparentaba como mínimo diez menos.
La realidad era que, no sólo Krista tenía interés hacia Eskol sobre Ymir, sino que era viceversa.
—Krista.. — dijo Eskol con tacto.
Ymir fingía mirar por la ventanilla el ambiente nevado, la rubia la notaba incómoda y estaba un tanto rígida. Por un lado la presencia de su hermano la ayudaba a soltarse un poco más. Se acomodó un mechón largo detrás de la oreja. Su cabello castaño siempre había tenido un aspecto fino y suave que resaltaba más ahora porque estaba largo, tanto que a Krista le daban ganas de tocarlo o peinarlo y no lo hacía porque pensaba que a Ymir le disgustaría. Lo que no sabía es que ella sí se hubiera dejado.
—Me imagino que eras compañera de esta mocosa durante el colegio— de inmediato Ymir dio un pequeño respingo al escucharlo.
«Fuck»
—Ella y yo fuim...— empezó Ymir, murmurando.
—Somos amigas— se sorprendió hasta ella misma, Ymir la miró con la boca entreabierta unos segundos —Íbamos a la misma escuela, es verdad
—Creo que Ymir nos llegó a mostrar algunas fotos tuyas... ummm... si mal no recuerdo— dijo Eskol, la luz cambió de amarillo a verde y aceleró.
Krista observó a Ymir; que por su parte tenía la vista fija al frente, en su hermano mayor.
La rubia se alegró mucho.
—¡Sí, nos sacábamos muchas! Creo que también las subimos... la mayoría las tenía Ymir— Krista tenía unas pocas guardadas en lo más profundo de su Facebook. Sabía que la chica de pecas había subido gran parte de las que tenían a su perfil, que nunca más la rubia volvió a encontrar.
—¿En serio muchas? Yo vi pocas, pero le gustaba mostrarlas ¿no, Ymir? Me extraña, sabes, tú odias que te tomen fotos— rió de manera agradable —ése fue el eterno problema con mamá. Tanto que adoraba tomarlas...
—Recuerda que a mamá tampoco le gusta salir en ellas— dijo Ymir, que estaba hablando sólo cuando su hermano le dirigía la palabra, cosa que a él le estaba extrañando —Paradojas
—Es igual a ti— La chica miró a la bajita como si fuera el asiento el que comenzara a hablar, porque no habían interactuado cara a cara— amabas tomar fotos
—Sigue siendo así— dijo lentamente, en voz baja.
Lenz se sintió demasiado satisfecha, casi demasiado alegre al confirmar que Ymir no había cambiado aunque sea ese rasgo. Le parecía exagerado sentirlo así, pero no le importó, al menos de momento. Porque a Ymir le apasionaba la fotografía.
—Te gustaba tomar las fotos de los paisajes, árboles y animales
—La naturaleza, sí
—¿Te acuerdas que discutías con Eren porque no querías tomar las de la clase? Él insistía en que lo hicieras porque las tuyas siempre tenían buen ángulo. A la final sólo me las tomabas a mí. Bueno a Connie y Annie apenas siempre y cuando fueran pocas y el resto de la clase debía sobornarte
—Cuando fue... cuando fueron los Intercolegiales de tercer año gané una buena cantidad— fue un murmullo, pero Krista aún la conocía lo suficiente para saber por esa pequeña sonrisa que estaba bastante satisfecha de sus fechorías.
—Decías que odiabas gastar el espacio de tu cámara en cualquier cosa...
—Por eso les cobraba, nadie me repondrá las memorias
Eskol arqueó una ceja mientras nadie lo veía. Sí, lo que dijo esa rubita era verdad pero su hermana menor era ciertamente muy celosa de sus objetos, posiblemente más de lo que su amiga pensaba. Ymir Fritz le tomaba fotos a todo lo que ella nombró, pero detestaba servir de fotógrafa de la gente, cuando se trataba de su cámara al menos. Él debía estar rogando para que lo hiciera y a la final, tuvo que comprarle una memoria aparte. Al único que se las sacaba por su propia cuenta fue a su sobrino.
Ymir no le tomaba fotos a nadie jamás con su propia memoria.
Rareza, pensó.
—A veces pienso que tenías potencial para mafiosa— dijo, interrumpiendo a las chicas, girando en una curva.
—Con eso compré un regalo para tu hijo, no digas que no le di un buen uso
—Ymir, compraste dos libros sobre Juego de Tronos con eso. Oh, recuerdo cuando vendías útiles escolares en tercer año de manera ilegal, los profesores te mantenían vigilada para agarrarte con las manos en la masa y uno de ellos te cubría porque le traías reglas, carpetas y bolígrafos
—Hey...
—Me regalaste bolígrafos sin cobrarme...
—Ya no hago eso, soy como Davos...
—¿Tú no eras la que le decía Seaworth? Porque Ymir decía que una amiga la había llamado así una vez y desde entonces le dijimos así un tiempo luego de decidir que debía hacer lo mismo que él— comentó el hombre, había poco tráfico y podía hablar con tranquilidad sin enfocarse tanto en el camino.
—Yo tenía un señor que me diera títulos a cambio de mis dedos...
—¡Sí, fui yo! ¡Y por la misma razón!— Krista la miró jugueteando —¿No me estás mintiendo y realmente dejaste de ser una contrabandista?— y le sonrió.
Ymir se incomodó ante tanta soltura, sentía su corazón latir de manera rara. Krista solía sonreírle a menudo antes y ahora demostraba que seguiría haciéndolo.
¿Cómo debería reaccionar?
—¡Ahhh sí!— dijo Eskol alegre, de repente —¡ahora te recuerdo, Ymir solía hablar mucho de ti!
«¡Nderakore* Eskol!» Ymir se llevó una mano a la frente con fuerza.
...
Eskol y Krista parecían llevarse muy bien para su gusto. En el transcurso del pequeño viaje se había enterado de que evidentemente, no habían tenido contacto en cinco años y su hermano la miraba como si hubiera sido una cruel traidora. Se notaba que le agradó la rubia. Bah, Lenz tenía cierta habilidad para caerle bien a los demás, como Eskol y con la cual ella no nació favorecida. La diferencia: él si era extrovertido y estaba lleno de amigos en comparación a la enana.
—¡Cuídense chicas! ¡Ya está oscureciendo y más que nunca les recomendaría que vayan juntas!— se despidió su hermano después de que Krista cerró la puerta del auto.
—Ugh— soltó lo suficientemente bajo para que nadie la escuchara.
Y allí estaba Ymir, al lado de una rubia una cabeza más baja(quizá hasta más, no se tomaría el tiempo de medirse entre sí), parada frente a una cafetería pequeña, pero que tenía cierta imagen sofisticada; compitiendo con la mirada con un perro que le empezó a ladrar sin parar desde que se acercó al local.
—Más vale que ese bastardo atienda— murmuró alejándose mientras se tapaba un oído para hablar por teléfono con el tal Andrew.
Krista, por el contrario, se quedó observando el barrio en el que estaban. Las casas, grandes en su mayoría pero también pequeñas de la zona residencial y los escaparates de las tiendas y edificios tenían un aspecto que podía considerarse lujoso, a diferencia de los otros distritos cercanos a Sina, y eso únicamente era por la alta actividad comercial de la zona. La gente verdaderamente rica sólo vivía en Sina, específicamente Mitras; Stohess era la excepción entre los distritos. La gente que sólo conocía aquel, tendía a sorprenderse cuando iba a Orvud, Ehrmich o Yarckel, que no eran diferentes de Karanese.
Esa era una cafetería de aspecto acogedor, por fuera, tenue pero agradablemente iluminada, según veía. Ymir apartó el aparato luego de colgar, chasqueando la lengua. Segundos después, un hombre no mayor que ellas abrió la puerta de vidrio, con una sonrisa. Ymir avanzó unos pasos y Lenz la siguió.
—Hola Ymir— su voz era como un atractivo ronroneo— siento hacerte esperar.
La mencionada le dedicó una mirada de pocos amigos —Ya, salte del camino y saca a ese perro— esa era la zona donde los dueños de animales tenían su lugar junto a sus mascotas— me congelo
—Es el perro del dueño
—Pues, llámalo, conchesumadre— el perro era pequeño, de esos que daban risa cuando se enfadaban y comenzaban a ladrar. Ya todos lo conocían de sobra para saber que sólo era escandaloso, no mordía a nadie y se volvía un tierno peludito en cuanto alguien, quien sea, le diera croquetas. El muchacho llamó al dueño, que vino de inmediato y se lo llevó pidiendo disculpas.
Andrew Bzrenski dirigió su mirada a Krista, con divertido interés —¿Quien es tu amiga?
—Alguien a quien no le importas— apartó al joven con un brazo y él rió —por desgracia mi asunto es contigo
Andrew volvió a reír y no volvió a mirar a Krista. Ymir se adentró primero en el local seguido por él y por último, Lenz, que lo hizo con algo de timidez; conste que esa cafetería se veía bastante amena y sencilla en comparación con las que se solían ver en Stohess, pero no podía evitar sentirse extraña en un lugar así.
Ymir suspiró —Krista— habló —será un entrevista así que necesito confidencialidad ¿sí?— estuvo tentada a agregar un "lo siento" pero no lo hizo. Su tono había sonado bastante seco y no estaba segura si estaba bien así o no.
—Uh... claro
Los dos se alejaron considerablemente de ella, en la última mesa en un rincón, por su parte, Krista se quedó en una mesa cercana a la entrada. De inmediato el aroma a café recién hecho y masas dulces le llenaron las fosas nasales. Dirigía una mirada hacia el exterior para verificar si nevaba, y otra a Ymir de tanto en tanto, porque el malhumor de la susodicha era evidente. Un joven con el típico delantal del uniforme apareció para preguntarle amablemente que apetecía. Hubiera dicho que cualquier masa con crema pastelera y un café moca hasta que vio los precios, después de todo estaba en Stohess. Optó por un café.
Andrew Bzrenski era un modelo masculino que había empezado su carrera hacía no mucho tiempo. Rubio también, pero de ojos grises, de piel bronceada que Krista envidiaba, muy alto y un tanto robusto, Andrew era mitad polaco y había nacido en Cracovia, junto con su hermana mayor, Riko Bzrenska, la estricta oficial de policía que Ymir veía de vez en cuando. Era difícil creer que eran hermanos.
—Lo tengo todo— dijo Ymir guardando su celular con la grabación de la entrevista, se lo mandaría luego a Levi, una vez que el enano de su jefe diera su visto bueno podía ponerse a escribir mañana. Habían estado allí casi una hora —por fin, ahora si podré largarme
—¿Siempre eres así de grosera?— aunque Andrew parecía divertirse bastante con su actitud.
—¿Siempre eres así de molesto?— se levantó de su asiento tomando su bolso, Andrew se levantó también —Siendo así como esperas que te haga caso, me pregunto
Ambos comenzaban a caminar hacia la puerta. La mayor parte de las mesas estaban vacías, debido a la hora. Esa aparente quietud acabaría en un par de horas con la gente saliendo de su trabajo o estudio.
Ymir no soportaba a ese bastardo atractivo de Andrew y tenía motivos un tanto ilógicos para muchos y comprensibles para unos pocos. Quizás, por ciertas acciones de ambos...
Krista estaba matando el tiempo en su celular, en parte su mente navegaba en el hecho de que mañana cumplía años. Con el paso de cinco años había empezado a tomarle menos importancia a la fecha, hasta el punto que se acordaba de ella faltando apenas unos pocos días, sin contar que después de cumplir veinte y tiempos de no tener a algunos de sus seres queridos cerca, empezó a perder entusiasmo. Al notar unos pasos y susurros, levantó la cabeza del Facebook y se encontró con los dos jóvenes.
Ymir parecía estar molesta e incómoda con la excesiva cercanía de Andrew, que tenía esa manía de hablar como un ronroneo sensual. Ymir le estaba diciendo que era un hijo de puta molesto, con evidente fastidio. Él la tomó de la cintura y escondió su cara en el cuello de Ymir. Ella lo apartó con una mueca de sorpresa, más enojada consigo misma que ofendida.
—Hijo de perra... —apretó los dientes furiosa, pero con cierta vergüenza —¡Te dije que dejaras de hacer eso!
Él levantó los brazos y sonrió, con cierta satisfacción por molestarla.
—¡Mucho menos que lo hagas en público! —amenazaba con subir la voz peligrosamente —¡Ya te he dicho que mi imagen...! Ah, Krista —paró de recriminarle en seco y decidió mejor aguantar las ganas tomar la mesa más cercana y tirársela
—Ehhh...
El silencio se hizo. Algunos clientes y el joven que atendió a Krista los miraban, unos sólo trataban de disimular sus risas.
—¿Terminaste, Ymir?
—Sí, Krista
—Fue un... placer haber sido entrevistado por ti, Ymir— dijo Andrew con simpleza, como si la cafetería no estuviera divirtiéndose a su costa.
—No digo lo mismo— le enseñó el dedo medio con disimulo. Andrew volvió a reír —Vamos, Krista
Luego de eso, Krista no sabía muy bien como despedirse del modelo.
—Ehh... adiós Andrew, fue... fue un gusto
—¿Ves Ymir? ¿Qué te cuesta ser tan educada como tu linda amiga?— la llamó linda, pero en ningún momento apartó su mirada divertida de Ymir.
—Vá-mo-nos— inconscientemente tomó a Krista del brazo, que se sorprendió ante la acción. Normalmente Ymir se apartaba como si estuviese analizando un tubo de ácido— que no quiero ir a la cárcel aún
Luego, ya afuera, la mujer se dio cuenta de que la agarraba y la soltó abruptamente. No se paró a pensar en si fue brusca o no, o se sentiría mal consigo misma. Ya estaba oscureciendo, y sopló un brisa fría.
—Ese hijo de la gran puta...— gruñó.
Krista se quedó pensando en aquel momento incómodo. Andrew era un atrevido maleducado, pero no un patán. Porque se notaba que todo lo que hacía era para molestar a Ymir; las insinuaciones hacia ella fueron para eso ¿él quién era para la pecosa? La incomodaba un tipo así, pero no más a que Ymir.
No se podría llamar a lo que él hacía acoso, se notaba al ver a la chica.
—¿Andrew es algo de ti?— sintió una necesidad obvia de preguntar, pero en cierta forma le extrañó un poco. Aunque por otro lado ¿a quién no? Era también, porque empezaba a notar como aquel muro invisible quería levantarse de nueva cuenta y quería impedirlo.
Sintió una vibración, revisó el aparato y se encontró con un mensaje de Eren: «Mañana hablamos»
Ymir mostró amargura en el rostro. Sin embargo ¿decírselo a ella? Bueno, decírselo a cualquiera, no específicamente a la rubia. Se quedó en silencio unos segundos, pensando, hasta que Krista pensó que no le contestaría. Puesto que Ymir se había vuelto silenciosa y no empezaba nada por su cuenta y cuando contestaba lo hacía de forma fría, tanto que no le sorprendería que empezara a dejar de hacerlo y pensar en eso le dolía.
Pero habló, aunque vacilando.
—¿Cómo decirte? No es algo delicado para nada pero...
—Si no quieres decirlo...
—Andrew y yo nos acostamos algunas veces antes
Ok...
Le costó un poco decirlo, mucho menos que a otras personas, claro. A Annie y Connie por lo general les decía como si fuera que hablaba del clima. Aunque con Lenz siempre había tenido cierta reticencia a hablar de sexo con la libertad con la que lo hacía con sus amigos y nunca supo porqué, aún ahora luego de años. Después de todo, Ymir se caracterizaba por hablar así.
De todas formas, se encogió de hombros en señal de querer restarle demasiada importancia. Krista, por su parte, la miró fijamente. Nunca terminaría de sorprenderle la gente que hablaba de sexo de la misma manera que uno habla sobre algo que desayunó o cuando se bañó. Más cuando lo hacía dentro de un bus rodeado de toda la gente que había terminado sus horarios de trabajo. Sentía como si hubieran reventado una de sus pequeñas burbujas... este mundo y su gente pervertida.
—Fueron deslices, lo admito. Tengo parte de la culpa— prosiguió —y eso afecta mi orgullo ¿sabes? Se supone que Levi Ackermann confía en mí porque tiendo a ser indiferente con todos; básicamente significa que no iré de aquí para allá cogiendo, me resulta absurdo ese mundo
—Entonces... entonces ¿significa que puedes llegar a perder tu trabajo por algo así?— no supo qué más decir. Levantó las cejas al verla sonreír como siempre.
—Nah, será un gran «te lo dije» por parte de Levi. No le daré esa satisfacción al enano ése. Hablo de mi orgullo, se supone que no terminaría en una aventura con alguno de esos futbolistas o modelos plásticos y mira, me acosté con ése. A muchos en mi trabajo les pasa...
»¿Qué digo muchos? Maldita sea, es tan común como los embarazos en los colegios de barrios marginales, a Levi no le importa siempre y cuando no perjudique al diario, el asunto es que como la línea es delgada...
—Y entonces Andrew por eso actúa así
No sentía absolutamente nada por Andrew, era el típico desapego del sexo casual. Pero joder, era tan malditamente seductor... A Ymir le costaba resistirse aunque estuviera mejorando en ello, y eso Andrew lo sabía, por eso trataba de provocarla a pensar de que no sintiera más afecto hacia ella del que la chica le profesaba.
—Para Andrew es un juego, y para mí también lo fue; sólo que me cansé y él no, por eso me ha molestado y jugado bromas pesadas estos últimos meses. Será así hasta que cojamos hasta que se aburra o se consiga otra, o ambas cosas a la vez— dijo con apatía. Había caído un par de veces en ese juego, Andrew sabía cuáles eran sus puntos débiles.
«Y sé muy bien que me pasa esto por andar jugando años atrás, si le cuento a Annie o Connie dirán que es mi karma y se burlarán de mí»
—No deberías hacer eso— empezó a decir Krista, palpando el ambiente con cuidado —es bastante problemático— tragó saliva cuando Ymir la miró —digo, yo al menos lo haría con mi novio y sólo mi novio...
La mirada de Ymir se volvió muy intensa apenas mencionó lo último, esa vez fue su turno de tragar saliva.
—No hace falta involucrar sentimientos si quieres sexo— dijo tan velozmente que podría pasar por cortante —muchos no somos como tú que lo hacen con sus novios
—Claro que lo sé, es sólo que te ahorraría problemas— sentía que había tocado terreno delicado al hablar de relaciones amorosas ¿pero .porqué se ponía tan a la defensiva?—además tú puedes perder un trabajo por eso. No serías como yo que a la facultad no le importa lo que hagas, sin contar que estoy más sola que un perro ahora mismo
«Bueno, igual que hace años» pensó, recordaba que luego había llegado Ymir... hasta que desapareció sin dejar rastros. Volvió a apretar las mangas de su abrigo «Yo no quiero volver a estar así»
Claro que sabía que Krista no tenía pareja; tenía un puto departamento para ella sola y nunca había visto a nadie en casi un mes de vivir ahí, incluso eso era hasta preocupante. Bueno, no es como si Ymir fuera la más social del edificio, pero bueno, era periodista y ahora si que no era como con Reiner; se enteraba de todo quiera o no, en parte por boca de sus amigos.
Sin embargo, Ymir seguía en una época de su vida donde poco le importaba lo que hiciera Krista Historia Lenz con la suya, por algo se había alejado en primer lugar.
—Está bien— suspiró.
E Ymir no volvió a hablar por su cuenta en todo el trayecto. Y Krista sólo pensaba en que su cumpleaños era mañana...
...
Ymir entró como un rayo en su departamento, ignorando las quejas de Connie sobre la calefacción desperdiciada y toda esa mierda. Annie, que estaba escribiendo un artículo para el día siguiente levantó la cabeza y arqueó una ceja. Había escuchado un revuelto de cosas en la habitación de ambas, y su ceja se arqueó todavía más al verla salir de la misma forma en que entró, con el abrigo más desordenado que antes
—¿Y a esta qué?— preguntó Connie.
10 de enero, 2018
Krista acababa de despertar y todavía estaba más muerta que viva. Tanto que no se dio tiempo de reflexionar sobre sus cumpleaños pasados, su soledad e Ymir. Ymir, mientras estaba desaparecida del mundo e Ymir, ahora, con esa pared de hielo alrededor suyo. Como todo había empezado de manera tan animada para acabar nuevamente en ese silencio triste e irritante.
Ni se había quitado el pijama ni revisado las mil felicitaciones que ya tenía(sin embargo no tenían el valor que hubiera querido, sin desmeritarlas). Calentaba el café bostezando. Hasta que oyó el timbre. Que alguien le tocara el timbre era raro y tan temprano, lo era aún más.
—Oh, cierto, el gas— lo recordó. Acomodó su cabello de la forma más decente que podía en un par de segundos y se colocó encima el primer abrigo que encontró para disimular su ropa de dormir. Y abrió.
Al hacerlo, abrió mucho los ojos.
—Felicidades, ten esto— Ymir le acercó una bolsa de regalo. Allí estaba, perfectamente bañada y perfumada, vestida de la misma manera sencilla de siempre, y con las leves ojeras de siempre.
—Hey, Ymir...
—¡Se me hace tarde!— no mentía, había puesto mal el reloj y no había sido buena idea desvelarse viendo JoJo's. De paso se evitaba la incomodidad —¡sólo tenlo!
—¡Ymir ya vamonos!— oyó a Connie desde la escaleras.
—¡No grites tan temprano que todos duermen, imbécil!— dijo Ymir... también gritando.
Luego se fue. Pero de cualquier forma, por primera vez en años no tuvo esos pensamientos melancólicos de todos los años después de 2012. Y su humor resplandeciente duró todo el día.
La noche anterior; 9 de enero, 2018
Eskol Fritz terminó de ducharse. Su esposa lo había llamado diciendo que la cena estaba lista y oyó a su hijo bajar las escaleras rumbo al comedor. Se estaba secando el corto pelo castaño con una toalla pequeña.
Recordaba a la chica rubia que lo miraba interminablemente en clase como si esperara algo de él. Recordaba que la primera vez que la vio pareció que la había visto en otra parte. Ahora, el hombre dudaba. Le comentó a Ivette que en efecto, si era su amiga del bachiller.
—No me sorprende que la recordemos— rió su esposa, luego de que retiraran los platos—Ymir hablaba más de sus amigos que de Marcel
Ymir hablaba de Connie y Annie sólo para quejarse por ser molestos como cualquier adolescente con grandes amigos fieles... y molestos; mencionaba a Berth como un buen sujeto cada muerte de obispo, nada más, a veces comentaba algo sobre sus compañeros, no solía hablar demasiado de nadie. De Krista, hablaba con cierta alegría y un gran respeto, sobre todo, ella aparecía varias veces en las conversaciones, no lo suficiente, pero lo hacía.
Eskol le había dicho a Ivette que fuera a descansar, pues había tenido un día ajetreado y él estaba ahí, en la cocina, lavando platos. Pensando.
«Ymir hablaba más de Krista que de Marcel, era así»
Fotos. Ymir odiaba servir de fotógrafa con su propia cámara. Sólo sacaba fotos a Alvar, sólo a Alvar, quien tenía un evidente gran lugar desconocido en su corazón desde que nació.
Recordaba la duda interminable en los grandes y puros ojos azules de Krista Lenz. Se llevó una mano a la barbilla afeitada, era un tema interesante.
—Ahora la duda la tengo yo
HELLO!
Kido aquí. Tal vez este capítulo sea algo largo, me inspiré, creo, sorry... but not sorry. Supongo es algo bueno. Como sólo faltan tan pocos días para el estreno de lo que sigue de la temporada, ando medio emocionada... Aunque ya sabemos que todos terminaremos llorando, en especial los que estamos al día con el manga.
*Nderakore: una grosería en guaraní, es como decir "¡mierda!" pero su significado literal es bastante más fuerte xD aunque lo decimos sin pensar mucho en eso
Luna del desierto: espero hayas entendido mi referencia, solo le faltaba el can para atosigarla xD Soy una grandísima hija de puta... Ymir no reventará del coraje(aún) aunque su aguante es admirable que hasta su hermano se une al destino para joderla con su "crush" sin saberlo...
"Saberlo"... porque ahora ya lo vemos a él de esta forma. A Eskol no se le iba a escapar esa apreciación, bueh, a él no se le escapa nada
Espero que este cap haya resultado tan interesante como lo fue para mí escribirlo... ¿Se prendió está mierda? como dicen por ahí ¿o no?
Gracias por el apoyo, un abrazo
Nos vemos!
