No he regresado al 100%, es que necesito ser papa Noel por un ratejo =D O al menos, intentarlo :D
Este es un regalo de amigo invisible para Albion =) Tomé lo siguiente de entre sus deseos:
SasuNaruSasu (Post guerra. Muerte al epílogo. Donde Sasuke no sabe cómo decirle a Naruto que quiere que vivan juntos (yaoi o shounen ai).
Espero que logre gustarte y que disfrutes de estas navidades.
Contigo hasta el final.
Prisionero
—¿Qué tal está?
El silencio. Eso era lo que siempre recibía cuando abría la boca. Lo comprendía y aceptaba, pues era un preso de guerra. Temían sus acciones posibles. Aunque ya no se sentía con deseos de continuar con todo aquello, era natural mantener las precauciones. También hacían oídos sordos a sus preguntas. Por eso, se había mantenido en silencio, preso de sus propios pensamientos que lo llevaban a aceptar una realidad, abrazar una posibilidad y reconocer que era su castigo.
Sin embargo, cuando ella entró para revisar la evolución de su brazo; no pudo detener sus palabras. Quizás fuera la confianza o la impaciencia la que lo empujase a ello. Podía oler su aroma a flores y reconoció que sus dedos temblaban cuando los sintió sobre su piel y gasas.
Imaginaba que no le permitían dar ese tipo de información. Al fin y al cabo, Sakura formaba parte de ellos y no la había tratado de maravilla. Podía comprender su rechazo, pues una disculpa no debería de ser suficiente para perdonarlo. Sin embargo, necesitaba esa información más que el agua que le daban, la comida o el alivio de sentir que ella estaba curándolo.
Naruto. Necesitaba de él.
Como nunca antes. No porque esperase que le salvara el culo. Eso era lo de menos. Si realmente a un preso se le podía conceder una última voluntad, esa sería la suya: Naruto.
La última vez que le vio fue antes que le cubriesen los ojos.
Se había mantenido alejado de él, comprendiendo que eran los pasos que debían de seguir con un criminal de su altura. Después, oculto en las celdas y simplemente visitado por aquellos que le custodiaban o por médicos, debía de esperar su sentencia. Sakura era la más amable, podía asegurarlo.
Su tiempo en soledad le había ayudado a pensar mucho, especialmente, en Naruto. Algo que le había ayudado a dejar de lado sus impulsos de oscuridad pasada, de recaer bajo el yugo de ese destino una vez más. Naruto era su luz.
Si le dieran la oportunidad de sobrevivir, existía una aspiración que desearía hacer por encima de todas las cosas. Y era algo a lo que había llegado tras rememorar esos sentimientos pasados, los que intentó enterrar bajo montañas de odio y que, al apartar ahora ese sentimiento oscuro, volvían a florecer como un arcoíris de lluvia.
Él nunca había sido dado a esos gestos pastelosos, pero no era idiota. Sabía perfectamente que estaba enamorado. Encaprichado. Quizás hasta obsesivo. ¿Qué más daba ya? No tenía ninguna reputación que cuidar.
Pasó muchas horas pensando en él. Imaginándoselo de diferentes formas. Incluso en su mente creo una utopía maravillosa en la que nada de su clan, ni las desgracias consiguientes, ocurrieron. Un idílico paraíso en el que podrían llevar una rivalidad más sana y, posiblemente, ser más capaces de demostrar cuánto se amaban.
Mas la realidad era justo esa que estaban viviendo. Él era un criminal. Naruto, esperaba, un futuro Hokage.
Sus mundos eran diferentes, como siempre. Sus destinos, también.
—Él está bien. —La voz de Sakura lo trajo al presente una vez más. Susurraba cerca de él para asegurarse de que nadie más la escuchara—. Ha empezado a estudiar. Ser Hokage no es tarea fácil.
Le vendó por último y posó una mano en su hombro como despedida.
De nuevo, tras el cierre de la puerta, la soledad lo envolvió. Siempre se había considerado una persona solitaria. Le gustaba estar a solas.
Esa vez, le aterró.
Libre
—¿Vas a marcharte? Sabes que no es algo necesario.
Sasuke miró las enormes puertas de Konoha. Completamente abiertas en recibimiento o despedidas. La calma había ayudado a que ni siquiera los guardias estuvieran atentos a su presencia. El sol brillaba sobre su cabeza y el olor tan familiar le cosquilleaba la nariz.
Entendía las palabras de Kakashi. No necesitaba marcharse. Los demás pensaban que era un método de huida. Él lo veía como algo más. Podía comprender que no le entendieran, pues era algo completamente suyo.
Sin embargo, estaba aterrado en hacerlo; Jamás lo expondría frente a Kakashi.
—¿No vas a despedirte de nadie más?
Sasuke detuvo sus pasos para mirarle. El Hokage no le miraba de ninguna forma en especial, más bien, mantenía la distancia oculta bajo una sonrisa que, lejos de hacerle sentir seguro, le provocaba cierto temor de ser completamente descubierto.
Porque sí, había alguien de quien deseaba despedirse y no podía hacerlo a la vez.
—No —descartó—. Envíame una carta si necesitas algo.
Kakashi no le detuvo por más tiempo y lo agradecía. Todavía no sabía con qué cara podía mirar al resto. Aquellos que lo siguieron una vez para salvarlo de la oscuridad y fallaron, arriesgando incluso sus vidas. En realidad, poco le importaba si le perdonaban o no, pero no quería que eso afectase a Naruto de alguna forma.
Era estúpido haber idealizado una vida en esa aldea de nuevo.
Se detuvo, observando los grandes edificios de nueva construcción y los huecos que seguramente serían ocupados por otros en el futuro.
Él no tenía ya un hogar al que regresar. No había un hueco en Konoha que le perteneciera y dudaba que le devolvieran su antiguo hogar. Tampoco lo quería. No se creía capaz de volver a él. Abrir la puerta y volver a sentir el peso de la soledad.
—Así que es cierto que te vas.
Cerró los ojos por un instante para volverse lentamente hacia él.
No le había visto en ese tiempo. Nunca le visitó en la celda y sólo podía conocer parte de su evolución gracias a los susurros de Sakura, que eran cortos y rápidos.
Naruto siempre brillaba. De alguna condenada forma. No tenía que ver con sus cabellos o con sus ojos. Era su aura, su alma o su poder y masculinidad. Fue algo que estuvo muy cerca de atraerlo como una polilla a la luz cuando se vieron después de tantos años en el escondite de Orochimaru. No pudo evitar acercarse, sentir su cuerpo por un momento, con el deseo juvenil de un adolescente traicionándole, hasta que despertó de la ensoñación y no dudó en atacarle.
En ese momento no era diferente. Caminó hasta él, bajo los árboles que parecían brillar ecos de colores, para detenerse a unos escasos pasos. Lo suficiente para que Naruto extendiera su bandana hacia él.
—Sí —confirmó mirando fijamente el objeto entre sus dedos. Sus manos eran grandes y cálidas. Callosas y fuertes —. ¿Vas a detenerme?
—No —negó el otro ninja encogiéndose de hombros—. Eres libre.
Tomó la banda por el otro extremo, asegurándose de que sus dedos no llegasen a tocarse. No se atrevía. No estaba seguro acerca de qué sería capaz de hacer de suceder.
Naruto lo soltó antes de que nada aconteciera. Sasuke guardó la bandana y le miró, en espera. Uzumaki sonreía de medio lado, apoyado en el árbol tras él. No podía ser más guapo. O sí, pero no importaba.
—Sé que no tardarás en regresar —le dijo al ver que retomaba su camino—. Hay lazos que te unen en este lugar. Más fuertes de los que crees, Sasuke.
Se detuvo de nuevo para escrutarle con la mirada. Naruto parpadeó, como si no hubiera esperado ese acto. Enderezó la espalda, rascándose la mejilla.
—Lo que quiero decir es que… ¿Cómo puedo decirlo? ¿Qué diablos, en mi cabeza parece más fácil, ttebayo? —protestó atolondrado.
Sasuke giró sobre sus pasos y caminó hasta quedar frente a él.
—Dilo, Usurantonkachi.
Naruto apretó los labios y los puños, levantando el mentón. La mirada que tan bien conocía brillaba en sus ojos. Aceptaba el reto. ¿Estaba dispuesto realmente a cruzar ese límite? ¿Sería capaz de reconocer todo cuanto hizo solo en una frase? ¿El por qué lo hizo?
—¿Vas a detenerme? —preguntó de nuevo, ayudándolo más por su ansia. Necesitaba escucharle decir esas palabras.
La boca de Uzumaki se abrió. Su voz, el deseo y el gesto de protesta poco después al tener que ser descubierto y declarar sus deseos de esa forma tan directa. Fue muy tierno.
Sasuke miró al cielo. Nunca le había parecido tan claro, tan brillante. Tan libre.
—¿Sasuke? —cuestionó Naruto, preocupado porque estuviera ignorándolo.
Dio un paso. Luego otro.
—Mira que te ha costado, Dobe.
Naruto gruñó a su espalda. Poco tardó en caminar a su lado y sonreír con esa mueca avergonzada tan suya.
Kakashi los esperaba en la puerta, saludándoles con una mano.
—Bienvenido de nuevo, Sasuke. ¿Quieres que te enseñe tu cuarto?
Cambio
Quedarse implicaba enfrentarse a lo que ya había esperado: el desprecio silencioso de las personas que una vez fueron sus vecinos. Seguramente habría matado a alguno de sus congéneres y lo comprendía. Que el pueblo lo aceptara era algo que no le interesaba en realidad.
Si tenía que recoger el cambio del mostrador que el tendero extendía de mala manera, lo haría. Meter su propia comida en una bolsa, también. Podría hacer oídos sordos a frases mal intencionadas con su apellido incluido.
Aunque debía de reconocer que sí había una frase que llegaba a mosquearle un poco.
"El héroe de la hoja nunca debió de convencer a los demás y permitirle quedarse".
A veces sentía ganas de echarse a reír cuando los escuchaba. Porque cuando su afamado héroe lo veía, se convertía en otra persona muy diferente a la que percibían. Porque ese cambio era algo que sólo él podía observar y palpar.
Un detalle que se le escapó cuando eran niños, que ignoró en su adolescencia pero que explosionó el día en que, con voz trémula y torpe, Naruto le pidiera que se quedara en la aldea y cesase así su periplo. Unas palabras que guardaría para siempre para él y se negaba a mostrar al resto del mundo.
Y, esos sentimientos junto al cambio del rumbo que había decidido seguir y no ejerció por la —adorable— petición de Naruto, era algo que lo llevaba a tomar ciertos cambios y pensamientos de su vida.
Porque quedarse implicaba desear más.
El mismo deseo que tenían los habitantes de Konoha hacia Naruto; él también lo tenía. La única diferencia es que Sasuke deseaba despertarse con él en su cama. O en su cocina tomando algo de café por las mañanas. Comer a las tantas y cenar mientras veían algo en la tele a la que no iban a prestar mucha atención. Encontrar su ropa religada en los cajones. Usar el mismo champú. Que su piel oliera a su perfume o a su esencia.
Él quería una vida con Naruto.
Y ahí, empezaba ese miedo atroz que se le acomodaba en el pecho, como un torbellino oscuro que deseara tragárselo. Porque no sabía cómo decírselo.
Su cambio podría afectar a Naruto de alguna forma. Y también, existía esa palabra negativa que no deseaba escucharle decir.
Cuanto más se acercaba a él, más se quemaba.
Más lo deseaba.
Nuevas miras
—¿Qué tal es convivir con Kakashi-Sensei?
Naruto sorbió el ramen tras la pregunta, más concentrado en su comida de lo que había esperado. Claro que últimamente tragaba más de lo normal. Sasuke lo observó con detenimiento. No estaba más delgado, justo, al contrario, su cuerpo incrementaba a medida que el tiempo pasaba. Su musculatura más marcada gracias a los entrenamientos. No obstante, el cansancio de las pruebas del brazo y las horas que pasaba con la nariz entre los libros se notaban bajo sus ojos.
—Fácil —respondió cuando notó que le miró ante la tardanza de su respuesta, ajeno a su escrutinio.
—¿Fácil? ¿Qué clase de respuesta es esa? —cuestionó entre carcajadas.
Sasuke se encogió de hombros. Era la realidad. Kakashi era limpio y cuidado. No invadía su espacio y se pasaba más horas fuera por su trabajo que en casa. Mantenía la nevera llena y siempre tenía un libro nuevo que leer en su casa; aunque los Icha los llevara siempre encima.
—Una respuesta coherente —indicó completamente convencido de que se entendían a la perfección.
Naruto apretó los palillos entre los dientes mientras rebuscaba con la mano algo en el bolsillo que le entregara poco después. Un folio doblado en diversas formas.
—Si es una carta de amor…
—No seas idiota —interrumpió Uzumaki chasqueando la lengua—. ¿Para qué te iba a dar una carta de amor?
Pese a su protesta notó que había un ligero rubor en sus mejillas. Sasuke tomó el papel, desdoblándolo. Desde luego, la nueva vida con un solo brazo no era fácil. Sin embargo, nunca se había quejado ni aceptado la oportunidad de optar por otro al igual que Naruto. Agradecía los esfuerzos del conglomerado médico, pero no.
El papel, sin embargo, era una muestra de los resultados de Naruto en compatibilidad con su brazo.
—¿Qué te parece? —le preguntó una vez dejó el papel de nuevo sobre la barra—. ¿No quieres intentarlo?
—No —negó volviendo a tomar sus palillos para seguir comiendo—. No lo necesito. Soy capaz de vivir con solo un brazo.
Naruto se dio golpecitos en los labios con los palillos. Era malo cuando se ponía tan pensativo. Sasuke se tensó, preguntándose con qué disparate sería capaz de salir en ese momento.
—Pensé que querrías abrazarme con ambos brazos y no sólo con uno.
Los palillos le resbalaron de la boca al suelo. Teuchi se volvió lentamente hacia ellos, elevando una ceja que casi se perdió bajo su gorro de cocinero. Sasuke habría deseado tener dos brazos en ese momento, sí: para estrangular a Naruto Uzumaki.
Aún así, se negó de forma rotunda y, finalmente, Naruto lo dejó estar y pudieron terminar de cenar en paz, sin ahogamientos o flagelación de por medio.
—Intentar chantajearme de ese modo… —farfulló poco después, mientras caminaban de regreso a sus hogares con la tripa llena.
Naruto se reía por su acto. Parecía disfrutar por completo de burlarse de él.
Se detuvieron cuando alcanzaron el lugar donde residía Naruto.
La primera vez que Sasuke visitó el hogar Uzumaki descubrió que no era el mismo donde vivió en antaño, cuando eran niños y antes que se marchara de la aldea, sino en otra zona, aunque igualmente, la casa continuaba teniendo un aspecto triste y vacío que le mordisqueaba en aquel rincón oscuro de sus recuerdos.
La soledad. Amarga. Dolorosa.
Naruto parecía haber superado ya ese tiempo. Nada infeliz con su nuevo camino a seguir hasta cumplir su verdadero sueño.
—¿Quieres subir? —preguntó levantando el pulgar por encima de su hombro y sonriendo abiertamente, con los ojos guiñados que acentuaban su rostro semejante al nueve colas.
Cerró los ojos por un momento. No importaba si regresaba a casa o no. Al fin y al cabo, Kakashi no estaría aún allí y no tenían un régimen que les obligara a cenar o pasar un rato juntos. Era libre de moverse por donde quisiera, regresar cuando se le antojase y el Hokage no iba a preguntarle ni exigirle nada.
—Vamos.
Luego, estaba esa parte suya que no deseaba separarse de Naruto. No todavía. No esa noche.
Naruto continuaba siendo igual de desastre, aunque algo más limpio y adecuado a su edad. Ya no colgaba de su techo un muñeco con forma extraña ni tenía una cama desecha con montones de libros, ropa sucia y hasta formas indescifrables sobre ella.
Aunque sí que tenía desperdigadas revistas que habrían creado un dolor de cabeza a algunas chicas o algo de comida basura.
Igualmente, entrar en ese lugar era básicamente empaparse de él. De su aroma; de su existencia.
—Pasa, pasa —invitó empujando las revistas con las manos tras descalzarse—. Diablos. No son mías.
Sasuke elevó una ceja. Claramente, no podía creerle. Naruto chasqueó la lengua.
—Kiba y Sai estuvieron ayer aquí y las trajeron. Les preocupa que no esté avanzando en temas femeninos.
A medida que hablaba, Sasuke fue despojándose de sus propios zapatos y entrando detrás de él. Cuando Naruto se percató de que estaba justo a su espalda, se volvió, nervioso.
—Pues diles que no te interesan. Simplemente eso.
Podía afirmarlo perfectamente: poner a Naruto nervioso era tan excitante como ponerlo cachondo. Era divertido verle sudar por no saber qué responder, porque acortara las distancias con claras intenciones. Que balbucease como un idiota y observase las rutas de huidas posible.
Aunque debía de admitir que resultaba más satisfactorio cuando lo dejaba con ganas en su avance. Se retiraba como si nada hubiera pasado, como si rozarle o el simple hecho de querer besarlo sólo fuera la excusa perfecta para coger algo tras él.
—No digas esas cosas… no voy a censurarles que traigan revistas.
—De chicas que ni te la ponen dura.
Bajó su mano directamente a su entrepierna; sin más líos ni entretenimientos. Naruto dio un respingo, sorprendido. Sus ojos se entrecerraron y aunque era clara su molestia y deseo de llevarle la contraria, su cuerpo no.
—Sasuke —murmuró levantado la cabeza para ofrecer sus labios. Él se detuvo antes de llegar a hacerlo, desviándose hacia su mejilla y oreja.
Desde luego, cuando Naruto descubrió esa parte suya; la sexual y traviesa, no pudo ocultar la sorpresa. Desnudo, en su cama, su cuerpo marcado por mordiscos, besos y sudor.
—Realmente es cierto eso de que quieres recuperar todo el tiempo perdido —le había dicho en aquel momento.
Probablemente Naruto tenía razón. Aunque su forma de ver el deseo de la unión era algo diferente. Necesitaba sentirlo contra él, asegurarse de que realmente estaba sintiendo su cuerpo y no una alucinación como las de la cárcel o el pasado. No quería que se separase.
Fue entonces cuando se percató, en ese mismo presente, que continuaba con aquel miedo y dudas a las que no se atrevía a enfrentar.
Se retiró. Naruto exhaló, frustrado. Incluso pensó que se trataba de otro de sus juegos de tortura. No era así.
Porque más que nunca quería decírselo. No era difícil formar las palabras —al menos en su mente—, lo difícil era expresarlas.
"Vivamos juntos".
Deseos
—¿A los criminales de guerra se les permite dos deseos antes de morir?
Naruto asintió repetidas veces con la cabeza mientras pasaba las páginas del pergamino que estaba leyendo, estirado de cualquier forma sobre la alfombra de Kakashi, en su salón. Había muchos más por el suelo y él mismo sostenía uno. Eran todos aquellos deberes, historia, fundamentos y técnicas que Naruto debía de aprenderse. Y eran solo unos pocos, pues sabía que tras estos venían más que no se había llevado consigo para visitarle.
—¿Por qué yo no tuve ninguno?
—Porque no ibas a morir, Teme —respondió desde su posición Uzumaki. Había levantado los pies y los agitaba por encima de su trasero sin ritmo en especial—. Esto en realidad es algo impuesto a última instancia. Antes no te permitían estas cosas.
—Podrían pedir ser liberados —opinó frunciendo el ceño.
—No es esa clase de deseo, Sasuke —corrigió Naruto apoyándose en un codo y levantando el pergamino por encima de su cabeza para enfatizar sus palabras—. Los Hokage's consideraban que la muerte sin más no era digna de cierta forma. No de todos los presos, claro. Así que, a cambio, decidieron otorgarles dos deseos antes de su muerte. Uno, alimentos. Y el segundo, un deseo que quisiera antes de morir y no implicase su libertad o la muerte de otra persona.
—Pido que se revise mi caso —puntualizó.
Naruto frunció las gruesas cejas.
—No me estás entendiendo, Ttebayo —protestó.
Sasuke se acomodó en el sofá, divertido pese a que a su boca no llegó una sonrisa como tal, pues su estadía en la cárcel no fue un camino de rosas.
—Exponme un ejemplo. Estás en la cárcel y vas a morir. ¿Qué clase de deseos querrías?
Naruto se sentó, concentrado en responder. Cruzado de brazos y con el cejo fruncido para demostrar cuán serio era el tema para él.
—Que pedirás Ramen para comer es algo que ambos sabemos ya de entrada.
—Oye… —protestó avergonzado. Sabía que no podía negarse porque era verdad.
—¿El segundo?
La mirada de Naruto se ablandó. Se movió hacia él lentamente hasta que su brazo le rodeó la cintura, quedando entre sus piernas y de rodillas. Ocultó su rostro contra su estómago. A Sasuke a veces le sorprendía esos actos de cariño. Tanto tiempo en soledad dejaban marca.
—A ti. Querría verte a ti, Sasuke. Tocarte, abrazarte y besarte.
Levantó los ojos hacia él, brillantes, antes de incorporarse en sus rodillas, estirando su cuerpo cuan largo era, para llegar a sus labios. Sasuke respondió de buena gana a su beso; tierno y firme, cargado del sentimiento de amor que compartían y que Naruto era más dado a expresar.
Cuando se separaron, él ya tenía su mano en su trasero. Pese a eso, Naruto formuló la pregunta. Al fin y al cabo, si uno entregaba una respuesta tan delicada, esperaba recibir la misma compensación. Y Sasuke podía responder sin dudar.
—Tomates —manifestó bajando la cabeza hasta apoyarla en su hombro. No quería que le mirase—. Y… lo mismo.
En realidad, lo hizo. Aunque sólo Sakura era consciente de ello.
Naruto se echó a reír y lo abrazó impetuoso. Sasuke se zarandeó de tal forma que su cuerpo se sacudió hacia el costado, llevándoselo con él. Las carcajadas de Naruto no cesaron, incluso forcejó con él hasta quedar sentado a horcajadas y atraparle el rostro con sus manos, levándolo lo suficiente del sofá para besarlo, derretirlo con su lengua. Nunca le había parecido tan interesante el hecho de que otro lamiera sus dientes o mordiera su labio superior de esa forma.
Sin embargo, antes de que pudiera moverse, una discreta tos los interrumpió.
Naruto saltó de encima de él y cuando se acomodó en el sofá; pantalones incluidos, Kakashi les sonrió amablemente.
—Chicos, no me manchéis todo, gracias.
Con la excusa de ir a darse una ducha, el Hokage los dejó a solas. Naruto casi no podía aguantar la risa entre los labios.
—Dijiste que era fácil vivir con él.
Sasuke miró al techo, intentando pensar en otra cosa que no fuera en Naruto desnudo y en las mil cosas que podrían hacer juntos.
—Lo es. Hasta cierto punto —reconoció.
Naruto movió los hombros a la par que se levantaba, destensándose.
—Quizás deberías de ir pensando en buscarte algo, Sasuke —propuso—. Ya tienes un trabajo fijo y un sueldo. La gente parece más cómoda contigo. Seguro que alguien querrá alquilarte algo.
Sasuke sintió que la garganta se le cerraba.
Porque en realidad, si él pudiera pedir un deseo, sería convivir con Naruto en el piso que había encontrado, que le habían aceptado y que pagaba el alquiler sin ser capaz de decírselo.
Afianzando lo que son
—¿Todavía no se lo has dicho?
Sasuke detuvo la jarra de cerveza que llevaba hacia sus labios. Sakura le miraba desde el otro lado de la mesa del restaurante, sujetando los palillos e ignorando los trozos de comida que caían de este, manteniendo la boca abierta para enfatizar su sorpresa.
—No.
—Sasuke-kun —murmuró llevando la mano libre hasta su frente, justo sobre el sello—. No estarás esperando a que él se de cuenta. ¿Verdad? Ambos sabemos cómo es Naruto. Puede tener las cosas frente a sus narices y no se va a percatar. Y tampoco tiene una bola de cristal con la que pueda entender qué deseas de él.
Eso ya lo sabía. Justo por ello, Sasuke no esperaba de más de Naruto. No podía pedirle que le comprendiera simplemente mirándole a los ojos.
Que Sakura supiera sobre ello era debido a que le descubrió saliendo de una de las tiendas de alquiler y venta de casas. Le ayudó al final, más conocedora de las zonas y de los cambios que habían sucedido durante su ausencia. No quería una casa lejos de la oficina del Hokage, tampoco tan cerca y menos, rodeada por lugares que dificultaran su salida por si ocurría un ataque.
Pensó que estaba siendo algo paranoico con ello, mas Sakura entendió perfectamente el punto gracias a su carrera como Ninja.
—¿Tan difícil es? Sólo son unas palabras.
—No son simplemente eso —corrigió. No quería sonar osco ni mucho menos, pero ya sabía que el resto del mundo no comprendía el peso que significaba no poder pedirle a tu novio que fueran a vivir juntos. El temor al rechazo o el temor a estar equivocándose.
Sakura había entrecerrado los ojos, pensativa. Lejos de molestarse con él, se enfocó más en intentar ayudarle.
—¿Es por su nueva fama?
Sasuke frunció el ceño en confusión.
—Quiero decir, antes las chicas o los demás aldeanos no le prestaban tanta atención. Después de la guerra, su fama ha crecido lo suficiente como para tener amistades lejanas. Hasta Gaara parece muy interesado en él.
No hacía falta que se lo recordara. Y lo peor de todo es que Naruto hablaba maravillas del Kazekage.
—Sin embargo —continuó ella dispersando la ligera sensación de los celos—, para Naruto no significa más que amistad y el reconocimiento que siempre buscó. No sabe cómo evitar que la gente no se le agarre de más o que confundan su amistad. Eso no puede evitarlo. Pasó mucho tiempo a solas y siempre ansió esas cosas. Aunque, bueno, no sé qué voy a explicarte a ti de eso —recordó—. No obstante, Naruto no deja de enfocarse en ti.
—¿Qué quieres decir?
Sakura sonrió amablemente.
—Naruto siempre te tiene en mente, Sasuke. Cuando habla en las reuniones, siempre dice algo que te beneficie. Quiere que el resto del mundo no olvide que eres un ninja capaz. Que te acepten igual que hicieran con él, porque siente que tienes el mismo derecho en vivirlo.
—Soy un criminal; él no.
—Es consciente de ello —aseguró ella tomando esa vez su vaso y bebiendo antes de continuar—. A lo que voy, es que quizás le das demasiadas vueltas. La respuesta es simple. Mucho más de lo que crees.
Bajó la mirada a su plato, suspirando.
—Mira, para declararse hay que tener mucho valor. Vas a dar un pedazo de ti que no sabes si la otra persona va a aceptar o pisotearte. Tú tienes algo que muchos otros no tuvieron.
Sasuke no sabía si era una referencia a ella o no, pero de cierta manera, le recordó a su pasado. No supo si debía de disculparse de nuevo.
—Tú tienes a Naruto. Si no es hoy, podría ser mañana, dentro de tres años. Da igual. Pero le tienes.
Sasuke mantuvo un silencio pensativo. No estaba seguro del todo por cuánto tiempo estuvo ensimismado, hasta que se percató de que Sakura había terminado de comer hasta el postre.
—Respóndeme a algo —le dijo sacando su monedero—. ¿Qué sois Naruto y tú?
Sasuke frunció el ceño ante ello. Hasta que sintió que un brazo rodearle los hombros. Reconoció las vendas y el aroma incluso antes de que hablase.
—Somos pareja. ¡Novios, ttebayo!
Sakura esbozó una amplia sonrisa a la par que dejaba dinero en el cuenco indicado, sobre el papel de la factura. Sasuke todavía pestañeaba, confuso. Luego, vio a Naruto saludar a Sakura como despedida y sentarse frente a él en la mesa, empujando los platos de Sakura y demandando su propia comida.
—¿A qué venía esa pregunta, Sasuke? —preguntó sin tapujos.
Uchiha suspiró. Rezaba porque sus mejillas no estuvieran enrojecidas.
—Simplemente quería reafirmar algo y tú mismo lo has hecho.
Entonces, la boca que se había mantenido tensa, se extendió en una mueca tan suya en forma de sonrisa, muy masculina y marcada. Deseó besarla, que dijera su nombre, pero se detuvo, permitiendo que se alimentara.
—Naruto —dijo mientras se metía algo de carne en la boca y masticaba con la boca completamente llena—. Vayamos a tu casa después. Quiero hacerlo.
Toda la comida fue directamente contra su cara.
Bien. Si no lo mataba de placer, lo mataría por guarro.
El no del sí
—¿Cómo has podido cargarte el grifo?
Naruto giró la cabeza de tal forma que bien podría ser el actor principal de una película de terror. Sasuke lo ignoró, llevando las manos a sus caderas por encima de la toalla y devolviéndole una calmada mirada.
—¿De quién diablos ha sido la culpa que se rompiera?
—Tú le has dado con el pie, no yo.
—¡Por la maldita postura! —protestó Uzumaki sonrojándose—. "Vamos a hacerlo en la bañera", "da igual que sea pequeña". ¡Tú y tus malditas ganas calenturientas en todo momento!
—Al que se la ha puesto dura al momento es a ti, no a mí —reflexionó—. Además, no estabas exactamente quejándote por la postura. Incluso pareciera que el grifo y tú os pusisteis de acuerdo para…
Naruto le cubrió la boca con ambas manos, avergonzado.
—¡Deja de ser tan descarado! —protestó—. Eres literal en todo, diablos.
—No lo soy —aseguró soltándose—. Vamos a recoger el agua y esperar que venga el fontanero.
—¿Realmente crees que tengo cara de poder pagar un fontanero? —cuestionó irritado—. Me gasté el mes en las reparaciones de la ventana, de la pared y del tejado. Y ahora esto. Diablos, Kakashi me va a matar por pedir un adelanto. Ni con cinco misiones podría pagar esto.
—Múdate.
Al mismo instante en que las palabras salieron de su boca, sintió el pánico anidarse en su garganta. Naruto, por supuesto, ignoraba por dónde iban los tiros, así que volvió a fruncir el ceño y mirarle como si no fuera capaz de escucharle cuando hablaba.
—¿Y de dónde saco el dinero? Esto es lo que puedo pagarme ahora mismo. —Recalcó sus palabras señalando el piso con las manos extendidas—. Mi sueldo no da para más. Cuando sea Hokage sí, ahora mismo sigo siendo estudiante y ninja. Las misiones ya no se consideran tan peligrosas como antes para pagar lo que valen.
Caminó hasta el dormitorio, maldiciendo cuando se percató de que el agua había llegado a él.
—Esto va a matarme.
Sasuke lo siguió en silencio. Lo escuchó durante un rato batallar en voz alta con sus problemas, hasta que, de nuevo, habló.
—Múdate.
—¡Teme, maldita sea! ¿No estás escuchándome? Te estoy diciendo que no puedo mudarme porque…
—Conmigo.
—… no tengo din… ¿Qué?
Se detuvo para mirarle. Sasuke sintió que sudaba como nunca lo hizo. El escrutinio de su mirada, el ceño fruncido, su boca tensándose.
—¿Has dicho que…?
—Que vengas a vivir conmigo.
Soltarlo fue casi un alivio. Como quitarse un peso de encima. Sin embargo, ese miedo continuaba existiendo como una pequeña estaca clavada en su pecho, la cual, por más que frotase, no desaparecía. Que Naruto dudara no era bueno para sus nervios. Tampoco para el pánico.
Diablos.
¿Estaba realmente sintiendo pánico? Sí.
Naruto soltó el trapo que había usado para recoger el agua lentamente. Llegó al suelo con un característico sonido de salpicadura.
Caminó hasta llegar a su altura. Sasuke no supo si huir o quedarse. Le inquietaba ese silencio.
Cuando posó la cabeza sobre su hombro, no entendía bien qué hacer.
—¿Naruto? Si quieres quedarte…
—No —negó —. Sí.
—¿No de sí? —cuestionó confuso—. No lo comprendo.
Uzumaki se echó a reír. Levantó cabeza para poder mirarle.
—Sí. Vivamos juntos.
La tensión acumulada lo abandonó. Soltó un suspiro inesperado y parpadeó al sentir algo extraño en los ojos. Naruto lo asió de las mejillas, sorprendido.
—¡Ey, ey! ¿Estás bien? —inquirió acariciándole con los pulgares—. ¿Por qué estás llorando?
—No estoy llorando.
Lo hacía. Maldito fuera todo su orgullo que estaba haciéndolo. No era como el llanto de un bebé. Simplemente, algunas lágrimas habían escapado a su control.
Uzumaki posó su frente contra la suya, sonriendo.
—Busquemos juntos nuestro hogar, Sasuke —propuso—. Algo que sea nuestro.
Tragó.
—En realidad, ya lo tengo.
—¿Quieres vivir con Kakashi? —Naruto frunció el ceño, confuso.
—No.
Caminó hasta sus ropas, que, por suerte, estaban sobre la cama. Metió la mano en uno de los bolsillos hasta sacar las llaves y se las mostró.
—Desde hace varios meses lo tengo —explicó—. Está bien situado y es de construcción nueva. El precio es asequible y…
—Sasuke. —Naruto avanzó hasta su altura y rodeó la mano con la llave con la suya—. ¿Cuánto tiempo llevas con esto?
—El suficiente —respondió incapaz de confesar la verdad. No porque amase mentirle, sino porque era vergonzoso reconocer que había actuado como un idiota a causa de sus temores—. ¿Qué vas a llevar?
—Todo cuanto pueda salvar —reconoció echándose a reír después.
Y así…
—Entonces. ¿Estáis viviendo juntos?
—Eso es obvio. ¿No crees, Kiba?
Los demás se echaron a reír mientras Sasuke intercambiaba una mirada cómplice con Sakura, quien había reafirmado en esa frase lo ya obvio.
Su nuevo salón estaba repleto de esos amigos que no le habían cerrado las puertas. Bebiendo cerveza, riéndose y eructando sin complejos. Nadie iba a juzgarlos por vivir juntos y menos, por amarse.
—Ah, ya se veía venir —rezongó Kiba—. Eso de perseguir tanto a Sasuke por tanto tiempo no era normal.
—Claro que no —corroboró Neji encogiéndose de hombros.
—Es amor —ratificó Sakura sonriendo.
Los miraron a ambos, quienes enlazaron sus manos, con promesas de futuro. Con la vida por delante.
Y quizás, más hogares por crear.
¡Y fin!
¡Feliz amigo invisible y navidad!
Chia 2021
Pd: Perdón, me di el permiso de que si no existe el final canon la muerte de Neji tampoco QnQ
