DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a EvieBaby. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 4: Habitación

—¿Quieres hablar de eso? —preguntó Bella, después de haber trabajado en silencio por un cuarto de hora.

Dejé de mirar la caja de ropa que estaba cerrando con cinta adhesiva. No tenía caso pretender que no sabía de lo que estaba hablando. Podía ver la guerra en sus ojos, quería las dos cosas, presionarme hasta que me abriera con ella y alejarse para respetar mi espacio. Ningún impulso le había ganado al otro aún. Sonreí.

—Estoy bien, Bella. De verdad.

Era casi la verdad. Ciertamente, había estado sorprendido. Nuestro juego de cuatro días atrás había sido… demasiado. Más de lo que había estado esperando, de todas formas, de cualquiera de los dos. No podía soportar irnos sin tener a Bella en nuestra mesa de laboratorio. Así que lo hice. Dos veces. Había sido suave, dulce, sin ningún rol que interpretar, y de inmediato me sentí mejor, más ligero. Luego nos vestimos, desinfectamos cada superficie que habíamos tocado, y salimos por la ventana cuando el amanecer se veía por las montañas.

Aún no había pensado en las implicaciones del juego, o en la conversación que habíamos tenido antes. Cómo se había sentido como si hubiera invocado a mi monstruo, llamado incluso, y que lo hubiera dejado tocar a Bella. O quizá estaba siendo ridículo. No me gustaba perder el control, pero, al final del día, ¿no estábamos hablando acerca de una mamada un poco más ruda de lo usual? ¿Acaso ella no había dicho que lo había disfrutado? ¿Que había satisfecho el espíritu de su fantasía aunque no la hubiéramos seguido al pie de la letra? Si nos habíamos divertido, ¿cuál era el problema? Y aun así, me sentía inquieto cada vez que pensaba en eso. Pero no estaba de mal humor o triste.

O al menos no lo pensaba.

O quizá estaba más callado de lo usual. Bella estaba mirándome con escepticismo.

Alcé la caja y fui hacia donde estaba ella en el escritorio, revisando una pila de viejos papeles. Me incliné para dejar un beso en su nariz.

—Es dulce que te preocupes por mí, pero nada está mal.

O mejor dicho, si algo estaba mal, yo tenía que preocuparme por eso. Mis complejos nunca deberían convertirse en su carga, y sospechaba que ella hoy estaba mucho más decaída que yo.

Seguí hacia la puerta, bajé las escaleras y salí hacia el jeep de Emmett, estacionado frente a la casa de Charlie. Era el reemplazo que le había comprado por el que había destruido, y mi hermano fue lo suficientemente bueno como para prestármelo para el día a pesar de lo que le había hecho al anterior. Un par de cajas con las viejas cosas de Bella ya estaban ahí, acomodadas en el espacio en el que usualmente iban bicicletas sucias y cuatrimotos, y añadí la que estaba cargando.

Charlie le había pedido a Sue que se mudara con él. Sue había estado batallando para pagar las cuentas con un solo sueldo, y Charlie sugirió que quizá podían intentar dar el siguiente paso. Era provisional, solo para ver cómo resultaban las cosas, pero él quería que Seth se sintiera bienvenido. Leah ya se había mudado, dejó La Push a la primera oportunidad, pero a Seth aún le faltaba un año de escuela. Charlie había dudado al preguntarle a Bella si no le molestaría que el chico se quedara con su vieja habitación, y ella incómodamente había estado de acuerdo.

Lo que sea que él sospechara acerca de cómo, por qué y en qué se había convertido su hija, Charlie en realidad nunca sabría lo mórbido que en realidad era la tarea de limpiar y vaciar la vieja habitación de Bella. Sus cosas más esenciales y preciadas ya habían sido recogidas desde antes de la boda. Bella le había prometido a Charlie que volvería por el resto una vez que ella y yo nos hubiéramos establecido, pero había sido una mentira. Lo que ella había dejado ahí era todo lo que había estado dispuesta a entrar en la eternidad sin, todo lo que estaba dispuesta a dejarles a sus padres como recuerdos de su hija muerta.

Bella y yo no teníamos planes para nada de eso, ningún lugar en donde guardarlas en nuestra pequeña casa. Después de colgar el teléfono con Charlie el sábado, Bella suavemente me había confesado que se le había olvidado por completo que la habitación no estaba vacía.

—Toda una habitación con cosas, mis cosas, cosas que amaba, y no he pensado en ellas ni una sola vez. Yo… ni siquiera puedo recordar qué hay ahí.

—Es normal, Bella. Los recuerdos humanos se desvanecen a menos que estés enfocada en mantenerlos, y no puedes enfocarte en todo. Algunos de ellos se irán. —Dije las palabras con mi voz más gentil mientras acariciaba su cabello.

—Lo sé. Sí… lo sé. Es, bueno… lo sé. —El tono que usó me hizo pensar que estaba intentando lucir casual, pero la repetición, la mirada baja y las manos temblorosas la delataron por completo. No la había visto tan nerviosa desde que se convirtió en vampiro.

Recordé cómo se había sentido cuando mis recuerdos humanos desaparecieron, pero no pensaba que podía identificarme mucho con lo que ella estaba sintiendo. No me había importado tanto. Bella estaba mucho más atada a su vida humana de lo que yo lo había estado, de lo que la mayoría de los vampiros podían estarlo. Por lo que podía ver, hasta ahora había mantenido básicamente todos sus recuerdos, y con relativa facilidad, probablemente por lo frecuente que interactuaba con personas y lugares que habían sido importantes en su vida humana. Pero eso no duraría por siempre. El recordatorio de esto la había inquietado.

Cuando llegamos hoy, fue para encontrar la habitación básicamente igual. La ropa de cama había sido lavada entre las múltiples pijamadas de Renesmee, la aspiradora había pasado por aquí unas cuantas veces, y habíamos encontrado el joyero de Bella abierto como si una pequeña lo hubiera encontrado y se hubiera probado todo sin regresar nada a su lugar, pero Charlie no parecía haber movido o cambiado nada.

Bella no había estado sorprendida.

—Cuando vine aquí de Phoenix, la habitación lucía básicamente igual que antes del divorcio.

Nos habíamos puesto a trabajar. Bella había comenzado a revisar los contenidos de los cajones y folders. Yo había tomado el armario, fácilmente la parte más desorganizada de la habitación.

Con la última caja de ropa acomodada en el jeep, me aseguré de caminar a ritmo humano de vuelta a la casa, pero luego usé mi velocidad normal para subir las escaleras. Era lunes y Charlie estaba en el trabajo. Habíamos querido hacer esto el fin de semana, pero el clima había estado inconvenientemente soleado. Hoy estaba nublado, pero según Alice, no llovería hasta la noche.

Volviendo a la habitación, vi que Bella había terminado de revisar y empacar los contenidos del escritorio.

—¿Cómo me las arreglé para acumular tanta basura? —preguntó con un suspiro exasperado, etiquetando la caja que había cerrado y señalando hacia una bolsa casi llena de basura—. Solo estuve aquí por un año y medio. Y eso es solo lo que estaba en el escritorio.

—No tengo idea —dije de forma neutral. Solo habíamos estado en nuestra casa por un año y ya se las había arreglado para multiplicar el desorden ahí, también. Dado que a mí me gustaba más la limpieza y el orden, no era mi cosa favorita de Bella, pero sabía en lo que me estaba metiendo.

—Deberíamos tirar todo. ¿Quizá donarlo? Quiero decir, si no lo he necesitado en un año, probablemente no lo necesito para nada, ¿no?

Asentí en apoyo, pero tenía la justa sospecha de que Bella no se separaba de muchas posesiones. Y ciertamente…

—¡Oh, Mujercitas! Tengo el que mi mamá me dio en mi noveno cumpleaños en casa, por supuesto. Es un recuerdo. Pero encontré esta copia en una librería de segunda mano y tiene el labrado más bonito en su portada. ¿Lo ves? —Lo alzó para mí, y sonreí—. Debería darle este a Nessie —susurró para ella, trazando el diseño con su dedo.

Caminé hacia ella y quité el cabello de en medio para poder dejar un beso en su cuello.

—¿Entonces estamos listos para comenzar con los libros?

—¿Por qué no?

Platicamos amigablemente mientras llenábamos la primera caja. Bella estaba emocionada de llevar todos estos libros a casa con ella, incluso aunque más de uno fuera duplicado de los que ya estaban en los estantes de nuestra casa. Explicó cómo esta edición era diferente de la otra, me mostró un mensaje dentro de su copia de Sus ojos miraban a Dios de su maestra favorita del octavo grado, y me contó la historia de cómo Una arruga en el tiempo se había manchado con helado de chocolate en la página en donde la señora Cuál le da a Meg sus defectos.

Pero cuando sacó su copia de Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne de la repisa, su rostro se volvió inescrutable.

—¿Qué pasa? —pregunté.

Esperé por una respuesta, pero dejó caer el libro en la caja y sacudió la cabeza. Luego cambió de tema.

—No puedo creer que el pobre Seth vaya a tener que lidiar con ese dinosaurio. —Movió la cabeza hacia la computadora sobre el escritorio.

Cerré la caja. Por un segundo la estudié, y decidí no presionarla.

La computadora era claramente vieja, casi ocho años.

—¿Qué tan lenta es?

Bella sacudió la cabeza con desagrado.

—Podía encenderla en la mañana y tenía tiempo de cambiarme y desayunar antes de que finalmente terminara de encenderse.

—Bueno, quizá podamos cambiarla para él. Nadie debería hacer su tarea con Windows 98.

Bella bufó, pero accedió.

—¿Estás bien con esto? ¿Con tu papá yendo más serio con Sue? —pregunté, comenzando la segunda caja de libros.

Había estado teniendo problemas leyéndola acerca de este tema, pero cuando su cabeza se alzó, su expresión era perfectamente legible.

—¡Por supuesto! —Estiró los dedos para tomar tantos libros como pudiera ser posible en cada mano—. Admito que incluso me siento un poco aliviada, porque me preocupaba él sin mí. Y me preocupaba que nunca superara a mi mamá, y él merecía hacerlo, ¿sabes?

No había nada más que sinceridad en su voz, y asentí.

»Es un poco loco pensar que si las cosas salen bien y lo hacen oficial, Seth y Leah serán mis hermanastros. Tardaré en acostumbrarme a eso, pero creo que es la hija única en mí hablando. —Me golpeó juguetonamente con el codo—. Seth estaría emocionado de tenerte como cuñado.

Me reí. No estaba equivocada.

—Bueno, ya los considero familia. Dado que Jacob se imprimó. —Rodé los ojos—. Estamos atrapados con él, y ellos son su manada.

Empujó mi hombro ante la broma hacia su amigo.

»Y —continué más serio—, siempre han estado de nuestro lado. Seth estuvo conmigo al pelear contra Victoria. Ayudaron a protegerte cuando estabas embarazada.

Una lenta y cálida sonrisa se formó en su rostro.

—Me encanta eso de ti.

—¿Qué?

—Ustedes los Cullen ven a la familia como algo a lo que te unes en lugar de algo en lo que naciste.

Mi ceño se frunció. Había un par de cosas absurdas en sus palabras, la menor de ellas era que Bella ahora también era una Cullen.

—Bueno…

—Lo sé. —Bella se me adelantó—. Así es como tienes que hacerlo cuando eres vampiro. Aun así —se encogió de hombros—, soy muy consciente de que tuve suerte con mi familia política, han sido tan buenos conmigo, me trataron como si fuera familia desde el momento en el que me escogiste. Incluso aunque no tenían que hacerlo, e incluso aunque traje más peligro e incertidumbre a sus vidas. —Pausó, luego tuvo que corregir por el bien del contexto histórico—. Con excepción de Rosalie.

Me reí.

»Pero incluso Rose y yo resolvimos las cosas al final. —Bella se puso de puntillas para besarme—. Y tengo suerte de que estés dispuesto a que traiga a una manada de lobos completa a la familia. Porque parece que eso va a suceder. Esta mañana, cuando llamé para decir que vendríamos, Charlie me preguntó si sabía de un lugar en donde pudieran ajustar el anillo de su mamá.

Honestamente, no tenía elección, pero su punto era válido. Ciertamente había habido un tiempo en donde no hubiera querido a los lobos cerca de mi familia, mucho menos en ella, y la mayoría de los vampiros en el mundo estarían de acuerdo con ese punto de vista, pero las cosas habían cambiado. Habíamos tenido que trabajar con los Quileutes una y otra vez para proteger Forks y a Bella; era complicado que una enemistad real sobreviviera a eso, y desafiaba a cualquiera a encontrar una forma de odiar a Seth Clearwater.

Llenamos la segunda caja, pero necesitamos una tercera para terminar los libros. Me llevé las tres al mismo tiempo al jeep a pesar de las protestas de Bella, lo que probablemente no ayudó a mi farsa de ser humano con los vecinos, pero ya quería terminar y ya nos faltaba poco. Todo lo que nos quedaba era su música, algunas chucherías, y un par de cactus.

Cuando volví, me encontré a Bella sentada en su cama, la espalda contra su cabecera, las rodillas en su pecho. Estaba mirando pensativamente los estantes vacíos.

—¿Está todo bien?

Me dio una sonrisa nerviosa.

—Lo siento. Solo estoy tomándome un momento.

Contuve mis ganas de terminar de empacar y me le uní en la cama. Me senté en una posición reclinada, recargado en mis codos.

—Toma todo el tiempo que necesites. —Era natural que este momento se sintiera enorme para ella.

Bella se quedó en silencio por unos minutos, y nos mantuvimos cerca en ese silencio.

—Es como si de verdad hubiera muerto, casi —dijo abruptamente.

Mis ojos se ensancharon en alarma.

»No pensé que me fuera a sentir tan separada de mi yo humana, porque al inicio no lo hacía, y no lo hago la mayor parte del tiempo. Pero algunas veces, más y más, me descubro pensando en ella como alguien que era en lugar de alguien que soy. —Bella dijo las palabras hacia las uñas con las que estaba jugando en lugar de a mí—. He notado un par de veces que la información se va. Charlie me preguntó si teníamos un prensa ajos en alguno de los cajones de la cocina, y no lo sé. Olvidé que Angela tenía hermanos menores. Y he sido más consciente de eso por los juegos que tú y yo hemos estado haciendo. Intenté pensar en una lista de posibilidades que podamos reducir, pero fue más corta de lo que esperaba. Se siente como si faltaran fantasías, como si hubiera grietas o huecos, como si las estuviera perdiendo.

Frotó su rostro, y finalmente me miró.

—No lo recuerdo —confesó—. Veinte mil leguas de viaje submarino. No recuerdo si lo leí o no. Básicamente he leído todo en mi repisa, pero ya sabes cómo es. Te excedes en la librería y traes a casa demasiados libros, la vida sucede y uno o dos se quedan atrás. ¿Ese es uno de ellos? ¿Es otro recuerdo que falta o simplemente nunca lo leí? No tengo idea.

Su voz sonaba calmada, pero no me engañaba. Extendí una de mis manos y la puse sobre sus dedos entrelazados.

»Acepto que así es como va a ser de ahora en adelante, hasta que ni siquiera recuerde lo que he olvidado. No me importa el libro. Si lo leí, obviamente no me dejó una buena impresión. Y quizá no lo hice y estoy reaccionando por nada.

Lo entendía.

—Estás preocupada por los recuerdos que sí te importan.

Su asentimiento fue tenso.

—Como dijiste, no puedo enfocarme en todo. Es solo que estoy comprendiendo cuántos recuerdos pasaron en esta habitación que no quiero perder, y tú y yo estamos quitando todo el contexto. Seth va a mudarse aquí y lucirá completamente diferente. —Su voz tembló—. No me dejarás olvidar, ¿verdad? No todos los recuerdos de los que estoy hablando te involucran, pero seamos honestos, la mayoría lo hacen.

Consideré qué estaba en mi poder bajo esta circunstancia. Después de un momento, le dije:

—¿Qué te parece esto? Esta noche, comenzaré a contarte la historia de cada recuerdo que tengo en esta habitación. Incluso aquellos en los que estabas dormida. Puedes añadir tu perspectiva y todos los detalles que recuerdes. De esa forma, tus recuerdos humanos tendrán un ancla. Incluso si llega un momento en el que no recuerdes el momento en sí mismo, tendrás el recuerdo de recordarlo conmigo.

Los ojos de Bella se suavizaron con emoción. Se enderezó y cambió su posición. Pensé que iba a besarme, pero en realidad quería poner su cabeza en mi pecho. Dejé que mi torso cayera en el colchón para que pudiera acomodarse, mirándome. Tomé su mandíbula en mi mano, el pulgar acariciando su mejilla, y cerró los ojos.

Nos quedamos en silencio de nuevo. No sabía lo que estaba pasando por su cabeza, lo que necesitaba en específico, pero estaba haciendo mi mejor esfuerzo por consolarla. Mucho acerca de nuestra relación era más fácil desde su transformación, pero algo que no había cambiado, que nunca cambiaría, era lo insoportable que era verla sufrir.

—¿Sabes lo que extraño acerca de ser humana?

Su voz me sorprendió, sus palabras eran una navaja en mi corazón.

Bella abrió os ojos, mirándome. Parecía haberse recompuesto.

»No entres en crisis, Edward. No hay mucho. Si me dieras a elegir mil veces más, tomaría la misma decisión. Disfruto de lo que soy, lo que somos juntos. —Acarició mi mano—. Pero algunas veces, sería lindo llorar.

—¿Llorar?

Bella asintió, una ligera risa escapando de sus labios ante la expresión horrorizada en mi rostro.

—Solo por la liberación. Cuando era humana, las emociones se acumulaban y luego salían. En el momento pensé que era molesto, pero lloraba, y era como una presa liberando toda la presión acumulada, manteniendo un límite en mi frustración o tristeza o lo que fuera. Algunas veces, como vampiro, se siente como si las emociones solo subieran y subieran. Es difícil calmarse.

No tenía un marco de referencia para lo que ella estaba describiendo. Mis días de humano estaban muy lejanos y, de todos modos, dudaba que hubiera llorado mucho. Mi generación no había sido exactamente la más dispuesta a dejar que los niños expresaran su emoción de esa forma. Pero lo que estaba diciendo tenía sentido. Sentí una pizca de diversión hacia mi práctica Bella, deseando tener de vuelta la habilidad de llorar por su utilidad, como si no fuera nada más que un desarmador que se había perdido de su caja de herramientas.

Pero el hecho de que lo estuviera mencionando significaba que estaba sintiéndose abrumada y batallando por lidiar con eso. Eso me hizo acercarla más.

—Lo lamento, Bella —hablé hacia el techo—. Desearía poder ayudar.

Se alzó y se movió de modo que nuestros cuerpos estuvieran a la misma altura y sus labios pudieran alcanzar los míos. Suspiró en el beso.

—Lo haces. —Se dejó caer de nuevo, acomodando su cabeza bajo mi barbilla, su cuerpo a mi lado.

—Sabes a lo que me refiero.

Sentí su sonrisa contra mi clavícula.

—Sí, sé a lo que te refieres. Quieres quitar mi dolor, no ayudarme con él. Bueno, qué mal. —Acarició mi pecho de forma reconfortante—. Estaré bien. Fue una decisión que tomé con los ojos abiertos. Sabía las consecuencias. Sentiré lo que tenga que sentir mientras experimento las cosas, pero tomé mi decisión y lo sabré sobrellevar, gracias a que te tengo.

—Bella…

Pero ella podía escuchar mis propias reclamaciones venir y se me adelantó.

—Hay algo que puedes hacer.

Sabía que era una trampa, pero caí de todos modos.

—¿Sí?

Movió su cuerpo de modo que estuviera encima de mí, luego sentí su dulce aliento contra un lado de mi cuello. Su húmeda lengua pasó cerca de mi oreja y de repente mis pantalones estaban demasiado apretados.

A pesar de mi instintiva respuesta física, tenía mis dudas.

—Bella, ahora estás vulnerable.

Se rio.

—Maldición, sí que estoy vulnerable. Así que, reconfórtame. —Bella mordisqueó el lóbulo de mi oreja—. Soy tu esposa, Edward, no una chica que acabas de conocer.

Apreté los dientes y consideré cuidadosamente mis palabras esta vez.

—Más que nada me refería a que estábamos hablando de cosas bastante serias. Puedo ver que estás sintiendo demasiado ahora, y quizá haya un mejor momento.

—¿De qué estás hablando? Es nuestro único momento. Es nuestra última oportunidad. Podemos crear un recuerdo en esta habitación que no se vaya.

¿Estaba pidiendo sexo? O… ¿estaba pidiendo un juego? Porque no estaba seguro de estar listo para lo último aún. A pesar de eso, cerré los ojos y me rendí. No importaba. Lo que ella quería que ese recuerdo fuera, sabía que se lo daría.

Nos senté a los dos, de modo que estuviera en mi regazo. Su cabello estaba despeinado y caía sobre su rostro. Mis dedos gentilmente acomodaron el desastre y lo acomodaron detrás de sus orejas. Como lo sospechaba, estaba sonriendo pero sus siempre expresivos ojos no podían esconder sus emociones.

—Aférrate a mí —advertí antes de ponerme de pie.

Sus brazos y piernas se envolvieron en automático a mi cuerpo.

—¿A dónde vamos? —preguntó cuando comencé a caminar.

—Solo al baño.

—¿Por qué? —preguntó, no comprendiendo.

Abrí la puerta del baño con mi pie.

—Dijiste que desearías poder liberar algo de toda esa carga emocional. Pensé que quizá podríamos tomar un baño, ¿y luego volver a la habitación?

Bella me estudió.

—Dijiste "podríamos"… ¿eso quiere decir que te ducharás conmigo?

—Por supuesto.

Su sonrisa fue real esta vez.

—Bueno, está bien entonces.

La bajé sobre la alfombra del baño, y me estiré detrás de mí para cerrar la puerta. Para cuando la cerré, las manos de Bella ya estaban en mis pantalones. Besé el tope de su cabeza con cariño y alcé mi playera por encima de mi cabeza, dejándola caer al suelo mientras bajaba mis pantalones y ropa interior por mis piernas. La ayudé quitándome los zapatos.

—Estás duro —gimió Bella, recargando su mejilla contra mi cadera y tomando mi erección en su mano.

Tomé esa mano con la mía y la puse de pie.

—Constantemente —murmuré en sus labios mientras la besaba.

Removió su playera y acaricié sus pechos en su sostén de algodón blanco antes de desabrocharlo y dejarlo caer al suelo. Dos pares de manos bajaron sus leggings negros y su ropa interior por sus piernas, igual que sus calcetines. La dulce esencia de su excitación me llamó y no pude resistirme a dejar un beso en su centro, justo arriba de su clítoris. Bella jadeó y sus rodillas temblaron.

La miré.

—Vamos a la bañera.

Asintió, incapaz de hablar. La seguí, entrando a la tina de porcelana. Bella abrió la llave mientras yo cerraba la cortina. La tubería de la vieja casa rechinó, y luego el spray del agua caliente estaba cayendo sobre nosotros.

Bella me lanzó una sonrisa nerviosa.

—Es una locura, tenerte aquí conmigo.

Alcé su mano y besé su palma.

—¿Otra fantasía hecha realidad?

Se rio, su cabello ya estaba mojándose y el agua comenzaba a crear fascinantes patrones en su cuerpo.

—No en realidad. No sé por qué, pero nunca pensé en eso. Aquí era donde yo… bueno, muchas noches estabas en mi habitación. Así que, aquí era donde tenía la privacidad para… —Miró significativamente la cabeza desmontable de la ducha.

La imagen en mi cabeza era tan clara, que era como si estuviera viéndolo de forma real con mis propios ojos.

—Tenía que morder mi labio, algunas veces mi brazo, para mantenerme en silencio. Estaba más preocupada porque tú me escucharas que mi papá. Él siempre estaba allá abajo con la televisión encendida, pero tú estabas del otro lado del pasillo con audición de vampiro.

Oh Dios. ¿Cómo habría sido, saber lo que ella estaba haciendo en la ducha en ese momento, haberlo escuchado? Sus jadeos y gemidos… mi nombre.

Mi erección punzó, goteando líquido pre seminal. Me había llevado al límite tan rápido, tan fácilmente.

—Pero tenía que hacerlo —explicó—. No podía volver ahí y pasar la noche contigo en mi cama sin hacerlo. La forma en la que me tocabas, me abrazabas, me besabas, una y otra vez por horas. Habría enloquecido.

Cerré los ojos e hice una mueca. La forma en la que describía nuestras noches juntos lo hacía sonar como si la hubiera estado provocando sexualmente al punto de la tortura. Lo que, en retrospectiva, quizá era cierto. Maldición.

Su risa musical hizo eco en el azulejo.

—No te sientas mal, Edward. Hubiera sido de la misma forma sin importar qué. —Acarició mi pecho.

—Bella —dije con voz grave—. No vinimos aquí para que me sedujeras.

Continuó como si no hubiera hablado.

—Solo estar a tu alrededor, básicamente estaba en un constante estado de excitación. No puedes evitarlo, enciendes todo en mi interior. Incansablemente. —Sentí sus labios en mi clavícula, luego su lengua.

Incapaz de resistirme a ella, mis brazos se envolvieron alrededor de su cuerpo, acercándola más. Su húmedo estómago rozó contra mi polla y casi me vine.

De repente, bufó contra mi hombro, rompiendo el ambiente.

Miré en alarma.

—Lo siento —dijo—. Algo se me ocurrió. Ni siquiera es gracioso, de verdad.

—¿Sí? —dije, recuperando el aliento, intentando procesar lo que había sucedido.

—¿Tú… alguna vez te masturbaste pensando en mí? ¿O fuiste adoctrinado por la propaganda de tu juventud que eso te haría quedarte ciego? —La expresión en su rostro era difícil de leer. De nuevo, parecía divertida, pero había algo debajo que indicaba una crudeza, una vulnerabilidad—. O —sus ojos fueron a mi pecho—, ¿era como lo de la fantasía? ¿En donde no te lo podías permitir?

Acaricié su mejilla húmeda con mis dedos. Bajo otras circunstancias, quizá me hubiera avergonzado por mi respuesta, pero ahora no lo dudé.

—Me masturbé pensando en ti.

—¿De verdad? —Todo su rostro se iluminó. Sabía que era la respuesta que quería oír, pero no había anticipado lo feliz que la haría.

Asintiendo, expliqué.

—Tienes un efecto en mí, también. No era algo que hacía cuando estuviéramos separados, o para prepararme antes de interactuar contigo, sino más como algo que venía después. Si estaba muy… estimulado. Y, cierto, no fantaseaba. Solo pensaba en ti y en lo que habías hecho para excitarme tanto en primer lugar.

—Mientras te tocabas.

—Mientras me tocaba —confirmé, y me besó eufóricamente.

Omití la información de que esto había pasado muy pocas veces. Podía contarlas con una mano sin necesitar el pulgar, y cada vez, lo había hecho tan rápido y superficial como era posible. No había tardado o me había regocijado en el placer. No estaba tan equivocada, acerca de tener problemas sin resolver sobre la masturbación que probablemente habían sido creados por actitudes anticuadas y poco saludables, y acerca de no confiar en mí para dejarme ir de esa forma. Había luchado con la necesidad de darme placer a cada oportunidad, preocupado de que fuera vergonzoso, que la estuviera degradando y a mí también, que estuviera rompiendo mis propias reglas acerca de la visualización, alimentando a mi monstruo. Si ignoraba las erecciones, se irían. Eventualmente.

Pero algunas veces, era demasiado con lo que lidiar. Bella tenía un obvio sueño húmedo conmigo junto a ella, o bailaba toda la noche conmigo en un vestido azul, o se aferraba con fuerza durante dos largos viajes en auto y un vuelo internacional después de que estuviera privado de ella por meses, o se arrojaba a mí y accedía a ser mi esposa en la misma noche… y no podía evitarlo.

Estaba feliz por todo eso ahora, para poder decirle que sí sin mentirle.

La abracé, reorientado ahora con mi meta original. Verla con la guardia baja, incluso por un momento, trajo de vuelta a mi mente a la chica asustada y encogida que había traído a este baño. Me estiré por el champú en la repisa cercana. Bella me escuchó abrir la tapa.

—¿De verdad, Edward? —dijo con algo de exasperación.

—De verdad —respondí con firmeza. Quizá no quería que cuidara de ella, pero su nerviosismo y cambios de humor me dijeron que estaba más abrumada de lo que me dejaba saber. Se sentiría mejor y disfrutaría más su recuerdo si me dejaba consentirla un poco antes.

—Confía en mí. Confía en mis años de manejar emociones como vampiro.

Su expresión se suavizó un poco.

—De acuerdo. ¿Qué necesito hacer?

Dejé caer un poco del champú en mi mano.

—Déjame hacerlo.

Accedió y señalé para que me diera la espalda. Gentilmente trabajé con el champú en su cuero cabelludo, cuidadoso de no crear nudos. Comencé en su frente y gradualmente bajé hacia su nuca. No tomó mucho tiempo para que su cuello se relajara, para que comenzara a inclinarse hacia mi toque. O era muy bueno en esto considerando que nunca lo había intentado antes, o ella se había dado cuenta que tenía razón.

Después de usar la cabeza de la ducha para enjuagar el champú de su cabello, llené de jabón mis manos y comencé a frotar los nudos en sus hombros, su espalda. Gimió ante mi toque y puso sus manos en el azulejo para mantenerse de pie.

—Entonces, ¿esto es lo que haces para calmarte? —preguntó Bella, su voz era baja.

—No —contesté con honestidad—. Así es como Jasper ayuda a Alice cuando sus visiones se vuelven muy estresantes. —Besé su hombro—. Yo voy a correr.

Se rio.

—Rose dijo algo acerca de que corriste de ida y vuelta a Seattle a diario cuando nos conocimos.

—Sí. —Alcé su brazo derecho de donde estaba recargado en el azulejo y masajeé hacia abajo. Levanté la vista para ver que me observaba.

Bella sonrió, pero era algo triste.

—Lamento que fuera tan difícil para ti estar a mi alrededor en ese entonces. Pero también estoy… tan agradecida de que lo hicieras de todas formas.

Mis dedos se quedaron quietos. Se sentía incómodo, dejarla pensar que era fortaleza de carácter, cuando en realidad había estado jugando ruleta rusa con nuestras vidas. Centré mi atención y volví a lo que estaba haciendo.

—No pude evitarlo.

—Me alegra —susurró Bella, su voz más callada que el sonido del agua cayendo a nuestro alrededor.

Me dejó terminar mi masaje en su cuerpo, no dejando ninguna parte de ella sin tocar. Cuando terminé, parecía ser que tenía los dos resultados que había esperado: Bella estaba calmada; Bella estaba excitada. Cierto, ya estaba excitada antes, pero ahora era menos frenético, ya no era energía que Bella estaba gastando para no lidiar con algo más.

Cerré la llave y me dejó secarla.

—¿Mejor? —pregunté.

—Mejor —asintió—. ¿Puedo tener mi recuerdo ahora?

Sonreí ante su idea fija. Mirando la pila de ropa en el piso del baño, pregunté.

—¿Nos molestamos en vestirnos?

Bella se encogió de hombros.

—Probablemente no. Solo vamos ahí para tener sexo en la cama, ¿cierto?

—¿Lo haremos? ¿Cuál es el juego?

Parpadeó.

—¿Jugaremos un juego? ¿Estás seguro?

Asentí afirmativamente, lleno de confianza y confort. No sabía si la engañé, pero no me importaba. Tuve mucho tiempo para pensar en esto en la ducha. Las dudas que sentía después de nuestro último juego eran insignificantes comparadas con lo que ella estaba lidiando en este momento. Solo estaba exagerando todo, y no teníamos tiempo para eso. Hoy era el último día en el que la habitación era de Bella, y claramente tenía fantasías que se desarrollaban ahí. No podía negarle la oportunidad, especialmente con su número de fantasías probablemente bajando mientras sus recuerdos humanos se desvanecían.

—Edward, no tenemos que hacerlo si no estás listo.

—Estoy listo. —La besé—. ¿Qué te gustaría para tu recuerdo?

Sus ojos buscaron mi rostro, luego consideró la ropa.

—Bien, vístete.

Hice lo que me pidió. Bella, sin embargo, solamente se puso su playera y ropa interior. Recogió el resto de su ropa y caminamos por el pasillo hacia su vieja habitación, en donde la dejó caer de nuevo. Fue hacia la ventana y cerró las cortinas.

—Cierra la puerta y apaga la luz —indicó por encima del hombro. Mirando alrededor de la habitación después de que hice lo que pidió, dijo—: Creo que es lo más oscuro que podremos lograr.

—¿En dónde me quieres? —pregunté. Me recordé lo mucho que había disfrutado nuestros primeros dos juegos, y que el tercero no me habría molestado demasiado si me hubiera apegado al libreto. Las fantasías de Bella no eran el problema; yo lo era.

Bella movió el brazo.

—La mecedora.

Tenía sentido. Había pasado muchas noches ahí.

Esperé que Bella se subiera a la cama, pero cuando me senté, ella saltó a mi regazo. Era una sorpresa bien recibida.

—Tengo dos, en realidad —explicó—. Dos fantasías para esta habitación. ¿Es razonable si las combinamos?

No viendo problema alguno con eso, asentí. Intenté no distraerme con los mechones de su cabello que dejaban húmedos círculos en su delgada playera blanca.

Bella entrelazó los dedos de su mano derecha con mi mano izquierda.

—¿Edward?

—¿Sí?

Apenas había registrado la seriedad del momento antes de que ella hablara.

—Siento que tengo que explicar una de estas. Para que no me juzgues.

La pesadez que había ignorado había vuelto. ¿Era esto? ¿Lo que Alice me había advertido?

—No te juzgaré —prometí, y recé para que fuera verdad.

Bella hizo una mueca, su expresión tímida.

Yo me juzgaría. Es una con la que siempre me he sentido rara, pero no podía evitar volver a ella. —Apretó mi mano—. Quiero enfatizar que esta fantasía es diferente en el sentido de que no hubiera querido que en realidad sucediera.

—¿Qué significa eso?

—Significa que es algo que es emocionante y sexy como una fantasía, pero que si hubiera sucedido en la vida real, me hubiera sentido muy violentada.

No pude mantener el contacto visual. Mi mente estaba frenética. Antes, había batallado para pensar en lo que Bella posiblemente pudiera pedir que me desagradara, pero ahora los escenarios estaban pasando por mi mente debido a sus palabras. Algo que nunca se me había ocurrido, algo que nunca pude haber predicho que quisiera… ¿Bella de verdad quería jugar un juego en el que violara su consentimiento?

Mi estómago se retorció. Sin dudarlo, nunca sería capaz de hacer eso, incluso aunque fuera fingido.

—¡Ugh! —dijo con frustración—. No lo estoy explicando bien. Lo estoy haciendo sonar peor de lo que es. —Puso su mano izquierda sobre nuestros dedos unidos—. Déjame mostrarte.

Una especie de acuarela llenó mi cabeza. La habitación estaba oscura, afuera la luna se escondía entre las nubes. Estaba sentado en la mecedora, rodeado por las sombras, cuidando a una Bella humana moviéndose en la cama, las sábanas enredadas alrededor de sus piernas desnudas. Se había despertado de un sueño que había sido, de acuerdo a sus palabras en sueños… gráfico. Su frustración era palpable, lo que sea que le fuera prometido mientras dormía no había sido cumplido. Y luego estaba tocándose, sus dedos en su ropa interior, su playera alzada de modo que pudiera alcanzar sus pezones. Jadeó mi nombre, una y otra vez, pidiéndome que la tomara, que la poseyera, que la follara. Pero pensó que estaba sola. No era consciente de que yo estaba en la esquina, mirando. Que estaba tocándome, también.

La visión se desvaneció. Volví a la habitación y a la adorable chica en mi regazo. La fantasía me había dejado… en conflicto. Por un lado, no era casi tan malo como el peor escenario posible. Al menos no quería que la molestara o la dominara, que ignorara sus peticiones o algo igualmente horrible. Por otro lado, aún era una violación de su consentimiento, y resaltó una herida que nunca había cerrado por completo. Sabía que entrar en su habitación en la noche sin ser invitado había estado mal, y la fácil aceptación de Bella siempre me había molestado. En el momento, me decía a mí mismo que era para acostumbrarme a su esencia y para protegerla de las amenazas, ya sea que fueran vampiros nómadas, meteoritos o arañas. Lo que estaba haciendo no era espiar. No era algo sexual, y no estaba ahí por razones pervertidas. Eso era lo que me había dicho con una convicción fanática.

Y ahora, descubría que Bella tenía una fantasía en donde era algo sexual y yo era un pervertido. Me hacía sentir sucio.

Ella podía leerme bien.

—No te atrae —concluyó.

—Solo estoy un poco sorprendido —dije.

Bella se mordió el labio.

—Lo sé, es retorcido. No sé qué está mal conmigo que lo he llevado conmigo por años. No haremos esa.

Mi determinación se derritió. Se había encogido bajo mi mirada, mi repulsión. Era un canalla de lo peor.

—¿Esta está bien? —Bella puso su mano de nuevo en la mía, y una vez más abrió sus pensamientos.

Esta superficialmente tenía algunas cosas en común con la otra, pero los detalles clave eran diferentes. Bella estaba hablando en sueños, moviéndose por un sueño húmedo y despertaba conmigo junto a ella. Pero se había quedado dormida en mis brazos desde el principio, de modo que siempre supo que estaba ahí. Ella me había invitado a su cama. Al despertarse, estaba desorientada, luego avergonzada, balbuceando una disculpa hasta que su muslo rozó contra mi polla completamente erecta y registró mis ojos ardiendo. El dolor que pulsaba entre sus piernas era caliente y necesitado y casi explotó cuando me puse encima de ella y alcé su pierna por encima de mi cadera. La besé, la desnudé y luego lamí su coño hasta que ella gritó. La fantasía concluyó con ella montándome, aferrándose con fuerza a su cabecera, mientras me venía dentro de ella.

—Esta es más sucia, desde el punto de vista de que pensaba que era imposible y sabía que no debería estar pensando en nosotros teniendo sexo. Pero al menos no es… ya sabes.

Mi agarre en ella se había apretado y mi garganta se sentía seca. Bella no tenía idea de lo cerca que esta fantasía había estado de la realidad. El inicio de este escenario en realidad había sucedido, solo… que ella no se había despertado. Había experimentado una respuesta lujuriosa superior a lo que sea que hubiera sentido antes, lo que culminó conmigo arrojándome por su ventana, corriendo hacia los árboles, y apenas bajando mis pantalones y con la mano alrededor de mi polla antes de que explotara sobre el piso del bosque.

Solo podía imaginarme lo que le habría hecho en ese momento si ella hubiera abierto los ojos. Me gustaría pensar que el resultado habría sido algo como lo que me acababa de mostrar, nada me hubiera hecho más feliz. Pero había sido tan pronto. Apenas habíamos sobrevivido la cacería de James, el control sobre mi sed había sido una cosa tan frágil con el recuerdo de su sangre tan vibrante y reciente, y los deseos carnales eran tan nuevos para mí.

—Entonces —dijo—, ¿esa es segura?

Podía sentir mi respuesta a la segunda fantasía presionarse contra su trasero.

Lo consideré.

—¿Cómo planeabas combinar las dos?

Había un punto en el que podían combinarse, pero quería saber en dónde estaba su mente.

Ciertamente, tímidamente admitió que pensó que podíamos comenzar conmigo a escondidas en la mecedora. Luego ella se tocaría y me llamaría pensando que estaba sola, pero luego respondería sus palabras, revelándome ante ella. De ahí, me le uniría en la cama y nos daría lo que ambos queríamos.

Quizá solo debí haber aceptado su oferta de olvidar por completo la primera fantasía, pero me recordé que esta era la última oportunidad de Bella para crear recuerdos de los dos en esta habitación. Además, al fusionar las dos fantasías, los elementos más repugnantes de la primera fantasía eran eliminados. No sería el acosador pervertido en la esquina por mucho tiempo, me presentaría ante ella, y ella me invitaría a su cama. Este era un compromiso aceptable.

—¿Estás seguro? —El ceño de Bella estaba fruncido con demasiada preocupación.

—Sí.

Dejó salir un suspiro estresado.

—Nuestra palabra segura…

—Es helecho —terminé por ella. Pero sabía que no la usaría. No tomaría nada de ella hoy—. Bella, me sorprendió, pero eso es todo. No hay nada malo contigo o tu fantasía. Entiendo estar excitado por algo que en realidad no querrías en la vida real. Créeme, lo sé —dije, deliberadamente recordándole de todas las horribles cosas que me excitaron en el pasado. No podría arrojar ninguna piedra aquí. Por supuesto, no podía imaginar hacer juegos de roles con mis demonios, pero eso no tenía importancia. Solo otro aspecto en el que ella y yo éramos diferentes. Si esto la hacía feliz, lo haría sin quejarme.

Las líneas de preocupación en su rostro se habían suavizado, y la besé con suavidad.

—Te amo, Bella, y estoy bien con esto.

Lentamente, asintió.

La ayudé a ponerse de pie y fue hacia la cama. Alzó las sábanas y se metió debajo de ellas, tirando de su ropa, estratégicamente revelando una tentadora cantidad de piel. Su cabeza se hundió en su almohada.

—¿Cómo es tu perspectiva? ¿Buena?

—Demasiado.

—Puedes ver la parte inferior de mis pechos, ¿cierto?

—Sí —sonreí con cariño ante ella asegurándose que tuviera una buena vista—. Aunque confieso que esto es extraño. No pensé que disfrutarías ser vista. Había tachado por completo el exhibicionismo como algo que quisieras.

Bella rio nerviosa en su almohada.

—Tú mirándome es diferente que otras personas mirándome. mirándome es emocionante, siempre lo ha sido. —Sus manos estaban temblando encima de sus cobijas—. Ahora cállate. Estoy durmiendo.

Contuve el bufido, y solo se puso peor. De algún modo, Bella se había vuelto peor al pretender estar dormida que antes, y sus líneas entre sueños eran incluso más falsas. Sabía que arruinaría el ambiente, sin mencionar que sería un poco cruel, si me reía de mi adorable esposa cuando estaba tratando de ser sexy, así que mantuve la boca cerrada y aprecié el momento. La amaba. Demasiado.

Fue cuando comenzó a masturbarse que el ambiente cambió para mí. Estaba tan hermosa e irresistible como siempre, pero mi rol había traído a colación lo enorme que el abismo entre nosotros había sido. Quizá, lo enorme que aún era. Ella era tan pura de corazón, veía el masturbarme como un voyeur sin invitación en la esquina de su habitación como algo lo suficientemente inofensivo como para hacer un juego de rol con eso. No veía todas las connotaciones que yo hacía, que era el síntoma de un desperfecto interno, que ignoraba la autonomía de los otros. Ella no había cazado a hombres que hacían esta clase de cosas en conjunto con crímenes peores y otras maldades.

Me di cuenta que quizá lo que inicialmente había sido tan excitante acerca de estos juegos es que, en ellos, podía ser el Edward de Bella, verme a través de sus ojos. Bella me amaba de forma incondicional, confiaba en mí sin dudarlo. En el mundo de Bella, podía tomar su virginidad en el prado y sería perfecto, todo lo que ella había soñado. Podía hacer cosas sucias con ella en la parte trasera de mi Volvo después del baile de graduación y ella saldría sin un solo moretón. O mordisco. Podía pretender, como ella, que nunca había estado en peligro conmigo, que mi autocontrol era perfecto, en lugar del desastre que era contenido por cinta adhesiva y oraciones que yo sabía que era. O quizá era por eso que el último juego me había afectado tanto, porque revelaba la farsa: si ella en realidad hubiera sido humana, mis acciones la hubieran matado. No había sido el Edward de Bella. Solamente había sido yo mismo.

Ciertamente, eso era lo que estaba molestándome ahorita. Bella podría pensar que el estar en su habitación sin ser invitado era inofensivo, pero yo lo sabía. Lo sabía en lo profundo… quizá había sido en parte una cosa sexual, quizá era un pervertido, y definitivamente la había violentado al hacerlo. Era demasiado real como para ser un juego para mí.

Siguiendo el guion, debería estar tocándome ya, pero no lo estaba. No lo haría. Ni siquiera estaba duro en lo más mínimo.

De una forma distante y remota, sabía que el espectáculo que estaba haciendo para mí era objetivamente sexy. Esto no era falso o fingido, ya no más. Ella de verdad estaba excitada por esto, tocándose, exponiendo su cuerpo, para el monstruo en la esquina. Sus gemidos eran profundos, sus manos frenéticas, sus movimientos desesperados. Estaba feliz; quería que esto fuera bueno para ella. No dejaría que resintiera ni un segundo de esto. Acomodé mis brazos de modo que no sospechara que no estaba jugando. Incluso moví mi mano de arriba abajo para hacer parecer que lo estaba haciendo, sabiendo que era un componente clave de la fantasía para ella. Bella, hoy me había dado cuenta, amaba el pensar en mí masturbándome por ella.

Se salió del personaje e hizo contacto visual conmigo. El volumen de sus gemidos había comenzado a bajar. Incluso estaba usando esa palabra: follar. Una palabra que nunca la había escuchado usar en lo absoluto antes de esta fantasía, y nunca en voz alta antes de este momento. No estaba seguro si era porque en realidad nunca la usaba, o si solo era que sabía que en realidad no me importaban las maldiciones y por lo tanto no la usaba a mi alrededor. Me imaginaba estar disgustado, pero, quién lo diría, Bella diciendo "Fóllame, Edward", con su mano en su ropa interior era en realidad la cosa más caliente del mundo.

Definitivamente estaba duro ahora.

No estaba montando un espectáculo para mí. Estaba invitándome a que me le uniera.

Discretamente bajé mi cierre y saqué mi polla porque sabía que eso era lo que ella esperaba ver cuando me pusiera de pie. Me acerqué a la cama mientras ella jadeaba y temblaba con anticipación. Mantuve el contacto visual con ella mientras bajaba su ropa interior, abría sus piernas y me metía en la cama entre ellas. Bajé la cabeza, cerca, más cerca, de su húmedo calor. La esencia era embriagante. Jadeó cuando lamí mis labios. Mi amada Bella, iba a hacerla gritar.

Y gritar fue lo que hizo, casi de inmediato. Se había excitado tanto con sus dedos, que estaba al borde del orgasmo desde el momento en el que mis labios la tocaron. Así que, la llevé al límite, y de inmediato supe que no era suficiente. Mi lengua podía hacerlo mejor. Deslicé mis brazos debajo de sus muslos para ajustar el ángulo de modo que mi lengua fuera lo más profundo posible. Sus muslos se tensaron y temblaron contra mis orejas mientras chupaba sus jugos, acariciaba su hinchado clítoris. Me estiré con las manos, por su estómago, sus costillas, y finalmente tomando el preciado premio que eran sus perfectos pechos. Sus pezones estaban sorprendentemente duros contra mis palmas.

Era algo bueno que estuviéramos solos en la casa. Sus gemidos probablemente podían ser escuchados del otro lado de la calle.

La chupé por casi veinte minutos, y en ese tiempo montó olas y olas de placer en mi boca y dedos —la cima y la calma, la cima y la calma— cada descanso era más alto que el último, antes de ascender a la cima de nuevo. Escuché ruidos y rasgados que sugerían que las almohadas de la cama eran probablemente cosa del pasado. Sus uñas estaban tirando de mi cabello. Dios, amaba hacerle esto.

El c…cielo. Su boca es el maldito cielo. Ughh, sí, ¡mmm! La fricción cuando su lengua está tan profundo. Su nariz contra mi clítoris, tan bueno, duele…

Salté, rompiendo el contacto entre el coño de Bella y mi boca. Esa había sido la voz de Bella, pero podía jurar que no había sido en voz alta. Había sido…

Sus manos soltaron mi cabello, y me senté, con los ojos ensanchados.

Ella, sin respiración y cubierta de relleno de almohada, me miró.

—¿Espera? ¿Escuchaste eso?

Asentí, un poco en shock.

Bella lanzó un gritito de alegría. Se sentó y me besó en celebración.

—He estado intentando por un tiempo, pero no había funcionado —confesó—. Toma mucha concentración bajar el escudo, y parezco necesitar del contacto físico. Pero sigo practicando. Espero poder llegar al punto en donde solo pueda lanzarte pensamientos en cualquier momento.

—¿De verdad?

Estaba besando mi mandíbula.

—Estaba pensando acerca de lo mucho que desearía que supieras lo que me estabas haciendo, y lo escuchaste. —Su boca estaba en mi cuello ahora, sus manos tirando de mi playera—. Edward, tengo tantas ganas de arrancarte eso, pero sé que no tienes nada más por usar. Quítatela. Ahora. Todo.

Claramente, estaba más distraído que ella por el avance en el compartir sus pensamientos. Aunque apreciaba que estaba considerando si tenía o no ropa para usar si destruía estas; no siempre mostraba tal premeditación. Aunque, no podía quejarme. Alice me había advertido, cuando llegó a casa con el doble de ropa para mí cuando Bella estaba en el proceso de transformación.

—¿Por qué tanta?

—Las necesitarás. Oh, y te salvarás por un tiempo. No más ropa de diseñador. No usaría ropa que de verdad te guste por unos cuantos años.

—¿Por qué no?

—Porque Bella va a destruir la mayoría. —Una subestimación.

Poniéndome de pie, rápidamente dejé mi ropa en el suelo. Luego me le uní, desnudo en la cama, rodeados de algodón flotando.

Estaba frenética, su caliente coño expuesto y goteando, la playera blanca desacomodada.

—Edward, tu boca es el cielo, pero necesito. —Su mirada se fue a mi hinchada polla—. Necesito… —repitió, incapaz de formular una oración completa.

—Sí, Bella. —Me senté con la espalda recargada contra la cabecera—. Sé lo que necesitas. —Mi voz era baja, confiada. La alcé por la cintura y la giré de modo que estuviera mirándome, montándome. Puso sus manos contra la cabecera, de cada lado de mi cabeza. Guie sus caderas por mi polla erecta, entrando en ella de un solo movimiento.

Un chillido escapó de la garganta de Bella.

—¡Edward!

El sentimiento era mutuo. Mi pobre polla había esperado demasiado por esto hoy.

Levanté su playera y la quité mientras comenzaba a moverse, subir y bajar. Tomé sus pezones entre mis dedos y pellizqué. Ella respondió con un gemido. Para variar la estimulación, besé, chupé, acariciándolos con mis dientes. Podía ver en su rostro que estaba intentando alargar esto, tomarse su tiempo, pero no podía detenerse. Sus movimientos eran demasiado frenéticos. Se estaba perdiendo.

—Te amo, Edward. Te amo.

—Bella —murmuré, la mandíbula tensa contra mi propio éxtasis.

Pausó a mitad de la acción y abrió los ojos.

—No, sigue. Solo voy a contarte una historia. —Pasé mi nariz por su piel, de su hombro a su oreja, y ella jadeó. Sus movimientos comenzaron de nuevo, incluso más frenéticos que antes—. Una semana después de que te traje a casa de Phoenix, tuviste un sueño húmedo mientras estaba contigo en la cama. —Escuché su jadeo—. Nunca había experimentado algo tan excitante en toda mi existencia como tu cuerpo moviéndose contra el mío. ¿Y cuando comenzaste a hablar? Casi me vine, aquí en tus sábanas. "Edward, bésame. Mi cuello. Más profundo, te necesito más profundo dentro de mí", dijiste.

Escuché la madera tronar detrás de mí, sabía que las astillas vendrían, y reaccioné de forma instintiva. Tomé las muñecas de Bella y las alejé de la cabecera. Luchó conmigo para volver a su apoyo, así que las puse detrás de su espalda. Mientras su centro enloquecía, apretándome tan fuerte que pensé que explotaría.

Gimiendo, continué.

»Tuve que salir de aquí o hubiera perdido el control. Así que salté por la ventana, corrí al bosque, y toqué mi polla mientras pensaba en esas palabras. Derramé mi semen por todo el piso, pensando en tu rostro.

Eso fue lo último. Sus caderas se movieron como una criatura poseída, sus paredes internas se tensaron, y se vino gritando como banshee. No había forma de que pudiera evitar seguirla de inmediato. Dos embestidas en su centro y estaba vaciándome dentro de ella.

Bella colapsó contra mí. Mientras descendía, me di cuenta de que aún tenía sus brazos detrás de su espalda. Liberé sus muñecas y sus brazos se envolvieron de inmediato alrededor de mis hombros. El punzante placer de mi orgasmo se fue lentamente mientras mis dedos acariciaban su espalda desnuda de arriba abajo.

—¿Cómo se vuelve mejor y mejor? —preguntó, su voz cortada y llena de asombro.

Giré mi cabeza y besé su sien.

—¿Edward?

—¿Hmm?

—¿Esa historia era cierta?

Gemí. Lejos del calor de la pasión, de nuevo parecía como algo patético de mi parte, difícilmente mi mejor momento. Pero lo hecho estaba hecho, y a Bella parecía gustarle, de todos modos.

—Cada palabra.

Alzó la cabeza de mi pecho y me sonrió. La felicidad que veía ahí me quitaba el aliento.

—Gracias, Edward, por mi recuerdo.


Ay, este capítulo me gusta, es uno de mis favoritos uwu

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