DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a EvieBaby. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 6: Lluvia

Esa primera noche, después de que llegamos a casa de Port Angeles, me lanzó una sonrisa dolorida en el garaje y dijo:

—Necesito un poco de espacio.

Mi pecho se apretó.

—Por supuesto.

Entramos a la casa y Bella fue directo a la habitación de Renesmee. Relevó a Rosalie, quien estaba leyendo la última edición de la revista Motor Trend en la silla junto a la cama. Me quedé en la puerta mientras Bella y Rose se abrazaban, mientras Bella sonreía como si nada estuviera mal y le agradecía a mi hermana por ayudarnos.

Pero cuando Rose se fue, Bella se quedó en la habitación de nuestra hija. Se subió a la cama al lado de Renesmee. La pequeña se removió, instintivamente acercándose al cuerpo de su madre, pero no se despertó. Las miré a las dos, a mi familia, con dulzura y anhelo.

—Cierra la puerta, por favor, Edward —susurró Bella.

A regañadientes, lo hice, dándole a Bella el espacio que había pedido.

Encontré una silla en la sala y me senté mirando hacia la ventana. La salida del sol estaba a unas horas, y esperé por ella. En la mañana, quizá Bella y yo podríamos hablar, hablar de verdad. Podía arreglar esto. ¿O necesitaría más tiempo que eso?

Resultó, que sí.

—No creo que esté lista —confesó mientras cortaba un mango en la encimera de la cocina para el desayuno de Renesmee.

—De acuerdo. —Asentí, accedí, como sabía que tenía que hacerlo, pero sentí terror y conflicto. Ni siquiera podía sentir la rabia que había causado que le gritara unas cosas tan feas. Recordaba bien que había estado absolutamente furioso con Bella y sus repugnantes sugerencias. Sabía que aún me disgustaban, pero en este momento no podía encontrar esos sentimientos por ningún lado dentro de mí. Todo lo que podía sentir era pesadez de que había causado un daño irreparable y vergüenza de haber explotado y haberla lastimado.

Su mirada cayó.

—Lo lamento. —Podía ver que de verdad se sentía culpable por no estar lista, por decepcionarme. Me hacía sentir enfermo.

—No lo lamentes, Bella. —Puse mi mano por encima de la suya antes de detenerme a considerar que quizá no quería que lo hiciera. Pero ella no se alejó—. Fui yo quien se pasó de la raya. Fui yo quien fue… —batallé por un descriptor adecuado—, grosero. Toma todo el tiempo que necesites.

Y luego… el tiempo pasó. Una semana.

Bella estaba visiblemente distante de mí y todos con los que interactuábamos podían verlo. Algunos incluso sabían lo que estaba sucediendo.

La tarde del primer día, mientras estaba ayudando a Esme a quitar algunos arbustos en el lado norte de la casa, Alice llegó, me golpeó con fuerza en la nuca, y se giró para marcharse. No dijo ni una palabra, pero la escuché fuerte y claro, sabía que había roto mi promesa.

No expliqué la situación para Esme, pero no estaba complacida de que no estuviéramos en buenos términos. A pesar de sus súplicas, desde entonces Alice no me había hablado.

Lo que era peor que Alice supiera cómo me había comportado, era que Carlisle lo hiciera. Esa primera tarde, me invitó con sus pensamientos a que fuera a caminar con él, pero me mantuvo fuera de su cabeza hasta que estuvimos fuera del rango de la casa. Nos detuvimos en un arroyo con unos viejos árboles torcidos por encima de él y helechos alrededor.

—Tuve una interesante conversación con Bella esta mañana —comenzó. No sabía qué era peor, la seriedad de su semblante o la amabilidad en sus ojos—. Me preguntó si había una forma en la que un vampiro pudiera reducir su apetito sexual.

Sentí mi rostro caer.

»Estoy compartiendo los rasgos generales de la interacción porque dudo mucho que pueda ser capaz de controlar mis pensamientos al respecto a tu alrededor indefinidamente. Bella me dio su permiso, de inmediato me dijo que sabía que sería casi imposible para mí guardarte un secreto, pero que era la única persona que pensaba que podía ayudarla.

—¿Lo hiciste? —hablé hacia mis zapatos, las manos hechas puños en los bolsillos de mi chaqueta.

—No. —La voz de Carlisle era gentil—. Hasta donde sé, no hay una forma de impactar artificialmente nuestra química de ese modo. Con los humanos, por supuesto, hay toda clase de tratamientos que tienen el potencial de aumentar o reducir el apetito sexual, pero sus procesos internos son mucho más complejos y frágiles que los nuestros.

Asentí sin palabras. Podía ver la imagen de Bella en la mente de Carlisle, en la silla frente a su escritorio en el hospital. Estaba agachada en sí misma, como un animal herido intentando parecer más pequeño, y lucía miserable.

—La única vía en la que pude pensar fue un aspecto en el que casi somos idénticos a los humanos —continuó.

Mi mandíbula se sentía tensa.

—Psicológicamente.

Carlisle inclinó la cabeza.

—Obviamente, el trauma o la depresión pueden tener un mayor impacto, ya sea que alguien sea humano o vampiro, pero difícilmente creo que alguno sea la solución de algo, mucho menos de los problemas en la habitación.

Si pudiera morir de vergüenza, lo habría hecho en ese momento.

Se sentó en una enorme roca mirándome, la puesta de sol estaba sobre su hombro.

—Edward, puedes preguntarme lo que sea. Estoy a tu disposición. —Lucía tan neutral, no crítico, que era como un golpe en el estómago.

—El apetito sexual de Bella es… muy alto, va más allá de los factores de que sea nueva en su cuerpo de vampiro y los dos siendo recién casados. Peleamos anoche, y dije algo poco amable.

—¿Poco amable?

Quería ser claro con esto, para que Carlisle supiera que mis acciones eran indefendibles.

—Con muchas palabras, le dije que sus apetitos eran excesivos y una carga.

La expresión en el rostro de Carlisle me golpeó por completo. Batalló para controlar sus pensamientos, pero estaba abrumado por su decepción hacia mí.

—Eso es poco amable.

—No lo dije en serio —dije patéticamente.

Me estudió.

—¿No lo hiciste?

Inhalé bruscamente.

—Edward, puedo ver dos razones por las que quizá hayas dicho algo tan directamente cruel. O es verdad pero habías estado reprimiendo esos sentimientos porque sabías que la lastimarías, o es mentira y la única razón por la que lo dijiste fue para deliberadamente causarle dolor a Bella. No te veo haciendo lo último. —Me miró absorber eso.

Mis dedos pasaron por mi cabello. Tenía razón. La ira hacia mi propia debilidad me invadió.

—¿Cómo me retracto? —Era una petición infantil. Sabía que lo que había dicho nunca podría borrarse.

—No puedes. —Había tanta lástima en sus ojos.

—¿Entonces cómo lo arreglo?

Carlisle no respondió de inmediato, y un nuevo horror me invadió cuando me di cuenta del porqué. Estaba pensando en Bella, en la versión derrotada que había acudido a él esta mañana. No veo un camino claro de cómo esta grieta pueda ser reparada, pero no puedo decir eso. Edward es propenso a la desesperación. Necesita una guía, y debe haber una forma. Ellos se aman demasiado. Si tan solo supiera cómo ayudar. Estaba perdido. Carlisle no les hablaba a las personas que amaba de la forma en la que yo le había hablado a Bella, así que no tenía experiencia con eso. Solo podía sugerir sabiduría generalizada.

—Te disculpaste, ¿cierto?

Asentí.

—Sí, de inmediato. Y de nuevo esta mañana después de que ambos nos distanciamos.

—Entonces todo lo que puedes hacer es mostrarle con tus acciones que eres sincero. Dale el espacio y el tiempo que necesite, y que demostrar tu amor sea tu prioridad.

Era un buen consejo, pero no era nada en lo que no hubiera pensado ya. Quizá nada más se podía hacer.

Durante los siguientes días, hice mi mejor esfuerzo por estar ahí para Bella pero lejos de su camino, de mostrarle mi arrepentimiento sin presionarla por una respuesta. Bella era civilizada, pero me mantenía alejado, literal y en sentido figurado. Desde que nos conocimos por primera vez no había pasado tanto tiempo en su presencia sin tocarla.

Era una experiencia demasiado extraña. En el pasado, Bella siempre me había perdonado rápidamente, sin importar lo que hubiera hecho. Solía quejarme de su inhabilidad de mantenerse enfada conmigo, de hacerme responsable por mi mal comportamiento, pero aquí estaba la prueba de que podía hacerlo. La diferencia, suponía, era que incluso cuando la había lastimado en el pasado, algunas veces profundamente, Bella siempre podía ver que mis intenciones eran nobles o que venían del amor. Aquí no aplicaba demasiado.

Durante el día pasaba la mayor parte de su tiempo con mi familia o con Renesmee. Sus noches las pasaba leyendo en una esquina de la sala. Se duchaba en el baño del norte, se vestía en la habitación que Alice había diseñado como el armario, y ni una sola vez pisó nuestra habitación. Era una gran diferencia con nuestros patrones usuales que no podía ser malinterpretada. Bella y yo usábamos nuestra habitación para una cosa, una sola cosa, y eso no era posible ahora.

Vergonzosamente, mientras los días pasaban, me encontraba yendo más y más a la habitación, solo cuando ella no estaba y no tenía forma de saberlo. No quería que pensara que estaba intentando manipularla. Solo la extrañaba. Me acostaba en nuestra cama por horas, solo para oler su esencia, para sentirme cercano a ella. Mi angustia estaba creciendo. Podía sentirla en mi pecho, en mi garganta, tan intensa que era dolorosa. Recordé lo que Bella había dicho acerca de cómo deseaba poder llorar y pensé que lo entendía. Ninguno de mis métodos usuales para liberar emociones estaba funcionando. Todo estaba atrapado dentro de mí, presionándose contra las paredes. La única experiencia que se le podía comparar fue cuando estúpidamente pensé que podía dejarla.

Al final de la primera semana, Bella anunció un viaje de chicas a Seattle. Ella, Alice y Rose llevaron a Renesmee para un día de compras, de visitar museos, y terminaron con una noche en el ballet. Regresaron ya pasada la medianoche, con Nessie dormida en el asiento trasero.

Mientras le ayudaba a Bella a bajar los libros que había comprado en una librería de segunda mano, me tendió una bolsa de papel.

—Tenían algunos vinilos en la parte de atrás, separados de los libros. Había algunos que pensé que te gustarían.

Que estuviera pensando en mí al estar lejos, me llenó de tanta esperanza que brevemente me sentí mareado. En la bolsa, encontré vinilos de The Crickets, Martha y the Vandellas, y Solomon Burke. Encima estaba "In Dreams" de Roy Orbison.

Se mordió el labio.

—Sé que ese lo tienes en CD, pero mencionaste que no te había gustado la nueva edición.

Estaba sin palabras.

—Edward, ¿está bien si hablamos?

Respondí afirmativamente, sin atreverme a respirar, y ella me llevó a nuestra habitación. Pausó en la puerta, y ambos miramos el desastre de las sábanas arrugadas, una reliquia preservada de la última noche que habíamos pasado aquí, la noche en que le había hecho el amor por diez horas seguidas. A pesar de haber estado aquí múltiples veces, no había podido cambiar las sábanas o hacer la cama.

—Estamos aquí por privacidad —dijo Bella suavemente—. No para eso.

Asentí tenso. No había pensado diferente.

Se sentó en el baúl de madera al pie de la cama, con los brazos cerca de su cuerpo, y señaló que debería sentarme en la silla cerca de la esquina. Luego de que me acomodé, se tomó un momento para acomodar sus pensamientos.

—Edward, he pasado mucho tiempo esta semana pensando en lo que sucedió. —Se las arregló para sonreír forzadamente—. Quiero que sepas que acepto tu disculpa y te perdono. No estoy molesta.

Esas palabras deberían haber sido reconfortantes, pero no lo eran. No era que dudara de ella, solo que todo en mí gritaba que eso no era todo.

—Si hay algo por lo que aún estoy molesta, es que tú estabas infeliz o quizá solo… no estabas entusiasmado por algunas de las cosas que estábamos haciendo, pero nunca me lo dijiste. No usaste la palabra segura ni mucho menos dijiste que no querías. —Su voz tembló.

—No es así. —Sacudí la cabeza.

—¿Entonces cómo es, Edward?

Durante la última semana, no había querido nada en el mundo más que hablar con Bella de este modo, estar cerca de ella de nuevo y tener su atención puesta en mí. Aun así, ahora tenía que reprimir la urgencia de ponerme de pie y salir de esta habitación. El cien por ciento de mi energía había estado enfocada en Bella y en mi miedo de que hubiera lastimado nuestra relación de una forma en la que no pudiera sanar. No había lidiado o había examinado mis sentimientos de ira o desagrado en lo absoluto, y no quería hacerlo ahora. Quería que las cosas volvieran a ser como eran, y no veía cómo el hablar de la fealdad en mí nos llevaría a eso.

—Bella… —dejé de hablar, incapaz de encontrar las palabras.

Me miró, sin hablar. El silencio se extendió entre nosotros y ella no cedió en lo absoluto, por lo que tuve que encontrar una forma de explicarme.

—¿Recuerdas lo que dijiste acerca de cómo, en el pasado, mezclaba las cosas que eran un límite difícil para mí y las cosas que pensé que estaban fuera de lugar porque estaba preocupado acerca de arruinar nuestra relación o de lastimarte? ¿Cómo se me dificultaba separar las dos?

Bella asintió.

»Creo que quizá era de ese modo, pero en otra dirección. Ya no eres humana, estamos casados, ya no hay peligro o es inapropiado. No se supone que te siga diciendo que no. Se supone que te haga feliz, que te ponga primero, siempre. —Estaba inclinándome hacia delante, magnéticamente siendo atraído en su dirección y deseando tanto poder tocarla, abrazarla. Estaba hambriento de ella—. Hasta que hablaste sobre los mordiscos, nada de lo que me habías pedido se había sentido fuera de lugar. No el qué, no el cómo, ni siquiera la cantidad. Nunca te dije que no porque, en el momento, nunca quise hacerlo. Incluso cuando pediste algo que yo nunca habría elegido, era suficiente que lo quisieras.

—Edward, vi tu duda en ocasiones. Solo tomé el que accedieras después por un hecho, y quizá no debí haberlo hecho. Está bien que no quisieras hacer algunas cosas. No deberíamos construir nuestra vida sexual alrededor de cumplir todo lo que quiero. Eso es ridículo.

¿Cómo podía hacerla entender?

—Bella, para mí, el sexo es todo sobre ti. Solo de ti. Recuerda, antes de ti, el sexo me parecía tan poco interesante que quizá hubiera continuado mi existencia por siempre sin él. Claro, disfruto el placer y hay actos que encuentro interesantes de una forma un poco abstracta, pero, para mí, el sexo no se trata de lo bien que se siente. Es acerca de lo mucho que te amo.

Tragó.

—Pero en lo profundo, estabas sintiendo resentimiento.

—¡No! —negué—. Quiero decir… resentimiento es una palabra dura. Yo diría que quizá siento… ¿presión? Presión por cumplir tus necesidades y hacer que los sacrificios que tú hiciste para estar conmigo valgan la pena, pero eso es solo por lo preciada que tú eres para mí. —Me rendí, poniéndome de rodillas frente a ella—. Bella, por favor créeme. No te guardo rencor o me arrepiento de algo que hayamos hecho juntos. Nunca había querido retractarme tanto de algo que dije. —No estaba ignorando el hecho de que estaba rogando de rodillas. Rogándole a mi esposa que me aceptara de vuelta.

Cuando sentí sus dedos enredarse en mi cabello, el alivio me invadió. Era como si pudiera respirar de nuevo después de sofocarme por una semana. Necesitaba estar más cerca de ella, me moví hasta que estuve entre sus piernas y la atraje a mí, aún medio aterrado de que fuera a alejarme.

—Oh, Edward. —Su voz se quebró, y su mano acarició un lado de mi rostro.

No estoy seguro de cómo comenzó, pero absolutamente fui yo quien lo subió de tono. Comencé a besarla, con fervor, y no pude detenerme. Comencé con sus manos, sus brazos, luego su pecho y cuello. Y finalmente, sus labios. Podía sentir mis manos temblar mientras acariciaba su piel. No estaba seguro de si alguna vez la había querido con tanta desesperación.

La llevé hacia atrás, hacia la cama, y me puse encima de ella. Mi erección se presionó contra su muslo mientras besaba hambriento su cuello y rasgaba su playera de su cuerpo. Necesitaba estar dentro de ella. Solo sanaría y estaría completo de nuevo cuando estuviera dentro de ella. Y la necesitaba desnuda y abierta mientras lo hacía.

Pero cuando me estiré por su sostén, la mano de Bella se puso sobre la mía.

—Edward.

Algo en su voz me frenó, me quitó el aliento. Me congelé y me encontré con su mirada.

Lucía… ansiosa y pequeña.

—Edward, lo siento, pero no estoy lista. —Podía ver qué tan cierto era ahora que la miraba detenidamente. Sus pupilas no estaban dilatadas, sus pezones no estaban duros y su respiración era acompasada. Me había estado besando de vuelta, pero estábamos pensando en cosas diferentes. Pobre Bella, probablemente nada más estaba buscando afecto, consuelo, y yo había llevado esas cosas a la conclusión más lejana posible.

—Oh —murmuré, y me quité de ella de inmediato—. Discúlpame, eso fue inaceptable. Fuiste clara cuando entramos. No sé qué me pasó.

Se sentó.

—No, Edward. Está bien. Entiendo por qué quieres hacerlo, y desearía que yo… —dejó de hablar, tristemente se encogió de hombros—. No sé qué está mal con mi cuerpo.

Fui hacia su lado y pasé mis brazos alrededor de sus hombros.

—Nada, Bella. Nada está mal. —Besé gentilmente su ceja—. Acabamos de reconciliarnos. Tómate el tiempo que necesites.

—Te amo, Edward —susurró en el cuello de mi camisa.

—Te amo.

Se estiró por su playera, solo para encontrarla en pedazos.

Me encogí.

—Lo siento.

Ella bufó una risa, alzando dos de las piezas.

—Entonces así es como se siente.

Me reí, también.

—Toma —dije, desabrochando mi camisa—. Ten la mía. Así no tienes que cruzar la casa hacia el clóset en tu sostén.

Bella alzó una ceja y podía ver que estaba considerando negarse, pero nuestra hija estaba en casa, aunque dormida la última vez que revisamos, y casi todas nuestras ventanas estaban descubiertas.

—Tómala —insistí caballerosamente.

Se la puso y la abrochó.

—Gracias. —Me besó. Fácilmente, como si las cosas hubieran vuelto a la normalidad, y la cinta invisible alrededor de mi pecho se aflojó solo un poco.

Pasando sus piernas hacia fuera de la cama, Bella se puso de pie. En la puerta, se giró para mirarme.

—¿No vienes?

—Yo, uh, necesito un minuto —confesé, y mirándome, se dio cuenta de a qué me refería. Para su consternación y la mía, seguía dolorosamente duro.

—Oh —murmuró. Conocía bien esa expresión en su rostro, esa postura. Si pudiera sonrojarse, lo estaría haciendo ahora. No era la única—. Yo… te daré algo de privacidad entonces.

Gemí en vergüenza mientras ella salía por la puerta, colapsando de espaldas en la cama y arrojando mi brazo por encima de mis ojos. ¿Por qué, oh por qué mi cuerpo estaba tan rebelde justo ahora? ¿Y realmente pensaba que iba a solucionarlo con mi mano? La idea era muy poco atractiva en este momento. No podía recordar haberme sentido tan amargamente decepcionado de no tener sexo.

¿Quizá porque Bella y yo nunca antes nos habíamos abstenido del sexo de reconciliación? ¿Cómo podía no preocuparme de que significara que las cosas aún estaban sin resolver? O quizá, la novedad iba aún más allá: así no era como las cosas eran. Bella quería mi cuerpo, siempre. Nunca, ni una vez desde que nos casamos, Bella se había negado a tener sexo conmigo.

El pánico volvió a mi interior, el miedo irracional de que estuviera perdiéndola de alguna forma, que estuviera alejándose de mí y no hubiera nada que pudiera hacer para detenerlo. Era un tipo de miseria desesperada que no había sentido desde que regresé de mi larga ausencia para encontrar a Bella traumatizada por mi abandono y medio enamorada de Jacob Black. Parte de mí sabía que era ridículo preocuparme, Bella me había escogido, y ahora era un vampiro inmutable, no una humana cambiante. Bella era mi esposa, mi pareja. No me dejaría o dejaría de estar enamorada de mí.

Y aun así… el miedo no se iba.

Mi erección estaba muerta. Salí de la cama y fui hacia la puerta.

Bella estaba de pie en el pasillo, justo afuera, aún usando mi camisa, mordiéndose el labio como si estuviera en guerra consigo misma.

—¿Está todo bien? —le pregunté.

—Sí —contestó, con los ojos ligeramente ensanchados.

Asentí una vez, sintiéndome terrible por asustarla. Podía ver que encontraba la expresión en mi rostro terrible.

Mis pies me llevaron al clóset, en donde me puse la primera playera que pude encontrar.

—¿Edward? —Bella me había seguido. Estaba de pie en la puerta, insegura. Mi corazón dolió ante la visión, no podía dejar que se preocupara.

Con seguridad, fui hacia ella y acuné su rostro en mis manos. La besé con dulzura, con toda mi devoción. Descansando mi frente contra la suya después de romper el beso, la calmé.

—Estoy bien, Bella. Estamos bien. Solo… necesito ir a correr ahora. Volveré en unas horas.

—De acuerdo —susurró, tomando la tela de mi playera en sus puños—. Haz lo que necesites hacer.

Presioné mis labios contra el puente de su nariz y susurré con un vergonzoso nivel de emoción.

—Te amo, Bella.

Me dejó ir y murmuró que me amaba, también.

Al segundo siguiente, estaba saliendo por la puerta, corriendo hacia Canadá. No volví hasta dentro de unas horas; corrí toda la noche y entrada la mañana, no volviendo a la casa hasta la mitad de la tarde. La casa estaba vacía, pero encontré una nota pegada en el refrigerador con la letra de Bella acerca de una excursión a la playa. Ella y Renesmee volverían por la tarde. Me duché y me cambié de ropa. Cuando vi que la puerta de nuestra habitación estaba abierta, hice un descubrimiento no deseado. Bella había cambiado las sábanas y había hecho la cama. No debió haberme molestado, pero no podía evitar darle un significado mayor al acto.

Me encontré poniendo el disco de Roy Orbinson que Bella me había comprado en el tocadiscos junto a la cama.

In dreams I walk with you

In dreams I talk to you

In dreams you're mine all of the time

We're together in dreams, in dreams

Aún quedaba algo de su esencia, por haber hecho la cama, y en las almohadas y el colchón. Respiré profundamente mientras me recostaba ahí, mirando al techo. La música le daba a mis sentimientos un ancla, un lugar para pensar.

But just before the dawn

I awake and find you gone

El sol se estaba poniendo cuando escuché que Bella y Renesmee llegaban a casa. Había tenido mucho tiempo para preocuparme acerca de qué tipo de recibimiento recibiría de Bella y esperaba lo peor, pero ella estaba feliz de verme y ni siquiera mencionó que me había tardado más de lo que le había dicho. Ambas hablaron felizmente de su día, y estuve debidamente impresionado con las nuevas rocas y conchas que Renesmee había traído a casa para su colección. Mientras se limpiaban, preparé un solo plato de pasta con pan de ajo y calabaza tostada. Estábamos intentando poner a Nessie en una dieta con una proporción mayor de comida humana con la esperanza de que ampliara sus opciones de asimilación en el futuro. Hasta ahora, los esfuerzos habían resultado en contados éxitos. La sangre aún era su alimento de preferencia, y la única comida humana que realmente disfrutaba era la de un alto contenido de azúcar. Bella me aseguró que eso era bastante común en los niños humanos, pero no íbamos a rendirnos aún en expandir su paladar.

Después de que acostamos a Renesmee, Bella tomó su libro más reciente, The Wanderer de Frances Burney. Cuando fue hacia la sala, asumí que era mi señal para salir de la habitación, pero tomó mi mano y me llevó ahí con ella. Tomé mi propio libro, la historia del emporio de Babilonia, y me le uní en el sofá. En lugar de sentarse junto a mí, Bella acomodó su cabeza en mi regazo y leímos juntos bajo la tenue luz de una lámpara.

Esta era una noche tan típica para los dos, que era un bálsamo para mi corazón ansioso. Acaricié el cabello de Bella y escuché el sonido de sus páginas pasar. Me tomó más tiempo que ella meterme en mi libro, pero después de veinte minutos mi mente se calmó y pude concentrarme. Mientras las horas pasaban, sin embargo, una diferencia entre esta noche y nuestra rutina previa salió a la luz. Usualmente, alrededor de medianoche, Bella me llevaba a la cama. Esta noche, leímos juntos en el sofá hasta el amanecer.

Durante la siguiente semana me di cuenta de que esta era nuestra nueva rutina. Bella era cálida y cariñosa, quien nos mirara no podría saber que había algo remotamente diferente de nuestra vida de antes. Incluso cuando estábamos solos, había pocas señales de que aún hubiera dolor. Bromeaba conmigo, me besaba, se acurrucaba conmigo en el sofá, se quejaba de revisar las finanzas mensuales conmigo. Pero el sexo había desaparecido por completo de nuestra vida, y de algún modo eso hacía que cada día fuera insoportablemente largo. No me había dado cuenta de cuánto tiempo en una semana había sido dedicado a hacer el amor en nuestra vida de casados.

Bella parecía estar bien con el cambio. Estaba feliz y siempre tenía planes para llenar esas horas sin fin, salía en la noche con Alice, restaurando y tapizando un sofá victoriano con Esme, montando motocicleta por la costa con Jake, las tardes enseñándole a Charlie y a Renesmee a cocinar en casa de su papá. Pero yo… estaba perdido. Para alguien que se las había arreglado para llenar un siglo entero lleno de horas con otras actividades que no fuera el sexo, ciertamente no tenía muchas ideas. Mis viejos pasatiempos parecían vacíos y solitarios en este momento.

Para llenar el tiempo, desarrollé una singular obsesión.

The night is bright and gay, but I'm so blue

My heart must have its way and dream of you

Cuando Bella desaparecía de la casa, ponía el disco de Roy Orbinson y dejaba que la música me llevara a su trágica escena onírica.

Wherever you may be, I'll still be true

And when the clouds roll by I'll come to you

But until then I'll drink my lonely wine

Quizá no era mi mecanismo de afrontamiento más sano, pero era uno viejo, confiable y funcional. No era la primera vez que había escogido este disco en particular. Durante los tiempos oscuros, encontrar un álbum que dijera lo que yo no podía y ahogarme en él me llevaba de un momento a otro. Volvía loca a mi familia. Rosalie me había acusado más de una vez de tortúralos a ellos junto conmigo, pero no había nadie en esta pequeña casa además de mí para escuchar si reproducía las mismas doce canciones una y otra vez. Solo ponía el tocadiscos cuando estaba solo.

No sabía si era adecuado o solo melodramático que hubiera regresado al álbum que había reproducido sin parar cuando dejé a Bella hacía tres años. Quizá era el destino. Bella ciertamente no conocía su historia cuando compró el vinilo.

I'll tell them we grew tired of each other

And realized our dreams could never be

I'll even make believe I never loved you

Then no one will ever know the truth but me

Mientras entrabamos a nuestra cuarta semana sin sexo, finalmente pude ponerle una etiqueta a lo que estaba sintiendo: estaba en duelo. Tan solo eso resultaba salvaje para mí, por lo menos parecía una sobrereacción. Durante gran parte de mi existencia, el sexo no había sido una prioridad. Incluso en mi relación con Bella. Había pasado el primer año y medio después de conocerla determinado a mantenerla humana para siempre y asumiendo que eso significaba que el sexo era imposible. Después de que Bella dejó en claro que el celibato no era sostenible para ella, toda mi preparación personal y planeación logística había sido hecha con su experiencia en mente. Claro, para ese entonces mi cuerpo se había despertado de una forma que nunca soñé que fuera posible, pero aún pensaba en el sexo como algo para Bella, no para mí. Siempre y cuando la tuviera a ella, estaría feliz con o sin él. Me dije eso tan seguido y por tanto tiempo que llegué a creerlo de verdad, incluso ya dentro de nuestro matrimonio. Y luego se fue.

Sabía que disfrutaba del sexo, que lo esperaba, incluso que seguido lo iniciaba, pero no me había dado cuenta de lo mucho que había llegado a depender de él. A lo largo de los años, había escuchado todas las metáforas y eufemismos acerca de cómo el acto sexual era una unión, volverse uno con alguien más, pero no había sido capaz de comprender cómo se sentía eso hasta que lo experimenté por mí mismo. Nunca pude haber anticipado lo cercano que me sentiría a Bella cuando le hiciera el mor. Lo catártico que sería tocarla, besarla, embestir en ella como si fuera una necesidad básica, algo con lo que moriría de no tenerlo. Que ella sintiera por igual esa urgencia. Cuando estaba dentro de ella, era parte de ella y ella era parte de mí. Estábamos desnudos en cada sentido de la palabra, perfectamente vulnerables con el otro. Y, después del orgasmo, cuando ella se aferraba a mí y me imploraba que me quedara dentro de ella, parte de ella, por solo un poco más, me sentía completo y feliz. No había nada igual.

Me había vuelto adicto, y ahora estaba sintiendo la abstinencia, del placer, de la intimidad.

I see her in the twilight standing there

The wind softly stirring in her hair

The sweetest fruit the earth can bear

So young so warm and so rare

Obviamente, me había estado engañando. Parloteando acerca de cómo no tenía fantasías, de cómo mis necesidades eran irrelevantes. Había construido nuestra vida sexual alrededor de cumplir los deseos de Bella, y quizá ese había sido un punto razonable por el cual comenzar. Cumplir sus fantasías, satisfacer sus deseos, y darle a su cuerpo placer era inmensamente gratificante para mí. Pero no habíamos ido más allá de eso, a pesar de los repetidos esfuerzos de Bella para sacar a relucir mis necesidades, y eso quizá había dejado a Bella susceptible a la idea de que cuando ella quisiera algo sexualmente, le estaba haciendo un favor. Que su sexualidad era una bestia que alimentaba por obligación. No era cierto, por supuesto que no lo era. Pero la ventana para su preocupación estaba abierta, y mi comentario sin pensar la había convencido de eso.

Una sencilla verdad estaba llegando a mí: tenía necesidades sexuales. Necesidades potentes y constantes. Tan urgentes e insaciables como todo lo que Bella sentía. Quizá no las había reconocido porque no lucían como las de Bella, o como las de cualquiera con el que estuviera familiarizado mentalmente, pero estaban ahí. Tenían que estarlo, de otra forma no estaría devastado ante la repentina ausencia de intimidad física en mi vida. No estaba seguro de poder articular qué era lo que necesitaba aún, pero una cosa a la vez.

La pregunta era, ¿siquiera importaba aún? ¿Me había dado cuenta demasiado tarde de esto? ¿Esta sequía era temporal o permanente?

There in the darkness of

My house without windows

I will never see the stars that shine

Shine on you

No, esa idea era ridícula. Este lúgubre presente no podía ser nuestro futuro. Habíamos probado el cielo, repetidamente, constantemente, en los brazos del otro. Un futuro en donde no regresáramos a eso era imposible.

Me había equivocado, horriblemente. Pero ciertamente, no había matado el amor de Bella por el sexo con un comentario. ¿Cierto?

I'd rather wonder through an endless night

Than to face the light of another lonely day

Knowing that you won't be there

Eventualmente Bella me descubrió. Había ido a la habitación para limpiar y, por la fuerza de mi esencia y la marca de donde me había estado recostando en nuestro edredón, fue capaz de deducir que había estado pasando mucho tiempo aquí.

Estaba esperándome en el baúl de madera cuando llegué a casa y me saludó con una pequeña sonrisa.

—Debemos hablar.

Me congelé en la entrada, sintiéndome descubierto.

—No tenemos que hacerlo, Bella. Solo vengo aquí a escuchar música algunas veces. No significa nada.

Pero podía ver en su rostro que había protestado demasiado y que no me creía. Al contrario, lucía aún más perturbada. Cuando no me moví, me pidió que me sentara.

—Por favor. Hay algo que necesito decir.

Rindiéndome, cerré la puerta. Cuando me fui a sentar a la silla de la esquina de nuevo, ella tomó mi mano y me llevó junto a ella en el baúl. Entrelazó nuestros dedos y los sostuvo con fuerza, pero no se encontró con mi mirada.

—He querido explicar algo, porque no quiero que te hagas una idea equivocada. —Bella tragó—. La mañana después de que peleamos, estaba sintiéndome horrible y avergonzada de mi cuerpo y… lo mucho que quiere.

Mi mandíbula se tensó y tuve que contenerme de interrumpirla y reconfortarla. Podía ver que había pasado algo de tiempo preparándose mentalmente para esto.

»Le pregunté a Carlisle si había una forma de hacer que quisiera menos, pero él dijo que no. No había pensado que la hubiera, pero valía la pena intentarlo, ya sabes, si eso nos hacía más compatibles. Pero luego, después de que nos reconciliamos y comenzaste a besarme… fue la cosa más extraña. No es que no sintiera nada. Solo que no me sentí como usualmente lo hago —lanzó una tímida mirada hacia mi dirección—, ya sabes, caliente. Quería, pero no estaba ahí. Pero pensé que volvería. Sigo pensando, mañana. Mañana querré tener sexo de nuevo. Y luego el mañana llega y aún no lo hago.

Cada una de sus palabras era una navaja en mi pecho, pero nada de lo que estaba diciendo era una sorpresa. Había sospechado algo como esto. Besé su cabeza.

—Está bien, Bella. Tenemos la eternidad, así que no hay prisa.

Se inclinó hacia mí.

—No quería que pensaras que te estaba castigando. Que estaba alargando esto por rencor o para probar algún tipo de punto.

La atraje a mi regazo y envolví mis brazos a su alrededor.

—Sé que no eres así, Bella. —Besé con suavidad sus labios—. Lamento que estés sufriendo.

Se aferró a mí, acomodando su cabeza bajo mi barbilla, y aceptando consuelo. Después de unos minutos, la escuché susurrar:

—¿Lo extrañas? ¿Estar de esa forma conmigo? ¿Es por eso que vienes aquí?

No quería responder con honestidad porque no quería que se sintiera culpable o presionada, pero sería peor mentir.

—Sí.

Exhaló, y en ese respiro, había demasiado alivio.

—Gracias.

Eso no era lo que estaba esperando.

—¿Por qué?

Admitió:

—Estaba tan asustada de que no lo hicieras. Que estuvieras bien con la forma en que las cosas son ahora.

Mis brazos se apretaron más a su alrededor.

—¿Edward?

—¿Sí?

—Lo extraño, también.

No hacía falta decirlo, pero la siguiente vez que ella dejó la casa, puse de nuevo el álbum.

When I feel blue in the night

And I want you to hold me tight

Whenever I want you, all I have to do is dream

Parecía que solo iba a tener que ser paciente. Y eso podía hacerlo, ¿no? Como le había dicho a Bella, el tiempo era algo que teníamos. Si necesitaba que esperara, teóricamente, la inmortalidad significaba que podía darle el tiempo que necesitara.

I need you so that I could die

I love you so and that is why

Whenever I want you all I have to do is dream

O, quizá eso estaba mal. ¿Quizá Bella se sentía así porque había algo que debería estar haciendo para ayudar, pero no lo estaba haciendo?

En mis pensamientos, fui consciente de que Emmett estaba acercándose a la casa. Miré las cortinas y pensé en la hora aproximada de acuerdo a la luz que se filtraba a través de ellas. Probablemente, debería levantarme y apagar el disco antes de que él llegara. No es como si fuera a tocar y esperar que le abriera. Pero no me moví. Podía reírse de mí si lo quería.

When the twilight is gone and no songbirds are singing

When the twilight is gone you come into my heart

And here in my heart you will stay while I pray

La puerta principal se abrió de golpe.

—¡Ed! ¡Edward! ¿Estás aquí, hombre?

No tenía caso evitar lo inevitable.

—Sí.

Siguió el sonido de mi voz y la música. La puerta de la habitación se abrió y miró alrededor.

—Ah, diablos.

My prayer is a rapture in blue

With the world far away and your lips close to mine

—Espera. —La canción lo frenó en seco—. Conozco esta mierda triste. ¿No es el álbum que Rose destrozó después de que lo escuchaste doscientas veces en una semana?

—Sí —admití.

Bufó.

—¿Y luego te fuiste a Brasil?

No me importaba su descripción, pero su línea temporal era correcta.

—Pensé que el reemplazo que te había conseguido era un CD.

—Lo era. —Froté mi rostro—. Bella me compró este.

Emmett hizo una mueca.

—¿Tu esposa te compró un álbum de rompimiento? Para ti, ¿el álbum de rompimiento?

—No es de ese modo. Ella no sabía, estaba intentando hacer algo lindo.

Se soltó a reír.

—Es bueno que te parezca gracioso —siseé.

My prayer and the answer you give

May they still be the same for as long as we live

That you'll always be there at the end of my prayer

Las últimas notas de la canción sonaron y el álbum terminó, la aguja reproduciendo estática.

Emmett se acercó a la cama y apagó el tocadiscos. Estaba pensando en cómo lucía como basura. Pero esa era una exageración, me había puesto presentable esta mañana para preparar el desayuno de Renesmee.

—¿Cuándo fue la última vez que te duchaste, amigo? —preguntó.

Me encogí de hombros.

—Hace un par de días.

—Uh-huh. —No tenía que leer sus pensamientos para saber que no me creía—. ¿Y cuándo cazaste por última vez? Esos ojos lucen muy oscuros.

Estaba confirmando mis sospechas acerca del porqué estaba aquí.

—Esme te envió para cuidarme.

Pero sacudió la cabeza y un rostro diferente apareció en su mente.

—Bells. Está preocupada y no sabe qué hacer porque nunca te ha visto así.

La culpa me golpeó. Pensé que estaba ocultándole lo peor.

En la cabeza de Emmett, podía ver vistazos de la conversación que Bella había iniciado con mi familia en el comedor de la casa grande esta mañana. Ellos le habían explicado que a veces solo… soy así. ¿Deprimido? ¿Alice había dicho que estoy deprimido?

Emmett se había ofrecido para ser quien viniera y me sacara de mi miseria. Cualquier resentimiento que hubiera podido sentir hacia él se fue por lo que pude ver de sus razones. Era más que el hecho de que no le gustara vernos infelices. Él me extrañaba.

—Vamos. —Golpeó el colchón con su rodilla—. Ve a limpiarte y luego iremos a cazar.

No protesté. Si Bella estaba preocupada, eso alteraba mis prioridades por completo. Me duché y vestí en menos de cinco minutos y Emmett y yo salimos hacia los árboles y por la montaña.

El cielo rugió ferozmente y para cuando llegamos a nuestro usual sitio de caza, estaba lloviendo.

—Qué bueno que tomé esa ducha —me quejé.

Él sonrió, las gotas de lluvia bajando por su cuadrada mandíbula.

—Por acá. —Señaló al este—. Creo que huelo algo divertido.

"Algo divertido" significaba algo con garras. No estaba de un humor en el que particularmente me importara qué comía, pero lo seguí. Ciertamente, lo divertido resultó ser un oso grizzli macho refugiándose bajo unas rocas.

Emmett me palmeó la espalda.

—Todo tuyo, chico.

Él quería el oso para sí mismo, pero se felicitó por ser generoso. Miró con desaprobación cómo me acerqué al animal en silencio y lo maté antes de que se diera cuenta por completo de que estaba siendo atacado.

—Algunas veces le quitas la diversión a la cacería, ¿lo sabes? —Estaba recargado contra un árbol mientras yo bebía—. Tu ropa ni siquiera se desordena.

Lo ignoré. El alivio estaba invadiéndome, no me había dado cuenta de lo hambriento que estaba. Mientras la sangre del animal de doscientos kilos me llenaba, saturaba mis tejidos, mi cabeza se aclaró y mis piernas se sintieron menos pesadas. La tempestad dentro de mí se calmó, solo un poco. Bebí hasta que el pozo estuvo completamente vacío y colapsé contra la roca para recuperar al aliento.

Emmett alzó una ceja hacia mí.

—¿Más sediento de lo que recordabas?

No tenía la voluntad para ponerme a la defensiva en el momento, así que solo asentí.

Él lucía satisfecho.

—Entonces esto es bueno. Te sentirás mejor.

Cerré los ojos y me concentré en la sensación de la sangre pasando por mi sistema.

Emmett estaba mirándome. Le había sido encargado algo más que solo alimentarme y sacarme de la casa, pero no estaba seguro de cómo hacer la transición, de cómo tocar el tema.

—Ya hablé con Carlisle al respecto —le dije.

Él estaba feliz de que hubiera leído su mente y fuera directo al grano.

—¿Sí? ¿Ayudó?

No, admití para mí. Realmente no lo había hecho. Al contrario, la carga de mi error se había sentido aún más pesada, porque sabía que había decepcionado a Carlisle, y no tenía una solución para eso.

Abrí los ojos, y Emmett me sonrió, la brisa de la lluvia a su alrededor.

—Vamos, inténtalo. —Estaba consciente de que conversaciones como estas no eran su mayor fuerte, pero quería ayudar y estaba dispuesto a intentarlo—. ¿Hay posibilidad de que coincidan los consejos que recibiste de Carlisle y lo que yo diría? Al menos lo que salga de mi boca será algo que no hayas escuchado ya.

Bueno, tenía un punto ahí.

—Tuvimos una pelea. Herí los sentimientos de Bella, y ahora tenemos problemas para volver a ser lo que éramos.

—Discúlpate. —Emmett dijo la palabra como si fuera la cosa más sencilla del mundo.

—Lo hice. Ayudó pero las cosas aún no están bien. —Quité un poco de mi cabello húmedo de mis ojos—. ¿Alguna vez has herido tanto a Rosalie que ella no te perdonó de inmediato?

Emmett lo pensó y se encogió de hombros.

—No en realidad.

Podía ver que estaba diciendo la verdad. Rose podía guardar rencores como nadie, pero su terquedad no era rival para la devoción y la actitud juguetona de Emmett que podía compararse con la de un golden retriever. Probablemente había cosas que él podía hacer que cruzaran esas líneas para ella, pero nunca las había hecho. Nunca se le hubiera ocurrido que fuera capaz de lastimarla tan profundamente.

Genial. Otro esposo ejemplar con el que no podía compararme.

—¿Sobre qué pelearon?

Froté mis ojos.

—Cosas de vampiros. —Definitivamente no quería entrar en detalles.

—¿Cosas de vampiros? —dijo con duda—. Del tipo de cómo ella lo ama y tú no.

¿En resumen?

—Sí.

—No deberías ser tan duro con ella. ¿No estás feliz de que el cambio no fuera horrible para ella?

—Por supuesto que sí.

—Y ahora, puedes quedarte con ella. Es una situación de ganar/ganar.

Algunas veces no podía evitar sentir envidia por su forma tan simple y directa de ver el mundo. Podía ver su punto, pero…

—Algunas veces desearía que no se sintiera tan cómoda. Estoy feliz de que esta vida sea más fácil para ella que para la mayoría porque no quiero que sufra, y no quiero que tenga arrepentimientos, pero me pone nervioso que algunas veces ella no se tome ciertos límites en serio.

El ceño de Emmett se frunció.

—¿Como cuáles?

No sé por qué seguí hablando, no quería hacerlo. Quizá necesitaba hacerlo.

—Como con los nómadas que conocemos. Ella es muy amistosa.

Él sonrió.

»Y quiere intercambiar mordiscos de pareja —solté.

Los ojos de Emmett se ensancharon, y luego sus pensamientos reaccionaron a su shock. Guau. Eso es candente.

—¿Candente? —solté.

Él no lamentaba nada.

—Sí. Muy candente.

Sus pensamientos sobre el tema eran claros, encontraba la noción de los mordiscos de pareja completamente excitante. No estaba disgustado por la naturaleza primitiva del ritual, por lo salvaje que era. Tampoco habló acerca de las connotaciones de propiedad, o peor, la fusión de un acto de alimentarse con el acto de emparejarse. Al contrario, todas esas cosas se fueron hacia una columna etiquetada como "Totalmente candente". Una pequeña visualización de mí mordiendo el cuello de Bella se convirtió en una imagen de él mordiendo a Rosalie. El pensamiento era excitante para él, pero lo alejó con pesar.

—Rose nunca estaría de acuerdo. Ni en un millón de años —dijo con tristeza.

Tenía toda la razón en eso.

Sus ojos se volvieron a enfocar en mí.

—Deberías hacerlo.

—¡No!

—¿Por qué no? Ella te dejaría, eso es asombroso.

Lo miré.

Yo no quiero hacerlo.

—Oh —dijo Emmett como si acabara de recordar con quién estaba hablando. Maldición, qué desperdicio. Él está loco—. Pero ella lo quiere, ¿no?

Mis ojos se ensancharon.

—Emmett, si piensas en morder a Bella, haré que te arrepientas.

Se rio.

—Jesús, has perdido la cabeza. Nunca tocaría a tu chica, y lo sabes.

—No —aclaré, mi voz baja y mortal—. Estoy diciendo que no pienses en eso. No lo imagines, ni siquiera por diversión.

Solo se rio más fuerte. Pero no se imaginó mordiendo a mi esposa, así que lo dejé seguir hasta que paró.

—Hombre —dijo, su sonrisa aún era grande. Pasó sus dedos por su cabello y los movió para eliminar los excesos de agua—. Realmente estás haciendo esto más complicado de lo que es.

Lo miré mal.

»Hablo en serio. —Emmett alzó las palmas y me explicó su razonamiento—. Mira, tuvieron una fea pelea porque ella quiere mordiscos de pareja y tú no, ¿cierto? Dijiste que no de una forma en la que heriste sus sentimientos, y te has disculpado, pero las cosas aún están mal. Estás deprimido en tu habitación y ella va por la vida como un perrito herido.

Presté atención ante eso.

—Pensé que Bella estaba bien. —Con excepción de nuestra conversación en donde admitió que extrañaba el sexo y que estaba desconcertada por el cambio en la respuesta de su cuerpo hacia mí, parecía perfectamente normal durante las últimas semanas.

Me miró con incredulidad.

—Quizá está fingiendo estar bien por ti. Eso suena como el tipo de cosa boba que ustedes harían por el otro. Pero no, no está bien. Quiero decir, es una luchadora y está haciendo su mejor esfuerzo, pero incluso yo puedo ver que la está pasando mal. Jasper dice que es un desastre.

Mi estómago se fue al suelo.

—Mira, entiendo que las cosas de vampiros te molestan, pero tienes que poner a tu chica en primer lugar, hombre. ¿Vale la pena ser tan firme si ella es infeliz?

Pensé en Bella, en nuestra pelea, las conversaciones que habíamos tenido desde entonces. No estaba seguro.

—No… no lo sé. No estoy seguro de que este sea el problema. Creo que es más un problema emocional.

Emmett se encogió de hombros.

—Las mujeres hacen que todo sea un problema emocional. Quizá le pareció que la rechazabas a ella en lugar de rechazar la cosa de los mordiscos, y ahora está preocupada que no la ames tanto como ella a ti. O que no estés tan comprometido. Quizá pensó que los mordiscos eran este gran momento romántico y tú lo convertiste en algo sucio y ahora está avergonzada.

Mi mandíbula cayó.

—Em… eso no suena tonto. —Por el contrario, lo que estaba diciendo en realidad tenía sentido.

Se contoneó un poco.

—Claro que no. No lo olvides, he estado casado con Rosalie por setenta años, sé de lo que estoy hablando. Amo a mi mujer más que a la luna y las estrellas, pero puede ser complicado a veces, mantenerla feliz. Aprendí hace mucho tiempo que nada en todo el mundo vale que me ponga contra ella.

Bueno… maldición.

—Entonces —dijo—, ¿qué vas a hacer?

Tragué, mi interior moviéndose.

—Supongo que intercambiaré mordiscos de pareja con Bella.

Emmett vitoreó.

—Bastardo suertudo. Maldición, te odio —dijo de buena manera mientras me ponía de pie—. ¿Quieres ir por otra ronda o nos vamos a casa?

Lo pensé. Sería muy fácil retrasar lo que ahora sabía que necesitaba hacer con Bella, pero tan repulsiva como la idea era, la necesidad de resolver la tensión entre nosotros era más fuerte. Si esto funcionaba, si esto la hacía feliz, podría tener a mi Bella de vuelta. La tentación era irresistible.

Además, un enorme oso grizzli difícilmente era una comida pequeña.

—A casa.

Regresamos bajo la lluvia por el camino por el que habíamos llegado.

—¿Estás bien, Ed?

No fue hasta que habló que me di cuenta de que había estado más callado de lo usual. Aun así, no estaba sintiendo el dolor por el que había estado navegando durante las últimas semanas. Tenía una dirección ahora, un plan.

—Sí. Supongo que solo estoy ansioso por llegar a casa.

Emmett me lanzó una sonrisa.

—Puedo apostarlo.

Sacudí la cabeza con exasperación.

—No estoy esperando eso. Solo quiero a Bella de vuelta. Odio haberla decepcionado. Está matándome.

—Tiene sentido. —Emmett saltó por encima de un árbol caído y aterrizó con un gran splash en el lodo del otro lado—. Quiero decir, eso me molestaría, pero eres tú, así que tiene que ser peor.

Rodeé el árbol para evitar ensuciarme los jeans de lodo.

—¿Soy yo?

—Sí, te mata decepcionar a las personas cuando cuentan contigo.

Vi su plan de empujarme hacia el charco justo a tiempo y lo evité.

Emmett rio, pero continuó como si ni siquiera lo hubiera intentado.

—Así fue como supe que Bella iba a funcionar para ti, cuando ella te aplicó un Carlisle.

Eso me detuvo.

—¿Ella qué?

—Te aplicó un Carlisle. Ya sabes, ¿cómo Carlisle te mira y dice "Confío en tu juicio, hijo. Eres una buena persona y harás lo correcto"? ¿Y luego mueves cielo y tierra para no decepcionarlo? Es la clave para sacar lo mejor de ti, y Bella lo descifró desde el primer minuto. Te miró y dijo "confío en ti, sin importar qué, te amo sin importar qué, y no me lastimarás". Y luego hiciste todo dentro de ti para hacer que eso fuera verdad. —Emmett guiñó el ojo—. Te tuvo desde entonces, chico. Nunca ibas a comértela después de eso, sin importar cómo oliera ella.

Era desconcertante escuchar a Emmett resumirme de ese modo. Pensé que lo estaba haciendo demasiado simple, pero no podía decir que estuviera equivocado. Bella siempre…

Me congelé y miré el aire. Era tan tenue que quizá lo hubiera imaginado, especialmente dado que estábamos hablando de ella. Pero, sí, estaba ahí. Estaba seguro.

—¿Qué es? —La voz de Emmett ya no tenía rastros de burla o humor. Estaba en modo defensivo.

—Bella —contesté—. Pasó por aquí, recientemente.

Sacudí la cabeza.

—Yo no… oh, vaya. Ahí está, sí. —Sus hombros se relajaron—. Probablemente esté en otra caminata. —Ante mi mirada de confusión, Emmett alzó una ceja hacia mí—. ¿Sabes algo de lo que está pasando con ella? De verdad, amigo, arregla tu mierda.

Lo miré mal.

—Gracias. —Metiendo las manos en mis bolsillos, comencé a caminar—. Voy a… —Señalé con mi cabeza hacia la esencia.

Me enseñó los pulgares.

—Tú puedes. Ella va a perdonarte.

Dios, eso esperaba.

La lluvia complicaba las cosas, pero no había esencia a la que estuviera más sintonizado que a la de mi esposa. Encontré su rastro, que estaba en un matorral y no sobre el camino, pero fui capaz de descifrar su dirección de una huella a medio desaparecer. Estaba confundido de que se estuviera moviendo por el bosque lejos del camino principal. Eso no era característico de ella. Aunque, descubrí una vez que había mirado a mi alrededor y descifrado en donde estaba, que si ella conocía alguna parte del bosque lo suficientemente bien como para abandonar el camino, sería esta. Estábamos en la montaña justo detrás de la casa de su papá.

Pensé en lo que había decidido hacer, y mis pasos se detuvieron. Me detuve y tomé un momento para deliberadamente romper mi regla principal: lo imaginé. Girando en las sábanas de nuestra cama con Bella, embistiendo dentro de ella. Ella se aferraría a mí mientras me mordía, sus uñas arañando mi piel mientras intentaba aferrarme más cerca. Quizá lo haría mientras se venía, marcándome como suyo para siempre mientras exprimía mi semilla. Luego, sería mi turno, buscaría una segunda liberación para nosotros, y cuando estuviera cerca, mi boca descendería a la base de su garganta. Finalmente y por primera vez, su piel cedería bajo mis dientes y ellos se hundirían profundamente.

¿Era reconfortante u horroroso que mis pantalones ahora se sintieran apretados? No podía decidirlo. Por un lado, suponía que si íbamos a hacer esto, sería mejor si, mínimo, me excitara por eso. Por otro lado, me sentía enfermo conmigo mismo. Pero ¿en verdad esto era sorprendente? Si iba a reconocer que de verdad tenía necesidades sexuales, esto sería lo menos sorprendente que encontraría en el turbio fango de mi psique. Después de todo, como Bella bien lo había recordado, lo único que sabía de mi sexualidad antes del matrimonio era que la idea de morder a una Bella humana me había puesto duro. Solo Dios sabía qué más se escondía por ahí.

Caminé por el alto césped y los helechos, alrededor de los troncos de los árboles llenos de musgo, siguiendo su esencia. No había manera de salvar estos jeans ahora. El teléfono en mi bolsillo sonó, el sonido chocando contra el de la lluvia. Me estiré en mi bolsillo y miré para ver quién estaba llamando. Era Alice, Alice quien no me había hablado en un mes.

Mientras iba a contestar, una dulce y clara voz que reconocería en cualquier lado se escuchó por el bosque.

—¿Edward?

Metí el teléfono de vuelta en mi bolsillo y me apresuré, entre el desastre de árboles, y ahí estaba ella. Bella estaba sentada en el suelo del bosque rodeada de helechos que le llegaban a la barbilla, su espalda contra un árbol. Me pareció que era un lugar extraño para que se detuviera. No era un claro o un prado, no había un camino cercano, y la pendiente estaba incómodamente inclinada. Pero aun así, ahí estaba, con los ojos ensanchados como si fuera la última persona que esperaba ver. Considerando mis semanas de miseria, probablemente lo era.

—Hola.

Se estaba recuperando, y me sonrió, el rostro húmedo por la lluvia a pesar de la protección que las ramas encima de ella le daban.

—Hola. Pensé que reconocía el sonido del teléfono.

—Emmett y yo fuimos a cazar.

—Lo veo —dijo, notando mis ojos—. Me da gusto.

Se me ocurrió que la única razón por la que una persona podría haber escogido este lugar era para estar sola.

—¿Interrumpo?

Sacudió la cabeza. Tuve medio segundo de paranoia de que solamente estuviera siendo amable antes de que se moviera a la izquierda e hiciera espacio para que me sentara junto a ella. Me le uní y suspiré de alivio al estar lejos de la lluvia directa.

—¿Emmett está por aquí?

—No, se fue a casa.

Por instinto, me estiré por la mano que Bella había puesto en su rodilla y la tomé entre las mías. Tracé sus nudillos, las líneas de su palma, mi toque delicado y lento, amoroso y repetitivo. No fue hasta que escuché su respiración cambiar que me di cuenta de lo extraño que estaba actuando. No le había hablado por los últimos tres minutos. Me incliné para presionar un beso en la base de su palma, por encima de la cicatriz del mordisco de James, y luego me enderecé para recargar mi cabeza contra el tronco.

La expresión en el rostro de Bella era de un anhelo triste.

—Edward, te extraño. Nos extrañó.

La emoción me invadió.

—También te extraño.

Asintió, con determinación en su mirada.

—Quiero intentar.

—¿Intentar?

—Tener sexo.

—¿Estás lista para eso? —pregunté, preocupado.

Sus hombros se alzaron y cayeron y lucía perdida.

—No lo sé. Aún no me siento ca… —se interrumpió—. Como yo —terminó en su lugar—. Pero quiero intentarlo de todos modos.

Tenía dudas acerca de que se estuviera presionando si no estaba segura de estar lista, pero al final, sus límites eran su decisión y no iba a negárselo. No estaba seguro de que fuera capaz de hacerlo en este momento, de todas formas. Ante su oferta, mi cuerpo hambriento de sexo se había puesto al límite de inmediato.

—Iré lento. Seré gentil.

—Pero ¿tú quieres hacerlo? —Estaba mordiendo su labio inferior.

—¿Tener sexo contigo?

Asintió bruscamente.

—Necesito saber que quieres hacerlo. Que no solamente estás…

Complaciéndome. No terminó la oración y no podía oír sus pensamientos, pero sabía lo que temía.

Tomé su mano, aún en la mía, y la guie hacia el bulto en mis pantalones. Mi polla saltó entusiasta bajo su toque, y gemí ante el placer, dolor de eso. Un mes era demasiado tiempo.

—Bella, estoy enloqueciendo de lo mucho que te quiero. Es todo en lo que puedo pensar.

Su boca cayó abierta.

¿Cómo pude haberla dejado dudar de lo mucho que la deseaba? Tenía que rectificar esto, inmediatamente. La acomodé en mi regazo y enterré mi rostro en su cabello húmedo. Mi erección punzó. Siempre olía mejor en la lluvia.

—Bella. —Besé su cuello detrás de su oreja—. Soy un desastre. —Mis manos estaban por su garganta, su mandíbula, sus hombros… sus pechos. Sabía que ella podía sentirlas temblar con necesidad, y estaba luchando por mantener mi promesa de ir lento y ser gentil—. No me malentiendas. Respeto que no estuvieras lista. Hubiera esperado por siempre si me lo hubieras pedido, pero no quiero que te preocupes y pienses que sería fácil para mí, porque no lo sería. Y sé que no estabas intentando darme una lección, pero Dios, sí aprendí una. Necesito el sexo, Bella. Lo necesito contigo, todo el tiempo. Me quiebro en pedazos sin él. Justo ahora, siento que podría mantenerte en nuestra cama por una semana entera y seguir estando insatisfecho.

Su respiración se aceleró. Jugué con sus pezones por encima de su playera y sostén húmedos, endureciéndolos bajo mis manos. Besé de su mandíbula a su oreja y barbilla. Estaba moviendo mi erección bajo su trasero, frotándola contra su suave piel.

—Extraño tu boca en mi cuerpo y la forma en la que tu mano toca mi polla como si fuera algo preciado. Extraño que destroces mi ropa y hagas lo que quieras conmigo en el piso de la cocina. La manera en la que me la chupas en mi auto. Extraño la sensación de tus pezones duros en mi lengua. La forma en la que tus manos se aferran a mi piel cada vez que entro en ti. Tus gemidos y gritos. La forma en la que dices lo mucho que me amas siempre que estoy dentro de ti, y me pides que me quede después de que terminamos. Extraño tu coño, su sabor y la manera en la que se mueve contra mi lengua. La forma en la que se estira para mí y me sujeta como un puño cada vez que retrocedo para embestir de nuevo. Extraño la forma en la que se siente follarte cuando ya estás llena de mi semilla. Dios, Bella, extraño tanto tu coño.

Su gemido sin aliento se sintió como una victoria en sí misma. Podía hacer esto, confesarle mis lujuriosas obsesiones para convencerla de la reciprocidad de nuestros deseos, despertar su cuerpo, traerla de vuelta a mí. Arreglar esto. Sanarnos.

Dentro de mis incómodos jeans húmedos, mi pobre polla estaba derramando gotas de líquido pre seminal.

Mis labios se fueron hacia su garganta.

—Bella, quiero hacerte el amor, justo aquí. Quiero quitarnos a los dos esta ropa húmeda y mirar las gotas de lluvia correr por tus pechos. Comeré tu coño, hasta que estés lista para mí, y luego te haré el amor. Haré que te vengas una y otra vez. Te adoraré por horas.

Estaba en la base de su cuello ahora, y mis dientes rozaron su piel. Ella jadeó.

»Y luego, Bella, quiero morderte. Marcarte como mía para siempre.

Rozando la curvatura de su cuello, probé la presión de mi mordisco contra su piel. Era increíblemente emocionante tener mi boca aquí con el único propósito de morderla. Una sensación de pertinencia me invadió en olas. Aquí es donde pertenecía, y ella me pertenecía. Su cuello le pertenecía a mis dientes, y siempre lo había hecho. Solo pensar en eso era extrañamente erótico. Mi polla punzó, pulsó y goteó, al límite, y de repente estaba seguro de que podría venirme solo por esto.

Todo su cuerpo tembló.

—Guau, de acuerdo. ¡Helecho! —Las manos de Bella empujaron contra mis hombros—. ¡Helecho!

La realidad y la conciencia volvieron a mí con claridad. Alcé la cabeza, lejos de su piel, y liberé mi agarre en su cuerpo. Saltó de mi regazo y lejos de mí. Nunca en mi vida me había sentido más como un monstruo.

—Helecho, helecho, helecho, helecho, helecho, helecho —dijo para ella mientras se ponía de pie y caminaba por el pequeño charco de lodo frente al árbol en el que estábamos agachados. Sus dedos tiraron de su cabello húmedo—. ¡Jesús, Edward! ¿Qué demonios?

Paralizado con horror, solté:

—Yo… yo pensé… —Pero no podía de verdad decir "pensé que querías esto", porque era claro que no lo hacía y sería una blasfemia poner esto sobre ella. Lo que sea que había estado imaginando, no era lo que acababa de hacer.

—No puedes hacer algo así de enorme sin haberlo hablado conmigo antes de intentarlo. Por el amor de Dios, ¡casi me causaste un infarto! —Algo acerca de lo que vio en mi rostro hizo que dejara de caminar—. ¿Edward? ¿Estás bien?

No estaba seguro de si había asentido o no. Sé que intenté hacerlo.

Bella se acercó y se puso de rodillas frente a mí. Tomó una de mis manos y habló con gentileza.

—Mira, es lindo que hayas reconsiderado y que quieras hacer eso por mí, pero lo único en lo que estuvimos de acuerdo la última vez que hablamos es que esto es algo importante. Deberíamos hablar de eso, demasiado, antes de hacer cualquier cosa. Y si seguimos adelante e intercambiamos mordiscos, definitivamente no será aquí. Solo… no. Nunca.

Fui capaz de soltar una respuesta.

—¿Qué tiene de malo este lugar?

Se movió incómoda.

—Edward, aquí es donde Sam Uley me encontró, en el suelo y catatónica, la noche en la que terminaste conmigo.

Un nuevo horror me invadió, me asfixió.

Bella estaba mirando mis rodillas.

—Exorcizar la mala vibra con algo de sexo es una cosa, pero preferiría que mi matrimonio de vampiro no sea aquí.

No podía decir si había un zumbido en mis oídos o no.

—Deberíamos irnos —dije.

Parpadeó hacia mí.

—¿Deberíamos?

—Sí. —Alejé mi mano de la suya.

—Edward, cuando usé la palabra segura, no era un rechazo. —Estaba mordiendo su labio de nuevo.

No podía dejar que pensara que esto era su culpa.

—Lo sé. No es eso, fui yo. Me pasé de la raya, como dijiste. Debí haberlo hablado contigo primero. —Pero esa era solo una pequeña parte de lo que había salido mal. No era la reacción de Bella a lo que acabábamos de hacer lo que estaba molestándome—. Y quizá era diferente de cómo pensé que sería. No sabía que se sentiría así, poner mis dientes en tu cuello y presionar. —Me detuve. Alejé mi mirada de ella y la miré de nuevo—. No puedo hablar de esto ahora.

Los ojos de Bella se ensancharon.

—De acuerdo. No tenemos que hacerlo.

Me puse de pie y miré mi cuerpo. Mi mandíbula se tensó en desagrado.

—Por favor, discúlpame por un momento.

Corrí hacia los árboles lejanos sin mirar atrás. Recargando mi espalda contra un tronco, bajé mi cremallera y saqué mi polla sin gentileza. Había estado muy al límite cuando nos detuvimos, solo había una forma de liberar esta insoportable tensión. Me acaricié con rudeza, los ojos fijos en la distancia, la oscura revelación aún fresca en mí.

Por supuesto, mi recién liberada sexualidad atraería a mi monstruo. ¿No siempre lo había sabido, muy en lo profundo, que éramos uno mismo? Había sido extremadamente inocente pensar que podía morder a Bella solo para hacerla feliz y seguir con mi vida.

Afortunadamente, no tuve que enfocarme en nada para alcanzar el límite. Estaba tan cerca, la mera fricción se encargó del problema. Hice una mueca mientras mi semilla se derramaba en el suelo. Era un degenerado. Odiaba mi cuerpo, que fuera capaz de tal respuesta. Me odiaba a mí mismo.

Arreglándome la ropa, caminé de vuelta hacia donde Bella estaba esperando. Sabía lo que acababa de hacer. Dejé de mirarla por la vergüenza. Se estiró hacia mí, pero me alejé.

—Sería mejor si no me tocaras justo ahora, Bella. Por favor.

Asintió, pero podía ver que estaba herida. Quería reconfortarla, pero me sentía aturdido, robótico, y no podía encontrar la manera de hacerlo.

Así que comenzamos a caminar a casa, separados. Sin hablar, sin tocarnos. No fue hasta que llegamos a casa y que me estaba quitando la chaqueta que recordé revisar mi teléfono. Una llamada perdida de Alice, y un mensaje de texto.

Tuve una visión. No lo hagas.


*suspiro* :c

Gracias a las (poquitas) chicas que dejaron su review, las tqm uwu

patito feo, Indigo, wensalv99, irwin321, jupy, Isis Janet, ALBANIDIA, Cassandra Cantu, Tata XOXO, Kriss21, EriCastelo, Noriitha, Lady Grigori, mony17, Dryzzila y mrs puff :)

Espero que se animen a dejar uno y nos leemos pronto :)