DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a EvieBaby. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 7: Piano

—Hola.

Miré hacia arriba. Bella estaba en el arco que llevaba del pasillo a la sala, en donde estaba sentado en el sofá en la oscuridad. Ambos estábamos recién duchados de nuestra excursión por el lluvioso bosque. Su cabello había sido secado con una toalla pero aún estaba húmedo. Estaba usando unos shorts de cordón ajustable, calcetines gruesos de lana, y una suave sudadera café claro que al inicio pensé que era demasiado grande, y luego me di cuenta que en realidad era mía.

—Hola.

Caminó hacia el sofá y se sentó a mi lado, mirándome de frente con sus pies debajo de ella.

—¿Te sientes mejor?

—No realmente. —Puse mis codos en mis rodillas y bajé mi rostro a mis manos—. Bella, no sé qué decir.

Suspiró. Sus dedos se deslizaron en mi cabello húmedo y la escuché inhalar entrecortadamente.

—Edward, entiendo que ha sido muy difícil con lo que hemos estado lidiando. Pero en este caso, quiero que sepas que no necesito en lo absoluto una disculpa. De hecho, por favor, no digas que lamentas nada de eso.

Girando la cabeza para mirarla, vi lo abierta que lucía, lo suave de su expresión.

—Esta semana pasada —comenzó, y pausó para tragar con fuerza—, ha sido muy difícil para mí. Porque comencé a descifrarlo, tenía una teoría, por lo menos, lo que estaba pasando con mi cuerpo. Por qué no parecía querer el sexo en lo absoluto. —Su mano cayó de mi cabello y dejó de mirarme—. ¿Recuerdas que te dije que el pensamiento de ti perdiendo el control y tomándome con fuerza era tan excitante solo porque sabía que estaría segura?

—Sí.

Habló lentamente, como si estuviera teniendo cuidado de usar las palabras precisas.

—Bueno, creo que en realidad, todo era así. Todo lo que hicimos. Que te quería tanto por lo segura que siempre me has hecho sentir. Incluso cuando me sentía tímida al desnudarme para ti, de pedirte que me hicieras el amor, que me besaras aquí, me tocaras allá, de confesarte todas esas bobas y pervertidas cosas con las que fantaseé… fui capaz de superar esa timidez porque nada malo podía pasarme. Estaba contigo. Siempre manejaste mi cuerpo y mis sentimientos como si fueran las cosas más preciadas del mundo. Entonces, podía ser yo misma, ser vulnerable. Podía saltar porque tú me atraparías. Y mi cuerpo se sintió seguro en ese ambiente de seguridad y confianza que creaste para solo… quererte. Todo el tiempo, y con tantas ganas.

El suelo estaba temblando debajo de mí. La habitación estaba oscureciéndose. Estaba dándome cuenta de lo profundo que había puesto en peligro mi relación con Bella, todo por lo que había trabajado en mantener y proteger durante los últimos tres años y medio.

Bella tiró de la manga de la sudadera, con los ojos en sus rodillas.

»Después de nuestra pelea, creo… que no estaba sintiéndome tan segura. Estaba cuestionándome todo tipo de cosas acerca de nuestra relación, especialmente cuánto me deseabas en verdad. Sexualmente. Obviamente, no cuestioné tu amor, ¿por qué otra razón aguantarías que te saltara encima todo el tiempo? Sabía que al menos debiste desearme algunas veces, pero mirando atrás hacia nuestra vida sexual, era desconcertante, porque no podía saber con seguridad cuándo. Siempre pareciste querer cuando nosotros… podía pensar en un par de momentos en el que parecías dudoso al inicio, pero —su encogimiento de hombros lucía tan derrotado—, me di cuenta que legítimamente no podía decir si cambiaste de opinión porque te había seducido, o si solo hiciste las cosas por obligación hacia mí. O si incluso hubo veces en las que te arremangaste y sonreíste desde el inicio sin que yo me diera cuenta, como si llevarme a la cama fuera como aspirar o hacer las compras o alguna otra tarea para mantener nuestra casa en marcha. Intentar descifrar cuándo el sexo fue real y cuándo fue solamente tú actuando por obligación… me asustó —confesó.

Mirar su rostro mientras explicaba el proceso de sus pensamientos rompió mi corazón. Mi comentario la había herido profundamente, más de lo que había pensado. Las palabras me fallaron.

»Te explicaste y te disculpaste, y eso ayudó. Te creí, al menos, creí que lo sentías. —De algún modo su voz se había vuelto aún más baja—. Pero incluso contigo encima de mí y duro y tirando de mi ropa, había este pequeño susurro temeroso, esta horrible y pequeña voz. ¿Y si solamente estabas haciendo lo que pensabas que quería? Puedes ponerte duro para mí a voluntad, te he visto hacerlo, y si estaba herida y tú quisieras reconfortarme, sé que harías lo que sea, lo que sea, para eliminar mi dolor. Incluso sexo de lástima. Y una vez que ese pensamiento entró en mi mente, no podía hacer que se fuera. Estaba tan asustada. Nunca antes me había sentido de esa forma, no contigo.

Sin pensarlo, sin considerar si era apropiado, fui hacia el otro lado del sillón con ella, llevándola a mi regazo, aferrándola a mí.

Batallé, intentando encontrar las palabras correctas, pero la mano de Bella gentilmente cubrió mi boca.

—Necesito decir esto, Edward. Por favor. —Pero estaba aferrando mi cuerpo tan fuerte como yo el de ella—. Mientras más lo pensaba, más me convencía de que mi teoría era correcta, que un componente clave de mi deseo sexual era cuán segura me sentía. Sabía que eventualmente tendría que decirte, y no quería hacer eso. Porque, sin importar lo mucho que solías frustrarte cuando te insistía que me sentía perfectamente segura contigo, sabía que si algún día no me sentía así, te sentirías devastado.

Su cabeza estaba bajo mi barbilla, uno de mis brazos envuelto alrededor de su estómago, y el otro estaba acunando su mandíbula contra mi pecho. Ella tomó mi muñeca, manteniéndome en mi sitio. Tenía razón, por supuesto; Bella sintiéndose insegura de expresar sus sentimientos, su sexualidad, conmigo era un fracaso en el más básico de los niveles, mi fracaso como esposo, como hombre. Se sentía desastroso de la peor forma, y abrumador porque, ¿cómo tal daño podría repararse?

»No sabía cómo podríamos repararlo. Si es que podríamos hacerlo. ¿Y si nuestra relación era diferente para siempre ahora? —Se hizo eco de mis miedos—. Pero es por eso que no quiero que te arrepientas de lo que hiciste hace un rato en el bosque. Porque ya no estoy tan preocupada. —Bella besó mi palma—. Nunca te había visto así, tan salvaje, con esa mirada desesperada en tus ojos. Tus manos eran tan bruscas, nunca antes habías pellizcado mis pezones con tanta fuerza. ¿Y las cosas sexuales que dijiste? Significaron el mundo para mí, porque claramente eran ciertas, y ha sido lo más detallado que alguna vez me has dicho en voz alta acerca de lo que te gusta en la cama. —Acarició mi cuello—. ¿Que me dijeras esas cosas con esa voz tan grave? Fue… tan candente que por un segundo pensé que estaba teniendo una experiencia extracorporal. Me puso tan caliente.

Estaba tan desconcertado.

—¿Lo hizo?

Asintió contra mi pecho.

—Ahí estaba yo, aterrada de que mi deseo sexual estuviera muerto para siempre, y tú me devolviste la vida. Yo… nunca me había sentido tan querida, tan deseada por ti. Claro, me dijiste que también estabas extrañando el sexo. E intelectualmente, sabía que mis miedos de que no me quisieras eran ridículos, obviamente lo hacías. Pero no fue hasta que me dijiste todas esas cosas sucias que verdaderamente lo creí. De verdad sientes lujuria hacia mí, Edward, ¿no es así?

—Sí —dije, mi voz ahogada con emoción—. Como loco.

Suspiró.

—Bien. Entonces, quizá estaremos bien.

—Entonces… tu deseo sexual... ¿volvió? —Quería asegurarme de comprender.

Bella rio sin humor.

—No, no lo creo. Al menos, no por completo. —Alzó su cabeza de debajo de mi barbilla y se movió en mi regazo para poder encontrarse con mis ojos—. Creo que eso tomará un poco de tiempo. No sé cómo hacer para que ese susurro de miedo se vaya. Pero ahora sé que mi cuerpo aún puede sentir deseo, que aún puedo sentirme lo suficientemente segura y querida contigo que querré el sexo de nuevo, y es… un gran alivio.

Besó mi pómulo con suavidad. Cerré los ojos y me incliné hacia sus labios.

Naturalmente, estaba feliz de que se sintiera mejor, que mis parloteos vergonzosos y sucios hubieran sido de ayuda, pero también sospechaba que tenía razón, había plantado una horrenda pequeña voz en su cabeza que probablemente nunca se callaría por completo. Nunca me perdonaría por eso.

Algo de mi desagrado debió haberse mostrado en mi rostro, porque Bella acarició mi mejilla.

—Estaremos bien, Edward. De eso es lo que me di cuenta. Incluso si toma un tiempo construir de nuevo esa sensación de confianza y seguridad. Sé que podemos hacerlo.

Forcé una sonrisa.

El asentimiento de Bella reflejaba confianza.

—¿Recuerdas en dónde me encontraste hoy? —Lo hacía y no me hacía sentir mejor. Mi frágil Bella humana sola y hecha bolita en el frío suelo del bosque no era algo en lo que me gustara pensar—. He estado yendo a ese lugar porque las cosas comenzaban a sentirse muy desesperanzadoras, honestamente. Me encontré con Sam hace un par de semanas mientras cazaba y fue él quien lo señaló, yo no había recordado en dónde estaba. Estaba demasiado perdida en ese entonces. No pretendía que se convirtiera en un lugar al que fuera a esconderme, pero pasó. —Estaba diciendo esto de forma muy casual para lo espantoso que era—. Pero me alegra, porque me recordó que por lo que estamos pasando ahora no es tan malo.

—¿No lo es? —pregunté con dureza.

—Me dejaste, Edward. —Sus palabas fueron un golpe—. En la escala de uno a arrancar mi corazón y arrojarlo en la basura, qué crees que me dolió más: ¿tú diciéndome que nunca me amaste en realidad y desapareciendo de mi vida, o tú diciendo que el sexo conmigo a veces es una obligación porque te necesito demasiado? ¿Cuál crees que emocionalmente me hizo sentir menos segura? —Su mano fue hacia un lado de mi rostro para evitar que alejara la mirada—. Pero nos recuperamos de eso. De algún modo lo hicimos. Y si podemos recuperarnos de eso, entonces podemos recuperarnos de esto.

No podía culpar su lógica, pero no podía ser así de simple, y algo acerca de la comparación no me agradaba del todo.

—Espera. Bella, no te preocupas aún de que vaya a irme, ¿verdad?

Sus hombros se alzaron.

—De vez en cuando, pero difícilmente se compara a la forma en la que me preocupaba al inicio, y ahora soy capaz de olvidar esos miedos con bastante facilidad cuando aparecen. Quiero decir, me transformaste, me hiciste tu esposa. Tenemos una hija. Es difícil imaginar que me dejes por cualquier razón ahora, incluso si pensaras que es por lo mejor. —Apretó mi mano—. Y ese es mi punto. Sobrevivimos a eso, así que podemos manejar esto. Podemos mejorar nuestra comunicación. Puedo… querer un poco menos.

Sus palabras de antes seguían en mí, buscando una respuesta propia. Moví nuestras manos para que en lugar de que ella sostuviera las mías, yo sostuviera las de ella.

—Bella —comencé antes de rozar mis labios contra los suyos—. Todo fue real. Todo el sexo que hemos tenido ha sido real. Cada vez fue un acto de amor, un acto de placer. Quizá no siempre aprecié eso de la forma adecuada. Quizá algunas veces sí pensé en el sexo como algo que hacía para hacerte feliz. Pero he tenido demasiado tiempo para pensar en el último mes, para de verdad comprender mis propias necesidades sexuales y lo vacía que es mi vida sin nosotros en esa cama. Estaba engañándome si alguna vez pensé que el sexo era más importante para ti de lo que lo es para mí, y fue cruel de mi parte dejarte que te preocuparas por eso. Este último mes, hubiera dado mi brazo derecho por incluso el sexo más rutinario contigo. Mi piel quemaba con lo mucho que necesitaba tu toque. —Llevé sus nudillos a mis labios—. Todo era real, y nunca volveré a dar por hecho tu deseo por mí.

La respiración de Bella era rápida y superficial, sus ojos estaban ensanchados.

—Oh… Edward —gimió y colapsó hacia mí, su rostro en mi cuello—. Lo hiciste de nuevo.

—No estaba intentando excitarte —dije con consternación. Era un momento emocionante, especialmente considerando nuestra sequía de sexo, pero mi intención había sido aliviar ese dolor, calmar sus preocupaciones.

Se rio, y por Dios, era el sonido más hermoso del mundo.

—Lo sé. Sé que solo estabas tratando de asegurarme que el sexo no es una obligación para ti. Está funcionando, eres muy convincente. —Alzó la cabeza de mi hombro y miró mi rostro—. Especialmente cuando sigues mirándome con esos ojos ardientes.

¿Estaba mirándola con "ojos ardientes"? ¿Desde cuándo?

Bella se enderezó con un quejido y una risa. Besó mis labios.

—En serio, Edward, pronto en alguna noche, voy a arrastrarte a la cama y haré que digas todo lo que me dijiste en el bosque de nuevo. Quizá tenga que añadir que hables sucio a mis fantasías, porque, Jesús, eres bueno en eso. Cuando comenzaste a decirme todo lo que has extrañado, y luego todo lo que estabas a punto de hacerme. —Se estremeció. Luego su mirada se puso más seria—. Y cuando pusiste tu boca en mi cuello, y sentí tus dientes… ese puede haber sido el momento más caliente de toda mi vida entera. Cuando presionaste un poco, a punto de romper mi piel… por un segundo, pensé que estaba teniendo un orgasmo.

Mi humor amargo volvió. Todo lo que había estado pensando solo en la oscuridad antes de que Bella entrara volvió de golpe a mí.

»¿La mirada en tu rostro justo ahora? —dijo—, es la razón por la que te detuve. Sabía que aún no hablábamos sobre tus problemas, y no sería capaz de soportar si hicieras algo así conmigo para terminar arrepintiéndote. —Dejó un tierno beso en mi ceja y suspiró—. Aunque, si sirve de algo, juzgando por la forma en la que cada uno reaccionó, no creo que una mordida real sea necesaria desde la perspectiva sexual. Estoy bastante segura de que podrías solo presionar tus dientes en mi piel y ambos nos correríamos sin problema.

Pensé en ese momento en el bosque, en cada uno de los milisegundos disponibles que trascendían más allá de la memoria, y sentí mis pantalones apretarse a pesar de mi desagrado, y sabía que ella tenía toda la razón.

—Mira, Edward, creo que deberíamos hacer una distinción aquí. Por un lado, tenemos los mordiscos de pareja y el ritual de compromiso que representan, y por el otro lado tenemos una fuerte respuesta sexual a la idea de ti mordiendo mi cuello. Creo que, a pesar de sus coincidencias, probablemente deberían ser dos conversaciones separadas. —Se mordió el labio—. ¿Estás de acuerdo?

Para mí, no sabía si se separaban tan fácilmente, pero asentí lentamente. Podía ver su lógica.

—Bella, cualquiera que sea la reacción fisiológica que tenga a la idea de morder tu cuello, no cambia la forma en la que me hace sentir. Psicológicamente.

Asintió. Su expresión era abierta, comprensiva.

—Sientes repulsión. No tanto por el acto, sino por ti. —Acarició el cabello en mi nuca—. Vi eso con claridad hoy.

Un poco de la presión en mi pecho se liberó. Me conocía muy bien, y estaba tomando mis sentimientos en serio.

—No solo eso, me preocupo por satisfacer… esa parte de mí. Que al final podría ser peligroso… alimentarlo.

Su ceño se frunció.

—¿Alimentarlo?

—A mi monstruo. La parte de mí… la parte de mí que es el vampiro, supongo. Algunas veces es más fácil separarlo y pensar en él como alguien con el que estoy luchando para mantener a los humanos a mi alrededor a salvo. Especialmente a ti, antes de tu transformación —expliqué—. Sé que él y yo realmente no estamos separados, pero algunas veces es más fácil vivir conmigo mismo si pretendo que sí.

Sabía que había elegido mal mis palabras cuando vi la expresión en su rostro.

»No quería decirlo de esa forma —intenté corregir.

Bella no lo creyó.

—Sí, lo querías. —La emoción en sus ojos se juntó y luego actuó, presionando lo más reverenciales besos en mi nariz, mis mejillas, mi frente, mi barbilla, mis párpados. No eran hambrientos, como cuando llenaba mi rostro con besos cuando estaba excitada, o exuberantes cuando estaba agradecida o celebrando algo. Estos eran sombríos y lentos, llenos de dolor y amor.

—Bella, está bien —murmuré.

Dejó de besarme, lo cual no era lo que pretendía. La expresión en su rostro era tan distintiva y familiar de sus días de humana, tuve que tocar su mejilla para asegurarme de que no hubiera lágrimas. De cualquier forma, estaba llorando, sin importar si físicamente pudiera o no hacerlo.

—Puedo sentirme triste de que la mejor persona que conozco se odie a sí mismo y piense que no es lo suficientemente bueno. —Con un intransigente brillo en sus ojos, Bella dijo—: Edward, amo cada parte de ti. Cada parte de ti, ¿me escuchas? Incluso tu monstruo.

Y esa era la cuestión, ¿no es así? ¿Lo que estaba comiéndome por dentro?

—Y te sientes atraída por él, también.

Parpadeó.

—No hago esa distinción. Tú eres tú. ¿Pero si estás preguntando que si ahora y entonces, cuando era humana, me sentía atraída sexualmente hacia ti como vampiro y todo lo que eso conlleva? La respuesta es sí.

Una cosa era saberlo, haberlo descifrado por mí mismo a través de las obvias y grandes pistas, y otra escucharlo directamente de los labios de Bella. Asentí y me dije que nada había cambiado. La alcé de mi regazo y me deslicé de vuelta a mi lado del sofá.

—¿No puedes estar sorprendido por eso? —dijo Bella con incredulidad mientras me veía frotar mi rostro.

—No —contesté, derrotado—. No estoy sorprendido. Lo sabía. Lo he sabido por mucho tiempo. —Me puse de pie y caminé hacia la ventana. La puesta de sol se aproximaba detrás de las nubes negras de lluvia—. Pero eso no significa que lo entienda, o que el pensamiento no me ponga incómodo.

La habitación se quedó en silencio por un momento. Miré la lluvia caer por los rosales del otro lado del vidrio.

—La primera vez que me di cuenta que eras más de lo que decías —la voz de Bella se escuchó por detrás—, fue cuando salvaste mi vida. ¿Un chico humano hubiera podido darse cuenta de lo que estaba pasando a tiempo? ¿Ser lo suficientemente rápido como para ponerse entre esa camioneta y yo? ¿Lo suficientemente fuerte como para quitarla de encima de mí? —Miré hacia ella. Arqueó las cejas y continuó—: ¿Un novio humano hubiera podido encontrarme a tiempo para detener a esos hombres en Port Angeles? ¿Hubiera sido capaz de intimidarlos para que salieran corriendo? ¿O cazar y matar al rastreador al que le había gustado? ¿Arrancar la cabeza de su pareja para defender mi vida? Porque estoy bastante segura de que todas esas cosas solo las hubiera podido hacer un novio vampiro.

Cerré los ojos.

—Bella…

Su tono era ligeramente desafiante.

—Sí, ¿ese chico? Es caliente. Algunas veces gruñe, literalmente, y siempre hace que mi ropa interior se moje un poco. Puede ser aterrador, pero también el mundo en el que tenemos que vivir, y solo he estado asustada por él, nunca de él. Él es decente y fuerte. Mi vida es mejor porque él está en ella, y me siento más segura al mirar hacia el futuro porque él está a mi lado.

Estaba haciéndolo de nuevo, romantizando las partes más feas de mí.

Me giré hacia ella.

—Y quieres que él muerda tu cuello. Que te tome con fuerza, que te cause dolor a propósito. Que pellizque tus pezones hasta que duelan. Que tome tus muñecas, tire de tu cabello. —Había estado tomando notas de sus peticiones y respuestas; la imagen era tan clara como perturbadora.

Pero Bella estaba desconcertantemente calmada.

—Sí.

Crucé la habitación, lejos de ella, y me senté en el banco del piano con pesar. Fue con algo de alivio que escuché los pensamientos que se acercaban y me di cuenta de que no estaríamos solos por mucho tiempo más.

Bella se puso al borde de su lugar en el sofá y se inclinó hacia delante.

—Ya no voy a mantener mis deseos como un secreto para ti, pero querer no significa esperar. He terminado de jugar con tus límites, y deberías darte un respiro, también. Es obvio que necesitamos parar aquí. Estás herido. Sé que esto va contra todo lo que tú eres, pero, Edward, solo porque quiero algo no significa que tienes que dármelo.

Me encontré con su mirada y asentí tenso, sin convicción.

—Dejemos esto por ahora. Renesmee está en casa.

Sus oídos se agudizaron y pude ver el momento en el que escuchó que se acercaban.

La puerta de la cocina se abrió aproximadamente quince segundos después.

—Toc, toc —llamó Charlie por la casa—. ¿Bells?

—¡Hola, papá! —Se puso de pie, pero hizo una pausa de camino a la cocina para besarme—. Te amo —susurró.

Las alegres voces y los pensamientos de Charlie, Sue y Renesmee invadían nuestra pequeña cocina, reviviendo el día de aventura que habían tenido al montar en el ferry y comer pizza. Sabía que los buenos modales demandaban que me uniera Bella en la cocina, pero mi humor era amargo y no sabía si podía fingir sonrisas y hacer conversación. En su lugar, me encontré tocando las teclas del piano.

Habían pasado semanas desde que había sentido su familiar textura y presión bajo mis dedos. Dejé salir un respiro y me rendí ante el confort. Me giré en el banco para estar por completo frente a las teclas y comencé a tocar. Pasaron casi treinta segundos antes de que me diera cuenta que estaba tocando la canción de Bella. Cambié de dirección de inmediato, mis dedos pasando por las teclas y tocando fragmentos, esperando que algo se quedara. En mi cabeza, pasé por docenas de mis piezas favoritas. Schubert, Debussy, ¿quizá Chopin? ¿Un nocturno? La idea me atrajo en el momento, incluso escogí uno. Pero mi mano izquierda estaba tocando algunos acordes más graves y estaban revolviéndose en mi cerebro de esa forma en particular en la que quizá se convertirían en una nueva canción. No lo sabría en verdad hasta que pasara algún tiempo descifrándolo.

—¿Papi?

Debí haber estado más concentrado de lo que me di cuenta en lo que estaba haciendo para no escuchar que Renesmee se acercaba. Su expresión era de conflicto. Esos ojos color chocolate que solía ver en el rostro humano de su madre me dejaban en el suelo todo el tiempo, pero especialmente cuando estaba preocupada. Cualquier saludo que pudiera haberle dado se sentía incorrecto. Sus pensamientos eran claros: podía ver que estaba infeliz y no le gustaba que tocara música triste.

Con una sonrisa amarga, me moví hacia un lado del banco.

—Ven aquí, Ness.

Se subió a mi lado en el piano, el sonido de la conversación en la cocina aún se escuchaba en el aire. Besé el tope de su cabeza y me estiré por las teclas de nuevo. Schubert sería, entonces.

Comencé una de nuestras piezas favoritas a cuatro manos para tocar juntos, Fantasía en fa menor, y se unió de inmediato, sonriendo hacia mí. Tocamos de esa forma por varios minutos antes de que la conversación se terminara. Charlie y Sue entraron para despedirse e irse a casa. Después de que la puerta se cerró, escuché los pasos de Bella acercarse y detenerse en la entrada. Nos miró tocar el resto de la pieza, y luego se movió hacia una silla cercana cuando Renesmee nos llevó hacia Dolly Suite de Fauré.

Después de eso, vimos una película juntos y Bella le hizo la cena a Nessie. Mientras preparábamos a nuestra hija para la cama, llevé a Bella a un lado.

—Después de que se duerma, me gustaría ir a la casa grande.

Bella no había estado esperando eso.

—Oh. De acuerdo.

Parte de mí se sentía mal. Sabía que Bella estaba emocionada por haber redescubierto su apetito sexual y podía ver por la forma en la que había estado mirándome que probablemente me invitaría a la cama esta noche. Deliberadamente no le había dado ninguna señal de haberlo notado. Aún me sentía incómodo e inquieto por nuestra conversación de hacía un rato, no listo para tener sexo, pero lo último que nuestro matrimonio necesitaba justo ahora era que Bella se sintiera rechazada.

Además.

—Creo que tengo una canción —expliqué—. No he escrito una en algún tiempo, y quiero ver si hay algo ahí. Pero no quiero mantener a Nessie despierta toda la noche por tocar el piano.

La expresión de Bella se aclaró un poco.

—Oh, eso es emocionante. Por supuesto, ve a componer. Yo cuidaré todo por aquí.

La besé en agradecimiento, y después de que Renesmee se quedó dormida, me fui, caminando por los árboles y subiendo la colina hacia la casa principal.

Alice no se veía por ningún lado, pero deducía por los pensamientos que podía oír que les había informado a todos que vendría y mi familia había creado un ambiente tranquilo para mí. Emmett y Rosalie parecían no estar en la casa, y Carlisle estaba en el hospital trabajando el turno nocturno.

Esme me saludó, pero se forzó a darme espacio. Estaba feliz, no solo de que estuviera componiendo sino de que estuviera tocando en su casa, había extrañado eso desde que Bella y yo nos mudamos. Estaba preocupada por mí, pero consideró mi renovado interés en la música como una buena señal.

Sintiéndome extrañamente atendido, me senté al piano y comencé a jugar con esos acordes graves que ocupaban mi mente. Comenzó de forma lenta; no se adherían propiamente al otro, creando armonía o revelando lo que faltaba entre ellos, y comenzaba a frustrarme y desanimarme. Pero luego una inspiración me llegó y añadí la melodía de la canción de Bella como el tema central. Todo comenzó a crearse después de eso, y me di cuenta de la historia que estaba intentando contar. La chica humana durmiendo en su cama que había sido llevada al inframundo después de todo. El monstruo que se la había llevado y ella nunca podría volver a casa de nuevo. Perséfone y Hades, solo que mi Bella había ido voluntariamente en lugar de ser secuestrada, y quizá esa era parte de la tragedia. Una dulce chica enamorada de un monstruo, quien alegre lo sigue hacia lo oscuridad, eligiendo ser como él en lugar de estar separada de él.

Sabía cuál era la causa de mi humor amargo, de mi renuencia a entrar de nuevo a la habitación con Bella después de semanas de no querer otra cosa. Esas cosas que Bella dijo que no necesitaba darle, ¿de las que deberíamos alejarnos? Sabía que las haríamos. No esta noche, pero pronto. Y no las haríamos porque me sintiera obligado o porque estuviera intentando complacerla. Las haríamos porque estaba desesperado por hacerlas.

No quería querer esas cosas, pero no veía cómo podía seguir luchando contra el deseo. Sería una cosa si Bella sintiera repulsión; entonces sería directo, simple. Pero saber que ese no era el caso era desmantelar sistemáticamente la fortaleza que había construido para mantener esa parte de mí contenida. Era absurdo, había pasado años haciendo todo lo que estuviera en mi poder para mantener a mi monstruo alejado de Bella, y durante todo este tiempo ella había estado muriendo porque él la tocara.

Parecía un error, de una forma fundamental. Objetivamente y totalmente equivocado que mi monstruo la quisiera, que ella quisiera a mi monstruo, y aun así, Bella lucía completamente calmada. No había disonancia o conflicto dentro de ella. Quizá eso se debía a que, para ella, la oscuridad en mí estaba completamente integrada con el resto. Tú eres tú. Si ella veía al monstruo cuando me miraba a mí, siempre lo había visto, entonces ya tenía años que había aceptado el amarlo y el quererlo.

Yo estaba detrás de ella, rezagado. Aún batallando para aceptarlo.

—Esta canción solo se pone más oscura.

Mis dedos pausaron en las teclas y miré a Jasper, sentado en el segundo escalón mirándome. Había estado ahí por un rato, pero lo había ignorado. No era extraño que los miembros de mi familia me vieran componer. Claro, usualmente no era Jasper, pero no había pensado mucho al respecto. Ahora que le estaba prestando atención, me di cuenta de que había un propósito para su presencia.

—Alice te envió.

Asintió.

—Lucía confiada.

Podía ver el recuerdo.

Alice había paseado por la habitación, hablando con sus manos.

—Necesita hablar con alguien, pero no con cualquiera. Carlisle y Emmett no fueron de ayuda en lo absoluto. ¡Emmett lo empeoró!

—¿Y crees que yo puedo hacerlo mejor? —Jasper estaba inseguro.

—Lo sé —respondió con confianza—. He visto todas las posibilidades por los mejores resultados. Necesitamos hacerlo en el momento correcto, pero tienes que ser tú, porque eres el único de nosotros que lo entiende.

Y luego había roto una de nuestras reglas no habladas de privacidad y le había dicho a Jasper todo lo que sabía acerca de lo que estaba sucediendo con Bella y conmigo, todas las cosas que normalmente pretendería no saber porque:

—Edward no te dirá todo si le preguntas. Lo editará, dejará fuera cosas importantes. Y necesitas saber todo si vas a ser de ayuda.

Supongo que esa sería una suposición justa por hacer, pero de todos modos, Alice no estaba asumiendo nada, estaba hablando con base en sus visiones. Aunque no sabía todo lo que había pasado entre Bella y yo, sabía lo suficiente, y ciertamente más de lo que yo habría dicho si me preguntaran. Podría haber estado molesto de que Alice rompiera nuestro código, pero más que nada estaba alarmado. Confiaba en ella y sabía que nunca hubiera hecho algo así sin tener una razón malditamente buena. Lo que sea que estuviera sucediendo en sus visiones debía ser extremo para que ella interviniera de esta forma.

Mis manos cayeron de las teclas.

—De acuerdo —me rendí—. ¿Qué necesitamos hacer?

Jasper sonrió, más que nada para calmarme.

—Aparentemente, jugaremos billar. —Se puso de pie y me señaló que lo siguiera.

Abajo, Jasper y Emmett habían diseñado recientemente una sala de juegos a prueba de sonido (para los oídos humanos), con la experiencia en arquitectura de Esme como apoyo. Quería un lugar en donde pudieran ponerse ruidosos sin alertar a quien estuviera pasando, nada tan ruidoso como el béisbol, pero sí cosas que definitivamente llamarían la atención. Un efecto secundario era una habitación en donde las conversaciones tranquilas no se escucharan en el resto de la casa, incluso con la audición vampírica. Esme y Alice podrían escuchar los amortiguados golpes del juego, pero siempre y cuando Jasper y yo no comenzáramos a gritarnos, nuestra conversación sería privada.

Entré con Jasper a la habitación y encendió las luces. En el centro estaba el orgullo de Emmett, una mesa de billar con bolas y tacos que podían soportar la fuerza de los vampiros. La cosa había tomado años de prototipos y rediseños. Era única, y la solitaria atracción de la habitación por el momento, pero sabía que mis hermanos esperaban añadir más juegos con el paso del tiempo.

Jasper cerró la puerta reforzada detrás de nosotros. Alzó dos tacos de la repisa junto a la puerta y me tendió uno de ellos.

—Dime qué pasó —dijo.

Me moví ansiosamente.

—Pensé que Alice ya te lo había dicho.

—Lo hizo —dijo mientras preparaba el juego. Me di cuenta que estaba evitando el contacto visual para minimizar mi incomodidad, hacerme sentir menos como el centro de atención—. Pero oírte describir la situación en tus propias palabras me ayudará a entender cuál es el problema en verdad, especialmente tus emociones mientras lo haces.

Eso explicaba por qué con su don había hecho que la habitación se sintiera más cómoda, pero no lo llevó al extremo. Él necesitaba que me expresara pero no quería que mis emociones fueran mitigadas.

Era justo. Con voz titubeante, resumí nuestra pelea y los eventos que le habían seguido de forma cronológica. Dudé al mencionar los deseos de Bella por los mordiscos de pareja, siendo consciente de la experiencia personal de Jasper, pero lo hice de todos modos. Incluí más detalles de lo que hubiera hecho normalmente, porque la persona con la que estaba hablando ya sabía la mayoría de lo que le estaba diciendo, pero aun así se sentía incómodo y vergonzoso decir estas cosas en voz alta. Comparado con el resto de mi familia, era, para usar las palabras de Alice, un mojigato. Nunca había hablado con mis hermanos abiertamente de sexo.

—Me molesta —admití—, que Bella se sienta atraída, sexualmente, a las peores partes de mí. Cuando habla acerca de lo que ve, parece que está romantizando a un depredador. ¿Es que no lo entiende? ¿O que aún, incluso después de convertirse en vampiro y experimentar de primera mano la sed, no toma en serio el hecho de que quería matarla? ¿O… es que ella no es quien yo pensaba que era y en realidad se siente atraída por… por lo malo?

Cuando finalmente lo miré, Jasper estaba mirándome sagazmente. Bien, estaba pensando, lo entiendo ahora. Por qué Alice dijo que tenía que ser yo.

—Puedo ver por qué no llegaste muy lejos con Carlisle y Emmett. —Se inclinó sobre la mesa y golpeó la bola blanca hacia el triángulo. Con un estruendo, las bolas se esparcieron, yendo hacia los lados de la mesa y rodando hasta eventualmente detenerse. La bola número cuatro se cayó hacia un lado.

—Carlisle es un santo —dije amargamente.

—Y Emmett no está preocupado por lo bueno o lo malo. —La sonrisa de Jasper era sarcástica.

Sacudí la cabeza y sonreí débilmente.

—Su única conclusión fue que los mordiscos de pareja eran "candentes" y me dijo que solo debería ignorar cualquier duda que tuviera y hacer cualquier cosa que Bella quisiera.

Jasper inclinó la cabeza.

—Y ese no sería un mal consejo, si tú y Bella fueran Emmett y Rosalie. Esa forma de lidiar con la fricción funciona para ellos porque Emmett en realidad no tiene límites o complejos. No se permite molestarse por preguntas metafísicas. Así que, sin importar lo que Rose quiera, Emmett nunca dejará que algo que él quiera se interponga cuando se trata de satisfacerla a ella. Para el resto de nosotros, no es tan directo. —Miró la mesa frente a él y eligió un objetivo, cruzando hacia el otro lado y alineando su tiro—. Em en realidad no puede identificarse con una visión del mundo tan remilgada como la tuya.

Me molesté.

Jasper respondió a mis emociones, y no cedió ni un poco.

»Eres remilgado, Edward. Debes saber eso, y debes saber que es parte del problema aquí. —Hizo su tiro y la bola número seis se estrelló en un costado de la mesa. Después, se enderezó y me miró—. Algo de todo esto es tú siendo mojigato y juzgando a Bella por querer algo que tú has considerado que se sale de lo que es propio.

Sí, era anticuado y quisquilloso acerca de un montón de cosas sexuales, pero me irrité ante sus palabras. Mi mandíbula se tensó.

—¿Y el resto?

La expresión en su rostro cambió y murmuró:

—El resto, lo entiendo. —Trianguló el tiro perfecto para la bola número dos—. Eres una criatura enorme y horrible que sale de noche. Eres parte de lo que hace al mundo feo y peligroso, y no solo es tu naturaleza podrida, lo que eres. También es lo que haces. Has hecho mierdas imperdonables, cosas que te perseguirían en tus pesadillas si pudieras dormir. Y luego… en tu vida aparece una luz, todo lo que quieres y no te mereces, y ella dice que te ama, lo que no tiene sentido, ¿porque quién podría amarte? Pero ella lo dice en serio, de algún modo, y ¿qué es lo que haces con eso? ¿Acaso ella no ve la sangre en tus manos, la pila de cuerpos detrás de ti? ¿No le interesa que si la hubieras conocido en otro momento y en otro lugar, ella sería parte de esos cuerpos? Esa mierda juega con tu cabeza, ¿cómo no puede jugar con la de ella? —La bola numero dos cayó en una tronera lateral—. Entonces, no puedes relajarte. ¿Qué está mal contigo que no puedes solo ser feliz? ¿Qué está mal con ella que te quiere? —Jasper suspiró, y me miró—. ¿Suena familiar?

Demasiado.

Se encogió de hombros.

»No sé qué decirte, hombre. No se va. Solo te vuelves mejor viviendo con eso.

—¿Cómo?

—Con el tiempo, más que nada —admitió—. Pasa. Te quedas con ella, porque no puedes no hacerlo, y te adaptas como lo harías con cualquier otro estado constante. Te vuelves mejor en no pensar en eso, y ella te hace sentir bien, feliz incluso en ocasiones. Entonces, hay periodos de tiempo en los que te olvidas de eso por completo.

—¿Eso es todo?

Jasper se inclinó sobre su taco.

—Bueno, probablemente puedo decirte que te dejes de preocupar tanto por ella. Bella no está enamorada de lo malo mucho más de lo que Alice lo está. Me tomó tiempo descifrarlo, pero eventualmente solo tuve que aceptar que Alice y yo veíamos una persona diferente al mirarme. Es como dijiste antes, solo lo está romantizando. No es porque sea ingenua o no esté escuchándote, es que ella tiene un contexto diferente. Puede entender aquí —tocó su cabeza—, que teóricamente eres un peligro para ella, pero si ella solo ha estado expuesta a ese lado de ti cuando estabas protegiéndola, no se registrará por completo. Si es como Alice, quizá incluso lo encuentre reconfortante. Cuando me pongo de un humor mortal, mientras más terrorífico soy, Alice se siente más calmada. Me tomó tiempo darme cuenta que es porque ella asocia el que sea violento con ella siendo protegida. Es jodidamente loco, hombre. ¿Pero qué puedes hacer?

Me estremecí.

—Eso quizá explique por qué Bella en general se siente atraída a las partes más oscuras de mí, pero no creo que explique por qué se siente tan excitada al pensar en mí mordiéndola.

—¿No lo hace? —Alzó una ceja—. Ella entiende lo mortal que ese deseo era. Créeme, lo hace. Que era una amenaza directa de ti, hacia ella. Pero todo lo que ella sabe es que teóricamente es una amenaza. ¿No dijiste que ella habló y habló de ti bebiendo su sangre y cómo fue este gran gesto de amor? ¿Y cómo también se sintió tabú por toda la mierda simbólica acerca de ti siendo el vampiro sexy y ella siendo la doncella corrompida? Es una dualidad: romántico y sucio al mismo tiempo. No hay duda de por qué suspira al respecto —sonrió burlonamente ante la mirada en mi rostro—. Mira, Edward, es sexo. Tienes que desconectar tu lógica, porque el deseo no va por ahí. El deseo es emoción y asociación libre, y algunas veces toma los problemas que tienes con cosas que fueron realmente traumáticas y aterradoras en la vida real y te deja jugar con ellas en un lugar que sea seguro. Quizá para Bella eso es estar bajo tu poder, físicamente. Ser tu presa.

Jasper cerró la distancia hacia donde estaba recargado contra la pared y puso una mano en mi hombro.

»Puedes estresarte por eso hasta que las vacas vuelen, pero yo no lo haría. Bella era una chica humana que se enamoró de un vampiro, y ganó unas cuantas fantasías mientras procesaba todas esas implicaciones. Claro, no soy experto, pero tiene sentido para mí. Tu chica es… probablemente bastante normal.

Se alejó, rodeó la mesa y alineó su próximo tiro.

»Eso va para ti, también. No eres el único vampiro que hace una asociación entre el placer de beber y el placer del sexo. Ni siquiera eres el único vampiro en esta habitación. Y la chica de la que te enamoraste no solo era humana, sino que su sangre, ¿cómo dijeron los Vulturi? ¿Que cantaba para ti? —Sacudió la cabeza—. Quiero decir, maldición. Honestamente sería más sorprendente si no hubieras desarrollado un fetiche.

No estaba seguro si aceptaba su premisa, pero lo que decía estaba ayudando. Por lo menos, ahora lo estaba haciendo. Probablemente tendría que sentarme y pensar en eso por un rato para descifrar cómo me sentía en verdad. Sus palabras parecían demasiado reconfortantes como para ser completamente ciertas.

Metió la bola con el número tres en la tronera y se me ocurrió que quizá no tendría oportunidad de tirar. No sería la primera vez que Jasper ganaba a la primera. En realidad no me importaba; el billar no era lo mío, y de todos modos no estábamos aquí por el juego.

—Por supuesto —dijo mientras se inclinaba sobre la mesa de nuevo, esta vez frente a mí—. Sé que tienes que considerar la fuente aquí. —De nuevo, tiró bien. Alzó las palmas—. Imagino que oír de mí que el sexo que tienes no es tan extraño es el tipo de cosa que tienes que tomar como incierta.

La vida sexual de Alice y Jasper era una de esas cosas de las que todos pretendíamos que yo no sabía nada, así que era estremecedor oír hablar directamente de eso. Era cierto que las cosas que ellos regularmente hacían en la cama hacían no solo que Bella y yo luciéramos controlados en comparación, sino también todos en mi familia y toda la población en general de Forks. Lo que ellos hacían tras la puerta no era… de mi gusto, pero ya que los dos estaban felices y parecía funcionar para ellos, entonces tampoco era asunto mío.

—Basta decir que, por lo que sea que estés preocupado que tu "monstruo" arrastre a la habitación, puedo garantizar que he arrastrado cosas peores a la mía. No estoy seguro si eso me hace más calificado para ofrecer consejos o menos, pero es lo que es. —Jasper se encogió de hombros—. Espero haber ayudado un poco.

Me aclaré la garganta y me enderecé de donde estaba.

—Lo hiciste, lo haces. —Intenté sonreír—. Y Bella y yo hemos estado hablando acerca de cómo seguir adelante tras… lo que dije, y cómo la hace preocuparse.

Hizo una mueca.

—Sí, eso es difícil. Cuando es tu mierda, puedes solo trabajar en eso, pero cuando el problema está dentro de ella, y fuiste tú quién lo plantó ahí… bueno, hay mucho menos que puedes hacer.

—Pero todo estará mejor, ¿cierto?

Jasper acomodó su taco y me miró cautelosamente.

—Antes de conocer a Alice, tuve varios encuentros. Como humano y como vampiro. A María no le importaba que hiciera lo que quisiera con quien quisiera, siempre y cuando me quedara a su lado. Ella también tenía sus numerosos encuentros, la casa parecía un maldito foro romano.

Nunca habíamos hablado en realidad de esta parte del pasado de Jasper, pero había visto vistazos de eso en sus pensamientos. Había estado atónito al principio porque no había pensado que el sexo en grupo fuera algo que la gente hiciera en la vida real. Había estado seguro de que las orgías eran como una amenaza en la que solo creían los predicadores que hablaban en el púlpito sobre Sodoma y Gomorra. Conocer a Jasper me había… abierto los ojos en ese tema.

»El punto es que digamos que llegué a Alice con experiencia. Una vez, estaba hablando con Peter, ni siquiera sé cómo llegamos a ese tema, pero mencioné, riendo, como un idiota por completo, porque nos estábamos riendo en general, que Alice tenía las tetas más pequeñas que cualquier mujer con la que hubiera estado, y ella me escuchó.

Me encogí a costa de Alice, y Jasper asintió.

»No es que fueran de ningún modo decepcionantes o deslucidas, porque no lo son. Entonces para estar claros, las tetas de Alice son hermosas y no cambiaría ni una maldita cosa de ellas. Solo que eran las más pequeñas. Eso fue hace cincuenta y seis años y aún hay veces en que la encuentro sintiéndose cohibida acerca de su pecho. Yo hice eso. Y no hay forma de retractarme de eso. No importa lo que diga o haga, surgirá de nuevo, porque nosotros no olvidamos nada. Algunas veces me cree cuando la consuelo y se siente mejor, algunas veces no lo hace y me dice que coma mierda, pero siempre lo superamos eventualmente.

Gemí, viendo hacia dónde iba con esto. No ayudó que, mientras hablaba, sus recuerdos de los años de ansiedad de Alice acerca de esto pasaran por su mente o la mía.

Gruñendo, Jasper frotó su rostro.

»Y eso es porque no sabes cómo algo va a ser tomado. Si es en algún lugar en donde ella ya se sentía insegura, y el contexto de la cosa estúpida que dijiste le dio razones para creer que en lo profundo esos son tus sentimientos verdaderos y reales, dejará una marca. No hay forma fácil de arreglar eso. Ella nunca te creerá por completo que no lo decías en serio. Sí, algunas veces será mejor, pero no puedes darlo por sentado. Es una herida abierta, punto, y siempre necesitarás tratar ese tema con cuidado, sin importar cuánto tiempo pase.

Tragando, asentí.

—Entendido.

—No todo es tan malo. —Me lanzó una media sonrisa que pretendía ser reconfortante—. En todo caso, el hecho de que Alice y yo estemos bien debería darte confianza. Seas lo que seas, yo soy peor. Lo que sea que hayas hecho, puedo superarlo. Si puedo aferrarme a Alice, mantenerla segura, satisfecha y feliz la mayor parte del tiempo, entonces eso es algo bueno para ti y Bella, ¿no?

Me reí sin humor.

—Supongo que sí.

—Entonces —dijo, furtivamente, acomodando su siguiente tito—, supongo que lo siguiente es, ¿si tú y Bella se marcarán al otro con mordiscos?

Lo estudié.

—¿No me advertirás que no lo haga? —Había esperado un sermón, o por lo menos que el tema fuera sensible para él.

Jasper sacudió la cabeza.

—Nah. No me malentiendas, es muy tarde para que vea algo de romance en eso. —Puso un dedo bajo el cuello de su playera y tiró de él para revelar el mordisco que María había dejado. Captó la luz de arriba, más limpio que las docenas de medias lunas que eran visibles en sus antebrazos—. El mío es básicamente una marca de ganado. Y he sido mordido demasiadas veces por demasiados vampiros como para no tomar el nivel de dolor en serio. No me puedo ver encontrando placer en eso. —Pausó, el rostro de Bella pasando por su mente—. Por supuesto, ese soy solo yo. A algunas personas les gusta un poco de dolor con su placer.

Miré hacia otro lado. Parecía que Jasper había captado algo que también había sospechado yo: que Bella tenía un lado un poco masoquista que estaba ocultando, seguramente por mi beneficio.

—Pero Bella tiene razón —continuó—. Lo que más importa es cómo lo ven ustedes dos. No yo, o alguien más. —No pudo evitar pensar que, a Carlisle no le gustará.

Estaba consciente de eso, y estaba pesándome.

—Tienes razón, no lo hará.

—Claro, pero estás casado con Bella, no con él —me recordó Jasper—. Su opinión en esto no importa. En lo absoluto. Quieres morder a tu chica como un nómada salvaje para que cada vampiro en el mundo sepa que es tuya, ve y hazlo.

—¿Y si no quiero? —dije desafiante.

La sonrisa de Jasper era astuta.

—Sabes que eso no funciona conmigo. Te sientes ansioso, en conflicto, un poco nervioso. Pero eso es porque quieres hacerlo, no porque no lo quieras. Detrás de todos esos modales civilizados e ideales anticuados, bajo los pantalones y zapatos, hay un pequeño cavernícola en ti.

Era incómodo, ser tan transparente.

»Y luego está el otro lado —dijo mientras finalmente alineaba su tiro—. Hemos estado hablando acerca de ti mordiéndola por la, uh, fijación que tú y Bella parecen tener. Pero en un ritual, ella te muerde también, y, quién sabe, quizá te guste. Ciertamente has sido masoquista, disfrutaste de un par de tormentos y desdichas, quizá eso represente algo o quizá no. ¿El dolor físico como una expresión de tu amor por Bella? —Inclinó la cabeza y movió su codo para tirar, el ruido de la bola resonando en el aire—. Quizá te guste eso. Es una sensación particular, tener el mordisco de una mujer en ti. La marca es tan distintiva como una huella digital, y cuando la ves, la ves a ella, en tu piel. No es por ponerme sentimental contigo, pero generalmente no me gusta mirarme al espejo, y me he preguntado si quizá me sentiría diferente si fuera a Alice a la que veo aquí. —Puso su mano sobre el mordisco de María—. No lo sé. Algo en lo que pensar.

Como suponía, Jasper sí falló un tiro, así que tuve mi turno, pero de todos modos me venció sin problema. Después, Jasper se fue con Alice, y regresé al piano para trabajar en mi canción.

Me sentía más calmado después de hablar con mi hermano, y se reflejaba en la canción. La narrativa de la historia era la misma, pero parecía haber más aceptación, menos desesperación, en los movimientos. La chica estaba en donde quería estar, en el inframundo con el monstruo al que amaba. No había nada que pudiera hacerse.

Esme vino a mirar alrededor de las tres y se quedó hasta el amanecer, cuando Carlisle llegó. Caminé hacia la casa y encontré a Bella acurrucada en nuestro sofá con la misma ropa de antes, con el cabello seco, y leyendo.

Me arrodillé junto a ella en el suelo y la besé cuando me saludó, luego la seguí besando y besando hasta que Renesmee despertó alrededor de una hora después. La verdad era que, extrañaba a Bella y estaba cansado. Cansado de todo menos de estar con ella. Era agotador, intentar protegerla de toda la oscuridad dentro de mí, y ella ni siquiera quería eso. Me rendí. Si Bella quería a mi monstruo, podía tenerlo.

Después de que enviamos a Renesmee a sus lecciones escolares con la tía Rosalie, tomé la mano de Bella y la llevé al piano en nuestra sala. La luz de la mañana que se filtraba por la ventana brilló en nosotros mientras nos sentábamos juntos en el banco, y le toqué la nueva canción. Su expresión era sorprendida cuando escuchó su canción siendo parte de ella, y su ceño se frunció mientras la canción se volvía oscura. No se quedó de ese modo, había momentos de esperanza, pero luego la historia dio un giro hacia la resignación y la rotundidad. Para el final, la cabeza de Bella estaba descansando en mi hombro.

Cuando la nota final había dejado de resonar y desapareció por completo en el aire, Bella preguntó:

—¿Cómo se llama?

Perséfone y Hades.

Por un momento, no respondió.

—Y, ¿entonces serías Hades? —Había un toque de diversión en su voz.

Me molestaba. Ella había renunciado a su alma para estar conmigo. La había destruido con mis dientes y mi veneno. Su transformación había sido planeada, consensuada, pero aún tenía esperanzas de que cambiara de opinión, que valorara su alma y su mortalidad tanto como yo lo hacía. Por supuesto, el embarazo sorpresa de Bella había forzado las cosas. La transformación la había salvado de desangrarse en el parto, de morir, pero solo en el sentido más literal de la palabra. La chica humana estaba muerta, y yo la había asesinado.

Tomé sus manos entre las mías.

—No es un chiste. Lo querías y yo lo quería, pero hice lo que hice, y es permanente.

Se tomó su tiempo con eso.

—Me gusta tu inframundo.

—Lo sé —contesté. El pensamiento aún me causaba dolor. Pero luego, tuve que recordarme, ella no creía en las almas o el cielo—. ¿Bella? ¿Puedo hacerte una pregunta?

Alzó su cabeza de mi hombro y se encontró con mi mirada.

—Por supuesto.

Me debatí por un momento, sintiéndome tonto por preocuparme, pero necesitaba saber.

—¿Alguna vez deseaste… que yo fuera humano?

Sus ojos inmediatamente se suavizaron de esa forma que la delataba. Estaba preocupada que su respuesta hiriera mis sentimientos.

—No —admitió—. Siempre te he amado como eres.

—¿Pero acaso las cosas no hubieran sido más simples, mejores, si yo hubiera sido humano?

Bella suspiró.

—Quizá. Pero no pienso de esa forma, quizá soy demasiado práctica, para desear cosas como esa. Llegaste a mí como vampiro, así que así es como te tomé. El hecho de que pudiera tenerte siquiera parecía más de lo que hubiera podido atreverme a desear para mí. ¿Cuál hubiera sido el punto de los "y si", especialmente de unos tan imposibles?

Asentí. Su respuesta me entristecía, pero no era sorprendente, no en este punto.

—¿Y te gusta el vampiro en mí? ¿Lo quieres? ¿Incluso… lo amas?

—A ti —corrigió—. Y sí, a todo lo que dijiste. —Con los ojos sinceros, soltó mi mano y puso las suyas sobre mi pecho—. Edward, lo que sea que esté aquí, lo tomo y lo amo como es.

Completamente resignado, dije:

—De acuerdo, es tuyo.

Inhaló, su rostro mostrando confusión.

»Todo de mí, lo que sea que eso conlleve. No intentaré protegerte de lo peor de mí si no quieres que lo haga. —Volví a tomar su mano y la apreté—. Pero, Bella, no estoy seguro de todo lo que está ahí. Apenas estoy aceptando mi… sexualidad… —Cerré los ojos y gemí en frustración—. Sé que no te gusta que lo diga de esta forma, pero es la única forma en la que sé explicarlo. Mi monstruo, él es mi sed, pero creo que quizá también es mi sexualidad. Y quizá eso está bien para ti. Quizá —morí un poco por dentro—, él quiera ser rudo contigo y lastimarte todo el tiempo y a ti te gustará eso. Sé que él quiere morderte, pero no sé qué más quiera. Lo he estado reprimiendo por tanto tiempo, que no tengo idea. Solo te estoy advirtiendo, porque quizá te guste, pero… quizá las cosas que quiera sean demasiado para ti. Quizá serán oscuras y feas y enfermas. Cosas que te harán sentir mal contigo misma. Y si ese es el caso, aléjame, dime que no. Si él es demasiado, Bella, lo reprimiré de nuevo, lo juro.

Sus ojos estaban ensanchados cuando terminé. Soltó sus muñecas de mi agarre y envolvió sus brazos a mi alrededor.

—Has estado preocupado por esto por mucho tiempo. —Se impulsó y se subió a mi regazo—. Edward, puedo decirte con una confianza razonable que tu monstruo no es tu sexualidad.

Cuando intenté hablar, su dedo se presionó contra mis labios.

Miró mis ojos y acarició un lado de mi rostro.

»Sé que no soy tú, y tú conoces mucho más cosas acerca de tu sexualidad de lo que yo lo hago. No estoy discutiendo eso. Pero soy la persona con la que has estado teniendo sexo, constantemente, por más de un año. Así que, sé una cosa o dos acerca de lo que te excita. Acabo de pasar un mes analizando cada segundo de cada encuentro sexual que tú y yo hemos tenido intentando descifrar qué partes eran sinceras para ti y, ¿quieres saber los resultados de ese análisis? —Acarició el cabello en mi sien—. Tú, mi amor, eres un romántico. Casi todos los encuentros en los que estuve absolutamente segura de tu entusiasmo fueron tiernos y dulces. Claro, hubo un par de excepciones, pero tu sexo favorito es hacer el amor. Esa noche en Port Angeles, ¿cuando peleamos? Comenzamos la noche atrapados en ese ciclo de lujuria, intensos. Fui yo quien recurrió a lo sucio para salir de eso. ¿El sexo que te sació lo suficiente para calmarte? Meramente romántico. ¿Esa charla sucia de ayer, las cosas que más extrañabas del sexo y lo que querías hacerme en la lluvia? De nuevo, un montón de cosas románticas.

Había esperado discutir con ella, pero me había dejado mudo. Mi mente se aceleró. Oh por Dios…

»Edward, ¿acaso no siempre has dicho que tu deseo sexual está fuertemente atado a lo mucho que me amas? ¿Que para ti el sexo es acerca de lo mucho que me amas? Si eso es cierto, ¿cómo eso puede ser tu monstruo? Quiero decir, sí, en este punto la cosa de los mordiscos está bastante clara, quizá no estás tan opuesto a ser un poco rudo como lo pensabas, y claro, podría haber algo nuevo y sorprendente escondiéndose en tu subconsciente, pero me rehúso a creer que hay una profundidad de cosas misteriosas, depravadas y sádicas de la que no has estado consciente hasta este momento. Tu sexualidad quizá es más amplia de lo que pensabas, pero también ha estado plenamente activa durante este último año. Si hay algo que sé de mi tiempo en nuestra cama, es que te excita el hacerme sentir amada. Literalmente, hace que te corras. Eso no suena como un monstruo para mí.

Oh, Dios… tenía razón. ¿Acaso había estado tan aterrado del espectro de los deseos sexuales de mi monstruo que había olvidado por completo lo que estaba frente a mí? Sí, había cosas que había estado reprimiendo, deseos que no me gustaban, que no quería tener, que me preocupaba que estuvieran demasiado unidos a la alimentación para que fueran seguros, pero eso no deslegitimaba todo lo demás que quería con Bella. Por supuesto que no lo hacía, parecía tan obvio ahora. Y mucho de lo que quería era romántico, basado en lo mucho que la apreciaba y quería cuidar de ella.

No fue hasta que me di cuenta que Bella estaba acariciando mi cabello y haciendo ruidos de calma, que me di cuenta de lo errática que mi respiración se había puesto, que todo mi cuerpo estaba temblando, pero no podía detenerme. Yo solo estaba… tan aliviado.

La aferré a mí.

—Edward, está bien. —Su voz angelical era tan suave.

Sí, todo estaba bien. Le creía.

Pero tan pronto como sentí esa paz, una preocupación se instaló en mi mente.

—Bella, ¿eso… eso está bien? ¿Para ti? ¿Si me gusta más el sexo romántico? ¿Eso será… suficiente para ti?

Me sonrió con dulzura, pero soltó una risa que estaba llena de exasperación.

—Por el amor de Dios, Edward. ¿Qué parte de "todo de ti" no estás entendiendo? Sí, maldición. Me enloquece que me hagas el amor. Funciona para mí, oprime todos los botones correctos. Y sí, estoy feliz por la idea de que eso sea la base de nuestra vida sexual. Quizá es cursi, pero también nosotros. Todo lo demás puede ser un gusto ocasional, es más emocionante así, de todos modos.

Me sentía tan ligero, mareado casi. No pensé que pudiera sentirme más eufórico, y luego ella me besó.

La besé de vuelta, y por primera vez en mucho, mucho tiempo, nuestro beso se tornó verdaderamente hambriento. No solo yo, no solo ella. Los dos. Los dos lo queríamos. Y me sentía en el cielo. Sus labios eran un néctar y yo era un hombre hambriento. Sus dedos se deslizaron bajo el cuello de mi camisa y me atrajo a ella, gimiendo. Podía sentir sus uñas enterrándose en mi hombro. Su toque era tan bienvenido, tan reconfortante, y estaba tan duro.

Mi mano viajó por su espalda para acercarla más, y recibí la confirmación de algo que había sospechado por la forma en la que mi sudadera se amoldaba alrededor de las curvas del pecho de Bella, sin sostén. Bella no estaba usando sostén. Mi mano se deslizó hacia abajo, debajo del borde, y se deslizó por la suave e ininterrumpida piel de la espalda de Bella. Con un gemido de puro anhelo, mi otra mano se deslizó bajo la sudadera, también. Mi toque pasó las delicadas líneas de sus costillas, su columna, sus hombros, aferrándola contra mí. Mía. Era mía de nuevo.

Bella estaba desabrochando los botones de mi camisa, los dedos rozando la piel desnuda de mi pecho mientras iba hacia abajo, y abajo, y no se detenía. Fue directo del último botón de mi camisa al botón de mi pantalón, luego el cierre. Su mano se metió en la abertura, tomándome a través de mi ropa interior, y gemí.

—Dios, Bella. Te deseo tanto.

Habló en mi oído.

—Edward, déjame chupar tu polla. Por favor —rogó—. Amo… te quiero en mi boca.

Casi me vine en su mano. Mis dedos se aferraron contra su piel. Fui incapaz de contestar, pero ella tomó que me moviera en su mano como un sí.

Bella se movió, deslizándose de mi regazo para ponerse de rodillas en el suelo. Su codo golpeó las teclas del piano mientras lo hacía, así que moví el banco un poco con los talones de mis pies para darle más espacio. Mientras se movía hacia abajo, mis manos bajo la sudadera la impulsaron hacia arriba, y se fue con ella, alzando sus brazos para que pudiera pasar la prenda por encima de su cabeza. Tirándola al suelo, me maravillé ante la vista frente a mí: los labios abiertos, las pupilas dilatadas, el suave cabello cayendo sobre sus pechos desnudos, los pezones duros mostrándose orgullosos, mientras se arrodillaba entre mis piernas. Mi polla soltaba líquido pre-seminal.

—Dios, Edward. —Se estremeció—. La forma en la que estás mirándome.

Fui incapaz de resistirme a estirar mi mano y tocar sus pechos. Reflejaron la luz que se filtraba por las cortinas de encaje, y lucían tan tentadores, expuestos a la luz del sol.

—Eres tan sexy.

Se mordió el labio y gimoteó.

—De acuerdo, entonces vamos a quedarnos con esa voz rasposa. Dios. —Sus dedos se metieron entre sus piernas, y se tocó brevemente a través de la tela de sus shorts.

—Oh, sí —jadeé.

Pausó, y fue evidente que su respuesta había sido automática, no algo que hubiera planeado. Brevemente, lució ligeramente cohibida, pero cuadró la mandíbula y habló.

—De acuerdo.

Bella tiró de uno de los cordones, liberando el nudo, luego pasó sus pulgares por la pretina de los shorts y pasó la tela por sus muslos. Y gracias a Dios, se estaba quitando la ropa interior también. Mi Bella estaba desnuda.

Estaba tan húmeda, podía ver su humedad.

Con un ruido que era más bestial que humano, saqué mi polla de mi ropa interior y comencé a acariciarme frenéticamente mientras la veía.

Ella jadeó, y luego sus dedos estaban en su coño, en sus jugos.

Ya estaba cerca. No, eso no era correcto. Ya estaba ahí.

Bella podía ver eso y actuó rápidamente.

—¡No! —Se lanzó hacia delante. Sus uñas se enterraron en mis muslos y su húmeda boca se enterró en mi polla, tragándome profundo.

El gutural sonido que salió de mi garganta se escuchó por toda la casa, y mientras me venía, tuve que sostener el banco del piano para evitar caerme, mis caderas chocaban con fuerza contra su hermoso rostro. Los espasmos posteriores fueron llenos de placer, pero también de necesidad. No era suficiente, quería más. Bella pensaba lo mismo; siguió excitándome, me mantuvo duro. Lamió y me chupó con entusiasmo y habilidad, pero era la forma en la que seguía interrumpiendo la mamada para dejar besos desesperados en la base y en la cabeza de mi polla lo que estaba matándome.

Me amaba. Ella me había extrañado, extrañado esto.

—Bella, te amo.

Me miró, jadeando con deseo.

—Edward…

Asentí.

—Lo sé, cariño. Sé lo que necesitas.

Con un gemido agradecido, se puso en cuclillas. Tomó mi mano y tiró.

—Ven aquí.

—De acuerdo.

—Sin ropa.

Una petición razonable. Me puse de pie y me quité todo lo que estaba usando. Bella se había movido detrás de los pedales para acostarse en la afelpada alfombra bajo el piano. Sus brazos estaban estirados por encima de su cabeza, y sus piernas se separaron para mí cuando me metí entre ellas para unírmele. Sus ojos estaban brillantes con emoción, su cuerpo tembloroso y excitado, mientras me ponía sobre ella. Una de sus rodillas se movió y luego su pierna estaba a mi alrededor, acercándome aún más.

—Ha pasado tanto tiempo —susurré.

—Lo sé. —La ausencia había sido insoportable.

—Me he sentido tan vacía y sola —confesó. Mi corazón dolió ante su evidente vulnerabilidad, e incluso más cuando su lastimera voz siguió—. Por favor, lléname.

Asentí y lo juré.

—Lo haré.

Para prepararla, lamí dos dedos y me estiré entre nuestros cuerpos por su centro. Ante el primer toque eléctrico, chilló, con fuerza, todo su cuerpo temblando.

—No lo entiendes —dijo, jadeando, cuando retrocedí en alarma. Con los ojos hacia abajo, explicó—. He estado… así… desde ayer en el bosque. Intenté tocarme anoche y no funcionó. Creo que necesitaba que fueras tú. Estoy… tan lista, creo que quizá… —Sus ojos fueron hacia mí y luego bajaron de nuevo—. Quizá yo, ya sabes, de inmediato. Cuando finalmente estés dentro de mí de nuevo. Pero sigue adelante si lo hago. Necesitaré… más. Tanto como puedas darme.

Sus palabras me dejaron sin aliento. Estaba dolorosamente excitado, pero también frenético con la necesidad de aliviar su sufrimiento.

Me posicioné en su entrada y la besé apasionadamente.

—Bella, amor, te daré tanto como puedas tomar.

Y luego fui hacia delante, entrando en ella. Gritó.

El placer era cegador. Hizo mi cuerpo temblar. Habíamos estado separados por mucho tiempo, y ahora estaba volviendo a casa en ella. Su calor, su humedad. Se vino cuando entré en ella, justo como advirtió, y seguí adelante, justo como lo prometí. Mis embestidas eran fuertes y profundas, lo suficientemente lentas para que pudiera de verdad apreciar todas y cada una de ellas. Se aferró a mi cuerpo, pero estaba temblando de forma muy violenta como para sujetarme. Fue de un orgasmo al otro con difícilmente un descanso entre ellos, como si los hubiera estado acumulando por un mes y ahora estuvieran saliendo de ella de un jalón. Nunca había visto algo así. Sus gemidos eran mitad de placer, mitad dolor, y algunas veces incluso sonaban como sollozos, pero me pidió que no parara. Así que, la acerqué a mí y continué, dentro y fuera de su calor mientras se derrumbaba una y otra vez.

Dejé besos por todo su rostro, murmurando lo mucho que la amaba. El placer era demasiado para mí como para que perdiera mi erección, pero la preocupación por ella era demasiada como para que me corriera. ¿Cómo pude permitirme descuidarla de esta forma?

Finalmente, después de lo que se sintió como una eternidad, pero que solo fueron veintisiete minutos, la mano de Bella fue a mi hombro y me detuvo.

—De acuerdo —soltó sin aliento—, necesito un respiro.

De inmediato, dejé de mover mis caderas, y ella colapsó sobre la alfombra. Estaba tan preocupado e inseguro, que su suspiro de satisfacción fue un susto para mí.

—¿Estás… bien?

Sus párpados se abrieron y fui consolado. Lucía deslumbrante y feliz.

—¡Demonios, sí! Me mantuviste en un orgasmo por media hora. Ni siquiera sabía que eso era posible. —Tocó mi rostro—. Tan bueno para mí —murmuró, y luego se movió para besarme. Pero el movimiento causó fricción, abajo en donde estábamos unidos. Sentí su coño apretarme con fuerza y luego pulsar a mi alrededor mientras otro orgasmo la recorría.

Bella gimió.

—Maldición. —Luego se rio, una risita mareada. Solo para detenerse de forma abrupta, gimiendo de nuevo—. Ni siquiera puedo reír, o me correré.

—¿Es tan malo?

—No, solo estoy dolorida —sonrió—. Lo que no me molesta, pero eso fue… demasiado. No estaba esperando, quiero decir, sabía que estaba caliente, y estaba intentando no llenarme de esperanzas tan pronto esta vez. Ya sabes, seducirte primero, solo para asegurarme que de vedad sucediera. Sabía que estaba al límite, pero Dios santo. —Su voz estaba volviéndose curiosamente jadeante, y vi que estaba sujetando la alfombra en los puños de sus manos—. Parece que mi cuerpo de vampiro aún tiene sorpresas para mí.

La consternación me invadió mientras comprendía lo que estaba diciendo. Me di cuenta de que la había excitado y la había dejado dos veces en las últimas veinticuatro horas, la forma en la que solía hacerlo cuando salíamos y juré que no lo haría de nuevo.

—¿Crees que es una cosa de vampiros? —Honestamente, no estaba seguro si esto era normal, al menos, hasta que un recuerdo de algo que una vez escuché en los pensamientos de Tanya vino a mi mente. Multiorgasmos, justo como esto. En el momento, había asumido que ella estaba exagerando como una de sus técnicas para seducirme, pero quizá después de todo no lo estaba haciendo. De cualquier modo, no iba a mencionar a Tanya ahora.

La expresión de Bella estaba poniéndose más dolorida.

—No puedo imaginar a mi cuerpo humano haciendo esto. Quizá por un minuto o dos, pero no por media hora. —Se estremeció y luego mordió su labio—. Duele.

—¿Necesitas que me salga?

—¡No te atrevas! —Sus ojos se cerraron y un segundo después, su cuerpo se estremeció con otro orgasmo.

Ni siquiera me había movido.

—Guau. —Bella suspiró—. Amo esto.

Su felicidad era tan evidente, tan genuina, que me encontré sonriendo.

—¿Sí?

Asintió.

—Bueno, dijiste que extrañabas mi coño. Creo que mi coño te extrañó, también.

Eso hizo que me riera.

Las manos de Bella fueron a acariciar mi rostro.

—Realmente estamos de vuelta, ¿no es así?

—Sí —dije, su alegría llegando a mí, también—. Estamos de vuelta.


Poco a poco se irán arreglando más las cosas entre ellos :´)

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