Malas Decisiones

Por SafiroBipolar567

Capítulo III

~Niñas me mandaron para tal acción~

—Estamos aquí reunidos hoy, para despedir a un gran pez; Legolas.

Saga portaba una caja de zapatos en sus manos, dentro de ella estaba el pequeño pez dorado. Milo yacía de rodillas, escarbando un hoyo con una pequeña pala.

Estaban a un lado de la casa de Géminis, ahí había un pequeño jardín, ese lugar sería el dónde Legolas descansaría eternamente. A Saga de le hacía más fácil echar el pez al inodoro, pero por las quejas de los niños, accedió -de mala gana-.

Una vez que el hoyo estuvo terminado, hicieron un ritual de despedida.

—Fue poco el tiempo que te conocimos, pero nuestro amor hacia ti se hizo inmenso. —murmuró Mu, en cuanto Saga le pasó la caja para que se despidiera. El pequeño carnero hizo lo mismo, y se la dio a Aioria.

—Jamás me perdonaré el haberte asesinado... Lo siento... —se la dio a Milo.

El pequeño escorpio abrió la boca varias veces, pero ninguna palabra salió de sus labios. Con lágrimas bajando por sus mejillas le dio la caja a Shaka, el cual tenía una venda en la cabeza (cortesía de su desmayo al ver sangre).

—Tu alma pura y limpia irá a los Elíseos. —dijo, suspiró y le dio la caja a Aldebarán.

—Descansa en paz. —fue lo que dijo el torito dorado, le entregó la caja al francés.

Camus en cuanto tuvo la caja en sus manos, dijo con voz indiferente;

—Que te quede claro, yo intente impedir tu asesinato, pero los brutos que tengo como compañeros no hacen caso. —en cuanto terminó su discurso, le tendió la caja al gemelo.

Saga suspiro y volvió a tomar la caja, sin perder tiempo se inclinó para depositarla en el hueco y terminar de una vez.

—¿No te vas a despedir de él? —cuestionó Aioria, limpiándose las lágrimas de sus mejillas y sorbiendo los mocos.

—Ya lo hice...

—Tu viviste con él, debes decirle algo... Expresar tu amor y tu sentir... —dijo Mu entre hipidos.

—Bien, bien... —Saga rodó sus ojos con fastidio —Legolas, fuiste un muy buen pez, no hacías ruido y lo único que hacías era nadar. Muchas veces fui yo quien te cambió el agua y lavo tu pecera, al igual que te di muchas veces de comer ¡Prácticamente fuiste más mío que de Kanon! Yo siempre estuve ahí para darte todo lo que necesitabas, así que tuviste una buena vida, aunque tu muerte fue horrible pero ¿qué diablos esperabas? —se encogió de hombros —Así es la vida de caprichosa, a veces buena a veces rosa... —y sin agregar nada más, comenzó a enterrar la caja.

—¡Noooo! —grito Milo con desesperación, se lanzó sobre Saga, jalando su brazo —¡No lo entierres, está vivoooo!

—¡Suéltame Milo! ¡Que me harás caer! —se apoyó en una mano para mantener equilibrio, pues Milo no dejaba de zarandearle con fuerza.

Camus y Aldebarán acudieron a su rescate, tomaron a Milo de ambos brazos y lo hicieron hacia atrás.

—Descansa en pez, descansa en peeez—comenzó a cantar Mu, con voz desentonada y aguda —¡DESCANSA EN PEEEEZ! ¡Yo siempre te recordareeee!

—¡NOOO! ¡LEGOLAAAAS! —Aioria cayó de rodillas y le arrebató la caja al gemelo, Shaka le abrazó con fuerza.

—Me uno a tu dolor, Leo...

—¡NO ME DUELE, ME QUEMA! ¡ME LASTIMA! —grito Milo, enterrando sus manos en la tierra las lágrimas y mocos empapaban su rostro.

—¡¿Legolas?! ¡¿Dónde estás Legolas?! Soy Aiorita, no haré travesuras. —el pequeño estrujo la caja entre sus brazos.

—¡Calma compañeritos, calma! —trató de apaciguar el torito dorado, aunque no servía de nada.

Saga, que se había mantenido al margen de la situación, comenzó a respirar de manera entrecortada, un tic en su ojo derecho y las mejillas completamente rojas mostraban que la paciencia había llegado a su fin.

—¡YA BASTA!

Sin que tuvieran tiempo a reaccionar los pequeños, Saga le quitó (sin delicadeza alguna) la caja al Leo. El cosmos de Saga se manifestó en un segundo, rodeándole de un halo dorado, los menores dieron un paso hacia atrás ante la imponente muestra de poder.

—¡Que tu pequeño cuerpo pasee eternamente entre galaxias! —los seis pares de ojos se abrieron con sorpresa al ver cómo miles de estrellas y planetas aparecían a espaldas del peliazul—¡OTRA DIMENSIÓN! —la caja fue absorbida por una fuerte ráfaga de aire.

Camus, Milo y Aioria cayeron al suelo, enterrando sus manos en la tierra para no ser jalados por la increíble otra dimensión de Saga.

Aldebarán caminaba con dificultad hacia el lado contrario, sostenía a Mu entre sus brazos.

En cuanto Saga vio terminada su labor, su cosmos poco a poco fue disminuyendo, al igual que su implacable técnica.

—¡Ay! —chilló Milo, mirando hacia el cielo, extendió ambas manos como si con esa simple acción pudiese tocarlo, su cabello lucía desordenado—¡Por poco veía a Jebus!

—No exageres Milo —murmuró Camus, alzando su rostro, en sus mejillas había polvo y en su cabello varias hojitas secas —Y no es Jebus... es Jesús.

—Me voy a morir, me voy a morir, me voy a morir, me voy a morir... —decía Mu temblando de pies a cabeza, aun en brazos de Alde.

—Ya, ya, tranquilo...—le calmaba el Toro.

—¡Maldito seas Saga! —grito Aioria poniéndose de pie —¡Casi nos matas!

—Pero no los mate, aunque ganas no me faltaban. —dijo Saga con voz calmada —Y no digas groserías, estás muy enano todavía.

—¡Te voy a denunciar con la protectora de animales!

—Si, ajá... ya, vámonos, que es hora de comer. —sin esperarles, comenzó a caminar al interior de la casa de Géminis. Ya había tenido muchas emociones en tan pocas horas.

—¡Y yo con la PROFECO!

—¿Esa no es del consumidor? —cuestionó Alde a Milo.

—Como sea, pero voy a denunciarlo.

Y sin nada más que decir, emprendieron su regreso tras el gemelo. Ignorando qué les faltaba alguien.


En algún lugar de un gran país... Dimensión, más bien.

—¡¿Es porque soy rubio verdad?! —pregunto a la infinita nada. —¡Eso es ser racista!


Los cinco picos, China.

—Ya pasaron la primera prueba, aunque debo admitir qué algunos de ustedes me decepcionaron. —Shura bajo el rostro con un visible sonrojo tiñendo sus mejillas —Pero esta siguiente prueba será para redimirse. —el viejo maestro paseo de un extremo de la fila a otro, su mirada severa delataba cual serias eran sus palabras.

Él, considerado en sus épocas de juventud como un maestro en el arte de la seducción y placer desmedido no podía permitirse tener alumnos con tan bajos desempeños.

—Todos ustedes tendrán que practicar de manera más ardua, el cómo quitar un bra. —golpeo el suelo con su bastón, haciendo que los jóvenes de estremecieran de pies a cabeza. El viejo maestro en esos momentos se veía tan intimidante, a pesar de ser un maldito champiñón. —En cuanto al yoga, he de admitir que no están tan mal, pero quiero más de ustedes, les exijo lo máximo de ustedes. Quizá en estos momentos no le ven alguna ventaja o interés, pero les aseguro que, llegado el momento, me lo agradecerán. —con su ya reconocida lentitud se acercó al maniquí que estaba frente a ellos, aun portaba un sostén. La diferencia es que ahora tenía cuatro ganchillos en lugar de dos. —¿Qué están esperando? —pregunto, apuntándoles con el bastón —Están viendo que soy del tamaño de un perro y no me ayudan ¡Buenos santos vinieron a ser!

Sin siquiera preguntarle, Kanon le propino un nada sutil empujón a Ángelo. El italiano le miro de una manera que dejaba bien en claro sus intenciones de asesinarlo. Shura, Aioros y Afrodita rieron por lo bajo.

Arrastrando los pies, llego hasta donde estaba en Libra. Ángelo ladeo el rostro ¿En serio iba alzar esa cosa? Por muy maestro que fuera estaba muy feo.

—¿A qué esperas? —cuestiono el maestro, le dio la espalda —Cógeme de la cintura.

—¿Cual? ¡AU! —se llevó ambas manos a la rodilla por el tremendo golpazo propinado con el bastón del viejo.

—Ninguno de ustedes me tiene muy contento, excepto tú, Afrodita. —el sueco sonrió con suficiencia. —Ya, álzame.

—Si, maestro. —siseo entre dientes el pobre y adolorido aprendiz de Cáncer.

Con algo de rudeza, le asió por la cintura y le alzo. Eso le hizo ganarse otro regaño por parte del mayor.

—¡Angelo! Soy un ser humano, no un costal de papas. —los chicos apenas y podían contener la risa, pues ver a Ángelo en esa situación y ver al regio -según- santo de Libra patalear al aire era para morirse de risa en ese instante —Es con delicadeza y calma, como si estuvieras agarrando las cuervas de una sensual mujer —con sus manitas trazo la figura del maniquí —Así que más delicadeza, más ternura.

El peliazul asintió, tragando saliva con pesadez. Esto era demasiado incomodo.

Sin perder el tiempo, Dohko se trono los dedos, aplaudió un par de veces y dijo;

—Quiero que se acerquen y miren. —los chicos hicieron caso y se acercaron lo más que pudieron —Así es como se hace. —con presteza y delicadeza acaricio un par de veces el frio plástico para luego, con una seguridad envidiable, atrapar entre sus dedos índice y pulgar el broche del sostén, para luego con un ligero movimiento desatarlo. Los cuatro de golpe. En un simple pestañeo. —Como ven, hay mucho camino por recorrer.

Dohko sonrió con suficiencia, no hacía falta voltear a ver a los niños que tenía por aprendices ese día, pues el solo escuchar cómo se les corto la respiración de golpe sabía que estaban sorprendidos.

Los jóvenes parpadearon un par de veces hasta que recordaron que habían olvidado hasta respirar. Cerraron sus bocas y miraron al anciano que estaba en brazos del Cáncer.

Dohko de Libra no era un viejo hongo. Era un verdadero hombre.


~En el Santuario de Athena, La casa de Géminis ~

—¡Debemos hacer algo! —grito Milo de repente, los niños dejaron de comer para mirarle con curiosidad.

En realidad, ni comían solo jugueteaban con sus verduras pues la culpabilidad no les dejaba probar bocado. Excepto Camus, el sí comía sin pena alguna. Ya bastante se había mortificado el pequeño Acuario por culpa de Milo y Aioria por sus tonterías. Por él se podían ir al diable.

—¿Hacer qué? —cuestiono el torito dorado.

—¡Hasta la pregunta es tonta Alde! —Milo chasque la lengua y prosiguió —Debemos conseguir otro pez.

—Discúlpame, Milo, pero ese "Debemos" me suena a manada. —el francés dejo con elegancia el tenedor sobre el plato y continuo —No hables en plural. Si quieres arreglar tes bÊtises hazlo tu solo. Y que él te acompañe. —señalo al acongojado Aioria —Ya he tenido suficiente por este día.

—¡Camuchis! —le lloriqueo dramáticamente —Sabes bien que eres un miembro fundamental en los planes que hago. Eres la voz de la razón.

—Si, aja, razón que no es escuchada ni tomada en cuenta. —bufó, cruzándose de brazos.

—Antes de que prosigas, Milo. Camus tiene razón, jamás le haces caso. —intercedió Mu, siendo secundado por Alde, que asintió con cabeza. —En un día de estos terminaremos muertos, ya vez lo que le paso a Shaka y a mí.

—Oigan... ¿Y Shaka? —pregunto Aioria de repente.

—Por ahí debe de andar. —respondió Milo sin dedicarle tanta importancia —Antes de que digan algo más, quiero que escuchen mi plan. —Camus rodó los ojos y suspiro, sabía que intentar hacer entrar en razón al peliazul era un caso perdido. —Tenemos que conseguir otro pez y...

—Milo, sabes que me encanta interrumpir y lo seguiré haciendo hasta que Athena me lo permita. Pero quiero que sepas que una mascota no remplaza a otra, al contrario, debemos dejar que Kanon supere este duro duelo y encuentre resignación, ya será cosa suya si quiere adoptar otro o no.

—¡Deja de interrumpir Camus! Como decía, hay que buscarle una nueva mascota para Kanon y para ello iremos al canal de la presa de Rodorio...

—Perdona Bicho. —esta vez interrumpió Aioria —Pero ni siquiera nos dejan ir más allá de los límites del Santuario y tú quieres ir hasta al otro lado del pueblo. —negó con la cabeza —Se vale soñar, pero no tanto.

—¡Iremos a escondidas! Además, Mu ha ido ahí. —señalo al carnerito dorado —Y no mientas, se dé buena fuente que Shion te lleva cada que se te apetece.

—No, no lo voy a negar —dijo con resignación — Se donde es, incluso los puedo llevar hasta allá. Pero Aioria dijo, y lo cito; Se vale soñar, pero no tanto, Milo. —Mu suspiro con cansancio. Le dolía la mano y también el corazón. Un ser inocente había muerto a causa de sus actos. Buenos santos iban a ser.

—¡Esa actitud no ayuda en nada! —con su dedito apunto a sus cuatro amigos frente a él, con ímpetu se subió sobre su silla y alzo ambos brazos—Yo tengo la esperanza en que nuestro plan funcionara. Tenemos la balanza a nuestro favor Mu, sabes el camino y nosotros —ignoro la voz de Camus diciendo "No hay ningún nosotros" —la determinación de hacerlo. La esperanza es lo que mueve mundos y nos hace cumplir nuestros sueños ¡Y yo quiero cumplir mis sueños! ¡¿Quién está conmigo?! ¡Tú ya estas incluido Mu, no puedes decir que no!

—¡Yo estoy contigo! —coreo Aioria, saliendo de su letargo de tristeza y culpa.

Había algo que elogiarle a Milo y era su poder de convencimiento. Algo así.

Con un suspiro cargado de resignación, Camus se puso de pie.

—Yo voy para evitar que alguno de ustedes dos se muera.

—Yo no tengo opción... pero a la primera que pase algo iré inmediatamente por Saga. —Mu era el guía, así que no podían negarle nada.

—Yo voy porque no tengo nada que hacer. —les sonrió el Torito dorado —Y por si se presentan problemas.

—¡No se diga más! —grito Milo, bajándose de un salto de la silla —¡Vamos, la aventura nos aguarda!

—¿Ustedes no tiene el presentimiento que algo va a salir mal? —cuestiono Mu, observando a los dos amigos inseparables buscar de manera desesperada un recipiente para meter el pez que iban a buscar.

—Cuando esos dos tratan de reparar algo que hicieron, —Camus señalo a Milo y Aioria —nada puede salir bien.

Mu y Aldebarán no pudieron estar más de acuerdo en esa declaración.


~Los Cinco Picos, China ~

—Maestro... ¿Esto en que nos va ayudar? —Dohko ladeo los labios. Afrodita era demasiado preguntón. En parte le agradaba pues era el único que se atrevía a cuestionar sus enseñanzas, eso denotaba de manera positiva que sería un Santo que difícilmente aceptaría ordenes sin saber un por qué. Aunque también le exasperaba, le daban ganas de contestarle "Porque yo lo digo y punto, Nemo"

—En muchas cosas, en muchas cosas. —respondió con simpleza.

Los jóvenes ahora se encontraban sentados en posición flor de loto enfrente de la casa. Cada uno de ellos traía en sus manos la mitad de...

—Yo no veo que comernos una papaya a lengüetazos sirva de algo. —Ángelo ladeo el rostro e hizo una mueca de desagrado —Aparte, no me gusta la papaya.

—Ahorita dices eso porque estas joven, estas en plena pubertad. —Kanon soltó una carcajada, los otros rieron a media voz —Cuando seas grande agradecerás que te haga comer esto... Además, la papaya es lo más rico que hay en la vida. —sus cejas se movieron de arriba abajo y en su boca nació la sonrisa más picara que habían visto en ese día —Ahora, ya que todos tienen la mitad de su papaya... ¡Cómanla! Sin meter dientes, solo lengüetazos y succiones. Nada de mordidas, pues eso rompería todo el encanto. ¡Y cómanla como si estuvieran muy hambrientos! quiero ver pasión y deseo en su comer. La limpieza no es una opción —dijo, al contemplar al pobre Afrodita intentar que sus mejillas no se llenaran de tan sabrosa fruta —Uno siempre va a terminar mojado —los chicos detuvieron sus avances y le miraron curiosos, algo en su tono de voz les sorprendió —siempre termina mojado.


~En el Santuario de Athena, Casa de Aries, en los limites de la protección de Athena ~

—¿Ustedes a donde creen que van?

La voz imponente de Saga, les hizo saltar del susto a los cuatro pequeños cuando apenas iban a cruzar el límite para realizar la tele transportación. El gemelo mayor se llevó una mano al puente de la nariz y masajeo con suavidad, su otra mano la utilizo para apoyar el peso de su codo. ¿Ahora qué demonios se traían esos mocosos entre manos? ¿Es que acaso no iba a tener un día de niñero tranquilo?

—Les hice una pregunta, niños... ¿Y a donde demonios llevas mi olla express, Milo?

Milo se balanceo de un pie a otro, con su mirada busco apoyo en alguno de sus compañeros, más la fiera figura del guardián de Géminis les hizo quedarse mudos.

—Esteeee...

—Hice una pregunta, y espero una respuesta verdadera. —de ser posible, los niños se sobrecogieron más. Saga estaba de muy, pero muy mal humor.

Sabían bien que Saga era de muy pocas pulgas. No dudaban ni un instante que el mayor quiso mandarlos a la otra dimensión con el difunto pez.

—Íbamos al canal de Rodorio. —dijo Mu, armándose de valor. Su mirada la enfoco en otra cosa que no fueran esos ojos verdes que podían leerle como un libro abierto.

Saga respiro hondo y luego exhalo con deliberada lentitud.

—¿A qué iban allí? —se contuvo de decir una mala palabra. Había salido presuroso de su casa para no desquitar su frustración y coraje con esos cinco mocosos que tenía frente a él.

Arqueo una ceja... ¿Cinco? ¿Qué no eran más?

—Íbamos por un pez para Kanon. —dijo Milo, interrumpiendo sus pensamientos —Para reponer la perdida de Legolas.

—Milo, te aseguro que Kanon no quiere tener por mascota una mojarra o un renacuajo. —arrugo graciosamente la nariz —Así que desiste de esa tonta idea. Ademas, el canal es un lugar peligroso para mocosos como ustedes.

—¿Por qué peligroso? —cuestiono Camus, mirándole con severidad —Si nosotros sabemos nadar.

—Tu si, ellos no. —apunto certeramente el gemelo. —Hay serpientes, tigres ¡Dragones! —dijo, con tal de que se les olvidara esa tonta excursión. Ya tenía mucho de qué preocuparse.

—Perdona que te contradiga, Saga, pero ahí no hay tigres y no existen los dragones. — dijo Mu con la timidez que bien tenia a caracterizarle cuando estaba en presencia de Saga, ese hombre lo intimidaba e inspiraba un respeto enorme —Yo he ido ahí un par de veces con Shion.

"Oh, oh ¿Entonces ellos iban a…?"

Al ver como los chicos dieron un par de pasos más hacia atrás y todos se tomaron de las manos hasta entrelazarlas con Mu...

"El límite de la protección de Athena"

—Mu, no te atrevas... —dijo con voz demasiado sería el mayor, extendió sus brazos hacia el frente, tratando de tomar al Lemuriano por los hombros.

—Perdóname. —le respondió mirándole con los ojitos brillosos. No quería hacerlo, pero en parte le ganaba la culpa por la partida del pobre Legolas, de solo imaginarse el dolor de Kanon, le partía más su pequeño corazón.

—¡Ahora Borrega! ¡Ahora! —chillo Milo.

—¡NO MU! —Saga se lanzó sobre ellos cual fiera a su presa, más el pequeño Mu era demasiado rápido en el arte de la tele transportación y desapareció en menos de un segundo, junto a sus compañeros.

No está de más decir que Saga se fue de bruces al suelo, tragando tierra por tener la boca abierta.

Pasaron unos segundos en lo que su cerebro procesaba información, hasta que su voz dio muestra del enorme enojo que le hizo ver todo rojo.

—¡ME LLEVA EL MALDITO DIABLO!

-Continuara-

¡Gracias por leer y esperar tan pacientemente!

*tes bÊtises:Tus estupideces.

*diable: Diablo.

SafiroBipolar