mariapotter: Amiga, la intención es que sea un longfic... o al menos no demasiado corto. Pero para variar no sé qué va a salir de aquí. Y tengo Blackhole a medias que tampoco sé por donde seguirá... Pero necesito sacar del sistema esto, iré actualizando según el muso me llame jajaja
Espero que te guste, lo estoy haciendo por ese Post Hogawarts que me has pedido tantas veces jajaja
Besos y abrazos
AJ
El día había sido absolutamente agotador.
Tras la reunión con Malfoy había vuelto al despacho de Harry, solo para encontrarse con que su amigo había salido con la división siete de aurores para llevar a cabo una redada en el callejón Knockturn.
Cuando llegó a su oficina, Meredith le había dejado sobre la mesa una caja llena de papeles y sueltos, fotografías y carpetas
—El señor Potter me pidió que te diera esto. Es toda la documentación archivada de los casos de RB
—¿Archivada? —preguntó Hermione alzando una ceja — Me gustaría saber quién se encarga de los archivos en el Departamento de aurores.
Meredith no disimuló su sonrisa.
—Nadie ha archivado esto, de hecho ni siquiera estaba en Registros. Me ha dicho Olivia que tienen esta caja en una de las salas de objetos varios y simplemente la van rellenando con los informes.
—¿Y sabe esto Harry? — murmuró furiosa — esta noche me va a oír. ¿Cómo es posible que hagan esto? ¿Qué clase de ética profesional están utilizando?
—Creo que los primeros casos de pintadas y distintas manifestaciones lo llevaron Edevane y Fernsby.
—¿Gillian y Rupert, no? —preguntó Hermione intentando poner cara a los aurores
—Exacto —se encogió de hombros —Gillian es hija de muggles y Rupert perdió a sus padres en la guerra. Ninguno de los dos se ha interesado por los casos. Creo que hay mucha gente que entiende los puntos de RB ¿Sabes? Tienen mucho apoyo aquí dentro… y fuera.
Hermione la miró con los ojos muy abiertos.
—¿Hablas en serio? ¿Qué sentido tiene apoyar a un grupo extremista que usa la violencia y fomenta el odio? ¿Es que no hemos aprendido lo suficiente? Cualquiera diría que después de Voldemort tendríamos un poco más de coherencia. Los prejuicios nos llevaron a la guerra en un primer lugar. Tan malo es apoyar a supremacía de la sangre como apoyar a quien intenta abolirla utilizando la violencia.
—Lo sé. Yo creo que lo que están haciendo está mal. Mi padre es muggle y mi madre es bruja, soy mestiza pero mi madre viene de una familia de sangre pura ¿Se merece ella el odio de unos pocos por lo que hizo Voldemort? Creo que simplemente son un grupo de personas que buscan venganza personal.
—Eso es obvio —respondió Hermione sentándose a la mesa y volcando el contenido de la caja sobre la superficie —Creo que tengo bastante trabajo ahora mismo. Por favor, cancela todo lo que haya en mi agenda para hoy, cuanto antes empiece con esto antes podré volver a la normalidad.
Y se dedicó durante el resto de la jornada a ordenar y organizar cada uno de los informes, documentos, fotografias y pruebas, horrorizada al darse cuenta que ninguna de las evidencias había seguido la correcta cadena de custodia ¿Acaso habían enviado siquiera a cada escena a un especialista para validar las pruebas? ¿Había acudido un medimago a la escena del crimen en la Mansión Malfoy?
Cuanto más leía, más reorganizaba y más trataba de documentarse, más crecía su enfado. Se preguntaba si Kingsley era consciente de la porquería de caso que estaban llevando en el departamento.
Cuando recogió su despacho, pasadas las siete de la tarde y se dirigió a las chimeneas del Atrio rumbo a Grinmauld Place, iba pensando en las mil y una formas de ahogar a su mejor amigo por permitir que sus chicos fueran tan idiotas.
—¡Harry!
Nada más salir de la chimenea dejó el maletín sobre el sofá y se quitó la capa, yendo hacia las escaleras.
—¡Harry!
—¿Hermione? —Se asomó por la barandilla desde el segundo piso mirando hacia abajo — ¿Qué haces aquí?
Ella sonrió de medio lado y se cruzó de brazos
—¿Asustado?
—¿Quién yo? —preguntó él bajando las escaleras con parsimonia.
—Llevas huyendo de mi todo el día así que sí, tú.
—No he huido —llegó hasta abajo y se rascó la nuca con evidente incomodidad —hemos tenido un día de locos.
—¿De verdad pensabas que no iba a venir, Harry?
Él suspiró.
—No, esperaba que no lo hicieras, no te voy a mentir —dijo con una risita —pero imaginaba que vendrías.
—Tenemos que hablar, además no me apetecía volver a mi solitario apartamento hoy.
Harry sonrió y le pasó un brazo por los hombros apretándola contra su costado en un abrazo.
—Tu habitación sigue estando tal y como la dejaste hace seis meses, sabes que esta es tu casa.
Hermione se inclinó para darle un beso en la mejilla.
—Gracias Harry. Siempre me sentiré en casa contigo, pero Ginny está poco a poco mudándose y lo sabes. La adoro y porque la quiero como a una hermana sé que debía irme antes de que viva aquí de manera oficial.
—Hermione, a Ginny nunca jamás le molestaría que vivieras aquí. Además esta casa es enorme, no es como si fuera un mini apartamento.
—Por eso mismo Harry, Ginny estaría más que feliz de tenerme aquí. Su casa siempre ha sido un avispero, llena de gente que viene y va, de ruido y de vida. Si me siguiera aquí cuando ella llegue, nunca me dejará marchar.
Harry rió abriendo la puerta de la cocina.
—Buen punto —dijo sentándose a la mesa —Hola Kreacher —saludó al viejo elfo con un ademán.
—Kreacher tiene la cena del amo preparada —con un chasquido de los dedos los platos aparecieron sobre la mesa —hay suficiente para la amiga del amo —mirando a Hermione con el fastidio de siempre aunque sin el odio de antaño, el elfo puso dos cuencos de sopa, pan, ensalada, puré de patatas y filetes junto con un enorme flan casero y dos vasos de jugo de calabaza.
—Creo que una de las cosas que más echo de menos es a Kreacher —susurró Hermione en voz muy baja para que éste no la escuchara — nunca lo habría creído posible pero cuando llegas a casa después de un día horrible no está nada mal que te tengan la cena preparada.
—Quizás podrías contratar a un elfo Hermione, gracias a las leyes de regulación que promoviste hay muchos elfos libres que trabajarían para ti sin pensárselo dos veces, sobre todo porque te adoran. Al contrario que los demás —dijo con una risita.
—Ja, ja, ja —eres muy gracioso Harry —murmuró aunque no reprimió la mueca divertida de sus labios — aunque quisiera contratar a uno ¿Dónde crees que podría meterlo? No tengo nada más que una habitación. Mi casa no es demasiado grande.
—Cambia de casa —dijo él tomando una cucharada de la deliciosa sopa — no es que tengas un mal sueldo, Hermione.
—Lo sé, no tengo un mal sueldo y sí, podría permitirme una casa más grande pero ¿Para qué la quiero? —se encogió de hombros —prefiero algo pequeño y acogedor, algo que no me recuerde día a día que estoy sola —añadió con un ligero matiz de amargura.
Harry estiró la mano por encima de la mesa para agarrar la suya en un cariñoso apretón.
—Los dos sabemos que estás sola porque quieres.
Ella le dio una palmada de regaño en el brazo y siguió comiendo.
—Estoy sola porque no me conformo con cualquier cosa Harry. Lo he intentado, de verdad que sí. Ron y Viktor son la prueba fehaciente de que no sirvo para tener una relación. Hay algo mal en mi.
—No digas chorradas ¿Qué va a haber de malo en ti? Las cosas con Ron no funcionaron porque una postguerra no es el mejor escenario para comenzar una relación —suspiró — la muerte de Fred fue un golpe muy duro para todos, Ron no tenía ni fuerza ni ganas para centrarse en algo como eso, ni siquiera por ti y además, tú y yo sabemos que nunca habría funcionado Hermione… ¿Casarte con Ron?¿Tener hijos con Ron? Os habríais matado en menos de un año.
La castaña no pudo evitar una sonrisa triste
—Lo sé. Le quiero. Mucho —suspiró —tanto como a ti. Fue lo mejor, no me habría gustado que nada hubiera dañado nuestra amistad. Sois todo lo que tengo.
—Y Viktor —continuó Harry —en fin, es complicado mantener una relación a distancia, incluso para ti. Ginny y yo lo llevamos bien pero es que ella vive en Gran Bretaña durante todo el año. Viktor está en Bulgaria y tú en Londres ¿Cuántas veces os visteis mientras estuvisteis juntos?
—Pocas —masculló ella — no es fácil, sigue siendo un jugador profesional, viaja mucho y además…
—Sí sí, como sea. Sabes que tengo razón. Ninguno de los dos quiso sacrificar sus sueños ni sus carreras por el otro. Él no aceptó el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que le ofreció MacGonagall y tú no quisiste ocupar la posición diplomática que te propuso Kingsley en Bulgaría.
—¿Por qué alguien debería sacrificarse? No fuimos capaces de continuar juntos siendo quienes somos. Si lo hubiéramos conseguido quizás, en unos años, él habría podido venir a Londres o yo hubiera adquirido la suficiente confianza en mi misma como para ocupar el puesto de Bulgaria.
—Entiendes mi punto. No te hagas la difícil. Sabes que tengo razón y quizás, si le dieras la oportunidad a alguien que viviera en Londres, fuera normal, quizás un trabajador del Departamento de Cooperación Mágica internacional, divertido, simpático, apasionado de los libros como tú…
—Harry no voy a salir con Theodore.
Su amigo puso los ojos en blanco.
—¿Por qué es una serpiente?
—¡Harry! Sabes que no es por eso. Sería absurdo caer en los viejos hábitos del colegio. Somos adultos… o casi todos lo somos, a veces no tengo muy claro que hayas crecido.
—¡Eh! Soy un chico grande
Ella rió y le apuntó con el tenedor
—Theo me cae muy bien, de veras, pero no me atrae de ese modo. Y tampoco creo que él me vea de esa forma.
—Si tú lo dices… —murmuró Harry —Podríamos apostar.
—¡No voy a apostar sobre eso contigo!
—¿Dónde está Ron cuando lo necesito?
—Seguramente en alguna cita con Lavender
—¿Quién lo iba a decir?
—Lavender cambió mucho después de la guerra —dijo Hermione defendiendo a su antigua compañera de dormitorio — todos lo hicimos.
—Eso es cierto.
Cuando terminaron de cenar se sentaron en el sillón uno junto al otro.
—Harry ¿Eres consciente de que la caja de archivo que me has mandado era un desastre?
—Lo cierto es que no la he revisado —se quitó las gafas y se masajeó el puente de la nariz — estos últimos meses están siendo una locura Hermione. Redadas, problemas con la última facción de mortífagos que queda viva, altercados con varios traficantes de productos muggles modificados… delegué el caso en Fernsby y Edevane porque parecía algo sencillo, no imaginé que se fuera a complicar tanto ni que hubieran sido negligentes en su trabajo.
—Si hubieran sido negligentes podría con ello. Pero lo que han hecho raya el desacato Harry. No hay informes válidos, solo anotaciones rápidas, resúmenes esquemáticos de incidencias que no han sido correctamente registradas, pruebas nulas que no han seguido la cadena de custodia necesaria para poder servir en cualquier tipo de proceso legal… puedo seguir, ni siquiera hay informe forense del asesinato de Malfoy ¿Cómo pueden alguien llevar un caso de asesinato y no tener un informe decente sobre el tema?
—Yo tengo uno —Harry frunció el ceño con gesto cansado —el caso de Lucius Malfoy lo tengo yo asignado. Mañana te paso el informe detallado. En cuanto al resto… No hay nada que pueda decir, tienes razón. Hablaré con los aurores y serán debidamente sancionados. No podemos permitir que ningún tipo de prejuicio altere los valores sobre los que trabajamos. Perdimos mucho en la guerra como para tirarlo todo por la borda de nuevo.
Hermione le dio un abrazo impulsivo y le besó la frente con fuerza.
—Ahora, creo que va siendo hora de dormir —dijo él bostezando —¿Quieres quedarte? Aun tienes cosas en el armario de tu habitación.
Hermione miró la hora y se dio cuenta de lo poco que le apetecía irse a su casa. Desde que había perdido a Crookshanks nadie más le esperaba allí.
—Si, me quedaré.
—Perfecto entonces. Me voy a dormir —se dirigió a las escaleras —hasta mañana.
—Hasta mañana Harry.
Su habitación estaba igual que siempre, incluso quedaban algunas cosas en el armario y el pequeño tocador. Hermione sonrió al ponerse una camiseta de quiddich de Gryffindor que Harry le había dejado sobre la cama para que usara de pijama y no pudo evitar olisquearla con agrado. Olía a Harry, a hogar, a familia.
Él no solamente era su mejor amigo, era su hermano y, junto a Ronald, todo lo que le quedaba en la vida porque, le gustara o no, después de siete años, ni los mejores medimagos estaban consiguiendo progresos con las memorias de sus padres.
Se metió entre las sábanas acurrucándose bajo la colcha. El otoño no estaba siendo demasiado frío pero Grinmauld Place solía tener una baja temperatura y se agradecía el peso cálido de las mantas en cuanto el verano se terminaba.
Por enésima vez aquel día, se preguntó por qué había aceptado ayudar a los Malfoy y dejó escapar el aire con resignación.
Fuera como fuese ya estaba hecho, se había comprometido y haría el trabajo de la mejor forma posible. Ella sí era capaz de dejar los prejuicios de lado y olvidar, no admitiría que el Departamento se viera comprometido ni que pudiera llegar a ponerse en tela de juicio la profesionalidad de todos. Malfoy tenía razón, las investigaciones habían sido negligentes y podían haberse encontrado con una buena demanda, de hecho aún le asombraba que justamente él no la hubiese interpuesto nada más poner un pie en el Ministerio. De hecho, el Draco Malfoy que ella conocía lo habría hecho en menos de lo que se dice snitch.
Pero tú no conoces a este Malfoy le dijo una estúpida vocecita en su cabeza.
Y era verdad, ella no conocía a este Malfoy, aunque tampoco es que hubiera conocido al de Hogwarts más allá de saber que era cretino, snob, elitista y un mortífago cobarde y rastrero.
Se regañó mentalmente y con un suspiro decidió que no había sido justo aquel pensamiento.
Había sido un niño mimado, creído y elitista con creencias supremacistas de mierda, sí. Pero la realidad era que precisamente no podía juzgarle, al menos no después de comprender, tras los juicios, que, cómo dijo Sirius, todos tenemos luz y oscuridad y Draco Malfoy había caminado de puntillas sobre la línea gris durante toda su vida. ¿Podían realmente culpar a un niño por comportarse de la forma en la que le han programado para actuar? ¿Había tenido acaso elección? ¿Qué podría haber hecho a los diecisiete años sino acceder a las demandas de su padre?
Se frotó los ojos y relajó los músculos del cuello.
—Se acabó por hoy, Hermione —dijo en el silencio de su dormitorio — mañana será otro día.
Le despertaron los pasos apresurados de Harry por el corredor y el olor del café recién hecho.
Salió de la cama sujetándose su alborotado cabello en un precario moño y bajó las escaleras hasta la cocina más dormida que despierta.
—Buenos días —dijo entrando en la estancia con un bostezo.
—¿Hermione? —Ron se giró con una espátula en la mano y la miró de arriba abajo arqueando una ceja —te queda mejor la ropa de Harry a ti que a él —dijo con una sonrisa bobalicona empujando los huevos en la sartén.
—Merlín Ronald, dime que al menos esta vez les quitaste la cáscara.
Él resopló poniendo los ojos en blanco y siguió con su tarea.
—¿Vas a recordarme eso siempre? ¡Han pasado años! —exclamó con pasión — he aprendido una o dos cosas desde entonces.
—Por necesidad
—Absolutamente —respondió riéndose — ¿Cómo es que te has quedado aquí? ¿Has entrado por fin en razón y vuelto a casa finalmente?
Ella le lanzó una mirada furibunda y se sirvió un café.
—Claro que no, vivo sola y estoy perfectamente bien así. ¿Por qué iba a volver?
—Porque esta es tu casa —dijo como si eso fuera razón suficiente.
—¿Has vuelto tú a La Madriguera?
Se giró para mirarla con horror
—¡No!
—¿Por qué no? ¿Acaso no es tu casa?
—Bien visto —dijo él sacando los huevos revueltos de la sartén y echando un poco de bacon en el aceite —pero no es lo mismo. Con Charlie en Rumania, Bill y Fleur en Tinworth, Percy jugando a las casitas con Audrey, George y yo en la tienda y Ginny más en Grinmauld Place que en casa, La Madriguera está terriblemente silenciosa y temo que mamá ahogaría al pobre desgraciado que decidiera regresar.
—Es triste ¿No? —preguntó ella repentinamente
—¿El qué?
—Que la casa se haya quedado tan vacía —suspiró con pesar — La Madriguera siempre fue un avispero de gente por doquier, risas, ruido, bromas, gritos… no imagino lo que debe ser para tus padres regresar a una casa fría y solitaria cuando antes rebosaba de vida.
Ron frunció el ceño, pensativo.
—No lo había pensado —dijo apartando la sartén del fuego y sentándose frente a Hermione repentinamente desolado — deben sentirse muy solos.
Tragó saliva y frunció los labios en un mohín que arrancó una sonrisa de la castaña.
—No me hagas caso —le dio unas palmaditas en la mano —es ley de vida, así es como debe ser. Además todos estáis a un golpe de aparición o un viaje en chimenea.
—Eso es verdad —respondió más alegre — mamá va al Refugio casi cada día y Audrey pasa muchas horas con ella en La Madriguera. Además Ginny aún no se ha ido de casa y papá almuerza cuatro veces en semana con nosotros en Sortilegios Weasley.
—Venga, dame algunos de esos huevos —reclamó Hermione empujando un plato hacia el pelirrojo.
—Marchando —repartió los huevos y el bacon en tres platos —¡Harry! —gritó mirando hacia la puerta.
—¿Dónde esta Kreacher? —preguntó ella dando un sorbo a su café.
—Ese maldito elfo me dijo que tenía tareas en el Callejón Diagon y no quiso hacerme ni un triste té —murmuró con una mueca de enfado —¿Por qué si no iba a estar aquí cocinando?
—Buenos días —Harry entró vestido para el trabajo, con el pelo húmedo y desordenado —¡Café! Ron ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?
—Ehhh —le miró con horror y empujó el aire —distancia, amigo
Todos rieron y se sentaron a desayunar.
—Voy a llegar tarde —decía Harry pinchando bacon — tengo una reunión a primera hora con el Departamento de Misterios. Una de las redadas en casa de Zabini ha dado con un par de objetos de Magia Oscura que debemos revisar en colaboración y solo espero que el oficial a cargo no sea Mayers.
—Ufff —Ron sacudió la cabeza —aún tengo pesadillas con Mayers y eso que apenas estuve en el cuerpo por un año.
—Ahora es mucho peor —masculló Harry bebiéndose el café de un trago —Hermione no puedo esperarte, te veo luego ¿Puedes encontrar un hueco durante la mañana para hablar del caso de ayer?
Ella se dio cuenta de que su amigo no quería hablar de aquello delante de Ronald y asintió.
—Estoy libre sobre las once ¿Te va bien?
Él frunció el ceño, repasando mentalmente la agenda del día.
—Perfecto. Tengo reunión departamental a las nueve y media y nunca dura más de una hora. Te espero a las once.
—¿Y tú qué haces aquí? —preguntó de pronto a Ron cuando Harry se marchó
—Quería hablar con Harry —respondió con un leve toque de rubor en sus pómulos pecosos.
—¿Puedo saber de qué?
Él se removió en su asiento con evidente incomodidad.
—Es por… yo tengo… a ver, llevo unos cuantos meses viéndome con Lavender y yo… creo que igual…
Hermione resopló
—Venga ya Ronald, escúpelo.
—Creoqueigualesmomentodehacerserianuestrarelación —dijo sin respirar.
Ella le miró sin comprender
—¿Es que no era seria?
—¿Qué? —la contempló horrorizado
—A ver Ron, no soy la más experimentada en esto de las relaciones pero creo que todos pensábamos que lo vuestro iba en serio.
—¿Ah si?
Ella alzó las cejas y sonrió de lado.
—Seguramente, incluso ella cree que es serio.
Ron abrió la boca y la cerró, pasándose la mano por la nuca.
—No lo había pensado así.
Hermione rió.
—Ya, imagino que no. No te preocupes Ron —se levantó y le dio un beso en la mejilla —es parte de tu encanto.
Cuando salió de la cocina escuchó a su amigo gritando que se iba y subió a ducharse. Le esperaba un día complicado por delante.
…
Hermione miró su reloj y calculó que tendría que salir en unos treinta minutos para estar puntual en su reunión en Malfoy Manor. Revisó la documentación que tenía que revisar con él y anotó en los márgenes algunos comentarios. La conversación con Harry había sido poco productiva porque verdaderamente no tenían prácticamente nada.
Estaba leyendo el segundo pergamino cuando llamaron a la puerta.
— Hermione —Meredith asomó la cabeza — el señor Malfoy está aquí.
Ella frunció el ceño
—¿Aquí? Habíamos quedado en su casa si no recuerdo mal.
—No lo haces, Granger —respondió el rubio entrando en el despacho y empujando a su secretaria en el proceso —estaba en el Ministerio y pensé que cuanto antes empezáramos mejor.
—Gracias Meredith —le dio una sonrisa de disculpa señaló una silla a Malfoy de mala gana — ¿Qué hacías en el Ministerio?
Él le regaló una sonrisa torcida y encogió un hombro con elegancia.
—Trabajo con el Departamento de Misterios de vez en cuando. He pedido a Shackletbolt que me deje participar activamente en esto.
Hermione rió con ganas
—¿Tú le has pedido al Ministro que te deje participar en un caso del Departamento de Seguridad Mágica? ¿Y dónde te ha mandado Kingsley si puedo saberlo?
Él volvió a sonreír.
—En realidad me ha dejado participar
—¿Cómo dices? —dijo ella dejando la risa repentinamente —¿Ha aceptado esa… esa absurdez?
—Digamos que no me deja participar todo lo… activamente que yo quería pero me deja estar aquí y ayudar con la investigación.
—Es ridículo. Ni siquiera trabajas aquí, no eres un auror.
—Cierto —volvió a encogerse de hombros —no lo soy, pero tengo recursos y mis conocimientos son muy útiles por aquí de vez en cuando. Lo bastante útiles como para que el Ministro quiera mantenerme callado y contento.
Hermione resopló mirándole con incredulidad. Para ella era inconcebible que Kingsley le hubiera dado acceso al caso, fuera en la medida que fuese ¿Qué pintaba allí un civil involucrado además sentimentalmente con la víctima? ¿Acaso era siquiera ético?
—La investigación es tuya, pero tengo derecho a conocer todos lo que hagáis y cada puta cosa que descubráis. No daréis un solo paso sin que yo esté debidamente informado.
— ¿Se puede saber qué has usado para manipular a Kingsley?
—No voy a presentar cargos por negligencia, solo con eso debería estar más que agradecido porque, después de asesorarme con el mejor abogado de Nueva York, sé que podría hacer mucho daño al Ministerio, al Departamento y al propio Ministro. No lo haré, a cambio de que tú lleves mi caso y que a mi se me permita estar aquí.
Hermione negó con estupor.
—Es increíble. Sigues siendo el mismo imbécil de siempre. Manipulador, déspota y tirano.
—Sí sí, ya Granger, deja los halagos para otro momento y pongámonos con esto ¿Quieres? Te recuerdo que es mi madre la que ha desaparecido y creo que el Ministerio, después de el asesinato de mi padre, debería estar dejándose la vida por encontrarla.
Hermione vio la tensión de su cuello y la rigidez de su mandíbula y dejó exhaló con pesadez.
—Está bien —empezó a sacar los papeles del dossier y, con un golpe de varita los hizo flotar entre ellos y los colocó en orden en el aire —Esto es todo lo que tenemos por el momento. En la primera nota hay una lista de los posibles componentes de RB
—¿Posibles?
Ella se removió con incomodidad en su asiento.
—No hay confirmada ninguna identidad sobre los miembros del grupo.
—¿Ninguna?
Negó con la cabeza y carraspeó.
—No han cogido a nadie por el momento.
—Vamos, que no han hecho absolutamente nada —espetó él dando un puñetazo sobre la mesa que la sobresaltó
—En la segunda nota — continuó Hermione ignorando el arrebato del hombre — hay una lista de los actos vandálicos que han llevado a cabo y en la tercera una de las propiedades allanadas por orden cronológico —suspiró porque no quería compartir el resto con él pero gracias a Kingsley iba a tener que hacerlo — aquí —señaló un pergamino que tenía aún sobre la mesa — tengo anotados los aurores que han estado involucrados en la investigación hasta el asesinato de tu padre que fue cuando se lo asigno Harry.
Draco alzó una ceja aunque se cuidó de hacer ningún comentario al respecto.
—¿Por qué has hecho esa lista? —preguntó sin apartar los ojos de ella un solo segundo.
Ella frunció el ceño sin mirarle.
—Era lo que había que hacer —colocó el pergamino y lo elevó junto con los demás — no hicieron bien su trabajo y me guste o no admitirlo no puedo obviarlo.
Malfoy hizo una mueca similar a una sonrisa.
—Revisemos los nombres de la primera lista entonces. Quizás puede echar una mano con eso.
—¿De veras Malfoy? ¿Acaso tienes relación con hijos de muggles? Porque en esa lista es todo lo que hay.
—Granger, no me conoces así que tal vez deberías dejar de presuponer cosas y dedicarte a ser lo más objetiva con esto, por el bien del caso —replicó con frialdad.
Hermione dio un respingo aunque en el fondo sabía que tenía razón. No podía dejar que nada interfiriera con la investigación, ni siquiera su animadversión por el mago que tenía en frente.
—Está bien, revisemos la lista.
