mariapotter2002: Mi intención es dibujar un Draco más maduro, intento que su personalidad siga ahí, subyacente, pero después de lo vivido y de una guerra, tiene que haber un cambio real, tangible, al menos creo que debe ser así, estoy intentándolo pero, como siempre, no sé ni qué voy a hacer, me dejo llevar xDD
Wendy: Exacto... la guerra ha cambiado todo y a todos!
Su: Gracias!
Besos y abrazos
AJ
Confesiones nocturnas
Hermione llevaba más de una hora en su casa intentando concentrarse en los informes y las anotaciones que había llevado consigo.
Aún no sabía lo que había ocurrido en la visita de Malfoy a Theo, pero había tomado apuntes sobre las cartas de Zabini y había vuelto a mirar la nota que habían dejado en Malfoy Manor el día en que Narcisa Malfoy había desaparecido.
Los números eran un código pero ¿Cuál?
Maldijo por decimonovena vez el no ser capaz de concentrarse, pero no podía dejar de imaginar la reunión de las serpientes.
¿Por qué le molestaba tanto la relación de Draco Malfoy con Astoria Greengrass? Ni siquiera conocía a la bruja, había coincidido un par de veces con ella y, aunque era sumamente hermosa y elegante, siempre había pensado que era un poco simple. A diferencia de su hermana nunca había tenido inclinaciones prejuiciosas ni la había mirado por encima del hombro o insultado, pero aún así era tan etérea y grácil que no parecía vivir en la realidad.
Y sí, era lo suficientemente adulta como para saber que Malfoy la atraía, fisicamente hablando, pero eso no era excusa para la molestia que le causaba pensar en él con Greengrass. Sabía, no por nada era la bruja más brillante de su generación, que no tenía ningún tipo de interés personal en Malfoy, sí, le encontraba apuesto y atractivo, pero seguía pensando que era una auténtico gilipollas, pomposo y ególatra con el que no querría tener nada, jamás. Por lo tanto no era plausible que esa fastidiosa sensación fuera debida a un repentino y furioso enamoramiento por su parte.
Casi soltó una carcajada.
El día que ella tuviera sentimientos por el hurón albino y rebotador, se comería la varita.
Llegó a la conclusión de que la molestia era por el caso ¿Es que no estaba interesado en encontrar a su madre? ¿Cómo podía perder el tiempo en una reunión social cuando tenían tanto por hacer y tanto que investigar?
—Venga Hermione —se dijo sacudiendo la cabeza — necesita a sus amigos, a su novia… es normal.
¿Acaso ella no buscaría el consuelo en Harry o en Ron si le ocurriese lo mismo? ¿Acaso no lo había buscado cuando perdió a sus padres por culpa de aquel hechizo desmemorizante?
Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad dejó de pensar en Malfoy y se dedicó al código numérico, tenía que encontrar el significado porque, cuanto más tardaran, más peligro corría la vida de la señora Malfoy.
Un par de horas después el chisporroteo verde de la chimenea le hizo levantar la cabeza y la imagen de Draco Malfoy se perfiló entre las llamas.
—Granger —dijo con aquella voz grave que arrastraba levemente las palabras —¿Podemos hablar?
—Claro — respondió acercándose a la imagen.
—¿Vas a ir al Ministerio? —preguntó él
—No pensaba hacerlo, lo cierto es que estoy trabajando aquí.
—Quería acercarme a tu despacho para hablar de mi visita a Nott y poner en común todo, tal y como hablamos esta mañana.
Hermione se mordió el labio y miró a su alrededor. No pensaba que Malfoy quisiera ir allí pero ella no tenía intención de salir de su casa en lo que quedaba de día.
—Si quieres puedes venir —le dijo después de pensarlo durante unos segundos, convencida de que él nunca pondría un pie en su humilde hogar de motu proprio —ahora mismo tengo toda la investigación repartida por el suelo de mi salón y no me apetece recoger todo esto para volver a hacerlo en mi despacho.
Él se quedó en silencio y Hermione tuvo ganas de bailar una jiga ante su falta de respuesta.
—Baja las protecciones para dejarme pasar, Granger —dijo finalmente —estaré ahí en cinco minutos.
Desconectó la red flú antes de que ella pudiera responder.
—Maldito cretino —masculló corriendo hasta su habitación para quitarse aquel viejo pijama y ponerse algo cómodo pero que no pareciera sacado de un mercadillo.
Se puso una camiseta de Gryffindor, sabiendo que no le haría gracia y unos pantalones blancos y sueltos de algodón y retiró las protecciones para permitirle la entrada.
Podría haberle dado la dirección de su casa y que se hubiera aparecido en las inmediaciones y tocado al timbre, como una persona normal. Pero no, ¿Desde cuando Malfoy era normal? Él ordenaba y el mundo obedecía, o eso parecía creerse.
Estúpido hurón malcriado.
Apenas tres minutos después las llamas de la chimenea crepitaron tornándose en una tonalidad verdosa antes de que la alta figura de Malfoy apareciera en su salón sacudiéndose con elegancia la carísima túnica negra que llevaba.
—Granger —saludó con rigidez mirando a su alrededor con obvia curiosidad —el vestíbulo de mi casa es más grande que todo tu apartamento —murmuró a bocajarro.
—Sí bueno, no todo el mundo puede permitirse vivir en una enorme mansión con trescientas habitaciones, dos salones de baile y veinte comedores.
Él torció los labios en una mueca similar a una sonrisa.
—Ochenta habitaciones, una sala de baile y un único comedor —caminó por el pequeño salón y se asomó a la barra americana que separaba la cocina —una sala de música, una sala de pintura, un cuarto de té, cuatro despachos, una biblioteca, una piscina cubierta, dos invernaderos…
—Si sí, lo he pillado, vives en un enoooorme palacio, está bien ¿No te enseñó tu padre a no alardear?
Malfoy la miró repentinamente serio, con su rostro congelado.
—Es posible —dijo con las mandíbulas fuertemente apretadas —solo que hace unos años que decidí que no estaba interesado en lo que mi padre pudiera enseñarme.
—Lástima que no te dieras cuenta antes —espetó ella antes de poder controlarse.
—Sí —replicó con la voz aún más grave y rezumando oscuridad —una lástima.
La casa de Granger era tan pequeña que le generaba un poco de claustrofobia. Él estaba acostumbrado a los espacios abiertos, a las estancias diáfanas en las que no te tropezabas con nada y en la que el espacio entre las personas era abismal.
Allí, en ese minúsculo habitáculo que hacía las veces de salón, comedor, despacho y cocina, Draco pensó que no podría dar dos pasos sin darse contra la lámpara, el sillón o contra la misma Granger.
Con disgusto se dejó caer en el sillón, que también era demasiado pequeño para su envergadura y gruñó volviendo a ponerse en pie.
—En serio Granger, sé que eres algo diminuta, pero ¿Nunca te visita nadie que sea más grande que un duende?
Ella entrecerró los ojos ante sus palabras.
—Primero, no soy diminuta, mi estatura se corresponde con la media de una mujer ¿Sabes? Quizás tú hayas —le hizo un gesto señalando su cuerpo —estirado casi tanto como Ronald quien, por cierto es algo así como un semigigante, pero el resto del mundo tiene un tamaño normal. Este sofá —continuó con su diatriba gesticulando en cada palabra —es perfectamente ordinario.
—Mira, ahí tengo que estar de acuerdo —dijo contemplando con desagrado el horrible sofá de color burdeos.
—¿Y Weasel cabe en este ordinario sofá?
—No vienen nunca aquí —dijo refunfuñando —Ronald no cabe por el dintel de la puerta, si quieres saberlo.
—Realmente no me importa —respondió.
Ella resopló y con un golpe de varita transfiguró el sillón haciéndolo más grande.
—No del todo —murmuró Malfoy sacando su propia varita y cambiando el color del mueble hasta que tomó una tonalidad verde esmeralda.
—Ni de broma —dijo ella volviéndolo a su color original —Ni-se-te-ocurra Malfoy —bufó apuntándole a la cabeza —no querrás vomitar babosas lo que queda de día ¿O sí?
—Vaya genio, Granger —se sentó con elegancia y se cruzó de piernas — está bien, no soy yo quien vive en este… antro. ¿Empezamos?
—Creí que te quedarías con Zabini y las Greengrass el resto del día —quiso abofetearse en el momento en que aquellas palabras salieron de su boca. ¿Por qué se había vuelto tan cotilla de la noche a la mañana?
—No me quedé, necesitaba ir a mi casa antes de continuar con esto —respondió señalando los papeles —mi madre está desaparecida, Granger. No tengo tiempo de visitas sociales.
—Cuéntame lo que hablaste con Nott —respondió sin querer entrar en una absurda discusión sobre algo que realmente no era asunto suyo.
—No tengo las amenazas, Theo las tiene en su casa, me dijo que te las enviaría esta noche.
—He leído las que recibió Blaise —le entregó una torre de pergaminos atados con un cordel —he pensado que podrías echarles un vistazo, como a la nota que dejaron en Malfoy Manor.
—Sí —las dejó en un lado —me las llevaré y trabajaré en ellas.
—Yo no he encontrado nada que valga la pena —dijo ella —insultos, amenazas… nada fuera de lo normal, únicamente lo esperado en este tipo de misivas ¿Tienes las anotaciones de Theodore sobre Joan?
Malfoy sacó un sobre del bolsillo interior de su túnica y se lo entregó.
—Barbrow está dentro, sin duda forma parte del RB. Theo está seguro que fue ella quien le dejó las amenazas. No las recibió en su casa, aparecían en su mesa del departamento. No mucha gente tiene acceso a su despacho, Joan sí, junto con tres compañeros más.
—¿Y por qué piensa que fue ella?
—Ninguna de las cartas apareció un día de los que se ausentó, además, por la curvatura de las letras lo escribió alguien diestro, de las tres personas restantes, uno de ellos es zurdo por lo que lo podemos descartar y el otro, según me indica Theo tiene un Transtorno obsesivo compulsivo que le obliga a escribir siempre con tinta azul, jamás, bajo ninguna circunstancia, usaría otro color en la tinta y, por lo que me dijo, al menos dos de las cartas están escritas con tinta negra.
—Entonces quedan dos, Joan y otro candidato más.
—También lo ha descartado. Al parecer, mi buen amigo Theodore, siempre tan analítico y metomentodo, se ha dedicado a comparar las escrituras ya que tiene acceso a los documentos de Hilda Thorton, la otra candidata. Dice que no ha sido ella.
—¿Ha podido comparar la letra de Joan?
—No. Ella utiliza un vuelapluma… muy oportuno ¿Verdad?
Hermione llevaba un rato tomando notas según iba hablando Draco.
—Eso es bueno —murmuró rodeando el nombre de Joan Barbrow igual que había rodeado el de Justin —levantó la vista para mirarlo —¿Crees que debería pedir a Harry que los llevara a una de las salas de interrogatorio?
—Aún no —respondió él acariciándose la barbilla, pensativo —creo que deberíamos seguir trabajando en esta lista antes, será mejor actuar con todos a la vez. No queremos que corra la voz y salgan huyendo.
—Sí. Tienes razón, sigamos con la lista y después hablaremos con todos ellos. Necesitamos saber todo lo posible de ellos si queremos encontrar a tu madre.
—E investigar ese código.
—Estoy en ello —dijo ella — lo haré, descifraré el código, Malfoy.
Durante las dos semanas siguientes cayeron en una rutina similar. Algunos días se veían durante la mañana en el Ministerio pero todas las tardes se reunían en casa de Hermione y pasaban horas discutiendo sobre cada paso del camino.
Sorprendentemente formaban un gran equipo y, aunque habían discutido casi cada día, también habían encontrado su propio ritmo. El compañerismo había transcendido a la investigación y cuando estaban juntos en casa de Hermione se ocupaban el uno del otro de forma automática, sin ser siquiera conscientes de los hábitos adquiridos.
Si Hermione preparaba café, siempre le servía a Draco uno en la taza que más le había gustado a él, una verde, por supuesto. Siempre con dos cucharadas de azúcar y no demasiada leche. Si Draco se preparaba una copa de whisky, sin pensar servía una copa de vino blanco a la castaña. Hermione preparaba las cenas obviando las judias verdes porque él las odiaba y si Malfoy traía comida preparada antes de llegar, siempre era algo de comida china del restaurante de la esquina o unos spaghetti alla putanesca de Giovani´s.
No eran realmente amigos pero hacía tiempo que habían dejado de ser enemigos y su relación era cordial y afable hasta el punto de sentirse cómodos el uno con el otro la mayoría del tiempo.
De la lista habían descartado a Donaghan Tremlett quien, pese a que seguía utilizando su posición como bajista de las Brujas de Macbeth para alzar la voz, habían escuchado de varias fuentes confiables que desde que se habían abolido ciertas leyes, se había calmado mucho. El tiempo no pasaba en balde y para todos los que habían luchado, huido o perdido a alguien en la guerra, las heridas iban curándose y cicatrizando poco a poco. Además Tremlett estaba de gira por Estados Unidos y no parecía tener ningún tipo de contacto con ningún otro fuera de su círculo más personal. También habían descartado a Mary y Reginald Cattermole quienes, pese a que ya tenían una edad, estaban esperando otro hijo y vivían casi recluidos salvo por los viajes de Reginald al Ministerio para ir a trabajar y los de Mary al colegio para llevar a su hija mediana. Por lo que sabían, el mayor había comenzado Hogwarts el curso anterior.
Aquel día estaban discutiendo sobre Rhys Cullimore y la mejor forma de investigar algo más acerca de él.
—No tenemos nada Malfoy —dijo Hermione dado golpecitos con su pluma sobre el pergamino —todo lo que sabemos es que fue a Ravenclaw y que tras la guerra volvió a Hogwarts, terminó sus E.X.T.A.S.I.S y estudió leyes mágicas. Actualmente trabaja en la Junta de la Ley Mágica y es fiscal del Wizengamot.
—Es un cabrón de los grandes —opinó Malfoy —por lo que me ha dicho Theo no tiene piedad. Ha descartado cada recurso presentado por los presos de la guerra y los que han llegado a trámite han vuelto a Azkaban de manera fulminante.
—La verdad es que ninguno de los que ha presentado un recurso se merecían salir —masculló ella en voz baja.
—Eso es cierto, pero el punto es que no creo que ni siquiera se lo planteé, quiere a todos dentro.
—Intentó enviar a tu padre de nuevo ¿Verdad?
—Sí —apretó los puños y apartó la mirada de ella —También quiso imputarme a mi.
—¿Cómo?
—Lleva solo dos años en su puesto. Es muy joven, pero es tenaz y ha escalado hasta la cima gracias a la opinión pública. Hizo su carta de presentación llamándose a sí mismo el vengador y le dejaron llegar hasta allí porque al Wizengamot le venía bien tener a alguien sin escrúpulos que sacara la basura sin pestañear —se levantó y se sirvió un té de la tetera que estaba sobre la barra que separaba la cocina —pensó que sería bueno para su carrera intentar reabrir mi caso para ver si conseguía hacer que me pudriera en Azkaban.
—No lo sabía.
—Kingsley no dejó que se supiera. Yo ya estaba trabajando para el Departamento de Misterios y además, el mismísimo Potter había declarado en mi juicio y era un archivo clasificado y cerrado sin posibilidad de reabrirse, ni siquiera un fiscal arribista y ambicioso.
—No creo que le hiciera mucha gracia a Cullimore —murmuró ella.
—Yo tampoco, supongo que cuando alguien tiene poder, se cree que puede utilizarlo a su conveniencia —sonrió sin alegría —créeme, yo lo sé mejor que nadie, no en vano soy un Malfoy.
—¿Acaso le conocías?
Él negó.
— Sé que iba dos cursos por debajo de nosotros y que Crabbe fue desagradable con él en un par de ocasiones, pero aparte de eso no creo haberme cruzado con él en Hogwarts más de un par de veces en el Gran Comedor.
—Pues suena como algo personal.
—Es posible. Pero olvidas que mi familia tuvo un papel en la guerra. Fueron asesinos y no descarto la posibilidad de que mi padre pudiera haber hecho algo que pueda repercutir, como siempre, en mi.
La amargura que destilaba su voz no pasó desapercibida para Hermione y durante una fracción de segundo sintió el incontenible impulso de acariciar su mano y consolarle.
Para evitarlo agarró el pergamino y la pluma, intentando mantenerse ocupada.
—Deberíamos revisar toda la información de Bellatrix, asesinatos, torturas, todo lo que tengamos de ella en el Ministerio —dijo apuntando el nombre en uno de los márgenes —lo solicitaré mañana a Registros. Si tiene que ver con tu familia y no contigo es muy posible que ella pueda estar implicada.
Bellatrix.
El mundo de Draco se desestabilizó bajo sus pies y sintió que perdía el equilibrio.
Los gritos de Granger, la sangre en el suelo, las risas enajenadas de ella.
—¿Dé dónde habéis sacado la espada? —Bella gritaba hasta que su voz se rompía, vociferando una y otra vez.— ¡Dímelo maldita sangre sucia!
—¡Es falsa! ¡Es falsa por favor, no!
—¡Crucio!
—¡NO!
Más gritos llenaron sus oídos, una y otra y otra vez. El olor de la sangre, los gruñidos de Greyback que salivaba mirando a la desmadejada chica a los pies de Bella.
El tiempo pasaba pero él solo podía mirar a Granger, su sangre, como la de él ¿Por qué decían que estaba sucia? El no veía suciedad en ella, era roja, brillante, y se derramaba de su antebrazo, pintando la alfombra persa de su madre.
De pronto los hechizos empezaron a pasar de lado a lado de la estancia, un duelo, más gritos…
El antiguo elfo que tenían en la casa se los llevó a todos, se la llevó a ella de la Mansión y Draco puso respirar tranquilo. Pero la paz apenas duró porque Él llegó pocos minutos después.
—No no mi señor, se han escapado. Lo siento, lo siento… no lo sabíamos.
Lucius se arrastraba suplicando clemencia mientras Narcisa utilizaba su propio cuerpo para ocultar de la vista del Señor Tenebroso a su unigénito
—Tu familia me decepciona una vez más, Lucius —susurraba aquel ser que ya ni siquiera era un hombre.
—Fue el chico mi Señor —murmuraba Bella lamiéndose los labios —el chico nos dijo que no los conocía.
—¡Bella! —Narcisa miraba con horror a su hermana mayor quien solamente devoraba con los ojos a su señor como un elfo doméstico hambriento de halagos.
—El chico mi Señor. Permíteme enseñarle, yo puedo… educarle.
—Está bien, Bellatrix, haz que entienda.
Noches de dolor, los gritos de Granger se entremezclaban con sus propios gritos y las risas de Bella. Una maldición, la agonía subiendo desde la planta de sus pies hasta sus sienes una y otra vez.
—¡Crucio! ¿Te duele Draquito? Tienes que aprender a obedecer querido. No podemos dejar que sigas fallando una y otra vez ¡Eres un mortífago! ¡Perteneces a la familia Black! ¡Renervate! Eres tan blando como tu padre pero yo te haré un hombre ¡Crucio!
Cuando escuchó algo pesado caer al suelo Hermione levantó la vista del pergamino y se asustó.
—¡Malfoy! —se levantó de un salto y se acercó a él.
El rubio estaba sentado en el suelo con las manos sujetando su cabeza y los ojos fuertemente cerrados.
—No son reales, no están aquí —repetía balanceándose ligeramente.
—Malfoy —sin pensar en lo que hacía, Hermione se arrodilló a su lado y le sujetó de las muñecas intentando que soltara sus orejas para que su voz le llegara—Malfoy ¿Qué ocurre?
—¡Deja de gritar!
—Nadie está gritando —susurró ella cada vez más asustada —Malfoy… Draco —sin saber qué más podría hacer, se dedicó a acariciarle el pelo susurrando palabras sin sentido —Está bien Draco, todo está bien.
¿Qué le ocurría?
Sentía cómo si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Verle así, en ese estado, aterrorizado y en trance, le había recordado al día de la boda de Kingsley y una vez más se preguntó si Malfoy sufría de estrés postraumático.
—No es real, nada es real. Respirar, tengo que respirar.
Su voz era apenas un murmullo ininteligible y, si no hubiera estado tan cerca de él posiblemente no le habría entendido.
—Está bien Draco —decía mientras dejaba que sus dedos resbalaran por aquel platinado pelo tan sorprendentemente suave —todo está bien.
Ella continuó acariciándole y susurrándole con ternura durante diez minutos más mientras Draco iba calmándose poco a poco. Su respiración superficial y jadeante se fue serenando hasta que su cuerpo perdió la rigidez y se relajó lentamente.
Hermione se preparó para el desprecio y la frialdad. Algo le decía que Malfoy odiaría haber demostrado aquella debilidad delante de nadie, delante de ella y se revolvería y mordería hasta alejarse lo suficiente para que en lugar de lástima Hermione sintiera odio, una vez más.
Casi lamentaba perder aquella extraña relación amistosa a la que habían llegado en las últimas semanas.
Pero para su sorpresa él no la apartó, no la empujó con insultos y malas palabras. Malfoy se frotó el rostro con las manos, rodeó la pequeña cintura de Hermione con sus brazos y la atrajo hacia sí hundiendo la cara en su regazo.
Impresionada y desconcertada, la castaña únicamente pudo abrazarle y quedarse quieta, absorbiendo los temblores del masculino cuerpo de él, esperando en silencio, tratando de transmitirle su quietud y su calma, temerosa de romper aquel extraño abrazo que había hecho que su corazón comenzara a latir de manera errática.
Después de lo que podían haber sido minutos u horas, él se apartó con lentitud sin soltarla y la miró intensamente a los ojos.
—Gracias —le dijo con la voz rota.
Hermione únicamente le había oído decir gracias una vez, siete años atrás.
—¿Qué te ha pasado, Malfoy? —preguntó en un susurro.
—¿Vuelvo a ser Malfoy? —respondió con una mueca que no pasó por una sonrisa pese a su intento.
Ella se mordió el labio algo cohibida.
—Lo siento… solo intentaba.. yo..
—Está bien —dijo con suavidad —creo que puedes llamarme por mi nombre, si quieres.
—De acuerdo —respondió sonriendo con los ojos —¿Me dirás qué te ha ocurrido?
—Eres algo preguntona, Granger.
—Sabes que tú también puedes llamarme Hermione ¿Verdad?
Draco se encogió de hombros y alzó una ceja.
—No lo sé ¿Puedo?
—Sí, puedes… en cuanto a mi pregunta…
—Merlín eres insistente —la soltó y volvió a frotarse la cara con un suspiro —está bien, te lo contaré pero antes necesito una copa.
—Yo la traeré
Hermione se levantó del suelo y fue a la cocina para buscar las bebidas. Preparó un whisky de fuego de la botella que Draco había traído hacía días y se sirvió una copa de vino que le había regalado.
—Ten —Él ya estaba en el sillón, le tendió la copa y se sentó a su lado.
—¿Recuerdas la boda de Kingsley?
—¿Cuando salí detrás de ti de la carpa? —preguntó ella mirándole con absoluta concentración mientras él hacía girar el alcohol dentro del vaso de cristal.
Él sonrió con aquella sonrisa torcida tan típica de un Malfoy.
—Sí
—Me preguntaba si sufrías de estrés postraumático. Ya sabes, después de una guerra puede desarrollarse, es normal sentir miedo durante y después de una situación traumática. El miedo desencadena una respuesta de lucha o huida, es la forma en que el cuerpo busca protegerse de. Además puede liberar ciertas hormonas y aumentar el estado de alerta, la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la respiración. Tú tenías todos esos síntomas ese día… y los has tenido hoy.
Draco soltó una pequeña risilla y dio un trago al whisky.
—Debí imaginar que podrías darme una clase sobre el TEPT y que sabrías mucho más que yo al respecto.
Ella se sonrojó profusamente y carraspeó.
—Draco —se sonrojó un poco más al utilizar su nombre de pila, aún necesitaba familiarizarse un poco más con el antes de que se sintiera cómoda al pronunciarlo —creo que todos tuvimos esta afección. George ha pasado años tratando de superarlo y por lo que sé aún hay noches en las que las pesadillas le mantienen en vela. Harry sigue usando poción para dormir sin sueños más de una vez a la semana.
—¿Y tú? —preguntó él en un susurro.
—Yo estoy mejor, este último año ha sido genial, creo que he empezado a dormir más de dos horas seguidas —le miró con una tímida sonrisa —ahora soy capaz de dormir cuatro.
Draco cerró los ojos y apoyó la cabeza en el sofá.
—Blaise no soporta la oscuridad —dijo después de un par de minutos — su madre le mantuvo encerrado en el sótano de la Mansión durante tres semanas completamente solo.
—¿Por qué?
—A su retorcida manera quería protegerle. Dijo a todo el mundo que se había ido a pasar el verano a Italia pero en realidad le mantuvo en el sótano porque había escuchado que el Lord Tenebroso buscaba a un alumno para tomar la Marca.
—Y te tomó a ti en vez de a él.
—Bueno, que mi padre fallara en su misión fue el detonante para elegirme a mi.
—¿Por qué?
—Esperaba que fallara, obviamente. Quería castigar a mi familia y fue lo que hizo. Me obligó a tomar la Marca y me envió a Hogwarts con una misión: Matar al mago más poderoso del mundo —sonrió —él, Lord Voldemort, no había sido capaz de matarle y envió a un crío de dieciséis años a hacerlo ¿No crees que era obvio que esperaba que fallase?
—Quería dar una lección a los Malfoy ¿No es cierto?
—Sí. Yo estaba asustado —dio otra trago al whiskey —Merlín estaba muerto de miedo. La valentía no era una de mis virtudes por aquel entonces como bien sabes… no quería ser un asesino, no quería ser un mortífago y no quería matar al viejo —dejó la copa en la mesa y volvió a pasarse las manos por el pelo, angustiado.
—Está bien Draco —Hermione, temerosa de que volviera a entrar en pánico, se arrodilló en el sofá apoyando el vino también en la mesa y le sujetó el brazo —todo está bien.
—Sí —respiró hondo y exhaló un par de veces —estoy bien.
—No necesitas seguir hablando de esto —dijo Hermione preocupada por él.
—No, mis muros están levantados.
—¿Tus muros? —preguntó la castaña frunciendo el ceño.
—Mi vida después de la muerte de Dumbledore fue… complicada —continuó diciendo Draco —Snape me ayudó con la oclumancia, fue lo único que me mantuvo cuerdo durante todo ese tiempo —la miró de reojo —lo único que me tuvo cuerdo el día que mi tía te torturó, el día que te hizo eso —dijo señalando el brazo marcado de Hermione que estaba tapado por una camiseta de manga larga.
—¿Por qué? —ella le miraba tratando de comprender.
—Tu gritos me han perseguido durante siete años, Hermione. A veces un olor, un recuerdo o una palabra detonan algo en mi cerebro que hace que los muros que he construido alrededor de mis sentimientos y mis miedos se derrumben.
—Utilizas la oclumancia para mantenerte cuerdo —susurró ella.
—Más o menos, sí. He pasado años viviendo como un ermitaño en un pequeño pueblo de Francia, aprendiendo a vivir conmigo mismo, aprendiendo a encontrarme, aprendiendo a seguir adelante. Gracias a ti.
—¿A mi?
—Ese día, el día de la boda de Shacklebolt, me empujaste: si no lo intentas, te consumirás. Te dieron otra oportunidad ¿Vas a tirarla por la borda?No eres el único que se siente así, no eres el único que vive perseguido por los demonios de la guerra. Todos seguimos luchando cada día para no volvernos locos. Todos.
Hermione abrió la boca sin saber qué decir. No recordaba exactamente qué le había dicho esa noche, aunque ciertamente sonaba como algo que podría haber salido de ella.
—Creo que en ese momento fue cuando decidí seguir luchando y empecé a intentar vivir de nuevo.
—Pero aún sigues oyendo los gritos, aún hay veces que sigues volviendo allí, que revives las pesadillas —murmuró ella —Fue hablar de ella lo que te provocó esto. Lo siento.
— Cuando escapasteis mi tía fue… la elegida para reprenderme por no haber actuado como correspondía, por no haberos delatado cuando llegasteis a Malfoy Manor.
Hermione se llevó las manos a la boca con una mueca de horror.
—¿Te castigaron?
—Creo que Voldemort habría sido más clemente que Bella. Ella disfrutó de cada maldición, me torturaba hasta que perdía el conocimiento y después volvía a despertarme para empezar otra vez.
—Dios mío… ¿Y cómo sobreviviste ileso? —preguntó recordando a los padres de Neville que llevaban años en San Mungo.
—Oh, digamos que Bella sabía cómo hacerlo durar sin llegar a ser fatal. Tenía un don —rió sin humor.
—La guerra nos marcó a todos, Draco. Incluso a los miembros del RB, son tan víctimas como nosotros.
Él se encogió de hombros.
—Lamento disentir, pero eso lo decidiré cuando encuentre a mi madre.
Volvieron a quedarse en silencio y la tensión entre ellos se hizo palpable, Hermione pensó que podría cortar el aire con un difindo si lo intentara.
El momento de confesiones nocturnas había pasado y Draco volvía a estar dentro de sus muros, frío y distante.
—Está bien —dijo ella volviendo a la investigación para dejar atrás lo que había ocurrido — El Ministerio dará una fiesta dentro de una semana y asistirán todos los miembros del Wizengamot. Podría ser un buen momento para ver a Cullimore ¿No crees? Yo tengo una invitación, puedes ser mi acompañante, de ese modo no levantaremos sospechas.
—¿No levantará sospechas que Hermione Granger acuda a la fiesta con Draco Malfoy como pareja?
— De todas formas todo el mundo te ha visto entrar muchas veces en mi despacho y realmente nadie sabe que estás metido en esto salvo Kinsgley y Harry.
—Blaise, Theo, Potter, los Weasley… —fue diciendo él con tono burlón.
—Ellos no cuentan, ninguno diría nada que nos delatara.
—¿Me estás diciendo que quieres fingir que somos una pareja? ¿Qué quieres que vayamos juntos como si fuera una cita?
—Creo que es la mejor forma de que tu presencia pase desapercibida.
—Yo nunca paso desapercibido, Granger.
Ella puso los ojos en blanco.
—Nadie dirá nada si vienes conmigo. Meredith me ha dicho que hay… rumores en el Ministerio.
Decidió no contarle que había comenzado a sellar cada ranura por la que pudiera entrar un grillo en su afán de dejar fuera a la estúpida de Skeeter porque su secretaria le había dicho que los rumores de que Draco Malfoy visitaba a menudo a Hermione, empezaban a hacer cada vez más ruido.
—Está bien, si tantas ganas tienes de que tengamos una cita te daré el gusto.
—Eres un idiota
Él sonrió y se encogió de hombros.
—Iremos a esa fiesta entonces, espero que tu aspecto sea tan femenino como en el Baile de Navidad del Torneo de los Tres Magos —dijo en un susurro antes de entrar en la chimenea.
Hermione se sonrojó por el halago
—No me gusta que mi pareja desentone conmigo, ya sabes —añadió lanzando los polvos flú.
—¡Imbécil!
Hermione creyó escuchar una carcajada antes de que él desapareciera de su casa.
