Holis~ Vengo a combatir la ansiedad en el tercer sábado de espera por los episodios 22 y 23 mientras escucho en loop "No hablamos de Bruno" en inglés, japonés y español (Sí, vi Encanto anoche XD)
Este es uno de los tantos shots que pensaba publicar después o al menos cerca del episodio 23 porque pues, por ahí se ubicaría pero ñe~ me pasaron un fanart y fue básicamente "¿Estas diciéndome que publique ese? Ok :D" y aquí estoy XD Si solo has visto el anime y/o te falta el episodio 23(?) esto tiene spoilers :v
Y pues solo me resta mencionar que 86 - Eighty six y sus personajes le pertenecen a la bendita Asato-sensei.
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No estamos emocionados, solo establecemos los hechos
— Y sobre los oficiales de la República que se unirán a nosotros dentro de unas semanas…
Grethe vio como la tensión se apoderó de la sala, a diferencia de cuando les informaba sobre la falta de comunicación con la República de San Magnolia, esta vez los cinco chicos la observaron expectantes, pese a que trataban de disimularlo.
Y ese fue el momento en que Ernst decidió hacer su entrada.
— Primero, enviarán a la coronel Vladilena Milize, que trabajará como comandante táctica. Estoy seguro de que ya lo saben, pero si les resulta insoportable… – el presidente temporal de la Federación de Giade fue incapaz de continuar su muy practicado discurso cuando fue evidente que nadie le estaba prestando atención. No obstante, una sonrisa apareció en su rostro.
— Como esperaba, esa idiota es la única con las suficientes agallas para venir a pelear.
— De hecho, me cuesta creer que haya algún cerdo blanco que se atreva a venir.
— Sabía que la mayor no fallaría en alcanzarnos.
— Ahora es coronel, Anju.
— Hump, ya estará contenta pisando un campo de batalla real.
Luego de escuchar la conversación de Shin y esa chica después de la derrota del Morpho, tanto Ernst como los altos mandos tenían una muy buena idea del tipo de relación que los Ochenta y seis habían tenido con esa oficial del ejército republicano, y, aun así, les costaba creer que pudiesen llegar a sentirse a gusto con la idea de trabajar bajo el mando de uno de sus antiguos opresores una vez más. Por lo que al escuchar los comentarios —que podían calificar de entusiastas, dados los estándares de esos chicos— Grethe no pudo evitar comentar, con cierta sorpresa y burla filtrándose en su voz.
— Sí que están emocionados por trabajar con ella nuevamente ¿no?
La cháchara se detuvo abruptamente, y todos, con la excepción de Anju que no borró la sonrisa de su rostro, adoptaron los semblantes más profesionales que les habían visto nunca.
— Es que tratándose de la República tiene que ser ella.
— Es una princesa mimada que no sabe ni lo que es una aguja, pero como estratega reconozco que es buena.
— Yo me atrevería a decir que es lo mejor que tiene la República para ofrecer ahora.
— Sus análisis de la composición del enemigo casi siempre acertaban.
— Yo no había escuchado hablar de tazas de producción o cosas así hasta que ella lo dijo.
— Ayudaba tener una perspectiva área para variar.
— Eso también ayudaba a que eligiera los puntos de intercepción mejor que Shin.
— Y solo Dios sabe de que rincón olvidado sacó el mapa que nos envió.
— No recuerdo otro handler que se haya tomado su trabajo en serio.
— Además, ha sido la única con las agallas suficientes para volver a sincronizarse después de ser afectada por la habilidad de Shin. – el comentario de Raiden fue hecho con tono de admiración, pero la mirada que le dedicó a su líder fue una cargada de cierta burla. Por supuesto, Shin decidió ignorarlo.
— De hecho, ella creyó en Shin más rápido que ustedes. – la burla de Theo iba dirigida hacia los adultos frente a ellos – Me pregunto si ella se hubiera acercado a los números de Shin en sus predicciones si hubiera tenido la información de la Federación.
— Aunque creyó que con solo nuestro escuadrón podría encontrar la forma de derrotar a la Legión antes de que Shin se "retirara", fue demasiado ingenua. – agregó Kurena, cuyos ¿elogios? anteriores habían sido hechos en tono reticente.
— Pero eso fue porque no sabía que estábamos condenados desde el principio. – señaló Anju con una sonrisa indulgente.
— Y quien sabe si hubiéramos sobrevivido el primer día de la misión de reconocimiento especial si no hubiera disparado esos cañones. – el tono de voz de Raiden empezó a teñirse de nostalgia.
— Hasta pensó en esa loca medida para salvar a Shin. – suspiró Kurena, cediendo un poco y llamando la atención de Shin.
— Raiden-kun la regañó en cuanto se conectó. – rio Anju – Estabas realmente preocupado ¿no?
— Porque la muy idiota decidió sincronizar su vista. – Raiden se cruzó de brazos con la expresión de un hermano mayor frustrado por las imprudencias de su hermanita – Lo peor es que ya sabía que existe el riesgo de ceguera. – esta vez Shin miró en su dirección.
— Bueno, esperemos que haya aprendido la lección. – Kurena desvió el rostro al expresar un poco de preocupación – …Aunque es demasiado terca.
— ¡Ah! Pero fue muy interesante escucharla gritarle a Raiden. – exclamó Theo de repente.
— ¿Eso pasó? – preguntó Shin.
— Tú también dejaste de intimidarla. – la protesta de Raiden iba dirigida hacia Theo.
— Sí, el regaño de Raiden no le afectó ni un poco. – Theo ignoró por completo a su amigo – Pero Shin, tú en verdad te lo perdiste todo pese a estar conectado todo el tiempo…
— ¡Ya entendimos la idea! ¡Pueden dejar de regocijarse en sus dulces recuerdos con su antigua opresora! ¿¡Qué clase de síndrome tienen ustedes!?
Lo que había empezado como exposición profesional de los hechos se había desviado a una charla mucho más relajada y, de cierto modo, privada, por lo que Frederica interrumpió de visible mal humor. Causando que los adultos, que habían estado escuchando la conversación con interés, apenas pudiesen contener la risa.
— No nos regocijábamos en dulces recuerdos. – protestaron Theo y Kurena al unísono.
— Solo decíamos que, según nuestra experiencia, la… coronel, es lo mejor que la República tiene. – esta vez fue Raiden quien habló en tono reticente.
— ¿Bajo qué clase de condiciones vendrá? – Shin fue el primero en volver por completo a su tono profesional, aunque solo fue luego de que a Grethe se le escapara una risita.
— Como mencioné antes, – dijo Ernst tras aclararse la garganta – trabajará como comandante táctica. Por lo que veo, sus buenas referencias son reales. – les sonrió – Así que será una oficial que campo y su superior. Estaba a punto de decirles que si no querían trabajar con ella podemos cambiar las ubicaciones, pero veo que eso no será necesario.
El silencio fue una clase de respuesta afirmativa.
— Aun así, los albas en general y los republicanos en particular, no tienen una buena imagen dentro de nuestro país y nuestro ejército, así que esperamos recibir muchas quejas por su llegada y la de los otros dos. – esta vez, los chicos se pusieron serios de verdad.
— Estaré esperando que me proponga medidas para contrarrestar estas quejas, capitán Nouzen. – añadió Grethe.
— Entendido.
La expresión de todos, pero en particular la de Shin, era tan grave como si estuviesen a punto de entrar en batalla. Por supuesto, estaban acostumbrados a ser discriminados por todos, pero eso no significaba que fuesen del todo indiferentes cuando se trataba de otra persona. Especialmente de alguien que, evidentemente, era especial para ellos.
Los adultos no pudieron evitar sentirse un poco apesarados al ver como había desaparecido el entusiasmo de antes. Y pese a haberse molestado antes, al parecer Frederica compartió ese sentimiento, por lo que dijo.
— Ya que van a reunirse después de mucho tiempo ¿porqué no le preparan una sorpresa?
— ¿Eh?
— ¡Me parece buena idea! – exclamó Ernst – Es una chica viniendo a un país desconocido que será hostil con ella, así que sería bueno hacer que se sienta bienvenida de alguna forma.
Con excepción de Shin, los demás chicos intercambiaron miradas dubitativas.
— Hacer algo extravagante solo aumentaría el malestar de los otros. – señaló Shin.
— No tiene que ser algo demasiado llamativo… – dijo Ernst, pensando que probablemente para ellos también resultaba un poco vergonzoso dar muestras de afecto, especialmente tratándose de una chica alba. A decir verdad, le hacía feliz vislumbrar un poco del comportamiento que se esperaría en chicos de su edad – solo se trata de tener algún detalle que la haga sentir un poco en casa.
— O podrían aprovechar que viene el día después de San Valentín y regalarle algunas flores. – comentó Grethe con una sonrisa – Es una forma sutil y sencilla de mostrar aprecio o incluso preocupación… y por lo general son una jugada segura con las chicas. – añadió con un guiño dirigido a Shin, que él ignoró por completo.
Al final, quedó claro que los chicos sí querían preparar algo para su "nueva" comandante, pero ante la indecisión acerca del "qué" y el tiempo limitado que tenía Ernst, decidieron continuar con la reunión y repasaron rápidamente la información sobre los otros dos oficiales republicanos que se unirían a sus filas. No mostraron ninguna emoción, pero tampoco emitieron queja alguna. El resto de detalles fueron enviados a la terminal de información de Shin, ya que era el comandante de operaciones y por tanto sería el subordinado directo de su contraparte táctica.
— Theo, al parecer la coronel va a recibir un tipo de vehículo de comando. – dijo Shin, que había estado revisando su terminal de información mientras caminaba junto a los demás, que escuchaban diversas ideas de Frederica.
Theo sonrió de inmediato, no necesitaba mayor explicación.
— Déjamelo a mí, le sacaré el jugo a las clases de dibujo que tomé en la capital. – se estiró para desperezarse, en anticipación al trabajo que le esperaba – También recuerdo algunos comerciales que podrían servirme de referencia.
— ¿Aun con ese apodo tan siniestro? – preguntó Anju, dubitativa.
— Es el apodo que se ganó, no hay nada que hacer. – dijo Kurena, Raiden asintió.
— ¿De qué están hablando? – preguntó Frederica, cansada de no comprender.
Los cuatro sonrieron orgullosos cuando Shin le respondió.
— Estamos hablando de la marca personal de la coronel. – luego miró a Theo – Cuento contigo.
Frederica volteó el rostro y siguió caminando. Sabía lo que significaba para ellos el poseer un nombre y una marca personal, así que estaba un poco celosa de que estuvieran tan contentos por darle una a otra chica que apenas había estado con ellos.
Al notar esto, Anju dijo:
— Por cierto, Shin-kun, ya que la coronel es un oficial de campo, también recibirá su propia habitación ¿verdad? – Shin revisó su terminal una vez más antes de asentir – En ese caso, estaba pensando, ya que se trata de hacerla sentir como en casa ¿porqué no nos dejas la decoración de su habitación a Kurena-chan, Frederica-chan y a mí?
— ¿¡Ah!? ¿¡Porqué yo!? – exclamaron ambas chicas al unísono.
— ¿Porqué no? Podemos pasar una tarde de chicas. Y yo aun recuerdo un poco del estilo de la República, Frederica-chan conoce bien el estilo de la Federación y Kurena-chan se hizo una experta en moda cuando estuvimos en la capital. Creo que entre las tres podremos crear un ambiente que ayude a la coronel a hacer la transición entre los dos países. – Anju les hizo un guiño.
— ¡Hump! Si no se puede hacer nada, ayudaré a esa abandonada criatura a adaptarse a este país. – dijo Frederica inflando su pequeño pecho.
— Y-yo aprendí más de ropa, pero… será problemático si vas solo con Frederica así que iré… ¡N-no es que quiera ir de tiendas!
Los chicos no pudieron contener la sonrisa.
— Sería de gran ayuda, se los encargo. – dijo Shin finalmente.
Fue suficiente para que Kurena y Frederica terminaran de entusiasmarse.
— Por cierto, Shin. – Raiden, quien había estado pensando en algo, habló de repente – Tú que pudiste verla con claridad ¿crees que la coronel se esté alimentando bien?
— ¿A que te refieres? – preguntaron los demás al unísono.
— Es que dentro de los muros toda la comida es sintética, y solo sabe un poco mejor que lo que nos daban en el sector ochenta y seis. Después de que la Legión invadiera quien sabe que tan bien se las habrán arreglado para proteger esas fábricas…
— Pero ahora están recibiendo ayuda de la Federación, y siendo ella parte del ejército, seguro está en la lista de prioridades. – señaló Kurena, claramente pensando que la preocupación de Raiden era excesiva.
— Pero aun aquí se depende de la comida sintética. – comentó Frederica – Y estando tan lejos de las líneas de abastecimiento, sería más viable recuperar esas fábricas y aguantar con esa comida.
— Frederica-chan tiene razón. El ejército no tendrá tiempo para ir de caza y abastecerse de carne. – agregó Anju.
— Y dudo que alguno de esos cerdos blancos sepa cazar. – Theo puso los ojos en blanco.
— Entonces vayamos a cazar cuando se acerque la fecha. – dijo Shin tras un momento de reflexión – Pienso que en todo caso será un buen cambio después de comer comida sintética por tanto tiempo.
— Je, será como en los viejos tiempos. – Theo sonrió.
— ¡Estoy dentro! – Kurena no pudo evitar emocionarse al recordar las cacerías con el resto del antiguo escuadrón Spearhead.
— Que remedio… – Frederica soltó un suspiro dramático – Le pediré a Grethe que les arregle un día libre antes de la fecha.
Normalmente, sería el trabajo de Shin, pero dado que era la única forma segura en que podía "participar" de la actividad, dejaron que se encargara de la tarea.
Siguieron caminando mientras hablaban de como llevar a cabo sus planes durante un tiempo, hasta que Raiden notó que Shin cerraba su terminal de información con semblante pensativo.
— ¿Qué pasa? ¿Hay algo que te preocupe?
— No… solo pensaba que la coronel tiene mucho que asimilar incluso antes de venir aquí.
— Tienes razón, mínimo estará enterrada en papeles justo en estos momentos.
— Y si sigue siendo la princesa llorona que conocimos, si nadie la detiene pasará noches y noches sin dormir por estar trabajando…
Anju sonrió ante los comentarios de los tres chicos y decidió dar el empujón que hacía falta.
— Sería bonito si pudiéramos enviarle ánimos de alguna forma ¿verdad? - los tres la miraron.
Al final todo se resumía a eso.
No dudaban que ella, habiéndolos alcanzado hasta ahí, seguramente estaba lista para pelear a su lado. Quizá incluso se pusiera feliz al verlos. Pero si se detenían a pensarlo, su vida había dado un giro drástico y no sería más fácil a partir de ese punto.
Los Ochenta y seis lo sabían mejor que nadie.
Pero en su caso habían estado junto a sus familias y camaradas. En cambio, ella estaba sola y no había nada más duro que eso. Por eso Shin había pensado que sería bueno encontrar la forma de darle ánimos para seguir, de hacerle saber que la estaban esperando.
Quizá quería pedirle, de algún modo, que no se rindiera antes de llegar con ellos.
— No entiendo porqué os complicáis tanto. – dijo Frederica cuando los cinco se hundieron en un silencio reflexivo – Os bastará con tomar la sugerencia de Grethe. Cualquier chica tendrá un día más alegre después de recibir flores en San Valentín.
Los cinco intercambiaron miradas.
— ¿Qué? ¿Entonces recogemos flores de por aquí y se las enviamos? – propuso Kurena.
— ¿Eso no sería demasiado rústico? – Theo observó algunas flores que crecían cerca del edificio.
— No estoy seguro de que unas flores aguanten todo el camino hasta la República. – comentó Raiden.
— Si aún pueden arreglárselas para enviar algo de comida tal vez no sea tan complicado. – dijo Anju.
— Además, podéis usar un poco de nepotismo con ese empujador de papeles de Ernst. – Frederica le dirigió una mirada socarrona a Shin – Podeis cobrarle por interrumpiros en un momento tan importante.
Shin contuvo la necesidad de suspirar. Realmente le gustaría que todos dejaran de hacer alusión a esa conversación. No obstante, reconoció que Frederica tenía un punto.
— Supongo que una floristería sabrá conservar mejor las flores. – dijo al fin, los demás sonrieron entusiasmados.
— Entonces iremos a la ciudad cuando la fecha se acer…
— ¡Imposible, Raiden! – exclamó Frederica – Vosotros no prestáis atención a vuestros alrededores, así que lo sabéis, pero si esperáis demasiado ¡las flores se agotarán! Hay reservarlas lo más pronto posible.
De esa forma, siguiendo la sugerencia de Frederica, acordaron ir a la floristería en su próximo día libre.
En algún momento la idea de enviarle flores a la comandante se había convertido en un pequeño juego/ broma a su costa, en donde escogerían flores que le dieran pistas sobre quienes las enviaban. La broma consistía en que dichas pistas estaban basadas en los colores de sus ojos o cabellos, aun sabiendo que la fotografía que le habían dejado estaba demasiado borrosa para que ella pudiese distinguir gran cosa aun con la guía de Theo —de hecho, ni siquiera estaban seguros si había ido a buscarla.
Por lo tanto, Anju terminó comprando una rosa blanca, siendo uno de los pocos momentos en que hacía referencia en su herencia alba. Theo había escogido una rosa amarilla, en clara alusión a su cabello rubio propio de un jade. Raiden había bromeado con la idea de enviar solo un puñado de hojas en honor al tono verdoso de su cabello y ojos, pero se había decidido por una extraña rosa azul. Previendo que Shin tomaría una flor roja y el amarillo habiendo sido tomado por Theo, Kurena declaró que una rosa rosada sería suficiente.
Mientras ellos se entretenían buscando colores, Shin buscaba a Frederica, que se había ido a merodear por el lugar —probablemente les pediría flores para ella también—, que, como ella había dicho, ya estaba lleno de soldados queriendo hacer envíos y reservas aun en esa fecha temprana.
Si bien tal algarabía dificultaba su búsqueda de Frederica, lo ayudó a notar un grupo de flores que yacían olvidadas en una solitaria esquina. No se trataba de que la floristería las hubiese descuidado, sencillamente, su temporada ya había pasado y el siniestro significado que la mayoría les atribuían las hacían nada atractivas para la festividad.
Se trataba de flores de lycoris.
— ¡Shinei! ¡Es vuestro turno de escoger! – al parecer Frederica había dado toda una vuelta, ya que había regresado con los demás.
Tras comprobar esto, Shin miró una vez más esas flores.
Pese a que la conversación que habían tenido ese día después de la batalla había salvado su cordura y su deseo de vivir, Shin aún tenía muchas razones para recordarla con vergüenza, por lo que no tenía planeado decirle nunca a la coronel que se trataba de él. Pero si quería cumplir el juego/broma que se habían propuesto, no había mejor pista para enviar.
— Ya escogí. – le respondió a Frederica.
Omake
Como un orgulloso Ochenta y seis, a Raiden le había llevado un tiempo acostumbrarse a la idea de que no era necesario tener un sueño tan ligero. Si bien estaba en el campo de batalla, su unidad ya había sido reorganizada y su propósito cambiado, por lo que ya no tenía que estar listo para correr a suprimir una oleada de Legión de repente en medio de la noche. No obstante, cada vez que estaba a punto de acostumbrarse, cada vez que su cuerpo encontraba la comodidad suficiente para dormir profundamente, alguien decidía que debía despertarlo de la manera más brusca posible.
Y si bien, por lo general tenía un buen motivo para hacerlo, esta vez Raiden no pudo evitar sentirse molesto cuando Shin sacudió su colchón de manera tan violenta que estuvo a punto de hacerlo caer de la cama.
— ¡Shin! ¿¡Por una vez podrías—
— Es hora de ir a cazar.
La voz monótona de Shin interrumpió su reclamo. Y al verlo ya vestido para ir de cacería, Raiden se planteó la posibilidad de haberse quedado dormido más allá de la hora acordada, así que miró el reloj que colgaba en la pared frente a él… y descubrió que aun habría podido dormir una hora más.
— Shin… – empezó una vez más, con el tono más serio posible. Como de costumbre, el dios de la muerte lo ignoró, pero aun desde su posición Raiden pudo notar que estaba comprobando en su terminal de información el camino que llevaban recorrido las flores que habían enviado unos días atrás. No pudo evitar suspirar – Si no te calmas un poco, estarás agotado para cuando ella llegue. – dijo al fin, resignándose a levantarse mientras contenía una pequeña sonrisa.
— Tú despierta a Anju y Kurena. – fue todo lo que Shin se dignó a responder mientras salía hacia la habitación de Theo.
— Sí, sí – Raiden decidió que ya se quejaría más tarde con Theo. De momento, aunque era molesto, le alegraba ver a Shin esperando por algo que obtendría y que no lo mataría en el proceso o lo dejaría sin un propósito para vivir - Me alegra que sobreviviera, comandante. - murmuró.
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Confieso que ese pequeño omake es casi un plagio del fanart que me pasaron, solo que me enfoqué en Raiden y agregué lo de Shin acosando su paquete como todos los que compramos en línea XD También, no recuerdo si fue lo que me impulsó a escribir esto, pero si se que lo de la Federación escéptica sobre que los muchachos quisieran trabajar con Lena fue parte de una conversación que tuve con Sei (gracias!) y hace unos días que estuve ojeando el tomo 4 (creo), noté que le preguntaron a Ernst si Shin ya sabía que iba a trabajar con Lena, así que canónica esa parte(?) Ok no XD
Por cierto, de por si soy terrible para poner nombres y los títulos los pongo hasta que ya estoy editando para subir aquí el fic, pero esta vez fue aun más difícil con la canción de Bruno pegada en mi cabeza (hasta la quité de la computadora a ver si dejaba de distraerme pero nel XD). También tuve la idea de postear esto como la continuación de Típico drama bélico de novela, pero ñe, no siento que pegue con el título precisamente XD
Y pues, me voy a seguir reproduciendo la canción de Bruno hasta el próximo sábado :v ok no XD
