Hola!

Avancemos un poquito con la historia, que me gusta el dramione, pero quiero seguir explotándolo todo.

Caro2728: Tendremos más momentos, seguro que sí!

mariapotter2002: Buenooo, me alegro por tu mare meua! jajaja a mi también me están gustando más los post-Hogwarts ahora y creo que es por lo mismo, por las posibilidades, simplemente es mucho más fácil explotar a los personajes que van madurando, además ya llega cierta edad en la que no te ves reflejada en las ansias adolescentes jajaja.

Besos y abrazos

AJ

Pensamientos

Harry se sentó detrás del escritorio de su despacho en el Ministerio y suspiró. Se quitó las gafas, las dejó sobre la madera y se frotó los ojos .
Estaba cansado. Muy cansado.

El día había sido terrible y, aunque él mejor que nadie conocía la maldad humana y las consecuencias de la locura, había cosas para las que, directamente, nadie estaba preparado.

Tal vez fuera porque, en su cargo como Jefe de Aurores y en su puesto de auror previamente, había enfrentado distintas cosas que le habían tenido en jaque más de una vez. Pero el mundo mágico, pese a la crueldad en la que podía verse envuelto y que él conocía mejor que nadie, no era sangriento y brutal.

Sí, había muertes, asesinatos, locos y todo tipo de malas personas, pero uno no llegaba a la escena del crimen al más puro estilo muggle, con sangre y vísceras.

Harry únicamente había visto semejante salvajada en la Batalla de Hogwarts por los hombres lobo, los gigantes o los derumbes que habían sepultado a algunas personas. Pese a todo, lo que había presenciado aquella tarde había sido, con mucho, lo peor que había visto en toda su vida.

Solamente en la televisión muggle se había enfrentado a algo así.

Cuando Higgs les había dicho dónde estaba el cuerpo, Hermione y él fueron, sin prestar demasiada atención a las palabras del novato que les dijo, literalmente: Es una carnicería.

Si le hubiera hecho caso habría estado más preparado para lo que encontró.

El vestíbulo de la casa estaba literalmente salpicado de sangre por todas partes. Hermione había vomitado en cuanto el olor a muerte les había golpeado, incluso Harry estuvo a punto de darse la vuelta y salir de allí, pero no podía, él era el Jefe del Departamento y además el investigador oficial a cargo.

De modo que Harry sacó a su amiga de la escena del crimen, se colocó un casco burbuja para poder controlar las arcadas y no contaminar el lugar, un cobertor de manos y pies y se acercó a la víctima.
Era Flora Carrow, al menos coincidía todo lo que podía reconocer de ella: La mitad del rostro, la ropa que Hestia les había descrito, la altura y la corpulencia.

Intentó buscar marcas de garras o dientes, ya que por los desgarros que presentaban el torso y la mitad inferior del cuerpo, todo apuntaba a un hombre lobo o algún ser similar.

Pero no.

No solamente no encontró nada de eso, es que lo que descubrieron fue suficiente para hacerlos estremecer.

En el mundo mágico, a diferencia del muggle, un médico forense no era usual, por no decir que solía ser innecesario. Por suerte, había hijos de muggles que aprovechaban sus conocimientos de ambos mundos para implicarse en los dos de forma activa. No eran muchos, pero en Londres Harry conocía un medimago de San Mungo que trabajaba en Heridas Mágicas y Maldiciones, que había estudiado medicina forense, así como un auror de uno de sus escuadrones especializado en criminología forense.

Les pidió ayuda y los dos se apresuraron a acudir sin pensarlo ya que era la primera vez en sus carreras que era necesario su conocimiento en una investigación del Departamento de Aurores.

No había hombres lobos implicados en el asesinato. Una persona había apuñalado a Flora una y otra vez hasta que literalmente trituró su cuerpo. La rabia, el odio y la enajenación que demostraba el crimen era tan horrible que Harry aún se estremecía al recordarlo.

¿Quién sería capaz de hacer algo tan salvaje?

Dejó a los dos hombres realizando pruebas y recogiendo muestras junto con Atwater quien estaba registrando el lugar buscando frecuencias mágicas que se hubieran podido utilizar y algún rastro que les fuera útil o les diera alguna pista.

Harry se había marchado de allí porque no soportaba más aquella dantesca escena.

Una vez en el despacho hizo el informe, dejó registrado todo lo que sabían hasta el momento y envió un patronus a Ginny diciéndole que llegaría antes a casa, realmente necesitaba a su pelirroja y el consuelo de sus brazos, ella siempre era un refugio.

Escribió a Hermione, mandó vía lechuza la carta y se fue al Atrio para usar la red flú y lllegar a Grinmauld Place.
Esperaba que su amiga estuviera mejor. No le gustaba demasiado que hubiera terminado en Malfoy Manor y mucho menos que estuviesen mintiendo a todo el mundo con la absurdez de la relación falsa entre ella y Malfoy. Lo peor de todo era que Ginny parecía encantada con la situación alegando que ella siempre había pensado que del odio al amor había solo un paso y que en el fondo era muy romántico que ellos lo hubiesen dado.

Cuando se enterase de que todo era una falsa iba a dormir fuera de su habitación durante al menos una semana.

Decidiendo que ya cruzaría el puente cuando llegara a él, se metió dentro de una de las enormes chimeneas rumbo a casa.

…..

—No soporto estar aquí.

Pansy se levantó por decimocuarta vez y se acercó a la ventana magicamente oculta de cualquiera que mirara desde los jardines.

—Es la novena vez que te oigo decir esa frase en los últimos diez minutos, querida —Theo volvió la página de El Profeta y continuó leyendo —siguen hablando de Malfoy y Granger en cada maldito número.

—¿Por qué te molesta? —la mujer se dio la vuelta y le miró de forma inquisitiva acercándose a él —¿Theo?

—¿Mmmm?

—He oído esa queja mucho últimamente y me pregunto ¿Qué es lo que te molesta? Pensé que podría tener que ver con que fuera, ya sabes, la Granger del colegio con la que nos metíamos, pero sé que no, ahora que somos amigas sé que no podría ser por eso —se llevó el dedo índice a los labios dándose golpecitos —tampoco puede ser el estatus de sangre porque ambos sabemos que siempre te importó una mierda en realidad, así que empiezo a pensar que ella te gusta. Sé que sois amigos así que es eso ¿Verdad? —preguntó al ver que una vena se marcaba en la parte derecha de su cuello —¡Merlín Theo! ¿Lo sabe Draco? ¡No puede gustarte la novia de un amigo!

—¿Y no debería haber tenido eso en cuenta él antes? —preguntó antes de poder contenerse.

—Hermione y tú no erais novios —replicó Pansy

Ni lo son ellos, quiso decir Theo. Pero se mordió la lengua y volvió a mirar la hoja del periódico.

—Digamos que él sabía que a mis intenciones a largo plazo eran otras.

—¿Y las de Hermione? —preguntó ella sabiamente. Suspiró y se dejó caer en el sillón —¿Sabes? Si se han enamorado tampoco es como si fuera una traición ¿No? Si nunca habías intentado nada con ella o si ella no sentía lo mismo ¿Está mal que se den una oportunidad?

Todo estaba mal, pensó Theo, absolutamente toda aquella mierda. Pero por mucho que le jodiera sabía que Hermione no se había sentido atraída por él del mismo modo que él por ella, aunque también sabía que podría haberlo intentado con más ahínco… no por nada era una serpiente y, si la hubiera seducido como debió hacerlo, habría caído en sus brazos antes o después. Pero no, había querido probar la baza de estúpido Gryffindor haciéndose su amigo en primer lugar y la había cagado pero bien. Sobre todo porque Malfoy, por mucho que dijera, no era ningún estúpido y ahora que las tonterías de la pureza de la sangre se habían ido por el retrete, había dejado de ver a Hermione como a la sangre sucia comelibros para ver a la mujer en la que se había convertido y en lugar de hacer lo que se habría esperado de un Malfoy, mirar para otro lado y continuar pensando en que una de las Greengrass sería buena esposa, se había llevado a Hermione a la Mansión.

Solo le quedaba esperar a que Draco la cagara, que lo haría, entonces primero le mataría por hacerla daño y después se llevaría a la chica, que es lo que debía haber hecho por lo menos un año atrás.

—Supongo que no —respondió a Pansy —pero solo va a tener una.

La chica puso los ojos en blanco ante el tono amenazador de Theo y se levantó de nuevo. Sabía que Nott era una fuerza a tener en cuenta pese a lo callado y contemplativo que parecía la mayoría de las veces.

A diferencia de Blaise. Suspiró.

Aquel imbécil llevaba metido bajo su piel desde hacía tantos años que no lo podía recordar. Si solo no hubiera resultado ser un capullo libidinoso y mujeriego…

Desde Hogwarts ella había estado secretamente colada por Blaise, no enamorada ¿Qué serpiente se enamora a los catorce años? Pero si deslumbrada. Por aquel entonces pensaba que sería la próxima señora Malfoy pero, aunque sabía que haría honor al compromiso porque era lo que se esperaba de ella, en secreto soñaba con que Blaise la secuestraría y se la llevaría a Italia, lejos de sus padres, de los Malfoy y de toda aquella horrible sociedad protocalaria en la que vivían.

Por supuesto era algo completamente unidereccional y Blaise jamás se había parado a mirarla dos veces. Para él, así como para Theo e incluso para Draco, Pansy no era más que Pans o Parks o Parky. Un ser asexuado, compañera de aventuras, desventuras, penas y glorias.

Puede que, saber que en un futuro sería la esposa del príncipe de Slytherin, no ayudara demasiado a que la vieran como una chica accesible y bonita.

Mientras ella soñaba con Blaise, él se dedicaba a perseguir las faldas de medio Hogwarts sin ningún disimulo y sin ningún criterio. Morenas, rubias, pelirrojas, delgadas, rellenitas, de ojos verdes, azules, castaños… decía que todas tenían algo y que todas olían bien y eran suaves y delicadas o fuertes y bonitas. Y mientras ligaba o se enrollaba con la mitad de las féminas del colegio, Pansy seguía mirándole y deseándole en la distancia.

Tiempo después, cuando se quedó sola casi en la quiebra y sin contrato matrimonial, Blaise la vio. Según le había dicho Daphne, en realidad siempre la había visto, pero su futuro como señora Malfoy le había mantenido lejos de ella y por eso se había dedicado a ir de bruja en bruja, sabiendo que nunca tendría a la que realmente quería tener, pero cuando se quedó desligada del apellido de su amigo común, había visto su oportunidad y no la había desaprovechado.

Aquello parecía tan romántico que Pansy se lanzó sin pensar. Aunque Blaise se comportaba como un caballero en todo momento y no hizo ningún intento de acercarse a ella de forma íntima, el que se convirtiera en su socio capitalista y le obligara a juntar sus apellidos para la firma de sus diseños le pareció una señal clara de interés. Comieron juntos muchas veces, incluso cenaron sin los demás y el siempre la acompañaba a su pequeño apartamento y la dejaba en la puerta con un beso en la mejilla. Antes nunca le había dado besos en la mejilla así que ¿No era una forma de acercamiento?

Vivió en ese extraño limbo durante cuatro meses antes de estrellarse contra la realidad en forma de Lillian Amery, una hermosa bruja pelirroja que Pansy recordaba de Hogwarts, Ravenclaw de un curso inferior al suyo.

Un día, mientras cruzaba por el Callejón Diagon para ir a Flourish & Blotts para buscar un libro de confección que le habían recomendado, vio a Blaise. Pero él no iba solo, Blaise caminaba cogido de la mano de Amery, charlando y riendo con obvia complicidad.

Ahí fue cuando se dio cuenta de que todo había sido una fantasía.

Con ella todo era educación, buenas maneras, conversación amistosa y besos en la mejilla. No había habido paseos cogidos de las manos, ni murmullos cómplices, ni coqueteo.
Había sido una estúpida y Daphne una zorra.

Inspirando hondo y colocándose una hermosa máscara, la misma que siempre había sabido llevar, se cruzó con ellos sonriendo ampliamente, les saludó, les deseó un buen día y se marchó a buscar su libro sin perder la sonrisa y el aplomo.

Cuando regresó a la tienda puso el cartel de cerrado, subió a su casa y lloró el resto del día.

Nunca más volvió a cerrar el negocio ni volvió a llorar por Blaise.

Dejó las comidas, las cenas en solitario y todo lo que no eran negocios y amistad en grupo. Cuando él le preguntó se limitó a decir que tenía muchas cosas en la cabeza y su único objetivo era sacar adelante la firma de ropa, para eso necesitaba estar sola para pensar en su vida y su futuro.

En los meses que siguieron se distanciaron tanto que únicamente se veían cuando Pansy decía acudir a alguna reunión del grupo, cosa poco habitual porque había roto su amistad con Daphne y ella solía estar por allí o cuando trimestralmente debían hablar de negocios. Fuera de eso no tuvieron contacto.

Por desgracia no ocurrió lo mismo con Amery quien decidió que no había nada mejor que llevar los trajes de Parsini´s porque, a fin de cuentas era la firma en la que su novio era socio capitalista, así que una vez a la semana iba a la tienda, elegía, exigía y se llevaba sin pagar lo que le parecía, hasta que un día Pansy le dijo que no. Ese día tuvo la madre de todas las broncas con Blaise y desde entonces no volvieron a hablarse hasta el día del hospital tras el ataque.

En esos años Amery había pasado a la historia y eran muchas las que habían desfilado del brazo de Blaise, aunque ninguna más volvió a la tienda creyéndose la dueña y señora.

Pansy se abrazó a sí misma cuando los recuerdos empezaron a hacerle daño.

Nadie sabía lo mal que lo había pasado, salvo quizás Ginny quien, sorprendentemente, se había hecho su amiga en uno de los peores momentos de su vida.

Y ahora estaba allí, en la mansión Zabini, escondida y sin saber qué hacer consigo misma.

En el hospital había bajado las defensas, no, mejor dicho, las había derruido a patadas cuando le vio tan preocupado y protector con ella. Se había olvidado de protegerse de nuevo y había vuelto a ser ese chico del que siempre había estado enamorada. Por suerte en cuanto fue al Ministerio a declarar y se enteró de los menesteres a los que él se estaba dedicando mientras ella estaba medio muerta, el pasado cayó sobre ella de nuevo y puso una distancia emocional de dos continentes.

Ahora se arrepentía de lo que había hecho porque ¿Acaso esperaba que Blaise Zabini profesara el voto de castidad? ¿Qué más da si estaba con una mujer? ¿No había ido con ella en cuanto le necesitó?

Suspiró.

Allí estaban de nuevo. Sin hablarse apenas lo que era muy incómodo teniendo en cuenta que estaba viviendo con él, por suerte, o por desgracia, Theo estaba con ellos lo que era aun más frustrante.

—Pansy, voy a darte un consejo que no quieres y que no me has pedido —le escuchó decir tras ella.

—¿Entonces para qué me lo das?

—Porque lo necesitas aunque no lo quieras, obvio.

—¿Puedo hacer algo para que te calles? —preguntó educadamente.

—No

—Procede entonces —espetó al más puro estilo Parkinson.

—Dejar de hacer el gilipollas. Los dos —le escuchó levantarse del sillón y acercarse a ella. Pronto, sus manos se apoyaron en sus hombros y apretó con un cariño nada propio del misantrópico Nott —llevo viendo como dais vueltas el uno alrededor del otro años. Él pensando que nunca le verás como algo más que un amigo, tú pensando que él mira a todas las demás menos a ti. Pero he visto la forma en la que os miráis cuando creéis que nadie os ve.

—Eso es…

—Eso es la realidad, Pans. Llevas años enamorada de Blaise, lo peor es que él lleva años enamorado de ti también, pero ninguno es capaz de ver más allá de sus narices. Parad ya o al final os perderéis. Una serpiente puede ser valiente, Pansy —podía oír la ironía en su voz —no cometas mis errores, una vez más.

Se escuchó un plop

—Vaya —la voz cortante de Blaise interrumpió lo que Pansy iba a decir —¿Interrumpo? No os cortéis por mi —se oyeron sus pasos acercándose a una de las habitaciones —me retiro para daros privacidad.

El portazo retumbó en la sala.

—Creo que cada día es más obvio —Theo soltó una risita poco habitual y la soltó —si yo fuera tú iría a decirle cuatro cosas Y Pans —dijo cuando ella se giró a mirar la puerta por la que había desaparecido Blaise —No ha estado con nadie desde que te encontramos.

Cuando Theo se fue a su propia habitación Pansy tragó saliva y miró la pared tras la que él estaba.

¿Tendría razón Theo? ¿Sería una buena idea arriesgarse de nuevo?

…..

Hermione se sentía completamente relajada.

Se alegró al darse cuenta de que no se sentía culpable, ni avergonzada. No tenía ningún sentimiento negativo que fastidiara el maravilloso momento que habían compartido.

Decir que había sido el mejor sexo de su vida sería un eufemismo, nada la había preparado para la explosión placer que había disparado los niveles de oxitocina en su cerebro hasta límites que rayaban lo absurdo.

Estaba flotando en una nube de relajación y felicidad postcoital tan plácida que hubiera deseado ronronear y enroscarse alrededor de aquel cuerpo de infarto que la espachurraba contra el colchón.

Puede que ella no fuera una mujer de solo sexo, como había dicho Draco, pero lo había sido, al menos por una noche y ya lidiaría más adelante con aquellos sentimientos que no había podido reprimir con la absoluta intimidad que habían compartido.

Era lo que había temido, por supuesto, no por nada era la bruja más inteligente de su generación, Hermione sabía que Draco era peligroso para ella y sabía que si llegaban a compartir sus cuerpos dejaría con el un trocito de su corazón.

Lo había hecho.

Pero había valido la pena el riesgo, ya lloraría después.

Se quejó murmurando cuando él se movió y le sintió sonreír ya que sus labios estaban apoyados encima de uno de sus pechos.

—Te aplastaré —susurró dejando un leve beso sobre su pezón antes de apoyarse sobre sus codos.

—No me importa —respondió ella con los ojos cerrados y adormecida.

—Te importará —rodó hacia un lado y ella se acurrucó a su costado como si lo hubiera hecho antes cientos de veces apoyando su rostro en su pecho.

Draco contempló la melena revuelta y desordenada que se desperdigaba por sus pectorales y su abdomen y, con los brazos sobre su cabeza se quedó completamente rígido.

Él no tenía momentos de después. Jamás había dormido con una mujer porque le incomodaba que invadieran su espacio. Estaba bien todo eso de compartir sus cuerpos y tener sexo salvaje, pero lo de dormir no le parecía tan maravilloso.

Durante el sueño uno era vulnerable, completamente vulnerable y él no había llegado nunca a tener la suficiente confianza con nadie como para compartir esa intimidad que, para él, era incluso más importante que el sexo.

Pensó que no pasaría nada por poner el brazo sobre su espalda, al fin y al cabo no quería que pensara que la había utilizado, así que rodeó su estrecha cintura y la ajustó a su costado hasta que ella ronroneó y se abrazó a él con murmullos ininteligibles.

Se relajó apoyando el otro brazo sobre su frente y suspiró.

Había cometido un error de cálculo. Jugar con fuego podía ser muy divertido pero también peligroso y ellos empezaban a meterse en arenas movedizas.

El sexo había sido bueno, no, había sido espectacular. No creía haber tenido una química tan explosiva con nadie antes ni una complicidad tan increíble. Ella era perfecta, su cuerpo, su olor, su sabor… los sonidos que hacía, la forma en que le respondía, la pasión que se equiparaba por completo a la propia, la forma en la que le había tomado por completo, algo que no todas podían hacer la primera vez desde que desarrolló por entero. Todo había sido increíble y no era suficiente.

Había muchas cosas que quería probar con ella. No veía la hora de probar el sabor de su sexo y devorarlo, se preguntaba cómo sería sentir esa suavidad en su lengua y llevarla hasta el orgasmo. También necesitaba, casi tanto como respirar, follarle esa boca de marisabidilla hasta que le exprimiera por completo. Pero, que Merlín se apiadara de su alma podrida, también quería besarla y compartir momentos como aquel, por más que le acojonara el simple hecho de pensar en ello.

Volvió a mirar su cabeza y sonrió.

No. No habían terminado. Ella había dicho solo esta noche, pero sabía que no sería solo una noche. Iba a sacársela de la cabeza hasta que dejara de soñar con ella e iba a aprovechar cada momento del tiempo que tuvieran que permanecer en la mansión.

Le dijo que no había marcha atrás y no la había.

No pensaba dejar escapar aquella oportunidad de redimir su alma, porque estar con ella le hacía sentir más ligero, como si la oscuridad que siempre tenía a su alrededor se despejara cuando estaban juntos.

Con cuidado de no despertarla se la quitó de encima, se levantó, recogió su ropa, la tapó con el edredón y salió de la habitación sin hacer ruido.

Pensaba repetir aquello tantas veces como ella se lo permitiera, pero que fuera capaz de admitir la debilidad que tenía por Granger, no era lo suficiente para confiarle su sueño.

Se duchó, se secó con un hechizo y se metió en su propia cama desnudo.

Suponía que no le haría gracia despertarse sola y esperó poder despertarse antes que ella para volver a meterse discretamente entre sus sábanas. Lo último que quería era una escena sobre lo importante que era para una mujer no despertarse sola después de una increíble sesión de sexo salvaje.

Siempre era la misma cosa, la misma recriminación. No es que él no las entendiera, suponía que tenían razón cuando le echaban en cara su frialdad, pero nunca le había importado demasiado hasta ese momento.

Bostezó, se acurrucó bajo la manta y cerró los ojos.

Mañana sería otro día, ya se enfrentaría a ello cuando llegara.

Hermione se despertó cuando él se levantó de la cama. Se había hecho la dormida porque supuso que se sentiría incómodo si ella le pillaba marchándose, así que se quedó allí, con los ojos cerrados y muy quieta hasta que se marchó.

Escuchó la ducha, los pasos de sus pies descalzos sobre la madera y el sonido de la puerta de su habitación al cerrarse y se quedó en silencio durante más de media hora hasta que se dio cuenta de que él no volvería.

Suspirando se levantó y fue a darse ella también una ducha rápida para borrar los restos de semen, flujo y sudor que quedaban en su cuerpo como prueba del delito cometido.

Se preguntó si se habría arrepentido de lo ocurrido y si por eso se había marchado a hurtadillas en cuanto la creyó dormida.

No era algo que le extrañara, a fin de cuentas él había sido claro avisándola de que no sería nada más que sexo.

No la engañó, fue claro y brutalmente sincero de modo que no tenía nada que recriminarle. Le había dado lo que había pedido ¿Verdad? Y había sido generoso buscando la satisfacción de ambos.

Cuando volvió a la cama la sintió fría y vacía. Supuso que era parte de mantener una relación sexual sin compromiso y se dio cuenta de por qué nunca había querido algo así. Era demasiado ñoña y sentimental como para prescindir de los momentos posteriores de cariño y calidez.

Se tapó y cerró los ojos con un bostezo, lo mejor sería dormir y enfrentarse a todo al día siguiente. Lo hecho, hecho estaba y no servía de nada darle vueltas al asunto.