Hola de nuevo
mariapotter2002: ¿Qué te puedo decir? Creo que me estoy liando sola con la historia xD venga amiga, que mañana es viernes!
wendisnice: Mil gracias! Por comentar y por esas bonitas palabras!
Besos y abrazos
AJ
El día después
Pansy entró.
Pero lo hizo con personalidad. Nada de remilgos ni llamadas suaves y delicadas. Su vida como una mujer florero que únicamente sabía sonreír, montar fiestas y servir el té, había terminado en cuanto Draco y ella consiguieron ilegalizar el contrato matrimonial. Así pues, cogió su varita y reventó la puerta de la habitación de Blaise quien, murmurando y maldiciendo estaba desnudándose a los pies de la cama.
Al escuchar el golpe, el hombre miró hacia el vano de la puerta y, vestido solo con unos pequeños bóxers de lycra que se pegaban a su cuerpo, se tapó con el pantalón que tenía en la mano mirando a Pansy con los ojos desorbitados, como si no pudiera creer que ella hubiera entrado allí, menos aún de esa forma.
—¿Todo bien? —se escuchó la voz de Nott en la distancia.
—Todo perfecto Theo —respondió ella.
—Bien —se escuchó una puerta cerrarse con delicadeza en la distancia.
Pansy contemplaba a Blaise furiosa. Sus ojos azules brillaban con enfado y sus labios carnosos estaban apretados en una fina línea.
—¿Quién te crees que eres… —espetó. Agitó su varita en dirección a la madera destrozada —Reparo. Fermaportus —volvió a girarse hacia Blaise que seguía contemplándola boquiabierto y no se había movido un milímetro — para venir a dar discursos de moralidad?
—No he dado ningún discurso —se vio obligado a decir, únicamente por defenderse de lo que fuera que había dejado a Pansy en ese estado.
Con los años todos ellos habían aprendido a lidiar con el genio de la morena, de hecho habían aprendido a evitar sus arranques y a huir a esconderse cuando se desataba su basilisco interior.
Miró la puerta cerrada, la varita tirada sobre la mesilla y supo, sin género de dudas, que huir no iba a ser una opción en aquel momento.
—No ha hecho falta —masculló entre dientes la mujer —¿Acaso no insinuaste que Theo y yo estábamos haciendo algo indecoroso en la Sala Común que compartimos? ¿Crees que seríamos tan maleducados? —dio un paso hacia él —y aunque lo fuéramos ¿Quién eres tú, que no tienes ni una sola pizca de moralidad, para hacernos quedar como unos lujuriosos huéspedes groseros sin decencia?
—Un momento —Blaise perdió la inmovilidad, lanzó el pantalón con furia a un rincón y dio dos pasos hacia ella, empezando a enfadarse — yo no os he insultado y tú estás en mi casa, en mi dormitorio llamándome inmoral ¡Eso es más que incorrecto, Parkinson!
—Oh, ahora soy Parkinson de nuevo —soltó una carcajada maliciosa — y sí, te he llamado inmoral porque me acusas de estar haciendo cosas con Theo cuando tú eres el primero que no sabe mantener las manos fuera de las faldas de cualquiera.
—De cualquiera no —siseó el moreno apretando los puños.
—Cierto —se retiró el pelo de la cara con un ademán y una sonrisa cínica se dibujó en su rostro —de cualquiera no, eso lo sé bien ¿Verdad?
Blaise parpadeó al escucharla, confundido. No sabía cómo tomarse aquellas palabras y, aunque le habían sonado a recriminación, no creía que pudiera ser posible ¿O si? ¿Acaso Theo tenía razón? ¿Podría ser que Pansy hubiera sido tan desgraciada como él todo ese tiempo?
—¿Celosa, Pansy? —preguntó mandando al diablo todo. Si aquella bruja de mal carácter le maldecía asumiría las consecuencias.
Llevaba tanto tiempo con ella allí volviéndose loco, que le había parecido una jodida eternidad en el infierno.
Tantos años soñando con Pansy, luchando consigo mismo y con la idea de reclamar a una bruja que jamás podría ser suya, le habían convertido en un completo idiota.
—¿De qué? ¿De no ser una más en el harén Zabini? —soltó una despectiva carcajada — ha llegado un momento en que no ser una más de tus múltiples conquistas es todo un honor, me hace mucho más… exclusiva.
—Deberías contener la lengua viperina que tienes antes de decir algo de lo que te puedas arrepentir —murmuró Blaise dando dos pasos más hacia ella.
—¿Crees que me arrepentiría de decir que eres un mujeriego? —Apretó con fuerza su varita y dio también un paso hacia él —¡Golfo! Eso es lo que eres ¡Un golfo que no sabe mantenerla dentro de los pantalones!
—Parece que te interesa mucho, Pans.
Sonrió. Sonrió de aquella forma que él sabía irresistible. Una sonrisa amplia que le dibujaba un pequeño hoyuelo en la barbilla y hacía brillar sus ojos.
—Ahora mismo no llevo bragueta, como puedes ver, no he debido saber dejarla dentro de los pantalones ¿No crees?—hizo una señal hacia su entrepierna, sonriendo aún más cuando los preciosos ojos de Pansy se dirigieron hacia allí y se abrieron aún más al darse cuenta de su desnudez. Se lamió los labios de forma inconsciente y la virilidad de Blaise se alargó y endureció ante aquel inocente y erótico gesto.
—¿Qué…. qué haces?
Ella tartamudeó y Blaise sintió la euforia recorriendo sus venas. El maldito de Theodore había tenido razón.
Estiró el brazo y cogió entre sus dedos un mechón suave de pelo negro y liso y lo acarició.
—A lo mejor solo intentaba olvidar, Pans ¿Lo has pensado alguna vez? —susurró colocando el cabello tras su elegante oreja —a lo mejor no podía tener a la chica que quería y fue lo único que se me ocurrió para no pensar en ella.
—¿En quien? —preguntó Pansy que seguía confundida.
—En ti.
Blaise decidió mandar todo al diablo y, tomando entre sus manos aquel rostro que le había perseguido durante años, la beso.
El contacto de sus bocas fue eléctrico y, pese a que en un primer momento la bruja no reacción, no tardó mucho en devolverle el beso, suave y tentativo al principio, mucho más salvaje después.
Blaise gruñó, la rodeó con sus brazos y la pegó a su pecho profundizando el beso.
¿Podría haber algo más perfecto? Todos sus sueños, todas sus fantasías, todo lo que había deseado en la vida, estaba entre allí. Había deseado a aquella bruja desde que podía recordar.
¿Sería de nuevo un sueño? La verdad es que poco le importaba, si lo era, era el más maravilloso que había tenido jamás. Había pasado años, intentando olvidarla, buscándola en otras mujeres, en otros brazos, en otros labios. Pero nunca tenía suficiente, porque ninguna era ella. Algunas de sus relaciones fueron maravillosas, había salido con brujas, hermosas, divertidas, salvajes. Otras fueron inteligentes y dulces. Pero al final siempre fallaba algo, cuando pensaba que todo podría funcionar, encontraba a Pansy en una cena, en el Callejón Knocturn, en su reunión trimestral, en Gringotts, en cualquier parte. Y entonces se daba cuenta de que no la había olvidado y que nada era como debía ser.
Y el bucle empezaba una vez más. Bebía, se recluía en la mansión durante unas semanas y se evadía del mundo perdido en su propia miseria hasta que Theodore iba a por él, le decía que ya había tenido tiempo suficiente para regodearse en su mierda, le metía bajo una ducha de agua helada y le obligaba a comer hasta que Blaise recapacitaba y juraba que nunca más volvería a caer en lo mismo de nuevo.
Pero caía.
Lo peor ocurrió cuando Pansy lo perdió todo. Él decidió ayudarla y se metió en el negocio del diseño de modas, sin pensarlo, dos veces. Todo parecía funcionar, se hicieron mucho más amigos que antes, más cercanos, incluso el contrato matrimonial que la bruja tenía con Draco se canceló dejándola completamente libre.
Blaise pensó que era el momento de intentarlo, el momento de descubrirse y sincerarse con ella, decirle todo lo que se había guardado durante tantos años y cruzar los dedos esperando que la hermosa bruja, conocida en Slytherin por su mal genio, no le maldijese por atrevido.
Pero no lo hizo.
Claramente la mejor virtud de Blaise no era la valentía y lo demostró una vez más al pensar que era mejor tener su amistad a no tener nada.
Así que, cuando se reencontró con Lillian, una de sus antiguas conquistas del colegio, decidió que sería más que suficiente para quitarse a Pansy de la cabeza por un tiempo.
Fue el mayor error de su vida y, según Theo, le había costado todo.
Pero ahora ella estaba allí y Blaise no pensaba soltarla de nuevo.
…..
Cuando Draco despertó se dio cuenta de que no podría volver colarse en la cama de Hermione discretamente, ya que podía escucharla en la pequeña cocina abriendo y cerrando armarios.
Poco después el olor del café le despejó y se levantó colocándose unos pantalones de pijama negros.
Salió frotándose los ojos, pensando que cuanto antes enfrentaran la situación antes podría volver a ponerle las manos encima.
Porque realmente pensaba volver a follársela tantas veces como pudiera. Una vez probado el fruto prohibido no sería posible volver atrás.
Aunque no le iba a dar explicaciones y le dejaría muy claro que aquello era solo sexo y en el sexo no entraban los después. Iba a decirle claramente lo que podía y no podía esperar de su nueva relación porque ante todo no quería que se hiciera ilusiones que él rompería antes o después. La nueva Granger que había descubierto le gustaba mucho y no quería hacerle daño, realmente.
Iba a ser maduro y hablar las cosas con claridad para dejar establecidos los puntos.
Seguirían fingiendo ante los demás y en privado compartirían sus cuerpos sin limitaciones, pero nada más.
—Buenos días —Hermione sonrió poniéndole delante una taza de café y preparó varias galletas sobre un plato.
La sonrisa le descolocó. Se sentó en el taburete que había a un lado de la barra americana que daba a la cocina y dio un sorbo a su bebida mirando a la bruja con el ceño levemente fruncido.
No parecía enfadada o nerviosa, aunque por el rubor en sus mejillas sí estaba algo avergonzada.
— Estoy haciendo tostadas ¿Te apetecen? —preguntó dejando una sobre un plato en el que había un cuenco con mantequilla y un frasco de mermelada de melocotón.
—Sí —respondió Draco que se sentía un poco fuera de lugar.
—¿Dos?
—Vale
Ella continuó tostando el pan y el rubio se dedicó a contemplarla.
Llevaba la camiseta de quiddich de Slytherin que él le había dejado tiempo atrás y estaba descalza, tenía el pelo recogido en un moño flojo y algunos rizos se escapaban del confinamientos acariciando sus mejillas salpicadas de pecas.
¿Alguna vez cuando estaban en Hogwarts se había parado a mirarla de verdad? Sabía que no, únicamente en el Baile de Navidad de cuarto curso la había visto como algo más que una estúpida impura comelibros asexuada.
Aquella noche la odió por ser la bruja más hermosa del baile, sobre todo porque él nunca podría tenerla debido a sus orígenes.
Pero la vida a veces tenía caminos de lo más inesperados y finalmente, contra todo pronóstico la había tenido.
Se empalmó.
Merlín, eran un jodido enfermo.
Se removió con incomodidad en el taburete y carraspeó.
—Nunca he dormido con nadie —soltó a bocajarro. ¿Qué diablos le pasaba? ¿Dónde estaba todo aquello de hablar con claridad y decirle lo que debía esperar y no esperar de la relación de amistad con ciertos derechos íntimos que tenían ahora? ¿Por qué sentía de pronto la necesidad de explicarse? ¿De dónde venía esa inoportuna e indeseada culpabilidad? Ella ni siquiera le había echado nada en cara, no le había exigido una explicación ni recriminado su ausencia.
Hermione se quedó quieta durante unos segundos y después continuó dando la vuelta al pan.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Cuando duermes eres vulnerable —dijo sin más.
Ella volvió a quedarse en silencio, aún dándole la espalda.
—¿Y en Hogwarts?
—A partir de sexto año comencé a poner protecciones en los doseles de mi cama —dio otro sorbo a su café y se quedó en silencio.
En sexto año, cuando había sido marcado.
Hermione se dio cuenta de que la marca tenía mucho que ver con los miedos de Draco a compartir un momento de vulnerabilidad como aquel y se preguntó si acaso no lo habrían sacado de la seguridad de su cama para tatuarle la Marca y condenar su futuro.
Quería saber más, pero supo que no era el momento, quizás nunca lo fuera.
Recordó las pesadillas e imaginó que también podría ser un detonante para su necesidad de soledad. A alguien tan orgulloso y altivo como Draco no debería gustarle en absoluto que nadie viera sus flaquezas e inseguridades.
—Está bien —dijo ella dejando las tostadas junto a él — sé que sabes que yo nunca te haría daño —sonrió y se sentó en otro taburete frente a él —pero lo entiendo. Si en algún momento necesitas hablar… si necesitas una amiga, Draco, puedes contar conmigo ¿De acuerdo?
Él tragó saliva sintiéndose repentinamente humilde e indigno.
—De acuerdo —respondió con la voz algo tomada.
Puede que se se sintiera desmerecedor de la bondad natural de aquella empática y maravillosa bruja, pero aunque los años le habían cambiado, el egoísmo seguía siendo uno de los defectos que no había sido capaz de limar y no iba a negarse las posibilidades con ella, se la mereciera o no.
Comieron en un cómodo silencio. Hermione recogió sus cosas al terminar, salió de la cocina y le dio un ligero apretón en el brazo al pasar por su lado.
—Me voy a duchar, tengo una reunión con Harry en menos de una hora.
No fue hasta que ella se marchó y se quedó solo, que Draco se dio cuenta que finalmente no habían hablado de nada. ¿De verdad Granger pensaba que lo suyo había sido cosa de una sola noche como dijo el día anterior?
Dando un golpe sobre la encimera se levantó y fue a la ducha.
Estaba muy equivocada si pensaba que habían terminado con esto. Muy equivocada.
…
—He tenido a Abney trabajando en esto toda la noche —estaba diciendo Harry a Morgan cuando Hermione llegó —ha hecho pruebas de todo tipo, incluso usó sus conocimientos en criminología forense para verificar cada una de ellas.
—¿Y qué te hace pensar que con esas pruebas muggles podría sacar algo más en claro?
—Te sorprenderías Morgan —intervino Hermione —las técnicas de criminología forense son impresionantes y, para alguien como tú que sabe tanto de pociones, debería ser muy interesante comprenderlas. ¿Conoces algo de química?
Él sonrió
—Hermione, conozco la criminología forense. Aunque no lo creas y dada mi… ascendencia, he pasado tiempo en el mundo muggle.
—Bueno, eso no habla mal de ti, entonces —respondió con una sonrisa.
—No ha encontrado nada —volvió a decir Harry —¡No tenemos nada! Esto es una mierda —suspiró y se dejó caer en la silla tras su escritorio tirando los documentos sobre la mesa —No solo tenemos un asesino que está matando al estilo muggle, es que cada vez es más violento y más brutal.
—Una vez un animal prueba la sangre es imposible hacerle parar.
—Además literalmente —masculló Harry —porque al parecer necesita hacer sangrar a su víctima.
—A Nott no llegó a hacerle sangrar —agregó Atwater.
—Hermione y Malfoy le interrumpieron.
—Sí —Hermione recordó que ese día Malfoy había ido a casa de Theo antes que ella y se estremeció al pensar que, si no llega a tener la sensación de que algo no estaba bien, podrían haber terminado los dos muertos — cuando llegamos acababa de ocurrir, creo que debimos asustar al agresor y se escapó.
—Pues fue una maldita suerte —dijo Harry —porque sea quien sea está completamente loco.
—La motivación de un asesino se basa en la gratificación que siente al cometer el crimen, está claro que siente una necesidad imperiosa de hacer daño y de hacer sangrar a sus víctimas. Además estamos delante de lo que, para Abney y cualquier criminalista, definiría como un asesino en serie.
—Sí, eso me ha dicho él.
—Además —continuó Hermione dejando a un lado el informe de Flora Carrow que le había dejado Harry —teniendo en cuenta que estamos hablando de magos que podrían terminar con la vida de su víctima de una forma rápida e indolora, tenemos a un asesino brutal que busca torturar a la víctima todo lo posible y que no utiliza la magia para ello en ningún momento.
—Sí, no hemos encontrado un solo rastro de magia en ninguna de las escenas y —dijo Morgan —ni siquiera en la de Parkinson que fue encontrada muy rápidamente.
—Eso nos dice que el asesino es un sádico o…
—¿O qué? —preguntó Harry
—O que no tiene magia.
Los dos magos la miraron repentinamente interesados en sus palabras.
—Eso es brillante —murmuró Morgan observándola con un renovado interés.
—Lo es —dijo Harry que se frotó la barbilla, pensativo — no nos habíamos planteado esa posibilidad.
—Pero está ahí —respondió Hermione —hay gente no mágica que sabe de nuestro mundo. Empezando por squibs y continuando por esposos o mujeres de magos y brujas.
—Pero hay un cierto rastro de magia mental —interrumpió Morgan —descubrimos en Kirke y en Finch-Fletchley que sus mentes habían sido manipuladas previamente.
—Lo que no quiere decir que no estemos ante un muggle. Es posible que no sea una única persona. a sabemos que La Revolución de la Sangre no es un único individuo.
—Le diré a Abney que intente cotejar las pruebas con las bases de datos muggle. Creo que tiene amigos en puestos interesantes al otro lado. Y hablaré con Kingsley —añadió —quizás quiera hablar con el Primer Ministro muggle para valorar opciones.
—¿Y Hestia Carrow? —preguntó Hermione
—Volvió a Boston. Enterró a su hermana y dejó todo en manos de un abogado. Dijo que no quería volver a pisar Inglaterra jamás. No creo que volvamos a verla por aquí.
—¿Y si hay un juicio?
—En realidad no será necesaria su presencia.
—¿Y qué hay de Cullimore?
—¿No leíste mi informe?
Ella resopló
—Tengo tantos informes pendientes que no doy más de sí.
Harry miró su reloj y se mordió el labio.
—Tengo una reunión urgente, quizás en un par de horas podría…
—Yo estoy libre —intervino Atwater —tomemos un café y te pongo al día.
Harry alzó una ceja pero no dijo nada. Recogió unos documentos y se despidió de ellos.
—Está bien —Hermione precedió a Morgan hacia la salida —¿Te parece bien el Caldero Chorreante?
—Perfecto.
Se sentaron en una mesa algo retirada y pidieron a Hannah un par de cafés. La rubia se los llevó en seguida y les dijo que le avisaran si deseaban algo más.
—Estudiasteis juntas ¿Verdad? —Preguntó Morgan después de dar un sorbo a su bebida.
—Sí, aunque ella es una Hufflepuff. Está prometida a Neville Longbottom, el nuevo profesor de Herbología de Hogwarts.
—Sé quien es, le conocí en una ocasión que fui a visitar a Minerva. Un tipo curioso, no parece un profesor de Herbología.
—Desde luego no se parece a la Profesora Sproud —respondió ella con una risita.
—Bien ¿Qué ha ocurrido con Cullimore?
—Kingsley le ha quitado el cargo aunque por el momento se ha librado de Azkaban —se cruzó de brazos y una mueca de fastidio cruzó su apuesto rostro —Potter le ha puesto un par de escoltas para hacerle seguimiento pero mucho me temo que corremos el riesgo de que deje Londres.
—¿Crees que huirá?
—Sin lugar a dudas. Es un cobarde y no está dispuesto a pasar el resto de su vida entre rejas por esto. Puede que quiera ver muertos y encerrados a los mortífagos, pero no a costa de su propia vida o su propia libertad.
—¿Por qué no está en Azkaban? —preguntó Hermione sintiendo crecer su enfado.
—No hay pruebas concluyentes y ha sido fiscal durante bastante tiempo. No es fácil para la sociedad juzgar y condenar…
—Dirás que no es fácil juzgar y condenar a los que no han estado en el bando de Voldemort ¿No? Sigo sin poder creerlo, de verdad ¿Qué nos está pasando? Por Dios es tan inhumano lo que él y sus secuaces hacían como lo que están haciendo estos radicales.
—Cierto.
—¿Por qué no quieren condenar esta barbaridad?
—Porque la gente está aún curando sus heridas y muchos realmente desearían tener venganza.
—Pero la venganza ¿No sería en la misma persona que cometió el crimen? ¿Qué sentido puede que quieras vengarte en la persona de un hijo, un padre o un sobrino?
—Ninguna. Pero la sociedad tiene una enorme herida abierta que ni siquiera ha empezado a cicatrizar.
Ella apretó los puños y se tensó.
—No sabes lo que fue —dijo en un susurro doloroso —la gente que perdimos… No es justo que hayan muerto para proteger a una sociedad que no ha aprendido nada.
—No lo es, pero no hay mucho más que podamos hacer.
—¿Qué dijo con el veritaserum?
—No dijo absolutamente nada que no supiéramos. Yo tengo la hipótesis de que bebió antídoto para anular los efectos del suero de la verdad. Es una práctica poco común, debido a la dificultad para preparar la poción y lo complicado que resulta hacerse con los ingredientes adecuados.
— ¿Qué hay de la legeremancia?
—Denegada —apretó los dientes con obvio desacuerdo —lástima que el auror que le detuvo no fuera buen legeremante.
—¿Estás insinuando que podría haber echado una mirada en su cabeza sin consentimiento?
—No sería la primera vez. En mis tiempos lo usé muchas veces.
—¿Y es legal?
Él se encogió de hombros.
—Digamos que no es ilegal en un interrogatorio.
—A no ser que el acusado sea el ex fiscal del Wizengamot.
—¿Quién dice que tenga que acordarse después?
Ella se tapó los oídos.
—No no, no quiero saber nada más.
Morgan rió.
—Te veo muy cómodo con mi novia, Atwater
Draco se acercó a ellos apoyando las manos sobre los hombros de Hermione. Se agachó para dejar un beso sobre la oreja derecha de la chica, quien no fue capaz de suprimir un estremecimiento y se sentó a su lado, frente al Inefable.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Hermione —pensé que estarías en el taller de pociones.
—Fui al Ministerio. Potter me dijo que habíais ido a tomar un café y salí a buscaros.
—¿Celoso, Malfoy? —Atwater apuró el café y se recostó en la silla con una sonrisa burlona.
—¿De ti? —Draco le agradeció a Abbot su té y miró al Inefable con las cejas alzadas y una mueca irónica de sus labios —no te recordaba tan gracioso —probó el té y descansó la mano en la de la castaña que la tenía apoyada sobre su muslo, entrelazando los dedos con los suyos —simplemente quería venir a ver a Hermione. Apenas pudimos hacer más que desayunar esta mañana y pensé en secuestrarla tras la reunión que tenía con Potter.
Morgan miró de uno a otro sin perder la sonrisa y se levantó.
—De todas formas yo estaba a punto de marcharme, me temo que tengo más casos abiertos en mi propio departamento y me estoy retrasando con ellos. Hermione —le dedicó una ligera inclinación de cabeza —Malfoy.
Cuando se quedaron solos, él no la soltó.
—¿Qué me dices? —Preguntó levantando sus manos enlazadas y dejando un beso sobre el dorso de la piel femenina sin dejar de mirarla a los ojos —¿Me dejas secuestrarte?
Cuando él había llegado y se había referido a ella como su novia, Hermione sintió un vuelco en el estómago. Sabía que Draco simplemente estaba continuando con su papel de cara a la sociedad mágica, pero aún así, después de lo que habían compartido la noche anterior, sus palabras le hicieron golpearse contra la realidad.
Ella realmente desearía que fueran ciertas porque, en algún momento de las últimas semanas había empezado a sentir algo por ese nuevo Draco que, en la madurez, había demostrado ser mucho más que un ex mortífago estúpido y narcisista.
Cuando los labios del rubio acariciaron la piel de su mano y las chispas saltaron entre ellos una vez más, supo que no podría decirle que no, que disfrutaría de cada momento juntos para recordarlos en el futuro y allí, mientras asentía y salía con él al Callejón Diagon tomados de la mano para aparecerse en Malfoy Manor, se prometió a sí misma que, cuando aquello terminara, no lloraría, al menos no demasiado, sería capaz de seguir adelante sin rencor y dejaría que los recuerdos felices prevalecieran, costara lo que costara.
