Hola!
Voy a darles un pequeño respiro, la vida es como una montaña rusa, con altibajos emocionales y a veces uno vive momentos de paz... ¿No?
Espero que os guste.
superjunior15: Gracias! Después de la acción vamos a relajarnos un poquito, que a estos muchachitos les llega la Navidad.
mariapotter2002: De verdad? OMG Gracias por eso! me gustó especialmente, en realidad los dos últimos ^^ gracias amiga!
Wendy: La intensidad es necesaria de cuando en cuando *sube y baja las cejas* xD
Augenblick29:El desiluminador nos dice todo sin que este tío diga nada, oh yeah jajaja Gracias!
Besos y abrazos
AJ
Regalos, árboles y descubrimientos
Las siguientes dos semanas pasaron para Hermione en una vorágine de sexo, reuniones, compras y experimentos en el taller de pociones.
Las mañanas las pasaba en el Ministerio rodeada de informes, memorándums, cafés con Harry e incluso había ido a ver a Morgan y, aunque aún no le había perdonado y estaba lejos de hacerlo en un futuro inmediato, habían establecido una tregua, al fin y al cabo era Navidad y Hermione creía que no era momento para odios y recriminaciones.
Las tardes las ocupaba en la Mansión Malfoy, ayudando a Draco con su investigación sobre la poción herbovitalizante y retozando por cada esquina del taller y de la casa, incapaces de sacarse las manos de encima parecían animales en celo, dispuestos a saltar el uno sobre el otro sin importar el lugar o el momento.
Y las noches… las noches eran mágicas porque todas y cada una de ellas, Draco se había quedado a su lado.
El sexo era maravilloso, increíble, fantástico, pero esos momentos en los que se acurrucaba a su lado, cuando él acariciaba su piel o su cabello, cuando la abrazaba contra su cuerpo y ella se recostaba en su pecho, escuchando el latido de su corazón… esos momentos eran mágicos.
Hermione sabía que cuando todo terminara y tuviera que marcharse, cuando aquella relación llegara a su fin, iba a quedarse completamente destrozada.
Se había enamorado de él aún sabiendo que aquella asociación tenía fecha de caducidad, pero no se engañaba, sabía que nunca sería capaz de separar el sexo del amor, ella era así y con la intimidad había llegado el cariño, la compenetración, la confianza y sí, el amor.
El Draco que había conocido en esta nueva etapa distaba mucho del niño que había sido y fue mucho más fácil de lo que hubiera imaginado caer a sus pies. Dentro de su Lugar Seguro, dónde únicamente eran ellos dos, él era simplemente perfecto. Discutían sí, casi a diario, pero también reían, jugaban, hablaban, cocinaban juntos o simplemente se abrazaban leyendo un libro. Estar con Draco era algo que parecía fluir sin más, sin forzarlo.
Ella sentía que había pasado la vida intentando encajar en sus relaciones, como si hubiera tratado de unir dos piezas de un puzzle que a simple vista parecían parejas pero que no llegaban ajustar completamente. Con Ron, la amistad que les ligaba era la base fundamental de todo, pero no se podía cimentar una relación de pareja en una amistad, por fuerte y profunda que fuera. No tenían nada en común aparte de Harry y el pasado, no les gustaban las mismas cosas, no querían lo mismo del futuro, no tenían las mismas necesidades… Así que Hermione trató de ajustarse a él, priorizándole en todo momento hasta que no pudo más. Después llegó Viktor y le ocurrió exactamente igual. Pero con Draco todo era diferente, podrían hablar de cualquier cosa, discutir de cualquier tema, disfrutar el silencio o experimentar pociones. Pensaban de una forma muy parecida, con la misma lógica y el mismo criterio, además tenían gustos similares en literatura e incluso opiniones muy cercanas en cuanto a política. Estar con él era fácil, al menos en la intimidad porque, Hermione estaba segura, fuera de allí él se pondría de nuevo aquella máscara de Malfoy.
Decidió que iba a disfrutar de aquellos momentos y se entregó a él en cuerpo y alma, de la única manera que ella sabía hacerlo, se dio por entero. Si bien no le dijo que le quería, se lo demostraba en cada caricia, en cada mirada, en cada gesto, aunque suponía que él no se había dado cuenta o prefería no hacerlo y se limitaba a estar con ella y divertirse.
Hermione se entristeció mucho con la noticia de Seamus y Dean, e incluso les envió una carta deseándoles felices fiestas, ambos le habían respondido pidiéndole disculpas y recordándole que siempre serían parte del ED y podría contar con ellos en cualquier momento. Dean le explicó lo mismo que le había dicho a Harry, que se había dejado llevar por el odio y las ganas de venganza y había sido un error.
Los dos sonaban arrepentidos y aunque le apenaba que dos de sus amigos hubieran acabados envueltos en algo tan turbio, esperaba que aprendieran de la situación. No eran los más listos de su curso pero ciertamente no había esperado que se comportaran como dos idiotas, aunque claro, si Justin, quien era uno de los más inteligentes de su promoción, había caído también en aquel juego ¿Qué podía esperar?
Y así, antes de que se diera cuenta llegaron las vacaciones de Navidad.
—Pasado mañana es Nochebuena —dijo Harry cuando ambos se dirigían al Atrio.
—Sí —Hermione se recolocó el bolso en el hombro y apretó el paso deseando salir del Ministerio y llegar a casa.
—Vendrás a La Madriguera ¿Verdad?
Ella se paró en seco y le miró.
No había pensando en eso. Frunció el ceño y se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja en un gesto nervioso.
—Yo… no lo sé, Harry. No puedo dejar a Draco solo en Navidad.
Harry hizo una mueca y se rascó la mandíbula. Había sabido desde el principio que aquello iba a terminar mal. No debía haber dejado que todo se liara tanto ¿Por qué no había impedido que Malfoy la empujara a esa pseudo relación? ¿Por qué no había impedido que la llevara a vivir a la mansión? Ahora, mucho se temía por el brillo de aquellos ojos castaños que tan bien conocía, su mejor amiga estaba metida en un problema en el que no quería ni pensar.
—Hermione, tú y yo sabemos que en realidad no sois novios —dijo con intención de ver el punto en el que realmente estaban aquellos dos.
—Lo sé Harry —él casi suspiró de alivio —pero todo el mundo piensa que sí ¿Verdad? —volvió a ponerse el bolso en su lugar —quiero decir ¿Qué pensarían si le dejara solo en unas fiestas tan importantes?
—Eso es cierto —Tuvo que decir.
— Además —ella se sonrojó mordiéndose el labio inferior y a Harry se le encogieron las tripas de horror, porque sabía que lo que iba a decir no le gustaría —no quiero dejarle solo, yo… Harry yo creo que, bueno, nosotros…
—No quiero saberlo —soltó conteniendo el infantil insulto de taparse los oídos —en serio, hay cosas que no quiero saber
—Pero Harry…
—No, no quiero saber qué estáis haciendo si no tiene que ver con la investigación yo…
Se estremeció porque sabía, en el fondo él sabía que la relación que mantenían, falsa o no, era de todo menos inocente. Lo sabía por la forma posesiva en la que Malfoy la miraba o la tocaba, por cómo a ella le brillaban los ojos cuando hablaba de él, cómo se suavizaba su voz. Además aquel jodido desiluminador y la santa bolita que les había llevado a Hermione… ¿Es que acaso el universo podía tener un sentido del humor aún más retorcido?
Ella era una hermana para él ¿Iba a convertirse el jodido hurón botador Malfoy en su "cuñado" en algún momento del futuro? Casi soltó una carcajada ante la posibilidad. Casi. Porque en realidad, mucho se temía que más bien, aquel imbécil rompería el corazón de su amiga.
—Hablaré con Molly —dijo dándola un abrazo —aunque no prometo que pueda evitar que os invite a algo. Ya sabes cómo son. Además Ginny querrá que vengas incluso si es con Malfoy —hizo una mueca —seguramente que más aún querrá que vengas con él solo para fastidiar a Ron
Ambos rieron.
—Bueno, no creo que sea seguro para nadie —dijo ella —además sería incómodo para más de uno —sonrió y le dio un beso en la mejilla —te llamaré ¿Vale? Mandaré mis regalos. Dales besos a todos.
Despidiéndose con la mano entró en una de las chimeneas y se fue a casa.
Malfoy estaba poniendo la mesa con la comida que los elfos les habían dejado ya preparada y sonrió cuando la vio llegar.
—Tengo noticias —dijo dejando los platos y acercándose para agarrar su cintura y elevarla hasta que sus bocas quedaron a la misma altura —bésame, Granger.
Ella lo hizo con una sonrisa y cuando la bajó se fue a cambiar mientras hablaban
—¿Qué noticias?
—He conseguido replicar, más o menos, la magia que hace aparecer la Sala de los Menesteres.
A medio vestir ella salió de la habitación y le miró con la boca abierta.
—¿Me tomas el pelo?
Él sonrió con ojos brillantes.
—No
—¿Pero cómo? ¿Qué has…?¿Cómo has conseguido que..?
—Ya ya Granger —le hizo gestos para que volviera y terminara de cambiarse de ropa —contestaré a tus preguntas cuando podamos sentarnos a comer porque me muero de hambre.
Ya estaban a la mesa tomando un poco de sopa de calabaza cuando Draco comenzó a hablar.
—Obviamente no es magia tan avanzada como la de Hogwarts —se remangó la camisa hasta los codos y continuó comiendo —no hay que pensar ni la sala tomará en cuenta lo que deseas para transformarse en consecuencia y no, no hay que pasear por delante. He conseguido formular la ecuación exacta para que la pared sea capaz de sentirnos. Tú me diste la idea
—¿Yo? —preguntó Hermione intentando recordar de qué hablaba.
—Ayer, hablando de la clase de runas antiguas pensé que la mejor forma sería utilizándolas.
—¿Utilizar las runas? —ella dejó la cuchara y Draco supo que su prodigioso cerebro estaba tratando de dar con la respuesta — pintarlas en la puerta —susurró con ojos brillantes y mirándole como si le hubiera regalado un collar de diamantes —¿Has formulado una ejecución de un hechizo de invisibilidad? ¿Combinado con qué? ¿Qué runas has utilizado?
Draco no pudo evitar reír ante la obvia emoción de la castaña y dejó también su cuchara sabiendo que no seguirían comiendo hasta que no le contara todo.
—¿Quieres verlo? —le preguntó en un susurro cómplice.
—¡Por supuesto!
Se levantó de un salto, como una niña a la que hubieran prometido una nueva escoba de juguete y el sonrió. La tomó de la mano, entrelazó sus dedos y se apareció en el pasillo.
—He usado las runas Algiz y Elghiz
—Protección y defensa —susurró ella.
—Exacto —sonrió Draco —combinadas con Wunjo.
—¿Para conseguir tus deseos? —le miró con los ojos muy abiertos —eso es…
—Sí, lo sé —él sonrió poniendo los ojos en blanco —brillante…
Hermione soltó una risita.
—Has ocultado las runas y…
—Si pones la palma de tu mano sobre la pared y deseas que aparezca la puerta, ella lo hará —él se encogió de hombros —una vez me diste la idea de usar runas antiguas solamente había que ajustar la fórmula para que el conjuro convocador traiga la puerta de vuelta. Podría hacerlo sin todo esto, pero tendría que volver a generar el Lugar Seguro una y otra vez, de este modo la palma de tu mano activará el hechizo, única y exclusivamente la palma de tu mano porque la habitación sólo nos reconoce a ti y a mi. Pruébalo.
Ella lo hizo, sintió una suave vibración bajo sus dedos y poco a poco se fue perfilando la madera, los cantos del marco, el pomo…
—Es increíble Draco.
Tomó el tirador y abrió, entrando nuevamente en su Sala Común. Draco entró tras ella, cerró a sus espaldas y la puerta volvió a desaparecer lentamente, desdibujándose con suavidad.
Hermione dejó escapar el aire y sacudió la cabeza con incredulidad.
—Eres… wow
Draco observó el repentino brillo de aquellos ojos castaños, el rubor de sus pómulos, la respiración acelerada que hacía que su pecho subiera y bajara algo más rápido de lo normal y la miró con sorpresa.
Ella estaba excitada.
Solo Hermione Granger sería capaz de calentarse por su inteligencia.
Hubiera reído si no hubiese sido porque verla cachonda le encendía al instante y se le olvidaban las burlas, las bromas y todo lo que no fuera meterse entre aquellas piernas. Ella se chupó el labio y Draco gruñó.
—Creo que no vamos a terminar de comer —dijo dando un paso hacia ella.
—Creo que no —susurró la bruja sacándose la camiseta por la cabeza.
Cuando vio sus tetas desnudas se abalanzó sobre ella y la arrastró hasta su habitación. Comerían después, mucho después.
Eran ya pasadas las ocho cuando, sentados desnudos en mitad de la enorme cama de Draco, ambos devoraban unos sandwiches y unos zumos de calabaza.
Habían pasado la tarde encerrados bajo las sábanas pero finalmente el hambre les había obligado a dejar su encierro y habían corrido a la cocina a prepararse unos bocadillos con los restos de lo que tenían por allí.
Una vez saciados Hermione recogió todo con un golpe de varita y se acurrucó junto a él, acariciando su pecho con la yema de los dedos.
—¿Qué vamos a hacer en Navidad? —preguntó de pronto.
—¿En Navidad? —Draco pareció quedarse completamente rígido la mano que jugueteaba con su pelo se congeló.
—Pasado mañana es Nochebuena
—Pensé que irías con los Weasley —murmuró él volviendo a jugar con los rizos que se esparcían sobre la almohada.
—¿Sin ti? —ella rió suavemente
—Granger… no pienso ir a la comadrejera ni aunque me lo supliques, ni siquiera aunque intentes comprarme con una de esas mamadas tan brutales.
—¡Draco! —ella le golpeó en el costado —no seas bruto.
El rubio rió y se frotó el lugar donde le había pegado.
—Se llama sinceridad.
—No es comadrejera, es Madriguera.
—Lo que sea —se encogió de hombros —no pinto nada allí, sería… como mezclar cuerno de erumpent con crisopo alado —levantó las manos simulando una explosión —boob… explosivo. No creo que sea el mejor momento para confraternizar con los Weasley.
—Draco, todos hemos cambiado.
Él puso su dedo índice sobre sus labios.
—No he dicho que no pueda… mezclarme con ellos o incluso pasar un rato con ellos, solo que no creo que las Navidades sean el momento para hacerlo Hermione. Es una época para estar en familia, con amigos… en confianza ¿Entiendes?
Siguió tocando sus rizos y cerró los ojos.
—¿No irás? —preguntó ligeramente tenso.
—Voy a pasar contigo las Navidades Draco —sentenció Hermione como si no hubiera otra forma de hacer las cosas y no se le hubiese pasado por la cabeza siquiera no estar con él —pero no sé si quieres estar aquí o… bueno, pensé que tal vez querrías estar con Theo, Blaise y Pansy.
Se giró tumbándose a su lado hasta quedar cara a cara con ella.
—¿Por qué?
—Bueno —ella sonrió sin dejar de mirarle, estaban tan cerca que sus alientos se entremezclaban —ellos no tienen familia, ninguno, no realmente. Tu madre continúa en esa especie de coma y yo —se encogió de hombros —creo que estamos todos en la misma situación, podríamos hacer una fiesta.
—¿Invitamos a Potter? —dijo él con burla —creo que también es huérfano
Hermione puso los ojos en blanco.
—Los Weasley son su familia.
—También la tuya.
—Sí —se inclinó y le dio un suave beso en los labios. Deseaba decirle que él también lo era, al menos de momento, que ellos eran como una pequeña familia, pero suponía que saldría corriendo hasta Italia sin mirar atrás si lo mencionaba así que solo sonrió —pero quiero estar contigo y creo que si a ellos les apetece podría estar bien ¿No?
—¿Apetecerles? Blaise siempre está dispuesto a una fiesta, pero no se si Theo tendrá ganas.
Se imaginó que a su amigo no le iba a apetecer estar en medio de dos parejas porque, al fin y al cabo le había dejado claro que le interesaba Granger y Draco era demasiado egoísta y posesivo como para no restregarle en las narices que ella era suya en caso de ver un solo indicio de interés.
Theo le caía bien, no quería hacerle daño, pero no dudaría en hacerlo y casi era preferible evitar la tentación.
—¿Por qué?
—Theo… no creo que le guste estar en medio ¿Entiendes?
Ella abrió un poco los ojos algo sorprendida, pero en seguida bajó las pestañas ligeramente avergonzada.
—Lo sabes —susurró Draco —sabes que él siente algo por ti ¿No es cierto?
—¡No! —ella elevó de nuevo sus ojos hacia él —quiero decir, sí… —carraspeó —lo sé, pero no siente nada por mi, él estuvo… interesado en el pasado, sé que Theo quería, en fin, hubiéramos podido tener alguna cita si yo hubiese… —se mordió el labio —le gustaba, no creo que eso siga siendo así y tampoco creo que tenga sentimientos por mi.
—Le gustas —puntualizó él.
—Bueno, también me gusta Theo —cuando le sintió tensarse añadió —es amable, simpático, divertido, inteligente, atractivo —Draco se iba tensando más y más con cada virtud que ella enumeraba —un gran amigo. Me gusta, como me gusta Harry o Ron.
—Saliste con Weasley…
—Hace años —bufó ella —me gusta como amigo.
—A él le gustas como algo más que una amiga.
—Te digo que no tiene sentimientos por mi, al menos no del tipo romántico.
—Cómo sea no creo que le apetezca vernos juntos ahora mismo.
Ella sonrió
—Eres un buen amigo.
—Soy un egoísta —rectificó él.
—Tal vez podamos hacer una fiesta de año nuevo ¿Qué te parece? Con ellos y Harry, Ginny, Ron… En la Mansión, estaríamos todos juntos, no creo que nadie fuera a atacarnos a todos si procuramos no separarnos. Tal vez podríamos usar la enorme sala de baile. Así podríamos vernos todos ¡Sería genial!
Draco se frotó el puente de la nariz y suspiró.
—¿Tengo posibilidades de evitarlo?
—Ninguna
—Lo suponía.
Ella simplemente rió.
—Mañana iré con Ginny al Callejón Diagon a hacer mis compras de Navidad.
—¿Solas? —preguntó con el ceño fruncido.
—No. Ron vendrá con nosotras. Además necesito decorar todo esto y pensar en la decoración de la sala de música para Año Nuevo.
Draco gimió y decidió que, al día siguiente, intentaría convencer a Blaise para hacer la fiesta en su casa. Con un poco de suerte Pansy pediría ayuda a Hermione y él se quitaría discretamente del medio. Mucho se temía que si lo celebraban en su casa iba a tener que involucrarse mucho más de lo que estaba dispuesto a hacer.
…..
—Mamá está enfadada contigo por no venir a casa en Navidad para quedarte con Malfoy—soltó Ron a bocajarro en cuanto Hermione llegó a Sortilegios Weasley junto a Ginny.
—¡Ronald! —su hermana le dio una colleja. Fuerte —¡Eso no es cierto! Mamá se quedó algo disgustada cuando le dijiste que no iríais. Ella quería que vinieras y trajeras contigo a Malfoy
— Lo que yo he dicho —masculló él.
Ella le fulminó con la mirada
—No tiene absolutamente nada que ver con lo que has dicho tú.
—Según lo interpretes —alzó una ceja y se cruzó de brazos —yo conozco a mamá y ella quiso decir justamente eso.
—Más bien tú quieres decir justamente eso porque estás enfadado con Hermione.
—¡Es que tienes que venir a casa! —explotó él frunciendo el ceño con ferocidad hacia su amiga —¿Cómo vas a pasar la Nochebuena sola? ¡No está bien! Somos tu familia, Hermione.
—No voy a dejar a Draco solo, Ronald.
—Pero podéis venir los dos —intervino Ginny con diplomacia.
—Él no cree que fuera la mejor de las ideas
Ron bufó.
—¿Te va a obligar a estar sin tu familia porque él se siente incómodo en nuestra casa? Pensé que había cambiado ¿No es eso lo que todos decis constanetemente?
—Ron, cree que no os sentiríais cómodos con él. Piensa que son fechas para estar en familia y en confianza. Él me dijo que no tiene problemas en cenar en La Madriguera, pero que quizás lo mejor sería hacerlo un día menos importante.
Ginny entrelazó su brazo con el de su amiga y suspiró.
—Bueno, parece que ya no es tan gilipollas como antes.
—Aún está en periodo de prueba para mi —sentenció Ron mientras caminaban hacia Flourish & Blotts —Hermione ¿En serio tenemos que venir a la librería? Espero que mi regalo no sea un libro.
—Te regalaré una cucharita de té, Ronald —masculló ella.
Él río y Ginny les miró sin comprender, aunque pronto se le olvidó cuando entraron y el nuevo libro de Quidditch en la Historia de las Brujas, le saludó desde una estantería con las novedades de Diciembre.
Hermione pasó la mañana de tienda en tienda, comprando decenas de adornos de navidad y buscando regalos para todos. Compró a escondidas el libro de quidditch a Ginny porque sabía que lo quería pero que con los gastos de los regalos para los demás no le quedaba presupuesto para comprarlo. A Ron un nuevo juego de protecciones de guardián y un kit de limpieza de escobas, a Harry una lechuza blanca muy parecida a Hedwing pero sin las manchas moteadas que la antigua mascota de su amigo había tenido. Después de tantos años era hora de pasar página y él aún no había sido capaz de comprarse una nueva lechuza en todo ese tiempo, una pluma exclusiva de Ave del Trueno grabada con su nombre para Theo, un libro de bocetos mágicos de última generación para Pansy, un pequeño ipod con música para Blaise ya que sabía lo mucho que le intrigaban las tecnologías muggles, unas cartas del tarot firmadas por Cassandra Vablatsky para Lavender, una caja llena de bromas muggles para George, un nuevo delantal y un libro de recetas para Molly, una calculadora solar para el señor Weasley, un interesante libro de Herbología para Neville, un caleidoscopio para Luna y para Draco un juego de matraces especiales, un diario de pocionista grabado con sus iniciales y un manuscrito de Paracelso que había encontrado en una tienda de segunda mano muggle el año anterior. El propietario no tenía ni idea de la joya que tenía porque, obviamente ni siquiera se imaginaba que fue el alquimista más famoso del siglo XV. Antes de irse del callejón no pudo evitar verse arrastrada por el espíritu navideño y buscó un bonito chal para MacGonagall y, pese a su enfado, unos guantes de piel de dragón para Morgan.
Cuando se despidió de sus amigos Ginny la abrazó con fuerza y le prometió que la fiesta de Año Nuevo sería estupenda. Quedaron en verse el día veintiséis para comer todos juntos en La Madriguera, Hermione juró que arrastraría a Draco hasta allí, costara lo que costase y que entonces hablarían de la preparación, las invitaciones y todo lo que pudiera ser necesario. Querían algo íntimo, solo amigos por lo que no podría ser muy difícil que saliera fantástico.
Abrazó a un malhumorado Ron que finalmente le dijo entre gruñidos que la iba a echar mucho de menos y que si necesitaba que fuera a buscarla estaba a una sola llamada de patronus y se aparecería dónde fuera necesario para recogerla.
Saludó a George que agitaba la mano desde dentro de la tienda mientras atendía a un niño de unos trece años y a su padre y se apareció cargada con un montón de bolsas reducidas que, pese a su pequeño tamaño pesaban lo suficiente para hacerla sudar.
Draco no estaba allí y supuso que habría ido a casa de Blaise o San Mungo a visitar a su madre, así que aprovechó para envolver los regalos, etiquetarlos y guardarlos, después sacó las bolsas con adornos navideños y comenzó a ordenarlos sobre la mesa y esparcirlos por toda la sala. En un lado decoraciones para el árbol, en otro lado guirnaldas de luz y color, en otro bolas con hechizos de hadas saltarinas y setas parlantes. Había carteles muggles con frases navideñas, bolas de colores, muérdago y acebo, casitas iluminadas que todas juntas formaban un pueblo y que quería ordenar en el sifonier de la sala hasta tener una pequeña aldea y multitud de diversos abalorios que no sabía muy bien aún dónde quería colocar.
—Por el amor de Salazar Granger —soltó Draco en cuanto se apareció delante de ella un par de horas después —¿Qué es todo esto?
Señaló a su alrededor la explosión de colores y desorden que había por doquier. Era como si una caja de Sortilegios Weasley llena de cohetes y fuegos artificiales hubiera estallado en su salón.
—¡Draco! —ella sonrió —he traído la Navidad. Puede que pasemos la Nochebuena solos, pero eso no significa que no tengamos nuestra propia decoración.
Él gimió
—¿Decoración? —miró a su alrededor completamente alucinado —por lo menos no todo es rojo y dorado.
—Creo que el rojo y el verde combinan muy bien juntos —alegó ella mostrándole la mezcla de colores rojos, verdes, dorados y plateados.
Él hizo una mueca y alzó las cejas
—No está mal.
En realidad le parecía una completa abominación pero supuso que no sería caballeroso soltarle eso cuando ella parecía estar tan emocionada y feliz.
—¿Y cómo esperas que todo esto entre en el salón? —preguntó realmente preocupado por eso. La sala era grande pero si estaba atestada sería como regresar al diminuto apartamento claustrofóbico de Granger.
—Bien yo… he pensado que quizás… —se enredó un mechón de pelo en un dedo tirando suavemente de él.
—Venga Granger, escúpelo —Nada podría ser peor que lo que quería hacer al salón.
—Tal vez ya que llevo dos semanas sin usar la habitación —se mordió el labio —he pensado que podría compartir tu dormitorio y agrandar la sala.
Una parte de él quiso negarse en redondo porque quería su espacio, necesitaba tener su propia habitación con sus cosas, con su privacidad. ¿Qué ocurriría si discutían? ¿Si se hartaban el uno del otro? ¿Si quería estar solo una noche?
Otra parte de él, la parte que quería seguir follándosela hasta hartarse, la que disfrutaba de sus abrazos, de la forma en la que ella dormía enredandose a su cuerpo como una planta trepadora, esa parte dijo ¿Por qué no?
Y finalmente se encontró diciendo justamente eso en voz alta.
—¿Por qué no?
—¿En serio? —la felicidad de su rostro se hizo casi fluorescente.
Si ¿Por qué no? Una vez terminaran las fiestas podrían volver a poner el otro dormitorio si ya se habían cansado de compartir su espacio y además en algún momento ella se marcharía por lo que era un arreglo temporal ¿Qué tenía de malo poder disfrutar de ella aún más?
—Ahora tenemos que conseguir un árbol
—Un árbol —repitió él que ni siquiera se había quitado la túnica de abrigo y seguía paralizado en el mismo punto de aparición.
—Claro, un árbol para decorar.
Draco se pasó la mano por la cara y se preguntó en qué momento había perdido la perspectiva y el mando de su propia vida, no sabía si aquellas iban a ser las mejores o las peores Navidades de su vida. Contempló sus alegres ojos castaños y su enorme sonrisa y suspiró tendiéndole la mano.
—Vayamos a conseguir un árbol entonces.
