Hola a todos!
Demos a Morgan una oportunidad ¿No? ¿A nadie le gusta? ¿Solo un poquito? xD
El capítulo de hoy se lo dedico a mariapotter2002, porque es un día especial para ella así que va por ti!
Besos y abrazos
AJ
De bienvenidas y fiestas
Tres días después la lechuza de Harry les despertó con la mejor de las noticias.
Theo había despertado.
Por fin.
El medimago que le había atendido desde el primer momento fue muy claro con las órdenes que dio en el hospital y encantaron la puerta de la habitación del convaleciente mago para que no permitiera la entrada de más de una persona a la vez.
Como les dijo, el señor Nott había vuelto a la consciencia tras curarse y, si querían tenerlo de vuelta para fin de año deberían dejarle descansar los tres días obligatorios tras el despertar.
Harry aún no era capaz de acostumbrarse a todas esas cosas. Llevaba casi quince años con conocimiento de aquel increíble mundo del que ahora formaba parte, pero seguía sorprendiéndose. ¿Cuánto tiempo de ingreso hospitalario necesitaría un muggle para recuperarse de una intervención como la que había sufrido Theo?
Y allí estaban, pensando en que estaría en apenas tres días celebrando con ellos el nuevo año.
—Impresionante ¿Verdad? —le dijo Hermione apoyándose en él.
No le sorprendió que ella supiera en qué estaba pensando, al fin y al cabo siempre había sido así.
—Totalmente —dijo con una sonrisa de incredulidad —adoro la magia
—También yo —dejó escapar el aire en un hondo suspiro —sobre todo en momentos como este.
—¿Sabes? —siguió hablando Harry —realmente pensé que no saldría de esta —se frotó la cicatriz en ese hábito adquirido que ya no preocupaba a Hermione como lo hacía en el pasado.
—Yo también lo pensé —respondió con un estremecimiento sin querer recordar esa noche infernal.
Dentro de la habitación Draco se sentó en la silla que había cerca de la cama y miró a su amigo cruzándose de piernas.
—Estás hecho un asco
Theo farfulló y se tocó la sien donde aún tenía algunos hematomas y marcas, además de un trozo de pelo rasurado.
—El sanador me dijo que hoy me daría un poco de poción para el pelo —se encogió de hombros —teniendo en cuenta que casi no lo cuento no es que me importe mucho parecer una lechuza desplumada.
—Más bien yo diría un Augurey desplumado —Draco suspiró —tío, nos diste un buen susto.
Él alzó las cejas con una mueca burlona pero finalmente le miró con gravedad.
—No recuerdo nada solo algunos flashes que en realidad no sé si son reales o sueños que tuve mientras estaba inconsciente. Bajé a por unas botellas de vino y me he despertado aquí.
—Creo que las cosas se están poniendo un poco más peligrosas. Quizás no sea buena idea dejar el Lugar Seguro por el momento.
—No sé por qué te doy este consejo, sobre todo teniendo en cuenta que me conviene que metas la pata. Pero si estás pensando en decirle a Hermione que no salga yo me lo replantearía de nuevo antes de abrir la boca porque no lo va a hacer. Además junto con Potter es una de las investigadoras del caso, no puede hacer mucho encerrada.
—Encerrada pero viva —siseó Draco con brusquedad.
Theo le observó como si estuviera leyendo dentro de su misma alma. Si no fuera un increíble oclumante, habría pensado que estaba intentando practicar legeremancia con él. Pero no había sentido ningún intento de intrusión. Theo, siendo Theo, únicamente observaba y analizaba.
—Así que al final el cazador ha sido cazado ¿No?
—¿Cómo dices?
Theo, contra todo pronóstico, se echó a reír con deleite.
—No me jodas, Draco Malfoy enamorado de una hija de muggles. Vivir para ver. Jamás pensé que llegaría a ver algo como esto. Nunca habría apostado porque algo así ocurriera ¿Sabes? Le debo cincuenta galeones a Blaise. Mierda.
—¿Apostasteis?
—Tío, Blaise y yo hace años que apostamos por prácticamente todo —la risa se convirtió en una sonrisa triste —supongo que mis oportunidades son cada vez menos.
—¿Por qué nunca le dijiste nada a ella? —preguntó Draco antes de poder controlarse.
—Supongo que nunca encontré el momento y su amistad era demasiado importante para mi. Aún no es.
—Ella estaba terriblemente preocupada.
—Sí, lo imagino. Hermione me quiere —dijo con simpleza —del mismo modo que quiere a Potter, supongo —se encogió de hombros restándole importancia.
—Supongo que debería pedirte disculpas por…
—Por nada. Es ella quien hace la elección Draco, no tú, ni yo. Solo quiero que sepas que, si esa elección cambia yo estaré ahí y que toda esa mierda de no tocar a las ex de mis amigos… bien, me importará un knut.
—Entendido —respondió Draco sabiendo que aquello jamás pasaría porque no pensaba deshacerse de ella ni mucho menos dejarla escapar —Ahora creo que la dejaré entrar porque, si la conozco, y creo que sí, estará dejando un surco en medio del pasillo.
Dando un golpe en la pierna de su amigo, Draco se marchó.
—Pasa tú ahora —dijo Harry cuando vio que la puerta se abría para dejar salir a Malfoy.
—¿Cómo está? —preguntó ansiosa al rubio acercándose a él.
—Está sorprendentemente bien —respondió retirando un rizo de su frente y colocándolo tras su pequeña oreja —te está esperando.
—Bien
Sin más, la castaña entró y cerró tras ella.
—¡Theo! ¡Cielo Santo no me puedo creer que estés vivo! —se lanzó hacia él y le abrazó.
—¡Ouch! —se quejó por el impacto pero ella no se apartó y él la rodeó con sus brazos.
—Lo siento —susurró sin quitarse de encima.
Necesitaba eso, ese momento, esa constatación de la realidad.
Hundió la cara en su cuello y ahogó un sollozo.
—Venga venga Hermione —dijo Theo con burla en su voz pero los ojos ligeramente humedecidos —no os vais a librar de mi tan fácilmente.
—No seas idiota —gruñó aún abrazada a él —nos has dado un susto horrible Theo. No creímos… de verdad que… yo… mierda.
Se levantó limpiándose los ojos y le dio un beso en la frente antes de sentarse en la misma silla que había ocupado Draco un rato antes.
—Te vi, entré a verte ¿Sabes?
Así que no había sido un sueño, pensó Theo que recordaba haberla oído en algún momento rogándole que no muriera.
—¿Te dejaron? —preguntó sin embargo.
Ella sonrió algo azorada.
—Fui insistente —suspiró —de verdad estaba muy asustada Theo. Fui muy grave.
—Lo sé —respondió él con la voz levemente tomada.
—Mientras estés aquí Harry ha puesto aurores a vigilarte y Draco, Blaise y yo protecciones de todo tipo. Pero cuando salgas irás al Lugar Seguro y no te moverás de allí.
—¿Y qué hay de ti? —dijo antes de poder evitarlo.
Cuando la vio fulminarle con la mirada quiso darse una patada mental. Había aconsejado al idiota de Malfoy que no hiciera justamente lo que él acababa de hacer.
—Quiero decir, tienes el mismo riesgo Hermione —siguió cavando su propia tumba alegremente, cada vez más profundo —¿Quieres terminar así como yo? ¿En una de estas camas?
—No es lo mismo Theo. Es mi trabajo.
—En realidad es trabajo de Potter —dijo en desacuerdo.
Ella soltó el aire por la nariz pero al ver una mueca dolorida en el rostro de su amigo se apresuró a ayudarle a colocar la almohada.
—No voy a pelear contigo.
—Mejor —replicó él —no creo que pudiera pelear demasiado.
—Estarás para la fiesta de Año Nuevo.
—¿Crees que es inteligente?
—Sí —respondió con convicción —todos estaremos juntos. No vamos a dejar que nos destrocen aún más las Navidades. Además hay que celebrar que estás vivo. Después vamos a ir a por ellos y van a terminar con sus culos en Azkaban.
—Supongo que hasta después de Año Nuevo el tema de Chadburn está parado.
—Completamente —dijo frunciendo los labios —ya sabes cómo funciona el Ministerio. Los únicos que están al pie del cañón son los aurores.
—Cómo si el mal durmiera en Navidad —rió sin humor —soy la prueba de que eso no es así ¿Verdad?
Ella le aferró la mano y la apretó con cariño.
—¿Cómo estás tú? —preguntó Theo un rato después.
Se miraron. Los dos sabían que era exactamente lo que preguntaba.
—Muy bien —se mordió el labio con una media sonrisa —yo… yo creo que las cosas han cambiado. Él ha cambiado —sacudió la cabeza con incredulidad —en algún momento hemos dejado de fingir.
Theo alzó las cejas con ironía
—¿De veras? No me había dado cuenta.
Ella le golpeó el hombro.
—Oh cállate —estaba un poco sonrojada y la sonrisa de Theo se amplió.
Ella sabía que tal vez era un poco cruel hablar con Theo de Draco, sabiendo como sabía que en el pasado estuvo interesado en ella, pero no creía que esos sentimientos hubieran sido tan profundos como el rubio parecía creer, además él no parecía dolido por su relación con Draco.
—Si te hace daño le enviaré en un traslador solo de ida a Anchorage. Creo que está a unos cuatro mil quinientos kilómetros ¿Sería lo suficientemente lejos? En invierno llegan a los veinte grados bajo cero. Podría enviarle allí en bañador.
Ella rompió a reír pero se temía que las palabras de Theo no eran un chiste para él.
—Creo que dejaré entrar a Harry, además Blaise habrá llegado y supongo que estará a punto de tirar la puerta abajo.
Theo puso los ojos en blanco.
—Prefiero tu compañía. Pero no le digas que lo he dicho
Ella se agachó para darle un beso en la mejilla.
—Volveré mañana.
—Te esperaré —respondió él.
Y a Hermione, sus palabras le sonaron mucho más trascendentales de lo que deberían.
….
El día de Año Nuevo llegó en un parpadeo.
Ginny, Pansy y Hermione habían quedado a media mañana para preparar la sala de música. Con todos los problemas que se habían presentado, Draco y ella no tuvieron tiempo de hacer las cosas con la antelación que querían, así que todo quedó para el último minuto.
Con ayuda de los elfos, las tres brujas decoraron toda la estancia en tiempo record. Guirnaldas, acebo, muérdago, globos luminosos y hasta media centena de hadas que Hermione había solicitado para decorar la sala.
Una de las cosas que hizo en Regulación de Criaturas Mágicas fue reglamentar el uso de esos pequeños seres que, habitualmente, eran usados por magos y brujas como elemento de decoración. Dada su poca inteligencia y que no era posible pagarles con dinero mágico, se llegó a un acuerdo por el que se intercambiaba su tiempo por distintos elementos que ellas precisaban y no podían conseguir por sus propios medios, ya sean bebidas alcohólicas o alimentos elaborados.
—He ido al desván —dijo Hermione señalando un montón de cajas que había en un rincón — allí hay más decoraciones para el árbol, además de una rueda musical.
—Bien —dijo Ginny sacudiéndose las manos en los vaqueros —esto casi está.
—Quiero veros a las dos con el vestido que os he enviado —dijo Pansy que usaba la varita para elevar una de las guirnaldas y colocarla bajo las molduras del techo.
—Por supuesto —respondió Ginny —no es que tenga muchos vestidos de fiesta. Además es hermoso Pans.
—Obviamente lo es —respondió la morena con una sonrisa — lo he diseñado yo.
Las tres rieron y siguieron colocando todo lo que tenían a mano por lo que, una hora después todo estaba perfecto.
Habían colocado el enorme abeto bellamente adornado en una esquina cerca de la mesa alargada en la que cenarían, multitud de velas flotaban en el aire entre las hadas.
—Espero que ninguno de esos bichos tontos se fría con una de las llamas de las velas —murmuró Pansy.
Hermione la regañó pero Ginny solo rió completamente de acuerdo.
—Reconócelo Hermione, no son las criaturas más listas del mundo.
—Son mariposas con algo de cerebro —terció Pansy —bonitas y poco más.
—Son seres mágicos.
—Sí —respondió la morena —y las cucarachas parte del mundo animal y no por eso son listas o sirven para algo.
—Las hadas adornas —apostilló Ginny.
Las dos chicas se rieron y siguieron a la castaña hasta el hall de entrada.
— A las ocho en punto —recordó Hermione.
Las dos chicas la saludaron con la mano antes de aparecerse.
—¿Habéis terminado?
Draco subía del sótano cuando la encontró.
—¿Quieres verlo?
Él negó con la cabeza y rodeó su cintura con los brazos.
—Luego —respondió buscando su boca —ahora quiero despedirme de este año —dijo entre besos ligeros que iban poco a poco subiendo de intensidad.
—Aun queda mucho rato para que acabe —suspiró Hermione bajo el asalto de su boca.
—Mejor —respondió apareciéndolos en su dormitorio —Ahora vas a portarte bien —murmuró dejando sus labios para mordisquearle la barbilla, dejando un reguero de besos por su mandíbula hasta llegar al lóbulo de su oreja. Lo succionó, sonriendo al escuchar el jadeo de ella y empujó las caderas contra su centro.
Las manos de Hermione se entrelazaron por detrás de su cuello y enredó los dedos en aquel suave pelo platinado, tirando de él cada vez que su erección se frotaba contra ella, buscándola.
—Te deseo —siseó él bajando las manos hasta sus nalgas para apretarla contra él.
—Tómame entonces —susurró ella con la voz enronquecida.
Los labios de Draco se torcieron en una mueca divertida, sacó la varita de la túnica y la apuntó, desapareciendo su ropa con un hechizo no verbal.
Hermione jadeó con sorpresa pero antes de que pudiera decir nada él hizo lo mismo con sus propias prendas y, con un movimiento brusco la giró hasta que sus rodillas chocaron con el borde del colchón.
Draco tenía su cuerpo completamente pegado a la espalda de ella, una de sus manos rodeaba su cuello, tirando de ella hacia atrás, la otra masajeaba uno de sus pechos, pellizcando el erecto pezón y rodándolo entre sus dedos.
—Perfecto —susurró dejando que su polla se frotara contra la separación de sus nalgas —te tomaré entonces.
Con un golpe de cadera la hizo perder el equilibrio y el torso de Hermione se cayó hacia delante. Apoyó las manos en el colchón y gimió cuando él, ante esa nueva posición, se acercó a ella sujetando sus caderas mientras acariciaba sus nalgas, separándolas para ver su cuero abierto, para que su glande se deslizara entre sus labios en caricias lánguidas.
—Parece que te gusta —susurró pellizcando uno de los cachetes de su culo —goteas tanto que me has empapado la polla y ni siquiera he entrado dentro de ti —siguió balanceándose, restregándose contra su vulva.
—Draco —ella gimió su nombre moviéndose hacia atrás, buscando más fricción.
—Pequeña bruja viciosa —rió y le dio una palmada en la nalga. Ella se sorprendió, pero a la segunda palmada gimió sintiendo como se empapaba más aún —he encontrado un pequeño secreto ¿Eh? —le dio otro pellizco. Ella volvió a gimotear y apoyó los codos y los antebrazos en el colchón, lo que hizo que su postura cambiara. Draco la miró, intentando controlarse y le dio otra palmada, gruñendo al ver la tierna piel levemente enrojecida —Oh joder, sí. Le separó las nalgas y se lamió los labios al ver el rosado coño humedecido y el pequeño y fruncido orificio de su ano.
Deseó arrodillarse y darse un festín con ella, pero la necesidad se arremolinaba en su vientre, aunque se juró que la tendría así muy pronto.
Agarrando la base de su miembro lo guió hasta su entrada sin dejar de observar como la gruesa cabeza se empujaba contra los tiernos labios. Hermione gimió y él volvió a sujetar aquellas nalgas enrojecidas y se hundió en ella hasta la empuñadura.
—¡Draco! —chilló porque quizás había sido demasiado brusco sin pensar en su tamaño. Pero antes de que pudiera disculparse sollozó entre gemidos empujándose hacia él.
—Joder Hermione —sin dejar de mirar se lamió los resecos labios y salió de ella lentamente. Su miembro brillan, cubierto de sus fluidos y Draco gimió volviendo a empujarse en aquel canal que lo ceñía como un guante apretado —esto es tan caliente —susurró acariciando el fruncido anillo de músculos de su entrada trasera sin dejar de penetrarla más rápido, con más fuerza.
—Oh Dios —murmuró ella apretando las nalgas con la caricia.
Sus músculos internos se oprimieron por la impresión y estrangularon su miembro hasta hacerle jadear.
—Mierda no voy a durar —volvió a acariciarla en el mismo punto, frotándolo, apretando levemente la yema de su dedos solo para que su cuerpo volviera a estrecharse en cada embestida.
Ella colapsó, se corrió sin previo aviso y jadeó, como si el orgasmo le hubiera pillado completamente desprevenida, su cuerpo tembló y con cada espasmo exprimía su polla hasta que Draco la siguió en el éxtasis.
Cayeron en la cama aún unidos, completamente aturdidos.
—Creo que estaba demasiado excitado —susurró retirándole los humedecidos cabellos de la nuca para besar su cuello —ahora estoy más tranquilo, así que…
—¡Draco no! —dijo ella intentando reptar por la cama —tengo que arreglarme.
—Luego —respondió él echándose sobre ella y aplastándola contra el colchón
—Hmmpff —gruñó con la cabeza pegada al edredón.
—¿Cómo dices Granger?
Ella corcoveó y se removió bajo su cuerpo.
—¡Hhhhhmmmppf! —repitió
—Como desees —susurró mordiéndole el hombro —tenemos toda la tarde preciosa
Exactamente cuarenta y cinco minutos antes de que llegaran sus amigos, Hermione corría a la ducha cerrando la puerta del baño con un fermaportus al ver que el rubio tenía intenciones de ir tras ella.
Draco solo soltó una alegre carcajada y recogió la habitación.
La importaba una mierda llegar tarde a su propia fiesta. Había que priorizar y aquella bruja de cabello alborotado era la primera de su lista personal.
Llegaron al hall por los pelos a las ocho en punto cuando Potter y la pequeña comadreja llegaron con Weasley y Brown. Hermione había salido enfundada en un vestido plateado que dejaba al descubierto sus brazos, entallaba su cintura y caía hasta sus tobillos envolviendo su cuerpo en seda. Llevaba el pelo sujeto de nuevo en un moño flojo como en aquel baile en el que todo comenzó y la tentación de alborotarle el cabello con las manos y arrancarle el vestido con los dientes fue tan brutal que dio gracias a Merlín porque ella hubiera salido corriendo al ver las intenciones en sus plateados ojos.
—Puntualidad absoluta —dijo la pelirroja mirando a Hermione —¡Estás espectacular! —añadió con una enorme sonrisa.
—Tú también —respondió ella abrazando a Harry y a Ron —Lavender que bien que hayas podido venir, estás preciosa —le dijo a su antigua compañera con total sinceridad agarrándola una mano.
—Gracias Hermione —la chica se tocó la mejilla inconscientemente donde aún quedaban marcas de las garras de Greyback. Marcas que siempre estarían allí, recordándole su enfrentamiento cara a cara con la muerte.
—No hagas eso —dijo al verla. Ron abrió los ojos desmesuradamente, al igual que Ginny, pensando que Lavender se tomaría mal un comentario hacia su rostro desfigurado—estás preciosa y las marcas las llevas tú, no ellas a ti —le mostró las cicatrices de su antebrazo —hemos sobrevivido, estamos aquí, vencimos —sonrió sujetando las dos manos de la chica y les dio un apretón —no olvides eso nunca.
Los ojos de Lavender se abrieron un poco por la sorpresa, después se humedecieron pero finalmente asintió con una enorme sonrisa.
—Tú también estás preciosa, Hermione. Gracias por invitarme
—Pasad —dijo señalando a la sala mientras Neville, Hannah, Blaise, Theo y Pansy aparecían ante la puerta e iba a su encuentro —¡Hola! Les abrazó a todos y después de hablar con Pansy y agradecerle una vez más su precioso vestido, les dijo que pasaran al salón de baile.
La cena fue maravillosa y la sobremesa se alargó más de la cuenta cuando llegaron George, Angelina, Bill y Fleur, quienes habían dejado a los niños con su madre y decidieron ir a la fiesta que se había convertido en una celebración en honor a Theo.
Cuando consiguieron dejar la mesa para que los elfos pudieran retirarlo todo y poner la música, eran ya las once de la noche.
Hermione bailó con Draco, pero también con Theo, con Harry, Ron , Blaise, incluso bailó con Bill quien, sorprendentemente, era tan hábil en un salón de baile como rompiendo maldiciones.
Quince minutos antes de la media noche llegó la última invitada.
—Lo siento —dijo Luna Lovegood parada bajo el dintel de la puerta de entrada —mi traslador se retrasó y casi llego tarde.
Hermione la abrazó con fuerza al verla allí de pie, con su largo pelo rubio suelto sobre sus hombros, unos vaqueros desteñidos, una camiseta rosa de tirantes bajo la túnica abierta y una pequeña mochila a sus pies.
—¡Luna! —tiró de ella para hacerla entrar
—Hola Malfoy —dijo la chica al ver a Draco parado al lado de la puerta del salón de baile.
—Lovegood —respondió con un asentimiento.
—No he podido vestirme —dijo mirándose a sí misma y mirando luego a Hermione con una sincera sonrisa —que guapa estás —añadió.
—Estás perfecta —replicó Hermione entrando con ella a la fiesta.
Draco elevó una perfecta ceja rubia ante su comentario, pensando en la forma tan vil en la que Granger había mentido. Lunática estaba muy lejos de estar perfecta. Venía de un viaje probablemente largo y cansado y se notaba.
Pero ciertamente a él le daba igual cómo fuera Luna Lovegood vestida, así que entró tras ellas y se acercó a Granger porque estaban cerca de la media noche y pensaba ser él el primero en besarla cuando las campanadas anunciaran el final del viejo año y el inicio del nuevo.
Y eso hizo. Se quedó cerca de ella y cuando el reloj dio la última campanada arrastró a Hermione a sus brazos y besó la sonrisa que ella aún tenía dibujada en su rostro.
—Feliz Año Nuevo, Hermione —susurró antes de darle un nuevo beso.
—Feliz Año Nuevo, Draco.
Le dio un breve abrazo y repartió besos a todos sus amigos mientras dejaba que Draco hiciera lo propio.
—No voy a darte un beso, Potter —dijo tendiéndole la mano con una sonrisa burlona
—Ni yo a ti, Malfoy —respondió devolviéndole el apretón.
—¿Esta vez no me rechazas?
Harry sonrió mirando a Hermione
—Creo que será mejor que no.
—¡Feliz Año!
Exclamó Ron abrazando a Harry y golpeando animadamente a Malfoy en el hombro antes de irse a buscar otra víctima.
—¿Y a mi me darás un beso, Draco? —preguntó Blaise poniendo morritos y acercándose al rubio.
Malfoy le dio una colleja y se alejó.
—Apunta con esos morros a Parky mejor. Feliz Año Theo —le dijo a su amigo palmeando su espalda —¿Cómo te encuentras?
—Casi recuperado —respondió él que no dejaba de mirar a Luna —¿Qué hace aquí Lovegood?
—Hermione la invitó.
—Pensé que estaba en Egipto o en algún punto de África
Draco se encogió de hombros.
—Ni idea, vino a última hora en un traslador. ¿Os conocéis?
—Nos conocimos —puntualizó Theo —hace mucho de eso.
—¿También erais amigos en Hogwarts?
Theo levantó la mirada de golpe y observó a Draco con aquella máscara tras la que siempre se escondía.
—Hermione —susurró —¿Te lo contó?
—Nos lo contó a todos en la noche que pasamos en el hospital.
Theo sonrió.
—Así que a todos ¿Qué dijo Weasley?
Draco rió.
—¿Y bien? ¿También eras amigo de Luna?
—No creo que pueda llamarse amistad, pero sí, la conocí en Hogwarts.
—Que mamón —espetó Draco con una risita —siempre hemos pensado que eras un misántropo y resulta que al final tenías más vida social que yo.
Su amigo se encogió de hombros.
—Valgo más por lo que callo que por lo que digo.
—Ahí viene tu amiga —murmuró Draco —iré a buscar a Granger.
Eran ya las dos de la mañana cuando un nuevo invitado apareció en el umbral, solo que a este nadie le había invitado y no venía solo.
—¿Morgan? —preguntaron Harry y Hermione a la vez.
Atwater estaba herido, tenía la túnica desgarrada, un enorme hematoma en el rostro, le salía sangre de la nariz y respiraba con dificultad, arrastrando a un hombre al que llevaba sujeto del cuello.
—Po… Potter —jadeó balanceándose.
Al ver que perdía el equilibrio, Harry se acercó para estabilizarle. Draco chasqueó la lengua, San Potter y su heroísmo, pensó con maldad, podría haber dejado que Atwater se cayera de boca al suelo.
—¿Qué ha pasado Morgan? —preguntó el auror.
—Le tengo —dijo con voz espesa —él… él atacó a Nott —tiró del peso muerto que llevaba a cuestas.
—¿Quién es? —preguntó Hermione que no conocía al mago.
—Warren, Ben Warren.
—¿No le quitamos de la lista? —preguntó Draco
—Sí —murmuró ella con fastidio —creo que deberíamos llevarle a San Mungo —dijo al ver que Morgan estaba cada vez más pálido.
—No —dijo el Inefable —poción reabastecedora de sangre —dijo mirando a Malfoy —Potter encierra a Warren, tenemos que hablar con él antes… antes de llevarle…
Draco se fue a por las pociones y Hermione levitó a Morgan y lo llevó a una de las habitaciones de invitados de la primera planta del ala Oeste mientras Harry inmovilizaba al detenido.
—Es una pena que desaparecieran las mazmorras en la remodelación —masculló Blaise dando una patada al tipo que estaba tirado en el suelo amarrado con cuerdas.
—No lo hagas Theodore Nott —el hombre sintió la pequeña mano de Luna sobre la suya, que aferraba la varita con fuerza, dispuesto a usarla sobre su atacante. Sobre aquel cabrón que casi lo había matado —No merece la pena.
Theo quiso rebatirla, quiso discutir y explicarle por qué valía toda la maldita pena. Pero aquellos ojos azules lo miraban llenos de comprensión e inocencia y Theo se encontró guardando de nuevo la varita.
—Lo pagará, pero no así —añadió ella regalándole una bonita sonrisa —Harry hará que lo pague.
—Espero —respondió pensando que, si no era así, él mismo se encargaría.
—Me parece que se acabó la fiesta —murmuró George que se llevaba a Angelina hacia la puerta.
Se despidieron todos y únicamente se quedaron Draco, Harry, Ginny y Hermione atendiendo a Morgan.
—Creo que debemos llevarlo a San Mungo —volvió a decir Hermione.
—Es posible —dijo Harry asustado por la palidez del mago.
—No es necesario —Draco le había mirado por encima y cerrado las heridas por las que perdía sangre —la poción hará efecto completo en una media hora, después dormirá el resto de la noche y mañana podrá decirnos que coño ha pasado y por qué ha venido justo aquí para joderme el primer día del año.
