Hola!
La primera escena es una petición que me hizo alguien en otra plataforma, me pareció que podía ser algo simpático, así que lo añadí al capítulo.
Creo que por aquí a todos les gusta Luna para Theo... bueno, quizás más adelante puedan acercarse un poquito más, a ver qué tal se da el resto de la historia! (A mi también me gustan)
Aunque veo que Morgan solo me gusta a mi xD
HelenaJane28, bienvenida!
Verdades, mentiras y misivas
Astoria, furiosa como nunca, había quemado la respuesta de Draco, había lanzado maldiciones a toda la habitación , destrozando las cortinas, los cojines, los muebles e incluso la ropa, hasta que no dejó nada en pie.
Cuando su rabia se drenó llamó a un par de elfos domésticos y les ordenó que arreglaran todo lo que había roto mientras se iba a la ducha.
Estaba harta de no ser capaz de recuperar a Draco.
Se desnudó y se observó frente al espejo.
Era mil veces más hermosa que Granger. Delgada, estilizada, con un cuerpo firme y elegante. Piel pálida, sin una sola imperfección, fruto de siglos de pureza, de siglos de genes perfectos.
Su cabello era suave y brillante, sin un solo enredo, su cuello fino, hombros redondeados, pechos pequeños pero erguidos, coronados por pequeños pezones marrones. Su cintura era estrecha, al igual que sus caderas, sus piernas largas y torneadas, con un triángulo de rizos oscuros perfectamente recortados.
¿Cómo era posible que Draco prefiriese a esa mujer sosa, si gracia y tan… tan del montón?
Ella era perfecta, solo necesitaba que él se diera cuenta de eso.
Y lo haría, eventualmente. Tenía que ser paciente. Cualquier sabía que Draco jamás llegaría a nada serio con una hija de muggles, puede que los prejuicios hubieran sido abolidos con la caída de Voldemort, pero él era un Malfoy, no echaría por la borda siglos de pureza por una mujer que ni siquiera era hermosa.
Después de ducharse se secó y salió del cuarto de baño sin cubrirse.
Jamás habría pensado que, al acceder a su dormitorio privado un hombre estuviera allí, mirándola con la boca abierta y los ojos desorbitados.
Astoria chilló, se tapó con una mano los pechos y con otra su sexo y saltó de la impresión, intentando que aquel babeante auror que la miraba como si jamás hubiera visto a una mujer en su vida, no viera más de lo que ya había visto.
—¡Date la vuelta! —chilló la bruja buscando algo con lo que cubrirse.
—Perdón, perdón —mascullaba el hombre que pese a todo seguía comiéndosela con los ojos.
—¡Que te gires! —se puso una bata que había encontrado al lado del tocador, una bata tan trasparente, que más que tapar parecía ensalzar su belleza.
—Lo siento —finalmente el auror se dio la vuelta, tan colorado como ella.
—¿Qué demonios haces aquí? ¿Quién eres?
—Auror Higgs, señorita —dijo él después de carraspear.
—¿Y qué haces en mi casa? No, mejor aún ¿Qué haces en mi habitación?
—Han dado aviso de que ha sufrido un ataque, vengo a comprobar que todo está bien, que no ha sido herida y a tomar declaración.
—¿Un ataque?
Rabiosa, dio una patada a la puerta, ignorando el dolor que sintió en el pie.
—Ese imbécil me las pagará.
….
Una semana después Draco cambió de opinión con respecto a Astoria Greengrass.
No era una zorra egoísta, era una maldita zorra psicótica.
Miró la primera página del diario El Profeta y sacudió la cabeza con incredulidad ¿Qué demonios tenía esa idiota en la cabeza?
Debió de hablar en voz alta porque Hermione, que estaba desayunando al otro lado de la mesa con su propia edición del periódico respondió:
—Serrín, o aire, más bien —continuó agitando su café con la varita mientras leía el mismo artículo que estaba leyendo él.
Las verdades y las mentiras del heredero de los Malfoy
por Rita Skeeter.
Draco Lucius Malfoy, heredero de dos de las fortunas de las familia de sangre pura más conocidas de Londres, los Malfoy y los Black, mortífago redimido y soltero codiciado por las brujas más bellas de Inglaterra y Francia, quien hasta hace unos días había roto los corazones de cientos de mujeres por la seria relación que tenía con la heroína de guerra Hermione Jane Granger, hija de muggles y tercer miembro del trío dorado, parece que vuelve a estar en el mercado… o no, porque ha sido visto con Astoria Greengrass, la pequeña de la familia Greengrass con quien ya había estado relacionado unos años atrás.
¿Es posible que nuestra heroína de guerra haya dejado escapar al sexy mortífago reconvertido en un mago de bien?¿Ha decidido Malfoy que la belleza de Astoria Greengrass le conviene más que la influencia de la mejor amiga del señor Harry Potter?
Tendremos que esperar a ver qué es lo que ocurre porque ¿Será que Draco Malfoy estaba utilizando a Hermione Granger para limpiar su nombre dejándose ver con una hija de muggles cuando en realidad seguía manteniendo su relación con la pequeña de los Greengrass?
Espero poder seguir actualizándoles en el próximo número.
—Esta foto es de hace más de tres años —escupió Draco tirando el periódico sobre la mesa.
Se levantó y fue hacia el escritorio, sacó pergamino y tinta, mojó la pluma de águila real que tenía grabado su nombre y comenzó a escribir.
Señor Beaumont,
Ruego tome medidas contra El Profeta y, específicamente contra la señorita Skeeter por difamación y calumnias, así como por no contrastar la información recibida antes de imprimirla en prensa. Como abogado estoy seguro que sabrás con cuantas demandas podemos empapelarlos a todos.
Te adjunto el artículo. Información falsa aportada por la familia Greengrass con una foto privada de hace más de tres años.
Igualmente te solicito que hables con Armand Greengrass y le expliques mi intención de demandar a su familia si no toma decisiones drásticas con su hija.
No estoy dispuesto a que siga jodiéndome la vida.
Atentamente,
DM
Hermione estaba tras él leyendo mientras escribía con aquella letra elegante y perfecta.
Murmurando para sí mismo, había sacado otro pergamino y otro bote de tinta y estaba escribiendo de nuevo.
Gracias por utilizar una foto que sé que únicamente tienes tú. Se lo has puesto muy fácil a mis abogados. El único consejo que voy a darte es que hables con tu amiga Skeeter y le aconsejes arreglarlo porque todo el peso de la la ley va a ir contra vosotras dos, sin piedad.
Acepta de una vez que solo éramos amigos, éramos, en pasado, porque ya me he cansado de tus juegos.
DM
Hermione se quedó en silencio mientras él lacraba las cartas y las enviaba.
—Seguramente Beaumont querrá citarme en su despacho hoy —dijo levantándose y yendo hacia ella —si te parece iré a hablar con él y pasaré a recogerte después al Ministerio.
—Perfecto —ella le dio un beso que hizo que el ceño del rubio se relajara un poco —voy a darme una ducha —sola —puso la mano en su pecho para impedirle caminar hacia ella —me niego a llegar tarde otra vez.
No sirvió de nada. Cuando Hermione llegó a su despacho, con treinta minutos de retraso, Harry ya le había mandado dos avisos para la reunión que tenían a primera hora.
—Lo siento —dijo entrando en la sala de reuniones dónde varios aurores estaban sentados alrededor de la enorme mesa.
Harry solo puso los ojos en blanco y continuó hablando.
—El uso de veritaserum en los detenidos fue aprobado y ya ha pasado el tiempo suficiente para evitar la posibilidad de que alguno de ellos hubiera tomado el antídoto para contrarrestarlo. En una semana, para que podamos también usarlo en Warren, se llevará a cabo el interrogatorio. Por el momento Morgan Atwater está siguiendo las pistas que tenemos para dar con Adalid Rymer y por fin tenemos a Joan Barbrow bajo custodia.
—¿Ha dicho algo Barbrow? —preguntó Hermione
—Por ahora nada —respondió Harry que elevó una fotografía para clavarla en el tablón que había tras él —pero hemos encontrado algunas cosas interesantes en su casa.
Había varias fotografías tomadas por los aurores a cargo del registro, donde se veían las pruebas etiquetadas.
—Ahora mismo no podemos acceder a los objetos hasta que se hagan las pruebas precisas, tengo también a Abney en esto, utilizando tecnología y medios muggles. También está usando las bases de datos de la policía metropolitana para buscar posibles sospechosos que puedan tener relación con nuestros detenidos o con las personas que tenemos en busca y captura.
—¿Qué pruebas son? —volvió a preguntar Hermione
Vio a Harry fruncir los labios y supo que tenía ganas de decirle algo que nunca le diría delante de aquellos aurores.
—Hay cartas —dijo sin embargo —algunas con remitentes conocidos como Finch-Fletchley y Kirke. También hay otras que creemos que son de Adalid Rymer. Morgan está con ello. Hemos encontrado poción para contrarrestar el veritaserum, varias publicaciones del BR que nos tienen investigando las imprentas en las que se han podido imprimir. El último número era el diez por lo que estamos intentando hacer una cronología sobre esto.
—¿Números? ¿Tienen una publicación?
—Sí —la mirada de Harry era de preocupación —en el informe que tienes sobre tu mesa —añadió con cierto sarcasmo ya que estaba claro que no lo había leído —tienes las fotografías. No puedes acceder a los objetos hasta que se termine la cadena de custodia y puedan ser solicitados en registros de pruebas.
—Luego les echaré un vistazo.
—Las publicaciones son preocupantes —dijo Harry —el odio, la rabia… la sed de sangre. No sé quién está detrás de todo esto pero debemos pararlo antes de que consiga encontrar a más locos que le sigan en su cruzada personal.
—Entonces es importante dar con la imprenta y parar esto.
—Necesitamos saber cómo se distribuyen, quien se encarga de eso y quienes lo están recibiendo.
—¿Puede ser algo así como una suscripción? —preguntó Creepingbear.
—Debe funcionar de forma similar —dijo Harry —pero aquí no puedes apuntarte por internet ¿Verdad?
—¿Y por qué no? —preguntó Hermione dejando la sala en silencio —Quiero decir, estamos hablando de hijos de muggles, de gente no mágica, de squib… ¿Por qué motivo no pueden estar utilizando internet para esto?
—Mierda —susurró Harry quitándose las gafas para pasarse las manos por la cara en gesto cansado —¿Crees que hay algún tipo de página web?
—Es posible que unos pocos, los más tecnológicos o los más jóvenes puedan estar usando la red para montarlo todo. Es necesario publicar fisicamente porque no todo el mundo tiene los conocimientos o la posibilidad de un acceso fácil a internet.
—Bien. ¿Alguno de vosotros tiene conocimientos de tecnología muggle? ¿De redes? ¿Informática?
—Posiblemente Halfnaked pueda ayudarte. Es hija de muggles, pero puedo poner la mano en el fuego por ella. No está metida en esto —dijo Creepingbear.
—Es una aseveración importante —replicó Harry —yo también hubiera puesto la mano en el fuego por Dean Thomas y, quizás sin saberlo, estaba metido en esto junto a Seamus Finnegan.
—Halfnaked está casada con Marcus Flint —respondió Creepingbear —creo que estudió contigo en Hogwarts. Él también está asustado y han multiplicado las protecciones en su hogar.
—Flint nunca estuvo relacionado con Voldemort —dijo Hermione
—Tampoco las hermanas Carrow ¿Verdad? —respondió el auror.
—Está bien. Hablaré con ella y, si accede, pasará a formar parte del escuadrón. Higgs y Gastrel seguid con el tema de las imprentas, Creepingbear, quiero saber si las cartas eran de Adalid o no, de paso necesitamos investigar más profundamente a Stuart Morton—miró a Hermione —otra de las pruebas fue un giratiempo que estaba intentando arreglar y que, al parecer, es propiedad del Ministerio. Morton trabaja con Pusset en la renovada Sala del Tiempo del Departamento de Misterios, es el candidato perfecto para haber sustraído la pieza y habérsela dado a su amiga para que la arreglara, guardara o protegiera.
Todos fueron saliendo y, cuando se quedaron solos Hermione habló.
—Mierda —masculló —¿Es posible que sea utilizado?
Harry negó y ella suspiró con alivio.
—Hemos hablado con Kingsley y ha ordenado una revisión para verificar que no haya desaparecido nada más. Pusset está de vacaciones pero será cesada en cuanto vuelva y, si tenemos suerte podremos retenerla para hacer una redada en su casa.
—Los vamos cercando poco a poco ¿Verdad? —preguntó Hermione.
—Me preocupa lo lentamente que lo estamos haciendo —respondió Harry.
—Te preguntas cuándo volverá a ocurrir ¿Verdad? Quien será la próxima víctima, dónde pasará, si llegaremos a tiempo…
—Sí. Estamos más cerca, pero no lo suficientemente cerca y me temo que Theo pudo haber terminado como Carrow. ¿Y si la próxima vez no tenemos tanta suerte? —¿Y si la próxima vez eres tú?
—No te preocupes Harry, los atraparemos, sabes que lo haremos.
Su amigo asintió, pero por la expresión de su rostro no tenía tanto optimismo como ella.
—¿Sabes si Astoria Greengrass denunció un posible ataque? —preguntó Hermione cambiando de tema.
—¿Greengrass? No, no han reportado nada similar desde Theo. ¿Tiene algo que ver con esa publicación de El Profeta?
—Draco está muy enfadado —Harry arqueó una ceja y ella chasqueó la lengua —no es verdad ¿Vale? Si no confías en él confía en mi. Por un lado no nos hemos separado ni un minuto en las últimas semanas.
Harry se tapó las orejas y tarareó.
—No lo quiero saber. No-quiero-saberlo.
Ella rió y sacudió la cabeza.
—No seas idiota. No hay nada de verdad en eso.
Le contó lo poco que sabía sobre Astoria, la carta que había recibido Draco y lo que él le había explicado.
—No sé Hermione… suena un poco a acoso ¿Sabes? Tal vez Malfoy debería haber notificado esto al Ministerio.
—Ha ido a ver a un abogado esta misma mañana.
—Bien —Harry recogió los papeles —seguramente le aconsejará notificar el acoso, sobre todo en base a futuras demandas.
—Si no le hacen cambiar de opinión creo que eran justamente demandas lo que tenía en la cabeza.
—He de irme, tengo una reunión con Kingsley. Si quieres luego podemos ir a almorzar.
—Está bien. Draco iba a venir pero no he tenido noticias aún. Te mandaré un mensaje.
Un par de horas después la puerta de su despacho se abrió y Hermione supo que era él antes siquiera de mirar. Era un enigma como alguien tan bien educado y con tanta clase era incapaz de hacer algo tan sencillo como tocar a la puerta, pero ya se había acostumbrado a que se creyera el rey del mundo.
—Esa maldita idiota —se dejó caer en la silla frente a ella y se pasó las manos por el pelo despeinándose.
—¿Astoria?
Él gruñó algo que Hermione interpretó como un sí.
—¿Fuiste a ver a tu abogado?
—Sí. Vinimos al Ministerio para presentar una notificación acusando a Astoria de acoso.
—¿Con qué pruebas?
Draco la miró con esa media sonrisa prepotente que, por alguna extraña razón, una seguramente psicológicamente turbia, le aflojaba las rodillas.
—Tengo cartas, notas —se encogió de hombros —no soy idiota y sabía que, antes o después, este momento acabaría llegando. Esperaba, no te voy a mentir, que se cruzara algún mago en su camino y me dejará en paz, pero por si acaso, lo guardé todo.
—Todo un Slytherin.
—Por supuesto, querida —echó la cabeza hacia atrás y estiró las piernas —hemos presentado una demanda contra El Profeta que Beaumont retirará en las próximas horas ya que el director del diario nos ha suplicado que la quitáramos y ha jurado que se publicará una rectificación.
—Skeeter no estará muy contenta.
—Me importa una mierda —espetó él —pero esa rastrera de Greengrass se me tiró encima en el Atrio intentando besarme. Llevaba un fotógrafo detrás —entrecerró los ojos —no creo que nadie vaya a publicar esa mierda, lo que me hace pensar que tal vez tenga algo más en mente.
Hermione se levantó de la silla, rodeó el escritorio, lanzó un par de hechizos no verbales a la puerta para bloquearla y se sentó a su regazo rodeándole el cuello con los brazos.
—Olvídalo Draco —dejó un suave beso en su sien —¿Qué puede hacer? ¿Mandarme la foto? —otro beso sobre su pómulo — me da igual —otro sobre la comisura de su boca — sé todo lo que tengo que saber.
—Es importante —Draco se apartó de ella sujetándola por los hombros y la miró a los ojos —ella no fue nada, no significó nada y desde que… —frunció el ceño —desde que empezamos a acostarnos juntos no ha habido nadie más. Puedo ser muchas cosas, pero la exclusividad es algo que siempre he exigido y dado. Esto no es una excepción.
Ella sonrió y volvió a besarle.
—Está bien —susurró acariciando su cuello — te creo, Draco.
Pareció ser todo lo que él necesitaba escuchar.
Era una suerte que no solo hubiera bloqueado la puerta si no que también la hubiera insonorizado.
….
—¡No me lo puedo creer Tori! — Daphne entró en la habitación de su hermana pequeña con un montón de papeles en la mano. ¿Acaso te has vuelto completamente loca?
Tiró los documentos en la cama donde Astoria estaba sentada y puso las manos en sus caderas.
—Draco te ha demandado. Y lo que es peor, ha retirado sus inversiones en los negocios de papá ¿Acaso sabes lo que eso significa niña estúpida?
—Cuando me case con él todo volverá a la normalidad, papá recuperará sus inversiones y tendremos la fortuna Malfoy en la familia.
Daphne miró a su hermana como si no la reconociera. Ella, con la mirada algo desenfocada, se peinaba sonriendo, sin hacer caso de los papeles que le había tirado casi encima.
—Astoria, Draco prácticamente te odia ¿Cómo pretendes conseguir que se case contigo?
—Todo llegará —dijo ella con suavidad —él no me odia, en realidad siempre me ha amado, solo que no se acuerda, esa don nadie le está alejando de mi. Pero voy a recuperarle pronto.
—Merlín bendito. Papá va a enviarte a Canadá, una de sus hermanas, la tía Euphemia vive allí y se ha ofrecido a alojarte.
—No voy a dejar Londres.
—Lo siento, pero lo harás. Draco ha amenazado a papá con arruinarle, además te ha demandado por perjurio, calumnias y ha interpuesto una orden de alejamiento para ti y toda la familia. Ha notificado al Ministerio que le estás acosando desde que rompió vuestra relación, una relación, déjame decirte que duró menos que mi último dolor de cabeza, por lo que deja de ser una niñata estúpida, haz las maletas y lárgate antes de que le cuestes a esta familia hasta el último knut por tu obsesión insana por un hombre que no solo no te quiere si no que ha llegado a odiarte.
Cuando salió de la habitación Astoria miró los papales con desagrado y cogió su varita.
—Evanesco. No voy a hacer la maleta porque no iré a ninguna parte.
Continuó cepillándose el pelo con cuidado mientras contemplaba una de las fotos que tenía pegadas a la pared.
Todas ellas eran de Draco, en algunas ella estaba con él. Pocas eran del tiempo en que estuvieron juntos ya que fue efímero, pero no le importaba. Había imágenes de Hogwarts, de algunas fiestas de Navidad de las que celebraba Narcisa en Malfoy Manor, algunas otras en Francia. Muchas estaban recortadas, Astoria quitaba a los demás y procuraba dejarles a ellos dos solos, por eso siempre trataba de estar cerca de él en las fotografías.
Draco Malfoy jamás podría compartir su vida con una persona de tan bajo estatus como esa Granger.
Astoria no creía en todo aquello de la sangre sucia o los impuros, había tenido amigos en Hogwarts que no provenían de familias como la suya y les había tenido aprecio. Pero sí creía en el estatus social. Hermione Granger no era nada, no era nadie, una plebeya sin modales, clase o educación. No era bonita, ni tenía porte de ningún tipo ¿Cómo iba a ser ella la próxima señora Malfoy?
Por encima de su cadáver. Astoria se había preparado para esa posición desde que conoció a Draco siendo apenas una niña de seis años, cuando finalmente consiguió tener algo con él había estado extasiada, había comprado revistas de novias e incluso se había planteado pedirle a Parkinson un vestido diseñado para la ocasión. Pero apenas unos meses después él la había dejado y ella seguía intentando comprender por qué.
Volvió a pensar en las palabras de su hermana y frunció el ceño. Quizás se había precipitado pidiendo a Skeeter que escribiera aquel reportaje. Había pensado que tal vez pudiera abrir una brecha entre Draco y esa estúpida de Granger pero al parecer no había funcionado.
Suspirando se levantó, aún vestida con un vaporoso camisón blanco y una bata a juego y se asomó a la ventana.
Quizás debería haberlo enfocado todo de otra forma. Él solo tenía que darse cuenta de lo maravillosa que era ella, de lo bien que encajaría en su brazo como señora Malfoy, de lo hermosos que serían sus hijos. Bueno, hijo, en singular, porque Astoria no quería compartir a Draco con nadie y los niños serían demasiado exigentes. Sabía que debería darle un heredero, por supuesto, pero con uno sería más que suficiente.
Perdida en aquellas ensoñaciones Astoria dejó de pensar en maletas, viajes y demandas, para planificar su futuro, su boda y su próxima felicidad.
…
Cuando Draco y Hermione llegaron a casa lo primero que vieron fue el vociferador.
—Oh Merlín —susurró ella al mirar el remite y el destinatario —no me lo puedo creer.
—¿Para quién es? —preguntó con algo de aprensión.
—Para ti —ella se mordió el labio, como si estuviera debatiéndose entre reírse, llorar o gruñir —es de… en fin yo… es de Ronald.
—¿Me estás vacilando? —espetó Draco —¿Por qué demonios la comadreja me ha mandado un vociferador?
Ella suspiró, derrotada.
—Supongo que él también leyó el Profeta. Será mejor que lo abras, Draco.
Poniendo los ojos en blanco y con un gesto displicente de la varita, él lo hizo y la carta, rápidamente, como una serpiente atacando, se convirtió en una boca que comenzó a gritar con la voz de Ronald Weasley.
¡Maldito hurón albino cuando te pille te voy a meter la varita por el culo!
¡Te advertí que no la hicieras daño! ¿Qué te crees que haces paseando por ahí con esa estirada de Greengrass? ¡Si yo veo una sola lágrima, una sola, que Hermione suelte por ti, no vas a tener mundo suficiente para correr!
Cómo te vea asomar ese hocico de roedor por aquí voy a hacer un abrigo de piel de hurón para el micropuf de mi hermana.
Estás avisado.
Draco miraba el lugar en el que la carta se había roto en miles de pedazos diminutos con cara de póker mientras Hermione tenía los ojos cerrados y aún seguía decidiendo si quería reír o llorar.
—¿Qué cojones es un micropuf? —preguntó Draco volviéndose para mirar a la castaña.
—Hmmm un son puffskein en miniatura, los gemelos Weasley hicieron un buen negocio con ellos hace años. Son pequeñitos, unas bolas rosas o moradas que…
Ambos se callaron cuando un nuevo vociferador entró por la ventana en las patas de una lechuza.
—Merlín… —Draco volvió a abrirlo con resignación, sin siquiera mirar de quién era o para quién.
De nuevo la voz de Ron Weasley volvió a oírse por toda la sala.
Harry me ha dicho que no has engañado a Hermione. Bien, eso es lo que tienes que hacer, uno respeta a sus novias así que bien hecho todo eso de demandar a esa zorra de Greengrass y tal.
Sigues estando avisado, no quiero ver lágrimas.
¿Quieres que juguemos esa partida de ajedrez pronto? Pregunta a Hermione si vendréis a la cena mensual de La Madriguera.
Un espeso silencio cayó sobre ellos.
—¿Qué coño le pasa? —preguntó finalmente Draco un par de minutos después —¿Tiene algún problema de bipolaridad?
Hermione tenía una mano sobre la cara y las mejillas completamente coloradas.
Iba a matar a Ron. Iba a matarlo lenta, muy lentamente.
¿Acaso ella se había metido alguna vez en medio de sus relaciones? ¿Ella había dicho o hecho algo que pudiera ahuyentar a la bruja? Jamás.
—Él es muy… muy protector y eso —dijo completamente abochornada.
Una nueva lechuza apareció y Hermione gimió. Draco simplemente parpadeó y cogió el sobre. Esta vez no era un vociferador si no una carta.
No llegué a tiempo para evitar el vociferador de Ron. Lo siento.
Hermione, se arrepiente de todo lo que ha dicho y, si te sirve de consuelo Ginny le ha lanzado un mocomurciélago y lleva diez minutos con la nariz bastante escocida.
Besos
Harry.
Hermione no pudo evitarlo, finalmente se echó a reír, dejando a Draco con la impresión de que el trío de oro no estaba bien de la cabeza. Suponía que, era obvio, teniendo en cuenta que eran los únicos seres vivos sobre la faz de la tierra, que habían estado tan locos como para robar un dragón del mismísimo corazón del banco de Gringotts.
Después de cenar, Draco y Hermione habían decidido poner una de las películas muggles que habían comprado en Navidad.
Finalmente, después de todo, consiguieron hacer funcionar la televisión y, algunas noches, simplemente se quedaban en el sofá, abrazados simplemente dejando que la película de turno pasara mientras ellos dejaban salir la tensión del día entre caricias y besos lánguidos.
Esa noche, mientras estaban enredados en una sesión de besos que empezaba a subir de temperatura, una nueva carta llegó haciendo que Draco jurara en varios idiomas.
—Es para ti —le dijo a Hermione —la madre que la parió —gruñó con brusquedad —conozco esa letra. Es Astoria.
Hermione solo sonrió.
—Creo que tenías razón —la abrió y se subió al regazo del hombre para abrirla juntos.
La letra era elegante, de trazo fino y sinuoso.
Granger,
Siempre se ha hablado de ti como una persona empática y justa. Creo que si eso es cierto, deberías saber que tu relación con Draco está rompiéndome el corazón y quizás deberías reconsiderar lo que estás haciendo.
Él es el amor de mi vida. Le he amado desde que puedo recordar y sé que él también me ama.
No creo que sepas que fuimos novios tiempo atrás, casi podría decir que prometidos porque él quería que yo fuera su esposa.
Por algunos pequeños malos entendidos nuestra relación sufrió un pequeño bache y en ese momento apareciste tú.
Querida, ambas sabemos que tú nunca serás más que un rato de diversión y que cuando llegue el momento de sentar cabeza y buscar una buena esposa, él volverá a mi.
Ahora mismo eres la tercera rueda, la tercera en discordia y te encuentras en medio de una relación seria, haciendo daño a ambas partes.
Te ruego que actúes en consecuencia por el bien de ambas.
Atentamente
AG.
—Se acabó —Draco arrancó el papel de las manos de Hermione y fue hasta el escritorio murmurando para sí mismo —esto es lo último que me faltaba. Estoy hasta los huevos de esta estúpida. ¿En qué momento se me ocurrió meterme con ella? Maldito idiota —volvió hasta donde estaba ella y regresó de nuevo. Comenzando a andar de lado a lado de la sala.
—Draco —susurró Hermione
—No pienso estar aguantando esto el resto de mi vida maldita sea.
—Draco…
—Hoy he retirado mis inversiones en el ochenta por ciento de los negocios de Armand Greengrass, pero voy a retirarme de todo. Cuando acabe con ellos no tendrán ni un puto knut.
—¡Draco!
Él se giró a mirarla aun con el papel en la mano.
—No vas a arruinar a la familia Greengrass solo porque su hija tenga un problema mental —dijo.
Draco frunció el ceño.
—Sí lo haré.
—No, no lo harás —ella se cruzó de brazos y también le fulminó con la mirada.
Él gruñó.
—Me aseguró que la mandaría a Canadá.
Hermione jadeó.
—¿Has obligado al señor Greengrass a mandar a Canadá a una de sus hijas? —preguntó Hermione que no sabía si reír u horrorizarse ante aquello.
—No he obligado a nadie a hacer nada —espetó Draco alzando una ceja con arrogancia —le expliqué, muy cordialmente, que si no sacaba a su hija de mi vista, les dejaría sin apoyo y viviendo en la indigencia.
—¡Draco!
—¿Qué esperas, Granger? —masculló enseñándole el pergamino que mantenía en la mano —soy un Malfoy. Defiendo lo que es mío sea como sea.
El estómago de Hermione se contrajo ante la connotación de sus palabras. Ella no era de la propiedad de nadie más que de sí misma, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa porque sabía que él no intentaba tratarla como a un objeto con esa expresión sino que era una forma, muy Malfoy, de decir que él cuidaría de ella.
