Hola!

100 reviews? mariapotter2002 no me había dado cuenta! Gracias por ese comentario ;) después de regresar y ver que todo parece mucho más calmado por aqui, no esperaba tanto comentario!

Vamos a por otro capi!

Besos y abrazos

AJ

Azkaban

Ese sábado por la mañana Hermione se despertó más tarde que Draco y encontró su lado de la cama frío y vacío. Se levantó gruñendo, ya que los fines de semana le gustaba enredar las piernas en las suyas al despertar, abrazarle y acurrucarse sobre su pecho un ratito más. A veces despertaba con él en la espalda, abrazándola por detrás como una chucharita y, sonriendo, se apretaba contra su pecho hasta que, en sueños, Draco la ceñía contra sí murmurando incoherencias.

Pero ese día no estaba en la cama.

Se puso una bata y salió de la habitación, siguiendo el rastro del olor a café recién hecho.

—Buenos días —le ofreció una taza.

—¿Por qué estás tan alegre? — preguntó de mal humor, cogiendo la taza entre las manos y sentándose sobre la encimera aun medio dormida.

—Oh, espera a leer El Profeta —dijo burlón mostrándole el diario — y también mejorará tu humor… o quizás no, pero el mío lo ha mejorado notablemente.

—¿Qué dice? —bebió un poco de café, poco o nada preocupada por lo que pudiera decir la publicación.

—¿Quieres que te lo lea? —preguntó Draco sin dejar aquel tono divertido que le estaba empezando a sacar de quicio.

—Como quieras —dijo con un encogimiento de hombros.

Él carraspeó para aclararse la voz.

—La leona da un zarpazo a la Revolución de la Sangre.

Hermione escupió el café, se atragantó y tosió poniéndose colorada.

—Respira Granger —murmuró Draco acercándose para darle ligeros golpecitos en la espalda —has hecho un desastre —chasqueó la lengua y limpió los rastros de café con un movimiento de varita y siguió leyendo en voz alta—Hermione Jane Granger, conocida heroína de guerra y miembro del trío de oro quien, actualmente, está en una relación sentimental con el heredero y ex mortífago Draco Malfoy, fue vista ayer, en compañía de uno de los Inefables del Ministerio, deteniendo a una posible integrante del grupo denominado BR que trae de cabeza al Departamento de Aurores. Cuando la señorita Granger fue increpada por la detenida, quien la acusó de amante de mortífagos y traidora, la ex leona, haciendo honor a su casa de Hogwarts, respondió a la acusada diciéndole, cito textualmente: ¿Dónde estabas tú mientras mis amigos morían, mientras eran asesinados por los mortífagos de verdad? Me llamas amante de mortífagos porque tengo una relación con Draco Malfoy, que era solo un adolescente asustado, obligado a ser quien fue, que jamás asesinó a nadie cuándo tus amigos están matando inocentes. La vergüenza la deberías pasar tú, que estabas escondida seguramente mientras los demás ganábamos una guerra para que gente como yo fuera libre. Yo no gané una guerra para que los idiotas como tú buscaran un nuevo líder igual de demente y asesino que el mismísimo Voldemort. Habláis de los mortífagos como si fueran monstruos pero ¿Sabes qué? No más que vosotros.

¿Qué pensáis de la respuesta que dio la señorita Granger? ¿Qué pensáis del grupo BR? Esta servidora únicamente se dedica a ofrecerles la verdad para que todos ustedes sean capaces de tener a su disposición todos los hechos.

Cuando acabó de leer, Hermione se dio cuenta de que la miraba con fijeza, con la sonrisa aún dibujada en sus labios y una expresión que no le había visto nunca antes.

—¿Todo eso es cierto? —preguntó.

—Es posible

Sus pómulos se sonrojaron y la sonrisa de Draco se amplió al ver el rubor.

—¿Sabes de qué me he dado cuenta? —preguntó tirando el periódico sobre la mesa.

—No ¿De qué?

Le quitó la taza de las manos, se puso frente a ella y apoyó las manos en la encimera, a ambos lados de sus caderas.

—Mírame —le ordenó con suavidad.

—¿Acaso te enseñó alguien a pedir las cosas por favor? —replicó con ironía pese a que alzó la vista para ver sus ojos que, al encontrarse ella subida en aquel lugar estaban casi a la misma altura.

—No —susurró bajando la cabeza hasta apoyar la frente en la suya —me gusta cuando leo cosas como esa, donde dicen que tenemos una relación, donde hablan de que estamos juntos. Me gusta oírlo y me gusta pensar que es cierto.

Hermione contuvo la respiración, su corazón se saltó un latido y comenzó a golpear contra su pecho de forma desaforada. Podía sentir las palpitaciones en sus oídos, le ardía la piel del rostro y de las orejas y pensó que se había olvidado de cómo tenía que respirar.

¿Acaso él estaba diciendo lo que creía que estaba diciendo? El nudo de su garganta hizo que tuviera que tragar con fuerza y se sintió temblar.

—¿Y a ti, Hermione? —preguntó apartando su rostros del de ella para poder buscar sus ojos.

Ella se sintió caer en aquellos profundos orbes de plata líquida que la contemplaban sin muros, sin barreras, completamente desnudos por primera vez.

Y le vio.

Vio sus pesadillas, sus miedos, sus pecados. Vio su pasado, sus errores y caídas. Él estaba allí, mostrándose completamente, como un hombre roto, herido, recompuesto con las piezas sobrantes que recuperó tras la guerra.

Se dio a ella sin ocultar nada y Hermione encontró valor, coraje y lealtad. Quizás no el mismo valor de Ron o el mismo coraje de Harry, tal vez no la lealtad propia de los leones, pero sí la de las serpientes y, recordando la forma en la que se unieron por Pansy y por Theo, era fuerte y sólida. A su manera, Draco Malfoy había encontrado un camino hacia la redención y ahora estaba allí, frente a ella, dejando expuestos sus defectos y sus virtudes, siendo completamente sincero con alguien quizás por primera vez en su vida.

—A mi también —susurró sin dejar de mirar aquellos ojos que siempre le habían parecido helados pero que ahora se derretían al observarla —me gustaría que fuera real —añadió arriesgando el todo por el todo.

Entonces Draco sonrió. Una sonrisa de verdad, sincera y real. Una sonrisa que le dibujó un pequeño hoyuelo en la mejilla.

—¿Hacemos que sea real entonces? —preguntó con los labios apenas a un milímetro de los suyos — depende solo de nosotros.

—Sí —respondió ella un segundo antes de que la boca de Draco se cerniera sobre la suya.

Draco enredó los dedos en aquel cabello castaño alborotado, abarcando su nuca con la mano y le echó la cabeza hacia atrás para besar suavemente a lo largo de su garganta. Besos tiernos, casi efímeros, con algún pequeño y ocasional mordisco.

Rozó sus dientes a lo largo de la curva de su cuello hasta que ella se estremeció y tembló entre sus brazos.

La miró, sus ojos de mercurio brillando con un deseo que no trataba de esconder.

—Es real —dijo bajando la cabeza para lamer la parte superior de su hombro —quiero tenerte sabiendo que eres solo mía.

Hermione se retorció bajo el agarre y le aferró de la camisa.

— Y tú mío —replicó ella sin esconder su propia posesividad.

Le sintió sonreír cuando besó el inicio de su pecho.

—Lo soy.

Abrió la bata con la mano que tenía libre y su pulgar se deslizó sobre su sexo, abriendo los pliegues, frotando el capuchón sensible e hinchado mientras presionaba en su abertura, extendiendo su humedad.

—Eres perfecta —dijo con la voz rota hundiendo los dedos en ella hasta que la sintió envolverse a su alrededor —la forma en la que me aprietas —siseó subiendo de nuevo hasta su cuello. Ella echó la cabeza hacia atrás con un gemido gutural y sus paredes internas lo comprimieron con pequeños espasmos —te sientes suave, mojada, tan estrecha —mordisqueó el lóbulo de su oreja, absorbiéndolo entre sus labios, retirando los dedos para hundirlos una vez más.

Se incorporó para mirarla, su expresión era salvaje y posesiva, la contemplaba con un ansia descarnada y con algo más, algo más tierno que nunca antes había estado allí.

Se frotó contra ella, que pudo sentir su polla presionando contra su muslo desnudo y continuó arrasando su boca mientras la follaba con los dedos, despacio, curvándolos en su interior para acariciar ese punto que hacia que se contrajera entre gemidos.

Hermione sintió que se derretía por momentos. Su boca, aquella boca estaba volviéndola completamente loca. Los besos de Draco le robaban por completo la cordura. La mordía y lamía con un ansía fuera de control y Hermione solo podía gemía con cada electrizante contacto de sus lenguas.

—Draco —jadeó fundiéndose bajo sus atenciones.

—Hermione —susurró él en respuesta.

De pronto el beso cambió, sus labios se amoldaron a los de ella con suavidad, casi con reverencia. Delineó el labio inferior con la punta de su lengua y lo besó, chupándolo con cuidado, tirando de él con ternura hasta que ella respondió casi con timidez. Su lengua, lamiendo tentativa la de Draco en un roce efímero.

Gimieron. Se miraron y el mundo se paró de golpe, solo para volver a girar de nuevo con otro ritmo, con otro color, con otro punto de gravedad diferente.

Los dedos que continuaban entrando y saliendo de su cuerpo parecían acariciarla, tentarla, acercarla al abismo con una lentitud casi agónica.

Draco siseó entre dientes cuando el cuerpo de ella se onduló y se empapó aún más, goteando sobre sus dedos. Masajeó su clítoris con el pulgar arrancándola un sollozo y volvió a curvar los dedos hacia su pelvis, frotando allí con las yemas de sus dedos hasta que ella se arqueó y se corrió gritando su nombre entre pequeñas convulsiones.

—Te necesito —murmuró aún perdida en el éxtasis, tirando de la pretina de sus pantalones.

Él rió sin humor y le ayudó a desabrochar la prenda, jadeando cuando ella lo tomó entre sus manos, acariciando la humedad que rezumaba de la punta.

—Fóllame Draco.

Y al escucharla, él simplemente perdió el control. Abrió sus muslos con las manos y tiró de ella dejando su trasero en el mismo borde de la encimera, rotó las caderas hasta que su glande acarició su sexo y ambos gimieron, mirando hacia el punto en el que sus cuerpos se rozaban, tragaron saliva, incapaces de retirar la vista, viendo como la punta se empujaba, separando los empapados pliegues y se frotaba en toda su longitud hasta llegar a su clítoris y bajar de nuevo.

—Ahora Draco —dijo Hermione con una voz gutural que ni siquiera parecía suya

—Joder —siseó

La agarró con fuerza, clavando los dedos en sus muslos y empujó, viendo como desaparecía dentro de ella.

Hermione echó la cabeza hacia atrás y arqueó la espalda con un gemido que hizo que el vello se le erizara.

Era tan jodidamente perfecta.

Entró en su cuerpo hasta que estuvo completamente encajado en él y se quedó quieto, observándola, sintiéndo la forma en la que lo aprisionaba con sus músculos internos, con pequeños apretones que le hacían sisear.

—Mírame —gruñó entre dientes

Cuando ella lo hizo algo explotó en su pecho y se movió, viendo como se mordía el labio inferior y cómo luchaba por no cerrar los ojos.

—Quiero verte —susurró saliendo de ella solo para empujarse una vez más —quiero ver como te corres —la sintió temblar y maldijo acelerando inconscientemente sus movimientos —Ahora, Hermione, ahora.

Y como si aquella orden fuera todo lo que necesitaba, ella se dejó llevar y un orgasmo avasallador la recorrió por entero. Las embestidas de Draco se hicieron más rápidas, más cortas, más intensas y, mientras ella se corría sobre su miembro, le sintió hincharse y hundirse profundamente hasta la empuñadura, sacudiéndose con un ronco gruñido hasta que se vació en su interior, llenándola por completo e intensificando su propio orgasmo.

Y así, aún dentro de ella, con sus cuerpos unidos en un íntimo abrazo, volvió a besarla, suavemente, con una ternura que hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas.

—Sin fingir —dijo él dandole pequeños besos que ya nada tenían de carnales —sin mentiras.

Ella sonrió, acariciándole la espalda aún con la camisa.

—Sin fingir

—Dile a Potter que todo ha cambiado.

—Lo haré —volvió a besarle.

—¿Nos duchamos?

Ella rió cuando Draco la llevó en volandas hasta la ducha.

Esa misma noche, mientras ambos estaban desnudos en la cama, simplemente tocándose y abrazándose, regalándose lánguidas caricias y perezosos besos, Hermione se dio cuenta de que nunca había sido tan completamente feliz.

Jamás, ni en sus más locas fantasías, o pesadillas, se habría imaginado así con su némesis de la escuela ¿Esto era madurar? ¿Crecer? ¿Evolucionar hasta que nada de lo que pensaste que tenía sentido lo tenía en realidad?

Habían sido niños jugando a ser mayores, luchando en una guerra que no les pertenecía, una guerra que debió lucharse mucho tiempo atrás. Fueron presos de sus circunstancias, de sus nacimientos, de su sangre.

Pero eso había quedado atrás, en otra vida. Habían cambiado tanto que no solo no eran los mismos si no que ni siquiera recordaban haber sido otros alguna vez.

Sintió los dedos de Draco resbalando por su espalda y sus labios apoyados en su sien y suspiró, pensando que daba igual realmente cómo habían terminado así ¿Qué importaba cuando se sentía en casa entre sus brazos?

Desde que había encontrado a sus padres en Australia y se había dado cuenta de que los había perdido para siempre, había hecho de Grinmauld Place su casa y de Harry su familia, pero ahí, en ese instante, se dio cuenta de que, aunque Grinmauld siempre sería su casa y Harry siempre sería su familia, Draco se sentía como el hogar. Y ese vacío que tenía en el pecho desde que acabó la guerra, el vacío que habían dejado sus padres, seguía allí, pero, en los brazos de Draco, era un poquito menos doloroso.

—¿En qué piensas? —preguntó Draco besando su frente sin dejar de dibujar círculos en su espalda.

Hermione sabía que, aunque habían decidido dar una oportunidad real a su relación, no era el momento de confesarle algo tan trascendental, algo tan íntimo e intenso. No quería que, el mismo día en que oficialmente comenzaban un noviazgo, el novio en cuestión saliera corriendo como alma que lleva el diablo si ella empezaba a hablar de amor y sentimientos. Su experiencia con los hombres, pese a ser escasa, le había enseñado que era mucho mejor la prudencia en temas tan escabrosos.

—En que quiero ir mañana a comer a Giovani´s ¿Qué te parece? Hace mucho que no vamos.

—Tal vez porque somos un objetivo de un grupo de pirados que nos quiere descuartizar —dijo él con brutalidad. Además ahora si que no voy a ir para ver como ese tal Nicola te come con los ojos, antes no podía hacer nada, ahora igual acaba con la varita metida por el…

Ella resopló y cortó su diatriba.

—Eres un bestia —dijo sonriendo —En realidad pensaba en lo mucho que hemos cambiado, en lo feliz que estoy —le besó el pecho y sintió su risa.

—Si pudiera hablar con mi yo de dieciséis años le diría que, en lugar de buscarte por los pasillos para insultarte, debería buscarte para meterse debajo de tus bragas.

—¡Draco! —le golpeó el brazo aunque él siguió riendo.

—Habríamos ganado tiempo —volvió a darle un beso, en aquella ocasión en la coronilla —aunque posiblemente te hubiera decepcionado.

Hermione se incorporó y buscó sus labios para darle un beso.

—Creo que estamos aquí porque fuimos esos chicos —sonrió y se subió sobre él, acoplando la cabeza bajo su barbilla —volvería a vivir todo de nuevo si me trajera a este momento.

Él se quedó petrificado y Hermione se preguntó si quizás se había dejado llevar demasiado, pero unos segundos después sintió que sus brazos la rodeaban y la apretaba contra su pecho.

—Yo quizás podría ahorrarme un par de cosas que no querría volver a vivir —ambos sabían que se refería a la Marca y a la tortura de Hermione —pero me gusta este momento, Granger —le sintió tragar saliva —me gusta mucho.

….

Cuando el lunes Hermione entró en el despacho de Harry él la estaba esperando.

—Hemos interrogado a Daft —dijo en cuanto la vio entrar.

—¿Qué tal ha ido?

—Ha cantado como un jilguero —respondió su amigo con una sonrisa —tal y cómo pensábamos la lista es correcta. Higgs debe estar ahora mismo deteniendo a Michael Corner, Halfnaked está tras la pista de Velvet Barrow y tengo en detención preventiva a los cuatro activistas —los numeró con los dedos de la mano —Culpepper, Sallow, Archer y Dankworth. No sabemos dónde está Penélope Clearwater ni Garreth Davies, pero tengo en detención a Roger Davis, no está acusado, ha venido por su propia voluntad, lo que agradezco, no quiero ver a más amigos metidos en prisión o cesados.

—¿Y qué hay de Donaldson?

—Hablé con Bill el fin de semana — se colocó las gafas en gesto nervioso —dejó su trabajo en Gringotts, tal y como dijeron los duendes a Morgan, Bill dice que les comentó que había decidido trabajar por su cuenta, que se sacaban muchos galeones trabajando para familias de mago sangre pura que querían deshacerse de objetos ancestrales.

—¿Le creyeron?

—Bill dice que no tenían por qué no creerle, era un buen tipo.

—¿Crees que dejó Gringotts para trabajar para el BR?

—No tiene mucho sentido —respondió Harry —no creo que el BR contrate gente a tiempo completo —rió sin humor —no creo que sea un trabajo ¿Verdad? Es más bien… ¿Un voluntariado?

Hermione rió y Harry se unió a ella por la pura absurdez del comentario.

—Estoy muy cansado —se dejó caer en la silla y la miró —¿Y tú qué? Te veo… no sé, radiante.

Hermione frunció los labios para ahogar una sonrisa que finalmente se extendió por su rostro.

—¿Sabes qué Harry? La verdad es que me siento feliz

—¿Malfoy? —preguntó el moreno cruzándose de brazos —¿Habéis dejado de dar vueltas uno alrededor del otro finalmente?

Ella frunció el ceño, levemente molesta.

—¿Cómo lo sabes?

Harry solo sonrió.

—Soy el jefe de aurores, Hermione ¿Crees que me han regalado el puesto? Porque te aseguro que no lo han hecho, puede que me dejaran entrar en la academia antes de tiempo

—Algún beneficio tenía que tener que mataras al mago tenebroso que quería destrozar Europa

Su amigo, sorprendentemente, se ruborizó, como siempre que alguien hablaba de eso.

—Sí, bueno, tuve beneficios, pero el puesto me lo he ganado yo.

Hermione fue hasta él y le abrazó con fuerza.

—Nadie mejor que yo sabe lo mucho que te has esforzado y trabajado para estar aquí, eres un buen auror Harry, Ojoloco estaría muy orgulloso de tu puesto.

—Gracias —le devolvió el abrazo y se apartó —pero no me has contestado ¿Qué ha pasado con Malfoy?

—Hemos… hemos decidido dar una oportunidad a esto —dijo sonriendo —bueno, en fin, todo el mundo ya pensaba que éramos novios así que supongo que no es nada nuevo, pero vamos a intentarlo, de verdad.

—Vaya —Harry rió —con Malfoy —alzó las cejas y se frotó la cara —Creo que si Ron ha sido capaz de aceptar tu relación con él yo también podré. Además va a ser genial no mentir a todo el mundo.

—Creo que no voy a contarles que al principio fue una relación falsa —miró a Harry con horror —¿Imaginas cómo puede tomárselo Ronald?

—Preferiría no comprobarlo, a ti dejaría de hablarte durante mínimo un par de semanas, tiempo en el que únicamente me hablaría a mi sobre lo terrible que eres, lo mucho que le ha dolido y lo enfadado que estará contigo por el resto de la eternidad.

Hermione rió

—No creo que dos semanas, con una me estaría echando de menos y me buscaría, aunque solo fuera para gritarme.

—O mandarte un vociferador

Se miraron y rompieron a reír recordando los vociferadores que Draco había recibido tras el reportaje de Astoria.

—Por cierto ¿Qué ha ocurrido con Greengrass?

—Pues la verdad, creo que la vi en Madame Malkin el viernes, cuando fui con Morgan a detener a Lauren Daft, aunque es extraño, creo que su padre la iba a mandar a Canadá.

—¿Tal vez aún no se había marchado?

—Preguntaré a Draco. Lo cierto es que no hemos recibido correspondencia ni noticias desde la carta que me envió.

—¿Le respondiste?

—Draco no me dejó —no pudo evitar una sonrisa —habló con su abogado y extendió a mí la orden de alejamiento.

—¡Potter!

La puerta del despacho de Harry se abrió con tal fuerza que la madera se astilló al golpear contra la pared.

Morgan estaba bajo el dintel mirándoles con expresión pétrea.

—Ha habido varios ataques.

Ambos se giraron hacia él con las varitas en las manos.

—¿Quién? ¿Qué ha ocurrido?

—Un ataque masivo en Azkaban —murmuró sin dejar de mirar a Harry —Macnair, los hermanos Carrow y Jugson. Asesinados en sus celdas. Les han cortado la lengua y… —miró a Hermione como si se sintiera incómodo hablando de aquella brutalidad con ella delante.

—No te preocupes —dijo ella que mantenía el rostro impertérrito.

—Les han cortado la lengua —repitió —y vaciado las cuencas oculares.

—¿Causa de la muerte? —preguntó Harry.

—Heridas de arma blanca —respondió

—De nuevo un método muggle —intervino Hermione tratando de borrar la imagen de los mortífagos sin ojos que se había instalado en su cerebro.

—Hay más —dijo Morgan —han reivindicado el crimen y han repartido panfletos publicitarios por todo el Callejón Diagon, Hogsameade y Godric´s Hollow.

—Mierda —replicó Harry.

—Hemos retirado todos los que hemos podido. La buena noticia es que Halfnaked ha dado con la imprenta muggle que estaban usando y hemos usado nuestras tácticas de persuasión para evitar que vuelvan a imprimir nada.

—El mundo muggle está lleno de imprentas —murmuró Hermione —será imposible parar eso.

—Sí, será difícil —estuvo de acuerdo Morgan —pero si les complicamos la vida será mejor para nosotros.

—Vamos a Azkaban —dijo Harry cogiendo la túnica —¿Cómo es posible que hayan entrado en la prisión?

—Quizás no han entrado —intervino Hermione —tal vez ha sido alguien de dentro. Merlín sabe que, una vez más, el Ministerio ha sido vulnerable ¿Por qué no Azkaban?

—¿Insinúas que alguno de los aurores de prisiones asignados ha podido ser el asesino?

—Sí —respondió la bruja

—Y es un buen punto —replicó Morgan —a mi también se me ha ocurrido. Una cosa es romper las protecciones de una casa, incluso las protecciones de un hogar ancestral como el de los Malfoy ¿Pero los de Azkaban?

—No sería la primera vez que la seguridad de la prisión es puesta en duda. ¿Te recuerdo la fuga en masa que hubo? —dijo Harry

—Esto no es igual —respondió Morgan—ha sido alguien de dentro.

—Que no salga ni uno solo de los aurores asignados, abogados de visita o familiares. No quiero que nadie se mueva de allí.

—Ya lo solicité —Morgan señaló hacia el pasillo —¿Nos vamos?

—Detrás de ti —dijo Harry

—Yo me quedo, no creo que pinte nada allí, mantenedme informada.

—Está hecho

Cuando ambos hombres se marcharon Hermione fue a su despacho a poner en orden los papeles. Quería llegar pronto a casa. Pensó en enviar una lechuza a Draco para contarle lo que había ocurrido pero finalmente desistió. Podría esperar hasta llegar a casa.

Revisó papeles, acudió a una reunión con Kingsley, bajo al registro a verificar las últimas pruebas que ya podía sacar para echarlas un vistazo y comió con Ron en Giovani´s, escuchando durante una hora las virtudes de Lavender, sorprendida de lo muy enamorado que parecía Ronald en aquella ocasión. Posiblemente el que la bruja hubiera dejado de llamarle con diminutivos estúpidos, unido a su absoluta devoción por él y la madurez que había experimentado tras estar a punto de ser asesinada y posiblemente desmembrada por Greyback, habían hecho que su relación tuviera mucho más futuro, estabilidad y base en aquella ocasión, que tanto difería de la que tuvieron en sexto curso.

Hermione se alegraba por ellos. A su manera, cada uno había terminado la guerra con cicatrices, las de Lavender físicas, las de Ron emocionales y saber que, posiblemente, pudieran sanar juntos era conmovedor.

Pero oír a Ronald y su monotema por una hora había sido suficiente sacrificio por lo que quedaba de mes.

Cuando por fin llegó a casa y vio a Draco sentado en el sofá leyendo uno de los libros de pociones de Severus Snape, sintió que por fin estaba en casa.