Hola!
Como veo que la reacción común ha sido algo así como el emoticono del whatsapp de ojos saltones, he decidido que, para que no me odiéis demasiado voy a actualizar!Espero que me lo tengáis en cuenta.
La vida, sobre todo la de estos personajes, suele estar llena de sobresaltos ¿Verdad?
Ojala, pese a la reacción común no os haya defraudado la historia y la sigáis disfrutando. Gracias por estar aquí
Besos y abrazos
AJ
Olvido
Hermione le miró horrorizada.
—¿Cómo dices?
—Que te largues, Granger, no sé que cojones haces aquí pero lo último que esperaba era despertarme en una cama de hospital y además encontrarte a ti al lado agarrándome.
—Pero yo… Dra-Draco
El rubio abrió los ojos desorbitadamente y la observó, anonadado. ¿Desde cuando Granger le llamaba Draco? Se estremeció y cerró los ojos con fuerza.
—¿Acaso te he dado permiso alguna vez para llamarme Draco? —se pasó la mano por el pelo, bufando con molestia — lárgate, joder ¿Puede alguien venir un momento? ¡Por Merlín!
¿Qué le pasaba? Se llevó las manos a la cabeza con frustración. No quería verla allí, no quería que le mirara con esa preocupación en sus enormes ojos castaños ¿Qué hacía ella ahí de todos modos? ¿Y él? Joder parecía que estaba en San Mungo ¿Cómo coño había llegado a Londres?
—Señor Malfoy —una enfermera rubia que no podía tener más de veintiséis o veintisiete años, se acercó a ellos con una sonrisa —¿Se encuentra bien?
—No —dijo él mirándola apreciativamente — sáquela de aquí —señaló a Granger con un dedo.
—Señorita —la enfermera la tomó del brazo con rigidez — si fuera tan amable de acompañarme.
Hermione era incapaz de respirar y mucho menos de reaccionar, sabía que esto podría ocurrir, se había preparado para la posibilidad de la pérdida de memoria porque el medimago que había atendido a Draco nada más llegar le había hablado de las posibles consecuencias del accidente.
Desorientación. Ella esperaba un poco de confusión, pero esto…Ninguna preparación era suficiente para esto. El dolor era físico. La opresión en el pecho, la aceleración de su corazón, la sensación de mareo y nausea.
Iba a vomitar.
¿Realmente había olvidado absolutamente todo?¿La había olvidado a ella?
—¿Qué recuerdas? —preguntó con la voz rota.
—¿Y a ti que mierdas te importa?
Tragó saliva y se cuadró intentando que toda esa valentía Gryffindor la ayudara a salir ilesa de aquella terrible experiencia. Lloraría después, se derrumbaría después, cuando estuviera sola y lejos de aquel extraño.
Se sacudió la mano de la chica de encima con brusquedad, deseando que Harry y Ron estuvieran allí en ese momento.
—Trabajo para el Departamento de Seguridad Mágica, así que tengo pleno derecho a estar aquí y hacer las preguntas pertinentes y necesarias que me ayuden en la investigación abierta en la que te has visto implicado.
La enfermera se mordió el labio y se alejó, mucho menos dispuesta al coqueteo y a enfrentarse a la castaña ahora que sabía que no era solo una enamorada inoportuna si no una agente de la ley.
Draco se pasó los dedos por las sienes al sentir un pinchazo en la cabeza.
—Pues date prisa porque creo que estás a punto de darme una jaqueca de las malas.
—Bien ¿Qué es lo último que recuerdas? —preguntó haciendo un esfuerzo sobrehumano por mostrarse firme en su intento de ser profesional.
Puedes hacerlo, Hermione. Se dijo respirando hondo. Había enfrentado cosas mucho peores. Tendría tiempo de llorar y lamentarse cuando dejara aquella habitación. Se derrumbaría, sabía que lo haría, pero no allí, no ahora. Quizás el haber pasado media noche llorando la ayudara a no volver hacerlo ahora, al fin y al cabo debía haberse secado ya por completo.
—Yo… no lo sé —murmuró repentinamente menos altivo y frío — no sé qué hago en Londres, creo que estaba ¿En Francia? —se frotó la frente y cerró los ojos —recuerdo a Astoria, la habitación de hotel, creo que nosotros…
—Suficiente —replicó Hermione sintiendo que si seguía escuchando aquello no podría continuar —No recuerdas el accidente. Además hace meses que dejaste Francia por lo que un interrogatorio en estas circunstancias sería… innecesario —Tragó saliva sin saber cómo preguntarle sobre sus padres sin generarle un trauma. Decidió que hablaría primero con los medimagos a cargo.
Draco apretó los puños. Necesitaba que Granger se largara de allí. Los gritos ¡Santo Merlín! Los gritos habían regresado con fuerza y, pese a que había regresado a Londres para poner a prueba sus escudos y ver si funcionaban con ella, no había planeado que la primera vez que volviera a verla fuera así, en aquella desigualdad de condiciones.
Tenía que largarse cuanto antes o no podría contener el derrumbe de su cerebro.
—¿Y mi madre? —preguntó él mirándola —¿La habéis llamado?
—Si me disculpas, iré a preguntar —respondió saliendo por la tangente —y pediré a uno de los médicos que venga ¿Necesitas que avise a alguien más?
Él frunció el ceño y negó.
—Solo a mi madre… Creo. Quizás a ¿Astoria? —volvió a frotarse la frente —no estoy seguro.
—¿A Blaise y a Theo?
Malfoy la miró y alzó una ceja burlona al escuchar que les llamaba por sus nombres de pila.
—No creo que te hayan dado permiso para llamarles así…
Sangre sucia.
No lo dijo, porque sabía que hacía años que no decía aquellas palabras, pero Hermione se sobresaltó con los recuerdos que le trajo aquella forma de hablar, aquella terrible frialdad que ya había olvidado.
—Te sorprenderías, Malfoy —en aquella ocasión, llamarle por su apellido fue más fácil —les pediré que vengan, no es el mejor momento, pero estoy segura de que lo harán. Si me disculpas.
Salió de la sala y se apoyó en la pared cerrando los ojos con fuerza.
Su corazón latía desaforado, escuchaba cada pulsación en sus oídos como un requiem que decía adiós a la vida tal y cómo la conocía, que decía adiós al presente que le había parecido la etapa más feliz de su adultez hasta el momento.
Trató de controlar su respiración.
Inspira, pensó tomando aire y llenándose los pulmones, expira, lo soltó despacio, repitiendo el proceso una y otra vez.
No estaba funcionando. Vio destellos tras sus párpados y se movió a tientas por el corredor buscando un asiento libre. Se sentó poniendo la cabeza entre las piernas sin dejar de respirar.
—¿Se encuentra bien? —un enfermero puso una mano sobre su hombro —¿Señorita?
—No… puedo… respirar…
—Está bien, tranquila ¿Es familiar del señor Malfoy? —preguntó haciendo señas a una medimaga que estaba cerca.
—No
—Creo que es un ataque de pánico —le dijo a la doctora cuando se acercó —ha salido de la habitación de Malfoy, Draco Lucius, modulo 4.6. Accidente con traumatismo craneoencefálico con amnesia postraumática.
Hermione no escuchó nada más, sintió la punta de una varita en su cuello y después de eso todo se volvió negro.
Cuando despertó, lo hizo mirando un techo blanco y aséptico. Olía a pociones medicamentosas y se escuchaban pitidos constantes y murmullos bajos.
—¿Hermione?
Parpadeó y giró la cabeza hacia la voz, enfocando la vista.
—¿Harry? —preguntó con voz ronca.
—¡Merlín Hermione! qué susto me has dado. Me acerqué a la habitación para ver a Malfoy cuando me dijeron que estabas aquí ¿Qué ha pasado?
—Oh Harry —volvió a inspirar y a expirar cuando la realidad la golpeó de nuevo —Draco… él no…
Su amigo agarró su mano, regalándole tranquilizadoras caricias.
—Lo sé, hablé con los doctores, me dijeron que ha sufrido una amnesia postraumática y no recuerda los últimos meses. Pero estas cosas suelen mejorar, a veces incluso en unos minutos.
—Sí Harry —respondió ella recuperando algo de la compostura e incorporándose en la camilla —y semanas, meses e incluso pueden ser irreversibles.
Él se calló porque sabía que ella estaba en lo cierto y el medimago también le había comentado la posibilidad.
—Se pondrá bien.
Ella simplemente asintió sin encontrar su voz.
—No recuerda nada del accidente. Pidió que llamáramos a su madre —se aferró a la manga del chico —Oh Harry… alguien tendrá que decirle… pasará dos veces por el mismo infierno.
Y ella no podría estar ahí para consolarle, para ayudarle a superar aquello de nuevo.
—He llamado a Theo y a Blaise —dijo Harry —seguro que ya habrán llegado, ellos se encargarán.
—Él… él también preguntó por Astoria Greengrass —se mordió el labio —igual alguien debería llamarla si él… en fin, si es lo que él necesita.
Harry masculló una imprecación y se mordió la lengua para no decir algo de lo que pudiera arrepentirse después.
—Si es así se lo dirá a sus amigos, Hermione. Ya no hay nada que podamos hacer por el momento.
—Sí —se bajó de la camilla encontrando el equilibrio y sonrió a Harry aunque el gesto no llegó a sus ojos —creo que iré a casa ¿Está bien? Y continuaré dónde lo dejamos Draco y yo.
—Quizás puedas tomarte unos días, estoy seguro de que Kingsley lo entenderá.
—No —apretó su mano con cariño — mañana iré al Ministerio. Necesito saber todo sobre los interrogatorios y el ataque en Azkaban. Cuanto antes acabemos con esto será mejor para todos. No podemos permitir que continúe por más tiempo, Harry.
—Bien. ¿Seguro que estás bien? ¿Quieres que te acompañe? —Ella negó —¿Quieres venir a Grinmauld Place?
—No, pero gracias, Harry —le dio un beso en la mejilla y se alejó —ve a verle, el informe es cosa tuya.
—No puedes dejar el Lugar Seguro —dijo Harry.
—No lo haré —sonrió con tristeza —al fin y al cabo él no recuerda que existe. No sabrá que estoy allí.
No se apareció, no creyó que fuera buena idea aparecerse dado su estado actual, seguramente acabaría con una despartición o perdida en Laponia, así que utilizó la red flú para llegar a la Mansión Malfoy y, como en trance subió hasta el pasillo en el que estaba su pequeño hogar y tocó la pared. Entró por la puerta cuando ésta se presentó y cerró a su espalda. Se desnudó, se dio una ducha y se puso la camiseta de Draco que había sobre la cama. Olía a él, a sándalo, menta y petricor. Se metió entre las sábanas de las que habían salido juntos aquella misma mañana y se acurrucó aferrada a la almohada, dejando que las lágrimas y los sollozos que había estado conteniendo salieran sin control dejándola completamente vacía y exhausta.
Al día siguiente volvería a ser fuerte, volvería a estar entera y firme, volvería a ser Hermione Jane Granger. Pero esa noche… esa noche, o lo que quedaba de ella, necesitaba dejar salir toda la congoja y el miedo, la desesperación y el desasosiego que se anudaba en su pecho, esa noche necesitaba ser solamente Hermione.
….
—No entiendo nada de lo que está pasando —Draco miraba a Theo y Blaise con algo parecido a la desesperación —¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué estoy en Londres? —se tiró del pelo en un gesto de completa frustración y se removió inquieto en la camilla —¿Por qué Granger estaba aquí? ¡Merlín! Incluso me llamó por mi nombre de pila.
—Normal —bufó Blaise poniendo los ojos en blanco —llevas meses metido debajo de sus bragas Draco ¿Cómo quieres que te llame?
—¿Perdón? —respondió tosiendo, atragantado con su propia saliva — ¿Me estás vacilando? Eso no puede ser cierto. Es una broma de mal gusto, Blaise.
Miró a Theo, siempre más serio y mucho menos dado a las bromas, pero él no lo negó. Le contemplaba en silencio, analizando cada gesto y cada palabra.
—No es una broma —dijo finalmente cuando decidió que había observado lo suficiente a su amigo —es cierto que no la recuerdas ¿No? No recuerdas nada.
—Francia, Astoria ¿Tenía algo con ella? —preguntó entrecerrando los ojos — ¿Por qué tengo el recuerdo de ella y de una habitación de hotel?
Blaise alzó las cejas con sorpresa
—Vaya con Tori —murmuró con una seca carcajada —pensé que eso acabó hace años.
Draco seguía frotando sus sienes con fuerza y maldiciendo
—Decidme qué ha pasado — dijo apretando los dientes con una mirada oscura y firme
—El medimago ha dicho…. —empezó Blaise
—Me importa una mierda —respondió en un susurro que helaba la sangre —el medimago y todo lo demás. Quiero saber qué ha pasado desde que llegue de Francia y por qué me he estado acostando con Granger, si es que eso es cierto.
—¿Qué te hace pensar que sabemos por qué has estado con ella, Draco? —preguntó Theo con suavidad. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y le miraba sin parpadear —nunca hemos conocido tus… intenciones. Hay cosas que nunca cambian, cómo puedes ver.
Draco ignoró la amargura de su amigo y miró al moreno.
—¿Y bien?
Blaise se encogió de hombros.
—Está buena. A mi eso me vale como motivo —sonrió con burla — personalmente podría decirte que me gusta, me cae bien, pero no tengo ni idea de si eso ha tenido algo que ver con vuestra… relación o simplemente estabas rascándote un picor que todos sabemos tienes desde hace siglos.
—¿Qué insinúas? —preguntó siseando con una mirada dura
—No insinúo una mierda Draco —Blaise hizo un gesto y rodó los ojos —yo sé que si Granger no hubiera sido una impura y la mejor amiga de Potter habrías intentado meterte bajo su falda en el colegio. Tú también lo sabes —se encogió de hombros —reconócelo o no, me da igual. La realidad es que lo has conseguido con unos años de retraso y encima ni siquiera te acuerdas. Eso es lo mejor, si quieres mi opinión. Pero te digo algo, la última vez que os vi juntos… si quieres mi opinión ahí había algo más que sexo.
—Contarme todo. Desde el día que volví —repitió ignorando los comentarios de su amigo.
—No va a gustarte —respondió Nott sentándose en una silla frente a la camilla —pero ponte cómodo, te contaré lo poco que sé.
—Theo… —intentó Blaise
—¿Qué? Vino aquí, arrasó con todo, se lo llevó todo y ahora, convenientemente, lo olvida todo. Después de joderme a mi y ahora joderla a ella. Me importa una mierda si es bueno o malo hablarle de esto.
—No creo que haya olvidado convenientemente —replicó Blaise con un encogimiento de hombros.
—Como sea —dijo con un gesto displicente de la mano — él quiere la verdad ¿No? —sonrió de lado —pues la tendrá.
…
Hermione había ido al Ministerio.
Sabía que pese a los conjuros de ocultación y el maquillaje su cara era un completo desastre. Tenía los ojos inflamados después de una noche entera de lágrimas e insomnio, sus labios estaban ligeramente resecos y le dolía la cabeza. Aún así se había puesto un traje de chaqueta gris entallado y una blusa blanca con unos tacones negros que le estilizaban las piernas. Se retiró el pelo del rostro con un moño flojo e incluso se puso un poco de lápiz labial. Necesitaba retirar la atención de su rostro tanto como pudiera y además verse bonita podía ser un ligero bálsamo para su dolor. No tenía la necesidad de que nadie apreciara su ropa o su peinado, simplemente lo hizo por ella, para ella.
Meredith le dejó un café sobre la mesa pero no trató de entablar conversación. Hermione supuso que la noticia de la pérdida de memoria de Malfoy había corrido por el Ministerio como la pólvora y no era como si ellos hubiesen escondido la incipiente relación que habían comenzado a mantener, bueno, de hecho, para todo el mundo mágico llevaban meses juntos.
Apreciaba que su ayudante no sintiera la necesidad de hablar con ella o tratar de consolarla con palabras manidas y estúpidas.
Como cada mañana sacó los papeles de la investigación que llevaba en su bolso de cuentas dentro del dossier y los elevó en el aire ordenadamente.
Sacó pluma y pergamino y comenzó a tomar notas hasta que la puerta se abrió con un golpe violento y un airado Draco Malfoy accedió a su despacho seguido de Meredith.
—Lo siento Hermione, no he podido detener al señor Malfoy.
—Está bien Meredith —le dio una alentadora sonrisa y asintió haciéndole saber que la situación estaba controlada —¿En qué puedo ayudarte D… Malfoy?
Él se acercó a la mesa, retiró la silla y se sentó cruzándose de piernas y apoyando las manos en su rodilla con parsimonia.
—Ayer Theo me contó cosas interesantes y, aunque al parecer no le dije demasiado antes de perder la memoria, sí fue lo suficiente para saber que estaba trabajando contigo en la investigación del asesinato de mi padre y la desaparición de mi madre.
—Es cierto —replicó ella manteniendo su expresión neutral pese a que tenía el puño tan apretado bajo la mesa que pudo sentir como sus uñas se clavaron en la carne de la palma hasta hacerla sangrar — investigábamos juntos al grupo radical BR.
—Vaya Granger —replicó con una sonrisa que a ella le recordó al Draco de años atrás — ¿Y siendo… compañeros… hemos pasado los días revolcándonos en tu cama? ¿Eso es ético?
Hermione tragó y apretó más fuerte el puño, pero su rostro se mantuvo impertérrito. En realidad tenía ganas de gritar, de llorar, de exigirle que no denigrara su relación de aquella maldita forma.
De pronto le vino a la memoria la noche en la que se besaron por primera vez, la forma en la que Draco le había echado en cara que se había tirado sobre él, casi follándole de pie al lado del muro.
Era ese mismo Malfoy el que tenía delante, desagradable y mordaz.
—Técnicamente no somos compañeros —dijo sin embargo manteniendo su dolor tras una impenetrable máscara — tú no trabajas para el Ministerio. Kingsley te ha permitido actuar como consultor debido a la necesidad de que prestes tus servicios al Departamento de Misterios en el futuro, por lo que no es… no fue éticamente incorrecto.
Él torció sus labios en una sonrisa cínica que torció su rostro en una mueca de desagrado.
—De modo que es cierto, hemos estado follando.
Aquella descarnada forma de referirse a lo que había habido entre ellos trituró un poco más los trozos resquebrajados de su corazón. Quiso decirle lo mismo que le dijo en aquella fiesta, que no lo llamara así porque, aunque ciertamente algunas veces el sexo había sido brutal, salvaje y únicamente físico, a veces había sido tan emocional que le dolía hasta el extremo aquel desprecio hacia algo tan hermoso.
—Podría decirse así, supongo —dijo controlando con mucho esfuerzo el temblor de su voz.
Draco levantó el labio superior en una mueca de desprecio y alzó la ceja.
—¿Por qué? —preguntó en un siseo —Ni Theo ni Blaise saben decirme cómo es que acabé metido entre tus piernas.
Ella soltó una carcajada vacía.
—¿Qué te hace pensar que yo sí lo sé?
Draco la miró con intensidad durante casi un minuto hasta que volvió a hablar
—Espero que nuestros presuntos… actos no hayan ralentizado tus investigaciones. Y digo presuntos porque aunque mis amigos me hayan dicho que te he estado follando estos últimos meses yo tengo mis dudas al respecto. Al fin y al cabo ellos no estaban en la misma cama ¿Verdad? Y no tengo por qué creer lo que tú me digas, nunca hemos sido nada remotamente parecido a amigos.
—Compartiría contigo mi investigación —respondió ella ignorando sus comentarios anteriores —pero debido a que no recuerdas nada quizás es mejor apartarte de esto hasta que se solucione o hasta que recuperes la memoria.
—No pienso ir a ninguna parte Granger, así que ponme al día de la investigación. Mi madre está en San Mungo por culpa de algún cabrón y no pienso quedarme de brazos cruzados.
Cuando Malfoy se fue Hermione se sintió como un globo pinchado que va perdiendo el aire lentamente. La tensión la fue abandonando y poco a poco fue capaz de encontrar de nuevo el equilibrio.
¿Cómo iba a volver a trabajar con él? ¿Cómo iba a compartir de nuevo el día a día con él como si nada hubiera pasado entre ellos?
Santo Dios, era como volver a empezar, como si todos aquellos meses nunca hubieran ocurrido.
Alguien llamó a la puerta con toques firmes pero suaves.
—Adelante —dijo metiéndose uno de los rizos que habían escapado al confinamiento de su moño tras la oreja —¿Theo? ¿Qué haces en el Ministerio? ¿Por qué no estás en el Lugar Seguro? Pasa. No te quedes ahí ¿Te ha visto mucha gente?—añadió al ver Nott asomarse.
—Una pregunta cada vez —respondió con media sonrisa.
—Siéntate —le dijo señalando la silla que había ocupado Draco un rato antes —¿Estás bien?
—Creo que esa pregunta la debería hacer yo —replicó con un suspiro —Por eso estoy en el Ministerio, tenía que saber cómo estás —se sentó sin dejar de mirarla —Potter sabe que he venido, me iré de nuevo en un rato y no, no volveré a salir, te doy mi palabra. pero tenía que venir y asegurarme por mi mismo. Ayer estuve en San Mungo —dijo entrecerrando levemente los ojos como siempre que hablaba en serio de cualquier cosa.
—Lo sé, Draco se ha ido hace un rato. Ha estado aquí.
—No ha perdido el tiempo ¿No? ¿Cómo estás? —preguntó con genuina preocupación en su voz.
Hermione se vio tentada a mentir, pero decidió que era absurdo hacerlo. ¿Qué sentido podría tener salvo el engaño hacia sí misma?
—Estaré bien, algún día —respondió sin más desviando la mirada.
—No recuerda nada, ni siquiera que volvió de Francia.
—Lo sé. Amnesia postraumática. Además no ha sido causada por un golpe si no por un accidente mágico, lo que conlleva a la completa desinformación sobre las posibles consecuencias. Puede ser irreversible. Además ¿No te parece curioso que haya olvidado únicamente el tiempo que ha pasado con la investigación? —el tiempo que ha pasado conmigo.
—Sí, yo también he pensado en ello. Los casos de amnesia suelen ser una pérdida total de memoria o una memoria retrógada de unas veinticuatro horas, pero esto es… extraño, no parece algo casual, Hermione.
—Sí, lo sé —le pasó el pergamino que había estado escribiendo antes de que llegara Draco —ahí tienes punto por punto todo lo que recuerdo desde que despertamos esa mañana —él hizo una mueca — sin detalle —añadió con un leve toque de rubor en sus pómulos.
—Se agradece —murmuró él leyendo en silencio las anotaciones de la castaña —¿La última vez que lo viste fue una media hora antes del accidente?
—Sí, me dijo que iba a su taller porque había olvidado allí uno de los diarios de la investigación de su madre, habíamos quedado en terminar de estudiar sus apuntes y hacer la cena para ir pronto a dormir. Estaba un poco preocupado por el nulo avance de su investigación. Me puse a tomar anotaciones y como una media hora después me di cuenta de que no había regresado. Me preocupé. Después de lo que te ocurrió a ti… y teniendo en cuenta que no podía tardar tanto en recoger un libro ¿Verdad? Me dije a mi misma que seguramente se había quedado con las pociones y se le había ido el santo al cielo, aún así bajé para ver si había ocurrido algo.
Le encontré en el suelo del taller, inconsciente y le traje a San Mungo.
—O alguien intentó matarle y le salió mal o únicamente querían que dejara de investigar.
—O que dejara de estar conmigo —dijo finalmente ella en voz alta.
Theo la contempló con los ojos entrecerrados, analizando lo que había dicho.
—Piénsalo Theo, es posible. Revolución de la Sangre ¿Y si alguien simplemente ha decidido que no podemos estar juntos? Es retorcido, pero ¿Acaso no está siendo todo esto un juego cruel y retorcido en cierto modo? No nos hemos escondido, precisamente.
—Bien. No es una mala lógica, realmente deberías tenerlo en cuenta.
Se frotó la cara con ambas manos y suspiró cansada.
—¿Por qué no te vas a casa? — le preguntó él suavizando la expresión de su rostro normalmente serio y frío —no tienes buen aspecto.
—¿Es tu forma caballerosa de decirme que estoy hecha un asco?
Theo sonrió, una de sus poco habituales sonrisas.
—Más o menos.
—Creo que sí, me iré. De todas formas estoy tan cansada que creo que no servirá de nada que siga aquí, ni siquiera puedo pensar realmente.
—Te acompaño a las chimeneas —se levantó y sujetó la puerta para dejarla salir.
Se apresuraron al Atrio en un cómodo silencio.
—Descansa y cuídate. Descubriremos qué ha ocurrido, no pierdas la esperanza, leona. Recuperaremos a Draco, además este es un completo gilipollas, entre tú y yo, me gustaba la persona en la que se estaba convirtiendo.
—Y a mi también —susurró Hermione antes de entrar en una de las chimeneas mientras Theo se dirigía a otra.
Su mente la llevó a Grinmauld Place antes siquiera de pensarlo de manera consciente. Sabía que Harry aún seguía en el Ministerio pero ella había necesitado estar allí, estar en casa. El día anterior lo único que quería era estar sola, pero ese día realmente necesitaba a su familia.
—¿Hermione?
Ginny entró en el salón al escuchar el crujido de las llamas al activar la entrada en la red flú y se quedó bajo el vano de la puerta contemplándola con tanto amor en la mirada, tanta comprensión y dolor que ella únicamente pudo sollozar y correr a abrazarla.
—Oh cariño —cerró los brazos en torno a ella al más puro estilo Weasley y apretó con fuerza empujándola hacia el sillón —cuanto lo siento.
No dijo nada más, se dedicó a sostenerla mientras Hermione lloraba en su hombro, diciéndole sin palabras que no estaba sola, que podría derrumbarse porque no la dejarían caer.
