Hola! Lo primero de todo gracias por seguir aquí pese a mi momento dramático. Os juro que merecerá la pena, hacedme caso!
Gracias, Gracias y Gracias a todos por los comentarios y los gritos dramáticos. Me siento con más ganas de continuar!
El capi va por vosotros.
Besos y abrazos:
AJ
MariaPotter: Esta Hermione debería tener cuidado con lo que come no? Me debes un arroz xD
MarieSalazar: Amamos a Theo, coincido. Fin
superjunior15:La zorra psicópata me trae de cabeza, creo que no la soporto. Y sí, juro que ya nada irá a peor!
Monicaisabel: Bienvenida! Gracias por comentar! Estos muchachos nunca lo han tenido fácil, pero de verdad, que siempre hay luz después de la oscuridad.
Majo1989:Gracias! Que bonitas palabras! Me has hecho el día
wendisnice: No te preocupes, que día a día seguimos aquí! ^^
mflrom: OMG Gracias por eso! Si he conseguido plasmar ese dolor me doy por satisfecha.
HanyaJiwaku: Yo creo (sin spoiler por favor) que más que rendirse está un poquito en shock, yo creo que me habría quedado patidifusa xD
Wendy:Para que no te confiaras jajajaja
Andy0306:Noo, seguro que lo reparamos en un pispas
espiroket: Siempre me pasa igual cuando meto a Theo... me tengo que recordar que es un dramione xD
La fuerza de una leona
Un par de días después Hermione regresó al Ministerio.
Tenía una reunión con Morgan, a quien había dado largas desde que Draco despertó. No se sentía capaz de lidiar con nadie más, de escuchar las lamentaciones, los lo siento, las miradas de lástima o los abrazos de consuelo.
Pese a todo, se sentía con más entereza. Los últimos dos días y el escrito de su historia habían sido catárticos. Había visto películas, comido helado y escrito a Pansy y a Ginny. Pero al final se había dado cuenta de lo importante que era recuperar el control de su vida.
Respondió una de las misivas que había recibido del Inefable y concertó una reunión en su despacho esa misma mañana.
Cuanto antes empezara con su rutina y su día a día antes conseguiría aprender a vivir con ese dolor. Sabía que le costaría mucho esfuerzo y tiempo superar todo eso, pero al menos debía lidiar con ello de la mejor manera posible.
Morgan fue puntual, llamó a la puerta y se asomó con cautela.
—¿Se puede?
Hermione sonrió
—Claro, pasa y siéntate.
Él lo hizo, acomodándose en la silla, sin dejar de mirarla con sus profundos ojos oscuros.
—No voy a preguntarte como estás —dijo de pronto —porque es obvio que mal.
—Vaya, me siento halagada, supongo que mi aspecto debe ser terrible —respondió con un ligero toque de sarcasmo.
Morgan compuso una mueca similar a una sonrisa.
—No, estás tan bonita como siempre —replicó él haciéndola callar por el inesperado piropo.
—Hmmm gracias
—Son tus ojos —añadió él — el brillo de tus ojos ha desaparecido, como si te hubieran robado la alegría.
Ella suspiró.
—Supongo que me siento un poco así, como si un dementor estuviera pululando a mi alrededor a cada momento del día.
—Pasará —dijo él
—¿Cómo lo sabes? —no pudo evitar preguntar Hermione —se siente como si el dolor jamás fuera a desaparecer.
—Seguramente no lo haga, pero pasará, se hará menos doloroso con el tiempo hasta que quede un ligero malestar permanente, pero no dolerá tanto como antes.
—¿A quién perdiste Morgan? —preguntó antes de poder contener sus palabras —perdón —añadió rápidamente —no debí preguntar algo tan personal.
—Irónico —dijo con una seca carcajada —yo estoy hablando de tu vida personal, supongo que es normal que preguntes sobre la mía. A mi prometida —respondió al cabo de unos minutos.
Hermione levantó el rostro contemplándole con incredulidad.
—Oh Dios mío ¿Qué le pasó?
—Mortífagos. En el Ministerio.
Hermione cerró los ojos y sacudió la cabeza.
—Lo siento mucho, Morgan.
—Sí, yo también —elevó el labio superior en una sonrisa torcida —sigue doliendo, pero supongo que no tanto.
—Por eso estabas en ese bar muggle ¿No?
—A veces necesito olvidar por un rato —murmuró —a veces el dolor de la ausencia es tan fuerte como el primer día, por suerte, el resto del tiempo he aprendido a vivir con la pérdida. Como harás tú.
—Es distinto —aseguró Hermione —él está aquí, le veré cada día, rehacer su vida, casarse, tener hijos, envejecer. Lejos, año tras año.
—Será lo que tenga que ser —Se levantó, se acercó al escritorio y se apoyó en él, poniendo una mano sobre el hombro de la mujer —es posible que recupere la memoria y, si no lo hace, saldrás adelante porque eres fuerte y valiente.
Ella quiso reír. Estaba tan harta de ser valiente.
—Ella se parecía a ti —dijo Morgan acariciando un rizo castaño de forma ausente —por eso me gustas, me recuerdas a ella, era una gran mujer, una bruja inteligente, cariñosa, capaz de hacer mucho bien al mundo.
—Me habría gustado conocerla.
—Sí —Morgan sonrió con sinceridad en aquella ocasión —creo que a ella también le hubiera gustado conocerte a ti.
—¿Quieres que vayamos a ver a Harry? Tiene que ponerme al día, quizás pueda actualizarnos a los dos.
—Vamos.
Hermione se levantó rápidamente y sintió un leve mareo y una nausea en la boca del estómago que la hizo empalidecer.
No había dado ni dos pasos cuando sus oídos comenzaron a pitar y su visión se desdibujó hasta que todo se volvió negro.
—¡Hermione!
Cuando se despertó estaba en los brazos de Morgan que caminaba hacia el Atrio con decisión.
—¿Morgan? ¿Qué pasa? ¿Dónde vamos?
—Cierra los ojos —ordenó él que siguió caminando hasta pasar por delante de la puerta de Harry —Potter
—¿Qué ocurre? —preguntó acercándose a ellos cuando vio a Morgan cargando a su amiga —Hermione ¿Estás bien?
—Sí… creo. No estoy segura —se llevó una mano a la frente y entrecerró los ojos.
—Me la llevo a San Mungo. Se ha desmayado —dijo Morgan.
—Voy con vosotros —respondió Harry cogiendo su varita.
—¿Qué? ¿San Mungo? —preguntó la bruja intentando soltarse de los brazos del Inefable —¿Para qué? Me encuentro bien, Morgan, solo me he mareado ¡Harry! Por Dios ¿Estáis sordos?
Ninguno de los dos la hicieron caso. Se aparecieron en el hospital a través de las chimeneas del Atrio. Cuando llegaron, Harry sintió un dejá vù, tenía la sensación de que en los últimos tiempos pasaba más por San Mungo que por su casa. Se acercó a la recepción mientras Morgan dejaba a Hermione al cuidado de una medimaga y dio los datos de su amiga.
—Empiezo a odiar seriamente este lugar —dijo entre dientes acercándose a Morgan
Dentro de la habitación, Hermione fue revisada, movida, girada y toqueteada mientras trataba de explicar que no se encontraba mal, que solo había sido un mareo porque se había levantado demasiado deprisa.
—No estoy comiendo bien —reconoció a la sanadora —no desayuné esta mañana y anoche no pude cenar. Sé que debería estar teniendo más cuidado pero he pasado una mala racha.
—Pues deberías tener mucho más cuidado —dijo la medimaga mirándola con ojos entrecerrados —mala racha o no tienes que comer, tomar vitaminas, revisarte ¿Has tenido alguna revisión?
—¿Revisión de qué? ¡Merlín voy a matarlos! Mire —se colocó la ropa — solo me he desmayado por falta de alimento. No me ocurre nada más no necesito revisarme nada, estoy bien —se bajó de la camilla y sintió que todo le daba vueltas.
La sanadora la sujetó y le ayudó a subir de nuevo a la camilla relajando la expresión de su rostro, que se suavizó hasta hacerlo casi maternal. Aunque tenía el pelo rubio con algunas canas en lugar de pelirrojo, a Hermione le recordó por un instante a Molly Weasley.
—Señorita Granger…
—Hermione —dijo automáticamente.
—Hermione —repitió la bruja — necesitas ir a revisión porque esos mareos no son de no haber comido, querida.
—¿No? —se puso pálida y parpadeó —¿Qué tengo? —mil posibilidades pasaron por su cabeza y no creyó ser capaz de interiorizar más malas noticias sin reventar.
—Querida niña, estás embarazada.
Y así, con una sola palabra, el mundo de Hermione terminó por estallar.
Cuando Harry consiguió que les dejaran entrar ella seguía en estado de shock.
Ambos hombres se miraron y volvieron a observarla pero Hermione no se movía, casi parecía que ni siquiera parpadeara.
El auror se preocupó porque estaba tan increíblemente inmóvil como una estatua.
—Parece petrificada —susurró a Morgan que la contemplaba con el ceño fruncido.
—¿Hermione? —preguntó acercándose a ella que no parecía darse cuenta de que tenía compañía —Creí que te habían dicho que estaba bien.
—Eso dijo la sanadora —respondió Harry.
—No parece que esté bien en absoluto.
—¿Hermione? —preguntó esta vez Harry —¿Puedes oírme?
Ella seguía contemplando el infinito, como si la pared blanca que tenían en frente contuviera todas las respuestas del Universo entre sus ligeras grietas.
Morgan sacó la varita y la apuntó con ella, Harry le dio un manotazo y la tiró al suelo.
—¿Qué coño haces?
—¿Qué haces tú? —masculló Morgan recogiéndola —no voy a maldecirla Potter, pero igual un flipendo la saca de ese estado catatónico en el que parece estar sumida ¿Seguro que no le han dado alguna poción de paz que la haya dejado así… medio ida?
Harry puso los ojos en blanco pensando que Morgan podía ser un Inefable, grande e intimidante cuando quería, pero en el fondo, muy en el fondo, tenía algo que le recordaba a Ron.
—No le dieron nada porque está bien —repitió Harry recordando las palabras de la medimaga.
—¿En serio crees que está bien Potter? Deberíamos sacarla de aquí antes de que alguien quiera llevársela a la Sala Janus Thickey.
—Sí —se vio impelido a decir Harry —tal vez sea buena idea salir de aquí.
—¿Pero qué ha pasado?
La puerta se abrió de golpe y Harry cerró los ojos. Iba a matar a Ginny, lentamente. Quizás no mientras estuviera embarazada de su bebé, pero esta iba a cobrársela ¿Cómo se le ocurría enviar a Ronald?
—¡Hermione! —el pelirrojo empujó a Harry y a Morgan y se acercó a su amiga que seguía en trance, arrodillándose delante de ella—¡Hermione! —la sacudió sin ningún tipo de delicadeza haciendo que le castañearan los dientes aunque ella no pareció entrar en su cuerpo ni siquiera así. Ron miró a Harry —¿Qué le han hecho? —tenía los ojos tan abiertos que Harry se acordó de Dobby repentinamente —¿Quién la ha dejado tonta? —Volvió a sacudirla —¡Hermione!¡Vuelve! —Harry —dijo girándose de nuevo hacia su amigo —me recuerda a Lockhart.
—Sí pero ella no habla —masculló Harry.
Después de responder frunció el ceño y sacudió la cabeza, como si no entendiera por qué estaba respondiendo a Ron cuando no decía más que chorradas.
—No está tonta, nadie la ha hecho nada.
—Yo no estoy tan seguro de eso —replicó en voz baja Morgan
Ron volvió a sacudir a Hermione.
—Nos vamos —dijo Harry acercándose a ambos.
—¿Irnos? —preguntó de pronto la chica hablando con una suavidad que a Ron y a Harry les recordó a Luna —no puedo irme
—¿Por qué? —Morgan también se había acercado.
—Tengo que hacerme una revisión —respondió.
—¿Revisión? —Ron miró a los otros dos intentando encontrar respuesta a sus preguntas en ellos, pero ambos negaron con la cabeza.
—La medimaga me ha dicho que todo está bien —dijo Harry
Ella sacudió la cabeza en negativa.
—Me tengo que revisar. Sí. Será mejor que hable con ellos y busque un revisor.
—¿Un revisor de qué? —Ron siseó la pregunta casi imperceptiblemente y Harry se encogió de hombros.
—¿Qué te parece si nos vamos al Caldero Chorreante a tener esa reunión con Potter? —Morgan intentó desviar la atención de la bruja y lo consiguió por un instante cuando ella le miró.
—¿Una reunión?
—Iba a contarnos cómo han ido los interrogatorios. Además gracias a la información de Roger Davis casi tenemos a su hermano Garreth y aunque consiguió escapar, Higgs ha detenido esta mañana a Michael Corner.
Hermione parpadeó, como si no hubiera entendido nada de todo aquello.
—No puedo tomar cerveza.
—¿Por qué? —preguntó Harry
—Tengo que comer más.
—Sí, eso es cierto —resopló Ron —te estás quedando en los huesos —¿Quieres comer? Podemos ir a La Madriguera. Mamá seguro que nos alimentará.
—Iremos al Caldero Chorreante —rectificó Harry al ver el pequeño puchero que había hecho Hermione.
—Sí, está bien —susurró ella —pero yo… necesito ir a hablar con la sanadora, si me permitís un momento.
—Te acompañaré —dijo Ron al ver que ella se desestabilizaba al incorporarse de la camilla.
—¡No! —exclamó Hermione. Al ver que todos la miraban con obvia sorpresa se sonrojó—es…e s algo personal… algo de mujeres, preferiría ir sola.
Ante aquellas palabras mágicas los tres hombres asintieron a la vez, nada dispuestos a escuchar ciertos temas femeninos que Hermione pudiera necesitar discutir con la medimaga.
—¡Disculpe! —Hermione la vio saliendo de otra de las habitaciones de urgencia —Podría… yo… me gustaría encontrar un sanador para la revisión.
La señora sonrió.
—Habla con Janet —dijo señalando a la mujer que estaba en la recepción —ella puede buscarte una cita con Katie. Es la mejor de nuestras sanadoras de maternidad y partos.
—¿Katie?
—Katie Bell.
—¿Es medimaga? Vaya, no lo sabía.
—¿La conoces?
—Estudiamos en Hogwarts a la vez, aunque ella era un poco más mayor —le dirigió una tentativa sonrisa —gracias, de nuevo.
Pidió cita dos semanas más tarde con la sanadora Bell y, algo más tranquila, regresó con sus amigos.
—¿Mejor? —preguntó Harry mirándola con atención
—Sí Harry.
Él entrecerró los ojos y ella supo que no le había creído, pero lo dejó pasar y los cuatro juntos se dirigieron al Callejón Diagon.
—Yo tengo que ir a la tienda, cuando salí dejé a George solo y creo que querrá mi cabeza cuando me vea llegar porque el local estaba a reventar.
—Está bien Ronald, estoy mejor, de verdad.
El pelirrojo no parecía muy seguro pero finalmente asintió.
—Contacta conmigo después —dijo antes de irse.
Morgan, Harry y ella eligieron finalmente Le Petit, una pequeña cafetería con terraza donde, para horror del Inefable, ni siquiera cabía con comodidad en las dichosas sillas y tuvo que transformar una para estar cómodo. Pero Hermione dijo que no quería sentarse dentro del Caldero Chorreante y que quería comer allí.
—¿Sabes que esto no es comida, verdad? —preguntó Morgan con fastidio viendo los dos croissants con batido de chocolate que ella tenía delante.
—Se come, es comida —rectificó la castaña con una sonrisa
Él puso los ojos en blanco pero sus ojos chispearon con un brillo de alegría al verla comer con voracidad.
—No me había dado cuenta de que tenía tanta hambre —rió dando un trago de su batido —Bien Harry, creo que ya estoy lista para que me cuentes cómo va la investigación, creo que con todo lo que ha ocurrido en mi vida la he dejado de lado absolutamente.
—No pasa nada —respondió su amigo —creo que tienes derecho a dejar todo de lado y sanar.
Ella suspiró.
—Sí, es posible, pero realmente necesito distraerme.
—Bien. Sabemos que Davies está escondido en el Londres muggle, tenemos a todo el escuadron buscándole, hemos reducido la búsqueda a Bloomsbury y somos optimistas, creemos que le tendremos para final de semana. Higgs tiene a Corner, los interrogatorios serán mañana y la vista para los juicios de Chadburne, Kirke y Justin se han programado para la próxima semana.
—Bien ¿Ha habido algún otro ataque?
—No, hemos vuelto a tener avisos de pintadas y manifestaciones pero poco más.
—No me gusta eso —dijo Morgan — está todo demasiado tranquilo.
—¿Tranquilo? —preguntó Hermione —hace dos semanas entraron en la Malfoy Manor y atacaron a Draco, eso no es tranquilidad.
—En cuanto a eso… —comenzó a decir Harry
—¿Qué pasa? —preguntó Hermione
El moreno se colocó las gafas con ese gesto nervioso que ella conocía bien. Estaba a punto de decirle algo que no le iba a gustar.
—Bueno, bien… esto…
—No creemos que haya sido el BR quien atacó a Malfoy —soltó Morgan a bocajarro.
—¿Cómo?
—No te erices, leona —replicó Morgan chasqueando la lengua —eres probablemente la persona más inteligente de esta mesa, así que piensa. Piensa en los hechos, en la escena del crimen, en lo que ocurrió posteriormente. Dime qué es lo que ves ¿Por qué podemos estar diciendo esto?
Ella le miró y exhaló, prefiriendo seguirle la corriente porque estaba teniendo un día demasiado intenso como para discutir.
—Bien. No había sangre y fue un ataque mágico. No ha habido ningún ataque mágico perpetrado por ellos.
—Exacto.
—Pero ¿Y si les descubrió? ¿Y si no pudieron agredirle? Pudo defenderse y le atacaron por pura supervivencia.
—Sabes que no se sostiene —rebatió él —sabes que tenemos razón. El BR no ha atacado a Malfoy.
—No —Hermione sacudió la cabeza —tienen que haber sido ellos, las protecciones de Malfoy Manor son ancestrales, las únicas personas que han sido capaces de sabotearlas han sido ellos.
—No creo que quisieran matarle, Hermione —intervino Harry —no buscaban matar a Malfoy.
—Yo tampoco lo creo —puntualizó Morgan.
—¿Me estáis diciendo que alguien le atacó sólo para que perdiera la memoria?
—Eso parece —dijo Harry —hemos estado dandole muchas vueltas al tema y creemos que sí, eso es lo que ha ocurrido.
—Es posible que hayan lanzado un Obliviate a Malfoy —dijo Morgan sin un ápice de empatía —mierda —cerró los ojos y puso la mano sobre la de ella —lo siento, no quería decirlo así.
—No, está bien —apartó la mano y las puso sobre su regazo apretando sus dedos con un poco de ansiedad —creo que estoy asumiendo que le perdí como a mis padres.
Harry maldijo en voz baja y deseó poder hacer algo por ella, cualquier cosa que estuviera en su mano.
—Buscaremos una solución —dijo intentando animarla.
—La solución es encontrarlos a todos y desarticular la banda —replicó con dureza.
Una cabellera rubio platino llamó su atención y no pudo evitar desviar la mirada.
Allí estaba, caminando de la mano con Astoria por el Callejón mientras miraban escaparates. No parecía que tuvieran un sitio concreto en mente, simplemente paseaban con parsimonia, sin prisa, parándose aquí y allá, hablando mientras observaban la tienda de quidditch y la exposición de Flourish and Blotts. Empalideció al ver cómo la bruja se pegaba a Malfoy y cómo él soltaba su mano para rodearla con el brazo, acercándola más a su costado. Astoria reía encantada y le miraba con ojos seductores, mostrándole libro tras libro.
—Ni siquiera creo que sepa leer —masculló tragando saliva.
Los hombres siguieron su mirada y Harry maldijo al ver a Malfoy allí.
—¿Quieres que nos vayamos? —preguntó a Hermione.
—No —respondió ella con asombrosa entereza —supongo que debería acostumbrarme a esto, el mundo mágico no es demasiado grande.
—Valiente gilipollas —dijo Morgan incorporándose para levantarse
—¡No! —Hermione le sujetó de la mano —¿Qué haces?
—Explicarle un par de cosas —respondió con una sonrisa.
—No quiero un numerito en mitad del Callejón Diagon —miró a su alrededor y vio a varios magos y brujas mirándola con distintas caras de lástima. —no creo que sea bueno añadir más leña al fuego.
—Pues yo creo que me he cansado de leer sobre la pobre Hermione Granger en los artículos de esa estúpida de Sketter —dijo Morgan.
Se levantó retirándose el pelo de la cara y la tomó de la mano.
—Paseemos, Hermione
Casi la sacó a rastras mientras Harry simplemente les observaba con algo parecido a la diversión.
Entendía a Morgan. Puede que Malfoy no recordara nada y que, si alguna vez lo hacía quisiera suplicar perdón de rodillas. Puede que ese Malfoy al que habían conocido en lols últimos meses no se mereciera un escarmiento y fuera tan inocente y víctima como Hermione, pero lo cierto era que ver a su mejor amiga así le partía el corazón y si Morgan quería intentar molestar a Malfoy no sería él quien lo impidiera. Incluso aunque suponía que el Draco celoso y posesivo que habría rabiado al ver al Inefable con Hermione, ya no existía.
—¿Qué haces? —siseó Hermione entre dientes intentando mantener una sonrisa para no llamar la atención de nadie.
—Evitar que sigas siendo la víctima —le ofreció el brazo y ella lo aceptó, pegándose a su enorme cuerpo porque necesitaba sentirse protegida. Estaba aterrada de lo que Draco pudiera hacer con Astoria o decir.
—Todo saldrá bien ¿Quieres ver los libros nuevos de Flourish & Blotts —la miró con una sonrisa maliciosa
—No sé si estoy preparada para encontrármelo Morgan
—No necesitamos encontrarnos con él, solo exhibirnos un poquito. ¿Y si los celos enfermizos hacen que vuelva su memoria? —preguntó subiendo y bajando las cejas.
Ella rió.
—Me vio abrazar a Theo y no le afectó en absoluto
Morgan la observó con cara de horror
—¿Sabes Hermione? Ya estoy viendo los titulares. La heroína de guerra no pierde el tiempo y, tras su ruptura con el heredero Malfoy no solo tiene un mago en la retaguardia si no do.
Ella volvió a reír y le golpeó el brazo.
—Eres un idiota.
—Es bueno ver que no se te ha olvidado —dijo él.
—¿El qué?
—Reír.
Cuando Draco escuchó aquella risa sintió algo anudarse en su garganta y una presión en la boca del estómago. De pronto un sentimiento de posesión y urgencia le impulsó a caminar más deprisa para salir de detrás de los estantes y mirar hacia el otro lado de la tienda donde estaba ella.
Granger.
Iba al lado de Morgan Atwater. El Inefable del Ministerio con el que había colaborado alguna que otra vez. Un estúpido narcisista que se creía superior que él en todo.
Ambos reían y se miraban con complicidad, la bruja le tomaba del brazo y él había puesto su mano sobre la de ella en un gesto de cariño.
La furia explotó como si fuera magma en su interior que buscara una salida, erupcionó y su boca la expulsó en forma de palabras sarcásticas impregnadas en ira.
—Vaya, yo pidiéndote disculpas y resulta que en lugar de estar llorando por los rincones estás repartiendo favores por todo el Ministerio. Un miembro del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, un Inefable… ¿Mañana será la comadreja? ¿Vas a quitarle a Potter a tu amiga pelirroja?
Hermione se tensó y la sonrisa de su rostro flaqueó. Por un momento Draco, se sintió incomprensiblemente culpable y al ver el dolor brillando en aquellos ojos castaños quiso dar marcha atrás y retirar sus crueles palabras.
Pero era tarde.
Un puño voló en su dirección y antes de darse cuenta estaba en el suelo con la nariz rota y una preocupada e histérica Astoria sobre él.
—Si hay justicia divina —siseó Morgan mirándole con sus ojos oscuros llenos de rencor —recordarás y pasarás el resto de tu miserable existencia llorando por ella como ella está llorando por ti.
—¡Draquito! —Astoria se echó sobre él tocándole el rostro y tratando de besarle hasta que la empujó.
—Déjame en paz maldita sea
Se levantó sacudiéndose la túnica y se apareció lejos de todos. Lejos de aquel imbécil que se las pagaría en el futuro, lejos de la gritona de Astoria y lejos de Granger y de esas cosas que le hacía sentir y no quería.
—No debiste pegarle —dijo Hermione a Morgan cuando regresaban hacia Harry
—Él no debió hablarte así —masculló el Inefable.
—Morgan, él no tiene la culpa, no recuerda nada él… es una víctima.
—Puede ser una víctima, pero no es una inocente bajo ningún concepto.
—Buen derechazo —dijo Harry mientras bebía un té y sacudía la cabeza —apuesto cinco galeones a que le has roto la nariz. ¿Sabes que Hermione le dio también un puñetazo en tercer año?
Morgan alzó una interrogante ceja hacia la castaña.
—Estás llena de sorpresas.
—Ni te lo imaginas —susurró ella.
Continuaron durante aproximadamente una hora hablando del caso hasta que Harry tuvo que marcharse al Ministerio y Morgan le acompañó. Hermione pensó en ir a Grinmauld Place para hablar con Ginny y desahogarse pero finalmente fue hasta su Lugar Seguro.
Necesitaba tiempo consigo misma para procesar todo lo que había ocurrido, tiempo para asimilar, para entender.
Cuando llegó recogió la sala y la limpió, aireó la habitación, hizo la cama y se dio una ducha. Rebuscó entre las cosas que Draco tenía en el armario una de sus camisas y se la puso, aspirando el aroma que desprendía la tela.
—Merlín Draco —susurró dejándose caer en la cama que habían compartido —te echo tanto de menos.
Miró el techo y se limpió una lágrima rebelde que humedecía su mejilla haciendo lo que no se había permitido hacer hasta el momento.
Con cuidado, casi con reverencia, Hermione pasó las yemas de los dedos por su estómago y tembló.
Un bebé.
Apoyó la palma de la mano en su estómago plano y cerró los ojos.
Embarazada.
Una vez más sintió las emociones reventar dentro de su cuerpo y se vio superada por la intensidad. Quería reír, quería llorar, quería gritarlo al mundo y quería esconderse para el resto de la eternidad.
—Vamos a ser padres, Draco — dijo a la nada, anhelando que él estuviera allí, deseando no estar sola, no pasar por todo aquello sin él.
Se acurrucó en la cama haciéndose una bolita y se abrazó a sí misma.
Estaba tan asustada.
¿Cómo lo mantendría en secreto?¿Sería mejor si se lo contaba? ¿La creería? ¿Le pediría que se deshiciera de él? Sabía que no podría soportar que le dijera algo así, pero tampoco se veía capaz de luchar con él por la custodia.
Pensó que quizás podría callarse, huir de Londres, tal vez al mundo muggle o a Australia, allí estaban sus padres, aunque no la recordaran. No podría permanecer en Inglaterra sin contárselo ¿Verdad? ¿Y si el bebé tenía su cabello o sus ojos? Era el distintivo de los Malfoy, cualquiera podría sumar dos más dos y saber que se había quedado embarazada en el tiempo en que tuvieron una relación.
Agotada física y mentalmente, después de horas dando vueltas a sus posibilidades, Hermione se durmió y soñó con pequeños bebés con los cabellos albinos y enormes ojos grises.
