Hola!

MarieSalazar: Fui demasiado obvia no? jajajajaja Yo también loveo a Morgan, pero creo que somos las únicas jaajaja

Caro2728: Prometo que después de la tempestad... llegará la calma.

Augenblick29:Bueno por ahora creo que era solo un sueño de Hermione, no sé si será profético o no!

HanyaJiwaku:Jajajajaja me parto, si parecían un poco conejillos para que nos vamos a engañar!

Monicaisabel: Si, a la pobre le ha venido todo de golpe!

Belén: Bienvenida! Gracias por tu comentario, por tus palabras y por ser una más de esta historia que estamos compartiendo!

Mariapotter:tía... creo que va a ser que no te gusta Morgan, aunque no me queda claro jajajajaja ¿No quieres un Morgan en tu vida?Te dedicaré una escenita más adelante...

wendisnice:Eso es! Ahora tiene que acordarse de ese bebé!

Millones de gracias por vuestro apoyo, gritos y comentarios!

Besos y abrazos

AJ

La vida continúa

Una semana y media después Hermione seguía sin contar nada a nadie sobre su estado.

Ese mismo día tenía cita en San Mungo con Katie Bell y decidió que, si todo iba bien y, siempre dependiendo de lo que le dijeran en la consulta, hablaría con sus amigos. Al menos con Harry, Ginny y Ron.

Cuando llegó al hospital, con más de media hora de adelanto, se sorprendió al encontrarse con Luna por allí.

—¡Luna! —se acercó a darle un sentido abrazo —pensé que ibas a regresar a tu investigación.

—Bueno, iba a hacerlo —respondió la rubia con aquella voz suave y dulce —pero papá no se ha sentido bien desde hace tiempo y le estoy acompañando a las pruebas así que decidí quedarme un tiempo.

—Oh, vaya, espero que se recupere

—Sí, él está bien, no para de decir que los nargels le han aturullado el cerebro, pero en realidad tiene problemas digestivos que deben ser tratados por algo más que té. ¿Y tú que haces aquí?

Luna miró a su alrededor parpadeando, como si hubiera estado caminando sin ton ni son por los pasillos y no se hubiera dado cuenta de donde se encontraba hasta ese momento.

—Oh —dijo observando a Hermione fijamente, casi como si fuera una legeremante capaz de leer todos sus secretos —no lo sabía —miró su estómago como si esperase encontrar una barriga de ocho meses de embarazo.

—Ni yo —dijo Hermione con una risilla histérica —ni nadie, en realidad.

—Sé guardar un secreto —sonrió Luna —somos amigas. Las amigas guardan los secretos ¿Verdad?

—Verdad —respondió Hermione mordiéndose el labio inferior.

—¿Malfoy no recuerda nada? —preguntó tomándola de la mano y caminando con ella hacia las sillas de la sala de espera para sentarse juntas.

Normalmente no le gustaba cuando la gente hablaba de él, cuando le preguntaban por lo sucedido. Pero Luna… bueno, era Luna.

—No

—Qué extraño —Luna ladeó la cabeza, pensativa —robar los recuerdos de un tiempo concreto no parece un accidente.

—No creo que lo fuera.

—¿No ha visto los reportajes? Erais la noticia del año —la rubia intentaba comprender —incluso yo leí sobre vosotros y no estaba ni en el mismo continente.

—Sí, lo ha leído. Theo y Blaise le han contado sobre nosotros y le han mostrado las publicaciones pero él… —sintió de nuevo esa angustia que le atenazaba la garganta cuando pensaba en ello —sabe lo que pasó… más o menos —sonrió con tristeza —me dijo que lo sentía pero —se encogió de hombros —que ese Draco no existía y que él no sentía nada por mi.

Luna simplemente la abrazó con cariño.

—¿Él sabía lo del bebe?

—No —sacudió la cabeza exhalando lentamente —lo descubrí después.

—¿Y qué vas a hacer?

—Aún no lo sé yo… —se abrazó frunciendo el ceño —ni siquiera se lo he dicho a nadie, llevo algo más de una semana intentando hacerme a la idea de todo, ni siquiera he asimilado aún que él no esté conmigo y ahora esto —cerró los ojos y dejó salir el aire con una risa extraña —estaba feliz por primera vez desde que acabó la guerra, feliz de verdad —inspiró hondo — y mi vida se ha desbaratado en una sola noche.

—Pero ahora nunca más estarás sola —dijo Luna alzando las cejas con media sonrisa —ese bebé te amará por el resto de su vida.

Hermione miró aquellos bonitos ojos azules, límpidos e inocentes y sus labios temblaron cuando la comprensión cayó sobre ella, derramándose cálidamente como si un hechizo calefactor la hubiera rodeado.

—Cierto —susurró aferrando la mano de Luna entre las suyas —siempre le tendré a él o a ella ¿Verdad?

Luna asintió sin perder la sonrisa.

—Creo que Harry estará muy feliz por ti.

—Puede ser… aunque algo me dice que Ronald no se alegrará demasiado.

—Ron te quiere —replicó la rubia —a lo mejor grita mucho al principio —añadió con la cabeza ladeada, como si estuviera imaginando la escena —seguro que lo hace —ambas rieron —pero hará lo que sea para que seas feliz.

—Lo sé.

Y lo sabía, tenía los mejores amigos del mundo que la apoyarían siempre, pasara lo que pasara.

—Creo que hablaré con ellos. No tengo que pasar por esto sola ¿Verdad?

—No.

—Gracias Luna —le dio un rápido abrazo —me alegro de que estuvieras por aquí —se limpió los ojos con fastidio —últimamente no hago más que llorar —dijo con impotencia.

—¿Quieres que entre contigo? —preguntó con dulzura Luna.

Y Hermione la miró, pensando que si alguien era capaz de no juzgar y de ser incondicional era aquella mujer.

—Me encantaría.

La consulta con Katie fue maravillosa. La chica que recordaba de Hogwarts se había convertido en una profesional muy competente que hablaba con ella con naturalidad y mucho cariño.

Le hizo todas las pruebas necesarias y dictaminó que se encontraba de tres semanas y media. Hermione lloro. Lloró porque aunque se había hecho dos pruebas muggles que habían dado positivo, tener la confirmación médica fue algo increíble. Además sabía exactamente cuándo se había quedado embarazada, el día en que todo había comenzado de verdad.

—La confidencialidad sanador-paciente es absoluta —le dijo a Hermione cuando la vio entrar a la consulta —sería mentira si te dijera que no sé lo que pasa en tu vida porque El Profeta se ha encargado de airearlo a los cuatro vientos, pero esto —dijo señalando el vientre plano de Hermione — no saldrá de aquí en absoluto —lo llevaremos con total discreción mientras eso sea lo que quieres porque imagino que Malfoy —pronunció su nombre con algo de disgusto que no pudo disimular —no sabe nada.

—No

—¿Lo va a saber?

—Aún no lo he decidido.

—Bien, mientras te haré algunas recetas, la tienda de pociones del Callejón Diagón tiene todo, no obstante en Godric´s Hollow hay una tienda un poco más pequeña que aconsejo sobre todo para las pociones vitamínicas, la bruja que las fabrica es una pocionista maravillosa.

—Gracias Katie. Creo que iré a Grinmauld Place —dijo a Luna cuando ambas salieron de San Mungo.

—Buena suerte Hermione —la rubia se quitó un colgante que, por suerte no era un rábano ni una zanahoria nepalí sino un círculo blanco que parecía una especie de concha nacarada —esto es un talismán que me regaló Rolf Scamander en nuestra última expedición —dijo poniéndoselo a ella —me gustaría que lo llevaras, te protegerá.

—Rolf ¿Hmmm? Hablaron de un posible romance entre vosotros.

—No salió bien —respondió ella sonriendo con cariño —pero somos buenos amigos, no tengo demasiados amigos así que es bueno haber conservado su amistad.

—¿Quieres venir conmigo a Grinmauld Place?

—Otro día —murmuró con suavidad —creo que este momento es mejor que sea privado.

No insistió ya que en el fondo sabía que tenía razón así que se apareció en la puerta de Grinmauld Place y llamó.

—¡Hermione! —Ginny abrió y le dio un rápido abrazo, ayudándole a quitarse la túnica —¿Por qué no has usado la red flú? —preguntó con un ceño igual al de su madre.

—Vengo de San Mungo —dijo inspirando hondo.

—¿Qué te pasa? —Ginny se puso en guardia en cuanto escuchó el tono de su amiga.

—¿Está Harry?

—Sí, con Ronnie, en el salón.

—Perfecto —suspiró la castaña —quería hablar con los tres.

Cuando la vieron llegar ambos la abrazaron y Ron, siendo el protector que era, la sentó a su lado en el sillón sin quitarle los ojos de encima.

—Viene de San Mungo —soltó Ginny a bocajarro.

—¡Ginny!

—¿Qué? —preguntó la pelirroja —¿No querías hablar con nosotros? Seguro que es por eso ¿verdad?

—¿Qué te pasa? —preguntó Ron

—¿Es por lo del otro día? ¿Por el desmayo?

—¿Te hicieron las pruebas que querías? —preguntó Ginny.

—Estás algo pálida —intervino Ron.

—No estarás dejando de comer de nuevo ¿Verdad? —añadió Harry

—Tengo la cena en el horno. No te irás sin comer —terció Ginny.

—Sabía que tenía que haber insistido más el otro día. Voy a matar a Malfoy—susurró Ron.

El cotorreo de todos le estaba poniendo de los nervios y, lejos de callarse parecían animarse los unos a los otros.

—Estoy embarazada —dijo a bocajarro sin pensar.

El silencio que siguió a sus palabras fue atronador.

Ninguno de ellos habló, ni siquiera parecían respirar.

Ron no gritó.

Después de un par de minutos Hermione se empezó a preocupar, aunque recordó que ella misma había entrado en estado de shock cuando se había enterado.

—Lo voy a matar —la voz de Ronald era tan absolutamente tranquila que resultó estremecedora.

Quizás si hubiera chillado Hermione simplemente habría puesto los ojos en blanco, pero él simplemente constataba un hecho, del mismo modo que podría haber dicho que iría al banco al día siguiente o que el cuarto de baño de la tienda tenía una gotera. De forma impersonal, casi apacible.

—Te ayudaré a esconder el cuerpo —respondió Harry con el rostro inexpresivo y el ceño levemente fruncido como si realmente estuviera pensando cuál sería el mejor lugar para esconder un cuerpo.

—Nadie va a matar a nadie —dijo Hermione mirándoles como si se hubieran vuelto locos.

—¿Por qué no? —preguntó Ron realmente interesado en la respuesta

—Porque le quiero.

—Eventualmente eso se te acabará pasando —añadió con un gesto displicente de la mano.

—¡Ronald! Será el padre de mi hijo.

—¿Y lo sabrá? —preguntó Harry.

—Aún no lo he decidido.

—Maldita sea —dijo después de unos segundos quitándose las gafas —sabía que era una mala idea. Se lo dije a Kingsley joder… todo esto ha sido un error desde el principio.

—No Harry —replicó Hermione con una sonrisa —quiero tener este bebé, lo amaré con toda mi alma. Además no me arrepiento de todo lo que he vivido con Draco. Si Ginny perdiera la memoria ¿Te arrepentirías del tiempo que pasasteis juntos?

—Obviamente no Hermione, pero no es lo mismo.

—¿Te arrepentirías tú Ron si Lavender se olvidara de ti? —Antes de que el pelirrojo respondiera miró a Ginny.

—No, no lo haría. Te entiendo Hermione —su amiga se tocó su propio vientre levemente hinchado —mejor que ninguno de estos dos babuinos.

—Maldita sea —Ron se levantó, tiró de Hermione para que también se pusiera de pie y la envolvió en un abrazo de oso —te quiero, no vas a estar sola.

—Lo sé —respondió ella limpiándose una lágrima.

—Yo seré el padrino —sentenció Harry acercándose a ellos.

—¿Y por qué tú? —preguntó Ron frunciendo el ceño.

—Porque tú serás el padrino de mi hijo —respondió el moreno dando una colleja a su mejor amigo —me toca a mi ser el de Hermione.

Ronald asintió varias veces, conforme.

—Bien, supongo que tiene sentido.

Harry abrazó a los dos y rieron juntos mientras Ginny les decía que la hora de la cena había llegado.

Allí, en aquel instante, Hermione supo que pasara lo que pasase, todo iba a salir bien.

…..

Al día siguiente fue a Godric Hollow con Ginny, que le había pedido acompañarla para ver la tienda de pociones que Katie Bell le había recomendado a Hermione.

—Creo que voy a pedir un cambio de sanadora. No me gusta mucho el señor Fogstein, es un poco siniestro, me recuerda a Binns.

—Binns es un fantasma, Ginny.

—Por eso —la pelirroja la miró con horror, rieron y juntas siguieron caminando por el pueblo.

Pasaron al lado de la Bruja Bizca y Hermione no pudo evitar sonreír al ver la vieja y mugrienta taberna.

Recordó pasear con Draco justo por allí mientras él le hablaba de la Banshee Gritona, donde había ido con sus amigos al poco tiempo de volver de Francia. Se había quejado del bar y del pueblo y ella le había explicado lo lleno de historia que estaba el lugar.

—Mira —Ginny la sacó de sus cavilaciones señalando hacia el frente —es allí.

A unos diez metros había un letrero de madera algo ajado donde podía leerse Pociones para cada dia.

No tenía escaparate ni expositor. Un muro de piedra cubierto de hiedra con una puerta sencilla de madera y una ventana cubierta de campanillas.

Entraron a la tienda que olía de un modo similar al aula de pociones de Hogwarts y miraron a su alrededor las decenas de estanterías llenas de pociones que cubrían las paredes desde el suelo al techo. Al fondo había un mostrador de madera pulida con una caja registradora y un rollo de pergamino al lado de una pluma y un tintero.

—Buenos días.

De una puerta escondida salió una bruja no mucho mayor que ellas mismas, sonreía mientras se limpiaba las manos en un trapo que llevaba colgado de un mandil negro.

—Bienvenidas —dijo acercándose al mostrador —¿En qué puedo ayudaros?

—Hola —Hermione fue hacia ella y sacó el pergamino que le había dado Katie con las pociones que necesitaría y la forma de administrarlas —necesito esto —le tendió el papel.

—Estupendo —con la varita hizo levitar varios frascos y los fue dejando sobre el mostrador —únicamente me falta la poción Ferrum no la tengo disponible, aunque podría prepararla para pasado mañana si puedes esperar.

—No hay problema

—Yo también quiero un pedido igual —dijo Ginny —no puedo creer que Fogstein no me haya mandado nada de esto. Eso me pasa por ir al medimago de mi madre —gruñó en voz baja.

—Tendré las dos pociones pasado mañana. Lo siento mucho, antes tenía algo de ayuda, Adalid venía un par de veces por semana y me echaba una mano.

Hermione se puso alerta.

—¿Adalid?

—Sí, Adalid Rymer, una buena chica, se sacaba un dinero extra ayudándome en la tienda, es una excelente pocionista pero tuvo un problema familiar y tuvo que marcharse.

—¿Y la conocías desde hacía mucho?

—Oh sí, fuimos juntas a Hogwarts. Es hija de muggles, como yo, así que nos hicimos amigas rápidamente. Aunque creo que tenía un hermanastro mayor que también era mago y una hermana pequeña —frunció el ceño —aunque nunca los conocí —cuando tuvo el pedido preparado les entregó una bolsa a cada una y les cobró —nos vemos en un par de días.

—Muchas gracias —dijeron ambas.

—Adiós —respondió la pocionista antes de volver a meterse por la puerta que daba a la trastienda.

—¿A qué han venido todas esas preguntas? —Ginny entrelazó su brazo con el de Hermione mientras caminaban.

—Su ayudante y amiga Adalid está en busca y captura por el Ministerio —dijo la castaña —a Harry le gustará esta información.

—Seguro —Ginny tiró de Hermione hacia el lado contrario del punto de aparición —no pienso irme sin tomar un té y algo de comer —¿No estás hambrienta?

—Ahora que lo dices —respondió alzando las cejas con sorpresa —lo cierto es que sí.

Ginny chasqueó la lengua.

—Por muchas pociones que te tomes, lo más fundamental es la alimentación Hermione. Si comes como un pajarito no alimentarás a tu bebé.

—Shhhh —Hermione le tapó la boca con la mano —recuerda que Skeeter tiene ojos en todos lados, así que cuidado con ciertas palabras.

La pelirroja puso los ojos en blanco y la guió hacia la Banshee Gritona.

—Pansy me dijo que este sitio está muy bien.

Hermione quiso decirle que lo mejor que podían hacer era irse a cualquier otra parte pero se calló y entró con ella en el local que, tal y como Draco había dicho, se veía muy nuevo y elegante.

Eligieron una mesa apartada y pidieron dos tes y unos bizcochos.

—Esto está de muerte —dijo Ginny lamiéndose unas migas del dedo pulgar.

—La verdad es que no me había dado cuenta del hambre que tenía —Hermione removió su té, cortó un pedazo del bizcocho y se lo comió con deleite.

—No mires detrás de ti —murmuró Ginny observando por encima del hombro de su amiga.

Ella, obviamente miró.

—Mierda.

—Te dije que no miraras —espetó Ginny con fastidio.

—¿Qué hace aquí?

—Pues no sé —respondió la pelirroja —no creo que esté comprando una escoba nueva, tal vez quiera comer o beber algo ¿No? Al fin y al cabo es un bar. Por lo menos esta vez está solo.

—Veo que Harry no perdió el tiempo contándotelo.

—Por supuesto —dijo ella con picardía —le pedí que me dejara ver el recuerdo en el pensadero. La verdad es que Morgan tiene un buen gancho. Es guapo.

—¿Morgan? —preguntó Hermione frunciendo el ceño —sí, supongo que lo es.

—Y parece preocuparse por ti.

Hermione resopló.

—Ni lo intentes Gin —dijo con una risita —eso de que un clavo saca otro clavo nunca me ha parecido verdad así que…

—Te enamoraste de él ¿Verdad? —preguntó repentinamente seria —al principio pensé que todo ese fuego y esa animadversión había sido un detonante y teníais una relación de puro sexo.

—¡Ginny!

—No seas mojigata —resopló la pelirroja —pero en Navidad parecíais orbitar el uno alrededor del otro. La forma en la que él te tocaba y cómo le mirabas… le quieres.

—Nunca había sentido algo así —murmuró Hermione mirando de reojo cómo Draco se sentaba en una de las mesas —esa conexión, esa necesidad… al principio era algo…no sé, físico —se frotó la cara con las manos —nunca imaginé acabar enamorada de él. Sobre todo —dijo sonriendo —si tenemos en cuenta que siempre fue un gilipollas.

Ginny también sonrió.

—De los grandes.

—Sabes que vamos a apoyarte hagas lo que hagas ¿Verdad? —la pelirroja puso la mano sobre la de Hermione.

—Lo sé.

—Bien. Harry y Ron piensan que lo mejor es que él nunca se entere pero yo creo que tiene derecho a saberlo —al ver que ella iba a protestar la silenció con la mano —Hermione ese bebé tiene derecho a tener un padre, no cargues con la culpa de no habérselo permitido. Si él no quiere saber nada… bien, es una posibilidad, pero al menos en el futuro, la culpa será suya.

—No sé si estoy preparada para oír cómo lo niega o lo rechaza —exhaló con fuerza —tampoco creo estar preparada para tenerle en nuestra vida mientras él sigue adelante formando una familia. —suspiró —odio todo esto.

—Bueno, no tienes que decidirlo ahora —la consoló su amiga —tienes tiempo hasta que se empiece a notar, tiempo para pensarlo.

—¿Qué hace aquí Luna? —preguntó Hermione al ver a la rubia entrar sola por la puerta del bar.

—Yo quedé con ella aquí—respondió Ginny alegremente —¿Qué? no me mires así, obviamente sabía que después de comprar las pociones vendríamos a tomar algo aquí.

—A veces no sé por qué no acabaste en Slytherin —masculló Hermione

—Porque ese sombrero huele a los Weasley a distancia y los coloca a todos en la misma casa, no creo ni que valore otras posibilidades.

Luna entró con ese andar ligero tan particular, dando pequeños saltitos mientras se acercaba a la mesa en la que ellas estaban.

—Hola chicas

Ambas la miraron sonriendo mientras Hermione, por el rabillo del ojo, vio como Draco había seguido a la rubia con la mirada hasta que se había dado cuenta de que ella estaba también ahí.

Sin mirarle y fingiendo no haberle visto, golpeó la silla a su lado.

—Siéntate Luna.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó con un ligero vistazo a su tripa.

—Perfectamente. Hemos comprado las pociones que me dijo Katie, aunque tengo que volver en un par de días porque no tenía todas disponibles.

—¿Cómo fue la conversación con Harry y Ron?

—Mejor de lo que esperaba —respondió Hermione.

—Teniendo en cuenta que no tuvimos que atar a Ronnie ni ponerle un bozal —añadió Ginny —yo creo que fue perfecta.

—Si obviamos que pensaron en un asesinato

Ginny puso los ojos en blanco.

—Ambas sabemos que ninguno de los dos sería capaz de hacerlo —se quedó pensativa durante un instante —aunque seguramente en su imaginación lo han asesinado más de una vez, de todas las maneras posibles.

Unos treinta minutos después Hermione se levantó.

—Aprovechando que no te dejo sola —dijo a la pelirroja —voy a acercarme al Ministerio para hablar con Harry, creo que es una información importante.

—Está bien —dijo Ginny —pero ¿Qué os parece una cena en Grinmauld Place el fin de semana? He pensado en invitar a las serpientes —al ver la tensión en el cuerpo e Hermione chasqueó la lengua —a él no, obviamente ¿Te imaginas que le invitara? —rió detrás de su bebida —a este Malfoy le daría una apoplejía.

—Está bien ¿Vendrás Luna? —preguntó Hermione

—Claro que sí, me divertí mucho en Año Nuevo.

La castaña sonrió con añoranza, aquella fiesta parecía haber ocurrido una vida atrás.

—Hasta luego chicas

Cuando caminó hacia la salida se dio cuenta de que Draco ya no estaba y exhaló, aliviada. No obstante en el momento en que puso un pie fuera de la Banshee Gritona alguien la cogió de la muñeca y, antes de que pudiera siquiera ver de quien se trataba, el tirón de la aparición hizo que se mareara y llegara a su destino completamente desmayada.

Draco llegó con la mujer a Malfoy Manor y maldijo cuando ella cayó sobre sus brazos inconsciente.

—Mierda —dijo cargándola en brazos y dejándola en uno de los sofás — ¿Granger?

¿Qué demonios le pasaba? Únicamente se habían aparecido. Le tomó el pulso, suspirando de alivio al ver que era estable y fuerte, no quería ni imaginar que le pasara algo a Granger en su casa, le meterían en Azkaban antes de lo que se dice snitch.

—¿Draco? —preguntó ella parpadeando y mirando a su alrededor con confusión.

Oírla pronunciar su nombre le generaba sentimientos contradictorios, aunque prevalecía la molestia por encima de todos.

—Te has desmayado —dijo con brusquedad.

—Oh —ella se incorporó con cuidado, como si tratara de valorar la posibilidad de volver a caer inconsciente y, cuando se dio cuenta de que no sucedería se sentó y le miró con los ojos entrecerrados — ¿Por qué me has traído aquí? —estaba tensa y vio como metía la mano en la túnica para aferrar su varita.

—Quería hablar contigo.

—¿Y no podías pedirlo educadamente en lugar de secuestrarme?

—Podrías haberte negado

—De eso trata la libertad, Malfoy.

—Pero yo no quería que te negaras, así que te traje aquí.

Ella sonrió, una sonrisa que a Draco le descolocó momentáneamente porque era la misma que él veía en el espejo algunas veces.

—¿Por qué sonríes? —No pudo evitar preguntar.

—Te sorprenderías —respondió misteriosamente.

Malfoy no se imaginaba la facilidad con la que podría irse a la planta de arriba antes de que pudiera siquiera parpadear. No obstante la curiosidad fue más fuerte que su instinto de autoconservación y se quedó.

—¿Qué quieres, Malfoy?

—¿Qué sabéis de la investigación? —preguntó clavando en ella sus ojos de mercurio que la observaban sin una pizca de calidez.

—Pregunta a Harry, es el auror al cargo, últimamente yo… estoy un poco menos apegada al caso.

—¿Por qué?

—Digamos que el Ministro me dio el caso pero ya no tiene sentido que siga en él. No soy auror.

—¿Es por qué yo pedí que fueras tú quien llevara la investigación?

Hermione le miró repentinamente alerta, pero él seguía imperturbable.

—No, no lo recuerdo, pero es lo que Theo me dijo.

—Tú ya no tienes acceso a la investigación, Malfoy —él no parecía muy contento con eso —y yo he decidido desmarcarme… al menos temporalmente.

—¿Qué hay acerca de mi madre? —preguntó con los dientes apretados.

—En San Mungo…

—Sí, sí ¡Maldita sea! He ido cada jodido día a San Mungo. No tienen nada, no saben una mierda.

Hermione suspiró, apretando los puños para reprimir las ganas de levantarse y consolarle, sabiendo que ya no sería bienvenido su contacto.

—Lo siento —quiso decirle que él estaba investigando, hablarle de los diarios que ella tenía en la planta de arriba, pero el medimago les había dicho que no forzaran ningún tipo de recuerdo así que se quedó en silencio —haremos lo posible por ayudarte.

—¿Por qué sientes algo por mi? —preguntó sin disimular el sarcasmo de su voz

Sentía rabia, tanta rabia por dentro. Una ira que no era capaz de controlar. No entendía lo que le había ocurrido a su madre y no comprendía por qué nadie era capaz de sacarla de aquel estado similar a la muerte.

Llevaba noches sin dormir, perseguido por sus pesadillas, día tras día oyendo a Granger gritar, siendo torturada una y otra vez. Sus lágrimas, sus sollozos ¿Cómo era posible que hubieran estado juntos? ¿En qué mundo él podría haberse metido en su cama? ¿En qué universo ella habría perdonado todos los insultos y el pasado?

—Dime Granger ¿Acaso te enamoraste de mi?

Ella miró aquella sonrisa tan diferente de la que él le había dedicado en los últimos meses y tan similar a la del Malfoy que conoció en Hogwarts y sintió que se congelaba lentamente por dentro. Ni siquiera podría llorar, tenía la sensación de que alguien había lanzado un petrificul totalum a sus emociones.

—No, Malfoy. La persona de la que yo me enamoré ya no existe.

Y con un golpe de varita se apareció.