Hola! ¿Avanzamos un poquito más?

Me pregunto, al escribir estos capítulos ¿Cómo se sentiría? ¿Os imagináis que os despertáis en una cama de hospital y de pronto tu pareja ya no es quien la que tienes a tu lado ahora? ¿Que en tu familia ha habido pérdidas que no recuerdas que sucedieran? ¿Que una persona a la que no soportabas forma parte de tu vida intima? ¡HostiXX! No sé, creo que la angustia, la incredulidad, la vorágine de sensaciones contradictorias... ver fotos en los que estás pero no recuerdas haber estado... tiene que ser traumático ¿No? Bueno, esto ha sido una disertación propia... ahora vamos a lo importante!

Augenblick29: A mi también me genera ansiedad este hombre!

Vic Black: Hermione se está creciendo ante la adversidad!

HelenaJane: Gracias a ti por leer y dejarme un mensajito, se agradecen!

mariapotter: Ah... mira que yo creo que este Draco ni siente ni padece, debe ser duro ¿no?

EuniceRc:: BIENVENIDA!

La pocionista

Un par de días después Hermione entró al despacho de Harry. Morgan estaba allí con un café en la mano.

—Buenos días —les sonrió y se sentó al lado del Inefable.

—¿Quieres café? —preguntó él tras darle los buenos días —aún no lo he probado, pero llevo tres en lo que va de mañana.

—¿Tres? —miró su reloj —Morgan, son las siete de la mañana ¿A qué hora has venido?

Él sonrió sin humor.

—Digamos que no me fue ayer.

—Pasas demasiadas horas aquí ¿Sabes? ¿Qué tal algo de vida social?

—¿Me estás proponiendo una cita? —respondió burlón.

Hermione pestañeó con coquetería.

—Cuando quieras.

Él solamente rió y le acarició la mejilla con cariño.

Harry vio el gesto pero, por alguna extraña razón le pareció absolutamente inocente. Era curioso, tiempo atrás había pensado que Atwater estaba interesado en Hermione, pero cada vez ese interés parecía volverse más fraternal y suponía que eso era algo que a su amiga le gustaba. Quizás fuera una táctica de acercamiento típica de las serpientes, dado que Theo había jugado la misma carta tiempo atrás. Harry no era el más espabilado en cuanto a técnicas de conquista así que su opinión no era la mejor. No obstante, todo el apoyo que pudiera recibir Hermione ahora sería estupendo y por lo que había investigado de Morgan, tenerlo de tu lado era un gran acierto.

Apenas tres semanas atrás había ido a Hogwarts y, tras tomar el té con MacGonagall se había enterado de algunas cosas interesantes del antiguo auror.

—Si habéis terminado con las tonterías —dijo con humor, contento de ver sonreír a Hermione —podemos empezar con una buena noticia —ambos le miraban expectantes — Tenemos a Adalid y a Garreth, por fin.

—¡Maldita sea! Que buena noticia —exclamó Morgan dejando el café sobre el escritorio y dando una palmada —déjame interrogarla Potter —pidió con ojos brillantes.

—Toda tuya. Además Halfnacked ha hackeado el servidor de BR, ha tirado abajo la web entera.

—¿De veras? ¡Eso es genial!

En aquella ocasión Morgan no dijo nada y se limitó a alzar una ceja interrogante.

—La página web de internet que estaban usando ya no funcionará —explicó Hermione

—Nos acercamos —Morgan se golpeó la palma con un puño —vamos a terminar con ellos. Además llevo meses pensando que la cabeza de la red de narcotráfico que gestionaba Chadburn era su hermana.

—¿Adalid?

—Él llevaba todo, pero después de que Potter le interrogara y me dejaran hacer mi propio interrogatorio personal, llegué a la conclusión de que él no era el genio de todo aquello. Tiene que ser ella.

—Morgan yo… ¿Podrías preguntarle por Narcisa Malfoy? Si lo que dices resulta ser cierto es posible que fuera ella quien hiciera la poción que la dejó en ese estado.

Él asintió con gravedad.

—Cuenta con ello —Se levantó —Potter, voy a preparar el interrogatorio.

—La tienes en media hora.

—Estaré listo.

Cuando se marchó y cerró la puerta, Harry la bloqueó y miró a Hermione.

—¿Cómo estás? ¿Has vuelto a verlo?

El día que se marchó de Malfoy Manor cuando Draco la había arrastrado hasta allí, Hermione había ido a ver a Harry para contarle lo que había descubierto en la tienda de pociones de Godric´s Hollow y le había contado lo sucedido.

Al principio Harry quiso ir a darle su merecido pero finalmente hizo caso a los ruegos de Hermione y no hizo nada, aunque le juró que si Malfoy hacia de nuevo un movimiento como aquel lo lamentaría el resto de su vida.

—No le he visto. Por desgracia si le he oído por la mansión.

—¿Sólo a él? —preguntó Harry.

Sabía que era demasiado personal preguntar algo como aquello, pero estaba demasiado preocupado por Hermione y, a la primera indiscreción del hurón se la llevaría a Grinmauld Place sin dudar.

Ella sonrió con tristeza.

—Harry, si no fuera así yo misma te habría pedido ir a Grinmauld Place.

—No tienes que pedirlo, te lo he dicho muchas veces Hermione, ese es tu hogar.

No hacía mucho ella había pensado que su hogar era Draco. Inspiró hondo y se reprendió a sí misma. Su hogar era ese bebé y la casa que construyeran juntos, tenía que recordar eso y no perder la perspectiva.

Por suerte lo que le había dicho a Harry era cierto, no sabía si podría superar el hecho de escucharle con Astoria por la mansión, quizás más adelante fuera capaz de asumirlo pero por el momento estaba lejos de ese paso, solo imaginarle tocándola, acariciándola o besándola como había hecho con ella le revolvía el estómago.

—¿Cómo va todo? —preguntó Harry echando una mirada hacia su estómago ahora plano.

—Muy bien, las pociones me van fenomenal y Katie es una maravilla.

—Ginny también está muy contenta con ella ¿Vendrás esta noche a la cena que ha preparado en casa?

—Sí ¿Sabes si las serpientes irán?

—Sí, contestó Pansy por los tres, también ha confirmado Luna. Neville no puede venir, tiene exámenes que corregir y está un poco liado en el colegio, además Hannah trabaja en la taberna así que también lo tenía complicado.

—Será estupendo —murmuró ella.

—¿Se lo contarás? —preguntó Harry

—No, todavía no. No quiero ponerles en el compromiso de tener que mentir a Draco, él es su amigo y no sería justo.

—Ellos guardarían tu secreto.

—Lo sé, pero sigo pensando que no sería justo… eventualmente lo sabrán, pero primero tengo que pensar en ello. Necesito un poco más de tiempo, aclararme —suspiró —ojalá supiera qué es lo mejor. Creía que irme y desaparecer con el bebé podría arreglarlo todo pero —sonrió con ironía —soy una Gryffindor a fin de cuentas ¿Verdad? No estaría bien arrebatarles la oportunidad a él o al bebé. Sé que voy a decírselo —rió sin humor —seguramente no me crea pero —se encogió de hombros —es lo justo. Aunque antes quiero enterarme de todas las historias legales que puede haber y que me pueden salpicar, no quiero que con su dinero y posición pueda quitármelo.

—Hermione eso no va a pasar.

—No lo sé Harry… este Malfoy… este Malfoy no sé quien es.

—Sabes que Theo y Blaise harían cualquier cosa por ti. Ellos tienen tanto dinero y posición como Malfoy… más, me atrevería a decir porque la posición de Theo es mucho mejor. Un puesto en el Ministerio y un apellido manchado pero solo por el nombre de su padre.

—Nunca le pediría que eligiera

—Sabes de sobra que él ya ha elegido. Deberías hablar con él, sería quien mejor podría aconsejarte con todo esto. Con las cosas legales me refiero, no creo que sea demasiado objetivo con el resto… no está mucho más contento que yo con Malfoy.

Ella suspiró y se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja.

—Pensaré en ello.

—Hazlo. ¿Quieres ver el interrogatorio?

Morgan ya estaba allí cuando llegaron y Hermione se sorprendió al ver a Adalid Rymer. Era una bruja joven que no podía pasar de los treinta, tenía la piel pálida, unos enormes ojos verdes y el pelo castaño y ondulado sujeto con unas horquillas para apartarlo de su rostro. A diferencia de Selwyn Chadburn ella era muy bonita.

—¿Sabes por qué estás aquí? —preguntó Morgan sentándose frente a ella.

— Sí.

— ¿Admites la pertenencia al grupo activista BR?

—Más o menos — respondió con suavidad.

Hermione se dio cuenta que, a diferencia del resto de detenidos a los que habían interrogado, Adalid no parecía furiosa ni hablaba con prepotencia o altanería. Tenía la misma actitud que podría tener frente a una taza de té mientras hablaba del tiempo o de los planes del fin de semana. Se veía tranquila e incómoda.

—Sí o no —dijo Morgan con el rostro impenetrable.

—No.

Hermione abrió los ojos con sorpresa y Harry bufó, Morgan, por su parte, rió entre dientes.

—Puedo entender las mentiras, Rymer. De veras, he detenido a mucha gente a lo largo de mi carrera y les he visto sentarse ahí y mentir, algunos mejor que otros, pero siempre mintiendo para intentar escapar de la verdad y de la ira del Wizengamont. Puedes intentarlo, por supuesto, pero ambos sabemos que formas parte del grupo ¿Te recuerdo que tenemos a tu hermano preso en Azkaban? —juntó las manos y entrelazó los dedos —puedes ahorrarte una sentencia aún mayor porque si tratas de tomarme por gilipollas voy a añadir a tus cargos el delito de falso testimonio, solo porque si tú me jodes a mi yo te jodo a ti, cuando tengas sesenta años créeme, cinco años más de condena te parecerán una eternidad. Te lo repetiré de nuevo ¿Eres miembro del grupo?

—No —volvió a decir la mujer con calma — mi hermano sí, yo solo… la familia es importante —dijo como si aquello lo resolviera todo.

—¿Qué quieres decir?

—Mi familia es todo lo que tengo —se encogió de hombros —he intentado ayudar a Selwyn siempre… quizás algunas veces no debí hacerlo pero lo hice porque es mi hermano y la familia es importante.

Morgan la miró con el ceño fruncido.

—¿Ayudaste a Selwyn antes? ¿Quizás en sus negocios de Nueva York?

—Hay que ayudar a la familia. Selwyn es mi hermano, si él necesita mi ayuda yo se la doy. La familia es importante.

Morgan se levantó y salió de la sala de interrogatorios.

—Potter

Él se incorporó para ir a su encuentro.

—No sé si está bajo un imperius o algún tipo de maldición similar, pero esa —dijo señalando al otro lado de la pared —no es una reacción normal.

Hermione recordó a su amiga Luna y se vio obligada a intervenir.

—¿Cómo sabes que ella no es así? Quizás es simplemente diferente.

—No. Necesitas traer a tu amigo Weasley, el rompemaldiciones. Sé que lo más frecuente es utilizarlos en objetos pero esto no debería salir del círculo más cercano. Nadie debe saber esta información, supongo que podemos confiar en tu amigo.

—Absolutamente —dijo Harry.

—Yo le avisaré —intercedió Hermione —no te olvides preguntarle sobre la señora Malfoy.

—Lo haré —respondió el Inefable con seriedad.

Hermione volvió a su despacho, mandó una nota urgente a Bill y le acompañó a la sala de interrogatorios cuando llegó.

—Es una imperius — dijo Bill con cierta incredulidad —es curioso, concretamente esta variante de la maldición fue utilizada por Voldemort en la Primera Guerra Mágica. Una maldición imperius es temporal, pero estas —dijo señalando a la mujer —son perdurables en el tiempo. Algo muy jodido, si queréis mi opinión, porque puede afectar a la víctima de por vida.

—Igual que la maldición cruciatus, usada hasta la locura tiene consecuencias nefastas. Los Longbottom son una prueba de ello —intervino Hermione

—¿Puedes romperla? —Morgan lo miraba con intensidad.

—Seguramente, pero no estoy seguro de cómo puede afectarle, mentalmente hablando.

—Hazlo —dijo Harry apretando los dientes —nadie debe vivir bajo una maldición como esa —¿Cómo es posible? ¿Quién ha podido lanzarla?

—Selwyn no —replicó Morgan con un movimiento de cabeza —es un mago mediocre a lo sumo.

Harry suspiró.

—Bien, tendremos que volver a interrogar a todos. Iré a hablar con Kingsley.

—Yo me quedaré con Weasley —dijo Morgan.

—Yo me iré, si no os importa —Hermione reprimió un bostezo y les dirigió una sonrisa apesadumbrada —aún no duermo demasiado bien y no estoy al cien por cien.

—Vete a casa —dijo Harry apoyando la mano en su hombro —descansa un rato y hablaremos más tarde.

—Está bien.

Decidió hacerle caso o no sería capaz de ir a Grinmauld Place por la noche. Sintiéndose mareada y luchando contra las nauseas bajó hasta el Atrio. Al llegar a las chimeneas las miró con horror. No iba a poder usarlas para salir de allí. Estaba demasiado descompuesta.
Pálida, sudorosa y con un pitido creciente en los oídos regresó hacia los ascensores.

Iría a su despacho y esperaría a que Harry terminara para…

No pudo terminar el pensamiento. Antes de darse cuenta de lo que ocurría su visión se volvió borrosa y todo se puso negro a su alrededor.

…..

Draco había salido de San Mungo completamente devastado.
Ir a ver a su madre era cada día más difícil. Pensar en los meses que no recordaba y que ella había estado allí le dolía tanto que prefería dar gritos a los incompetentes medimagos exigiendo resultados inmediatos.

Nadie le hacía caso, por supuesto su apellido no valía una mierda desde hacía años, así que todos se limitaban a mirarle con lástima o rencor y se apartaban de su camino hasta que se marchaba.

Ese día decidió acercarse al Ministerio para hablar con Potter y exigirle más información sobre la investigación. No podía creer que no estuvieran haciendo nada para sacar a su madre de aquel estado de muerta en vida. Sabía que Narcisa Malfoy no era una prioridad para el Ministerio pero aun así era una ciudadana más y debían tenerla en cuenta.

Llegó al Atrio y lo primero que vio fue a Granger caminar como un pato mareado hacia los ascensores ¿Qué demonios le pasaba? Distaba mucho de ser una bruja elegante y delicada, pero ni siquiera ella caminaba de aquella forma tan poco femenina. Fue tras ella sin estar muy seguro si lo hacía para meterse con ella o preguntarle si estaba bien cuando de pronto la vio trastabillar y perder el equilibrio.

En dos zancadas estuvo a su lado y la cogió antes de que cayera contra el suelo, levantándola en brazos, una vez más.

—Maldita sea Granger —masculló entrando en la primera chimenea que había libre.

Esperaba que nadie le hubiera visto o que al menos no hubiera fotógrafos o periodistas por la zona, lo último que necesitaba eran más reportajes de mierda con ella o con Astoria.

—Se está convirtiendo en una costumbre esto —dijo entre dientes entrando al salón de Malfoy Manor —si no estuvieras tan blanca como una pared pensaría que lo haces para estar entre mis brazos —murmuró con rencor dejándola sin mucho cuidado sobre el sofa.

Se apartó para mirarla y frunció el ceño.

La verdad es que era bonita. Había cambiado desde sus años en Hogwarts. Él se dio cuenta de aquello en la boda de Shacklebolt, pero ahora que podía mirarla a su antojo vio cosas que no había visto con anterioridad. Su piel era perfecta, con pecas salpicando sus mejillas y la punta de su nariz. Tenía las pestañas muy largas y rizadas y los labios llenos y carnosos. El pelo ya no parecía una maraña enredada, ahora lo llevaba largo, perfectamente peinado en bonitos bucles.

—¿Qué es lo que no recuerdo? —susurró agarrando uno de los rizos, sorprendido ante el tacto suave. Ella suspiró y el sonido hizo que todo el cuerpo de Draco se tensara ante el leve reconocimiento —Merlín —se pasó las manos por la cara y reprimió las ganas de liarse a puñetazos con la pared. ¿Por qué no podía recordar?

Se llevó la mano al pecho y se presionó justo en medio del diafragma.

Dolía. Un dolor sordo y lacerante que hacía que su pecho ardiera, como si su corazón estuviera combustionando lentamente. ¿Qué le pasaba? ¿Sintió algo por ella? Volvió a mirarla y el dolor seguía allí pero no había nada más. La veía bonita, pero no tenía sentimientos de ningún tipo salvo la gratitud por lo que había hecho en el pasado.

Se tiró del pelo y se dejó caer en el sillón frente a ella. No entendía qué era lo que ocurría, no podía mirarla sin sentir ese anhelo y ese puto dolor que le hacía arder el pecho pero a la vez nada de lo que todo el mundo le había dicho estaba ahí… ni cariño, ni atracción, ni mucho menos algún tipo enfermizo de amor, fuera eso lo que fuese.

Echó la cabeza hacia atrás y respiró hondo.

Estaba harto de todo aquello, de no comprender, de no recordar, de no avanzar absolutamente nada y tener la mansión rodeada de aurores durante todo el maldito día.

Seguía quedando con Astoria casi cada día y había logrado esquivar cada una de las insinuaciones de la bruja que no sabía cómo meterlo en su cama. Pero Draco sí recordaba el tiempo que habían pasado juntos años atrás y el por qué había roto con ella. Era incapaz de saber si era cierto, como ella decía, que habían vuelto juntos unos días antes de que él regresara de Francia, pero no podía descartarlo y perder una oportunidad de recuperar la memoria.

Con los ojos cerrados rememoró la conversación que habían tenido unas semanas atrás.

—Amor, tienes que creerme —Astoria se sentó en su regazo jugueteando con los primeros botones de su camisa —poco antes de que decidieras volver a Londres estuvimos en ese pequeño hotel de Francia que tanto nos gustaba y decidimos darnos una oportunidad —acarició con la yema de los dedos su mandíbula —¿No lo recuerdas? fue una noche… —intentó darle un beso en los labios pero él se apartó y se lo dio en la mejilla —inolvidable.

Draco la apartó dejándola de nuevo sobre el sofá porque lo único que había sentido era rechazo ante el contacto ¿No habría algún tipo de atracción o excitación si las cosas fueran como ella decía?

—No estoy de humor —se alejó de ella lo suficiente como para que no volviera a subirse encima y se cruzó de brazos —¿Por qué estaba con Granger si es cierto eso que dices? Tengo algunos defectos, pero por lo general no suelo jugar a dos bandas.

Ella refunfuñó y compuso un mohín que quizás en otros tiempos le había parecido encantador.

—Tuvimos una discusión —se encogió de hombros en un movimiento que seguramente había ensayado cientos de veces en un espejo —supongo que fue tu manera de vengarte de mi. Pero nada de lo que decían los períodicos era cierto —levantó la nariz con altivez —me dijiste que no sentías nada por ella y que era una tapadera para la investigación de tu madre. Yo te creo Drake. Nunca la habrías ni siquiera besado, te daba asco estar cerca de ella —volvió a acercarse a él medio a gatas por el sillón

Estoy cansado—dijo él levantándose —nos veremos mañana.

—Pero Drake —fue hacia él y se colgó de su cuello —¿No vas a quedarte a cenar? A papá le gustaría hablar contigo.

—He dicho que no, Astoria —la apartó sin contemplaciones y se fue hacia la chimenea.

No la creía o no quería creerla, no estaba seguro. ¿Cómo podía estarlo? Por eso había seguido con ella, esperando… Merlín sabía qué coño estaba esperando porque lo único que conseguía era sentirse más y más frustrado.

Granger se movió y sus pestañas aletearon mientras un pesado suspiro salía de entre sus labios.

Draco se incorporó y apoyó los codos sobre las rodillas, esperando.

—¿Malfoy? —se llevó la mano a la frente y miró a su alrededor con confusión.

—Sí, estamos haciendo tradición de esto —respondió con burla —tú te desmayas, yo te recojo… y terminamos en mi salón.

—Dios mío —se sentó hundiendo la cara entre sus manos y realizó pequeñas respiraciones profundas —gracias —dijo sorprendiéndole —no podía salir del Ministerio —dijo sin pensar —estaba tan mareada… que pensé en volver a mi despacho pero creo que no llegué.

—No, te encontré a punto de caerte con muy poca gracia en medio del Atrio.

—Gracias —dijo de nuevo levantándose con cuidado.

—¿Qué te ocurre? —preguntó sin poder evitarlo —¿Estás enferma?

Los labios de ella dibujaron una melancólica sonrisa.

—Algo así.

Draco frunció el ceño, de nuevo aquel extraño dolor en el pecho, como si a una parte de él, a una parte que no recordaba o ni siquiera creía conocer, le afligiera la posibilidad de que Granger pudiera tener alguna dolencia grave.

—¿Qué te pasa? —quiso maldecirse a sí mismo en el momento en que las palabras dejaron sus labios.

—No te preocupes, no es nada grave.

—No me preocupa Granger —dijo volviendo a sentir ese estúpido dolor en el pecho al ver el dolor en aquellos ojos castaños —solo quiero estar preparado por si voy a tener que recogerte del suelo a menudo.

Ella se levantó, su sonrisa triste convertida en una mueca irónica. A veces olvidaba que era una leona valiente y orgullosa.

—No tendrás que hacerlo —fue hacia la puerta con pasos cortos, asegurándose de que el mareo había cesado — aunque realmente te agradezco haberlo hecho en esta ocasión.

—¡Espera! —se levantó tras ella con los ojos entrecerrados y se frotó de nuevo el rostro —¿Puedes… puedes quedarte a hablar?

Con un suspiro volvió a sentarse en el sofá y sacudió la cabeza.

—No sé qué está pasando. Creo que estoy perdiendo la cabeza, todos hablan de cosas que no recuerdo, he leído decenas de veces cada puto recorte de periódico que habla de mi y de ti… de… de nosotros —dijo como si le costara pronunciar esa palabra —y aún así parece que esté leyendo algo de otra persona, alguien que no soy yo, pero es mi maldita cara —inspiró con brusquedad —Astoria dice que estábamos juntos antes de que yo regresara a Londres y hay… hay algo —se pasó las manos por el pelo —algo me dice que es mentira pero ¿Y si es cierto? ¿Qué hubo entre nosotros Granger? ¿Fue real? ¿Es verdad que fue una mentira para investigar el asesinato de mi padre?

Hermione regresó lentamente hasta donde él estaba y se sentó lo suficientemente lejos como para darle espacio. Se moría de ganas de consolarle y las yemas de los dedos le picaban por la necesidad de acariciarle.

Pero no lo hizo porque sabía que él no lo quería ni lo necesitaba en ese momento o quizás sí, quizás ese Draco, su Draco, que estaba en algún lugar escondido dentro él lo necesitara, pero ni siquiera era consciente de ello.

—Lo siento —la miró de nuevo, como hizo aquel día en casa de Blaise, con sus ojos grises oscurecidos, llenos de lo que parecía desconsuelo —te hago daño y lo sé y sigo haciéndolo, es casi como haber vuelto a Hogwarts, como ser ese Draco inmaduro y estúpido y yo… yo hace mucho tiempo que dejé de ser así —hizo una mueca de incredulidad —es algo aquí —se tocó el pecho —que me empuja a decir cosas o a… —se golpeó la sien — a pensarlas y yo no puedo entender que cojones me pasa.

Hermione se acercó para sujetarle la muñeca e impedir que siguiera haciéndose daño.

—Está bien, ya Malfoy, está bien —él temblaba y ella pudo ver en su mirada una miríada de emociones que no podía controlar. Ira, dolor, rabia, miedo —te contaré todo —murmuró clavando sus ojos en los de Draco —te contaré todo lo que quieras oír.

—No sé si quiero escucharlo —dijo él con desesperación —es todo una puta contradicción en mi cabeza.

—Quizás más adelante —respondió Hermione con una sonrisa sincera en aquella ocasión.

—No —replicó Draco cuadrándose de hombros —escucharé tu versión, cuéntamelo todo Granger. Cuéntame nuestra historia.

—Tengo algo mejor —se mordió el labio y le miró dubitativa durante un segundo, después, como si hubiera tomado una decisión inspiró hondo —¿Puedo ir a buscar algo? No tardaré más de unos minutos.

—Estás en tu casa por lo que parece —dijo con burla —sí, me di cuenta de que mis protecciones se modificaron para que pudieras entrar y salir.

—¿Y no las has cambiado?

—No —la contempló con intensidad —únicamente yo pude cambiarlas así que supongo que tenía mis razones.

Hermione se apareció y fue hasta el Lugar Seguro para buscar la caja en la que había guardado todos los recuerdos de ambos.

Iba a arriesgarse porque ¿Qué otra opción tenía? Después de haber visto la maldición que habían puesto sobre Adalid no había dejado de preguntarse si tal vez Draco también había sido maldecido de algún modo que pudiera revertirse ¿Acaso no había luchado por todo en lo que creía desde que era una cría?¿No se merecía él que luchara por ellos? ¿No lo merecía ella?

Le daría la caja y hablaría con Bill, con Harry y con los medimagos que conocía. Puede que no hubiera podido ayudar a sus padres pero esto era algo distinto y no se iba a rendir tan fácilmente. Se lo debía a sí misma pero sobre todo se lo debía a ese bebé que estaba gestando, él o ella se merecía conocer a su padre, al Draco que ella sabía que aún estaba por alguna parte.

Tal como dijo, regresó menos de cinco minutos después con una caja en una mano y un rollo de pergamino en la otra.

—Nuestra historia —murmuró tendiéndoselos.

Draco rió, aunque en aquella ocasión no lo hizo con burla o malicia, era una risa sincera aunque algo pesarosa.

—No sé por qué no me sorprender que esté escrito dada tu obsesión insana con los libros.

—Leer no es insano —dijo con el ceño fruncido —fue una especie de catarsis — se encogió de hombros con naturalidad, un gesto que Draco no pudo evitar comparar con el de Astoria —lo escribí cuando perdiste la memoria.

Draco asintió.

—Si aún así quieres hablar después de leerlo yo… hablaré contigo. Solo que esta vez en lugar de secuestrarme sólo pregúntame —añadió con ironía.

—Veremos —replicó Draco con una sonrisa torcida.

—Me gustaría pedirte que cuando hayas terminado… me lo devuelvas. Puede que para ti no sea nada, pero es importante para mi.

Él la miró con intensidad y asintió sin un ápice de burla en su rostro.

—Lo haré.

—Gracias. Tengo que irme —Hermione se levantó —Adiós Draco

Se apareció con un golpe de varita.

—Adiós, Hermione.

Respondió él sin pensar cuando la mujer ya no estaba allí. Se sirvió una copa de whisky, se sentó y abrió el pergamino dispuesto a leer todo lo que la bruja hubiera plasmado allí.

Puede que hubiera tenido sus dudas y no pudiera confiar en nadie, pero sabía, en el fondo sabía que todo lo que ella hubiese escrito era la realidad de lo ocurrido. Ciertamente solo tendría acceso a los recuerdos de ella y a su punto de vista, pero fuera como fuese al menos sabía que Granger no mentiría. Al fin y al cabo era un Gryffindor.