Hola!
No he tardado mucho no? Venga, que ya vamos a por otro capi. Gracias por los comentarios y por estar aquí.
flopy di angelo: Bienvenida! Gracias por saludar ;)
HelenaJane: Lo de Astoria a todas nos trae de cabeza eh?
mariapotter: Creo que este probablemente también te haga sentir así ¿Algo rara? Veremos!
wendisnice:Eso! Despacito todo encontrará su camino.
DamaDeRohan: Por ahí la llamaban Astrozorra y zorrostoria... jajajajaja no voy a ser tan mala, palabra ;)
camiqueen: Hazme caso, poco a poco lo vamos a arreglar todo!
Belen: Ahhh no será tan sencillo muajajaja
Wendy: Sí, yo creo que debe ser algo muy muy dificil de gestionar.
Reuniones en Grinmauld Place
Ginny demostró sus genes Weasley en la cena que organizó en Grinmauld Place.
Preparó la enorme mesa de la cocina porque dijo que era un evento familiar y que, en familia, la cocina era el lugar de reunión por antonomasia.
A nadie se le ocurrió contradecirla, ni siquiera a las serpientes, quienes se adaptaron a la situación como si siempre hubieran estado comiendo en las cocinas de sus enormes hogares ancestrales, aunque Hermione supuso que ninguno de ellos las había pisado siquiera alguna vez. A excepción de Pansy quien, debido a los reveses que había sufrido en la vida, tuvo que acostumbrarse a su nueva situación y se dedicó a ayudar a Ginny a servir el pan y a poner la mesa, ataviada con un mandil rosa y una enorme sonrisa satisfecha.
La cena resultó ser un feliz caos de conversaciones, risas, bromas y chistes regados con el buen vino de Zabini y la maravillosa comida de Ginny.
Lavender encontró en Luna una conversadora magnífica y, tras pedirle perdón por las veces que la llamó lunática y la encontró rara y controvertida, se dedicó a hablar con ella de cientos de plantas medicinales y sus usos en humanos.
Por su parte, Ron, Harry y Blaise se pasaron la mitad de la cena discutiendo sobre quidditch, sobre la liga nacional y la europea mientras Ginny y Pansy intercambiaban recetas y la morena le contaba las nuevas ideas que tenía para su firma de ropa en cuanto pudiera salir de la mansión de Blaise y volver al mundo real. La pelirroja, de cuando en cuando intervenía en la conversación sobre quidditch, dejando en claro sus propias opiniones y recordando a los hombres que ella era la única en aquella mesa que se había dedicado profesionalmente a ese deporte y que además continuaba viviéndolo de cerca porque había aceptado el trabajo de reportera deportiva que le habían ofrecido al dejar su puesto en las Arpias de Holyhead.
En medio del maravilloso caos que creaban todos sus amigos, Hermione se sintió feliz por primera vez en las últimas semanas.
—Espero que sigas haciéndolo más a menudo —dijo Theo a su lado.
—¿El qué?
—Sonreír —él agarró su mano por debajo de la mesa para darle un cariñoso apretón — creía que se te había olvidado como hacerlo.
—No seas tonto —respondió ella devolviéndole el apretón antes de apartar la mano para tomar un sorbo de jugo de calabaza — el mundo no se ha terminado y además después de ahogarme en la autocompasión me he dado cuenta de que ni todo está perdido ni debería haber dejado de creer… ¿Cuándo hemos tenido las cosas fáciles? —rió sin humor —no voy a rendirme Theo, creo que aún hay esperanza.
—Ahí está de nuevo, ese carácter Gryffindor tan incomprensible para mi —murmuró Theo mirándola con una mezcla de admiración y confusión.
—¿Es malo ser optimista, tener valentía o coraje? —dijo burlona
—No, siempre y cuando no roce la enajenación, el fanatismo o la insensatez.
—¿Crees que somos insensatos, serpiente?
—Creo que sois excesivos en muchos aspectos, querida —replicó guasón.
—Vencimos una guerra con nuestra valentía —rebatió con una sonrisa maliciosa.
—Vencisteis una guerra con más pelotas que sentido común —dijo entre risas —insensatos, como decía.
Ella le golpeó juguetonamente el hombro.
—En el fondo piensas que soy una crédula inocente.
—Sí —respondió con brutal sinceridad.
Hermione rió, aquella vez una risa sincera que hizo que Theo sonriera en respuesta.
—No tan inocente. Me gustaría hablar contigo de algo importante.
—Por supuesto —replicó poniéndose serio al instante.
—Aquí no —se levantó y miró a Harry —¿Puedo usar tu despacho?
—Por supuesto.
—Tengo que hablar con Theo de la investigación, necesito su ayuda y no quiero dañar esta reunión tan maravillosa.
Ignorando el murmullo de voces que le decían que podía quedarse y que todos querían saber, ambos salieron de la cocina en silencio.
—No tiene nada que ver con la investigación ¿Verdad?—dijo Theo cuando la mujer cerró la puerta del despacho y silenció la habitación.
—No —ella señaló los sillones frente a la chimenea y la prendió para que caldeara la estancia —es algo personal. Algo que por el momento no quiero compartir con todos. Lo haré, eventualmente, pero primero necesito hablar contigo. ¿Quieres beber algo? —preguntó Hermione yendo al pequeño aparador que Harry tenía tras su escritorio.
Theo asintió y ella le preparó un whisky de fuego.
—No sé como decirlo con suavidad, así que me temo que lo haré siendo clara y concisa.
Él tomó la copa de las manos de ella y sonrió cuando tomó asiento a su lado.
—Querida, eres libre de decirlo con honesta brutalidad.
Hermione se esperó a que él bebiera y tragara el alcohol antes de hablar.
—Estoy embarazada.
Tuvo que darle el crédito que merecía. A diferencia de Harry y Ron, Theo pareció tomárselo con mucha más calma, al menos no movió ni un músculo facial con el anuncio.
La miró en silencio durante unos segundos antes de dejar la copa sobre la mesa que tenía frente a él y asentir lentamente.
—¿Lo saben Potter y Weasley?
Ella asintió.
—No se lo dije a nadie, al principio, pero cuando fui a hacerme la revisión a San Mungo me encontré con Luna en la unidad de maternidad y partos, así que se enteró por pura casualidad. Ese día se lo conté a Harry, Ginny y Ron.
—¿Lo sabe él?
No hacía falta que dijera de quién hablaba.
—No
—¿Y lo va a saber?
Ella suspiró y se pasó un mechón de pelo tras la oreja.
—Sí. Tiene derecho a saberlo, tiene derecho a tomar una decisión libre sobre si quiere o no tener algún tipo de relación con el bebé.
Theo se volvió a quedar callado, como si tratara de asimilar todo aquello.
—Es un cabrón afortunado —dijo en un ronco murmullo, después la miró con los labios torcidos en una extraña sonrisa —¿En qué puedo ayudarte, Hermione?
Ella cerró los ojos por una fracción de segundo agradeciendo al universo tener a Theodore Nott en su vida y sonrió con tristeza.
—Te he dicho que no voy a perder la esperanza y voy a luchar por recuperar a Draco, pero no soy una niña Theo, si todo sale mal quiero estar preparada. Malfoy es impredecible ahora mismo.
—Lo está pasando mal —respondió él — por más que me joda admitirlo es mi amigo y, pese a todo, a mi manera, le aprecio lo bastante como para darme cuenta de que está echo una mierda —suspiró frotándose la nuca — supongo que debe ser condenadamente difícil para él no saber lo que está ocurriendo ¿Cómo te sentirías tú en su lugar? Creo que habría sido un shock. Es como si alguien me dijera ahora mismo que llevo meses en una relación con… no sé, Daphne a quien, sinceramente, no quiero ni regalada después de haberme librado de ella gracias a tus nuevas leyes.
—Sí, está pasándolo mal y es justamente eso lo que le hace ser impredecible. ¿Cómo reaccionará a este bebé?
—No lo sé —Theo suspiró —es imposible saberlo, no ahora mismo. Quizás hace poco más de un mes se habría acojonado primero y después se habría dado cuenta de que era jodidamente afortunado. No me malinterpretes, ninguno de nosotros sabe como ser un buen padre, no hemos tenido los mejores ejemplos y aunque siempre hemos sabido que debíamos traer vida al mundo para continuar los linajes —dijo con un tono de burla —era algo puramente necesario, una obligación adquirida junto al dinero y al estatus. Pero aunque seguramente se habría quedado en algún tipo de estado catatónico, habría sido malditamente feliz. Pero ahora… este Draco ni siquiera se parece al que era cuando llegó de Francia, está demasiado furioso con el mundo para pensar con claridad.
—Por eso quiero estar preparada… legalmente hablando. Quizás tú puedas asesorarme, sé que no te dedicas a esto pero también sé que tienes conocimientos legales.
—Puedo asesorarte y lo haré —sujetó sus manos dándoles un apretón —te ayudaré todo lo posible.
Ella frunció los labios intentando reprimir las lágrimas que últimamente eran demasiado frecuentes.
—Sé que lo harás.
—Cualquier cosa que necesites —le besó el dorso de la mano y la soltó —no vas a tener problemas legales. No ahora que el nombre de Draco no vale una mierda. Entre una heroína de guerra y un ex mortífago, el Wizengamot no va a tener ninguna duda.
—A no ser que Draco y Astoria se casaran.
Theo resopló.
—Eso no ocurrirá. Le dijo a Blaise que el único motivo por el que anda con ella es porque cree que fue la última persona a la que vio antes de perder la memoria y tiene la absurda teoría de que pasar tiempo a su lado le hará recordar.
El dolor en los ojos de Hermione hizo que volviera a tomarla de la mano.
—Hermione, ni siquiera la soporta, créeme, me extrañaría que esté con ella más de lo necesario.
—Han hablado de compromiso, de relación…
—¿Y crees que es cierto?
Ella quiso decir que no, pero lo cierto era que no lo sabía.
—No estoy segura.
—No pasa nada —dijo finalmente Theo — antes o después sabremos qué ha ocurrido. No obstante, si eso ocurriera, si Draco se casara con Astoria o con otra bruja para intentar ampararse en las leyes, tampoco perderías la custodia del bebé.
—Según el artículo 4.8 del código…
—Lo sé —la interrumpió Theo — sé que si uno de los progenitores tiene una situación familiar estable puede solicitar revisión de la custodia y sé que en un porcentaje alto de los casos suele ganarla, pero eso no ocurrirá.
—Theo yo…
—Si eso pasa te casarás conmigo —sentenció con voz grave — no dejaré que nadie te quite a tu bebé, ni siquiera uno de mis mejores amigos.
Ella sacudió la cabeza con los ojos desorbitados. Ni siquiera supo como reaccionar ante las terminantes palabras de Theo.
—Eso no… no puedes hacer eso. No…no estaría bien.
—No creo que sea necesario —la tranquilizó — Tienes confianza, él recordará. Si alguien puede encontrar la forma eres tú. Pero si llega el momento lo haremos —se rió burlándose de sí mismo —créeme, no sería ningún sacrificio para mi.
Ella le miró y se dio cuenta de cómo habrían podido ser las cosas si Draco no hubiera vuelto de Francia.
Theo la contemplaba con ternura, algo de melancolía y ferrea decisión y Hermione se sorprendió pensando en lo fácil que hubiera sido enamorarse de él si le hubiera dado la oportunidad.
No, tampoco sería un sacrificio para ella si tuviera que hacerlo.
Siempre había pensado que habría sido un error ir a alguna de esas citas con él o intentar tener algo más allá de una amistad, pero allí, en ese instante, se dio cuenta de que no lo habría sido.
Quizás no le hubiera amado con esa intensidad, esa pasión y ese ansia que Draco despertaba en ella, pero habría sido un amor más calmado, más suave y seguramente menos dramático.
Se permitió pensar en la posibilidad de aceptar su proposición durante un instante. Él la querría, la cuidaría el resto de su vida a ella y a su bebé sin una sola
—Gracias Theo
Se echó sobre él y le abrazó con fuerza, ignorando la punzada de culpabilidad al sentir la forma en la que Theodore le devolvía el abrazo.
Aquel hombre realmente se merecía a alguien que le amara incondicionalmente, alguien que pudiera valorar todo lo que él tenía para ofrecer porque, debajo de aquella frialdad había una persona maravillosa.
Sí, podría aceptar esa proposición si las cosas con Draco salían mal, podría quererle, cuidar de él, serle fiel y hacerle feliz, pero no sería justo porque ella continuaría enamorada de su mejor amigo y no podría darle aquello que merecía.
Cerró los ojos y se aferró a él con fuerza sabiendo que, aunque su destino no fuera estar juntos, siempre se tendrían el uno al otro. Por que no, ni siquiera llegado el momento aceptaría un matrimonio con Theo. Era demasiado íntegra y justa como para hacerlo.
Cuando regresaron la reunión se había trasladado al salón y, para diversión de todos, Ginny había puesto música y bailaba con un dispuesto Blaise que la giraba por toda la sala con deleite bajo la atenta mirada de Harry que no dejaba de observarles, pendiente de los posibles mareos de su chica, pero sonriente al verla reír.
Pansy, por su parte, había sacado a bailar a Ron y le reñía cada vez que el patoso pelirrojo le pisaba un pie, increpándole por ser tan inútil y tratando de enseñarle la forma correcta de llevar a una mujer.
Lavender reía intentando animar al pelirrojo que estaba cada vez más colorado.
Hermione se acercó a sus amigos, cogió a Harry de la mano y tiró de él hasta la improvisada sala de baile.
—Hermione ¿Qué…. ? ¡No! —la sujetó instintivamente de la cintura mirándola con los ojos desorbitados detrás de las gafas —¿Qué haces? —siseó entre dientes —sabes que soy terrible bailando.
—Lo sé —dijo la castaña entre carcajadas siguiendo la música —venga Harry, no es la primera vez que bailamos juntos.
—¿Ah no —preguntó Ginny que les había escuchado mientras pasaba girando en los brazos de Blaise —¡Quiero que me contéis eso! —gritó mientras se alejaba.
—Ni de coña —masculló Harry intentando no pisar a Hermione.
—¡Podemos hacerlo! —dijo con una sonrisa enorme en su rostro —¿Qué es un baile después de todo lo que hemos pasado juntos?
Harry puso los ojos en blanco, sonrió con malicia y la sujeto con más seguridad.
—Tienes razón, vamos allá.
Mientras Hermione bailaba con Harry, Theo se acercó a la chimenea aún con la copa de whisky en la mano.
—¿Por qué estás tan triste Theodore Nott?
Él no se sobresaltó por las palabras de Luna, había olido aquel extraño perfume a manzanas que recordaba del colegio cuando ella se acercó y se limitó a dar un trago a su bebida.
—No lo estoy —respondió sin dejar de mirar a los bailarines, con el mismo rostro inexpresivo con el que solía cubrirse.
—Sí lo estás —pudo oír la sonrisa en su voz —¿Es porque Hermione está enamorada de Malfoy?
Theo se giró lentamente y la observó. Ella simplemente fijaba en el aquellos enormes ojos azules que parecían ver más que los demás.
—No —respondió con voz gélida.
Ella ladeó la cabeza y parpadeó.
—¿Somos amigos? —preguntó a bocajarro.
Theo frunció el ceño ante la inesperada pregunta.
—Yo… esto… sí, supongo que sí.
—Bien. Me gustas Theodore Nott. No quiero que estés triste. Los amigos hablan y se cuentan los problemas.
Una pequeña sonrisa ladeada se dibujó en los labios del mago.
—Yo no suelo hablar
—Lo recuerdo —respondió la rubia encogiéndose de hombros —pero también puedo compartir tu silencio si lo necesitas.
Él siguió contemplándola mientras ella se movía suavemente al ritmo de la música, con la mirada perdida en algún punto de la sala y una extraña sonrisa en aquel rostro que parecía absolutamente en paz.
Siempre le pareció una chica extraña aunque agradable y bonita, su percepción de ella no había cambiado aunque esa calma que parecía emanar de ella le resultaba atrayente como el demonio.
Sin saber muy bien por qué, dejó el whisky sobre la repisa de la chimenea y le tendió la mano.
—¿Quieres bailar? —preguntó
Ella le regaló una radiante sonrisa.
—Claro que sí.
Los ojos de Hermione brillaron cuando vieron cómo Theo ofrecía la mano a Luna y cómo ella la tomaba con cara de felicidad.
Tal vez, se dijo con una incipiente sonrisa en sus labios… tal vez.
…..
Eran más de las tres de la mañana cuando Draco terminó de leer.
Pasó las puntas de los dedos por las últimas palabras de Granger casi con reverencia.
Ojalá pudiera decirle lo mucho que le quiero, que no está solo, que siempre estaré a su lado. Ojalá pudiera consolarle, abrazarle mientras pasa la tormenta. Y quiero pensar que él volverá de nuevo, que ese Draco del que me enamoré está en algún lado, esperando. No sé qué nos deparará el futuro pero quisiera que supiera que atesoraré cada uno de estos recuerdos para siempre. Creí que tendríamos todo el tiempo del mundo, que nuestra historia acababa de empezar y quiero seguir creyendo en nosotros. Ojalá vuelvas pronto, Draco.
Tragó saliva y enrolló el pergamino, dejándolo a un lado con temor, casi con devoción. No sabía si había sido un acierto o un error leer aquella especie de diario, porque aunque seguía sin recordar nada de todo eso, nada de ella o de lo que habían vivido, el amor que desprendían cada una de las palabras de Granger le habían hecho sentir miserable y roto por dentro.
¿De verdad ella le había querido de ese modo? ¿De verdad se había abierto con tanto con la leona? Y él ¿La quería también? ¿Acaso era capaz de amar a alguien?
Se frotó el rostro, sorprendido al encontrarlo húmedo y se llevó las manos a los ojos, incrédulo al darse cuenta de que había llorado mientras leía aquel pergamino.
Inspiró hondo y hundió la cara entre las manos, sollozando como un niño.
¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué sentía aquella zozobra, aquel desaliento? ¿Por qué cojones no podía recordar? ¿Por qué no podía sentir algo por ella?
Se tocó el pecho, anhelando, por un ínfimo instante, encontrar allí algún tipo de conexión, cualquier cosa.
Empezaba a creer que había perdido lo mejor que le había ocurrido en la vida y ni siquiera era capaz de recordarlo.
Había un extraño vacío en su corazón, una nada que parecía no ser capaz de rellenar con nada ¿Y si pasaba el resto de su vida así?
Se limpió el rostro y se cuadro de hombros ¿Y si tratara de conocerla de nuevo? ¿Qué podría perder? Tal vez hablar con ella, verla un poco más a menudo, ir a comer o a dar un paseo por algún parque muggle lejos de los indiscretos ojos de la prensa. Intentar averiguar qué fue lo que vio en ella cuando regresó. Quizás no pudiera recuperar los recuerdos pero si era verdad que habían vivido todo aquello ¿No sería posible encontrar otra vez la conexión?
Se preguntó dónde estaría ese Lugar Seguro del que ella hablaba en su extensa redacción y si seguiría viviendo allí, en alguna parte de su enorme mansión, bajo su mismo techo sin que él pudiera oírla o siquiera sentir su presencia.
Se levantó con un suspiro, cogió el pergamino y la caja y fue hasta su habitación. Se sentó en la cama, dejó a un lado el papel y abrió la caja en un respetuoso silencio y con algo de temor miró en su interior conteniendo la respiración.
Sacó una camiseta suya del equipo de quidditch del colegio y supuso que era la que, según contaba Granger en ese diario, le había dado para que se quitara la que tenía de Krum. Lo cierto es que sonaba a algo que él haría sin lugar a dudas. Frunciendo el ceño se preguntó si habría vuelto a usar la camiseta del búlgaro y se sorprendió al darse cuenta de que no le gustaba la idea en demasía. No se sentía celoso, o eso pensaba, pero si incómodo al imaginarla ¿Por qué había guardado la camiseta en lugar de utilizarla?.
Cogió la prenda llevándosela a la nariz e inspiró hondo con los ojos cerrados. Podía olerla a ella allí, pero eso tampoco despertaba sus recuerdos.
La dejó a un lado y siguió mirando lo que contenía la caja. Había fotos de los dos.
Una en un lugar que no reconocía, parecía una casa llena de objetos y colores, todo apretujado aunque alegre y extrañamente armónico. Supuso que sería el hogar de los Weasley. Granger tenía a un bebé en los brazos y ambos se miraban a los ojos de una forma que le puso ciertamente incómodo. Parecía una foto robada y, al no estar posando, la intimidad que se leía entre ellos era desconcertante, dio la vuelta a la imagen y leyó: La madriguera. Draco y yo con la pequeña Molly. Navidad 2005-2006. Había más de ese mismo lugar, compartiendo una cena con un montón de pelirrojos, bailando, riendo. Encontró más recortes como los que había leído y algunas fotos muggles de un árbol de navidad junto a otras mágicas en las que estaban decorando un abeto.
Siguió mirando todas aquellas imágenes en las que un Draco feliz le devolvía la mirada y una Granger risueña sacaba la lengua, guiñaba un ojo o reía a mandíbula batiente frente al objetivo.
Era terriblemente desconcertante observar todo aquello como si se tratara de otra persona cuando era su cara la que estaba impresa en todos esos pedazos de papel fotográfico.
Tembloroso y con un nudo de angustia en la garganta sacó un brazalete y abrió la boca completamente estupefacto al reconocer una de las joyas de la familia.
Supuso que eso era lo que le había regalado en Navidad y ciertamente nadie más que él podía haberlo sacado de su cámara de Gringotts.
En ese momento se dio cuenta de que fuera lo que fuese lo que sintió por esa bruja fue intenso, él jamás había regalado a ninguna mujer una joya familiar antes.
Acarició la cabeza de la serpiente y la dejó sobre las fotografías sacando un pequeño adorno de navidad que decía: Our Home.
Con manos temblorosas metió todo de nuevo en la caja junto al pergamino y la cerró. Incapaz de volver a mirarlo se acercó al pequeño secreter que tenía en una de las paredes junto a un estante lleno de libros, escribió una nota y fue a buscar a su lechuza.
Le devolvería en ese mismo momento todo a Granger porque no era capaz de soportar volver a ver aquella caja de nuevo.
Hermione se había sentado en el sofá del Lugar Seguro con una película puesta en el televisor mientras pasaba sin prestar atención las páginas de un libro.
Era incapaz de dormir bien por las noches, imaginando que Draco volvía a estar perdido en las pesadillas que ella había logrado disipar con su presencia. Además cada vez que se acostaba en la cama los recuerdos la avasallaban hasta hacerse insoportables en ocasiones. Había pensado más de una vez en irse a Grinmauld Place, pero no podía desvincularse de aquel pequeño hogar que habían compartido, no de momento al menos.
Se preguntó por enésima vez si él habría leído el pergamino, si habría podido recordar algo, si le había ayudado en algo aquella caja llena de recuerdos.
Con un tembloroso suspiro decidió hacerse un té y se levantó justo cuando la lechuza de Draco picoteaba la ventana.
Estremecida de nervios y frío abrió al animal y le dio una golosina mientras cogía la caja y la nota que llevaba en las patas.
Al menos él había cumplido su palabra y le había devuelto su pequeño arcón.
Lo dejó sobre la mesa y desdobló el pergamino.
Granger,
Gracias por dejarme esto, siendo tan personal ha debido ser difícil para ti.
Si no te importa quisiera volver a reunirme contigo mañana por la mañana sobre las once en el mismo sitio que hoy, podríamos tomar un té con pastas, tengo preguntas y me gustaría hablar contigo.
DM
Inspirando profundamente se limpió una lágrima y dobló de nuevo el papel, guardándolo en la caja con un sonrisa triste.
Fue a por papel y pluma y garabateó una respuesta.
Estaré allí.
HG
Cerró la ventana cuando la lechuza se fue y apagó la televisión. Decidió que intentaría dormir un poco para estar descansada al día siguiente. Quizás fuera una tonta ilusionada y optimista pero le parecía algo muy positivo que él hubiera leído el pergamino y quisiera hablar con ella. Sí, era una nota impersonal y seca, pero estaba lejos de ser desagradable o burlona.
Se puso una de las camisetas de Draco y se acurrucó en la cama, esperanzada por primera vez en lo que parecía una eternidad.
—Todo va a salir bien —dijo acariciándose la inexistente barriga —vamos a conseguir que papá regrese con nosotros —susurró.
Esa noche Hermione pudo dormir sin sobresaltos y Draco no tuvo pesadillas.
